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Nuevo Mundo

La historia me pertenece, los personajes(algunos), por otro lado, pertenecen a Masashi Kishimoto.

LA UNIÓN

Capitulo IV

§

Quizás aún no comprendas el por qué...

Pero más adelante sabrás que la vida te está haciendo un gran favor.

No te aferres a un destino que te pertenece.

§

NUEVO MUNDO

Hinata observó todo con ojos grandes, entre curiosa y temerosa.

Se acercó más al costado de Naruto cuando un extraterrestre, el más extraño que había visto, siseó a su dirección. Naruto gruñó y lo empujó, logrando que chocará con más alienígenas. Ella se encogió tomando más fuertemente el bolso dónde llevaba a su Hime cuando una gran pelea se desató. Empujones, gruñidos, siseos y maldiciones. No le extrañaba que estuvieran todos muy sensibles.

La calle, o lo que sea por donde estaban caminando, estaba abarrotado de seres. Se sentía como en India o en Japón, donde tenían un exceso de población. Estaba asustada porque había demasiadas razas, algunos eran parecidos a ella y Naruto, otros eran como la reptiliana, y otros tenían alas, pinzas, tentáculos, y vió uno hasta con branquias.

Gritó cuando sintió que alguien tomaba su pelo y lo olía. Su mano salió disparada antes de que se diera cuenta y golpeó algo pegajoso. Naruto estuvo allí después de un segundo que ella se quedará viendo el ser con cabeza de pulpo, horrorizada. Su alien la tomó de la cintura y Hinata se mareo cuando el mundo se volvió patas para arriba. La presión en su estómago le dijo que la había subido a su hombro y Hinata agarro con fuerza el bolso dónde Hime siseaba y bufaba. Luego sintió vértigo cuando vió que el piso se alejaba de ellos, Naruto había saltado. Aterrizó en un techo y comenzó a correr con ella en hombros. A Hinata se le escapaban ráfagas de aire cada vez que su estómago golpeaba contra el musculoso hombro.

—¡BA... BA... BAS... TAA!

— Lo siento pequeña—, Hinata saltó al sentir una gran mano chocar contra la mejilla de su trasero—. Necesitamos llegar a casa rápido.

—¡Bastardo!— gritó mientras le daba unos golpes en su espalda.

Naruto soltó unas carcajadas, pero siguió corriendo, jamás perdiendo el aire o el ritmo.

— Aguanta, falta poco.

Hinata resopló, no le gustaba su método, pero al menos estaba lejos del suelo que estaba lleno de las demás especies. Logró mirar un par de veces hacía abajo y su estómago se revolvió mucho más. Estaban a unos veinte metro del suelo y estaba atestado de razas, a penas podía caber algún alfiler entre ellos.

— Este es el método más rápido y seguro para ti—. Habló Naruto fuerte para que escuchará por encima de las voces que se escuchaba desde abajo y sus pasos ruidosos y rápidos—. Estamos en horario de mercado y siempre está lleno. A eso le sumas La Unión, muchos vienen a ver la competencia.

Naruto saltó de nuevo, haciendo que sus ojos se cerraran y sus tripas protestaran. Aterrizó sobre algo metálico, se dió cuenta por el sonido de sus pies, no abrió los ojos hasta que él volvió a bajar sus pies al suelo. Hinata sintió la bilis subir por su garganta, se tapó la boca intentando retenerlo y se movió a un lado cuando las arcadas fueron demasiado fuertes.

Naruto tomó el bolso que Hinata le extendió con las cejas fruncidas. Lo levantó por las cuerdas y observó a dentro, curioso, al ver la guardiana de su hembra mostrarle los pequeños colmillos de nuevo. Ladeó el rostro, jamás había visto una criatura con el pelaje tan brilloso y pequeña, se preguntó si estaba en modo de cachorro, eso explicaría muchas cosas. Su mirada se alzó al escuchar ruidos raros y miró a la hembra.

