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Te deseo ahora

La historia me pertenece, los personajes(algunos), por otro lado, pertenecen a Masashi Kishimoto.

LA UNIÓN

Capitulo XII

§

Con un enigmático y volcánico deseo carnal, pero a la vez con una ternura que busco el refugio de mis besos y caricias.

¡Así!

¡Mío te quiero!

§

Te Deseo Ahora

Hinata miró el lugar a donde tenían que entrar y sabía que la canasta no cabría. Tenía que llevar al bebé en brazos, pero si lo hacía, no podría defenderse si había algún animal.

Una idea surgió.

Tomó rápidamente la tela blanca, dándose cuenta que el largo era perfecto. Se sacó el arco y las flechas y comenzó a enrrollar la tela en su cintura, para llevarlo atrás y pasar sobre sus hombros, dejando una cruz firme en su espalda. Tomó al bebé y agradeció que, aunque era pequeño, sus huesos parecían lo suficientemente fuertes para sostener su cabecita. Siguió rodeándolo con la tela hasta que logró un fular improvisado. Trabó su nuca con el borde de la tela, dejando sólo su carita a la vista.

Hinata lo miró y sintió tanta ternura que no pudo evitar besar su suave mejilla.

—No te preocupes bebé, no dejaremos que nada malo te pase—, le susurró acariciando la fina pelusa rubia.

—¿Lista?

Hinata sonrió a su gata y asintió, dejando el arco, se adentro al estrecho pasillo. Hime caminando delante de ellos, asegurando que fuera seguro primero.

Cuando llegaron al final del pasillo, el camino de dividía en dos. Hime tomó el de la izquierda y ella la siguió. Su mano apretada en el mango de su cuchillo y la otra en la cola del bebé. Hime comenzó a bajar por una escalera y Hinata fue trás ella. Pero escucho un ruido en su espalda y se detuvo, girando justo a tiempo para ver a la amiga de Ten-Ten, la del cabello rojo y piel oscura. Su caminata era como si estuviera pérdida, le recordaba a la caminata de un zombie, su cabello rojo alborotado, sus pies arrastrándose.

Karui venía del lugar contrario de dónde ellas habían pasado. Justo cuando iba a llamarla ella la miró.

Hinata retrocedió un paso en la escalera. Recordaba que sus ojos eran avellanas, pero los ojos que la miraban eran totalmente negros con pupilas grises y opacas. Era aterrador. La hembra mostró sus dientes puntiagudos y antes de que se percatara, Karui corría hacia ella.

Los ojos de Hinata se abrieron al ver qué sacaba un látigo de su cintura y en su apuro de querer huir, sus pies se cruzaron. Perdió el equilibrio y gritó cuando sintió su cuerpo caer.

Su primer instinto fue hacerse una bola, protegiendo con su cuerpo al bebé. Al fondo escuchó el gritó de Hime. Sus brazos, piernas, espalda y el costado se su cabeza recibieron golpes de distintas intensidades. Logró caer en el descanso y su espalda golpeó contra la pared, deteniendo su caída, sacando todo el aire de sus pulmones. Miró hacia arriba, llevando una mano a su cintura al darse cuenta que entre golpe y golpe había perdido el cuchillo. Karui bajaba rápidamente, Hime saltó a su espalda, ya que está parecía no verla.

La hembra gritó cuando Hime empezó con su ataque interponiéndose en sus pies. Hinata se levantó lo más rápido que pudo cuando la vió trastabillar y caer. Su gata saltó a tiempo para que no la llevará con ella. Hinata comenzó a correr, bajando, en un segundo Hime había saltado cayendo parada unos escalones más adelante.

Cuando dejó atrás la escalera siguió corriendo, escuchando que la hembra la seguía. Su mano libre en la cabeza del bebé. Cuando estaba a unos pasos de llegar a una puerta, gritó sintiendo el látigo golpear su espalda, sus rodillas se aflojaron al no soportar el dolor, cayendo al suelo. Sus manos las apoyó frente a ella, intentando proteger el bebé de el látigo que sabía que volvía.

¡SHUWISP!...

Apretó la mandíbula, no queriendo gritar. Hime gruñó, corriendo hacía la hembra. Saltó sobre ella, aunque no pudo evitar el tercer golpe, su espalda se dobló, su cara retorciéndose con los ojos fuertemente cerrados. Hinata sentía su espalda arder, pero tener la tela firmemente envuelta en ella, había ayudado mucho. Se levantó, con las piernas temblorosas, miró sobre su hombro a Hime intentando atacar la cara de la hembra. Está gritando se la sacó de encima, tomándola del lomo y lanzando su cuerpo a unos pasos.

Hinata sintió la furia crecer en su interior, está hembra había dicho que la ayudaría, pero la estaba traicionando. Los ojos de Hinata se abrieron cuando la vió sacar una larga espada, encarando a Hime primero.

Sólo en una milésima de segundo su cuerpo se calentó, sus manos no temblaron cuando giró al cuchillo en el aire para tomarlo del filo. Giró su cuerpo para quedar de perfil, sus ojos se centraron en el pecho de la hembra, su vista calibrando el mejor lugar. Su mano llendo hacia atrás, su brazo flexionado. No fue consciente de lo que hacía hasta que el cuchillo se safo de sus dedos.

Sus pupilas se dilataron con un temblor, sintiendo que pasaba en cámara lenta.

El cuchillo hundiéndose en el pecho de la hembra justo cuando estaba por bajar la punta de la espada sobre Hime. Sus ojos se agrandaron al darse cuenta lo que había hecho, su gata no perdió oportunidad y saltó de nuevo sobre la hembra. La tiró al suelo con el impulso y mordió su mano para que soltara la espada, Hinata corrió a tomarla.

—¡Corre! ¡Vamos!

Hinata agarró la espada y siguió a su gata a la puerta, antes de cerrarla, lo último que vió fue los botines de Karui. Y le dolió el corazón por lo que acababa de hacer.

Naruto soltó el aire contenido al ver a su hembra salir de esa situación. No sé había dado cuenta que en algunas de las habitaciones del Castillo de Leb habían Mours. Pero cuando vió los ojos de la otra hembra se dió cuenta. Los Mours era criaturas parasitarias que tomaban el control de la mente de sus víctimas, matándolas en el proceso. Estás necesitaban sangre para sobrevivir y mientras más fresca fuera, sabía que era mejor para ellas. Iban atacando y matando, sin cansancio, sabiendo que como mucho a los pocos días necesitaban un nuevo cuerpo. Pero esos Mours habían estado mucho tiempo sin comer, eran insaciables.

