El Castillo de Leb
La historia me pertenece, los personajes(algunos), por otro lado, pertenecen a Masashi Kishimoto.
LA UNIÓN
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Capitulo XI
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Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio.
Paulo Coelho
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El Castillo de Leb
Hinata ya estaba mareada de sólo ver las escaleras en todas las direcciones, volteadas, de costado y pendientes. Cuando logró llegar al final de la escalera que había tomado el pasillo se dividía en dos direcciones.
Izquierda.
Derecha.
Ambos pasillos eran completamente iguales. Con un suspiro miró a su gata en su hombro.
-¿Que dices?
Hime saltó del hombro e hizo unos pocos pasos hacía la izquierda, oliendo y luego se volteó hacía la derecha, haciendo lo mismo. La pequeña gata volvió a ella, subiendo por su cuerpo hasta acomodarse en su hombro.
-No siento nada en ambos, toma el que quieras, pero ten cuidado.
Hinata asintió y se decidió por la derecha, simplemente cábala ya que el izquierdo se consideraba de mala suerte. Fue cautelosa en los primeros pasos y después de unos cuantos se volteó al sentir un ruido. Su boca se abrió al ver cómo una pared empezaba a cerrar el lugar por donde ella había entrado por el pasillo. Tragó saliva cuando el sonoro golpe cerró por completo la entrada.
-Bueno, ahora sólo queda un camino-, susurró para sí mientras comenzaba a caminar de nuevo.
-Ahora sabemos por qué dicen que las habitaciones se movían caprichosas...
-Mmm, si ...
Hinata se asomó al final del pasillo para encontrar una gran cámara con muchas puerta con distingos jeroglíficos. Se acercó a la más próxima y frunció el ceño.
-¿Por qué ponen un idioma que no entiendo?- se quejó mientras miraba las líneas que tenían un patrón, pero eran totalmente extrañas para ella.
-Esto es más difícil de lo que parece. Una puerta puede llevarnos a seguir nuestro camino, pero otras pueden ser peligrosas- comentó Hime mientras bajaba y paseaba por las distintas puertas.
-¿Qué crees?- preguntó Hinata después de unos minutos de silencio.
Se sentía frustrada, no podía leer ni tampoco podía dejar las cosas a la suerte. De todos modos agradecía estar con Hime, le habría agarrado un ataqué de pánico si hubiera tenido que enfrentar esto sola.
Hime gruñó.
-Estos aliens son demasiados inteligentes. Por más que huelo, no siento nada. Hay como un olor que predomina todo, pero no llego a diferenciar qué es.
Hinata inspiró por la nariz, no se había percatado del aroma extraño, pero si se concentraba lo suficiente, podía sentirlo.
-Es verdad-, dijo caminando al centro de la habitación-, hay algo en el aire.
Frunció el ceño y cuando llegó al exacto punto del centro miró a todas las puertas. Su corazón golpeaba fuerte en su pecho, los nervios subiendo precipitadamente. Hime se sentó al lado de ella, mirando las puertas. Otro silencio se instaló entre ellas mientras ambas pensaban qué hacer.
-¿Cuánto crees que nos den de ventaja por ser las primeras?- preguntó Hinata.
-No lo sé, pero debemos movernos.- Hime suspiró cuando llegó a su hombro-. Elige una puerta cualquiera y avancemos-, Hinata asintió, aunque recelosa se acercó a la puerta que estaba justo frente a ella-. Prepará tu espada, no sabemos que hay del otro lado.
Hinata asintió y sacó la larga espada de su cintura. Respiró profundamente por la boca cuando apoyó su mano en el picaporte mientras apretaba la otra en la espada. Abrió la puerta de un tirón, con el corazón acelerado y el sudor en la frente. Su respiración salió en un silbido cuando sólo le recibió un largo pasillo. Dejó la puerta totalmente abierta y estiró un pie, mientras agarraba con ambas manos la espada alzada, tanteó el suelo con la punta de su botín. Al ver qué no pasaba nada extraño, ni que ningún animal saltaba sobre ellas, dió un paso adentro.
Derecha.
Izquierda.
Derecha.
Saltó dando medía vuelta cuando la puerta se cerró sola fuertemente. Su cuerpo en completa tensión. Cuando comenzó a relajarse, el suelo tembló y las luces parpadearon. Mientras se daba vuelta para correr a la salida del pasillo fue sorprendida por la falta de piso. El aire quedó atrapado en su garganta mientras sentía que su cuerpo se deslizaba al vacío y el pasillo se oscurecía.
El grito explotó en su boca cuando su trasero hizo contacto con el suelo, sola para seguir deslizándose por el a lo desconocido.
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Naruto apretó los puños cuando Hinata desapareció de la vista del Cus. El gritó de su hembra resonando por toda la Arena. En ninguna de las pruebas que había visto hasta ahora, jamás le habían puesto sonido. Pero en esta pudo escuchar cada cosa que su hembra decía. Cuando ella había entrado a la habitación de puertas, otra hembra ya había entrado, y él ni siquiera la había escuchado decir una palabra. No era de extrañar que sólo su hembra y su guardiana hablarán, ya que eran las únicas que estaban en dos.
A diferencia de Hinata, la otra hembra sólo había podido tomar el camino de la izquierda y cuando se cerró ese, se abrió el que había tomado su compañera. Otra hembra entró, pero Naruto seguía viendo la pantalla donde debería estar Hinata, su corazón suspendido ya que la pantalla se mantenía negra.
¿Qué significaba? ¿De verdad su hembra había muerto?
Naruto sintió como todo el murmullo desaparecía a su alrededor, podía sentir a su Kyubi removerse en su interior. Por alguna extraña razón había querido permanecer allí durante esta prueba.
-Mocoso...-, casi saltó cuando escuchó la voz en su interior-. Ellas están bien.
-¿Qué...?- Naruto pensó la pregunta y Kurama se apresuró a contestar antes de que dijera algo en voz alta.
-Puedo comunicarme contigo por pensamientos, no se te ocurra decir algo. Mantente calmado, Hinata está bien.
-¿Cómo lo sabes?
