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LA PRIMERA PRUEBA

La historia me pertenece, los personajes(algunos), por otro lado, pertenecen a Masashi Kishimoto.

LA UNIÓN

Capítulo VI

§

Hasta que no luchas por algo,

no te conviertes en quién eres.

§

LA PRIMERA PRUEBA

Hinata suspiró al sentirse llena. La comida no era tan desagradable como pensó que podía ser y era una ventaja tener una máquina que te diera cualquier comida.

El ambiente estaba algo tenso, tanto ella como Naruto estaban nerviosos por el próximo día. Empezarían las pruebas y ella no sabía qué esperar. Naruto le había contado las del año anterior, que él le decía giro. No conocía las anteriores porque estaba prohibido entrar para los hombres y mujeres que no compitieran, sólo podían los que ya estuvieran emparejados o que no tuvieran posibilidad de participar. Esa era su forma de sorprender a los participantes. Según él, la primera prueba de las hembras habían sido una case de carrera de obstáculos.

Hinata sintió que su estómago se revolvía cuando le describió los obstáculos. Lleno de animales salvajes, voladores y cazadores. Habían muerto siete chicas en esa.

Según la destreza y velocidad, el Consejo ponía puntajes a cada hembra y macho. En la prueba final, se juntaban ambos y se hacía la última. Considerando los tres puntajes más alto, esos eran los ganadores.

Hinata se sentía enferma cuando le contó la segunda prueba. Debían esquivar un animal que Naruto le describió como una pantera con muchas patas, ella se lo imaginó así. Una criatura negra, con mucha velocidad y carnívoro. En esa prueba habían entrado 193 chicas y salieron 98. Considerando que metieron una criatura para cada una.

—Para—, Hinata alzó una mano, pidiéndole silencio. Se tocó la garganta con otra al sentir la bilis subir.

Las cosas eran tan barbaries, ella intentaba hacerse la idea de este nuevo mundo, pero se lo ponían mucho más difícil cuando a los dos días la hacían competir en algo que ella moriría.

La expresión de Naruto estaba algo preocupada. Hinata lo miró, por lo menos tenía a Naruto. Él era un macho bastante agradable, por lo que pudo ver de los demás. Él siempre respetaba sus silencios, nunca la trató con violencia, y era simplemente educado. No había intentado sobrepasarse con ella, no la había intentado tocar, ni siquiera le había mirado como lo había hecho su hermano mayor. Eso hizo que su ceño se arrugara.

—¿No soy atractiva para ti?

Hinata no podía creer que haya dicho eso en voz alta. Su cara se calentó y bajo la mirada a la mesa. Había llegado a ver cómo los ojos de Naruto se abrían con sorpresa.

—¿Por qué dices eso?

Hinata dudó, cómo podía explicar su curiosidad sin sentir que intentaba que él avanzará. Naruto era un hombre atractivo, si fuera de la tierra, tendría muchas mujeres babeando trás él. Ella habría apreciado su belleza, era algo seguro. Además era educado, con una sonrisa que embellecía sus rasgos fuertemente masculinos.

Naruto se estiró en la mesa, bajando su cabeza para que sus miradas se encontrarán.

—¿Por qué dices eso, Hinata?— volvió a preguntar y ella tuvo la necesidad de responderle, después de todo él siempre contestaba.

—Tu... Mmm... — Hinata tartamudeo—. No muestras interés— dijo finalmente.

Naruto alzó una ceja.

— ¿No muestro...?— parecía desconcertado y Hinata quería desaparecer allí mismo.

Se tapó la cara con ambas manos, escondiendo su rostro rojizo de su mirada confusa. Se sentía tan tonta por preocuparse por esas cosas. Ahí estaba ella, a unas horas de pasar por una prueba que era desconocida para ella, que podía significar su muerte; y ella se preocupaba por si Naruto la encontraba atractiva.

¿Qué me pasa?

— Olvida lo que dije—. Hinata negó con la cabeza y se abanico la cara con ambas manos.

Hubo un silencio incómodo, hasta que ella lo miró. Naruto parecía serio y ella se estremeció internamente, esperando no haber insultado algo.

—¿Cómo muestran interés los machos de tu planeta?— le preguntó, sus ojos más oscuros de lo habitual.

Hinata se mordió el labio, cómo podía explicar algo como eso. En la tierra no necesitaba explicar a un hombre como intentar seducir a una mujer, pero ella se dijo que Naruto no era un hombre cualquiera. Era un alien.

—Cuando un hombre, macho—, se corrigió rápidamente—, está interesado en una hembra la corteja.