Vió por el Cus a Hinata seguir corriendo, lágrimas cayendo por su rostro le dijeron que ella no sabía eso. La hembra ya había estado muerta cuando ella le clavo el cuchillo, la único que había logrado era detener al Mours por unos minutos. Si había tenido suerte de atravesar el corazón, y el parásitos no lograba otra víctima, este moriría.

Su ceño se frunció al ver que sangre roja corría por el costado del rostro de Hinata. Esa caída había sido peligrosa. Su corazón se había detenido, no creía que fuera bueno tantas emociones. En subida y bajada, su corazón se aceleraba y detenía todo el tiempo que ella estaba en peligro.

No veía el tiempo que esa prueba terminará para su compañera.

Hinata respiró hondo y fuerte cuando salió por la enorme puerta. Su corazón golpeando el pecho violentamente.

¡Por fin! quiso gritar, pero su garganta estaba demasiado seca, sus piernas calientes y sus brazos y hombros acalambrados.

—¡Una vez más Hinata Hyuga! Eres la primera en salir del Castillo de Leb con tu tesoro intacto. Tu puntaje final es de 700. Ahora es...

Hinata no escuchó más, sus piernas adoloridas no soportaban su peso, quería tirarse al suelo, pero uso toda su concentración en mantenerse erguida. En un parpadeó apareció en su camarín, Tsunade esperándola, como en la primera prueba.

—Muy bien Nina, lo haz hecho perfecto— la arrulló mientras la ayudaba a sentarse en una camilla preparada.

Hinata se desplomó, con un gemido apoyó su espalda en la camilla dura que sabía a cielo para ella. Tsunade no la molestó para desatar el fular, simplemente agarró unas tijeras y la cortó. Tomó al bebé con cuidado y se lo dió a otra mujer, que recién en ese momento se había percatado que estaba allí. La morena llevó fuera de la habitación al pequeño.

—¿Dónde lo lleva?— preguntó Hinata con la voz rasposa por la falta de agua.

Tsunade no le contestó, se volteó y luego la encaró para ofrecerle una botella de líquido. Hinata tomó, el líquido le supo a gloria.

—¿Dónde llevaron a la cría?— preguntó Hime, saltando a la camilla. Ella ya había tomado agua y estaba cansada, pero debía aguantar hasta que Naruto pudiera cuidar de Hinata.

—Lo llevan para revisarlo, pero lo he visto, no tiene ninguna contusión—. Tsunade miró a Hinata de una forma nueva, fue como si empezara a respetarla.

Hinata se relajó, cerrando los ojos al saber que el bebé ya estaba a salvo y la prueba ya había terminado para ella. Sintió los movimientos de Tsunade mientras revisaba sus heridas y le sacaba las pocas armas que aún conservaba, pero Hinata no estaba tan mal como había creído. Más que nada cansada y hambrienta.

Ella rogaba por algo por comer.

La puerta se abrió mientras Tsunade le limpiaba la sien, haciendo que todas las hembras de la habitación saltarán.

Naruto prácticamente corrió hasta ellas, el Kyubi entrando tranquilamente detrás de él.

—¿Cómo está Tsunade?— preguntó Naruto, olvidando sus modales, la salud de su compañera más importante que cualquier otra cosa.

—Saludos Naruto, todo está muy bien— contestó concentrándose de nuevo en la limpieza y ocultando su sonrisa.

Naruto llegó del otro lado de camilla y apretó la pequeña mano de Hinata en la suya. Su mirada clara brillaba con muchas emociones mezcladas. Hime saltó de la camilla y se dirigió a un almohadón, llegó apenas a acurrucarse antes de caer dormida profundamente. Kurama se sentó a su lado, viendo desde una esquina alejada a la médica atendiendo a la compañera de su huésped... y de paso transmitiendo energía por la conexión neuronal a la pequeña guardiana. Se estiró, y se acomodó, listo para empezar el trance que recuperaría a Hime con las fuerzas que había juntado para ella.

—Por favor, ponte boca abajo Hinata. Necesito ver tu espalda— dijo Tsunade mientras buscaba las tijeras de nuevo.

Hinata hizo lo que le pidió, con unos quejidos y la ayuda de Naruto. Tsunade cortó la tela y el corset negro, dejando al descubierto la espalda de la hembra. Hizo una mueca al ver las marcas del látigo de Karui. Había conocido a la hembra, siendo la segunda vez que participaba en la Unión, Tsunade la había atendido una vez. Si bien era una pena que la hembra no sobreviviera, sabía que la muerte por un Mours no era dolorosa. Un momento estabas caminando y al otro ya estabas muerto, no había dolor ni nada. Su minúsculo tamaño le hacía fácil entrar por la oreja, naríz, boca o ojos, y una vez que llegaba al cerebro, ya no sabías nada más.

Cuando se volvió con la pomada curativa, atrapó a Naruto pasando un dedo por el hombro desnudo de la hembra. Él agachó su rostro al de ella y le susurró:

—¿Te duele, dulce compañera?

Tsunade intento duro no reír mientras se ponía los guantes, y comenzaba a aplicar la pomada. Hinata gimió adolorida cuando la tocó y recibió una mirada amenazante del macho que conocía desde cría.

—Ten cuidado Tsunade—, ella alzó una ceja. No sé lo había pedido, lo había exigido.

—Lo hago lo más cuidadoso que puedo Naruto, ella es frágil— dijo Tsunade a la defensiva untando más pomada.

—Ella no es frágil— la defendió Naruto impulsivamente—. Su piel lo es, eso no es culpa de ella.

Tsunade sintió que la comisura de sus labios curvándose, pero se mantuvo seria mientras atendía las tres marcas rojizas en la piel tan blanca de la hembra terrícola. Una vez que terminó, dejó el pote y le colocó tela para cubrir y darle calor.

—¿Dónde más te duele Hinata?— preguntó Tsunade mientras se sacaba los guantes para ponerse otros.

—Las piernas..— susurró—, pero creo que sólo necesito descanso.

Tsunade no le prestó atención y corto la tela del pantalón para sólo dejar la parte que cubría sus partes íntimas tapadas, le sacó los botines por último. La médica revisó cada mililitro de las piernas blancas y algo rellenas de la hembra, encontrando unas magülladuras, pero nada serio.

—¿Puedo hacerte una pregunta Tsunade?

Tsunade parpadeó al escucharla y miró mientras Naruto le estaba desatando el peinado lentamente, sin tirar un cabello.

—Claro— respondió curiosa.

—Yo pensé que era adrenalina, por las pruebas, pero... Hay momentos, donde mis brazos queman, siento un calor desde el lugar de la... del té. ¿Es... es normal?

