El Ataque Tormentoso
La historia me pertenece, los personajes (algunos), por otro lado, pertenecen a Masashi Kishimoto.
LA UNIÓN
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Capitulo XX
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Tu talento determina lo que puedes hacer.
Tu motivación determina cuánto estás dispuesto a hacer.
Tu actitud determina qué tan bien lo haces.
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El Ataque Tormentoso
—¡Guarda las velas!
Hinata se sostuvo fuerte de un mástil, igual que las otras dos hembras, mientras los machos se movían rápidamente tratando que acomodar el barco mientras la furiosa tormenta los golpeaba. Los guardianes tenían a los Bekirot en un pequeño rincón seguro.
El barco se movía de una lado a otro, las olas enormes ayudando al movimiento violento. El estómago de Hinata se revolvió. Ella jamás había viajado en barco en la tierra, y era porque le tenía mucho respeto al agua, para no decir miedo. Las gotas de agua heladas de las olas, mojaron a las tres hembras mientras miraban como Sasuke se colgaba del mástil principal para poder guardar las velas que se habían atascado mientras Naruto luchaba contra el timón para no perder el rumbo.
El estrecho río había llegado a lo que parecía un mar enorme y casi sin fin, sólo tenían que seguir derecho, que había sido bastante fácil.
Habían tenido que abandonar el pequeño bote y tomar el barco donde estaban ahora.
Hasta que el viento comenzó a alzarse y todo se había vuelto un caos. Las enormes nubes negras taparon la luz de las lunas y todo se envolvió en penumbras. Relámpagos alumbraban el barco de vez en cuando, mientras él viento los golpeaba más fuerte, las olas crecieron en medida mientras más se adentraban a la tormenta, sin olvidar los truenos que sonaban lo suficiente fuerte para poner la piel de gallina a cualquiera.
Hinata se apretó fuertemente contra el mástil cuando el barco se inclinó casi en vertical. Miró sobre su hombro y se arrepintió en seguida. La ola más gigante que había visto en su vida los estaba alzando.
Arriba, arriba y arriba.
Un relámpago los alumbró y ella distinguió algo que se movía en el agua. No llegó a verlo y se quedó con la mirada fija allí. Cuando otra luz cruzó el cielo de nuevo, gritó de terror.
—¡Hinata!— lo llamó Naruto pero ella no apartó la mirada de la criatura que los acompañaba en la tormenta.
—¡No dejes el timón, maldita sea!— Hinata llegó a escuchar el gritó de Sasuke cuando el barco quiso ladearse hacía un lado.
—¡Estoy bien, Naruto!— le avisó cuando el barco volvió a su posición inicial, pero no apartó la mirada del lugar donde había visto a la criatura. Su mirada comenzó a buscar frenéticamente cuando el agua volvió a alumbrarse y no lo distinguió. Pero sus ojos se abrieron enormes cuando lo encontró del otro lado—. ¡Hay algo en el agua!—, gritó al verlo más cerca.
Todos miraron a la dirección que ella apuntó, esperando que el barco fuera alumbrado por un nuevo relámpago. Truenos sonaron haciendo vibrar hasta el interior de Hinata. Cuando el cielo volvió a alumbrarlos las hembras gritaron al ver a la criatura trepar para entrar al pequeño barco.
Era un especie de humanoide, por lo menos en la parte de arriba del cuerpo. Su nariz era muy pronunciada, como la de un tiburón, su cabello era larguísimo y negro. Hinata llegó a ver dientes puntiagudos cuando chilló a ellas en respuesta. Sus manos eran delgadas y con muy largas garras blancas, entre sus dedos había un pliegue de piel muy fina y transparente.
—¡Sasuke!— gritó Naruto desde donde estaba sosteniendo en timón.
El cielo volvió a alumbrarse y Hinata sólo pudo ver qué la criatura tenía medio cuerpo adentro cuando Sasuke se colocó delante de él y bajo su espada. Un chillido sonó del humanoide para que después se escuchará el ruido del agua salpicando cuando algo pesado cayó.
Un ensordecedor trueno atravesó la noche.
Hinata intentó calmarse, mientras él barco seguía moviéndose violentamente.
