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Cambios Improvistos

La historia me pertenece, los personajes(algunos), por otro lado, pertenecen a Masashi Kishimoto.

LA UNIÓN

Capitulo I

§

Los grandes cambios siempre vienen acompañados por una fuerte sacudida.

No es el fin del mundo, es el inicio de uno NUEVO.

§

Cambios improvistos

Tierra

Hinata volvió a maldecir entre dientes apartando una rama de su camino. Los pies le dolían y no podía dejar de pensar insultos demasiados elaborados para su gata.

Había decidido mudarse unos pocos días atrás y, como en ella todo era impulsivo, ya se estaba llendo a su nueva casa. Necesitaba paz, un poco de silencio y alejarse de las pretensiones de su padre que la instaba a hacerse cargo de la empresa familiar. Por eso se había mudado al bosque, lejos de la civilización y el internet. La gente le hacía sentir un bicho raro cuando decía que no tenía redes sociales. Ella sólo usaba su celular para emergencias, aunque de nada le servía allí a dónde se había mudado.

El veterinario del refugio que ella había ayudado por un tiempo, le había dicho que su gata se estresaría con el viaje, le había puesto una inyección y Hime había estado tranquila durante la mayoría del viaje. Hinata no consideró ponerla en una jaula, cuál era el punto si ella estaba drogada.

Se alejó de sus pensamientos al escuchar un maullido muy cerca.

-Mishi, mishi...- la llamó en voz alta-¿Dónde diablos estás engendro del demonio?- susurró para sí.

Ella amaba a su gata, era su compañera para todo, pero en su locura Hime la había arañado y mordido el brazo con el cual Hinata había querido sostenerla para que no saltará por la ventana de su auto. Casi se sale del camino cuando ella saltó y no le quedó de otra que bajarse del automóvil para buscarla y traerla de nuevo. Llevaba el pequeño bolso para colocar a Hime cuando pudiera agarrarla.

Siguió llamándola cuando volvió a escuchar el maullido, su camiseta se enganchó con un arbusto frondoso cuando estaba cerca de encontrarla.

-Te lo juro Hime. Cuando te agarre te raparé todo tu pelo negro- gruñó cuando intentaba desenganchar la tela de las espinas.

Logró zafarse y suspiró cansada, si ella no amará tanto a los animales sabía que Hime le temería a todas sus amenazas. Pero ella era incapaz de hacerle daño, a cualquier animal y, si vamos al caso, a cualquier persona. Hinata era pacifista, feminista e idealista, un poco. Su padre la odiaba por eso. Puede que odiará la violencia, pero era buena con las discusiones, Hiashi no podía ganarle con sus fundamentos y eso era lo que tanto le enojaba.

Además su padre quería que se casará para poder manejar la empresa.¿En qué siglo estaban? ¿En el 18? Hinata suspiró, no quería casarse y si eso le faltaba para hacerse cargo, prefería no tener nada que ver con eso.

Tan perdida estaba en sus pensamientos que se asustó cuando Hime saltó, saliendo de unos arbustos grandes.

-¡Hime!- sonrió al ver qué corría a su dirección-. Oh, no.- apenas pudo susurrar cuando algo grande apareció tras los arbustos de dónde había salido su gata.

Miró, en estado de shock, como la extraña creatura apuntaba una clase de arma hacía su gata y disparaba. Gritó cuando su pequeña Hime cayó en el suelo a dos metros de ella, sus ojos enormes mirando a la gata negra quedar despatarrada en el césped. Su mirada subió a la creatura humanoide que ahora la apuntaba a ella.

Escuchó el zipg y todo se volvió negro...

Algo estaba mojando la cara de Hinata, algo áspero pasaba por su mejilla y se sintió muy adormilada para sacarse de encima a Hime.

- Despierta ya...

Hinata frunció el ceño al escuchar la voz femenina. No recordaba haber dejado dormir en su casa a alguna de sus amigas, pero algo no iba bien, se dió cuenta...

La cama era muy dura y fría, ahora que la tocaba. Se encontraba en una posición muy incómoda, completamente boca arriba.¿Me caí de la cama?

Hinata se tensó cuando, entre la neblina del sueño, escuchó pasos en piedra. Susurros y ruido de metal. ¿Dónde estaba?

Gimió al moverse lentamente, aún sin poder abrir los ojos, rodó y se puso de costado. Un poco más despierta se dió cuenta que, si, estaba en el suelo. Pero no era de alfombra, madera o cerámica, ni siquiera de cemento. Era piedra, piedra irregular y áspera.

-¡Al fin!

La voz femenina suspiró, estaba muy cerca de ella y no tenía ni idea de quién era. Cuando abrió los ojos estaba todo obscuro, pero pudo identificar rejas no muy lejos de donde estaba tumbada.

Como un balde de agua fría recordó todo.