Tsunade frunció el ceño y caminó para ver los brazos de la hembra. Observó la pequeña incisión del té de fertilidad, tocando y apretando en sus costado. Sus ojos se agrandaron al sentir una sección dura, cerrando los ojos siguió las marcas, estás bajaban por sus brazos y subían a su hombro dónde se perdían.

¿Sería que el té afectaba de alguna forma a la terrícola?

Eso era imposible, había hecho los estudios ella misma, comprobando que los componentes del té no tendrían efectos adversos para su raza.

—¿Qué sientes exactamente?— le pregunto mientras empujaba a Naruto para revisar la otra extremidad.

Hinata le explicó sus síntomas que era un cosquilleo de calor subir por sus brazos y recorrer su cuerpo. También le afectaba los sentidos de la audición y la vista. Tsunade escuchó atentamente, pero también era consciente del revoloteo de Naruto a su alrededor. El macho tenía una conexión sentimental más fuerte de lo que imagino con la pequeña hembra.

—¿Por qué no me dijiste eso Hinata?— Naruto habló antes de que ella diera una opinión sobre los síntomas.

—N-no surgió el momento...

—Pero sabes que tienes que decirme todo...

—Mmm, así como tú, antes de ayer ¿no?— le interrumpió.

Tsunade frunció el ceño observando la comunicación entre la pareja, Naruto cruzó los brazos mientras Hinata lo miraba con una ceja alzada.

—¿Doctora?— preguntó cuando Naruto no contestó.

Tsunade se aclaró la garganta.

—Al parecer el té te está ayudando no sólo con la fertilidad, Hinata. Creo que los genes de reproducción de un Konoha tal vez sean más fuertes para tu cuerpo más débil, entonces está dándote o activando neuronas dormidas—. Tsunade se volteó, tomando una carpeta del pequeño bolso que siempre llevaba y que había dejado colgado cerca de la camilla. Lo hojeo rápidamente, hasta que encontró lo que buscaba—. Según estos estudios, no utilizan todo el potencial neuronal que tienen, ustedes los terrícolas. Mí hipótesis es que el té despierta neuronas para la supervivencia, que en situaciones normales no estarían activas.

Tsunade cerró la carpeta y miró a la hembra, está se había volteado sosteniendo el corset en su pecho e intentaba sentarse. Naruto se movió, ayudándole amablemente a levantar el torso con sus manos en los hombros desnudos de la hembra. Hinata sonrió, agradecida, a Naruto y miró a Tsunade.

—Creo recordar algo de eso que había leído. Sobre el potencial dormido del humano, pero no creía que se pudiera...

—¡Oh, claro que sí!— le interrumpió la doctora mientras se sacaba lo guantes, tirándolos en un tacho y comenzaba a guardar sus cosas—. El té, te expliqué que son fitorigenes, activan el gen de reproducción del macho ¿por qué no activarían otro gen en otras razas?

Tsunade vió la expresión pensativa de la hembra y colgó su bolso en el hombro, caminando hacía la salida.

—Ya que estás, Naruto, ayúdale a cambiarse—, cuando llegó a la puerta se volteó mientras agarraba el picaporte—. Lo haz hecho muy bien, terrícola. Mi felicidad, Hinata-Kya— hizo una reverencia completa y cerró la puerta con una sonrisa al ver la cara de asombro de ambos.

Hinata parpadeó mirando a la puerta cerrada y, cuando su cerebro proceso lo que había dicho Tsunade primero, enrojeció.

Miró a Naruto mientras esté tomaba el vestido que había usado antes de la prueba. Él se acercó con una sonrisa casi tierna.

—Vamos a ponerte esto— dijo mientras agarraba el corset cortado e intentaba sacárselo de su agarre de muerte. Hinata negó con la cabeza, no dejando ir lo único que la cubría—. ¿Hinata?

—¡Pu-puedo vestirme sola!— protestó.

Naruto frunció el ceño.

—Pero...

Hinata agitó la cabeza de nuevo.

—¡Y-yo puedo!

Naruto la miró sin comprender hasta que observó a su mano sosteniendo la tela, sus ojos se agrandaron soltándola de inmediato.

—Lo siento—, dejó el vestido a un lado de ella y le dió la espalda.

Hinata se mordió el labio mientras se colocaba el vestido torpemente, la tela era tan liviana y suave que cuando rozó su espalda no le hizo daño. El cansancio comenzaba a irse gracias a lo que sea que le había dado de tomar Tsunade, pero su estómago protestó por todo el tiempo que lo había mantenido en ayunas. Naruto se volteó cuando ella le dijo que podía, mientras Hinata se acomodaba el borde del vestido sobre las piernas le iba a pedir algo de comer a Naruto.

Pero nunca llegó a hacerlo.

Los gruesos labios de Naruto chocaron contra los de ella, Hinata gimió cuando él mordió su boca. La lengua del rubio entró rápidamente en su cavidad y todo deseo de alimento sustancial desapareció de su mente. Sus manos tomaron la chaqueta de Naruto para pegarlo contra ella, mientras cruzaba sus piernas por encima de la cintura del rubio, trabando sus tomillos juntos.

Naruto también gimio, necesitaba con desesperación ese contacto. Sus grandes manos subieron por los suaves brazos de su compañera, mientras las de ella se enredaban en su pelo. Cuando llegó a su cuello, las bajo hacia su espalda, logrando que sus torsos se apretaran.

El beso fue desesperado, mostrándose a ambos que necesitaban saber que estaban juntos.

Naruto cortó abruptamente el beso cuando Hinata se frotó contra él, logrando que un terrible dolor subiera a su estómago. Asustado, quiso separase, pero Hinata tenía más fuerza de lo que aparentaba, asiendo su ropa firmemente de nuevo, no dejándolo ir.

—No, no lo hagas...— susurró frenéticamente, atacando su boca otra vez.

Naruto gimio, adolorido y excitado, sus párpados aletearon cuando Hinata volvió a hacer ese movimiento con sus caderas. Con respiración agitada, separó sus bocas corriendo su cara.

—Hinata...

Quiso detenerla, pero ella mordió su mandíbula, haciéndolo jadear.

— Hazme olvidar, Naruto—, gimio fuerte cuando se frotó contra él de nuevo—. Te deseo, ahora.

Hinata quería perderse en esa espiral de deseo, no pensar en lo que había pasado o podría haber pasado. Su mejor pensamiento era que Naruto podía ayudarla, hacerla tocar el cielo con las manos. Sólo si él ayudará...