Naruto la miraba atentamente, asintió pero no dijo nada.

—El macho coquetea, buscando la forma de llamar su atención. Si la hembra es receptiva, tienen citas dónde se conocen—. Ella suspiró, era tan difícil de explicar, las palabras no venían a ella—. Es algo natural. Si a un hombre le gusta una mujer se lo demuestra.

—¿Cómo?— Naruto parecía muy interesado.

—Mmm, no sé—, ella agitó la cabeza—. La mira de una forma particular, la halaga, le da flores. Cosas así.

Hinata jugo con el borde de su plato, le molestaba ser tan tímida pero tampoco quería decirle a Naruto su experiencia con el sexo masculino. Si, no era virgen, pero tampoco había estado con muchos hombres. Sólo uno y había sido un cretino.

—En tu planeta¿muchos machos mostraron interés por ti?

Hinata hizo una mueca.

—¿Tú que crees?— era una pregunta retórica, pero, se dió cuenta que Naruto no entendía de sarcasmo o dichos.

—Eres atractiva. Definitivamente extraña para una Konohagakure, más que nada por tu estatura y tus...— Naruto bajó la mirada a sus pechos, asintiendo sin terminar la frase—. Pero eso sólo te hace más llamativa.

Hinata resopló. Ni en la tierra o en el espacio, sus pechos pasaban desapercibidos. Durante su crecimiento, los había odiado. No podía correr sin sentir que rebotaban y era muy incómodo, sin olvidar los dolores de espalda por el peso extra.

—¿Todas las hembras de tu planeta son como tú?

Hinata entrecerró los ojos a Naruto, pero se dió cuenta que él sólo preguntaba con curiosidad y no otra intención.

—No, obvio que no. Hay mujeres más altas, algunas pueden ser tan altas como las de aquí, pero es extraño. Con respecto a los bienes, algunas tienes tanto o más que yo y otras no. La variedad es enorme, en forma, tamaño y color.

—¿Color?¿Cómo?— Naruto apoyó su barbilla en su enorme puño, poniéndose cómodo.

—La piel, puede ser blanca, negra o una variedad intermedia. El cabello también es de diferentes colores. Negro, rubio, castaño, rojo...

—Ah, como aquí

Hinata asintió.

—Algunas mujeres se tiñen el pelo de otros colores también—, Naruto alzó las cejas.

—¿Es como una llamada de apareamiento?

Hinata se tapó la boca al reír, nunca sabía con lo que saldría este extraterrestre.

—No, las mujeres lo hacen porque les gusta como le queda—, se encogió de hombros—. Algunos hombres también lo hacen.

Naruto frunció el ceño, quedando pensativo por unos momentos.

—¿Y tú que crees?— preguntó mirándola divertido.

Hinata frunció el ceño, sin saber de qué hablaba.

—¿Sobre qué?

—¿Te parezco atractivo?

Naruto la miró con esa sonrisa derrite bragas, y si ella hubiera tenido alguna se le hubiera incendiado. Sabía que tenía las mejillas sonrojadas, pero aprovecho la oportunidad para mirarlo detenidamente. Su cabello corto y en punta, esos ojos que brillaban como faros llamándola a qué vaya a él. Los rasgos tan masculinos y fuertes, esas marcas en sus mejillas. Su mandíbula dura y firme, sus labios gruesos y húmedos. Se mordió el labio inferior al imaginarse como se sentiría en ella, qué tan suaves serían contra el suyo , o en su garganta. Sus pechos se pusieron pesados y sus pezones se alzaron pidiendo atención de esa deliciosa boca. Comenzó a respirar pesadamente, hacía mucho tiempo que no tenía un encuentro sexual, no contaba los orgasmos que ella misma se había dado.

¿Hacía cuando que un hombre no la tocaba? Ni ella se acordaba. Pero de repente su imaginación voló, ¿Qué tendría de malo si ella tenía sexo con Naruto? No eran muy distintos, esperaba que su polla tampoco lo fuera. Su cuerpo era musculoso y grande, ¿un indicio de como sería allí abajo? Hinata no lo sabía, pero su cuerpo quería averiguarlo. ¿Qué tenía de malo? Ya había aceptado que pasaría las pruebas, tarde o temprano tendrían que hacerlo y ella no era buena con la ansiedad.

Hinata asintió, sin poder confiar en las palabras que saldría de su boca en ese momento.

Se sentía rara después de la inyección o té que le habían dado. Aún recordaba la mirada que le había dado Naruto. Acalorada, lleno de deseo y su aliento se atoro cuando vió la misma mirada en ese momento. No era como la de Menma, aunque el color de sus ojos era casi igual, en Naruto era diferente. Había una desesperación, un calor tan abrumador que sentía que si fuera posible, prendería fuego su ropa en un segundo.