Gritó, haciendo su agarre de fierro en el mástil cuando sintió que una mano mojada se cerraba en su pantorrilla. Sus dedos dolieron cuando fueron arrancados del mástil con un fuerte tirón. Se volteó justo a tiempo para no golpear la panza contra el suelo del barco. Su mirada se conecto con unos ojos redondos y totalmente negros cuando varios relámpago hicieron su acto de presencia en las nubes.
Las hembras gritaron, gruñidos se escucharon por parte de los machos. Ella intentó patearlo con su pie libre y le dió de lleno en su pronunciada nariz. La criatura chilló mientras la soltaba. Sasuke estuvo a su lado en un parpadeó cortando a la criatura en dos. Hinata gritó mientras el barco de inclinaba y ella se deslizaba por el suelo para golpear su hombro contra la madera al frenar.
Escuchó a Naruto gritar su nombre, preguntado si estaba bien, pero el golpe la había dejado adolorida. Levantó la mirada cuando Sakura la llamó. Ten-Ten se sostenía con una mano del mástil, mientras con la otra agarraba a Sakura. La hembra estiraba su mano a ella y cuando Hinata comenzó a estirar el brazo para tomarla, algo pasó. La expresión de Sakura cambio y se soltó de Ten-Ten, lanzándose hacía ella. Sakura gritó, pero no de miedo y alzó su puño listo para golpear en la cara de Hinata.
Hinata la miró en estado de shock, antes de cubrirse en el último segundo.
Pero el golpe jamás llegó.
Un chillido perforó su oído y Hinata se tiró a un costado. Sakura había golpeado a una de esas criaturas que justo estaba por agarrarla. Ella miró asombrada a la hembra Konohagakure mientras la otra le sonrió. Estaba saliendo de su asombro cuando otra criatura se asomó por la espalda de Sakura.
Hinata abrió la boca para avisarle, pero Sasuke se movió más rápido de lo que pudo hablar. Su boca quedó abierta mientras veía como el macho pasó su espada desde la barbilla hasta la nuca de la criatura.
Se le revolvió el estómago cuando la cabeza cayó y rodó por el suelo del barco.
El barco volvió a moverse violentamente hacía el otro lado. Sasuke llegó a agarrar a su compañera, pero los dedos de Hinata apenas tocaron la madera para salir disparada y girando al otra lado del barco. Ten-Ten intentó agarrarla, pero ella se desvío mucho del mástil y no llegó.
Hinata puso sus pies de frente y gritó cuando todo su peso tuvo que aguantarlo sus pobres pies.
—¡Hinata! ¿¡Estás bien, Hinata!?
Hinata hizo una mueca, pero se estiró para agarrarse de una cuerda gruesa. Se aferró con su vida.
—¡Si Naruto!— gritó sobre el ruido de un trueno.
Cuando todo el barco se alumbró por más relámpagos, comprobó a los guardianes. Kurama se mantenía grande y erizado, mirando atentamente todo. Apenas pudo ver a Hime detrás de él, pero ella se concentraba más en los Bekirots. El clon de Naruto parecía querer llorar, mientras él de Sasuke miraba todo con el ceño fruncido.
—Sasuke, toma el maldito timón. Tengo que comprobar a mí compañera—. Gritó Naruto al otro macho.
Hinata no supo que le contestó, pero supuso que había ido porque Naruto apareció a los pocos minutos.
Él se tomó del costado del barco, se agachó para ponerse a su altura.
—¿Estás herida?— ella negó con la cabeza, Naruto asintió—. ¿Quieres que te lleve al mástil?
Hinata miró al mástil. Ten-Ten se había atado justo por encima de la panza falsa y estaba ayudando a atar a Sakura para no andar rodado como lo había hecho Hinata por el suelo del barco. Sus dedos estaban magullados y sus pies adoloridos, pero creía que era más seguro atarse al mástil hasta que pasaran la extraña tormenta sin lluvia. Así que asintió a la pregunta de Naruto.
Naruto la levantó en brazos y la llevó en largas zancadas.
Cuando la dejó sobre sus pies, el cielo volvió a alumbrarse y ella abrió la boca, anonadada y asustada.