Hinata estaba encorvada, sus manos en sus rodillas mientras hacía sonidos raros por la boca. Tenía sus labios muy abiertos y se preguntó qué estaba haciendo. La observó más de cerca, aproximando su rostro a ella, pero seguía haciendo esos ruidos y no expulsaba más que baba por su orificio de comida. De repente largo un líquido amarillo, fuertemente agrio. Dió un paso atrás con una mueca, tal vez era su sistema de defensa.

Se tapó la nariz cuando el espantoso olor llegó, y maldijo, era un sistema muy bueno porque prácticamente lo mareo.

—No tendrías que usar tu defensa conmigo—, dijo con voz nasal—. Hubiera ayudado mucho que lo hicieras en el mercado.

Naruto se volteó para abrir la ventana de su hogar, estaba en el segundo suelo del edificio de casas. Muy raramente usaba la puerta, siempre entraba por el balcón. Hacía ya varios giros que vivía solo, y estaba preparando su hogar en el territorio del clan para cuando ganará la Unión y tuviera su compañera. Era normal que los machos se marcharán del hogar de sus progenitores cuando llegaban a cierta edad, pasarán un tiempo solos, casando su comida o trabajando para conseguir créditos. Él no tenía necesidad de créditos, aunque a veces le gustaba cazar para no perder la costumbre.

Entró en su hogar y miró a su alrededor para saber que hacer con la guardiana de su futura compañera. Él no tenía que pensar esas cosas con su Kyubi, después de todo él vivía en su interior. Le pareció extraño que la guardiana estuvieran fuera del huésped, ya que eran más vulnerables al ser llevada en un endeble bolso de tela. Iba a preguntarle a Hinata qué debía hacer, pero ella seguía en el balcón. Naruto volvió a subir en bolso para poder mirar a la criatura y sonrió. Siempre le gustaron los seres pequeños.

—¿Qué debo hacer contigo Garo?— se preguntó a si mismo y ladeó el rostro, observando cómo las pupilas se movían más grandes y más pequeñas en sus pozos grises oscuros.

— Bajarme, y es Gato, idiota.

Naruto casi dejó caer el bolso al suelo, con ojos enormes miró a la guardiana.

—¡Hablas! ¡Hinata tu guardiana habla!— gritó, asombrado y fascinado.

— Sácame del maldito transportador. Hinata me necesita.

Naruto asintió, colocándolo en el suelo con cuidado y buscando la forma de abrirlo. Cuando encontró la fijación metálica frunció en ceño cuando no se abrió cuando lo tocó.

—¿Cómo se abre ésto?— susurró mientras seguía apretando sin frutos.

—¡Sólo muévelo a un lado!

Naruto asintió cuando pudo moverlo un poco, la guardiana salió sin esperar más. Naruto cayó de bruces al pensar que lo atacaría, pero ella aterrizó en su pecho y saltó de nuevo con dirección al balcón. Él se quedó en el suelo, mirando la apertura de su balcón. Estaba algo aturdido, jamás había escuchado que los guardianes hablarán, por lo menos su Kyubi no lo hacía.Eso creo,pensó.

Un extraño sonido lo sacó de sus pensamientos y escuchó más atentamente. Eran como gemidos de dolor y se preocupó que su hembra se enfermera o estuviera herida. Él se había olvidado que no conocía a su especie y tal vez le había roto algo de su interior al llevarla de ese modo. Se estaba por levantar a ver a su futura compañera, cuando sintió que su estómago quemaba. Subió su camiseta y dejó salir a su Kyubi, el humo escapando de su sello, se fue materializando en su estado de cachorro. Naruto lo dejó salir, después de todo, hacía un giro que no salía y debía conocer a la compañera de su huésped.

Naruto se levantó cuando la separación fue completa y exitosa, se acercó lentamente al balcón, escuchando atentamente.

—Todo saldrá bien, Hinata—.Esa era la voz de la guardiana. Se la escuchaba comprensiva y preocupada.

Naruto escuchó una aspiración.

