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¡MÍA!

La historia me pertenece, los personajes(algunos), por otro lado, pertenecen a Masashi Kishimoto.

LA UNIÓN

Capitulo XIII

§

Tú eres mía y yo soy tuyo.

§

¡MÍA!

Naruto entró apresuradamente a su casa, listo para darle algo a sus guardianes y arrojar a su compañera a sus habitaciones para poder experimentar todo lo que quería, pero se detuvo en seco al ver a quienes menos esperaba sentados en sus almohadones. Hinata se golpeó contra su espalda y rió, dándole un pequeño empujón. Ella se movió al rededor de él y también se congeló. Los dos guardianes fueron los últimos en entrar, Kurama gruñendo al ver a la hembra sentada tranquilamente.

—Yeye ¿Qué haces aquí?— Naruto fue el primero en hablar para romper el incómodo silencio.

Minato se levantó y sonrió abriendo sus brazos.

—Mi nino, quería darle mí felicidad a tu compañera—, Minato miró a Hinata y sonrió ampliamente.

—Humm— Hinata se sintió cohibida y asintió—, gracias— dijo, aunque podía sentir la tensión sólo crecer en la habitación.

Las manos de Hinata masajearon el brazo tensó de Naruto, intentando que él se relajará. Pero él tenía la mirada clavada en su madre, con el ceño furioso.

Hinata dudo.

—Yo... umm, les daré la comida a los guardianes—. Comentó dando unos tentativos pasos a un lado, cuando Naruto no hizo ademán de detenerla, caminó más segura—. Vamos, Hime, Kurama.

Hime miró con ojos entrecerrados a la pareja, pero siguió a Hinata al dispensador, Kurama observó a Naruto, sentado al lado de sus pies. Él pareció notarlo porque bajó su mirada por unos segundos para hacerle una seña de que siguiera a Hinata. Kurama no le gustó mucho, pero fue a regañadientes, mientras estas caminaban hacia el balcón.

Naruto esperó hasta que los tres se alejaron para hablar:

—¿Qué haces en mí casa, hembra?

Kushina apretó su mandíbula al escuchar la forma que le había hablado su cría más pequeña. Se alzó y juntó sus manos al frente de ella. Su cuerpo lleno de tensión, apretó las manos para después señalar la almohada frente a ella.

—Vine a decirte la verdad, Naruto—, su voz tranquila.

Naruto alzó una ceja y se cruzó los brazos, escéptico.

—¿Cómo podría saber qué dices la verdad?— No fue capaz de resistirse a preguntarlo.

Tantos giros criado con las mentiras de esa hembra, no estaba seguro de poder confiar en ella o perdonarla.

Kushina apretó los dientes, pero hizo poder de su autocontrol para bajar su temperamento que quería explotar fácilmente. Minato le había aconsejado que fuera comprensiva y que Naruto estaría a la defensiva, pero mientras ella fuera sincera, tal vez todo podría ser perdonado y olvidado.

—Puedes llamar a tu Kyubi, él sabrá si miento—. No pudo evitar alzar el mentón en desafío—. Una vez que diga la historia, se activarán sus recuerdos.

Naruto frunció el ceño, pero caminó hacia el almohadón, al otro lado de la mesa de comida. Se sentó sin esperar que su Yaya lo hiciera primero, demostrando así que él había perdido el respeto que tenía por ella. Era una vieja costumbre de esperar que sus mayores le dieran el permiso para hacer todo. Pero él consideraba que la hembra había perdido ese honor. Después de todo, el respeto era algo que debía mantenerse constantemente. Un joven debía mostrar respeto a penas conocía a un superior, pero si este no podía mantenerlo, eso era otro asunto.

Kushina miró con los labios apretados a su compañero mientras él le sonreía, alentador. Paciencia, se recordó mientras erguía su columna. Ella también se sentó y Minato hizo una pequeña reverencia.

—Iré a decirle a tu guardián que se reúna con ustedes—. Rápidamente giró hacía la ventana del balcón, dónde la compañera de su nino había llevado al Kyubi y a su guardiana para que comieran sin interrumpir. Cuando llegó a la apertura se asomó con una sonrisa, aclarando su garganta para llamar la atención de los tres—. Naruto desea que te reúnas con ellos, Kyubi.

El Kyubi se alzó de su posición sentado, sus movimientos siempre regios nunca dejaban de complacer a Minato.

—Mi nombre es Kurama— dijo cuando estaba al lado de él, Minato lo miró—. Úsalo.

Él sonrió cuando Kurama entre en la casa y se volteó para ver a Hinata.

—Tiene mucho carácter— dijo Hinata mientras lo miraba a su vez.

—Siempre lo tienen...

Naruto no despegó la mirada de su Yaya, ni siquiera cuando sintió a Kurama sentarse a su lado. La hembra que estaba sentado al frente suyo era una completa desconocida para él. Naruto ni siquiera sabía quién era él, su cabeza estaba llena de dudas y su corazón de dolor por los engaños de la hembra que tendría que haberlo cuidado más que nadie.

—¿Por donde quieres que empiece?— dijo Kushina una vez que el Kyubi había aparecido.

—Desde el principio, obviamente—. Frunció el ceño, concentrándose y abriendo su canal empático, para sentir las vibraciones que soltaba Kushina mientras hablaba.

Kushina respiró profundamente, esos recuerdos eran dolorosos, parte de la historia de su propio planeta que había mantenido oculta a su nino menor. Eso no había sido difícil, ya que ella misma se había encargado de su crianza, ella había podido manejar la información para que él no lo supiera. Había querido que ese día no llegará nunca, o que ella ya no estuviera en ese plano para aclararlo, pero casi nunca las cosas salían como las planeaba.

—Desde hace muchos giros había una raza que reinaba Konoha, mucho antes del que El Consejo llegará. Se hicieron pasar por deidades, pero en realidad eran extraterrestres, seres de otro planeta más desarrollados que nosotros. El nombre de su raza eran los Nakys. Los Nakys querían nuestros minerales, los animales y vegetales, y estudiar nuestros genes. Especialmente a los Uzumaki.

