Fin de la Competencia
La historia me pertenece, los personajes (algunos), por otro lado, pertenecen a Masashi Kishimoto.
LA UNIÓN
Capitulo XXI
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Eso que parece tu final, es sólo el comienzo de la Victoria.
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El Fin de la Competencia
Naruto saltó del barco con el Bekirot en el fular y una mochila con provisiones en la espalda. Se movió rápido para ayudar a su compañera a pararse mientras la tierra seguía gimiendo y temblando.
-¿Qué sucede?- gritó Hinata por sobre el aterrador sonido.
Naruto miró hacía más allá de la costa y sus ojos se entrecerraron al ver un pico. Su rostro perdió color notablemente.
-¿Naruto?- susurró Hinata al notar que él la había tomado con más fuera.
La tierra se detuvo, y los otros competidores estuvieron al lado de ellos en unos segundos.
-¿Qué es ese olor?- preguntó Sakura mientras arrugaba su naríz.
Naruto lo sabía muy bien.
-Estamos en la montaña Ihe...
Kurama gruñó y se tensó, notó como Hinata miraba sin comprender, pero él no tenía tiempo de explicar. Necesitaban moverse.
Él no soltó a Hinata cuando comenzaron a avanzar, llendo a dónde los árboles rojos sangre se alzaban. Era las primeras horas del día y tenían que terminar esa prueba antes del anochecer.
Era imperativo.
Si la noche los engullía en la montaña, era muy probable que ninguna de las hembras sobreviviera.
Ten-Ten se movió rápido también, casi pasándolo y con Hime en su hombro. Lo miró con la expresión seria.
-Avanzaremos en el camino, e iremos despejándolo.
Naruto asintió, mientras veía a Ten-Ten sacar su largo sable y saltó sobre una rama de uno de los árboles cercanos, para desaparecer mientras saltaba más adelante. Ella conocía ya está montaña, después de todo había estado en la prueba anterior junto a otro compañero.
Él avanzó rápido, pero con cuidado por su compañera, Kurama se mantuvo del otro lado de ella. Ambos iban a protegerla de está furiosa montaña.
-¿Podrías explicarnos qué sucede, Naruto? - gruñó Sakura mientras mantenía su paso, su compañero a su espalda con el arma lista en su mano y el Bekirot en un fular que Hinata le había enseñado a hacer.
-La montaña Ihe fue la última prueba en el giro anterior-, explicó aunque algo reacio a hacerlo-. El olor que sientes es el azufre que se quema bajo la tierra...
Hinata se detuvo, logrando soltarse de Naruto al él seguir caminando, él se volteó y ella lo miró con ojos grandes.
-¿Azufre? ¿Estamos en un volcán?
Naruto volvió a tomar su mano y apresuró el paso.
-Lo siento dulce, no podemos detenernos para explicar. Por favor en el momento que te sientes cansada, dímelo. Ni siquiera podemos detenernos para descansar o comer.
Hinata frunció el ceño, pero antes de decir otra cosa Sakura los alcanzó con un pequeño trote.
-¿Qué es un volcán?
Hinata suspiró, a veces era molesto tener que explicar lo que para los humanos era algo común.
-Un volcán es una formación geológica. Por allí... sale el magma... que hay...- cada vez le costaba más terminar la oración. El olor se hacía más fuerte, el terreno se hacía más difícil y Naruto no la ayudaba al tironear todo el tiempo su brazo- de bajo...de.. la... tierra.
Lo que más le molestó a Hinata fue que nadie más que ella parecía en dificultades para avanzar. Naruto la alzó de su cintura para que pasará sobre un tronco caído, mientras Sakura saltó sin problemas. La hembra no parecía que estuviera sin aire, como ya estaba ella.
Como había estado encima del lomo de Kurama en parte de la segunda etapa y en el barco en la tercera, se había olvidado lo pesada que era la panza falsa. Pero hizo su mejor esfuerzo para no retrasarse.
Se moría de ganas de preguntar por qué no podían detenerse, pero no podía hablar y tratar de caminar a la vez. Gracias al cielo, Sakura parecía muy interesada en ello y lo pregunto.
-¿Por qué no podemos detenernos?
Naruto gruñó, no parecía muy feliz de explicar, pero aún así lo hizo.
-No podemos seguir aquí una vez que él sol se ponga.
Hinata alzó una ceja, porque eso no decía mucho. Se quejó cuando tropezó con una raíz y Naruto la ayudó algo brusco.