Se removió en el almohadón al sentirse mojada, pero no apartó la mirada. Era algo imposible, Naruto la miraba tan intensamente que era como un tornado. Un tornado enorme que la arrastraba hacia él. Se sentía liviana, como si la gravedad se hubiera ido y quería flotar a él.

Su experiencia era limitada, pero nada de lo que había sentido antes se comparaba a lo de ese momento. Su cuerpo tembló cuando Naruto bajó esa mirada por ella. Hinata juraba que podía sentir sus manos recorriendo su cuerpo en vez de sus ojos. Su clítoris latió cuando se centro en sus pechos hinchados, un gruñido brotando del pecho de Naruto hizo que se le pusiera la piel de gallina.

Tan concentrada estaba en su rostro que notó la mueca de dolor después que tomará un respiro profundo. Él volvió a levantar la mirada para encontrar la suya y abrió la boca para decir algo, cuando un ruido los hizo mirar a la puerta del balcón.

Hime y el Kyubi en su forma adulta entraban, y ambos se detuvieron al verlos sentados uno frente al otro.

Hinata casi salto al verlos.

—¡Hime!— llamó cuando estaba levantándose.

Ambos habían salido después de que ellos comieran, mientras Hinata estaba dándose una ducha. Se había preocupado por su gata, pero Naruto le había asegurado que el Kyubi no permitiría que se perdiera. Había estado preocupada por ella hasta que Naruto le comenzó a contar sobre las pruebas y hasta... su cara se calentó. No podía alzar la mirada y ver la expresión de Naruto, sabía que la estaba mirando, podía sentir sus ojos clavándose en su perfil. Hime caminó hacía ella, tranquila y, aparentemente, ajena al ambiente tenso de la habitación.

—Ya debemos ir a dormir, Hinata. Mañana necesitas todas tus fuerzas.

Hinata sintió que un gran peso caía sobre sus hombros, era verdad. Se había olvidado. De reojo se dió cuenta que Naruto se levantó también.

—Tu gato tienen razón. Debes descansar, toma mí habitación. Debes estar lo más cómoda posible, mañana te despertaré cuando amanezca. Debemos estar a primera hora en la Arena.

—¿Arena?— Hinata tragó saliva, era como estar en la antigua Roma. Esperaba no encontrarse con un Coliseo espacial

Naruto asintió y tomó los platos, con un movimiento de cabeza se fue a dónde los dejaba.

—Descansa.

—Tu también—, susurró y caminó siguiendo a Hime a la habitación.

Hinata observó el techo de la habitación, aún sin poder dormir. Su cabeza estaba demasiado activa para poder desconectarse. Había intentado hablar con Hime, pero ella se durmió enseguida.

Con un suspiro se giró a un costado, la puerta medio abierta, se filtraba una luz muy tenue. Naruto le había bajado la luminaria, lo suficientemente para ver y que no le molestará para dormir. Sonrió, él era muy detallista. Su cuerpo se calentó de nuevo al pensar en sus miradas después de comer.

Pensó en tocarse para sacarse esa sensación, pero se detuvo. Por varias razones. Primero estaba la vergüenza, Hime estaba en la habitación con ella y Naruto podía llegar a escucharla si se le escapaban algún sonido. Después estaba que en unas horas ella estaría peleando por su vida, quería guardar todas sus fuerzas. No dejaba de pasarle por la cabeza que en la tierra, los deportistas de todo evitaban las relaciones antes de una actividad. ¿Por qué era? No podía recordar, algo de que le sacaba fuerzas en las piernas... ¿Tal vez? Ella necesitaba todo lo que pudiera conseguir.

Cerró los ojos, convencida en dormir, limpiando su cerebro de todo lo que pudo.

Pero su sonrisa seguía apareciendo.

Hinata sabía que tenía la boca abierta, y su miraba volaba a todas las direcciones.

Bueno, joder. Es un maldito Coliseo.

Las paredes se alzaban hasta casi el cielo, Hinata no podía calcular la altura, pero era mucho más grande de cualquier cosa que hubiera visto en la tierra. Grandes aberturas ovaladas estaban a unos 20 metros de distancia. Por cada una que ella pudo ver, una gran multitud entraba al interior del monstruoso coliseo.