—Aquí...— tomó una de sus grandes manos, colocándola sobre su pecho hinchado y necesitado—. ¡Si!

La respiración caliente y fuerte de Naruto le golpeó en la mejilla mientras ella se derretía en sus brazos. El gran bulto en los pantalones de el extraterrestre, que tenía atrapado, era celestial para darle algo de fricción a su clítoris adolorido. No tenía bragas, pero ese pantalón de cuero era delicioso de sentir con su coño mojado.

No sabía lo que estaba haciendo, ni siquiera supo en que momento su mano había logrado pasar la barrera de la ropa, pero se agitó cuando acarició el duro estómago de Naruto.

—Hinata...— la voz de Naruto parecía adolorida.

—S-solo un po-poco más— rogó sin aire, sintiendo el temblor de sus piernas y machacando su clítoris contra la marcada polla de Naruto.

Naruto siseó, hundiendo la cara en su cuello al mismo tiempo que apretaba su pecho con la mano temblorosa. Hinata gritó cuando sintió los dientes de Naruto en su cuello, corriéndose con fuerza. Su mundo tembló entero, rompiéndose en mil pedazos para recomponerse al siguiente segundo. Sus ojos se abrieron a media asta cuando el cuerpo de Naruto convulsionó contra el suyo, gruñendo.

Sus neuronas estaban muertas cuando miró el rostro de Naruto con una sonrisa saciada y perezosa. La mano que tenía bajo la ropa, acarició lentamente su estómago. Naruto se agitó, pero la siguió mirando con ojos enormes, llenos de sorpresa. Su boca levemente abierta, mostraba sus colmillos un poco más largos de lo habitual, mientras expulsaba aire caliente rápidamente.

—¿Qué...

—Shh—, Hinata lo silencio, había confirmado que Naruto era virgen por su reacción tan inocente. Ningún macho que no fuera experimentado, habría dejado pasar la oportunidad para follarla, tan entregada como estaba.

Siguió acariciando, intentando calmar su agitada respiración.

Una nueva sensación nació en su pecho, una llena de ternura y cariño para el enorme extraterrestre que sería su compañero. La mano que se había cerrado en su ropa, se aflojó y fue a su nuca, acariciando allí mientras se perdía en sus luminosos ojos claros. Se mojó la boca con la punta de la lengua y cuando Naruto bajó la mirada allí, se la ofreció. Y él no dudó en corresponder.

Un beso diferente al primero, uno lento y dulce, uno con el que Hinata quería lograr tranquilizarlo.

Naruto se despertó cuando sintió unos leves golpes en la puerta. Su espalda adolorida al dormir, junto con su compañera, en una pequeña camilla. Sintió la respiración de Hinata en su pecho y bajó la mirada para encontrarla profundamente dormida.

Su ceño se frunció cuando alguien volvió a golpear en la puerta y arrastró su cuerpo fuera de la camilla, intentando no despertar a su compañera. Su brazo hormigueó por la mala posición, pero no le prestó atención mientras se acercaba a la puerta. Vió en la esquina más alejada a Kurama durmiendo junto a Hime y se detuvo abruptamente.

¿Los guardianes podrían haberlos escuchado cuando ellos...?

Esperaba que no...

Naruto sintió el extraño sentimiento de vergüenza e intentó ocultarlo mientras daba los pasos que lo separaba de la puerta. Se miró los pantalones antes de abrirla, y agradeció que no hubiera manchas de cuando había perdido toda su semilla allí.

Una bandeja de comida era traída por una hembra Snaffss, sus ojos dorados solo se centraron en su cara mientras hacía una reverencia y se la extendía. Naruto la tomó con una sonrisa agradecida y cerró la puerta lentamente, esperando no hacer ruido para no despertar a ninguna de las hembras y a Kurama. Dejó la bandeja en una repisa, corriendo el puñal que Hinata no había usado en la prueba. Observó la bandeja, en la cual había varias frutas y carnes secas, junto con una jarra de Fosfi, una vitamina que se le daba a los participantes para recuperarse rápidamente después de la competencia. Naruto revolvió la habitación hasta que encontró un pantalón de su talla guardado y se fue a la habitación de desechos. Después de hacer sus necesidades y limpiarse, se cambió de pantalón y salió.

Naruto tomó un pequeño pedazo de carne seca, y lo mordió para mantenerse ocupado en algo.

Después de todo era cierto, pensó mientras miraba a su compañera aún dormida. La liberación de su semilla era una experiencia asombrosa y sólo pensar en ello, su aparato reproductor se alzó duramente. Sólo imaginarse cómo podría llegar a ser cuando estuvieran completamente unidos era doloroso y excitante. El sabor de la boca de Hinata, su piel suave.. el hecho de sólo sentir el peso de sus senos. Había sido suficiente para que él explotará en sus pantalones. Y los sonidos que había hecho...

Agitó la cabeza, queriendo sacar esos pensamientos de su cabeza. Le hubiera gustado llevarla a su casa, pero debido a que la prueba aún seguía en marcha, no podían dejar la Arena. Cuando Hinata se agitó en la camilla, Naruto se acercó rápidamente, acarició su frente y mejillas y sonrió cuando ella abrió los ojos para mirarlo con la neblina del sueño.

—Trajeron comida mí dulce— susurró para no despertar a los guardias.

Hinata sonrió y asintió cuando él le pregunto si la quería ahora. Naruto se la llevó rápidamente y la observó comer, mientras se sentaba a su lado. Miraba sus labios abrirse con cada bocado, como esa lengua salía para recojer el jugo de alguna fruta, esa misma que él había probado, esa con la cual había delirado. Deseaba experimentar muchas cosas más con su compañera y decidió que no esperaría hasta el final de la Unión.

Se uniría a su compañera esa misma noche, no podía esperar y ya estaba cansado de seguir siempre las reglas. Se había enterado de parejas que habían compartido sexo antes de que el Consejo lo aprobará, pero jamás se había encontrado pruebas. Y de todas formas, todos sabían que el macho necesitaba los tres tés para ser fértil en su totalidad. Naruto ya tenía dos, pero sin la tercera no podría dejarla premiada.

Así que ya estaba decidido. Casi la perdía muchas veces en las pruebas y no quería pensar que le pasará algo a ella o a él en las pruebas que quedaba... Pero no quería morir sin saber lo que se sentía estar dentro de ella.

Y lo sabría si la sonrisa que Hinata le dió en ese momento significaba algo.

Hinata asintió cuando Naruto le instó a que se sentará en la silla. Estaban en un apartado y habían vuelto a la arena. Ella sabía que había dormido algo, aunque no supo cuánto, pero sólo una hembra más había pasado la prueba. Sakura Haruno.