Naruto frunció el ceño, jamás había escuchado eso. Miró de reojo a su Kyubi y este miraba atentamente a Kushina, pero no había hecho ademán de querer interrumpirla.

—Nuestros pueblos fueron esclavizados por los Nakys—, siguió con su relato—. Fueron tan inteligentes y astutos que no nos percatamos de eso. Y creo que no nos habríamos dado cuenta si El Consejo no hubiera llegado. Los Nakys pelearon salvajemente contra los del Consejo, pero ellos ganaron y nos liberaron de su yugo.

—¿Eso que tiene que ver conmigo?— preguntó Naruto al sentir que no llegaba a ningún lado con esa explicación.

—Dijiste que querías saberlo desde el principio—, se escudo rápidamente—. Déjame contarte todo, nino mío—. Kushina estiró la mano, queriendo tomar la de su cría adulta, pero Naruto alejó rápidamente la mano, ocultándola de bajo.

Kushina apretó la mano en la nada, pero mantuvo su expresión sin mostrar el dolor en su semblante. Sabía que merecía ese trato de su nino menor, no tenía derecho a ofenderse y aunque su adiestrado carácter superior quiso salir a flote, ella lo mantuvo bajo.

Su mano volvió a su regazo y respiró hondo para seguir con la historia.

—El Consejo nos ayudó, nos dió nuevas leyes y clanes, trabajos y formas de vivir. No pidieron nada a cambió—, ella sonrió tristemente—. Nosotros acostumbrados a tener a alguien que nos vigilará y ya no tenerlos más, se desbarató todo. Los nacimientos crecieron en desmedida y...

—Ya sé eso Kushina—, le interrumpió sintiendo cada vez más enojado. No llegaba a nada que le afectará directamente—. La historia de la Unión.

Kushina apretó los labios al escuchar a Naruto llamarla por su nombre, pero decidió seguir e ir directo al punto. No podía atrasar más el asunto.

—Cuando quedé premiada de ti, cerca del final de la gestación, fui llevada por un grupo de Nakys—, Naruto miró asombrado a su Yaya, ella le mantuvo la mirada para que supiera que no estaba inventando ningún dato—. De vez en cuando volvían a secuestrar Konohagakures, para seguir con sus estudios. Por los estudios que hicieron en mí cuerpo, el trabajo de parto se había adelantado y naciste allí arriba, en los cielos...

Kushina se tragó el nudo en su garganta, y cerró los ojos, no podía seguir manteniendo la mirada de su nino. El relampagaso del dolor que había sentido, la incertidumbre de lo que le pasaría a su cría. Se recordó mientras sufría por los dolores mirar por una ventana al espacio negro y profundo. Tanta soledad y oscuridad.

Miró sus manos fuertemente entrelazadas y siguió con su relato:

—A pesar de ser pequeño, eras fuerte y naciste con el sello— Ella frunció el ceño al recordar cuando el naky le mostró su nino a su compañero de "laboratorio", como lo había llamado en ese tiempo. Se había sentido desesperada al ver el sello en su pequeño vientre—. Los Nakys te dejaron y me enviaron de nuevo a Konoha. Sólo estuve con ellos unas horas, pero borraron todos mis recuerdos— Ella levantó inconscientemente la mano y se frotó la marca de su sien, dónde le habían dado ese té, la bajó rápidamente al darse cuenta lo que estaba haciendo—. Me desperté en el terreno del Clan, sin mí panza—. Ella acarició su estómago, aunque plano aún recordaba lo que era llevar a su nino en su interior.

Hizo un puño con su vestido y junto fuerzas para seguir.

—Gracias al estar criando, Kouko no podía estar en mí interior. Él me encontró junto con tu Yeye, horas después—. No le dijo que la encontraron llorando por la pérdida de su nino, no vió necesario decirlo. Si bien no recordaba qué había pasado con él, ella estaba segura que había estado esperando una cría, y despertarse sin señales de él, fue la experiencia más aterradora que había experimentado —. Te consideraba perdido cuando Kouko me restauró la memoria, los Nakys jamás te devolverían.

Kushina miró sus manos temblorosas y las apretó con fuerza, intentando controlar a su cuerpo, al terror y dolor que había sentido. A la desolación que la había invadido. Pero los recuerdos golpearon fuertemente, los había mantenido encerrados y abrir esa puerta, fue como una estampadas de Jinjo.

—Ellos te criarían a su estilo, serías un perfecto guardián para ellos—, tragó saliva, ya que se acercaba la parte que más le costaba admitir—. Yo estaba devastada, perdida y sin esperanza—, susurró enojada consigo misma por haber bajado los brazos tan rápido—. Tu Yeye no se rindió, junto con Kouko se fueron y a los pocos días volvió contigo, pero sin Kouko.

Kushina se detuvo cuando su garganta falló, su vista distorsionada por lágrimas que no quería derramar.

—¿Qué pasó?— Naruto susurró, sintiendo las vibraciones triste de su Yaya, que lo dejaron sin aliento. Jamás había la había visto tan afectada, cada sentimiento, el dolor, la desesperación, el enojo, el miedo. Todo lo golpeó.

—Hicieron un intercambio—, habló Kurama por primera vez, sintiendo todos los recuerdos golpearlo por las palabras de Kushina. Sin saber si seguía odiando a la monarca de los Uzumaki, teniendo todos los recuerdos del Kyubi Kouko en su memorias pasar rápidamente.

Kushina asintió, con el ceño fruncido. Sabía que él Kyubi estaba viendo todo, la relación tan estrecha que había tenido con su Kouko, la adoración que sentían el uno por el otro.

—Eras demasiado pequeño— aclaró—, tu Kyubi lo era y no tenía la fuerza necesaria para salir de tu cuerpo aún. Kouko se ofreció como guardián de los Nakys, a cambio de ti.

Kushina asintió cuando Naruto la miró con el ceño fruncido, sin entender. Ella se había negado a comer mientras no tuviera a Naruto y, tanto Kouko como Minato se habían unido para traerlo de nuevo. Ellos se habían ido y Kushina ni siquiera se había enterado, tan sumergida estaba en su dolor.