-Lo siento, dulce- susurró cuando se dió cuenta de la mueca de Hinata cuando él la tomó muy fuerte del brazo.
Hinata asintió, más que nada porque no podía contestarle o sino perdería el preciado aire que necesitaba para avanzar.
-Pero no me dices, por qué no podemos quedarnos aquí por la noche Naruto. Po...
-¿Podrías dejar de hablar?- gruñó fuerte Naruto.
Hasta Hinata saltó por su arrebato, y en el próximo parpadeó Sasuke había tomado de las correas de las espadas a Naruto y le mostró los dientes frente a su cara.
- Cuida tu tono, Uzumaki- gruñó bajo.
Naruto la soltó y se encaró con Sasuke, mostrando sus colmillos más largos. Gruñiéndose como perros, los Bekirots entre ellos mirando todo con interés.
Hinata miró a Sakura para pedirle que los separará, pero la vió con la mirada soñadora en su compañero. Con un suspiro y poniendo los ojos en blanco, ella avanzó para ponerse entre los machos y separarlos poniendo una mano en cada pecho.
-Chicos, basta-, pidió empujando sus torsos para que cada uno se valla para su lado.
Naruto apoyó su propia mano en la que Hinata tenía en su pecho e intentó relajarse. Su ceño se frunció cuando vio la pálida mano de Hinata en el pecho del otro macho. Gruñó estirando su brazo y separando la mano de su compañera del Uchiha.
-No lo toques-, le exigió mirándola con el ceño enojado.
Hinata le devolvió la mirada.
-Entonces no te comportes como un troglodita-, le exigió ella a su vez-. ¿Por qué no explicas todo de una vez?
Naruto apretó la mandíbula y miró a la pareja que estaba a la espalda de Hinata. Ambos parecían estar expectantes por la información que él les podía dar.
-Muy bien-, cedió-. Pero sigamos avanzando-, pidió.
Todos asintieron conformes y caminaron un buen rato en silencio. Hasta que Naruto empezó a hablar.
-No debemos estar aquí cuando el sol se ponga porque es cuando el fuego y la roca salen de la montaña Ihe. Todas las noches, lanza rocas y fuego por su punta-, él apuntó una montaña que se empezaba a ver mejor en el horizonte.
»-Cuando el sol comienza a ponerse, la ceniza es lo primero que sale. Es tóxico para las hembras, sólo para ellas. No sé el por qué, pero Meirua me lo explicó. Ella tenía una muy parecida en su planeta. No sé si es verdad que la montaña Ihe es como la de ella, pero es muy probable.
»-Entonces es muy importante no estar aquí para ese momento. Puede ser que no mate a las hembras, pero puede debilitar sus cuerpos lo suficiente para que mueran por un descuido.
Hinata escuchó todo y comprendió el por qué tal vez no quería decirlo. Era la montaña dónde había perdido a su primera futura compañera. Ella apretó un poco más fuerte su mano para darle ánimos, pero él sólo la miró unos segundos sonriendo, aunque está no llegaba a sus ojos.
Ahora también entendía su desesperación para moverse rápido. Pero así también creció su molestía por no poder moverse como una mujer Konohagakure. Sakura saltaba y se movía normal, por momentos parecía que la miraba con cierta impaciencia. Cómo si Hinata quisiera retrasarlos a propósito.
Hinata estaba enojada con sus piernas cortas cada vez que Naruto la alzaba para que pasará un árbol o subiera una inclinación de roca. Se sentía como un maldito bebé.
Pero ella siempre daría lo mejor de si para demostrar lo contrario.
•
•
Ten-Ten se escondió tras el tronco de un árbol cuando escuchó un ruido más adelante en el camino. Miró los ojos de Hime en su hombro y la gata asintió como si pudiera leer su mente.
Hime saltó al suelo, cayendo en sus cuatro patas silenciosas y se movió sigilosamente entre los árboles rojos. El sonido volvió a escucharse más fuerte, como un gemido en lo que parecía una caverna.
Hime olió, intentando identificar algo más que no sea azufre, pero el olor era tan intenso que tapaba todo. La pequeña gata negra se acercó un poco más, con cautela, y escuchó una voz profunda y baja.
El lugar estaba oscuro y frío, pero pronto sus ojos se acomodaron a la poca luz y siguió entrando a la pequeña curva. Fue entonces cuando los vió.
Un macho arrodillado, con un bebé en brazos, al lado del cuerpo de una hembra acostada en el suelo duro. De la boca de la hembra salía gemidos bajos e incoherentes y ella la reconoció en seguida.