El agua estaba llena de las criaturas y todas se dirigían al barco.
Hinata señaló a la espalda de Naruto, y cuando esté se volteó maldijo, sacando sus espadas. Sakura y Ten-Ten la agarraron cuando Naruto se movió rápido a la criatura que estaba subiendo. Gracias a las hembras, Hinata no salió despedida cuando el barco comenzó a moverse sin rumbo y violentamente con las olas. Ella llegó a ver qué Sasuke había dejado el timón para pelear con una criatura que había subido en la popa.
Cuando un relámpago volvió a alumbrar el cielo, ella miró hacia arriba del mástil y frunció el ceño. El trueno sonó después, largo y fuerte, ocultó los gruñidos de los machos mientras peleaban por proteger a las hembras.
Hinata observó lo que pudo en la oscuridad, cada vez más criaturas intentaba subir a su barco y no entendía qué querían. Un pedazo de tela le golpeó en medio de la cara y ella lo apartó de un manotazo.
Debía de pensar rápido, si no lograba hacer un plan para deshacerse de las criaturas, estarían perdidos. Si alguna lograba tomarlas a ellas, o alguno de los machos, o guardianes o Bekirot...
Cuando la tela volvió a golpearle en la cara ella lo tomó enojada.
Entonces se le ocurrió la solución mientras un relámpago alumbraba todo. Comenzó a buscar frenéticamente algo de lo que le serviría, y las dos hembras la miraron sin comprender lo que hacía.
—¡Quédate quieta!— se quejó Sakura cuando casi pierde el agarré.
Hinata no le prestó atención, hasta que miró hacia Ten-Ten. Cada vez se escuchaban más chillidos, a pesar de los trueno y ella se tiró hacía la hembra. Agarró su arco y dos flechas, Ten-Ten la soltó con un chillido cuando sin querer Hinata le tiró del cabello.
—¿¡Que te sucede!?— le gritó Sakura, aferrándola del brazo.
Hinata ni la miró, sus ojos buscando frenéticamente algún cable o algo por el estilo.
Entonces recordó.
Forcejeó con Sakura, hasta que ella la soltó y se lanzó a dónde estaban los Bekirots. Kurama la observó acercarse y cuando estuvo cerca y casi es tirada hacía atrás por la inclinación del barco, el Kyubi saltó, tomándola con su hocico de sus pantalones y arrastrándola hacía ellos.
—¿¡Que haces!?—. Le gritó Hime mientras la veía revolver la mochila de Naruto.
Junior se aferró a ella cuando quiso volver al encintar lo que había encontrado. Hinata bajó la mirada, los ojos enormes y celestes de Junior estaban llenos de lágrimas y su corazón se apretó por su miedo.
Ella se agachó para darle un beso en la frente.
— Estarás bien, Junior— le susurró al oído.
Hinata separó la pequeña manito de su ropa y volvió al mástil central. Se tambaleó de un lado a otro, pero pudo llegar antes de ser despedida a cualquier lugar.
Naruto seguía peleando sin descanso, lo mismo que Sasuke. Pero las criaturas no dejaban de multiplicarse. Hinata gritó cuando una criatura marina había subido al barco y casi la toma justo cuando llegó al mástil. Ten-Ten reaccionó dándole una patada que lo mando justo donde Naruto peleaba. Él simplemente lo atravesó y lo lanzó al agua, sin perder el ritmo.
Hinata asintió, agradeciendo a la hembra. Pero no podía perder más tiempo.
Tomó la tela con una mano y la enrollo en esta. Tironeo la tela, asegurándose de que estaba bien sujeta y respiró profundamente, antes de poner su pie en el ancho mástil. Las dos hembras la miraron asombradas cuando usó sus piernas para subir caminando verticalmente por el poste y ayudándose de la tela.
—¿Qué está haciendo?— le gritó Sakura a Ten-Ten, ella negó con la cabeza.
Ambas no tenían idea.
Hinata no miró a abajo mientras más subía. El viento revolvía su pelo, que aunque estaba en una coleta, llegaba a golpear en su cara. Un trueno hizo vibrar la madera, pero ella siguió subiendo. El arco enganchado en su hombro, las flechas escondidas en la espalda de su corset, el cable enrrollado arriba de su panza falsa. Sus dedos quejándose cada vez que tomaba más tela para subir.
