Epílogo
La historia me pertenece, los personajes... Blablabla... Ustedes ya saben jaja 😅🤗...
LA UNIÓN
EPÍLOGO
6 Meses después
Konoha
-¡Si, si! ¡No te detengas!
Hinata sabía que estaba gritando, pero poco le importaba. Su voz sonaba rasposa gracias a las varias horas de sexo que estaba compartiendo con su salvaje compañero.
Naruto gruñó trás ella mientras la tomaba con más fuerza desde atrás, estrellando sus caderas con sus nalgas. Hinata apretó las manos en las sábanas y sus brazos temblaron por los fuertes embistes.
-Abajo-, gruñó Naruto, mientras apoyaba la palma de su mano entre sus omóplatos.
Ella obedeció enseguida, temerosa de que él se detenga.
Hacía poco más de unos días se habían mudado a la casa del terreno del clan de Naruto. Y hacía unas horas recién se habían puesto el tercer té para la reproducción.
Nadie les había dicho que les provocaría terribles ansias de copular como animales salvajes.
Hinata sintió su coño apretarse con fuerza mientras Naruto seguía follandola fuerte y duro.
-Ohh... Tan cerca-, lloriqueo.
Naruto volvió a gruñir, y palmeó su trasero mientras arremetía con tanta fuerza que la cama se agitó y el rostro de Hinata se arrastró por el colchón.
-Tu coño... ¡Mío!...
Hinata gimió, Naruto apenas podía hablar. Ella se sentía una clase de animal, jamás había sentido esa necesidad que él la follará con tanta fuerza y tanto tiempo. Era como si ambos hubieran entrado en un celo animal que no se detenía. A penas habían llegado a la casa antes de avalanzarse uno al otro.
Ya habían roto la mesa del comedor y ella estaba bastante segura que un par de jarrones y platos se habían caído mientras Naruto la follo de parado en la cocina.
Naruto se curvó en su espalda y una de sus mano dejaron su cadera para ir a su pecho y apretarle un seno. Hinata jadeó y movió su cadera contra él.
-No puedo parar...- gruñó bajo Naruto a su oído mientras intentaba bajar el ritmo de su cadera. Sabía que estaba siendo brusco, que dejaría magullada a Hinata si no se controlaba.
-No... No te detengas- jadeó ella.
Naruto gimio cuando él coño de Hinata se apretó al rededor de su polla dura como una roca. Ya le había dado su semilla tantas veces, que había perdido la cuenta. Pero su libido no bajaba.
Sus caderas golpearon rápido contra el grande trasero de su compañera, casi con desesperación. Una y otra vez, su polla entro y salió de ella, cada vez más rápido y duro, hasta que su movimiento fue algo borroso.
Hinata gritó su nombre cuando se vino y el rugió el suyo cuando le siguió. Sus caderas disminuyendo la velocidad considerablemente. Naruto beso su cuello con besos perezosos y húmedos. Hinata a penas podía moverse, se sentía una muñeca de trapo, pero una muy feliz.
-¿Estas bien nena?- susurró Naruto sin aliento.
Ella asintió, simplemente no podía hablar. Pero a los pocos segundos que sintió que empezaba a recuperar el habla, su coño comenzó a tener contracciones y sus pezones se alzaron. Naruto gruñó en su espalda mientras su polla, que se había mantenido dentro de ella, comenzó a endurecerse.
Naruto sabía que debía detenerse, que podría lastimar seriamente a Hinata. Pero su cuerpo pensaba otra cosa, cuando intento sacar la polla de su estrecho canal, él terminó hundiéndose de nuevo.
-Si, nene. Te amo, amo esa maldita polla- gimió suavemente Hinata.
Naruto rió y mordió levemente su hombro.
-Temo lastimarte, dulce. Dime si estoy siendo muy brusco.
Hinata hizo un ruido de afirmación. Naruto frunció el ceño porque no podía ver su rostro, conocía a Hinata y sabía que no le diría nada. Él uso todo su autocontrol para sacar su polla dura de ella, y la volteó en la cama, dejándola cara a cara con él.
Naruto se quedó a un lado de ella, su instinto gritándole subirse sobre ella y dominarla, pero acarició su rostro con ternura y quiso dejar que Kurama le mordiera el trasero al ver las lágrimas que caían por sus mejillas.
-Lo sabía, fui demasiado brusco-, gruñó furioso consigo mismo-. Perdóname dulce.
Naruto apretó su frente contra la de ella, listo pero temeroso de tomar el dolor que ella estaba sintiendo. Pero se separó rápido y la miró asombrado. Hinata rió bajo.
-Yo también estoy muy caliente, y las lágrimas son por el hermoso orgasmo que me acabas de dar. Creo que casi me desmayó, wow.
Naruto se rió por sus palabras y la acomodó en sus brazos. Su polla protestó, pero ya no se sentía tan desesperado por hundirse en ella. Su mano bajó hasta su estómago y lo acarició hasta que se percató de algo.