En esta cabina no había nadie y ellos se sentarían al frente de los vidrios para ver la continuación de la prueba. Naruto se había ido, diciendo que buscaría alguna golosina para que ella comiera. Hinata se sentó mientras lo veía marcharse por la apertura y escucho el murmullo de Kurama y Hime. Sonrió al ver cómo susurraban como viejos amigos, y se sintió contenta de que ambos guardianes de llevarán bien. Kurama estaba en su forma de cachorro, y era una escena muy tierna, ya que el ebocaba eso en ese estado. Hinata se preguntó cómo sería si ellos tuvieran un cachorro... ¿Sería posible que un guardián se reprodujera?

No lo sabía, y aunque debería estar mirando las pantallas, eso le parecía más interesante. L sólo idea de mirar más muertes le revolvía el estómago.

—Kurama—, llamó con una seña cuando los dos se voltearon a ella.

El Kyubi dudo sólo un segundo en ir hacia ella y con total naturalidad se subió a su regazo. Hinata sonrió y acarició su cabeza, logrando que un ruido relajado saliera de él. Hime subió a el asiento de su lado y parecía divertida.

— Pareces un bebé...—, se burló su gata, logrando que Kurama la mirará de mala gana.

—¿Te puedo hacer una pregunta, Kurama?— dijo Hinata ignorando a su gata celosa que estornudaba con su risa, y centrándose en el guardián en sus piernas. El Kyubi por toda respuesta, asintió—. ¿Los guardianes pueden tener crías?

Eso detuvo el sonido que hacía Hime a su lado y el cuerpo de Kurama se crispo.

—¿Por qué lo preguntas?

Hinata se asombró de escuchar por primera vez el tono del Kyubi. Era extraño, ya que su cuerpo era pequeño y su cara te llenaba de ternura, pero su voz era profunda y gruñona. Era casi como Naruto, su exterior duro y engreído, mientras que su interior era dulce y amable.

—Simple curiosidad—, dijo encogiéndose de hombros.

Kurama pareció pensarlo por unos minutos, hasta que volvió a mirarla.

—Es posible con un huevo Nio, pero biológicamente soy incompatible con cualquier ser vivo que esté registrado.

—¿Qué es Huevo Nio?

—Un Huevo Nio es la forma en que se reproducen las razas incompatibles para lograr una descendencia. Nacen seres híbridos, a veces el producto es estéril, otras veces produce uno que puede reproducirse con una de las dos razas. Consiste en un recipiente ovalado, por eso se le dice huevo. En él se coloca el óvulo a fecundar junto a la semilla del macho encargado de esto. El porcentaje de éxito es de un 90 %.

—Es mucho...— dijo ella mientras una idea loca empezaba a formarse en su cabeza.

—Hinata...— el tono de advertencia de Hime era obvio.

—¿Qué?— pregunto ella queriendo parecer inocente.

—Lo que sea que esté pasando por tu cabeza, no pasará.

Hinata se asombró, a veces parecía que Hime podía leer su mente. Luego sonrió.

—Tengo curiosidad...

—No—, le interrumpió Hime.

—¿Qué es?— quiso saber Kurama.

Hinata sonrió más.

—Ella quiere saber que pasaría si nosotros tuviéramos una cría—, gruñó la gata.

Hinata rió cuando Kurama se alzó en sus patas y la miró horrorizado.

—Eso sería interesante.

Todos saltaron cuando Naruto habló desde la puerta. Hinata lo miró sobre su hombro y le sonrió, él se la devolvió mientras entraba y caminaba hacía ellos con una bolsa en sus manos. Beso a Hinata en su frente y se sentó en la silla del lado vacío junto a ella. Kurama bufó y saltó del regazo de Hinata.

—No lo haré— decretó mientras se subía a la silla del otro lado de Naruto.

Hinata sonrió a su compañero mientras esté le guiñaba el ojo.

Naruto mordió el labio de su compañera mientras sumergía su lengua en su cavidad. No podía dejar de besarla y aunque en su pantalón las cosas estaban difíciles, amaba sentir el sabor de su boca contra la suya, sus labios suaves y adictivos.

Hacia un buen rato que ya no miraban la prueba, todo había comenzado con una risa aquí, una caricia allá y terminó besando apasionadamente a Hinata una y otra vez. Sólo se detenía para recuperar el aliento y seguir. Era vagamente consciente de los bufidos divertidos y hastiados de los guardianes que se habían alejado cuando la sesión de besos había comenzado.

La habitación de observación había sido fría cuando entraron, pero ahora, para Naruto, era como estar muy cerca de una fogata, en cualquier momento se quemaría con el propio fuego que él estaba avivando.

Sus manos siguieron masajeando la nuca de su compañera, mientras las pequeñas de ella apretaban sus hombros. Sus romas uñas arañando su ropa le dijo que ella estaba tan desesperada como él para llevarlo a un nuevo nivel. Lo único que no le permitía hacer el movimiento, era que no estaban en su casa. Su cuerpo gritaba por tener a su compañera bajo él. Apartó su boca de la de ella para respirar profundamente, intentando que su control no volará lejos. Apoyó su frente sobre la de Hinata, y las oleadas de deseo lo marearon, el exquisito aroma de la excitación de su compañera lo envolvía, dándole la loca idea de querer hundir sus dientes en su carne.

Debía mantenerse bajo control.

Hinata le sonreía cuando abrió lo ojos y él no dudó en devolvérsela. Sus ojos lilas estaban llenos de malicia mientras se mordía el labio, su miembro reproductor agitándose en sus pantalones.

—Eres tan caliente—, susurró Hinata para que sólo él la escuchará.

—Tu también lo estás— dijo sintiendo su piel suave y generalmente fría, ahora caliente y sonrojada.

Ella se mordió el labio de nuevo mientras uno de los delgados dedos recorría su mejilla.

—¿Me deseas?

—Mas que nada— respondió rápidamente.

Naruto se tragó un gruñido que quiso salir de él cuando Hinata apretó su muslo.

—Tengo tantas ganas de sentir tu polla.

—¿Qué es polla?— preguntó antes de poder evitarlo, su lado curioso demasiado fuerte.

Hinata parpadeó por unos segundos, para después reír animadamente. Le encantaba verla sonreír y escuchar su risa era el cielo. Naruto volvió a besarla, sólo porque había pasado mucho tiempo que no la sentía y casi saltó fuera de la silla cuando Hinata le tocó justo donde dolía. Naruto la miró con ojos enormes y la respiración errática, sus manos en los pequeños hombros.