-La noche antes de la primera prueba, lleve a Hime a qué le conectarán un intercomunicador neuronal. Por eso escuchas la conversación de ambas en tu cabeza, el Consejo no ha activado el sonido para la audiencia. Por eso me mantengo dentro de ti, para que tú también puedas escuchar sus conversaciones.
Naruto estaba asombrado, pero mantenía su semblante indescifrable para que los demás machos no se dieran cuenta. Muchos lo miraban fijamente, ya que consideraban que si la pantalla se mantenía negra, era por la muerte de la hembra.
-¿Cómo sabes que ella está bien?- preguntó sintiendo que la esperanza crecía en su interior.
-Puedo sentirlas, sólo están inconscientes. La pantalla se mantiene negra porque la habitación donde cayeron está a oscuras. Cuando Hinata se mueva, se activarán las luces. Mantén la calma.
Naruto respiró hondo, intentando hacer lo que le decía Kurama. Su mirada clara se clavó en la pantalla.
-Vamos Hinata...- susurró sintiendo que se empezaba a desesperar de nuevo.
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Lo primero que sintió fue dolor.
Dolor en su trasero y sus pies, sus brazos pesados. Se removió con un quejido, volteándose se puso boca abajo y parpadeó cuando el lugar se alumbró, de una oscuridad neta a una luz cegadora. Cerró los ojos e intentó moverse de nuevo.
¿Qué había pasado?
Recordó la prueba, el castillo laberíntico y el haber abierto una puerta para caerse cuando el pasillo se inclinó hacia abajo.
-¿Hime?- la llamó con un susurro ronco cuando se dió cuenta que no estaba cerca de ella.
Gimio cuando alzó su torso con brazos temblorosos. Vió la espada a unos pocos centímetros de ella, se estiró y la tomó, por si había algún peligro. Su gata no había contestado y empezaba a sentirse desesperada.
-¡Hime!- llamó al borde de la histeria.
- Aquí...
Hinata respiró hondo al escuchar la voz de su gata a su espalda y se sentó, logrando verla a unos cuantos pasos de ella. Hime estaba levantándose, sus cuatro patas temblorosas.
- El golpe pareció más duro de lo que pensé que sería...
Hinata no pudo evitar sonreír al escuchar a Hime decirlo como escudándose.
- Así es- susurró mientras usaba la espada para levantarse-. Eso fue inesperado igual, no pudimos prepararnos.
Hime asintió mientras daba unos tentativos pasos hacía ella.
-¡Hime!- Hinata gritó cuando la vió desplomarse con un bufido.
Sus temblores se habían ido cuando comenzó a moverse y en sus brazos empezó a sentir un calor correr desde donde la habían puesto las inyecciones de Fertilidad. Sintió como sus fuerzas se reponían y dió los pasos que le separaban de su gata, arrodillándose al lado de ella.
-¿Qué sucede Hime?- le pregunto asustada cuando falló en levantarse una vez más.
-N-no lo sé...
Hinata se removió, sin saber qué hacer.
-¿Te duele algo específico?- le preguntó.
Hime apenas negó con la cabeza mientras se levantaba, un poco más estable está vez.
-¿Estás segura?- Hinata estaba preocupada, no lo había pensado, pero si algo le pasaba a su amada gata, no sabría qué haría.
-Sssi- siseó.
Hinata asintió y la levantó en brazos al ver sus patas temblar de nuevo. La acomodó en su pecho, pero con la espada descenvainada era difícil mantenerla. Hizo un ademán de guardarla cuando Hime le habló:
- No, ponme en tus hombros, mantén la espada-, gruñó.
-De acuerdo- le dijo aunque estaba dudosa que se podría mantener allí.
Hizo lo que su gata le pidió y se levantó, una de sus manos agarrando fuertemente el mango mientras la otra sostenía a Hime en su lugar. Levantó la mirada para observar otra escalera y suspiró mientras se adelantaba.
Por lo menos sabía que estaba subiendo y no bajando más.
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Naruto se relajó al ver y escuchar a las dos hembras, aunque magulladas, estaban bien y seguían en competencia. Varios machos habían murmurado sobre la muerte de su hembra y no pudieron más que asombrarse cuando su pantalla volvió a iluminarse. Quiso reírse cuando escuchó a algunos decir que tal vez la guardiana había devuelto la vida a su huésped y por eso se la veía débil a la pequeña gata. Igualmente, él sabía que habría pensado algo similar si no hubiera escuchado la conversación qué mantenían entre ellas.
Hinata estaba recuperada, moviéndose por extraños pasillos, por diferentes puertas. En ese momento se metió en uno pequeño y delgado. Ella siguió avanzando, escuchó su gruñido en su mente mientras se esforzaba por pasar de costado y llegar a la puerta. Se tensó cuando escuchó a Kurama:
-Hime prepárate...
-¿Qué sucede?- preguntó él queriendo saber.
Kurama no llegó a responder cuando Hinata abrió la puerta y ambas cayeron al suelo de la habitación del otro lado. Naruto se alzó de su asiento cuando el Cus enfocó a un Escolopo. Su cuerpo largo y viscoso, se retorció, sus muchas patas se movieron mientras se acercaba rápidamente hacía Hinata.
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-¡Arriba!
Hinata estiró su brazo para alcanzar la espada, que se había caído cuando ella tropezó dentro de la habitación. Su mano tocó el mango mientras levantaba la mirada al sonido. Sus ojos enormes al ver lo que parecía a una escolopendra gigante moverse a ella rápidamente.
Giró justo a tiempo cuando la escolopendra se tiró a ella, esquivando por poco el choque. Un sonido chirriante y ensordecedor salió del animal mientras ella giraba varias veces para alejarse lo más posible. Se levantó, torpe y corrió, buscando una salida. La puerta por dónde había entrado se había cerrado, su mirada buscó frenéticamente pero sólo vio paredes blancas. Hime corrió por adelante del animal, distrayendo su atención hacia ella para que no fuera contra Hinata.
Hinata se pasó la mano por el pelo cuando unos mechones escaparon de su cola de caballo. Debería estar buscando una salida, pero su mirada seguía a Hime, corriendo zigzagueante, subiendo por los muros, haciendo que la escolopendra la siguiera.