-Ya puedes estar llevando a nuestra cría, dulce.
Hinata se había acurrucado al costado de él y sus palabras hicieron que levantará la cabeza para mirarlo. Los ojos claros de Naruto estaban tan desbordados de amor que ella sintió ganas de llorar de nuevo.
-Es cierto. ¿Qué te gustaría que fuera? ¿Su sexo?- susurró queriendo distraerse del duro pene de Naruto que se empujaba en su muslo, como si tuviera vida propia.
-No me importa-, no sabía por qué susurraba, pero le gustaba pensar que era un clase de secreto entre ambos-. El hecho que sea una parte tuya y una mía, es todo para mí. Estaré muy ansioso de verlo cuando nazca.
Hinata sonrió.
-Yo también.
Naruto bajó su rostro y comenzó a besarla suavemente, pero más rápido de lo que pensaban, el beso fue adquiriendo más fuerza hasta que prácticamente uno quería devorar al otro.
¿Cuánto duraba el efecto del té? Hinata no lo sabía, pero disfrutaría cada momento. Porque amaba estar con él y sentirlo, amaba cada etapa de Naruto. Su ternura y su salvajismo, sus caricias y besos, amaba cuando el se volvía todo protector y nunca lo admitiría en voz alta; pero le encantaba cuando el se volvía todo territorial.
Ella había tenido mucha suerte.
•
Hime bajó del árbol cuando Kurama se acercó.
-¿Ya se han detenido?
Hime estaba dividida, entre divertida y asqueada. No podían juzgarla, después de despertar de su siesta asustada por los fuertes golpes en la sala. Cuando corrió allí al escuchar el gritó de Hinata, lo que vió seguramente la dejaría trastornada por siempre.
Naruto estaba follado con Hinata mientras ella se apretaba contra la pared. Agradeció sólo ver las piernas de Hinata. Pero jamás olvidaría el trasero desnudo de Naruto apretándose cada vez que se sumergía en ella.
Agitó la cabeza para sacarse eso de la mente.
-No lo creo, estarán así un par de horas más-, le respondió Kurama. Ella gimio-. No sé detendrán hasta que el instinto de ambos les digan que Hinata está premiada...
-¿Podrías decir embarazada? Sabes que a Hinata no le gusta así.
Kurama resopló, pero se sentó bajo el árbol al frente de ella.
-Te advertí que te quedarás fuera de la casa antes de que ellos llegarán. ¿Por qué no te fuiste a dormir la siesta a otro lado?- le gruñó.
Hime siseó.
-No me molestes, suficiente con que me siento enferma por verlos teniendo sexo-, ella se tragó la arcada.
-¿Que viste exactamente? - se burló Kurama, Hime gruñó.
-¿Tienen psicólogo o psiquiatra aquí? Un loquero, eso es lo que necesito. Diablos, nunca veré a Naruto igual, pienso en ello y sólo veo su trasero-. Ella volvió a agitar la cabeza.
Kurama rió fuerte.
-Eso te enseñará a hacerme caso...
Hime lo miró y soltó un bufido.
- Aún no has entendido nada, Kurama. Las hembras de la tierra somos testarudas.
-Son testarudas, porque viene de un mundo subdesarrollado. Lo siento, me lo había olvidado.
Hime gruñó y le mostró los dientes, hasta que vió la diversión en los ojos del Kyubi. A él le encantaba hacerla enojar.
- Idiota-, bufó para subirse al árbol de nuevo-. No bajaré hasta que dejen de copular como conejos-, le gritó.
-Pues estarás allí todo el día. Iré a cazar, para que podamos comer algo, no me tardo-. Dijo para salir caminando lentamente al bosque cercano.
Hime lo observó, sus peludas colas moviéndose, hasta que se perdió de vista.
Puede que fuera un idiota con ella a veces, pero siempre pensaba en las necesidades de todos. Ella bajó del árbol y decidió ir con él. Puede que pelearán todo el tiempo, pero era el mejor amigo que tenía allí.
Y lo quería y aceptaba como era, gruñón y todo.
•
Tierra
Hiashi se frotó los ojos mientras se sentaba en su escritorio. Eran cerca de las dos de la madrugada y por más que su cuerpo estaba cansado, no podía dormir. Vio su reflejo en el monitor de su computadora. Bolsas y orejas oscuras bajos sus ojos, su rostro demacrado por preocupación.
No podían culparlo.
Su hija, Hinata, había desaparecido hacia ya siete meses. El sentimiento de culpabilidad no lo dejaba tranquilo, el fantasma del dolor estaba rondando todo el tiempo con él. Todavía recordaba la última conversación que había compartido con ella.