—¿Ino?
•
•
Kurama se tensó al escuchar a Hime por el comunicador.
—Si, es ella. La noche los tomó justo un momento después de arribar aquí. Se pudieron esconder en una cueva, pero ella no parece bien...
Kurama gruñó, esto no iba como lo planeó. Ellos seguían avanzando, pero muy lento gracias a Hinata. Pero la otra pareja no decía nada al respecto, considerando que la inteligencia de Hinata los había salvado de esas extrañas criaturas del agua. Si llegaban a decir algo que incomodara a la hembra, él mismo les mordería el trasero.
Pensó la forma de decirle la información a Naruto, pero si alguien más llegaba a escuchar la conversación, iba a ser más que obvio, que Hime y él habían mantenido comunicación entre las pruebas.
—Le diré a Ten-Ten que se quedé con ellos y yo los encontraré y les avisaré a los demás. Pero debemos pensar mientras ellos no lo saben, para intentar ayudarla.
—De acuerdo— gruñó.
Él no podía dejar que la hembra Konohagakure muriera en la etapa final de la última prueba. Hinata y Hime le debían sus vidas por la vez que ella las salvó en el Castillo de Leb.
Comenzó a buscar en su memoria colectiva, alguna forma de devolverle la fuerza a la hembra. Fue como nadar entre un mar de palabras, tan inmensa y profunda. Siempre le costaba encontrar por primera vez lo que buscaba. Las palabras pasaban volando por encima de él...
Montaña Ihe ...
Ceniza ...
Roca...
Fuego...
Azufre...
Dolor...
Delirio...
Fiebre...
Debilidad...
Muerte...
¡Antídoto!
•
•
Hinata estaba sin aire, pero se apresuró al interior de la cueva cuando llegaron.
Cuando Hime se apareció en su camino diciendo que había encontrado a Ino muy mal por estar expuesta a la erupción del volcán durante la noche, se asustó muchísimo. No conocía mucho a la hembra, pero no olvidaba como las había salvado a ella y a Hime cuando la cara de cocodrilo quiso matarlas. Ellas le debían la vida.
Naruto entró después de ella, la cueva era pequeña. Ella escuchó un gemido suave y se acercó a Ten-Ten que sostenía una antorcha con un fuego bajo.
—¿Cómo está?— susurró cuando estuvo a su lado.
Vió como un macho de cabello negro y piel muy blanca estaba arrodillado al lado de Ino. Él mantenía un trapo mojado en su frente y Hinata no necesito acercarse para saber que tenía fiebre.
—No muy bien—, susurró a su vez Ten-Ten, con la mirada fija en la pareja también—. Aún no ha despertado.
Hinata hizo una mueca y dió un paso para acercarse, pero Naruto la detuvo.
—No es recomendable que te acerques dulce. Kurama ya fue a buscar el antídoto.
Ella lo miró asombrada y él le guiñó un ojo.
—No dejaremos a Ino aquí. Avanzaremos todos juntos— le susurró para después acercarse él a la pareja.
Hinata se quedó al lado de Ten-Ten, observó como Naruto saludaba al macho que parecía muy demacrado y preocupado.
—Saludos Sai, ¿Quieres contarnos qué pasó? Mí Kyubi consiguió la información del antídoto para Ino.
El macho, Sai, suspiró aliviado.
—Saludos, Naruto. No sabía si había algún antídoto para el estado de mí bella, pero tampoco podía dejarla aquí.
El Bekirot que tenía sentado entre sus piernas se removió incómodo. Haciendo caras de querer salir, pero Sai lo sostuvo.
—Por favor, quédate quieto— susurró a la cría.
—Afuera está el Bekirot de Uchiha y el mío, ¿por qué no me dejas llevarlo con ellos? Se mantendrá ocupado.
Sai asintió enseguida, como si no pudiera esperar a separase un poco del Bekirot. Hinata lo entendía, de seguro no era fácil, tener a tu pareja enferma, cuidarla y además a la cría. Naruto tomó al bebé y se lo pasó a Hinata. Ella sonrió al alzarlo sobre su cadera mientras la cría la miraba intensamente con sus ojos negros.
—Hola, chiquillo. Vamos a fuera a ver a tus nuevos amiguitos— le susurró mientras salían de la cueva.
Sakura y Sasuke estaban sentados preparando provisiones mientras los Bekirots estaban con Hime, ambos jugando entre sí. Hinata se acercó a los pequeños y se agachó para dejar al niño con los otros dos. Ambos parecían jugar con ramas y cuando Junior la vió, alzó los brazos como pidiendo que lo levantará también. Ella sonrió.