Hime hizo un giro cuando llegó a la pared, casi con el insecto gigante sobre ella, aterrizando justo en la sección después de su cabeza. Hinata se desesperó cuando ella no pudo separar sus pata, al parecer una extraña sustancia la mantenía pegada. La escolopendra empezó a enrollarse al rededor de su gata.
-¡Hime!
Hinata actuó por instinto.
Corrió con la espada al frente con un gritó digno de una guerrera, alzó la espada sobre su cabeza y la bajó con toda la fuerza que tenía en sus brazos. Ella gritó de nuevo, pero más que para darse valor, fue de asco al ver cómo el cuerpo hacía un ruido que le recordó mucho a cuando pisas a un caracol y una sustancia viscosa y verde salió de él.
Dió un saltó hacia atrás cuando la sustancia se esparció rápidamente por el suelo y la escolopendra gigante se quedaba completamente quieta. Respiró con fuerza, sintiendo su sangre correr en sus oídos.
-¡Sácame de aquí!- Hime gritó aún atrapada entre el animal.
Hinata asintió, con muecas de asco pateó el que estaba más cerca, intentado no tocar nada directamente con sus manos. Apartó a un lado con la temblorosa espada la parte que rodeaba a Hime.
-Esto es asqueroso...
-¡Tu no estás atrapada en esta cosa! Apresúrate Hinata.
-Ya voy, ya voy- se quejó aguantando las arcadas. Se agachó tomando a su gata con sus manos e intentó separarla. Frunció el ceño ante el primer intento sin resultado y lo hizo de nuevo, está vez con más fuerza-. Joooddder- gruñó mientras tiraba una tercera vez.
-Me lastimas- se quejó Hime.
Hinata la soltó enseguida con un quejido y sin aliento.
-Que mierda asquerosa. ¿Por qué saltaste sobre él, Hime?
Hime bufó, enojada y frustrada.
-Eres una desagradeci...
Se detuvo abruptamente cuando una apertura se hizo en el techo y cayó en la habitación otra hembra. Hinata apretó la espada y se volteó a la recién llegada. No necesito ver su cara para reconocerla, su cabello rosa era único. Hizo una mueca cuando está giró en una vuelta de carnero, al ver su movimiento, terminando en medio de la sangre verde de la escolopendra.
-Huuww- tanto como Hime como Hinata hicieron el mismo sonido al verla.
-¡Aaww! ¡Qué asqueroso!
Sakura se levantó agitando la mano enguantada que tenía llena de la sustancia pegajosa. Su rostro arrugado de disgusto miró a Hinata y parpadeó al ver a la gata parada aún sobre la escolopendra. Sakura observó la habitación, sin decirles nada y Hinata apretó los dientes cuando está empezó a caminar para la pared más lejana de ellas.
-Engreída...- susurró cuando le dió la espalda para seguir ayudando a Hime.
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Naruto frunció el ceño al ver la actitud de Sakura con su compañera. Él la consideraba una gran hembra, honorable y fuerte. Pero su mirada le recordó mucho a su propia Yaya cuando miraba a alguien inferior.
Hinata seguía intentado sacar a Hime de encima del Escolopo, pero le iba a ser muy difícil ya que la criatura tenía una sustancia que pegaba su víctima para poder cazarla mejor.
-¡Maldita sea!- Hinata gritó mientras pateaba un pedazo que tocó su pierna cuando se resbaló al hacer mucha fuerza.
-No logrará nada si sigue tirando así, Hime.
Naruto asintió a las palabras de Kurama, casi imperceptiblemente, recordando luego que las hembras no lo veían.
-No lograrás sacarla así- suspiró Sakura desde el otro lado de la habitación.
Ella seguía tocando toda la sección de la pared, al parecer buscaba una puerta oculta.
-Que gran información...- susurró Hinata para que sólo lo escuchará su guardiana. Tanto Hime, como Kurama rieron por su tono, Naruto sonrió al notar su frustración.
Sakura, al parecer también la llegó a escuchar, ya que se volteó a ella con una mano en la cadera y una ceja alzada.
- Debes cortar al Escolopo y con su sangre liberarla, terrícola.
Hinata también se volteó para mirarla, sus ojos entrecerrados al notar el tono sobrador en la otra hembra. Naruto se tensó, esperando que Hinata empezará una discusión, pero ella apretó sus labios y asintió. Levantó la espada y con cuidado cortó al Escolopo justo frente a Hime. Con su rostro arrugado tomó la sangre con las manos y la pasó por las patas de su gata.
-Asco, asco...- la escuchó murmurar una y otra vez.
Hime saltó lejos del Escolopo cuando pudo separarse, agitando sus patas para sacarse la sustancia. Hinata empezó a hacer esos ruidos que había hecho la primera vez que la llevó a su casa. Creía recordar que ella lo había llamado vómito. Apoyó ambas manos en la pared y comenzó a limpiarse sobre ésta. Un agujero se abrió justo donde ella apoyó las manos y la absorbió.
La pantalla que mostraba a Hinata se oscureció, así que buscó rápidamente la de Sakura.
-¡Hinata!- Hime gritó, corriendo hacía ella, pero el agujero que había abducido a la hembra se había cerrado.
-¿Qué? ¿Qué pasó?- preguntó Sakura al voltearse, sin saber por qué gritaba la guardiana.
Hime no le prestó atención y apoyó sus patas sucias en el Escolopo, tomando impulso para saltar y terminar justo donde había estado Hinata hacía unos segundos. La gata fue absorbida por el mismo agujero.
El Cus mostró a una Sakura confundida por unos segundos y se acercó con una mueca, apoyando las manos en la sangre del Escolopo y luego en otra parte de la pared.
Su pantalla se volvió negra.
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Hinata respiró hondo cuando el agujero la dejó en otra habitación. Le había faltado el aire, por un momento creyó que se moriría.
Inhaló y exhaló profundamente.
De repente, algo cayó sobre ella, golpeando en su cabeza.