—No quiero esto Hime, quiero irme a casa.

—No podemos, ya escuchaste al trozo caliente. Quieres vivir, tienes que ganar esa competencia.

—Es muy fácil decirlo ¿No? Todo esto es tu culpa, si no te hubieras bajando del auto...

—Y si no me hubieras seguido...

—Nunca te dejaría Hime—, escuchó más sorbos—. Eres lo que más amo, no podría vivir sin ti.

Naruto se asomó cuando sólo escuchó un ronroneo. Hinata, sentada en el suelo, abrazaba a su guardiana en su pecho, acariciando su cabeza y el ruido de ronroneo salía del gato. Su hembra tenía marcas húmedas en las mejillas, lágrimas de dolor o tristeza. Se sintió mal por ella, y por un momento pensó en lo que podían llegar a sentir las hembras que eran sacadas de sus hogares, llevadas a lugares que no conocían y sintió repulsión.

El Kyubi lo sacó de sus pensamientos cuando pasó entre sus pies y caminó hacía su compañera. Naruto lo observó con los ojos entrecerrados, su Kyubi no era conocido por ser amable con la debilidad, pero sólo se sentó observando a las hembras.

Ambos fueron criados con dureza, no recordaba en su infancia que su Yaya lo abrazará o le dijera que le diera cariño a su Kyubi. Siempre le aclaró que era como un arma, siempre debía estar listo para luchar contra cualquiera que le diera pelea. Y el amor lo debilitaba, su Kyubi no tenía sentimientos de cariño, sólo tenía que saber defenderlo.

Observando a su hembra con su guardiana, se preguntó por primera vez si su Yaya estaba equivocada.

Hinata observó el cielo de ese extraño mundo. Hime se había quedado dormida en sus brazos después de que le hubiera pedido un trapo a Naruto para limpiar el desastre que había producido su estómago revuelto. Se sentía enferma, cansada, hambrienta y desolada.

Los colores no le eran tan extraños, por lo menos los del cielo. Naranja con violeta se extendían por el cielo despejado mientras el Sol se ponía. Ni siquiera quería saber si le decían de otra forma a su estrella brillante.

Un ruido llamó su atención y miró a un costado. El pequeño zorro con nueve colas esponjosas la seguía mirando profundamente, el ruido vino desde adentro, supuso que sería Naruto. Sonrió al animalito y él parpadeó.

— Hola amiguito, ¿Cómo te llamas?

El zorro ladeó el rostro y movió las orejas, sus ojos rojos y anaranjados, brillosos y rajados. A Hinata le parecía muy tierno y lo llamó con la mano. Él se paró en sus cuatro patas y movió sus colas salvajemente. Hinata sonrió y siguió llamándolo.

— Eres un hermoso bebé ¿No es cierto? Ven aquí pequeño.

Dió unos tentativos pasos a ella, se le pasó por la cabeza que tal vez era peligroso, pero no creía que Naruto tuviera una mascota que le gustará comer carne, o por lo menos humana. Hinata dejó extendida su mano, dejando que la oliera. Mientras trabajó en la veterinaria, aprendió que los animales se manejaban mucho por el olfato y sus instintos. Si tu intención era buena, ellos se daban cuenta. Esperaba que esté zorro extraterrestre tuviera los mismos instintos.

Mientras le olía los dedos, el zorrito la miró y, Hinata, juró que se percató de una inteligencia superior. Era algo al fondo de sus ojos, lo mismo que había visto en Hime cuando la adoptó. Sonrió al recordar ello y el zorro tocó con su hocico, suavemente, en sus dedos. Ella se extendió un poco más y logró acariciarlo levemente en la mollera.

Sus ojos se cerraron con un deleite profundo y se volvió masilla. Hinata rió entre dientes cuando dio unos dos pasos y cayó en su espalda, mostrando su panza, como si fuera un cachorrito buscando mimos.

—¿No eres un amor?— rió mientras le rascaba.