El viento golpeó su cara y levantó los ojos al cielo anaranjado. No importaba cómo se moviera el Sol, el cielo siempre estaba anaranjado. A varios metros del suelo, sobre el techo de unos de los departamentos, Hinata observó todo. Extrañamente los nervios no venían, cuando Naruto la levantó apenas salía el Sol, su mirada estaba llena de confianza a ella.

Hinata no podía decepcionarlo.

El viento sopló más fuerte, alzando su pelo largo y, por extraño que pareciera, fue reconfortante. Cerró los ojos, respirando hondamente, su piel de gallina. Su suerte ya estaba echada, quería creer que el universo no la había llevado hasta allí para morir.

Sus ojos se abrieron cuando Naruto la cargo de nuevo en sus brazos, no habían hablado mucho desde que se levantaron. Ambos abducidos por sus propios pensamientos. Ni siquiera Hime se había comunicado mucho, pero Hinata no podía preocuparse por eso en ese momento. El Kyubi de Naruto había entrado a él antes de salir del "departamento". Sus brazos se engancharon en el cuello de él y agradeció no tener pavor ni a las alturas ni a la velocidad, cuando Naruto saltó al suelo.

El cayó de cuclillas, el polvo levantándose cuando aterrizó. Hinata sintió el impacto en su cuerpo, como los músculos de Naruto se tensaron, absorbiendo el golpe. Se alzó a toda su altura y la bajo, como si fuera la flor más delicada. Él sonrió, pero no llegó a sus ojos.

— Debes entrar por esa puerta—, señaló una abertura más pequeña, cerca de ellos, varias mujeres de muchas razas entraban. También vió otra a su lado, dónde entraban los hombres—. Yo iré por aquella—, su mentón señalando.

Hinata asintió, un nudo en su garganta. La realidad se escurrió por su cerebro, entrando en su sangre como agua helada. Quería irse, quería dejar atrás todo, pero una mirada a Naruto no le permitió retroceder. Su vista se clavó en los generoso labios del extraterrestre que la había tratado como persona.

Fue un impulso.

Hoy puedo morir, pensó, quiero saber lo que se siente.

Sus manos fueron a los hombros, tomando la camiseta negra que usaba ese día, tomándola en forma de puños lo empujó para abajo. Lo tomó desprevenido, con los ojos enormes Naruto la miró hasta que ella juntó sus labios.

Lo beso, no era suave, no era dulce, fue desesperado, un beso violento. Hinata mordió su labio inferior hasta que él lo separó con un jadeó. Su lengua entro, buscando, con un gemido Hinata profundizó aún más. Sintió como un rayo le traspasaba la columna, su pecho apretándose contra su duro cuerpo. Rasguñó su ropa, queriendo sentir su cuerpo, quería trepar por él. Decirle que se olvidará de esa tonta unión, todas esas peligrosas pruebas. Pero su ferocidad disminuyó cuando se dió cuenta que Naruto no contestaba a su beso, estaba tenso, sin tocarla.

Hinata se apartó, poco a poco, se sentía avergonzada. No pudo mirarlo, tomó el bolso dónde estaba Hime y se volteó, caminando rápido a la puerta donde debía entrar.

Decidió no pensar en ese beso, ahora tenía que concentrarse en su prueba. Respiró profundo cuando entró en la puerta y sus ojos se abrieron desmesuradamente. El lugar era enorme, y muchas hembras iban y venían. Algunas hablaban entre si y otras entraban a habitaciones. Ella se dió cuenta que había una especie de camarines para cada una, pero cuando se acercó a una puerta se dió cuenta que no podía leer lo que decía.

Comenzó a caminar, viendo dentro de los camarines, la mayoría ocupados por hembras. Cuando se volteó, alguien chocó contra su hombro.

—Lo siento—, dijo cuando miró hacia atrás.

La garganta de Hinata trabajo forzosa cuando vió a la hembra que había chocado. Tenía la cara de un cocodrilo, su piel escamosa y muchos dientes puntiagudos se dió cuenta cuando le gruñó. Ella dió unos pasos hacia atrás, por puro instinto, chocando contra alguien más.

—¡Aléjate Miush!

Hinata miró a la otra hembra, además de que era mas alta que ella y era muy delgada, sin pechos, no tenía otra diferencia a una humana. Su vista volvió a la mujer cocodrilo y se asombró de ver como esta bajaba la mirada, en obediencia, dio dos pasos atrás y se marchó. Se volteó, para ver de nuevo a la mujer mientras ella agüjereaba la espalda de la cocodrilo. Cabello con chongos, color café y unos enormes ojos chocolate.

La mujer la miró al fin, su expresión suavizándose.

—Saludos, tú debes ser la hembra terrícola.

Hinata alzó una ceja y tardó en contestar.

