Capítulo 35:
Aún con esa cierta corazonada, Light debía tragarse la impotencia que sentía. No quería dejar a su madre sola tampoco, Light a pesar de todo ese sentimiento y ganas de querer ir a ayudar en el pueblo, sabía que debía quedarse al lado de su madre. Si él no lo hacía, ¿Quien más lo haría?
—Madre, deben de alistarse. El guardia que nos llevará al refugio vendrá pronto —dijo Light—. Por cierto, madre... ¿Podrías darme la espada? —Light le preguntó a Ailyn con una mirada seria y llena de determinación.
Ailyn viendo a su hijo un poco sorprendida, pensó por un momento que, Light a lo mejor quería su espada para ir a luchar en el pueblo. El pensamiento fue breve, pero aún así quiso preguntar para salir de las dudas.
—Light, hijo, ¿Para que quieres la espada?
—Madre, si nos dirigiremos al refugio, un solo guardia no bastará para protegernos a los 4. Al contrario, seríamos una carga —respondió Light—. Sabes muy bien que yo se pelear tanto como los guardias bien entrenados del pueblo, me viste hace un momento. Madre, por favor...
Ailyn se sentía aún dudosa. Querer darle un arma a su hijo pequeño sin duda sería sinónimo de locura, pero, Ailyn sabía lo bueno que era su hijo para el combate.
Albert se la vivía pasando diciendo lo bueno que era Light cada vez que podía y se acordaba. Ella también veía como su pequeño entrenaba arduamente en el patio. Sabiendo eso, y pensando mejor las cosas, si Albert no la podía proteger en estos momentos, por lo menos dejaría que su pequeño hijo, lo hiciera.
—Esta bien, hijo, te entregaré la espada —le contesto Ailyn con una mirada seria—. Pero, recuerda y prométeme una cosa.
—Dime madre, haré lo que sea que digas.
—Poseer una espada no significa que ya podrás proteger a una persona milagrosamente. Poseer una espada significa arrebatarle la vida a una persona para salvar a la otra.
Light en ese momento entendió claramente lo que su madre quería decir. Él sabía muy bien que para proteger a un ser querido, debía quitarle la vida a la amenaza que tenía de frente.
Pensar en eso hizo que Light dudará un poco. El nunca había arrebatado una vida, y mucho menos pensaba que la haría a una edad tan corta. La única vez que asesino, fue cuando luchó contra la bestia salvaje. Y sin embargo, su vida corría extremadamente peligro y si no hacia algo en ese momento, el que hubiera muerto fuese él.
Además, Light no sintió mucha culpa debido a que sabía que lo que había matado, era una bestia que devorada y descuartizaba a personas inocentes por placer y antojo la mayoría de veces. Pero, una persona era diferente, demasiado diferente.
—Ailyn, ¿Estás segura de plantarle semejante realidad a tu hijo? —interrumpió Sara, quien estaba presa aún del pánico—. ¿No te estás precipitando un poco?
—Para nada. Light desde pequeño siempre tuvo una mente madura y un entendimiento más allá de un niño de su edad. Que yo le diga tales cosas solo sirve para expandir mucho más su percepción de la vida —confesó ella mientras colocaba una mirada triste y nostálgica.
—Madre, Sara. No sé preocupen. Se que levantar una espada no es sinónimo de salvación. Que yo levanté una espada significa que asesinare vidas para proteger la de ustedes —respondió Light con una voz y una mirada llena de seriedad absoluta.
Tal cambio fue notado por las dos mujeres sin duda alguna. Sofía por otro lado, no sabía muy bien a lo que se referían, pero si algo tenía que adivinar, de seguro no era nada bueno.
—Aún así, no me siento cómodo sabiendo que debo asesinar, por lo que, lucharé sin arrebatar una vida, no lo haré yo. Pero le facilitaré el camino para que el que esté conmigo, lo haga.
Ailyn escuchó atentamente la respuesta que le dió su hijo. Se sintió feliz, se sintió satisfecha por saber que su pequeño tenía una mente libre de maldad. Sin decir más nada, Ailyn abrazó a su pequeño hijo y subió a buscar el arma.
—Es bueno saber que piensas de esa manera, Light. Definitivamente eres un niño extraordinario —lo eligió Sara mientras le sonreía.