—Esto es tu polla— susurró Hinata con una sonrisa traviesa mientras apretaba un poco más su miembro.

Naruto gimio sin poder evitarlo, cerrando los ojos, disfrutando del toque aunque no era suficiente.

—Quiero sentir tu polla en mí coño mojado, Naruto— la voz de Hinata roca y baja le hizo temblar de pies a cabeza.

No conocía todas las palabras, pero asumía que coño era su aparato reproductor femenino. Sus palabras, aunque extrañas, eran sucias con un toque provocativo que hizo su imaginación volar. ¿Cómo sería su coño? Ella dijo que estaría mojado, ¿sería caliente o frío, le apretaría la... polla.?

Naruto gimio de nuevo, apretando sus manos en los brazos delgados de su compañera. Quería que se detenga, pero no lo quería a su vez.

—Me haces arder, Hinata— sus palabras sin aliento.

—Y tu.. y tu...— Hinata atacó sus labios cuando él se quedó perdido en las sensaciones de su mano en sus pantalones.

Naruto deseaba desesperadamente poder estar en otro lugar y que la prueba terminará de una vez.

Su cabeza se agitó rápidamente cuando escuchó el gruñido de su Kyubi en la puerta. Su mirada buscando la razón.

—Haruno y Uchiha se acercan.

Naruto hizo una mueca, el apartado olía a deseo fuertemente almizclado de su compañera y el suyo. La tomó de la mano y se levantaron, llevándola rápidamente a la esquina más alejada de la puerta y la pantalla. La esquina estaba casi oscura y a Naruto le pareció perfecto. Se sentó y tomó a su compañera de las caderas y la acomodó en su regazo. Tomó el rostro de ella y la siguió besando.

Escuchó en el fondo de su mente el jadeó de Sakura y los pasos de ambos mientras entraban. Podía sentir las pesadas miradas de la pareja en ellos, pero poco le importaba a él.

Disfrutaría de tener a su compañera a su lado hasta que la prueba terminará.

Una vez que terminará, la llevaría a su casa para unirse completamente a ella.

Naruto gruñó.

No estaba de el mejor humor al ser separado de su compañera. La prueba de las hembras había terminado, sólo 18 hembras pasaron a la esfinge. La mayoría murió por diferentes criaturas o se mataron entre sí cuando la desesperación se hizo cargo.

Él estaba en una fila y le pareció raro que la mayoría de los machos aún estuvieran esperando. Gran parte se había quedado sin compañera para competir, pero no él. Todos habían entrado en la Arena cuando la luna llego a su punto máximo y la segunda luna salía por el horizonte. Todos en una fila esperando pacientemente a que dijeran el por qué.

—Machos... este giro es especial. Desgraciadamente si han perdido a su compañera no pueden hacer la segunda prueba y por eso hemos adelantado la Elección. Una a una las hembras entrarán a elegir a sus futuros compañeros.

Naruto se relajó enseguida, sabía que Hinata le eligiría, entonces no podía estar nervioso.

—Invitamos a pasar a la primera hembra de la lista. Hinata Hyūga, del planeta Tierra. Su puntaje es de 2200 , tienes el honor de elegir primero.

Naruto sonrió cuando la vió salir con su vestido gris vaporoso, su cabello suelto y algo enredado por todas las veces que él había sumergido sus manos allí. Sus labios estaban algo hinchados y rojos por los besos que habían compartido hacía sólo unos minutos. Naruto sintió su polla, como Hinata le llamó, despertar rápidamente, deseaba con locura a su compañera.

Hinata ni siquiera se detuvo, comenzó a caminar directamente a él con una sonrisa en su rostro. Él se la devolvió, sin poder evitar que su mirada fuera a sus senos, que saltaban por cada paso de su hembra a él. El viento alzó su pelo largo y pego su vestido a su frente, dándole una perfecta visión de sus senos, la curva de sus caderas y sus piernas. Se mordió el labio para tragar un gemido.

Su hembra era preciosa.

Hinata sonrió cuando se paró frente a él y Naruto se mantuvo quieto sabiendo que ella debía hacer todo el actin de evaluarlo. Hinata comenzó a caminar lentamente, rodeándolo. Su cuerpo tembló involuntariamente cuando ella pasó su pequeña mano por su espalda. Cuando su hembra termino frente a él, nuevamente le sonrió sin poder evitarlo.

El cuerpo de Naruto se tensó cuando el macho que estaba junto a él se adelantó y se arrodilló a un costado de su hembra. Hinata abrió los ojos asombrada y él gruñó cuando otro macho, y otro y otro, imitaron al primero. Demostrando así su interés por ella. Naruto rápidamente se arrodilló, decidido a pelear con garras y colmillos por su hembra.

Hinata tenía los ojos enormes, giró sobre sus pies observando a varios machos arrodillados al rededor de ella. Cuando miró a Naruto para buscar una explicación lo encontró en la misma posición que los demás.

—¿Naruto?— pregunto anonadada.

Hinata miró a su espalda, dónde observaba el Consejo. Los tres parecían sonreír.

— Veintiocho machos han mostrado su interés por ti, Hinata Hyūga. ¿Ya tienes tu decisión o deseas un reto para que él ganador sea tu compañero?

Los ojos de Hinata se abrieron y negó con la cabeza, no quería más muertes. Dió el paso que le separaba de su compañero y se dejó caer de rodillas, quedando así bajo la mirada de Naruto. Ella extendió su mano y acarició su mejilla, sonriendo cuando Naruto se apoyó en su toque.

—¡Mi Elección es Naruto Uzumaki!— gritó.

Hinata saltó cuando un gruñido se escuchó a su lado y giró su mirada para ver justo al extraterrestres de cabello blanco se lanzaba contra Naruto. Ella gritó cuando ambos rodaron en la Arena lejos del grupo de rodillas.

—¡Naruto!— se alzó de su posición, dando un tentativo paso a ellos, pero se detuvo al ver la ferocidad de la pelea.

Su rostro se llenó de preocupación.

La boca de el extraterrestre se había enterrado en el hombro de Naruto, como un perro rabioso, pero el rubio lo tomó del pelo y con aterrador gruñido arrancó su boca de allí, la boca del otro llena de sangre del rubio. Le dió un cabezazo, y se giró para él estar sobre el otro macho., propinado puñetazos.

—¡Naruto basta!— gritó preocupada cuando vio sangre saltar en varias direcciones por la arena.

Hinata saltó cuando sintió una mano callosa pasar sobre su brazo, alejándose instintivamente del toque. Chocando contra un ancho pecho, ella se giró pero en un segundo están rodeada de machos extraterrestres.