Respiró algo agitada cuando llegó justo en la madera que cruzaba el mástil, la que sostenía la vela, y se subió sobre está. Sosteniéndose con su vida del mástil, abrazándolo para tener las manos libres, tomó una de las flechas y enrrolla la parte de la punta de metal con la esquina de uno de los cables. Después de varias vueltas, lo enganchó y lo puso en su espalda de nuevo. Tomó la segunda flecha, e hizo lo mismo. Sus manos temblaban frenéticamente, igual que todo su cuerpo.
Comprobó que estuviera bien enganchado y se sacó el arco del hombro. No tenía forma de agarrarse del mástil mientras tensaban la cuerda del arco, así que su primer tiro fue bajo y directo al agua.
No sé preocupó, esa era su idea.
El cable era lo suficientemente largo.
Sacó la segunda flecha y miró al cielo.
Su corazón golpeando duro en su pecho, podía sentir el peso en su espalda. Si esto le salía mal...
No lo dudó más, luego que escuchó el trueno, se soltó del mástil y colocó la flecha en el arco. En esa parte del barco, no se sentía tanto el movimiento violento, pero sus extremidades temblaron mientras sólo era sostenida por su equilibrio y pies mientras apuntaba al cielo.
Por favor... Por favor, funciona...
Hinata tiró la flecha con una buena fuerza, está dirigiéndose directamente a las nubes. Retuvo la respiración mientras llegaba, pero se olvidó de agarrarse, tan concentrada estaba.
Y pasó lo que estaba esperando.
Las nubes se alumbraron con relámpagos.
El rayo cayó en la punta metálica de la flecha y sus ojos observaron como el rayo bajaba rápidamente por el cable para conectarse con la flecha que flotaba en el agua.
Un chillido colectivo se escuchó una milésima de segundo después y las criaturas dejaron de acercarse al barco, cayendo a lo profundo del agua.
Naruto se asombró cuando el haz de luz cayó al agua y levantó su mirada al mástil. Sus ojos enormes al ver a Hinata con un arco, sólo parada arriba de la madera. Sus piernas bien separadas, su cabello siendo mecido por el viento y su amplió vientre.
Sonrió.
Su hembra los había salvado.
Pero su mundo se detuvo cuando la sonrisa de Hinata se desdibujó y vió como su pie perdía el equilibrio gracias a un movimiento brusco del barco.
Sólo llegó a soltar sus espadas mientras veía con las luces de los relámpagos caer a su compañera desde tan alta altura.
Naruto se lanzó hacía adelante, su mundo en cámara lenta.
Las hembras que estaban abajo gritaron mientras Hinata caía. Naruto estaba a punto de saltar, cuando Hinata fue tomada por los brazos de Sasuke en medio de su caída. Naruto se detuvo, con la respiración contenida corrió a dónde Sasuke la colocó cerca del timón. El macho Uchiha se apresuró a tomar el control del barco mientras Naruto se arrodillaba al lado de su compañera y la tomaba en brazos.
—¡Hinata! ¡Hinata! ¿Estás bien?
Hinata abrió los ojos y lo miró fijamente.
—¿Ha funcionado?— susurró.
Naruto la abrazó fuerte en su pecho.
—Si, dulce. Nos salvaste a todos. Te amo, te amo—, susurró frenéticamente. Pero de repente la alejó de su pecho y la miró furioso a la cara—. ¡Pero deja de asustarme de ese modo!
Hinata sonrió.
— También te amo.
•
•
Hime se estiró con un ronroneo.
Estaba sobre la madera de las velas y el Sol había salido avisándoles en comienzo de un nuevo día. La demás, en su mayoría estaban durmiendo. Ella miró hacia abajo, comprobando a los otros. Hinata estaba en proa con el Bekirot en su frente acurrucado y Naruto enganchado a su espalda, una de sus grandes manos estaban sobre la panza falsa. Hime no necesitó ocultar su sonrisa, parecías una familia real, como si tuvieran un bebé y Hinata estuviera embarazada. La cara de Naruto estaba escondida en el cabello de Hinata, mientas el Bekirot usaba uno de los brazos de ella como almohada.