-¡Aauch! - Se frotó el punto doloroso y miró a su gata. Parpadeando al darse cuenta-¡Hime!- casi lloró al verla.
- Maldición, debemos terminar esto de una vez. Este maldito laberinto me tiene cansada.
Hinata no podía estar más de acuerdo con ella.
-¿Dónde...? ¡Maldita sea!- Hinata gritó cuando se levantó.
-¿Qué pasa?
- Perdí la espada-, se quejó Hinata mirando toda la habitación. Hizo un mohín al recordar que la había soltado cuando se llenó las manos de la sangre de la escolopendra para liberar a su gata.
Hime suspiró, el arco era demasiado grande para usarlo en los pasillos y servía más para larga distancia. Decidió no preocuparse por algo que no valía la pena, ya lo habían perdido y no podía volver atrás.
-¿Qué otra arma de corto alcance tienes?
Hinata sólo pensó unos segundos para agacharse y sacar las dos dagas que tenía metidas en las botas. Se las mostró a Hime con una sonrisa, por lo menos no estaban completamente desprotegidas. Su gata asintió, conforme. Hinata guardó una junto con la que tenía en el cinturón.
Sólo había una gran puerta en toda la habitación, así que se dirigieron a ella. Hime trepó por su cuerpo hasta colocarse en su hombro, ambas respiraron profundamente antes de abrir la puerta y seguir.
Hinata se tensó cuando la puerta se cerró en su espalda y la hembra que ya había allí se volteó a verla. La sonrisa con dientes puntiagudos le provocó un escalofrío y apretó sus manos en el mango de la daga.
La hembra que había chocado antes de empezar la primera prueba estaba frente a ella, su largo hocico de cocodrilo se abrió cuando sacó la legua vífeda en un siseó. Sintió a Hime tensarse en su hombro.
-Atenta...- le susurró, aunque no era necesario, Hinata estaba con el cuerpo crispado, lleno de adrenalina.
Lista para pelear o huir.
Su mirada se clavó en su boca abierta y le pareció raro ver la lengua de una serpiente en el hocico de un cocodrilo. ¿Pero quién era ella para juzgar?
- Terrícola-, dijo la hembra con su voz gruñona.
Hinata dió un paso hacía atrás cuando observó los ojos rasgados verdes, había una locura depredadora que le puso los pelos en punta. La hembra que no recordaba su nombre o raza rió por lo bajó mientras acechaba hacía ella. Hinata, inconscientemente, fue retrocediendo con la daga frente a ella, el filo temblaba gracias a sus dos manos temblorosas. Su espalda chocó contra la puerta, dónde había entrado.
-Mantente alejada- le advirtió y se sintió orgullosa de que su voz no temblara como lo hacía su cuerpo.
-Ahora no tienes a la Tusi para que te defienda, pequeña hembra- dijo deteniéndose a unos pocos pasos de ella. Hinata frunció el ceño cuando está aspiró ruidosamente por la nariz y terminó sacando su lengua vífeda de nuevo-. Carne dulce- gruñó.
Hinata tragó con fuerza, está hembra quería comerla, ella estaba segura. Se mojó los labios secos y apretó la daga para que dejará de temblar.
-No me hago cargo de lo que te pase si me atacas- Hinata quería parecer dura, pero no tenía idea de cómo zafaría de este problema.
La hembra rió.
-¿En serio, hembra? Además de tener un aperitivo, podré sacarte de la lista y subir en ella. ¿Por qué no te mataría?
Hinata sabía que tenía razón, sus rodillas golpearon juntas por los nervios. El tambor de su corazón se volvió frenético, retumbando con fuerza en su pecho. Hinata apretó su agarre en la daga mientras sentía el calor correr por su cuerpo. Sus piernas dejaron de temblar, sus oídos sumaron fuerte por un segundo para luego escuchar el pequeño ruido que hacía la hembra frente suyo por la nariz cada vez que soltaba aire. Las esquinas de su visión se volvieron negras, para después centrarse en el cuello de la cocodrilo, cuando Hime le habló al oído.
-Ataca su cuello...
Hinata asintió casi imperceptiblemente.
La hembra inclino su torso, sus garras hicieron un ruido silbante cuando salieron de sus dedos. Hime saltó para ponerse frente ella y Hinata sacó otra daga, para tener ambas manos con cuchillos. Sus ojos se movieron rápidamente, desde sus garras, a su cola y sus dientes. Todo lo que ella debía evitar. La hembra corrió a ella, sus garras al frente. Hinata se movió en el último momento, sus piernas firmes, mientras su gata saltaba hacía el lado contrario.
Saltó hacia atrás agachándose para evitar la cola que silbó frente su cara. Hime no perdió el momento y saltó sobre la espalda de la hembra cuando está se volvió a Hinata. Su piel, aunque escamosa, fue fácil de penetrar para las filosas uñas de Hime.
La cocodrilo gritó.
Hinata avanzó.
Sintió el líquido caliente bajar por su mano y saco el cuchillo, siendo consciente en el momento que escuchó el ruido de succión que hizo al salir de la carne. Sus ojos se abrieron enormes al ver su mano llena de un líquido rosa. Alzó la vista cuando escuchó un golpe, Hime había volado por la habitación para golpear fuerte contra una pared. Hinata volvió su mirada anonadada a la hembra justo cuando su mano volaba a su rostro.
El golpe le dió de lleno en la mejilla cuando la cocodrilo la abofeteó con el dorso de su mano. No había usado sus garras, pero Hinata fue lanzada a la otra dirección de la habitación. Su mandíbula dolía tanto que todos sus extremidades quedaron frenadas de fuerza. Su boca se llenó de sangre y tosió cuando quiso bajar por su garganta.
-¡Hinata!
Quiso levantarse cuando escuchó el gritó de su gata, pero ni sus manos ni piernas respondían. Gritó al sentir el tirón del cuero cabelludo cuando la hembra la alzó desde la su cola de caballo.
-Buen intentó- gruñó la hembra sacando las garras de la mano que tenía libre.
Hinata intentó agarrar la mano que le sostenía el cabello, pero apenas llegó a tocar su propio pelo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, sabiendo que Hime no podría pelear contra está hembra y ella no tenía oportunidad de sobrevivir.