—La desesperación de Minato no le permitió retroceder, dejó que mí guardián se fuera. Los Nakys eran inteligentes, no le interesaba el huésped, ellos querían a los guardianes, pero sabían que si le hacían algún daño al huésped el otro moría—. Ella mantuvo su mirada, para que entendiera la gravedad de lo que había sucedido—. Fuiste de vuelto y se quedaron con mí Kouko.

Naruto intentaba entender, pero lo único que entendía era:

—Tu preferidas a tu Kyubi— dijo mirando a la mesa.

Naruto se preguntó qué habría pasado si su Kyubi no se hubiera ofrecido. Si, tal vez sería un esclavo o algo parecido, pero estaba seguro que su Yaya habría preferido quedarse con su Kyubi que con él. O sino, por qué lo había tratado con tanta indiferencia.

Naruto se asombró al sentir a su Yaya en un instante a su lado, tomándolo de los brazos hizo que la mirará.

—¡No digas eso! ¡No lo digas!— le gritó.

Los ojos de Naruto estaban abiertos de par en par al ver a su Yaya, lágrimas gruesas bajando de sus ojos violetas, su mirada dolida y furiosa. Jamás la había visto llorar, jamás y eso hizo tambalear el muro que había querido alzar en su corazón para que ella no volviera entrar.

—Si te hubiera perdido me habría muerto igual, mí guardián lo sabía—. Kushina tragó sus lágrimas—. Pero me enojé, con él por abandonarme, con tu Yeye por arriesgar su vida, ¡estaba enojada conmigo misma por no poder defenderte! Tú no tenías la culpa, mí nino—, por primera vez, después de mucho tiempo ella acarició su mejilla, las marcas de su nacimiento le recordaba lo que había perdido.

— Entonces.. ¿Por qué?— preguntó sintiéndose perdido, como una cría débil y necesitada de su Yaya.

Kushina apretó los brazos fuertes, sintiendo como su nino había crecido, como esa pequeña cría se había convertido en un excelente espécimen de macho listo para la reproducción. Su nino había crecido, tan fuerte y ancho, hasta un poco más que su Yeye. Miró sus ojos dolidos y perdidos, preguntándose cómo le había hecho eso a su propia cría.

—No quería que supieras cómo te había perdido, como había perdido a mí Kouko. Los Nakys son seres despiadados, no tienen compasión por nadie. Yo sabía... yo sé que volverán. Te buscarán, mí nino—, su voz tembló, asustada—. No quiero que te lleven, no quiero que sientas lo mismo que sentí cuando perdí a mí Kouko. ¿Me perdonas?— sollozo sin poder contener más los sentimientos desbordados—. Por favor, perdóname—, la frente de Kushina golpeó contra el pecho duro de Naruto, ocultando así sus lágrimas—. Quería que estuvieras preparado, que no pasarás por lo que yo pasé con la pérdida de Kouko.

Ella tembló, sólo Minato la había visto de esa forma, tan desolada y perdida. Le costaba respirar por el enorme nudo que se subió a su garganta. La verdad que explotaría en su boca.

—Los Nakys volverán y no quería que te sientas ligado a nosotros, quería que hicieras lo que tendrías que hacer, sin importar las consecuencias.

Naruto miró shockeado la coronilla de su Yaya, podía sentir su camiseta rota mojarse con las gruesas lágrimas de la mujer que lo había criado. La sintió temblar y estuvo tentado a acariciar su espalda, intentar que se relajará. Hasta pensó seriamente en juntar sus mentes, darle un poco de paz que obviamente no podía conseguir. Su mano nado cerca de su espalda y estaba apunto de tocarla, cuando sus palabras lo detuvieron en seco.

—No quería que hicieras una conexión sentimental con tu Kyubi, porque es muy probable que los Nakys vuelvan para llevárselo. Por eso te entrené tan duro, por eso te mantuve alejado. Para que cuando llegará el momento, actuaras sin remordimiento.

Naruto sintió sus ojos abrirse más al escuchar el por qué de tantas mentiras. Ella había creído que manteniéndolo en la oscuridad lo cuidaba y nada más lejos de la realidad. Su mandíbula se apretó.

—Te equivocaste—, fue lo único que pudo decir.

—Lo sé, lo sé—, asintió Kushina aún con el rostro escondido—. ¿Podrías perdonar a una hembra asustada y enojada?— Ella inhaló profundamente—. Tu Yeye se cansó de decirme que lo averiguarías, que te enojarías conmigo. Pero mí miedo y dolor pudieron más. Lo amaba tanto— ella apretó su camiseta en puños—, una parte de mí murió junto con Kouko...

—Kouko no está muerto...

Ambos miraron asombrados a Kurama cuando habló.

—¿Qué dices? Eso...— balbuceó Kushina.

—Tengo recuerdos hasta que se fue con los Nakys, pero lo que pasa después está bloqueado por el propio Kouko. Él sigue con los Nakys...

Hinata observó a Naruto acostado en la habitación.

Ambos guardianes estaban hablando en el balcón mirando mientras salía el Sol, después de que se fueran los padres de Naruto. Ella no había querido oír, pero había escuchado todo, Minato explicándole que a Naruto no le molestaría.

Se sentía triste, por él, por su madre y por todo lo que había pasado ese día tan largo. No sabía cómo levantar el ánimo de Naruto, ella misma no se sentía bien. Entonces decidió que tal vez no necesitaba hacerlo, el hecho de estar a su lado podría ser suficiente.

Con un suspiro, entró a la habitación y fue a la cama, acostándose a su lado.

Naruto tenía las manos bajo la cabeza y miraba el techo, intentado comprender todo y aunque no encontraba o entendía el razonamiento que había llegado su Yaya para mantenerlo en las sombras, ya no estaba tan enojado con ella. Miró a un costado al sentir movimiento en la cama y sonrió al ver a Hinata. Su hermoso rostro ladeado a él, sus pequeñas manos bajo su mejilla, mirándolo profundamente con sus ojos lilas.

Naruto también se puso de costado y estiró su mano para acariciar su pelo sedoso. Ella sonrió mientras apoyaba su pequeña mano en la de él.