—¡Si! Uhh, soy Hinata—, no sabía si extender la mano o una reverencia y se animó a hacer una señal con la cabeza de saludo.

En el rostro de la hembra apareció una sonrisa.

—Soy Ten-Ten, del clan Tuzi, de Konoha—, hizo la misma reverencia con la cabeza que había hecho ella.

Hinata sonrió.

— Es un placer conocerte—, por lo menos no le había dicho nada de su pecho, aunque le dió una mirada de reojo.

Ten-Ten parpadeó, por un momento pareciendo confusa, hasta que sonrió ampliamente.

— Pareces algo perdida— señaló.

—Uhmm, si—, Hinata alzó un poco más el bolso dónde estaba Hime, muy silenciosa—. No he encontrado mí camarín aún.

—¿Camarín?— Ten-Ten frunció el ceño, pero mirando al rededor, pareció darse cuenta de lo que quería decir—. Déjame ayudarte.

Ten-Ten comenzó a caminar y Hinata tuvo que correr para seguir su ritmo, doblaron en una esquina, por otro pasillo lleno de hembras. Pero estás eran más parecidas a Ten-Ten. Hinata observó al pasar como dos hembras se enfrentaban, una rubia y otra con el pelo rosa. Ambas parecían listas para pelear entre ellas, las dos vestidas con una especie de falda negra y corset del mismo color. No se pudo quedar mucho, ya que la de chongitos siguió caminando. Ella corrió detrás, hasta que se detuvo en una puerta.

— Éste dice Hinata, Humana. ¿Eres tú?

Hinata asintió mientras entraba. Se dió media vuelta para agradecer a la hembra con una sonrisa, pero antes de que dijera cualquier cosa, ella habló primero:

—Eres la selección de Naruto, ¿no?— su rostro serio.

Hinata se preocupó, Naruto le había dicho que aveces la hembras se mataban entre sí para conseguir los machos que querían. ¿Será que Ten-Ten quería a Naruto? Eso hizo que su ceño se frunciera. La hembra pareció leerla, porque sonrió.

— Tranquila, no voy trás él—, Ten-Ten la miró de arriba a abajo, una mirada concentrada—. No te diré que las pruebas son difíciles, todos te lo habrán dicho ya. Pero tu cuerpo pequeño puede llegar a ayudarte... tal vez—. Volvió a sonreír—. Conozco a Naruto desde que eramos crías. Él merece ser progenitor. Si necesitas algo, sólo dímelo.

Hinata se quedó con la boca parcialmente abierta mientras veía a la hembra irse. Eso fue extraño.

Cerró la puerta y sacó a Hime del bolso. Ella saltó a una mesa cercana y se sentó en sus cuartos traseros, lamiendo su pata izquierda la miró.

— Debes cambiarte. No falta mucho para que empiece.

Hinata la miró con una ceja alzada, desde que habían vuelto de la casa de los padres de Naruto estaba extraña. Ella fue a donde había ropa colgada.

—¿Tienes algo Hime? Estas rara.

— Además que nuestras vidas están en peligro y tú sólo piensas en besar al trozo caliente y hacer nuevas "amigas"... pues nada.

Hinata entrecerró los ojos a su dirección mientras sacaba el atuendo que habían preparado para ella.

—Ja ja. Muy gracioso Hime— Ella no contestó y Hinata se concentró en la ropa—. Por lo menos parece cómoda— dijo mientras veía el pantalón ajustado y el corset, negros ambos.

Hinata se cambió rápidamente, la ropa era ajustada pero no molestaba. Podía moverse cómodamente, dejando todo en su lugar, nada se escaparía si tenía que correr; y también tenía unos zapatos, parecían botines pero mas livianos, aún así resistentes. Se ato el cabello largo en una coleta alta, la tira con la que se ato el pelo tenía cuerdas que le llegaban a las puntas o a la mitad y terminaban con una especie de punta de lanza. Ella se encogió de hombros.

Todas las hembras presentarse en Arena... Todas las hembras presentarse en Arena...

Hinata saltó cuando escuchó la voz en el techo, miró hacia allí, pero la voz parecía venir de todos lados. Corrió a la otra pared donde había colgada un estilo de espada liviana y un arco con flechas. Se abrochó el cinturón de la espada en la cintura y se cruzó la correa del carcaj, tomó el arco y vio unos tres cuchillos pequeños. Puso uno en cada bota y otro en su cinturón. Se movió un poco, sólo para saber si no le molestaban y salió de la habitación, Hime saltó a su hombro y asintió con sus ojos grises serios.