Naruto se detuvo cuando escuchó el gritó sin palabras de Hinata. Se volteó, su furia mostrada en sus rasgos cuando vio que su hembra era tomada por un macho mientras varios se peleaban entre sí para llegar a ella. Rugió dejando salir la mayoría de su poder, sus rasgos se volvieron duros, sus marcas doblaron su tamaño, mientras sus garras y colmillos crecían peligrosamente. Su camiseta se rompió sola, cuando dejó salir a Kurama.

Su Kyubi en forma adulta saltó hacía adelante mientras él se levantaba de un salto. Su rápida velocidad lo hizo estar en una milésima de segundo sobre el macho que había tomado a Hinata sobre su hombro. Los ojos del macho se volvieron enormes al verlo parado frente a él. Naruto estaba por hundir sus garras en su pecho para arrancarle el corazón, su vista teñida de rojo, cuando todo su cuerpo se congeló, justo con sus garras clavadas unos centímetros en la piel del otro.

Lo único que se seguía moviendo fueron sus ojos, notando como en realidad no era el único paralizado. Todos se habían detenido. Su mirada se clavó en el trasero de Hinata cuando está empezó a flotar lejos del hombro del otro macho, un gruñido se trabó en su garganta. Cuando Hinata estuvo suspendida en el aire, una fuerte ráfaga golpeó a los machos que habían estado peleando.

La parálisis desapareció cuando su cuerpo fue drenado de su fuerza. Una ola de poder los golpeó tan fuerte que todos fueron arrastrados por la arena, golpeándose entre sí y rodando. Cuando su cuerpo se detuvo, Naruto miró frenéticamente a dónde había estado Hinata.

Mientras se intentaba levantar lentamente, sus extremidades débiles, observó como el cuerpo inconsciente de Hinata era apoyado en los brazos extendidos de Deus, sus alas blancas extendidas. El gris, frente a ellos, tenía sus manos de cuatro dedos extendidas hacía los machos y Naruto se dió cuenta que no podía levantarse. Un peso invisible en su espalda o unas cadenas pesadas rodeándolo. Shart se acercaba lentamente al grupo de machos.

Naruto observó cómo esté caminaba sobre los machos que estaban tirados y sonreía cada vez lograba pisar alguna extremidad. Se detuvo cuando estuvo frente de él y se puso en cuchillas. Su mirada roja se aproximó a su rostro, estudiándolo. Naruto escuchó el gruñido de Kurama, pero no soltó la conexión que tenía con el Shart. Se observaron uno al otro hasta que el miembro del Consejo sonrió, mostrando sus colmillos afilados.

Naruto fue levantado desde su pierna con la cola del Shart, todo se volvió patas arriba. Su cuerpo era un trapo viejo mientras lo llevaba a dónde estaba los otros del Consejo. Sus brazos se arrastraban por el suelo y su cabeza golpeó varias veces contra la arena y extremidades, Naruto creía que el Shart lo hacía con toda la intención del universo, ya que lo escuchó reír.

—¡La hembra ha dicho su elección! No está permitido pelear al menos de la hembra lo elija—. La voz de orador sonaba sospechosamente furiosa—. ¡Están descalificados!

Naruto desde su posición cabeza abajo vió como la ola los golpeaba de nuevo, rodando todos terminaron en la pared de la arena, sólo su Kyubi quedó en su lugar. Su cuerpo fue librado de esas cadenas invisible justo cuando el Shart lo lanzaba en el aire hacia arriba. Sus reflejos se hicieron cargo cuando le hicieron girar en el aire para aterrizar de cuclillas frente al Consejo.

Levantó la cabeza para mirar directamente a Hinata, un sentimiento extraño al verla en brazos de otro macho. Se mantuvo con una rodilla en el suelo, en señal de respeto, pero quería saltar hacia Hinata y tenerla en sus brazos. Miró a los tres del Consejo con el ceño fruncido, él podría haber manejado a los machos con su Kyubi, pero también estaba seguro que a Hinata no le hubiera gustado ver eso. Ella había llorado cuando él le contó que Karui había estado muerta antes de que la atacará y cuando se enteró que sólo 18 hembras habían sobrevivido...

Su hembra no estaba acostumbrada a esta vida, a estás pruebas y a sus costumbres. Podía entender que no quisiera más muertes y, aunque hubiera matado sin pensar dos veces por Hinata, prefería no hacerlo si ella se hubiera disgustado con él.

Naruto se tensó cuando vió que Deus acercaba el rostro de su compañera mientras bajaba el suyo. Un gruñido involuntario salió de sus dientes apretados, se estaba acercando mucho. Deus sonrió deteniendo su movimiento, mirándolo de reojo. Naruto observó a los otros dos del Consejo. El gris movió sus ojos como si tuviera cejas, uno más grande que el otro, un símbolo de incredulidad. Mientras que el Shart sonreía de lado en una posición relajada. Naruto volvió su atención a el ser alado cuando éste cerró las alas, tapando a su compañera con él.

Naruto se levantó, apretó los puños.

Era un idiota si intentaba enfrentar a alguien del Consejo por una hembra, pero por Hinata enfrentaría a quien sea. Ella era suya, sólo suya.

Dió un paso amenazante hacía adelante, pero sus ojos se voltearon hacia atrás mientras las cadenas invisibles volvían a rodearlo, cayendo pesadamente al suelo de espaldas. Sintió una electricidad recorrer por su cuerpo mientras se agitaba incontrolable. Fue una eternidad, el dolor sólo subiendo en su sistema. Pero apretó los dientes, aguantando, su espalda se arqueó mientras su cabeza golpeaba contra el suelo varias veces por la forma en que su cuerpo se movía violentamente.

—¡BASTA!

Apenas pudo escuchar el gruñido, pero sabía que no era Kurama. Naruto volvió a la realidad estando en el suelo, sus extremidades adoloridas intensamente. Parpadeó para centrarse, frente a él observó un cuerpo pequeño y negro.

Hime.

—¡Tu! ¡Pájaro subdesarrollado! ¡Baja a Hinata ahora!

Naruto quiso advertir a la gata que se alejará, el Consejo jamás haría daño a una hembra de la Unión... ¿o si? Su cerebro se sentía frito, porque no podía formar palabras en su boca.

—Oww, mira lo que tenemos aquí—, el Shart se puso en posición de cuclillas y sonó sus dedos, haciendo un pequeño ruido con sus labios—. Hola hermosa gatita, ven con papi y te dejaremos con tu dueña.

Hime bufó, el pelaje de su lomo se erizó peligrosamente.