Hime saltó sobre la espalda de la cocodrilo, pero fue rápidamente reducida con la cola de está. Hinata lloró al ver qué la punta de la cola se había enrrollado en el pequeño cuello de su gata mientras está agitaba su cuerpo intentando librarse.
Sabía que sería su final.
Hime se detuvo y la hembra cocodrilo se tensó al escuchar una puerta cerrarse. Hinata alzó la mirada para justo ver pasar el filo de una espada, desde la derecha hacia la izquierda, en el cuello de la hembra.
Un jadeó se trabó en su boca cuando gotas calientes cayeron en su cara y vió caer lentamente la cabeza hacia atrás.
Su cuero cabelludo tenía un dolor sordo, pero el tirón había desaparecido, mientras su gata cayó libre de la cola. Hinata quedó de rodillas, shockeada, mientras el cuerpo de la hembra caía hacía atrás sin vida. Parpadeó, intentando entender que había pasado hasta que vió a la hembra que aún sostenía la larga espada tipo samurai.
-Llegue justo a tiempo.
Hinata parpadeó de nuevo a Ino cuando está sonrió, como si no hubiera decapitado a una hembra hacía unos segundos. La rubia hizo una mueca al ver su rostro. Hinata lo sentía hinchado y su boca estaba llena de sangre y la bilis subía peligrosamente por su garganta.
-No la mires- Hime llamó su atención cuando su mirada bajaba hacía la hembra sin vida.
Su gata apoyó las patas en sus rodillas dobladas y acercó su rostro al de ella, su mirada gris observando todo su rostro, hasta que asintió.
- Estarás bien- le susurró.
-Toma.
Hinata miró a Ino que le extendía un frasco con una extraña sustancia pastosa. Ella lo tomó, pero sus movimientos eran inconscientes. Dejó el frasco en su regazo, aún pérdida de lo que había pasado.
- Mmm, no está muy bien ¿No?
Hime gruñó mientras se sentaba en sus patas traseras y comenzaba a pasar su lengua por el costado de su lomo.
-No está acostumbrada a este tipo de violencia-, dijo Hime para después mirar a la hembra Konoha que Kurama había citado la noche anterior-. Gracias.
-No hay de qué-, dijo con un guiño para saltar de su posición en cuclillas, poniéndose de pie-. Debes ponerte eso en el rostro- miró a Hinata apuntando su propia mejilla.
Hinata asintió. Después de unos minutos se lo puso y se asombró de lo rápido que trabajo. En cuestión de segundos el dolor había desaparecido y poco a poco la hinchazón comenzó a bajar. La cocodrilo había hecho un buen número en su cara. Alzó su rostro cuando una mano le tendió sus dos dagas que habían caído después del golpe. Ella sonrió, aunque no llegó a sus ojos.
Esto no era para ella, matar personas... Era demasiado.
-Debemos movernos- insistió Ino caminando a una de las cuatro puertas que había en la habitación.
Hinata se levantó, aunque su cuerpo se movía sin dolor, se sentía entumecida. Ino abrió la puerta cuando ella y Hime llegaron a su lado. La hembra Konoha fue la primera en entrar, Hime subió al hombro de Hinata y ambas la siguieron. Cuando estaban en medio del pasillo un agujero al costado se abrió y absorbió a Ino.
Hinata gritó pero no pudo hacer nada cuando otro agujero del lado contrario la absorbió a ella.
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Naruto observó al Sol, la estrella se había trasladado lo suficiente para casi ponerse en el horizonte. Ninguna hembra había llegado todavía a la torre y él empezaba a ponerse nervioso. Hinata no había tomado agua ni comido en todo ese lapso y aunque se movía bien entre puertas y pasillos, le preocupaba que no tuviera fuerzas cuando la necesitará. Hasta ahora sólo había enfrentado a un Escolopo, a la hembra llamada Miush que quiso matar a su compañera y un cachorro de Yarqui. No necesito matarlo, ya que al ser cachorro la gata pudo hacerse cargo de él. Naruto agradeció que no hubiera una hembra mayor allí.
Naruto volvió su mirada a su hembra cuando está comenzó a caminar por un largo y angosto puente. Sus dos manos alzadas a la altura de sus hombros, la ayudaban mantener el equilibrio. Hime caminando tranquilamente frente a ella, fijándose si había algún peligro más adelante. Para Naruto fue una eternidad mirar cómo su hembra caminaba por ese fino camino, pero lograron llegar ilesas al otro lado.
Había una puerta, pero también unas escaleras de cuerda.
-¿Qué dices?- preguntó Hime por el comunicador a Kurama.
- Sube, estás cerca.
Naruto se tensó, Kurama le había explicado que conocía el camino gracias a su memoria colectiva con otros Kyubis. Sólo que había tardado en encontrarla.
Las leyes de La Unión decía que los compañeros no podían tener comunicación con entre sí durante las pruebas. Pero no decía nada entre los guardianes, esa fue la escusa de Kurama. Naruto no pudo estar más que orgulloso de su Kyubi.
Hinata comenzó a subir, frunció su ceño cuando escuchó varios silbidos de los machos cuando el Cus enfocó el redondo trasero de su compañera. Escuchó el ronroneo de un macho a su espalda y actuó sin pensar.
Se alzó de su asiento, hundió sus garras en el respaldo para poner su rostro, con los colmillos descubiertos, en la cara del macho trás él.
-¡Mía!- gruñó.
El macho retrocedió asustado por la reacción de Naruto. Alzó sus dos manos en defensiva y asintió. Naruto miró a los demás machos mientras que dejaba salir algo de su poder, oleadas y oleadas de furia llenaron el cubículo que compartían.
-¡MÍA!- rugió.
La mayoría de los machos bajaron la mirada en sumisión.
-Tranquilo cachorro...- susurró Kurama en su cabeza.