—Solo digo lo que siento, y yo siento que no estoy listo aún para cargar con la responsabilidad y el pecado que conlleva asesinar —Light sabía que asesinar era un pecado grande. Desde muy pequeño se le inculcó valores, y eso lo grabó en su mente.
Efectivamente. Light aún era demasiado pequeño como para llevar la culpa de haber asesinado a una persona, ya sea buena o mala. Todavía no se sentía listo.
Pero, no sentirse listo para quitarle la vida a alguien, no significaba que no lucharia para salvar su vida o a los que le importa. Luchar y asesinar no precisamente se escriben en la misma línea.
Pocos minutos después de que Ailyn subió, el guardia compañero que el anterior guardia había mencionado, llegó.
—Por favor, debemos irnos lo más rápido posible. Las cosas en el pueblo se han tornado más caóticas que antes —aclaró el guardia.
—Entiendo, por favor, espere solo un momento —dijo Light —. Mi madre bajara en un segundo.
—Esta bien.
Sara agarró de la mano a Sofía y salió para afuera de la casa junto al guardia. Light al ver que su madre aún no baja, decidió subir a buscarla, pero, justo antes de que se moviera, Ailyn ya se encontraba bajando las escaleras.
—Disculpa si me tarde un poco, es solo que, estaba buscando otra cosa a parte de tu espada, hijo.
—No te preocupes madre, salgamos, ya nos están esperando allí afuera.
Ailyn asintió a lo que dijo su hijo y le entregó la espada. Light la tomó con cuidado, puesto que la espada no tenía una vaina y tampoco tenía un lugar en la cintura para colocarlo.
Pero, justo en ese momento cuando pensó en un cinturón, Light se acordó de algo.
—¡Cierto, la daga! —exclamo Light—. Madre, sal, yo saldré enseguida.
Dicho eso, Light corrió rápidamente hacia su habitación y empezó a buscar en el lugar donde tenía guardada la daga. Después de buscarla unos breves segundos, se la colocó en su cintura y debido a que el compartimiento donde se guardaba la daga era un juego de cinturón y funda, Light reposó su espada allí.
Metió la espada justo en su cintura, y gracias al cinturón de cuero, que hacía presión, hacia que la espada no se cayera.
Light corrió hacia a fuera y allí estaba el guardia junto a su madre, Sara y Sofía.
El guardia no se sorprendió mucho al ver armado a Light. Él desde hace tiempo sabía muy bien de las cualidades y el talento que poseía el niño. El guardia más bien se sintió un poco aliviado y más seguro al saber que tendría un apoyo por el camino.
—Bien, partamos —mencionó el guardia—. Yo estaré en frente, señorita Ailyn, señorita Sara y jovencita, pónganse detrás de mí. Light, apoya cuidando nuestras espaldas.
Todos hicieron caso. Cada quien se posicionó en el lugar indicado y empezaron a caminar a paso rápido.
El lugar al que se dirigían, se situaba cerca del campo de maíz dónde Light y Sofía se encontraban hace un rato. Era un distancia no tan larga, pero aún así decidieron apresurar el paso.
Cómo bien mencionó el guardia hace un momento atrás, la situación en el pueblo se había intensificado. Eso se podía saber observando el desastre que había aumentado en el pueblo.
Anteriormente, el daño causado por los bandidos se encontraba estancado en la entrada principal del pueblo, pero, ahora ya estaban muy cerca de llegar al medio del lugar. Muchas casas se habían derrumbado o incendiado.
Una vista totalmente trágica. Siguiendo el camino a paso rápido, el grupo de dos mujeres, una niña, un niño y un guardia, tardaron un buen rato en llegar al refugio.
Cuando llegaron, Light notó que un grupo de unos cuatro guardias se encontraban custodiando el lugar, mientras que en la distancia, se podía divisar un grupo de personas siendo guiadas por otro guardia.
—Bien, ustedes y el grupo que se aproxima son los últimos en llegar —afirmo uno de los cuatro guardias—. Por favor, entren al refugio y mantengan toda la calma que se le sea posible.
Diciendo eso, Light observó una pequeña puerta doble que sobresalía del sueño. La puerta estaba hecha de una madera con un color marrón oscuro. El guardia que dió la información, tocó tres veces la puerta y enseguida se produjo un ruido.
La puerta se había abierto y de allí se asomó otro guardia.