Las hembras salían por filas, caminado rectamente. Ella se colocó última y salió a la arena.

El estruendo la golpeó cuando el Sol le dió de frente en la cara. Entrecerró los ojos y tuvo el reflejo de taparse los oídos, pero se resistió. La Arena era como cuatro campos de fútbol juntos, sólo la parte por dónde ellas estaban saliendo. Los asientos se alzaban por sobre ellos y Hinata miró hacía arriba, preguntándose cómo veían los que estaban a esa altura. Hasta que se dió cuenta que había una especie de vidrio, como una cápsula que encerraba la Arena, seguramente para mantener a salvo a la audiencia.

Cuando se detuvieron, Hinata se dió cuenta que eran una fila recta, todas mirando a un enorme podio. Sus ojos se abrieron con asombro cuando vió a las tres criaturas que estaban paradas al lado de una especie de tronos.

El primero ella lo identificó como un "gris", como lo llamaban en la tierra. Enorme cabeza, ojos completamente negros, una fina línea por boca. Era pequeño, pero ella podía verlo bien gracias a qué la imagen se reproducía en el enorme vidrio que los cubría, Hinata creyó que así veían los del otro lado.

El segundo era como un hombre, el más guapo que había visto en su corta vida. Era idéntico a un ser humano, hasta que Hinata vio las alas blancas en su espalda. El hombre no tenía ni una imperfección y le recordó a la imagen de un ángel.

El tercero le hizo tener un escalofrío. También se parecía a un humano, si no contabas los cuernos, la cola fina que se agitaba de un lado al otro. Ah, y que su piel era roja como la sangre. Hinata tragó saliva, era un demonio.

Eso le hizo pensar, ¿será que los humanos confundían a los extraterrestres con seres divinos? No era un pensamiento muy descabellado, y tal vez por eso consideraban a los humanos atrasados.

Salió de sus pensamientos cuando Hime se tensó en su hombro.

Bienvenidos a una nueva Unión.— los aplausos y gritos siguieron a la voz. Hinata buscó de dónde provenía pero no pudo ver nada, su corazón golpeando en su pecho—. Este giro tenemos 150 participantes hembras listas para demostrar que pueden mantener una familia. Pero primero, respetemos a nuestro honorable Consejo.

Hinata observó como todas las hembras hacían una reverencia y ella rápidamente las imitó. Cuando levantó la mirada hacía la pantalla, sintió que los tres del Consejo la miraron directamente. Tragó saliva, y descartó la idea. La pantalla le daba ideas.

—Como siempre tenemos a nuestros Cus en acción— Hinata no entendió eso, hasta lo que pareció una mosca pasó delante de ella. Escuchó los murmullos fuertes.

—Esos bichos son una especie de cámara, así todos te ven— Hime le susurró al oído.

Hinata alzó las cejas y asintió.

— Ahora empezaremos con la demostración. Cada hembra pasará al frente a demostrar un poco de su poder...

Hinata se quedó congelada, sintiendo como todo se desdibujaba.

¿Demostración? ¿Pasar al frente? ¿¡Pero que mierda!?

¡Naruto no le había dicho nada de eso! Buscó con la mirada al macho, su mirada salvaje. Lo encontró, justo debajo del Consejo, otra pantalla mostraba a los 150 machos sentados, observando a las hembras. Hinata apretó los dientes y encontró a Naruto, lo miró con tal odió que se sorprendió que él no cayera muerto. El Kyubi estaba sentado al lado de él, en forma adulta.

La voz llamó a una hembra y está pasó al frente. Sonó una campana y ella empezó a hacer un estilo de coreografía de pelea y ella se quedó con la boca abierta. La mujer se movía rápidamente, con precisión. Ella calculó que al minuto, la campana volvió a sonar. Los "ooh" "uuh" y "aahh" no se hicieron esperar, igual que los aplausos. Hinata volvió a mirar a Naruto, odiándolo más cada segundo que pasaba.

¿Que se supone que debo hacer?

Hinata se movió incómoda cuando otra mujer empezó con su demostración.

—¿Que preparaste?— susurró Hime.

—¿Preparar?— Hinata quería gritar, pero murmuró con los dientes apretados—. Naruto no me dijo nada de la maldita demostración.

Hime la miró asombrada y Hinata volvió a mirar a la tercera hembra que salía, ¿cuándo le tocaría? Sentía que iba a hacer el peor papelón de su vida. De nada le ayudaría imaginarse a todos los extraterrestres desnudos, aunque tampoco quería hacerlo. Hime se quedó pensando un rato, mientras Hinata sentía que su corazón subía hasta su garganta, como queriendo escapar de su cuerpo. Traidor.