Naruto respiró profundo mientras retraía las garras y retenía su enojo. Sentía que podía matar a cualquiera que mirara con esos ojos a su compañera. Dió una última vistazo a su alrededor y su mirada se quedó trabada con la del Uchiha, el único macho que la mantuvo, pero no sintió su interés por su compañera. Sólo su curiosidad. Hizo una mueca y volvió a sentarse al escuchar en su cabeza a Hinata quedarse de que la escalera era muy larga. Se pasó la lengua por los labios y deseo que esa prueba terminará de una vez...
Necesitaba un beso de su compañera.
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Hinata se limpió el sudor de la frente con el antebrazo y abrió la puerta que estaba al final de la escalera colgante. Su garganta seca por el ejercicio sin agua, y su estómago encogido por el hambre.
Ya quería terminar esa prueba, no sabía si podría aguantar mucho.
La habitación era enorme y parpadeó al ver una esfinge del tamaño de un rinoceronte. Entró siguiendo a Hime, recelosa tomó la daga con más fuerza y caminó lentamente hacía ella. Cuando la puerta se cerró con un golpe seco, pareció despertar a la esfinge dormida que se estiró como lo haría un león recién levantado de la siesta. Su rostro de mujer era completamente hermoso, su cabellera negra y sus ojos rojos enormes, la miraron atentamente mientras se acercaba. Cuando estaba a pocos metros, está se paró en sus cuatro enormes patas, su cola se agitó y sus alas negras se abrieron, provocando un fuerte viento que casi la tira. Hinata se tapó con el brazo, para evitar que algo fuera a sus ojos mientras se detenía.
-¡Alto Hembra!- su voz, aunque femenina, era escalofriante-. Soy la guardiana del Castillo de Leb, para llegar a la gran torre debes pasar sobre mí.
Hinata se sintió desfallecer. No tenía fuerzas para pelear con algo tan grande. Cuando Hime había peleado con la criatura que parecía una cucaracha del tamaño de una rata, ya su cuerpo estaba cansado. Irguió su columna y decidió que lo intentaría, si no lo lograba... lo lamentaría por Naruto.
Recordó la leyenda de la tierra de la esfinge y Edipo, y deseó que fuera la que le gustaba las adivinanzas más que la violencia.
-¿Qué debemos hacer para llegar a la torre?- preguntó Hime tranquilamente.
La esfinge sonrió, logrando que su expresión se volviera más tenebrosa.
-Responder a mí desafío mental.
Hinata respiró relajada, estaba segura que sería difícil, pero más que usar su cuerpo, debía usar su inteligencia.
Podía hacer eso...
-Muy bien, dí tu acertijo-, le reto Hinata acercándose dos pasos más.
- Sólo tienes una oportunidad. Si contestas mal, me deleitaré con tu dulce carne-. Hinata tragó saliva y, sólo dudo unos segundos, para luego asentir.
- Un malvado Rey encarcela a dos sabios, As y Bi. Las coloca en dos torres separadas en su castillo. Cada una tiene una ventana, y a través de ellas pueden ver partes separadas del jardín. En él hay 20 árboles. Los prisioneros no pueden comunicarse de ninguna manera entre sí. As puede ver 12 árboles por la ventana de su torre. Bi puede ver 8 árboles a través de su ventana.
La esfinge comenzó a caminar lentamente, rodeando a Hinata y a Hime.
-A ambos se les dice que en el jardín hay o 18 o 20 árboles, que entre los dos los ven todos, pero que ninguno de los dos ve la totalidad de los árboles. Todos los días, un guardián les hace una pregunta. Este le pregunta primero a As, y si no recibe respuesta, le preguntará a Bi. La pregunta es:
-"¿Hay 18 o 20 árboles en el jardín?"- Hinata sintió el escalofrío correr por su columna cuando la esfinge susurró en su espalda, en sus brazos reventando la piel de gallina-. Si el prisionero responde correctamente, ambos serán liberados inmediatamente. Si el prisionero responde de forma errónea, ambos serán ejecutados inmediatamente. El prisionero puede optar por no responder, en cuyo caso el guardián seguirá preguntando alternativamente.
La esfinge de sentó en su patas traseras frente a ella, su cola moviéndose lentamente. Su sonrisa era engreída.
-¿Cuándo serán liberados? ¿Después de cuántos días, teniendo en cuenta que llegan a la respuesta de manera lógica y no se la juegan al azar?
Hinata parpadeó.
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Naruto parpadeó, aturdido.
-Carajo...- murmuró Hinata.
-¿Cuánto tiempo tenemos para contestar?- preguntó Hime a la hembra esfinge.
-No hay límite, pero no me gusta esperar- contestó está.
-Dame un minuto...- susurró Hinata mientras se llevaba la mano a la barbilla y su expresión se volvía pensativa.
-¿Tienes alguna idea?- preguntó Hime por el comunicador a Kurama.
-Estoy intentando pensar- gruñó él.
Naruto también intentaba, era difícil al estar más atento por si su hembra hablaba. Ella susurraba palabras que Hime no llegaba a escuchar bien y por lo tanto él tampoco. Por primera vez, sintió el verdadero temor. Recién el día anterior se había percatado que deseaba una vida larga junto a su hembra terrícola. Ya no le importaba si ganaban la Unión o no, lo único que quería era quedarse con ella. Si no llegaban al podio, él iría al planeta Remolino y se uniría con ella, sin importar que no pudiera tener descendencia. Él solamente la necesitaba a ella.
Pero sintió el miedo crecer viendo a la esfinge. Sus preguntas eran casi imposibles, muy pocas hembras pasarían esa prueba, si es que llegaban a esa habitación. Y se sintió culpable también, ¿cómo le había pedido a ella que participará? ¿Por qué simplemente no la dejó ir a su planeta y lo intentaba el próximo giro?
Su orgullo. Ese estúpido sentimiento que su Yaya le había inculcado, no le permitió retroceder. Naruto había sabido desde el primer momento que era más probable que Hinata muriera en las pruebas y eso no le importó. Se sintió asqueado de él mismo. ¿Desde cuándo había sido tan pretencioso? Creyendo que si ella moría, él seguiría participando y en la última prueba conseguiría otra hembra.
Ahora era diferente.
Si a Hinata le pasaba algo...
Si Hinata no lograba pasar esa prueba...