—¿Me perdonas?— le susurró.

Hinata parpadeó, al no entender a lo que se refería.

—No tengo nada de que perdonarte.

Naruto sonrió con tristeza.

—Te mentí— Hinata frunció el ceño.

—¿Cómo? ¿En qué?— quiso saber.

—Cuando tenías que contestar a la esfinge, me dí cuenta que había sido egoísta de mí parte obligarte a participar en la unión—. Naruto se preparó para cualquier reacción—. La Snaffss no te había mentido, si ningún macho te elegía, te habrían llevado a tu planeta.

Hinata se sentó con sus piernas bajo su cuerpo, mirándolo confundida, alejándose de su toque. Naruto también se sentó sobre la cama, pero no se acercó a ella.

—Mi orgullo no me permitió esperar al próximo giro, creía que tal vez perderías en la primera prueba, y yo...— se detuvo al no poder ni siquiera expresar en voz alta sus pensamientos.

Ni siquiera pudo mantener su mirada. Se dió cuenta cuánto había influenciado en él la crianza que le había dado Kushina. No quiso ni pensar si hubiera pasado eso mismo que creía la hembra que pasaría. ¿De verdad habría entregado a su Kyubi?

— Seguirías hasta la última prueba, dónde te eligiría otra hembra— completó Hinata con la mirada en cualquier lugar menos en él.

Naruto se bajó de la cama y se acercó al lado de Hinata, se dejó caer de rodillas y apoyó su frente en el suelo. No podía creer que hubiera pensado eso, pero ya no quería que hubiera mentiras entre su compañera. Sabía que , aunque ella lo había elegido, tal vez si hablaba con el Consejo, lograría una aprobación para cambiar de compañero o simplemente abandonar la Unión. Si ella lo dejaba, podría vivir sabiendo que ella era feliz en otro planeta, y aunque él se sentiría muerto en vida, prefería eso.

—¡Por favor, perdóname!— gruñó, asqueado de él mismo.

Hinata parpadeó las lágrimas, sintiendo que un puño apretaba su corazón. Se mojó los labios resecos, y aunque le hubiera gustado sentirse furiosa con él, no lo estaba.

—¿Ya no quieres cambiarme?— susurró, en cambio.

Naruto alzó su rostro, sus ojos sospechosamente húmedos.

—No, no quiero nadie más. Ya te lo dije, si algo te llega a pasar en las pruebas, moriré contigo Hinata—. Ella lo miró asombrada, mientras el tomaba una de sus manos—. Yo llevaré tu cuerpo a la tierra y moriré allí, estaré a tu lado toda la eternidad. ¡Perdóname!— apoyó su frente en las rodillas dobladas de Hinata—. Y si aún quieres abandonar la Unión, yo...— él dudó, pero estaba listo para sacrificarse por ella.

¿Acaso Hinata no lo estaba haciendo?

—Yo no te detendré. Si quieres volver a tu planeta, sólo abandona la competencia y...

—Pero ¿y tú?— preguntó confundida.

Naruto negó con la cabeza.

—No importó, Hinata. Fui egoísta, pensando sólo en el honor de mí familia y no pensé en tu seguridad. Casi te pierdo en ambas pruebas, mí dulce—, beso su mano con devoción—. Prefiero que vayas a tu planeta a qué mueras por mí arrogancia ciega—, susurró con sus labios pegados a su palma.

Hinata levantó, temblorosa, la mano libre y la apoyo en la cabeza de Naruto, hundiendo los dedos en el cabello rubio, mientras acomodaba sus piernas. ¿Cómo podía enojarse, cuando él siempre había parecido muy preocupado en cada final de prueba? ¿Cómo intentar odiarlo, si su corazón palpitaba fuerte cada vez que él estaba cerca?

Él le había mentido, sí. Pero el hecho que le pidiera perdón, tan apacionado ¿no era algo? Si él fuera tan egoísta, como se llamaba ser, no estaría temblando a sus pies. No hubiera atendido sus heridas con tanta ternura, no le habría permitido gritarle como cuando lo conoció. ¿No habría intentado cambiarla? ¿No habría aprovechado la oportunidad de librarse de ella en la elección?

¿Cómo no entenderlo al saber como lo habían criado? Naruto estaba intentado cambiar su crianza, ¿arrodillándose por una terrícola? Hinata quiso reír al darse cuenta que, si alguien viera que ella, una pequeña humana, había logrado hacer que un macho como Naruto se postrará a sus pies, nadie le creería.

—Te perdono, Naruto— susurró.

Naruto alzó su rostro, mirándola de nuevo. Llevó la mano que tenía entre las suyas a su pecho, Hinata sintió el golpeteo de su corazón, duro y rápido.

—Hacer rugir mí corazón, Hinata—. Tragó con fuerza el nudo de emociones que sentía en su garganta, cortándole el aire—. Me diste algo que no sabía que estaba buscando, me liberaste de mentiras y me muestras un nuevo camino— Él sonrió, sintiendo que algo cambiaba en su ser—. Quiero hacer un nuevo camino, juntos. Uno sincero y lleno de cariño. Eres mí compañera y no necesito a la unión, para saberlo—. Naruto llevó su mano a sus labios y beso lentamente la yema de sus dedos suaves y pequeños—. No sabía que se podía sentir tantas cosas por una sola persona.

Hinata sonrió y acarició su mejilla.

— Te amo, Hinata Hyuga.

Hinata retuvo el aliento, pero no tubo oportunidad de responder cuando Naruto se lanzó a ella, besándola apasionadamente. Cayó de espaldas a la cama con él encima, una maraña de bocas abiertas y lenguas danzando una canción desenfrenada, manos subiendo y bajando por cuerpo frenéticos.

Hinata gimió cuando las poderosas manos de Naruto apretaron sus pechos hinchados, si bien lo hizo algo brusco, fue excitante. Sus manos siguieron por su cuerpo, su estómago, sus piernas, como si no supiera qué tocar, cómo y por cuánto tiempo y su corazón se llenó de ternura por él.