Eran tiernos.
Sakura y Sasuke también se habían dormido, pero en popa. Ambos con las caras enfrentadas y con el Bekirot en el medio. Era algo que haría alguien que quisiera cuidar profundamente a sus crías. Ella les concedió eso.
Ten-Ten se mantuvo cerca del mástil, dormitaba sentada. Le dió algo de pena esa hembra, el macho había sido tan cobarde de dejarla sola. Menos mal que había perdido, él no hubiera servido como padre.
Su rostro se ladeó al ver a Kurama caminado por el barco. Era silencioso y se movía por los bordes, observando el agua.
La noche anterior había sido aterradora y muy frustrante para ellos. Ninguno de los dos había podido ayudar a eliminar a esas criaturas. Hime no había entendido que había estado haciendo Hinata, hasta que ella ya estaba justo donde ahora Hime descansaba.
Jamás se le habría ocurrido y saber que ni siquiera Hinata sabía si funcionaria, había sido bastante asombroso. Los machos habían quedado fascinados y había ganado el respeto de las hembras.
Después que Hinata hubiera electrocutado a las criaturas marinas, el agua comenzó a caer del cielo. Fue más que nada incómodo, ya que no había forma de cubrirse. Así que ahora, todos ellos andaban con la ropa húmeda, las hembras molestas y los machos gruñones. Los únicos que se habían salvado de la lluvia habían sido, Hime, Kurama y los Bekirots. Cuando Naruto les había puesto una lona en la proa como techo y los guardianes mantuvieron entretenidos a las crías, mientras ellos intentaban recuperar el rumbo y las hembras revisan los daños.
Hime suspiró al darse cuenta que Kurama sólo estaba comprobando que todo estuviera bien. Acomodó su cabeza sobre sus patas delanteras y estaba por cerrar los ojos de nuevo, para tomar otra siesta, cuando diviso algo a lo lejos.
Se paró en sus cuatro patas y achicó los ojos para ver mejor. Cuando se dió cuenta lo que era pegó un gritó.
—¡TIERRA!
Hime bajó del mástil con rapidez, mientras todos se despertaban confundidos y asustados. Kurama llegó a ella primero.
—¿Has visto tierra?
Hime asintió mientras las dos parejas y Ten-Ten se acercaban a ella.
— Así es, estamos llendo directo a ella, no creo que tardemos mucho en llegar—. No tenía forma de saberlo a ciencia cierta, pero era casi obvio que era la última etapa de la prueba y estaba ansiosa por terminarla ya.
—Muy bien, bajemos las velas y manejemos esto para llegar lo más rápido posible—, dijo Naruto mientras le daba un apretón en el hombro a Hinata. Le dió un corto beso en la sien para luego ver a Sasuke—. Vamos a hacerlo.
El macho asintió y se movió para subir al mástil. Hime no perdió la mirada esperanzada que había puesto Sakura para después suspirar cuando el macho ni siquiera la tocó. Miró hacia otro lado para que no se dieran cuenta que estaba sonriendo. De seguro se arrepentía de no haberse quedado con Naruto cuando había tenido la oportunidad.
Pues que mal por ella, pensó. Ya que Hinata jamás dejaría ir a Naruto y era más que obvio que él no tenía ni la intención de mirar a otro lado.
•
•
Hinata apenas tocó tierra se dejó caer sentada y luego se acostó en la tierra húmeda.
Estar tanto tiempo en el agua, para ella que no estaba acostumbrada, estaba muy mareada. Sentía que movía bien los pies, pero estaba tambaleante. Apretó sus dedos en la tierra, jamás se había sentido más contenta de estar tirada en la tierra húmeda.
Miró el cielo anaranjado, disfrutando del momento, aunque tan solo fueran unos minutos. Parpadeó cuando la cabeza peluda de Kurama se cruzó en su campo de visión.
—¿Estás bien?
Ella sonrió.
—Si, sólo disfrutando de estar en tierra firme al fin.
Apenas terminó de decir eso que se escuchó un fuerte retumbar y la tierra tembló bajo suyo.
Oh no.... ¿Ahora qué?
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