—Ahora no puedo Junior, pero se buen niño y juega con este pequeñín— ella acarició la cabeza del clon de Sai, que miraba a los otros dos con una sonrisa.
Junior miró al niño con cara de pocos amigos, hasta que Hinata se inclinó, como pudo, y le dió un pequeño beso en la frente. El pequeño rubiecito la miró con tal sonrisa que le hizo acordar muchísimo a Naruto. Entonces Junior le extendió una rama al nuevo niño y comenzaron a balbucear.
Hinata sonrió al levantarse y volvió rápido a la cueva sin prestarle atención a los quejidos de Hime de que ya no quería ser niñera.
Apenas entró escuchó la voz baja y ronca de Sai, relatar lo que les había pasado. Aún que había perdido casi toda la historia.
—Ella simplemente se desvaneció. Creí que estaba muy cansada. La segunda etapa la había llevado en mis hombros, pero no mucho tiempo. Y la tercera, ambos peleamos contra las criaturas de agua, manteniendo seguro al Bekirot. Cuando llegamos aquí, parecía a punto de anochecer y de repente, ya no había lunas. Pensamos que era una clase de neblina, pero era más oscura y espesa..
—Ceniza—, susurró Ten-Ten.
—Si, era ceniza— continuó él—. Seguimos avanzando hasta que fue imposible, nos detuvimos y escondimos aquí, justo cuando la roca y fuego salía de Ihe. Comimos y, de la nada, ella quedó inconsciente. No ha despertado aún.
Hinata tragó saliva. Debe haber sido horrible para él y para Ino. Pero el enojo también subió, al darse cuenta que él podría haber abandonado la competencia y salvar a Ino.
—¿Por qué no abandonaste la prueba?— preguntó Hinata, sin poder ocultar su molestia en el tono—. Podrían haberlo intentado en la próxima.
—Ella no quería abandonar. Pero si no mejoraba para hoy cuando bajará el sol, abandonaría. No podía arriesgar su vida—, la culpa llenaba la voz de Sai.
—No habría sobrevivido...
Todos miraron hacía la entrada de la cueva cuando la profunda voz de Kurama se escuchó. Él se agachó tomando algo que había dejado en el piso para hablar y se acercó lentamente a la pareja, dejando lo que parecía un hongo verde al lado de Sai.
—Tiene que comerlo, intenta despertarla—, pidió.
Sai tomó el hongo y lo miró con cierta sospecha, pero se inclinó a Ino e intentó despertarla con voz suave. Naruto se acercó a las hembras y rodeó a Hinata por los hombros.
—Vamos a comer algo y pensar cómo podemos avanzar mientras Ino se recupera.
Hinata lo miró, algo reacia a ir afuera, pero entendió que era un momento de pareja y asintió. Ten-Ten fue tras ellos.
•
Después de comer todos estaban discutiendo la mejor forma de avanzar.
—Todos tenemos Bekirots que debemos llevar, se nos hará imposible llevar a Ino así—, opinó Sasuke. En su voz no había reproche porque se sumará otra pareja, tan sólo estaba siendo práctico.
—No podemos dejarla— gruñó Hinata, mal interpretando su comentario.
Sasuke alzó una ceja negra y la miró fijamente con sus extraños ojos.
—No estoy diciendo eso. Sólo expongo nuestro dilema.
Hinata hizo un mohín con las cejas fruncidas. Porque no podía discutir eso.
—Uno de nosotros tendrá que llevar al Bekirot de Sai, para que él pueda llevarla en brazos— dijo Naruto mirando hacia donde estaban las crías riendo en su mundo de juegos.
—¿Y cómo haremos eso? Si hay que pelear, podríamos perder al Bekirot de ellos, o a los nuestros mismos por defender al de otro.
Naruto frunció el ceño con las palabras de Sasuke, y Hinata le apretó la mano que él sostenía todo el tiempo. Naruto suspiró.
—Es cierto, pero tampoco podemos esperar que Ino se recuperé completamente. Ya han visto los efectos de la ceniza en ella.
Todos asintieron.
Ino había despertado y comido el hongo, pero aún no había una gran mejora, más que había bajado la fiebre. Seguía débil y Kurama calculaba que iba a necesitar, por lo menos, medio día para recuperarse completamente.
—Tal vez, yo podría llevarlo en mí espalda si Hinata me hace otro fular—, sugirió Naruto.