—Yo...— Naruto respiró sobre su cara, a pocos centímetros de su rostro—, deseo... quiero que..

Hinata sonrió, no a costa de él, simplemente sus labios curvándose. Era extraño sentirse poderosa con un hombre como Naruto, por más que fuera extraterrestre. Una nueva faceta que había descubierto esa noche junto a él, después de la prueba. Jamás se había atrevido a decir, ni en susurros, las palabras que había usado, pero salieron sin esfuerzo con él. Se sentía poderosa y sexy, una mujer entera y era lo que más le gustaba, porque jamás lo había experimentado. Quería probar cosas con él, cosas que estaba segura que no se habría ofrecido con un hombre en la tierra. Su boca salivaba de sólo pensarlo.

— Siéntate— le pidió en un susurró.

Naruto dudo unos segundos, su rostro algo angustiado, pero lo hizo. Hinata no se permitió dudar, ni pensarlo. Sus manos tomaron la camiseta sana que se había puesto y lentamente se la sacó por encima de la cabeza. Naruto la ayudo, levantando los brazos. Ella retuvo la respiración al ver su pecho poderoso, ancho y duro tan cerca. Naruto lanzó la camiseta a un lado, sentado sobre sus tobillos, se alzaba sobre Hinata y aunque podría haber sido algo intimidante, ella vió la vulnerabilidad en sus ojos.

—Eres hermoso— admiró su estómago apretado, con ambas manos subió lentamente, sintiendo los pozos y los duros músculos. Naruto retuvo el aliento, pero no hizo ademán de detenerla.

Hinata miró fascinada las marcas del sello del Kyubi y siguió algunos remolinos con los dedos. El cuerpo de Naruto tembló visiblemente y, también pudo observa como apretaba los puños sobre las rodillas, dónde las tenía apoyadas. Ella se mordió el labio, sin saber qué hacer primero. Sí, había tenido relaciones sexuales, pero tampoco era una experimentada en el tema.

Hinata miró a Naruto desde debajo de sus pestañas, sin dejar de acariciarlo y retuvo la sonrisa al verlo sudar, él seguramente sin saber qué hacer también. Bueno, tomaré las riendas por esa madrugada, decidió.

— Acuéstate sobre tu espalda.

Esta vez, Naruto no dudó, rápidamente se movió, volviendo a su lugar y mirándola fijamente. Hinata se sintió algo cohibida cuando miró el bulto en sus pantalones sueltos, y aunque estos eran holgados, la tela estaba tirante y apretada en su frente. Se dió ánimos mentalmente y subió el vestido hasta que pudo acomodarse a horcajadas sobre su cadera. Las manos de Naruto volaron a sus muslos y las apretó cuando ella se sentó. Tensa como cuerda de violín, sus mejillas quemaban cuando sintió la polla de Naruto palpitar bajo ella. Su respiración superficial cuando observó la expresión de el macho bajo ella.

La mirada de Naruto se había oscurecido, tan hambrienta y voraz que casi la consume allí mismo. Se sintió motivada de nuevo y bajó su rostro al de él. Beso su mejilla, aunque él le había ofrecido su boca y siguió hasta su barbilla. Naruto se quejó cuando ella mordió levemente su cuello y se removió.

—Hinata—, gruñó. Ella sonrió, porque no era un gruñido enojado o molesto, era uno caliente, uno que le decía que le gustaba lo que estaba haciendo.

Su boca se deleitó de su cuerpo mientras fue bajando, su clavícula y sus pectorales. Sus manos vagaban por sus hombros anchos, cada músculo marcado la hicieron salivar. Ella jamás se había considerado una mujer que le gustaran los hombres tan bien formados, tan esculturales, pero Naruto la hizo delirar y sin que él la tocará aún. Sus uñas se clavaron en su serrato marcado, cuando mordió levemente una de sus tetillas, una perla dura y más oscura que su piel. Naruto jadeó y se quedó quieto de repente, ella acarició con su lengua el lugar que había mordido y chupó levemente.

Con un movimiento brusco, Hinata se mareo al terminar apoyada contra la cama. Naruto estaba arriba de ella y había separado su torso de su boca. Ella se quejó bajito hasta que él atacó. Su boca caliente y húmeda, beso su cuello, tal como ella le había hecho a él y Hinata lloriqueo cuando mordió levemente en su pulso, sus colmillos dándole un toque filoso, pero sin lastimar su piel.

Sus piernas aún seguían alrededor de sus caderas y las apretó, para pegarlo contra ella. Sus manos, aunque pequeñas, no dudaron en seguir recorriendo los músculos de su espalda, mientras arqueaba la suya para él. Sus pezones ya eran cuencas duras antes de que él llegará allí, y aunque tenía el vestido vaporoso puesto aún, gimió cuando él le pasó la lengua sobre éste.

—¡Si!— se arqueó a él cuando empezó a chupar, sus delgados dedos hundiéndose en su espesa cabellera rubia.

Su boca se abrió, sin aire, cuando la mano de Naruto jugo con su otro pecho adolorido. Una corriente bajo por su columna, y su cuerpo se frotó contra él, su coño ya estaba palpitante y mojado, la humedad escurriendo rápidamente. La ropa le molestaba, y sabía que eran lo único que los mantenía separados.

Demasiada ropa, demasiada, pensó, agitando la cabeza, perdida en las sensaciones y en una bruma de pasión tan espesa que apenas podía respirar.

Jadeó cuando Naruto uso sus manos para rajar su vestido. Ella bajó su mirada a él mientras esté le sonreía. Con respiraciones rápidas, se dió cuenta que había dicho en voz alta sus pensamientos y Naruto estaba feliz de complacerla.

—Eres preciosa— su voz grave y baja.

Naruto siguió jugando con sus pechos, casi se corrió mientras él los apretaba, mordía, chupaba o acariciaba con su lengua o dedos.

—¡Naruto!— tiró de su pelo para que él pudiera mirarla a la cara y ella se abalanzó hacía su pecaminosa boca, la mordió, la sorbió, su lengua hundiéndose en él.