Otra hembra salió.

—Maldita sea... ¿recuerdas una de esas coreografías que bailabas en casa?

—¿Coreografía?— Hinata frunció el ceño.

—Esas que te tiranas al suelo, que una vez rompiste la mesa de café.

Hinata abrió los ojos grandes. ¡Si! Ella recordaba esa coreografía. Le gustaba hacer zumba en casa, ya que no tenía tiempo para un gimnasio, además que no le gustaba la maquinaría y, lo más importante, ahorraba dinero. Pero la zumba le aburrió rápidamente cuando no presentó un desafío para ella, entonces empezó a buscar más complejas y encontró esta chica. La última que había aprendido, la recordaba muy bien, hasta la música comenzó a escucharse en su cabeza. Sonrió, por primera vez desde que entró en la Arena.

Muy bien, ella se presentaría frente a miles de extraterrestres con Destiny'n Child. La idea le quiso hacer reír.

—Tranquila Hime—, le susurró a su gata—. Ya lo tengo.

Naruto aplaudió a la hembra Ten-Ten cuando terminó de demostrar su habilidad con las armas. Su cuerpo se tensó cuando el Cus enfocó a Hinata, ella sería la siguiente. El Kyubi se removió a su lado y él sintió como todos quedaban en suspenso, mirando a su pequeña hembra. El auditor nombró a Hinata y ella rápidamente sacó sus armas de su atuendo, Hime bajando de su hombro, y él subió una ceja.

Tenía curiosidad,¿Qué haría su pequeña compañera? Él no recordaba si le había dicho sobre la presentación, creía que sí... aunque la mirada que le dió Hinata antes de empezar, lo hizo dudar. La campana sonó y Hinata comenzó.

— Hashirama eterno... ¿Qué está haciendo?— una voz susurró en su espalda.

Naruto le hubiera gustado contestar, pero no podía apartar la mirada de la hembra, ni siquiera sabía si estaba respirando en ese momento.

Movía su cabello como si fuera un arma, y sus brazos tenían cierta violencia. Pero lo que lo desconcertaba era su parte baja. Era como una danza de apareamiento... Sus ojos se abrieron cuando se tiró al suelo, ¿se había lastimado?

No, ella seguía moviéndose.

Naruto se dió cuenta que era una extraña combinación entre una danza de combate y apareamiento. Ciertamente él tenía ganas de montarla cuando su miembro se despertó con sus extraños y exóticos movimientos. Era como un reto, sintió como su cuerpo se calentaba a fuego rápido. Parecía que transmitía que si podía vencerla tendría derecho a criar con ella. Y Naruto quería hacerlo.

Hinata terminó con sus rodillas en el suelo, haciendo un extraño movimiento que hizo que su sistema reproductor doliera. La campana sonó, el silencio fue atronador, él no podía moverse, había quedado hipnotizado por sus movimientos. Gracias a los Cus podía ver sus mejillas sonrojadas y su respiración rápida, mientras ella se quedaba aún arrodillada en el suelo.

Alguien comenzó a aplaudir y en la pantalla se enfocó al Deus, el primero del consejo. Rápidamente todos lo imitaron, pero Naruto entrecerró los ojos al ver la sonrisa del ser alado. Algo se removió en su interior y quiso mostrar los colmillos. ¡Era su hembra!

Las hembras siguieron pasando, cuando pasó la última, Naruto ya estaba recuperado. Pero se sentía hervir por otros motivos. Los machos a su alrededor no paraban de hablar de la pequeña hembra con senos que había demostrado la habilidad de la pelea y la copulación. Naruto apretó los dientes, sabía que los machos ahora intentarían llamar su atención, después de todo en la última prueba las hembras elegían a sus parejas finales. Jamás le había dicho eso a Hinata, seguramente tendría que decírselo, pero quería creer que ella se quedaría con el. Él era uno de los clanes más fuertes, además que tenía al Kyubi. A Naruto no le costaría mucho encontrar a otra hembra si Hinata cambiaba de macho, pero la sola idea lo hacía querer romper algo.

Se saboreó su labio inferior, aún teniendo su dulce esencia en el. Lo que sea que había hecho antes de que se separaran, lo había dejado pensando en ella todo el tiempo.

¿Lo había hechizado?

—¡Ahora sí!— la voz cantó—. Empezaremos con la primera prueba.

Hinata apretó más fuerte el arco en sus manos.

— Después de 10 giros, vuelve a nosotros la caza. Aunque el asunto es simple—, Hinata escuchó el murmullo de la multitud—, se ha agregado una dificultad.