—Demasiado peligroso— gruñó Sasuke, negando con la cabeza.
—Yo podría.
Los machos se callaron cuando Ten-Ten habló, mirándola. Su expresión era de resolución.
— Sé que perdí al mío, pero era porque en realidad el macho debía cuidarlo. Además que no tenía ni idea de la mochila que usaba Hinata para llevarlo. Así sería más fácil para mí.
Hinata observó a los machos pensar en ello.
—Mejor lo haré yo.
Todos miraron asombrados a Sakura.
—¿Qué?— preguntó molesta—. Todos sabemos que soy la mejor opción. Ni Sasuke ni Naruto podrían. El Kyubi tiene que cuidar a la pareja de Naruto y, no quiero ofenderte Hinata— dijo mirándola—, pero apenas puedes con la panza falsa—. Ella alzó una ceja, pero no le discutió la verdad—. Y Ten-Ten sabe cómo es está montaña y puede pelear mejor que yo con las armas. Soy fuerte, puedo llevarlo en mí espalda y protegerlo...
—Tu odias a Ino— gruñó Ten-Ten con los ojos entrecerrados.
Sakura hizo una mueca.
—Si, no nos llevamos bien. Pero los amigos de mis aliados, son míos también.
—No confío en ti...
Hinata miró entre ambas hembras, sintiendo como el ambiente se iba poniendo tenso.
—Ino está muy cerca de tu puntaje y harás lo que sea para que no te llegue...
Ten-Ten se detuvo cuando Sasuke gruñó.
—Mi compañera no es deshonesta. Si ella dice que lo cuidará, lo hará.
Ten-Ten también gruñó, mostrando sus dientes afilados.
—Si le sucede algo al Bekirot de Ino, no la pasarás bien Haruno—, amenazó para levantarse y entrar en la cueva.
Hinata respiró, dándose cuenta que había retenido el aire mientras la discusión se desarrollaba, pensando que las hembras se pelearían.
Hubo un silencio lleno de incomodidad hasta que Naruto habló.
—Bueno, creo que esa sería la mejor manera. Entonces... ¿Empezamos a avanzar?
Todos asintieron para empezar a prepararse.
•
Hinata observó la espalda de Naruto mientras ella iba encima del lomo de Kurama. Podía escuchar el leve susurró de Ino y Sai hablando a su espalda. Sabía que a un lado de la pareja iba Sakura con el Bekirot de ellos en la espalda. Sasuke era el que cuidaba la retaguardia y Ten-Ten iba con Hime mucho más adelante que ellos.
El camino había empezado a parecerse cada vez más empinado y Hinata no había podido avanzar más aunque quisiera. Se había sentido algo culpable de ser llevaba y que todos estuvieran caminando, pero Kurama la animó diciéndole:
—Gracias a ti, pueden llevar a los Bekirot cómodamente. Sasuke y Sakura no han tenido que pelear solos con las criaturas marinas. E Ino está rehabilitándose porque sé que Hime y tu tienen una deuda de vida con ella. Aunque no lo creas, tú los haz ayudado mucho más. No te avergüences de tus debilidades, porque tienes muchas más virtudes.
Hinata lo había abrasado después de sus palabras y Naruto la había mirado por encima del hombro con una sonrisa cariñosa y un guiño.
¿Qué había hecho para ganar tanto cariño?
Ni ella sabía, pero no sé arrepentía de nada lo que había pasado.
•
Ya había llegado la hora de escalar.
Hinata miró la imponente montaña y no sabía cómo lo haría. Ino, por suerte, ya parecía lo suficientemente fuerte para escalar sola, y Sai llevaba a su Bekirot en un fular frente a él. Ten-Ten los había esperado en la pendiente menos empinada, para que pudieran escalar todos juntos.
El problema era que iba a ser demasiado difícil para Hinata subir sola.
Naruto estaba a su lado, mirando la montaña con los ojos entrecerrados, seguramente pensando en ella. Hasta que Sasuke se acercó a ellos con lo que parecía una soga muy gruesa.
— Pensé que podrías atar a tu compañera a ti y a tu Kyubi, por si ella pierde la fuerza.
Tanto Naruto como Hinata, lo miraron con asombro cuando les tendió la soga. Hinata observó a las otras hembras y Sakura estaba atando una igual a su pecho, justo sobre su panza. Ino se lo había atado ya, y su soga estaba conectada con la de Sai y Ten-Ten, ambos la ayudarían si ella se debilitaba.