Hinata lo observó, su pelaje espeso y suave al tacto. Sonrió al ver cómo una de sus patas se movían cuando ella rascó un lugar donde le gustaba mucho. Un pequeño sonido la hizo alzar la mirada y se encontró con un asombrado Naruto, mirándola con ojos enormes en la puerta del balcón. Ella siguió rascando a su mascota, y le sonrió levemente al dueño. Naruto, con movimientos lentos, se bajó hasta que quedó arrodillado y se acercó a cuatro patas. Hinata se asombró al darse cuenta que no hizo el más mínimo ruido, sus movimientos suaves y, aún así, depredadores. Él extendió la mano, como temeroso de tocar a su propia mascota, y se le pasó por la cabeza que tal vez están haciendo algo extraño. Definitivamente su mirada era de cautela.

Hinata asintió cuando Naruto volvió a mirarla y le recordó a un niño que va a acariciar por primera vez un perro. Naruto puso la mano donde ella la tenía mientras quitaba la suya e imitó sus movimientos. El pequeño zorro hizo un ruido de alegría y siguió pateando. Naruto la miró con una sonrisa que le quitó el aliento.

—Es fascinante— dijo en voz baja, pero apenas sus palabras salieron, el zorro saltó y le mostró los dientes a su dueño. Hinata se asombró, algo confundida miró al rubio que río entre dientes. —Ya está lista tu comida—, le dijo al zorrito.

Ella lo vio levantar su mandíbula, como si fuera la criatura más orgullosa y se fue en sus cuatro patas y sus nueve colas hacia arriba.

Naruto también lo observó y se sentó cuando su mascota entró. Sonriendo volteó a mirarla a ella, su cuerpo era demasiado largo para sentarse con las piernas extendidas, entonces se sentó con las piernas cruzada.

—¿Tienes hambre?

Justo en ese momento su estómago decidió gruñir en protesta. Ella se sonrojó, estaba hambrienta. Mientras había sido la selección, apenas le habían dado un agua saborizada. Con un extraño sabor, no podía describirlo con algo que haya tomado anteriormente, pero era algo espeso y la sacio por un tiempo. Pero su estómago se sentía más vacío después de haber vomitado. Había insultado a Naruto en su mente toda la tarde por pensar que su vómito había sido un tipo de defensa contra él, pensando que ella lo manejaba a su antojo.

Ella asintió.

Naruto sonrió, mostrando unos dientes blancos y unos colmillos extrañamente largos y perturbadores. Si su piel hubiera sido más blanca, Hinata hubiera considerado que era un vampiro. Le hizo señas para se levantará y le siguiera adentro. Hinata lo hizo, mirando por primera vez el interior de la casa, no tenía sillas se dio cuenta. Muchos almohadones de apariencia mullida había extendidos en el suelo alrededor de una mesa de la altura pequeña.

— Ponte cómoda— dijo mientras se dirigía a un pequeño estante.

Hinata lo observó sin entrar más, él tocó unos botones de lo que parecía una pantalla en la pared. Mientras esperaba se volteó a mirarla.

—¿Tienes... ummm... un baño?

—¿Baño?

—Umm, para hacer... mis necesidades. Ya sabes—, Hinata sentía su cara arder.

—Ah, si. Mis disculpas por no pensarlo antes.

Le señaló una puerta en un pequeño pasillo, dejo a Hime en su bolso, aún dormida, y ella corrió a él. Por suerte el retrete parecía igual que el de la tierra y lo uso sin problema. Se lavo la cara y la boca, sacándose ese gusto agrio que le quedó en la boca y volvió a salir. Naruto estaba sentado, dos platos de un extraño estofado estaban sobre la mesa y él le hizo señas para que se sentará junto a él.

Hinata caminó y decidió sentarse frente a él. Tomó lo que parecía una cuchara y comenzó a comer. Gimió cuando los sabores extraños pero sabrosos explotaron en su paladar. Comenzó a comer rápidamente. En unos minutos estaba levantando el plato y comiendo la pequeña cantidad de líquidos que quedaba. Se limpia la boca con el dorso de la mano y levantó la mirada.