—Me gustan las gatitas traviesas— ronroneo el Shart con una sonrisa ladeada, Naruto frunció el ceño—. ¿Tu dueña es así? Grrr.

—¡Vete al diablo, cornudo pervertido!

Naruto retuvo el aliento, sabía que Hime eran tan o más frágil de lo que era Hinata. Si llegaba a pasarle algo a la gata de su compañera, sería algo muy malo. Pero el Shart río, su cola agitándose alegremente tras él.

—Recuerdo muy bien a las seguidoras de Logliniggr, en la Tierra. Todas tenían una como tú, pequeña. ¿No quieres unirte a mí grupo de mascotas?... Tal vez a tu ama le gustaría ser la pareja de uno del Consejo—, más que preguntado, era como si hablará con él mismo.

Naruto aún no podía moverse, había querido rugir de rabia, pero sólo un pequeño gruñido de disgusto salió de sus labios. El Shart sonrió.

—Pero creo que me han ganado de mano—, dijo mirando a Naruto, su sonrisa nunca dejo su rostro— Esa una joya, niño— apuntó con su pulgar sobre su hombro dónde todavía el Deus tenía encerrada a Hinata—. Las humanas son deliciosas, y muy receptivas. Tienes mucha imaginación y su coñ...

El Shart se detuvo cuando el Gris movió una de sus manos hacia él. La boca del rojo completamente cerrada, pero sus ojos bailaban de diversión.

—Cierra el maldito hocico Lax—, la mirada de Naruto se dirigió a Deus que había abierto sus alas. Hinata ya estaba parada, pero él gruño al ver qué tenía una mano sobre su pequeño hombro.

Hinata observó a Naruto en el suelo y salió del agarre del ángel para correr a su compañero. Fue levemente consciente de Hime enojada y erizada frente al cuerpo de Naruto y al Kyubi en forma adulta acostado en el suelo, aunque su posición incómoda. Se arrodilló cuando estuvo a la altura de su compañero y tomó su rostro para poner su cabeza en su regazo, preocupada lo examinó.

—¿Naruto? ¿Estás bien?— Ella le corrió un mechón rubio que caía sobre su frente y arrugó el ceño cuando esté sólo podía mover los ojos de un lado a otro—. ¿Qué le sucede?— no preguntó a nadie en particular, pero al no recibir respuesta levantó su mirada para ver a los del Consejo.

El de piel roja estaba en cuclillas, sus brazos apoyados en sus rodillas, sus ojos divertidos pero su boca cerrada firmemente. Nunca había estado tan cerca de los del Consejo y se asombró al ver lo atractivo que era el de piel roja, sus brazos anchos llenos de dibujos negros, como tatuajes en la tierra, aunque ella no le encontró sentido. Sus muslos eran anchos y sus ojos tenían un brillo bordó que le puso la piel de gallina. Estaba con una camisa negra abierta mostrando su estómago tenso, lleno de músculos duros.

Hinata agitó la cabeza y desvío la mirada al Gris, buscando una respuesta en él. Ahora que lo veía más de cerca, no le parecía tan extraño, aunque si lo era. Por lo menos era de su misma estatura y tenía una confección más delgada(mucho más delgada) que sus compañeros. Pero este mantenía su pequeña boca cerrada también. Entonces subió la mirada al que quedaba.

Sus mejillas se calentaron, el ángel era un ser tan perfecto que no lo pudo evitar al notarlo. Su cabello largo castaño hasta los hombros tenía reflejos dorados que iban muy bien con su piel bronceada y casi brillante. Era más ancho que el de piel roja, pero no había un gramo de grasa en su cuerpo, todo músculo y una sonrisa perfecta y sin colmillos.

Cuando se había desmayado, lo último que recordaba era ser tomada por uno de los machos, un dolor explotando en su pecho y todo volverse negro. Cuando se despertó tenía el rostro de ese ángel muy cerca del suyo. Él había estado soplando en su cara y cuando ella abrió los ojos, él le sonrió, dejándola confundida y caliente. Cuando su cerebro funcionó de nuevo, se dió cuenta de quién era, entonces le pidió amablemente que la bajará. Él sólo había sonreído más.

Hinata parpadeó al darse cuenta que ninguno de los tres había respondido aún. Hizo un mohín.

Cuando el Gris bajo una mano que tenía apuntando a su compañero de Consejo éste habló.

—Woow~¡Mira!— Hinata saltó cuando la señaló—. Qué cosita más tierna, ¿Puedo tener una?— preguntó mirando al ángel sobre el hombro.

Hinata frunció el ceño, parecía un niño cuando va a una tienda de mascotas.

—Lax, basta. Estás asustando a la humana y enojando al Konohagakure.

Ella bajó su mirada a Naruto, seguía congelado pero sus ojos estaba entrecerrados peligrosamente a la dirección del demonio. Hinata acarició su rostro, intentando que se relajará.

—Que aburridos— se quejó Lax al levantarse de su posición agachada, agitó su camisa negra y su cola se movió lentamente tras él. Cruzó sus grandes brazos en su pecho, y le guiñó un ojo a Hinata.

—Estamos esperando tu decisión, Hinata— dijo el ángel llamando su atención.

—¿Qué decisión?— quiso saber ella.

— Ningún macho ha aceptado tu elección, y Naruto Uzumaki estuvo envuelto en la pelea sin tu consentimiento. ¿Deseas cambiar de compañero?

Hinata negó automáticamente.

—No, Naruto es mí compañero. No quiero otro.

—¿Estás segura?— preguntó Lax dando un paso a su dirección. Flexiono el brazo, golpeando su bíceps enorme y guiñándole el ojo nuevamente.

Hinata tragó saliva y negó con la cabeza fervientemente.

—Piss, tu te lo pierdes— dijo de mala gana dándole la espalda. Hinata no pudo evitar ver su trasero apretado y el inicio de su cola justo arriba de este.

Ella parpadeó cuando dos manos tomaron sus mejillas y su rostro fue corrido para que no viera más a Lax.

Naruto la observó de cerca desde su postura acostada, sus ojos llenos de celos al darse cuenta lo que Hinata había estado observando. Su cuerpo aún se sentía pesado, pero había podido moverse para llamar la atención de su compañera. Además que había podido sentir sus emociones en subida y bajada, miedo, excitación, confusión, decisión. Era mucho.

—Tu eres mía y yo soy tuyo, Hinata Hyuga, de la Tierra.

Hinata sonrió, no había otra manera más clara de decirlo.

No queda mucha para decir...

Simplemente quiero compartir con ustedes mí visión del Consejo. Cuando pienso en ellos, los imagino así...

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