Apretó el agarre que tenía en su cadera y uso los músculos de sus piernas para alzarse y poder frotarse contra él, apretándose contra el contorno marcado de su polla. Apenas fue consciente de que las manos de Naruto dejaron su pecho, para bajar rápidamente a la fijación de sus pantalones. Naruto dejó de corresponder a su beso y se quedó con la boca abierta, con la respiración frenética, mientras ella le mordía el labio inferior. Su cuerpo vibró cuando sintió algo caliente y duro golpear contra su clítoris. Su espalda cayó sobre el colchón cuando la fuerzas de sus piernas la abandono y se quejó.

Estaba tan cerca de correrse, necesitaba la fricción desesperadamente.

—Hinata, yo...— Naruto respiró hondo, de forma desigual, apoyando la frente sobre la suya—. Quiero.. quiero que nuestra unión sea completa.

Hinata sintió tanto que prácticamente se mareo. Antes no había entendido por qué se relajaba cada vez que Naruto apoyaba su frente contra ella, pero ahora sí. Él le transmitía paz, cuando lo necesitaba, pero ahora la lujuria y amor por partes iguales la golpeó tan fuerte que no pudo evitar apretar sus brazos en el cuello de él. No supo cómo lo consiguió, pero pudo girar a Naruto, dejándolos como cuando habían comenzado. El sonrojó se intensificó cuando sintió su polla desnuda bajo ella, pero no pudo verla gracias a su vestido rajado que se mantenía en su lugar.

Tomando valor, agarró la prenda y se lo sacó completamente, quedando desnuda sobre Naruto. Se mordió el labio, sintiéndose cohibida. No podía olvidar que al hombre que le había dado su virginidad no había querido ver su cuerpo desnudo. Su confianza se había desplomado al saber que él jamás había estado enamorado de ella. Hinata sólo había sido una tonta más que había caído en su trampa, una virgen más en su lista. Jamás había olvidado como él había empezado de dejar de hablarle y evitarla, después del sexo. Hasta que ella lo había enfrentado, para que sólo le dijera que era una estúpida por caer en su jueguito. Hinata había pateado sus bolas cuando le había aconsejado que bajará unos kilos.

Pero Naruto le acarició los muslos y gimió.

—Eres tan perfecta, tan suave...

La confianza era un líquido caliente que la baño con sus palabras susurradas casi con adoración.

Hinata también quiso acariciar su piel, y lo hizo, bajando por su torso, sus ojos siguiendo el camino de sus manos. Cuando llegó a su bajo vientre, su aliento se atoró al ver la cabeza de su polla asomarse de debajo de ella.

Movió su cuerpo, bajando por sus piernas para poder verla completamente gracias a la luz que se filtraba por las cortinas blancas indelebles. Sus ojos enormes al ver por primera vez la polla de Naruto. Ni un pelo en su torso ni su ingle. Su mano tembló cuando se acercó a la enorme erección de Naruto, jamás había visto una polla tan grande y gruesa, en persona, porque aunque había decidido no creer en los hombres era una mujer con apetitos sanos y había visto algo de pornografía. Bueno, bastante pornografía, dijo una vocecita en su cabeza que decidió ignorar, ya que otra en el fondo de su mente comenzó a gritar que eso no podría caber en ella, pero quería intentarlo.

El cuerpo de Naruto se tensó completo cuando ella acarició su eje, su cabeza de hongo era ligeramente más ancha y grande que su miembro, que aunque más fino crecía al llegar a la base. Después de esas cosas, parecía un humano, acarició con su mano libre las bolsas pesadas bajo su miembro. Naruto gritó, y apretó las sábanas bajo él, sus ojos fuertemente cerrados parecía adolorido. Hinata agitó la mano lejos.

—¿Te hice daño?— su voz preocupada.

Naruto respiraba trabajosamente, pero negó con la cabeza. Aún así ella no volvió su mano, entendió que Naruto estaba demasiado excitado para tener algo de acción lenta. Sus facciones mostraban que estaba demasiado cerca del orgasmo para disfrutar de alguna exploración. Se mordió el labio, mientras una idea pasaba por su cabeza.

Sabía que si el Consejo se entera que compartían alguna relación sexual antes de la unión podían ser descalificados. Así que asintió, segura de lo que haría.

Naruto abrió los ojos de golpea y levantó la cabeza como un látigo. Sus ojos enormes, no quería perderse ningún detalle y las sensaciones le asaltaron tan fuerte que cuando se mordió el labio, se lastimó con sus colmillos más largos.

Lo primero que sintió fue el aliento caliente de su compañera sobre la cabeza de su polla, y la imagen de ella tan cerca casi lo manda al borde, sus bolas doliendo, parecían querer meterse en su cuerpo. Hinata le sonrió, una traviesa y confiada, él apretó más fuertes las sábanas, escuchando que sus garras le hacían agujeros. El primer relampagaso de placer lo sufrió cuando Hinata pasó su pequeña, húmeda y rosa lengua por su eje. Se le atoró la respiración y rugió cuando ella lo metió en su cavidad.

Mojado... jadeó. Caliente... gimio.

Su cuerpo se curvó sin su consentimiento, la punta de su polla golpeando con algo. Escuchó el ahogó de Hinata y obligó a su cuerpo a mantenerse quieto.

—¡Lo siento!— graznó.

Hinata lo miró con ojos llorosos y sonrió. Le arrulló mientras tomaba su eje con ambas manos y apretaba su base para volver su boca a su cabeza. Naruto reprimió a su cuerpo, sus garras crecieron más hasta que mordieron su palma a través de la sábana.

Jamás habría imaginado que era una forma de apareamiento, esto que le hacían Hinata. Escuchó, muy por detrás de su trabajosa respiración, al Shart del conejo. Tienen una gran imaginación... Es una joya... Receptivas... Naruto gimio, apretando sus músculos, era una tortura. Una encantadora tortura.

¿Será que él podía hacer lo mismo para su compañera? ¿Saborear su coño? ¿Sentir su dulce aroma en su lengua?