Naruto la observaba con la boca media abierta, entre asombrado y tal vez asqueado. Hinata se encogió.

—¿Quieres más?— la voz de Naruto suave, baja y ronca.

Hinata asintió sin mirarlo de nuevo. No sabía porque estaba tan cohibida, ella no era así. Decidió hablar, eso la ayudaría a no comer tan rápido y parecer una salvaje.

— Lo siento, la reptiliana me había dicho que el viaje desde mí planeta duro dos semanas y no he comido nada en ese tiempo. No sé que me habrán administrado para no morir de hambre o sed. Y lo que sea que me dio la mujer, lo vomité después de tu me llevaras como un bolso de papas—, Hinata entrecerró los ojos a su espalda.

Naruto rió mientras esperaba que se llene el plato de nuevo, dándole la espalda.

— Era una hembra Snaffss.

—¿Quién?— Hinata estaba perdida.

— La hembra que te atendió en la Selección. No sé que es reptiliana o mujer. Pero sospecho que hablas de ella. Y tampoco sé que es una bolsa de papas—. Su voz amigable mientras dejaba el plato frente a ella con una sonrisa.

Hinata parpadeó, dándose cuenta que su sonrisa era la que la descolocaba. Frunció el ceño y comenzó a comer otra vez, sin mirarlo, intentado recuperar su habla de nuevo. Esta vez fue más lento. Naruto también comió en silencio y le agradó que él respetara eso. Por ahora no demostraba ese loco deseo sexual que pensó que tendrían los alienígenas, su mente llena de esas novelas que leían sus amigas. Dónde los héroes se volvían locos por poseer a las heroínas. Se sintió más relajada por ello, ella sólo había observado su sorpresa y confusión en él. Cómo si no supiera cómo tratarla.

—Entonces, está "Unión" ¿Qué hacen?— preguntó cuando se sintió más saciada, pero aún comiendo.

Naruto dejó su cuchara a un lado, poniéndose como en la almohada.

— Son pruebas. Cómo te habrás dado cuenta, el planeta es sobrepoblado. Primero fue nuestra culpa, se dice que nuestros machos era insaciable y nuestras hembras demasiado fértiles. El Consejo aceptó que más razas se unieran en nuestro planeta y las cosas empeoraron. Nuestras hembras son compatibles con muchas razas y en vez de calmar la ascendente cría, se precipitó más.

Hinata lo observó, dejando a un lado su plato.

— Empezaron a dar tés de anti-producción y el sistema de los machos se calmó considerablemente. Mientras que en las hembras se aceleró. Muchos híbridos nacieron y se hizo otra ley. Las hembras de bajos recursos se les quita el útero para no tener descendencia, mientras que en los clanes altos se los entrena contra ese instinto. Las cosas iban bien, pero hubo problemas en los clanes. Se querían hacer alianzas y las crías eran muchas aún. El Consejo volvió a intervenir, haciendo la Unión. Dónde distintas pruebas se hacen para ver si los postulantes son dignos de reproducirse. Las pruebas son considerablemente más peligrosas para las hembras...

—¿Por qué?— Hinata lo miró ceñuda.

Justo en ese momento Hime se despertó, llamando la atención de ambos. Estiró su cuerpo con un ronroneo bajo y miró en la habitación. Ella se sentó y lamió su pata delantera para pasarla por su cabeza.

—Tengo hambre.

Naruto se levantó sin que ella le pidiera y caminó a lo que ella pensaba era como un aparato que le daba comida. Un plato pequeño se llenó de algo que parecía un alimento seco y se lo dejo a un lado de Hime. Naruto volvió a sentarse frente a ella y Hinata le sonrió.