Resopló y una mueca divertida dividió su rostro. Más que conversación había sido una discusión. Hiashi amaba a su hija y aunque no había sido nada bueno demostrándolo y mucho menos diciéndolo, era un hecho. Hinata era lo último que le quedaba de su dulce Hana, su esposa fallecida. Y había intentado, tenía a Dios como testigo, que él de verdad había intentado que ella se pareciera un poco más a su madre, que había sido sumisa gracias a su crianza japonesa. Pero ella había sido un hueso duro de roer, y aunque renegaba de algunas acciones de su única hija, había amado su carácter firme y desafiante, gracias a la sangre escoses de su familia.
Pero ya no la tenía.
Su corazón dolía, y ya no sabía que hacer. Apenas se percató que su hija no había llegado a la cabaña que había comprado con sus ahorros, comenzó a buscarla. La policía había encontrado su auto, con todas sus pertenencias, menos su celular, su gata y la misma Hinata. Su mundo se había detenido en ese momento.
Aún estaba detenido.
Suspiró pasándose una mano por los cabellos largos castaños con más betas grises de lo que tenía hacía siete meses. Prendió la computadora mientras pensaba que podía hacer para encontrar a su hija. La policía ya le había dicho que las investigaciones los llevaban a callejones sin salida.
No sabían por qué Hinata había parado en medio de la carretera, en medio de la nada. No sabían por qué ella había bajado, porque no encontraron signos de una pelea en el auto ni a los alrededores. ¿Será que ella había visto un conocido? El auto andaba a la perfección, la policía le había confirmado que el auto no tenía un desperfecto.
No había pistas.
No había testigos.
La policía se estaba rindiendo.
Pero él no lo haría.
Tecleo rápido, buscando la información que necesitaba hasta que lo encontró. Envío un e-mail a la dirección que había conseguido y lo que le quedaba era esperar.
Miró a un costado del ordenador y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver la fotografía de su hija con su pequeña gata negra. Su sonrisa mirando a la cámara, una fotografía que habían encontrado entre las pertenencias dejadas en el auto de Hinata. Tomó el marco y la acercó a su rostro demacrado, los ojos desbordados de lágrimas.
-¿Dónde estás mí pequeña?- susurró con la voz quebrada.
•
•
Neji bajó el vaso de whisky con un suspiro. Las pesadillas no lo dejaban dormir, los gritos, el dolor y el pánico eran sus compañeros a la madrugada. Se frotó la pierna adolorida por la humedad y maldijo cuando sus músculos protestaron.
El fantasma de su tiempo en el ejército aún lo seguía y la única de forma de a callar a estos era cansando su cuerpo y mente. Su cuerpo estaba lo suficientemente cansado por el arduo ejercicio que hacía todos los días para mantener su estado físico. Pero su mente era otra cosa.
Después de dejar del ejército, Neji se había mantenido ocupado con trabajos por fuera de la ley. No era bueno siguiendo órdenes, tenía contactos en todos lados y la paga era buena. Mientras no fueran contra mujeres y niños, Neji se encargaba de las tuercas sueltas. Su mundo se volvió en varios matices grises para acomodar su visión.
Era buen rastreador, era un excelente tirador y su puño limpió era inmejorable. A Neji no le gustaba trabajar en equipo, él podía manejar lo que sea que surgiera.
Tomó otro sorbo de whisky y suspiró al sentir la quemazón bajar por la garganta.
Su computadora hizo el sonido que le aviso que le había llegado un correo electrónico y el se volteó en la silla giratoria de escritorio. Con un quejido arrastró la silla cerca de su portátil y con lentitud la abrió y reviso su correo. Tomó sorbos mientras empezaba a leer.
Su ceño se frunció mientras su columna se erguía en la silla. Dejó el vaso en la mesilla y leyó de nuevo el correo. Neji negó con la cabeza, mientras se apoyaba en la silla.
Hinata a desaparecido...
No sé sabe nada...
No hay pistas...
Siete meses...
Neji contestó rápidamente a su tío Hiashi y dejó la portátil en la mesa. Dejando en vaso de whisky olvidado, se levantó y comenzó a caminar a su habitación. Ya no necesitaba dormir, tendría que hacer la maleta para volar a la casa de su tío.
Su prima había desaparecido y él era el único que podría encontrarla.
Lo haría cueste lo que cueste...
Próximamente después de Cediendo Terreno...
Tu Elección de Daiu.
Bueno, ¿Qué puedo decir que ustedes ya no sepan?
Está historia fue... pufff... si bien no es la primera que escribo, ni la primera que termino, es muy especial. Es la primera historia que le he dado un toque... como profesional. No sé cómo decirlo en sí.
Pensar en cuando empecé a escribirla, me llena los ojos de lágrimas ver cómo ha terminado y todo el amor que le han dado ustedes. El apoyo, el ánimo y todos los consejos.
¡Muchísimas Gracias!
Ha significado muchísimo para mí todos sus comentarios y estrellitas.
Les quierooo, inmensamente 😘😍💕
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