Naruto se retiraría de la competencia. Si Hinata no era su compañera, no quería tener ninguna, no le importaba las crías o su posición o el honor de la familia Uzumaki. Si Hinata no estaba, ¿qué sentido tenía? El mismo la llevaría a su planeta y...
Sacudió la cabeza, intentando despejar los pensamientos deprimentes. Debía confiar en su compañera, Hinata había demostrado que era astuta. Ella podía, él quería creerlo, él necesitaba que ella lo hiciera.
La esfinge llamó su atención cuando se paró.
-¿Ya tienes mí respuesta?- preguntó saboreando sus labios.
-Un momento- pidió Hinata con el ceño fruncido y comenzando a murmurar de nuevo.
Naruto sintió su corazón golpear en su pecho. Su cuerpo lleno de tensión.
-¿Tienes una idea?- preguntó Hime con un susurro a Hinata.
- Déjame pensar...- exigió.
- Maldición, Kurama...
-¿Cómo? No entiendo, si ellos no pueden comunicarse, ¿cómo sabrán qué contestar?- gruñó-. Si ellos...
-¡Lo tengo!
Naruto saltó cuando Hinata gritó, su respiración se atoró en su pecho.
Si ella estaba equivocada...
La esfinge sonrió, segura que la pequeña hembra no lo lograría.
-Dime tu respuesta así podré comerte...
Hinata sonrió.
- Tardarán cinco días- dijo alzando una mano, mostrando sus dedos.
Naruto sintió el tiempo detenerse. Temeroso que la esfinge saltará sobre su hembra, se mostró a Hime tensarse a su vez. Hinata no había compartido cómo llego a ese cálculo. El Cus mostró a la esfinge, se había congelado en su lugar, su rostro con la misma sonrisa y Naruto sintió un nudo en el estómago. Kurama llenó de anticipación, se movía de un lado a otro esperando que la esfinge diera su veredicto.
En un parpadeó, la esfinge saltó, dándole un manotazo a Hime, sacándola del camino para llegar a Hinata. Gruñó, colocando su cara justo frente de la de Hinata. Naruto sintió que algo estaba apunto de romperse en su interior, cuando la esfinge abrió la boca. Hinata, por su lado, sonrió y él se preguntó si había perdido su mente.
-Correcto...- dijo la esfinge con un siseó.
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Hinata sintió el suelo temblar y dónde estaba esfinge comenzó a hundirse lentamente. La hembra la miró con tanto odio que ella no pudo evitar sentirse orgullosa de sí misma. Miró a un costado, dónde había sido arrojada Hime y respiró aliviada al verla correr hacia ella.
La esfinge fue sacada de la habitación por medio de un agujero que se hizo en el suelo. Ella esperó hasta que el piso volvió a subir, ya sin nada sobre él y camino a la puerta. Hime se subió a su hombro y ambas abrieron la abertura para ver otra escalera, está en forma de caracol que subía y subía.
Hinata gimió.
- Soñaré con escaleras por semanas-, se quejó mientras subía.
Una vez que llegaron arriba, Hinata parpadeó al ver lo que le esperaba. Una canasta, al estilo moisés, había en el centro de la habitación. Caminó, recelosa de lo contenía. Según el auditor había dicho que era un tesoro que debía salvar. Cuando estuvo a la altura del moisés se detuvo, observando la tela blanca que lo tapaba. Hinata no quería creer que fuera lo que sospechaba. Pero la única forma de averiguarlo, era destapándolo.
Se colocó en cuclillas y con una mano temblorosa, apartó la tela.
Hinata jadeó.
Unos enormes ojos celestes la miraban, el cabello rubio. Un pequeñito bebé la observó mientras tenía su regordete y pequeño puño metido en la boca. Sus nerviosos piecitos moviéndose compulsivamente.
-¿Un bebé?- susurró Hime sorprendida y confundida.
-¡Felicidades Hinata Hyūga! Eres la primera en recuperar tu tesoro del castillo de Leb. Su puntaje en 575, hasta ahora. Por favor, tomé a su cría y salga del Castillo de Leb. Pero recuerde, debe mantenerlo a salvo...
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Hinata gimio cuando llegó al descanso de la escalera y apoyó el moisés en el suelo. Hime se volteó, unos escalones abajo para mirarla. Hinata tuvo que sentarse, los brazos le quemaban por el peso de la canasta y sus pies gritaban con cada paso que ella hacía. Apartó la sábana mientras se acomodaba unos mechones sueltos y Hime se sentaba del otro lado del moisés, ambas mirando al pequeño bebé dormido. Hinata calculaba que debía tener unas pocas semanas de vida y se asombraba que lo hayan tenido tanto tiempo en esa torre a el solo.
-Hinata, tal vez no sea el mejor momento..
-¿Qué sucede?- preguntó al ver qué ella se detenía.
- Quería hacerte una pregunta, pero no creo que sea el lugar...
-¡Hey!- le interrumpió-, no hay mejor momento que el ahora. Dime.
Hime asintió.
-¿Cómo supiste que era cinco días?
Hinata parpadeó, no se había esperado eso, pero sonrió prefería contestar eso que seguir caminando.
- Recordé que la esfinge dijo que los dos prisioneros eran sabios, entonces que cada acción que tenían se convertían en información para el otro. O sea, hablo de pasar.
-En el día 1-, dijo alzando un dedo-, si el primero viera 19 o 20 árboles, sabría qué hay 20, pero sólo veía 12, entonces pasa. Esto es un indicio para el segundo que el otro ve como mucho 18. Si él viera 1 o ninguno, él sabría qué hay 18, porque es imposible que hubieran 20. Pero él ve 8, así que él también pasa. Y así el primero sabe que el segundo ve al menos 2.
-En el día dos-, ella levanta otro dedo-, hacen lo mismo pero con menos árboles. Si el primero viera 17 o 18, sabría qué hay 20, porque el segundo ve 2, por lo menos. Pero él ve 12, así que pasa. El segundo se da cuenta que el otro ve como mucho 16. Si él viera 2 o 3, serían 18, pero él ve 8, pasa de nuevo. Y el primero sabe que él ve al menos 4.