—Ya que todos han llegado, favor de entrar en fila —volvió a decir el guardia cuando vio que el otro grupo había llegado.
—Madre, entra primero con Sara y Sofía, yo me quedaré otro rato vigilando junto a los otros guardias —le dijo Light a su madre.
—Esta bien, solo ten mucho cuidado, hijo.
Ningún guardia que estuvo al rededor del niño objetó ninguna palabra de burla o reproche. Todos sabían sobre las excelentes habilidades y cualidades se Light.
—Se aprecia tu ayuda, pequeño —comentó uno de los guardias mientras sonreía.
Para ellos, quienes entrenaban todo el tiempo, ver cómo un niño era sumamente talentoso y tenía una voluntad de lucha impecable, los llenaba de orgullo.
—Estaremos a tu cuidado, niño —soltó otro entre risa pero lleno de satisfacción.
Light solo se limitó a asentir. En seguida, las personas empezaron a entrar al refugio. Uno por uno iba entrando mientras los guardias observaban sus rostros llenos de temor y angustia.
Light también los veía, luego daba una mirada al pueblo y un sentimiento que recorría todo su cuerpo lo invadia a más no poder. Light tenía ganas de ir hacia allá y luchar junto a su padre, defender su hogar, para eso había estado entrenando todo este tiempo.
Él quería volverse más fuerte para poder afrontar su camino y poder explorar el mundo sin preocupaciones. Si un incidente como este lo asustaba y lo hacía dudar, ¿Para que estuvo haciéndose fuerte todo este tiempo?
Ridículo, simplemente era algo ridículo. Así se describía Light el mismo.
••••
Volviendo al pueblo, los bandidos habían invadido una buena parte del lugar. Al principio solo había entrado un grupo, pero a medida que iban llegando más guardias, los otros bandidos se hacían llegar para no perder territorio y masacrar todo a su paso.
Zirion se encontraba comandando y dando órdenes a los guardias para formar formaciones de lucha y así poder luchar con mucha más facilidad contra los grupos de bandidos. Albert estaba junto al padre de Adam batallando contra tres bandidos al mismo tiempo.
Sus habilidades en el combate eran impecables. Albert y Aron luchaban tan sincronizadamente que, a los bandidos se les hacía imposible vencerlos aún si iban en grupos de tres.
Aún así, debido al pasar de los minutos, algunos guardias iban perdiendo fuerzas y más bandidos iban entrando al pueblo. De esa manera, hicieron que los guardias retrocedieran y los bandidos aprovecharon para avanzar y destrozar más casas.
—¡Estos bastardos! ¡¿Cuántas mierdas de esas hay?! —refutó enojado Aron.
—Sara confesó que el grupo que atacó su pueblo estaba confirmado por alrededor de 27 bandidos. Esto definitivamente supera la cantidad de 27 miserables bastardos —contestó Albert.
—No olvides que también afirmó no saber la cantidad exacta de bandidos, y mucho menos ahora que han pasado días desde que llegó —respondió Zirion quien no estaba muy lejos de Albert y Aron—. Mi único pensar es que al atacar el pueblo Vereda, los bandidos ni habían ido con todo y mediante pasaba el tiempo, reclutaron a unos cuantos más.
—Tu no eres el único con ese pensar, hijo mío.
Una voz anciana se hizo presente en el lugar y tanto Zirion como Albert y Aron, más unos que otros guardias que estaba al rededor voltearan al lugar donde procedía la voz.
Al observar con atención, la voz provenía de nada más que, Lenear, el jefe del pueblo, quien estaba vestido con una túnica blanca con bordes negros. Encima de la túnica, Lenear se había colocado una pechera de hierro, hombreras y un par de muñequeras que también estaban hechas de hierro.
En su cintura, llevaba colgando una espada que estaba enfundada en una vaina hecha de un tipo de cuero raro de color negro.
—¡Padre! —dijo Zirion un poco asombrado al ver a su padre vestido de tal forma.
No solo eso, Lenear ahora estaba totalmente derecho, y su mirada mostraba un instinto de lucha e intensión asesina que no había mostrado antes.
—Veo que tienes bien entrenados a tus hombres, mi buen hermano, Lenear.
Una voz un poco grave y a la vez mayor resonó en el lugar donde se estaba llevando la lucha. La voz tenía una pizca de nostalgia, arrogancia y burla.
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