Sus ojos se voltearon hacia atrás, mientras su cabeza caía en la almohada, había querido ver, no perderse ni un segundo de eso que Hinata le estaba haciendo. Pero su cuerpo parecía tener otra idea cuando sintió la succión. Rugió el nombre de Hinata cuando explotó en su boca, sin poder detenerse. Había querido disfrutar de esa tortura, tan dolorosa y tan deliciosa. Pero su control se había escapado de él, sólo sentir su cuerpo suave, sus curvas, su boca sobre él...

Sentía su mente volar, las luces brillaron tras sus párpados, su espíritu había dejado su cuerpo, los músculos que habían estados tensos hacía un momento se habían vuelto líquido. Sus garras y colmillos se retraían mientras su respiración se regularizaba.

Fue consciente de cómo Hinata seguía besando su abdomen, y reptaba su cuerpo por encima del suyo. Logró que su boca respondiera el beso que le dió, el gusto de ella había cambiado gracias a su liberación, pero seguía siendo deliciosa y, en todo caso, hizo que su cuerpo temblara de deseo de nuevo.

Hinata estaba más que excitada, nunca creyó que hacer una mamada hubiera sido tan caliente como para darle tanto placer a ella. Sentir el grande y duro cuerpo de Naruto temblar por su toque, los ruidos que había hecho y la forma que había respondido, hicieron que su coño se apretara en la nada y su clítoris palpitara dolorosamente. Y su sabor... Hinata saboreó su semilla, era como el chocolate semi amargo. Cuando había explotado en su boca, y había llegado a sus papilas gustativas, estás trabajaron el doble para disfrutarla. Hasta ahora no había probado nada con el gusto a chocolate y ya empezaba a creer que tendría que acostumbrarse a vivir sin el. Pero si la liberación de Naruto sabía a chocolate semi amargo, se encargaría de chuparle la polla todos los días, sólo para saborear su sabor.

Inconcientemente frotó su coño contra el ancho muslo de Naruto y jadeó cuando sintió su polla, que había quedado flácida, endurecerse de a poco. Mordió su labio y Naruto gimio mientras apretaba las manos en sus nalgas, pegando sus cuerpos juntos. Él la volteó en la cama, terminado boca arriba con la mitad del cuerpo de Naruto encima de ella. Su pierna libre subió hasta anclarse en su cadera, las propias moviéndose frenéticamente, buscando la liberación que tanto quería. Lloriqueo al sentir que no podía llegar hasta allí.

Naruto apretó su pecho con una mano mientras, ahora él baja por su torso. Hinata retuvo la respiración cuando él pasó su lengua por su ombligo, su estómago temblando.

—¿Puedo probarte?— Hinata tembló más cuando sintió su aliento sobre los bellos oscuros de su vagina.

Cerró los ojos fuertemente y asintió. Jamás le habían hecho, pero su cuerpo lloraba por eso en ese momento. Aspiró violentamente cuando sintió el primer contacto con su lengua. Naruto hizo un ruido de deleite mientras se sumergió más entre sus muslos, atacando su coño con su lengua. Sus manos tomaron el cabello del rubio y apretó su cuerpo contra él. Naruto la alentó con sonidos de detrás de su garganta y ella gritó cuando chupó su clítoris. El éxtasis fue casi doloroso.

La cabeza de Naruto se separó rápidamente y la miró.

—¿Te duele?— preguntó, su expresión mezclada entre preocupación y lujuria.

—N-no—, Hinata hizo un movimiento de cabeza violento.

—¿Te gusta?— su voz bajo, peligrosamente áspera. Hinata tembló cuando sintió su dedo acariciar donde su boca había chupado. Ella asintió, sin que pudiera soltar una sola palabra—. ¿Cómo se llama esto?

Hinata apretó las manos en sus hebras cuando él rodeó su clítoris con dos dedos y los frotó, sus muslos apretándose y su corazón latiendo desesperadamente en su pecho.

— C-clítoris. Es... es para e.. el placer.

—Tu coño está tan mojado. Es sabroso.

Escuchó que Naruto hacía un ruido parecido a un ronroneo y gimio cuando él bajó la cabeza de nuevo. Hizo ruidos raros, sumergida en el mundo de nuevas sensaciones, mientras Naruto se concentraba sólo en su clítoris, con su lengua y dientes, rápido y lento le acarició. Sintió su cuerpo tenso, listo para caer a un precipicio, cuando él sumergió un dedo en su coño lloroso y palpitante. Sus músculos vaginales se agitaron furiosamente, luchando contra el invasor, mientras Naruto sumergía y sacaba más rápido su grueso dígito.Y cuando él agregó vibraciones a su lengua...

Sus ojos se abrieron de sorpresa mientras que sentía que su cuerpo subía a las nubes para caer precipitadamente. Su mundo estallando desde su coño. Gritó, tan fuerte que la garganta le dolería por horas.

Cuando su consciencia volvió lentamente a ella, Naruto seguía juntando los jugos de su vagina con la lengua, su cuerpo saltó cuando tocó su sensible clítoris. Escuchó los ruidos de saboreó de Naruto y, si hubiera tenido algo de fuerzas le habría pedido que dejará de lamer su crema, pero no podía ni siquiera avergonzarse. Tenía los ojos cerrados, pero la sonrisa estaba tatuada en su rostro. El movimiento de la cama le dijo que Naruto se movía, pero aún estaba demasiado drenada.

El cuerpo caliente de Naruto se sumergió a su lado en la cama y ella fue hacía allí. Su cuerpo estaba demasiado cansado y relajado para abrir los ojos. Naruto le rodeó con sus poderosos brazos y ella suspiró, feliz.

—Descansa, dulce compañera—, le susurró al oído.

Hinata frotó su mejilla contra el pecho terso de Naruto, un nuevo suspiró la dejó antes de caer profundamente en un sueño lleno de nubes esponjosas, blancas y de un cuerpo caliente y ojos azules hambrientos.

Hime miró a Kurama. Se sentía avergonzada, pero el Kyubi parecía más pensativo mientras miraban el cielo anaranjado.

—¿Crees que ya hayan...?— preguntó queriendo moverse a la habitación para dormir.

Kurama bajó la mirada a ella y bufo.

—Con el gritó de Hinata, o terminaron o se la comió—, contestó con cierto deje de burla.