— Las pruebas son distintas para cada uno— Siguió—. Es conocido que los machos son fuertes y son entrenados desde pequeños para las tareas difíciles. En la Unión, los machos son probados en otras cosas, como el cuidado de una cría. Mientras que las hembras se les prueba la fuerza y caza, ya que hay temporadas en los que los machos las dejan solas y deben mantenerse por ellas mismas o viceversa.

Hinata le asombró eso, después de todo eran algo avanzados. Ya que querían una igualdad en ambos sexos. No era simplemente que ella se quedaría en casa cuidando de los bebés mientras él hacía sus asuntos de "machos". Eso le agradó.

— Konoha es hermoso y civilizado, pero hay una gran parte de vegetación y criaturas peligrosas.

—¿No sería mejor eliminar esas cosas para que halla más espació para la población?— preguntó Hinata, pensando que eso haría un humano.

Naruto la miró como si hubiera dicho una atrocidad.

—¡Nunca! Todo ser vivo merece la vida y esas criaturas están desde antes que nosotros estuviéramos. ¿Por qué le quitaríamos sus dominios?

Hinata parpadeó. Era un buen punto.

—Entonces, la taza de mortalidad para mujeres... hembras—, se corrigió—, es muy alta.

Naruto asintió.

— Hay muchas parejas que se postulan para la Unión. Tal vez en esta sean unas 100 o 200.

Hinata pensó que no habían 100 mujeres en la selección donde ella estuvo.

—No había tantas... hembras—, le costaba adaptarse a sus expresiones, pero lo estaba intentando.

— No todas van a la selección. Solo las que participan por primera vez. Muchas hembras no mueren en las pruebas y lo vuelven a intentar. Sólo tienes tres posibilidades, algunas prefieren morir en las pruebas que no tener descendencia.

—Entonces hay una posibilidad de que pierda y no muera—. Dijo Hinata esperanzada.

—No perderemos—, respondió Naruto seguro.

Hinata hizo un mohín, pero estaba muy cansada para discutir.

—¿Y como son estás pruebas?

— Todos los giros van cambiando. No hay una fija, este es mí segundo intento. Si no logro hacerlo, no podré tener descendencia.

Hinata frunció el ceño antes su tono desanimado.

—¿Por qué? Me acabas de decir que hay tres oportunidades.

— El Consejo da tres, mí Yaya me da dos.

—¿Tu qué?

—Mi Yaya—, Hinata lo siguió mirando sin entender—. Mí progenitora.

—¿Tu proge...— Ella lo entendió—. Aahh, tu madre.— Ella asintió cuando ahora él la miró sin comprender—. Sigue,— le pidió.

—Y en si, es eso. Mañana tendremos que ir al centro de salud para que nos empiecen a dar los té de reproducción. Así, cuando ganemos, podremos concebir.

Hinata captó la indirecta de que no podían perder. Ella se asustó cuando Hime subió a su regazo y notó al pequeño zorro acercarse a la mesa desde el fondo del pasillo. El zorro no se acercó a su dueño, simplemente se sentó alejado de la mesa, mirándolos.

—¿Cómo se llama tu mascota?— le pregunto queriendo cambiar el tema. Ese asunto de la "Unión" la ponía demasiado nerviosa.

—¿Mascota?— preguntó mientras alzaba los platos vacíos.

—El zorrito—, Hinata lo apuntó.

Naruto se detuvo cuando estaba por levantarse, mirando al zorro y a ella sin entender.

— Él no es mí mascota. Él es Kyubi, mí guardián.

Hinata miró al animalito, no parecía feroz ni malo como para ser un guardián. Pero la reptiliana había pensado que la pequeña Hime era una guardiana también, así que no le pareció extraño.

—¿Kyubi es su nombre?

Naruto aún no se había movido, sólo miraba como ella acariciaba inconscientemente a Hime.

—Kyubi es su raza. Así como tú guardiana es un Gato. ¿Mascota se le dice a los guardianes en tu planeta?

Hinata negó con la cabeza.

— Mascota se le dice a un animal doméstico. Te hace compañía y te cuida a veces, pero generalmente es al revés— le explicó encogiéndose de hombros.