-En el día tres-, otro dedo-, el primero pasa ya que no ve 15 o 16, sino 12. Así le avisa al segundo que ve como mucho 14. El segundo vuelve a pasar al ver 8, diciéndole al primero que ve al menos 6.
- El día cuatro-, uno más-, el primero vuelve a pasar, indicando al segundo que ve como mucho 12. Y el último pasa, haciendo que el primero sepa que ve al menos 8. En el quinto y último día-, extiendo todos los dedos de una mano-, el primero sabe que el otro ve 8 y el ve 12, contesta que ve 20, logrando ser liberados. Y ¡finito!- alzó ambas manos como si fuera muy fácil.
Hime parpadeó.
-Wow, es buena...- susurró Kurama, Hime asintió.
Hinata, por otro lado frunció el ceño cuando notó algo con la luz más fuerte de la escalera y se acercó un poco más al bebé.
-¿Qué pasa?- preguntó Hime también aproximándose.
-¿Lo haz notado?- Hinata miró a su gata, pero está parecía no saber de lo que hablaba-. ¡Mira!- ella apuntó las mejillas del bebé, tres pequeñas marcas asomaban allí.
Hime parpadeó sorprendida. Al principio le había visto un parecido a Naruto, rubio y ojos claros, pero podía haber más con esa característica. Pero que tuvieran esas marcas tan definitivas, él las había heredado del Kyubi al ser gestado por una huésped y que el sello también saliera en él. Ahora este bebé, con sus mismas marcas...
Hime miró sorprendida a Hinata, que le devolvía la misma expresión.
-¿Naruto tuvo un cachorro?
Hinata negó automáticamente con la cabeza, no es que lo supiera, pero dudaba mucho de eso.
-No lo creo... ¿Sabes qué creo?- Hime negó con un gesto-. Creo que él es virgen- susurró Hinata.
La gata abrió los ojos.
-Es verdad...
Hime soltó un bufido divertido al escuchar a Kurama.
- Eso es seguro-, ella sonrió, pero volvió a mirar al bebé, sin saber qué pensar de ello-. Entonces, ¿por qué está cría es igual a él?
Hinata se quedó mirando al bebé, pero más que pensando en la pregunta de Hime, ella se percató de que si tenía una cría con Naruto sería parecido a éste. En su pecho nació un sentimiento de ternura y protección que sólo había sentido por animales hasta ahora. Aunque este era diferente también, algo más fuerte, primitivo. Paso el índice por una de las pequeñas marcas de la mejilla del bebito y sonrió.
En realidad, ella amaba a los niños. No había querido casarse y por lo tanto, había querido mantener enterrado ese deseo de ser madre. En solo unos segundos, todos esos sentimientos que había guardado, explotaron en su pecho. Sus energías se renovaron al saber que ese bebé necesitaba que ella lo llevará seguro afuera de ese castillo. Lo cubrió con la sábana y, con nuevas fuerzas, se levantó lista para terminar ese desafío.
- Eso no importa, debemos sacarlo de aquí-, su rostro lleno de determinación.
Hime observó a Hinata, su postura recta, su sonrisa segura. Un brillo en sus ojos le recordó a la Hinata de la tierra, una mujer fuerte y capaz de todo.
Cuando Hime conoció a Hinata, había estado resentida con los humanos. Sus anteriores dueños la habían abandonado, dejándola a su suerte cuando era pequeña. Había vagado por las calles y aunque no le iba mal, había peleado con perros o otros gatos por comida, los humanos la habían echado de sus negocios o casa. Shikamaru la había encontrado después de una feroz pelea que había perdido. Hime había pensado que moriría. Shikamaru la había llevado a su veterinaria, la había curado y alimentado. Pero cuando Hinata entró...
Hime jamás había visto una humana que se preocupara tanto por ella, y ella no había sido fácil. La había arañado, mordido y rasguñado. Así y todo, Hinata no se había rendido con ella. Hinata peleó por su amor y respeto. Hime le debía todo y haría todo por ella. La apoyaría y daría su vida por Hinata...
-¿Hime?
La gata parpadeó al percatarse que se había perdido en recuerdos.
-Es verdad, saquémoslo de aquí...
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Kurama se mantuvo en silencio, no queriendo distraer a la pequeña guardiana de la hembra. Pero sonrió para sí.
El comunicador neuronal tenía una buena ventaja. No sólo ver a través de los ojos del receptor, si no que ver los recuerdos que evoca cuando la conexión estaba abierta. Saber algo de la historia de la pequeña gata le ayudaba a saber hasta qué punto sería capaz de llegar para mantener viva a su ama.
Hime le agrado más después de eso y ahora entendía porque también no le importaba pelear con una creatura que le doblará el tamaño. A veces, un pasado difícil, ayuda que tu futuro sea más luminoso. Kurama creía en eso.
No pasaba ni un momento que no se sorprendiera con una acción de las dos hembras. Su tamaño no tenía nada que ver con su fuerza. Tenían un poder oculto, una determinación envidiable. Y sin hablar de su inteligencia, se había quedado sin palabras con la explicación de Hinata. Él ni siquiera había pensado en que los prisioneros pudieran comunicarse así entre ellos. Su mente despierta y rápida la había salvado de la esfinge.
No podía estar más orgulloso de las dos hembras.
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Minato sonrió al ver la pantalla de la futura compañera de su nino. Apretó la mano de Kushina a su lado, y aunque está se mantenía tensa, sabía que estaba asombrada con el rendimiento de la hembra. Hinata le recordaba mucho a Kushina cuando era joven, antes de que las responsabilidades la amargarán y que su guardián muriera. Ella había sido vibrante, llena de alegría hasta esa fatídica noche.
La noche en la que Naruto había nacido.
Oh, ¡No! La prueba aún no ha terminado....
¿Qué pasará ahora?
¿De quién es ese bebé?
Es el capítulo más largo que he hecho hasta ahora y quedaron un par de cosas afuera... Hummm... Pobre Hinata, todavía le falta terminar y tienen que ir cargando un bebé.
¿Qué creen que pase?
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