Hime movió los bigotes, sin saber qué responder a eso.

—No es gracioso... ¿No era que el Consejo prohibía el sexo antes de la unión?

Kurama gruñó.

—Lo que está prohibido es la concepción, mientras el sexo no tenga como resultado descendencia, pueden tenerlo—. Kurama miró sobre su hombro al interior de la casa para después volver a mirar al cielo—. Naruto no tiene experiencia, pero hablaré con él cuando se levante...

—Creo que la charla llega tarde— criticó ella.

—No es mí culpa que anden todos revolucionados con ganas de copular.

—Con todas esas inyecciones que le ponen, me parece raro que no lo hayan hecho antes.

—Aunque la vez pasada Naruto también tuvo dos tés, no tuvo deseos de cópula con su futura compañera—. Hime sintió curiosidad en seguida por ello—. Supongo que no tuvo la misma conexión que tiene con Hinata—. Encogió un hombro.

—¿Cómo era ella?

Kurama frunció el ceño, pero no la miró.

—Ella era una Jidekfs.

—Ah, ahora lo entiendo todo— el sarcasmo goteando de sus palabras.

El Kyubi sonrió.

—Lo siento, a veces olvidó que vienes de un mundo subdesarrollado—, Hime gruñó—. Su raza es algo raro...

—¿Incluso para mundos tan desarrollados como ustedes?

Kurama no prestó atención a sus palabras filosas.

—Vienen de un planeta no muy lejos, en la próxima constelación. Su sol está muriendo y las hembras son pocas pero preciadas. Su pelaje era blanco, duro, como una armadura. Sus ojos eran rojos y unos dientes que podía destrozar a cualquiera.

Hime reprimió un escalofrío.

— Discúlpame si no le veo el atractivo...

—Es normal— Kurama miró hacia abajo, hacía ella—. No era bonita a la vista, pero era fuerte y fiera, lo que Naruto había necesitado —, o eso creía, pensó.

—¿Qué le sucedió?

—Fue en la última prueba, Debíamos transportar un nuevo Nio por la montaña Ihe, una de las más peligrosas. Naruto había hecho una clase de bolso para que cada uno transportará el nuevo Nio por turnos. Estábamos subiendo una pendiente peligrosa y ella simplemente cayó.

Kurama se calló al escuchar el gritó de la hembra en su memoria, aún podía verla deslizarse de la pendiente, su mirada roja con los ojos enormes al saber que moriría. Una roca floja y el peso había hecho lo suyo. Naruto no había llegado a tomarla, y él estaba demasiado lejos para salvarla. Aún se sentía culpable, después que Meirua había muerto intentó pensar en todo lo que podría haber hecho para salvarla.

—No puedes cambiar lo que pasó—. Miró asombrado a la pequeña gata que lo miraba atentamente, ella sonrió con su boca partida—. Hacemos lo que podemos cuando se nos da la oportunidad. Todo pasa por algo, es una pena que ella no viviera, pero no fue la única en morir y estoy segura que no será la última. Me parece injusto que obliguen a hacerlo, pero...

—No se obliga, ellas se ofrecen— le interrumpió.

Hime lo miró confundida.

—A Hinata y a mí nos obligaron. Nosotras no quisimos participar.

— Es diferente...

—Mas te vale que no digas que porque venimos de un planeta subdesarrollado— gruñó.

Kurama sonrió.

—No, no es por eso.

—¿Entonces?

—Tengo la teoría que El Consejo está observando la tierra, viendo si ya están preparados para un contacto directo. ¿Qué dices? ¿Tu planeta ya está listo?

Hime lo pensó un rato.

—No lo sé—, suspiró—. Los humanos son impredecibles. Muchos aceptarán las vidas extraterrestres, puede que hasta las respeten. Pero habrá los que tengan miedo y los humanos con miedo son peligrosos. Pueden hacer cualquier cosa.

—¿Crees que el Consejo no podrá manejarlo?

—Puede ser—, cedió—, pero aún así, es difícil decir eso.

Ambos se quedaron en silencio, sumergidos en pensamientos ajenos a cada uno. Hime pensando en su hogar, como había vivido despreocupada desde que Hinata la había adoptado. Su vida había sido tan simple, sin preocupaciones. Todo había cambiado cuando se había despertado perdida en el auto de Hinata en movimiento. Por un momento, drogada como estaba, pensaba que Hinata la abandonaría. Se había enojado tanto con ella, consigo mismo por creer en la humana. Cuando Hinata había intentando sostenerla, había atacado, queriendo huir antes de que le rompiera el corazón otra vez. Se escondió, dolida por la traición. Sólo para encontrarse a esa extraña criatura que iba hacía Hinata. Por más que creía que ella la iba a abandonar, no podía permitir que le sucediera algo. Así que simplemente atacó y luego corrió hacia Hinata, intentando llegar a ella antes de la creatura.

¿Quien diría que un mal entendido las llevaría a ambas a otro planeta?

Hime suspiró.

—Creo que ya no hacen ruido, iré a dormir.

—Ve a mí habitación— dijo Kurama.

Hime se detuvo en la puerta del balcón.

—¿Disculpa? ¿Por qué haría eso?— le pregunto mirándolo sobre su hombro.

Kurama alzó una ceja, o la mancha oscura que parecía una.

—Bueno, ve a su habitación si quieres ver sus traseros desnudos.

Hime abrió grande los ojos grises y luego siseó hacía él.

—Cuando tienes razón, tienes razón. ¡Maldición!

Kurama aguantó la risa hasta que Hime se metió en el pasillo. Miró el Sol que había salido completamente y sonrió.

Podía acostumbrarse a tenerlas en su vida. Definitivamente, no sería un sacrificio.

Por suerte estos muchachitos no llegaron al final, ¿que pasaría si Hinata quedará premiada? tanto esfuerzo por nada...

Ahora con respecto a los Nakys, ¿quienes crean que sean? ¿Será verdad que vendrán por Naruto y Kurama? ¿Qué pasó con el Kyubi de Kushina, Kouko?

Más preguntas y no estoy segura si todas serán contestadas....

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