Naruto frunció el ceño.

—¿Tú guardiana esta en modo cachorro?— miró intensamente a Hime, que estaba más concentrada en las caricias que en la conversación.

—Hime es completamente adulta ya.

—¿Ella es...— Naruto se veía desconcertado—. ¿Ella larga veneno por sus colmillos? ¿Tiene alguna defensa o ataque peligrosa?

—¿Hime?— Hinata rió—. Claro que no. Si consideras el sarcasmo una defensa ahora que entiendo lo que dice.

—Solo digo la verdad—, se defendió con un bufido.

—Si, claro. Lo que digas.

— Deberías agradecer que esté aquí. Mira si te abducian con un perro— Hime resopló—. Estaría marcando territorio por todos lados y saltando como un tonto. Yo soy inteligente y refinada.

Hinata rió fuerte mirando a su gata. Se detuvo de repente cuando un humo claro se esparció por la habitación. Miró asustada y algo fascinada cuando ese humo envolvió al zorro, tapando completamente su visión de él. Cuando el humo comenzó a despejarse, miró boquiabierta al zorro adulto que estaba en su lugar. Sólo que era más grande que un zorro de la tierra, era más parecido a un San Bernardo. Su pelaje era más brilloso y sus expresiones más solemnes. Hinata parpadeó, no entendía qué pasaba.

— El Kyubi puede cambiar a gusto— explicó Naruto mirando a su guardián—. El anterior era su estado cachorro, este es su estado adulto.

—¿O sea que ésta es su forma normal?

Naruto negó con la cabeza.

— Su forma es la suprema, pero sólo lo hace cuando un verdadero peligro se presenta. Su deber es protegerme, ya que si muero el no podría vivir. Él puede vivir en mí interior cuando quiere o cuando está muy herido.

Hinata asintió, aunque no sabía por qué.

—Es como... una simbiosis— dijo anonadada—. ¿Y cómo entra en ti?— se sentía muy curiosa por eso. No llegaba a entenderlo del todo.

Naruto se movió y ella no sabía que haría hasta que fue muy tarde. Él se sacó la camiseta anaranjada. Su ancho y musculoso pecho al descubierto, Hinata lo miró con ojos enormes.

—¿Q-que haces?— preguntó con las mejillas calientes.

Naruto sonrió mostrándole su estómago. Hinata notó las marcas de sus abdominales duros y la falta de bello pero también que tenía un tatuaje allí. Era como un círculo con olas, patrones y un lenguaje extraño.

— Este es el sello de los Uzumaki. Sólo los merecedores tienen a un Kyubi en su interior. Mí Yaya es nuestra monarca, la segunda hembra Uzumaki en recibir un Kyubi. Tengo un Nano mayor, pero él no tiene el sello. O naces con él o no. Mí Yaya estuvo muy orgullosa que su segundo descendiente lo tuviera. Sólo aparece una vez por generación.

Hinata no podía apartar la mirada y sabía que estaba siendo muy descarada, pero unas ansias locas nacieron de ella, queriendo tocar su abdomen, trazar cada una de esas líneas. Negó con la cabeza, despejando ese pensamiento y entrecerró los ojos a su gata cuando hizo el pequeño ruido de estornudos. Naruto se levantó, sin ponerse la camiseta y se llevó los platos. Los dejó en una repisa, debajo de la pantalla donde tocaba para que le diera los alimentos. Se volteó con las manos en las finas caderas y suspiró.

— Muy bien, ya es tarde y debemos descansar. Mañana tendré que llevarte a el clan, mí Yaya querrá conocerte.

Hinata se levantó con Hime en brazos.

—Esta bien. ¿Dónde podemos dormir?

Naruto miró a Hime y luego a ella.

—Tu gato puede dormir en la habitación de mí guardián, le daré un almohadón para ella. Tú tendrás que dormir en mí cama...

—¿¡Perdón!?— Hinata gritó.

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