Hime se subió a su hombro, llamando su atención.
—Yo iré adelante, para asegurarme que tu camino no sea muy difícil—, prometió.
Hinata sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, no sabía la razón, pero intentó ocultarlas. Sorbeó por la naríz, cuando pudo parpadearlas hacía atrás.
—Gracias—, susurró.
Sasuke sólo asintió mientras le daba la soga Naruto y se acercaba a su compañera. Hime se bajó de su hombro y se acercó a Kurama para mirar por la subida de montaña en silencio. Naruto no le dejó agarrar la soga y él mismo se la ato arriba de la panza, justo bajo sus pechos.
—No temas, dulce. No estaremos muy lejos de ti y no te caerás— le murmuró mientras pasaba la gruesa soga por su espalda—. Una vez que lleguemos a la cima, esto se habrá terminado nena. Estamos muy cerca y no dejaré que te suceda nada— gruñó cuando terminó de atarle frente a ella.
Hinata volvió a sorber, sintiéndose muy sensible sin saber la razón, asintiendo. Naruto la tomó de las mejillas, acercando su rostro al suyo.
—Vamos, dulce. Es el último esfuerzo y luego te mimaré mucho— casi ronroneo en sus labios.
Hinata rió por su tono y acercó sus labios para darle un corto beso en los labios. Naruto gruñó y la beso más larga y lentamente. Se separaron cuando escucharon un carraspeó, Hinata sintió su cara arder, pero Naruto simplemente sonrió acariciando su mejilla.
—Terminemos esto de una vez.
•
•
Hinata cerró los ojos con fuerza cuando la roca que ella apoyó el pie se movió y cayó por la pendiente. Sus dedos se clavaron en la roca y sentía dolor hasta en las uñas. Un pequeño chillido salió de su boca cuando no pudo poner bien el pie. La soga de su pecho se tensó con fuerza cuando empezaba a resbalarse y sintió la fricción de el material que la cubría.
Estaría muy magullada cuando llegará a la cima.
—¿Estás bien, Hinata?
Ella quiso mirar hacia arriba, pero no podía. Su mirada clavada en la roca frente a ella, no quería ni respirar. A ciegas, buscó con su pie una roca para apoyarse, pero falló y se resbaló un poco más hacia abajo.
Hinata sintió que pequeñas rocas caían a un costado de ella y escuchó uñas raspar la roca. Se asustó cuando la escuchó la voz de Kurama a su lado.
—Te ayudaré, no tengas miedo.
Era algo imposible para Hinata, pero ella asintió. Con los ojos cerrados, sintió el cuerpo de Kurama bajo suyo.
— Apoya tu pie en mí cuerpo, y sube— gruñó.
Hinata hizo una mueca cuando su pie se apoyó en el lomo de Kurama, pero pudo subirse un poco más. La soga la ayudo también, y supo sin necesidad de mirar que Naruto estaba haciendo la mayoría de la fuerza para que ella subiera un poco más.
Hinata gritó está vez, cuando la humedad de su mano la hizo resbalar. La soga se clavó en su tórax y gimió cuando Kurama puso todo su cuerpo para que ella terminará sentada en su lomo.
—¿Dónde estás herida? Huelo tu sangre, Hinata— casi rugió Naruto.
Ella se sorprendió al mirarse las manos. De sus uñas salía sangre que se resbalaba por sus dedos y palmas.
—Solo son mis manos— dijo intentando limpiarse en los pantalones.
—¿Segura que puedes seguir?— gruñó Naruto.
Ella no quería, estaba cansada, asustada, sudada y hambrienta. Pero no podía decirle eso a Naruto.
—Estoy bien.
Cuando tuvo las manos más o menos secas, volvió a agarrarse de la roca y comenzó a subir con un golpe de energía.
Faltaba muy poco para llegar a la cima...
Sólo un esfuerzo más...
•
Naruto gruñó cuando llegó a la cima, los demás habían llegado antes que ellos y ya no estaban. La montaña gimio, preparándose para soltar la ceniza ya que el sol estaba empezando a llegar al horizonte.
Él se volteó sosteniendo la soga y mirando hacia donde su hembra seguía escalando. El Bekirot gritó, como dándole ánimos y él sonrió para acariciarle la cabeza llena de cabello rubio. Kurama seguía bajo Hinata, intentando ayudarla por si resbalaba una vez más. Hime iba muy cerca de ella, diciéndole dónde debía agarrarse.
Naruto tomó la soga con ambas manos y gritó:
— Agárrate fuerte, dulce. Te jalaré hacía arriba.