El viaje, el ataque de Hime y su búsqueda por el bosque. Su aliento se atoro cuando recordó al humanoide dispararle. ¿La habían secuestrado? ¿Dónde estaba su gata?

-Hime...- susurró llamándola, temerosa de que su amada gata hubiera muerto en el bosque.

- Aquí estoy...

Hinata se tensó cuando la voz femenina vino de su espalda. Con ojos enormes y asustados, giró lentamente la cabeza a esa dirección.

Hime estaba sentada en sus cuartos traseros, lamiéndose la pata despreocupadamente. Hinata se alegró de verla en seguida, pero buscó quién había hablado.

-¿Quién anda ahí?- preguntó sentándose lentamente mientras miraba el pequeño "cuarto".

- Sólo somos nosotras dos...

Hinata frunció el ceño, no podía identificar de dónde procedía la voz, era como si sonará en su cabeza.

-¿Dónde estás?

-¿El disparó te afectó la vista también? Yo siempre supe que necesitabas anteojos de aumento igualmente...

Hinata sintió a su columna ponerse recta y se giró lentamente para mirar a Hime. Ahora ella estaba sentada, mirándola con la cabeza ladeada, sus inteligentes ojos grises observándola con curiosidad.

-¿Esto es un sueño?- se preguntó temerosa.

Hime ladeó la cabeza para el otro costado mientras Hinata seguía observándola. Lentamente se empezó a relajar cuando no recibió respuesta.

-Ummm, no lo es, me temo-. Hinata se hecho para atrás cuando Hime movió la boca como un maullido, pero palabras llegaron a ella.

-¡Esto no puede ser verdad!- gritó antes de levantar una mano y golpear su mejilla-. ¡Auch!- se quejó cuando la picazón le llegó.

Con la mano en la mejilla, se quedó mirando a su gata que la veía con ojos grandes.

-Nunca entenderé a los humanos-, susurró antes de hacerse una bola y ronronear.

-¿¡Dónde estamos!?¿¡Por qué hablas!?¡No entiendo nada!

Hinata se levantó con piernas temblorosas y se apoyó en las rejas.

-¡AYUDA!- gritó poniendo la cabeza entre las rejas.

No había sido secuestrada...

Bueno, si había sido secuestrada, pero no por humanos.

Ese pensamiento golpeaba constantemente en la cabeza de Hinata. Estaba acurrucada en una esquina de su celda, acariciando suavemente la cabeza de Hime. Todavía estaba en shock y lo único que le calmaba era saber que su amada gata estaba con ella. Quería creer que era una pesadilla, quizás se había golpeado la cabeza mientras buscaba a su gata en el bosque o algo por el estilo.

Era una alucinación.

Pero no, por más que intentaba despertar, no había podido aún. Se pellizcó por décima vez e hizo una mueca.

El dolor era real, no era un sueño.

Que Hime hablará, no lo era.

Que esas extrañas creaturas parecidas a grandes lagartos humanoides vinieran a hablar con ella, al parecer tampoco lo era.

Hinata creía haber escuchado de los reptilianos, pero se había reído de las especulaciones. Internet estaba llena de esas cosas, conspiraciones. Cosas que nunca creyó, pero ahora no podía negarlo.

Hinata se tensó al escuchar los pasos de nuevo, se acurrucó contra la pared cuando uno de ellos se paró en la puerta de las rejas. Si no veías su piel, eran humanos o podían hacerse pasar por uno de ellos. Con la diferencia que no tenían pelo, su piel era escamosa y tenía distintos tonos. Verdes, esmeralda y hasta azúl, dependiendo de cómo le daba la luz. Era muy alto también, aunque comparado con ella, cualquiera era alto. Pero estaba segura que la hembra que estaba allí para hablar con ella, debía medir algo así de un metro ochenta y cinco. Sus extraños ojos amarillos, muy parecidos a serpientes, la miraban intensamente. Era algo aterrador considerando que brillaban en la oscuridad.

La hembra abrió la reja, Hinata quiso unirse a la pared. Hime, que había estado dormida, se despertó, su pelaje en punta mientras saltaba a los pies de Hinata para ponerse entre la creatura y su dueña, siseando en advertencia. La hembra se detuvo, observando a Hime, Hinata pudo distinguir la curiosidad en los rasgos tan extraños.

-¿Eres la guardiana de la humana?

Hinata parpadeó.

-¡Aléjate!-Hime bufó.

Para sorpresa de Hinata, la reptiliana obedeció a la orden de su gata, retrocediendo un paso.

- Necesito hablar con tu ama-, pidió amablemente.

Hinata observó el lomo de su gata, erizado y curvado. Ella estaba defendiéndola por más que la extraterrestre era muchísimo más alta. Estaba segura que con un simple manotazo, podía matar a su gata. Pero Hime siempre había sido territorial, una chica dura y algo pretenciosa.

-Te escuchamos...

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