Dos especies de animales aparecieron en los cristales, Hinata miró buscando la similitud de una raza de la tierra. El primero era una especie de caballo, pero con más lomo, tenía astas que eran enormes. Mientras que el otro le dió repulsión enseguida, se parecía mucho a un jabalí, pero más grande y feo. Sus patas delanteras eran más altas de las de atrás, su pecho ancho y lleno de pelo grueso. Tenía cuatro colmillos que salían de su enorme boca y un cuerno en el centro de su frente.

—Deben cazar uno de estos seres, recuerden que el Jinjo—la imagen del jabalí se alumbró—, es mucho más violento que el Ruus y que es carnívoro, así que más que una presa puede ser su depredador. No habrá rescate, la única forma es renunciando a la Unión. Recuerden que si eso sucede no sólo ustedes serán descalificadas, sino también sus selecciones.

Hinata tragó saliva, mirando a la dirección de Naruto. Ella podía salvarse de está competencia, su lado egoísta queriendo correr. La mirada celeste de Naruto la atrapó, él la miraba con tanta confianza que por un momento se sintió culpable. Vio el pequeño destello de preocupación... o tal vez a ella le pareció.

Ella no podría volver a la tierra aunque perdiera. ¿Qué le quedaba? ¿Su padre que la obligaría a casarse y jamás le había importado cómo ella se sentía al respecto? ¿Una casita en el bosque, pequeña y solitaria? Hime estaba a su lado y no había nadie que le necesitará en la tierra.

Naruto la necesitaba aquí.

— Los puntajes aparecerán frente a ustedes cuando puedan terminar con su presa. Recuerden: ¡Todo vale!

Cuando la voz gritó, el piso de arena comenzó a temblar y la luz pareció desaparecer. Sintió el siseó de Hime en su oído y Hinata agarró una flecha. Nunca había usado un arco, pero la adrenalina sería un buen incentivo para aprender rápidamente. No importaba a dónde mirará, el lugar estaba en completa tiniebla, pasó su mano por frente a sus ojos y no pudo verla. Se preguntó si Hime vería algo, pero cuando iba a hablar, el suelo volvió a temblar. Ruido de madera, árboles, llenó el silencio y así como la luz se había ido, volvió.

Hinata parpadeó, acostumbrando su vista, sus ojos se agrandaron cuando se percató a donde estaban.

—¿Un bosque?— susurró.

Los majestuosos árboles se alzaban al cielo anaranjado, el suelo lleno de hierva dorada y las hojas eran marrones. Parecía un enorme bosque en otoño.

Hime saltó al suelo y Hinata observó alrededor mientras ella olía. ¿Dónde estaban las demás hembras? En su oído sintió un pitido fuerte, que le hizo fruncir el ceño, pero no duro más que un segundo. De repente sentía hasta el más mínimo sonido, el movimiento de las hojas, los pasos silenciosos de Hime. Hinata giró, mirando para todos lados, ¿que estaba pasando? Su vista también, fue asombroso cuando se concentró en una hoja dorada muy lejana a ella y pudo ver sus líneas, hasta una gota de agua corriendo por el medio. Sus brazos se calentaron, se preguntó si la inyección ¿era solo de fertilidad o le habían puesto algo más?


Se escuchó un gritó lejano y Hinata se sobresaltó girando a dirección del sonido junto con Hime. Sus ojos se abrieron cuando vio correr a ella una hembra, su hacha colgando de su mano, pero eso no la asustó. Lo que le puso la piel de gallina fue su hermosa cara transformada en puro horror.

—¡CORRE!— La hembra gritó cuando la vió.

Hinata sintió sus pies pesados, Hime gruñó. Sus ojos se abrieron más aún cuando una enorme criatura embistió a la hembra desde atrás, levantándola en el aire. Todo pasó como en cámara lenta, la hembra rodó en el aire, su ropa blanca balanceándose con el movimiento. La criatura, el Jinjo, bramando y chirriando mientras saltaba, su horrible hocico cazando a la hembra en pleno vuelo. El jabalí extraterrestre debía medir su misma estatura, pero pesaba toneladas. Enorme, se quedaba corto para describirlo.

Los ojos de Hinata se cerraron cuando escuchó el inconfundible sonido de huesos romperse y de las mandíbulas trabajar. Su cuerpo temblando, sabía que debía correr, pero sus extremidades no respondían ninguna de las desesperadas señales que le mando su cerebro. Jadeó cuando sintió los colmillos de Hime clavarse en su pantorrilla, miró hacia abajo.

—Corre...

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