Esperó hasta que Hinata asintió, con Hime en sus hombros al saber lo que haría y cerró sus pequeñas manos en la gran soga, y él se movió rápido. Uso la fuerza de sus brazos para lanzar a ella y a Kurama hacía un costado y hacia arriba. Hinata gritó cuando se elevó más que la cima y Naruto dió un tirón para que cayera en sus brazos, Kurama aterrizando a un lado en sus patas delanteras.
Cuando sintió el peso de Hinata en sus brazos, sintió la vibración de la cima de Ihe, apunto de lanzar una bola de ceniza. Pero ellos fueron transportados de inmediato.
En el siguiente parpadeó, estaban en un apartado y Naruto relajó su cuerpo, abrazo a Hinata. Sus piernas parecieron perder fuerza y se dejó caer de rodillas, escondiendo su rostro en el cuello de su compañera.
Por fin, por fin había terminado.
La puerta se abrió precipitadamente y Naruto alzó su cabeza de un tirón, sin saber qué esperaba. Varios machos y hembras entraron, con camillas y portafolios. Naruto mostró los dientes cuando un macho quiso tocar a Hinata. Él levantó las manos, dando un paso atrás, atemorizado por su reacción.
—Naruto, deja que los atiendan— gruñó una voz femenina y él miró a Tsunade, relajándose instantáneamente.
Aún así, no dejó que ningún macho la tocará. Se levantó con sus fuerzas de reserva y la dejó sobre la camilla médica. Tsunade se acercó rápidamente a Hinata y cortó la soga que los mantenía aún unidos.
Un macho susurró un permiso para cortar el fular y tomar al inquieto Bekirot en brazos. Naruto observó al macho llevarlo a una esquina y sentarlo en una camilla más pequeña.
Naruto saltó cuando sintió una mano en su cadera y miró a la hembra. Dió pasos hacía atrás asombrado.
—¿Qué haces?— gruñó.
La hembra sonrió.
—Hay que sacarle la soga, Naruto-Kyu— ronroneo.
Naruto hizo una mueca.
—Puedo hacerlo sin tu ayuda.
—Basta Naruto, deja que haga su trabajo— lo reprendió Tsunade que estaba ocupada en las manos de Hinata.
Él miró a su compañera, listo para repudiar a la hembra si a ella le molestaba. Pero Hinata le dió una sonrisa cansada y relajada mientras se mantenía quieta para que Tsunade le curará. Aún así, el uso sus propias garras para cortarse la soga y se sentó en la única camilla vacía.
Comenzó a sacarse las correas de las espadas, haciendo muecas por los músculos adoloridos. Gruñó suavemente al sentir un leve tirón en un hombro y se lo tomó con una mano, mirando hacia allí para ver si tenía alguna herida.
— Déjeme ayudarle, Naruto-Kyu.
Naruto miró a la misma hembra que lo había tocado sin su consentimiento, parada frente a él con un pote de pomada. Él comenzó a mostrar los dientes, pero se detuvo cuando Tsunade le gruñó una vez más. Él suspiró, no estaba de ánimos, pero terminó asintiendo. Bajó las manos y se quedó mirando a Hinata, para no pensar que otra hembra lo estaba tocando.
Su cuerpo se puso más tensó cuando hubo el primer contacto. La pomada hizo su efecto casi de inmediato, sacando el leve dolor, aunque aún sentía sus músculos contracturados. Saltó cuando los dedos de la hembra apretaron en punto justo de dolor.
Ella le sonrió.
—Esto lo relajará—, susurró.
Naruto asintió a regañadientes y cerró los ojos con una mueca dolorosa por la presión. No sé había dado cuenta cuánto le dolía.
—A demostrado a todos su valentía, Naruto-Kyu. Usted es tan poderoso— susurró la hembra pasando sus frías manos por el torso de Naruto.
Naruto agarró sus muñecas cuando su mano quiso bajar por su pecho y abrió los ojos, mirando a la hembra con el ceño fruncido.
—No me toques, ni hables de esa manera— murmuró para que nadie en la habitación supiera lo que la hembra estaba haciendo.
Ella no pareció preocupada por su tono amenazante.
—A su compañera no le molestará que tome a otra hembra de baja cuna ¿O si?— Naruto abrió la boca, pero ella siguió—. Es una costumbre, Naruto-Kyu, ella no puede enojarse—, dijo acercando su cuerpo delgado a él.
Naruto no fue consciente de cómo sus manos se apretaban en las muñecas de la hembra y sus rasgos comenzaban a transformarse. Él apenas se dió cuenta que estaba al borde de enfurecerse.
—Sal del apartado— dijo entre dientes cuando la hembra hizo una mueca—. Aléjate lo suficiente para que no sienta tu pestilente olor cerca de mí ni de mí compañera.
La hembra no se movió, ni intentó alejar las manos de él. Naruto perdió la paciencia y la empujó, mandándola varios pasos hacía atrás.
—¡FUERA!— rugió, el poder saliendo de sus poros.
Kurama saltó frente a él cuando la hembra iba a dar unos pasos hacía el furioso Naruto. El Kyubi fue testigo de toda la jugada de la hembra, era algo que sabía que pasaría. Pero le sorprendió que fuera tan rápido. Su pelaje estaba erizado y le mostró los dientes a la hembra.
—Vete, antes de que la guardiana de Hinata-Kya se de cuenta de lo que estás haciendo.
La hembra miró a la camilla, dónde Hime se había parado mirando todo con ojos entrecerrados. También pareció darse cuenta que todos la miraban, así que más rápido de lo que pensaba Kurama, la hembra se volteó y salió corriendo del apartado.
Kurama se relajó instantáneamente cuando la hembra se perdió de vista tras la puerta. Naruto también lo hizo, aunque parecía seguir enojado mientras agarraba el pote y se ponía más pomada en los hombros. Hime bajo de la camilla de Hinata y se acercó a él.
—¿Que sucedió?
—La hembra— bufó—. Pensó que Naruto quería una concubina además de Hinata.
Hime abrió la boca sorprendida y él asintió con una expresión divertida. Kurama quiso acercarse a uno de los almohadones que había en una de las esquinas del apartado y sus patas se doblaron. Estuvo apunto de caerse de cara, pero Hime puso su cuerpo bajo su cuello para sostenerlo. Kurama endureció sus patas y se levantó para moverse al almohadón, seguido de Hime.
Ambos se acostaron en un almohadón cada uno.
—Ha sido una prueba larga y difícil.
—Ni que lo digas— susurró Hime mientras se dejaba caer en la mullida almohada.
Tsunade pidió a la mayoría de sus ayudantes que salieran de la habitación cuando Hinata no la dejó sacarle el corset, para revisar el Preisthg. Ella esperó pacientemente, también lo hizo porque sabía que si llegaba a mostrar más piel de lo que debería a sus muchachos, Naruto se volvería loco. Él aún estaba en la sintonía sobreprotectora y no podía evitarlo. Tendría que hablar con la hembra que había sido lo suficientemente tonta para intentar avanzar en él. Ella tenía que agradecer que Hinata no fuera una hembra agresiva.
Justo cuando pensaba eso, y los últimos de sus ayudantes se iban, se escuchó lo que pareció a una explosión.
Naruto se movió rápido a la puerta, para proteger a su compañera. Pero se detuvo en seco cuando vió lo que pasaba.
Unos apartados más adelante se veía una hembra de cabello rojo tirada en el suelo. El ruido había parecido ser que la misma había traspasado la pared con su propio cuerpo. Naruto ladeó la cabeza, sin comprender, hasta que Sakura salió del agujero con apenas unas vendas cubrían sus pequeños senos, sin la panza falsa que había llevado.
—¡Te romperé cada hueso si te acercas a mí compañero de nuevo!— rugió.
Naruto hizo una mueca cuando la hembra pelirroja se encogió para levantarse torpemente y correr a otra dirección.
—¡Si! ¡Corre!— gritó Sakura.
Naruto alzó una ceja cuando Sasuke apareció para ponerla sobre su hombro y meterla a dentro del apartado de nuevo, mientras ella seguía gritándole a la otra hembra.
Naruto sonrió.
Volvió a dentro y cerró la puerta de su propio apartado mientras las dos hembras lo miraban interrogantes. Miró primero a Tsunade y luego a Hinata, su sonrisa suavizándose de inmediato.
—Solo Sakura— dijo como explicación para acercarse a la camilla de su compañera.
Puede que ella no reaccionará violentamente con la otra hembra, pero él sabía que lastimaría sus tiernos sentimientos si se dejaba tocar por otra que no fuera ella.
Y él no quería ser tocado por nadie más que Hinata.
Puede que la prueba aún no haya terminado, ya que aún tenían que darle las posiciones.
Pero él ya se sentía el mayor ganador, con el tesoro que era su compañera.
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