Capítulo 3: ¿El pasado?

POV of Isabella.

17 de julio del 2021.

Después de prácticamente huir de la casa de Rodrigo luego de que su madre llegara, me dirijo a la cocina de la casa de mis tíos.

¿Qué se supone me pasa con él?

No tengo demasiado tiempo para pensarlo, debido a que me encuentro a Eva en la cocina.

—¿Dónde estabas?—pregunta con bastante molestia en su voz.

—Salí con alguien—digo mientras me sirvo un vaso de agua.

—No esperaba que conocieras gente aquí, procura avisar para la próxima vez, mis padres estaban preocupados.

—Vale.

Y veo como se marcha por el pasillo.

Me sorprende que a Rodrigo no le guste Eva. Es realmente una chica muy bonita, simpática y parecen tener cierta química entre los dos.

Es raro que teniendo a una chica como Eva detrás de él hace años, no se haya planteado siquiera darle una oportunidad.

Ya le preguntaré.

***

POV of Rodrigo.

21 de julio del 2021.

Han pasado cuatro días desde aquella noche con Isabella donde mi madre nos interrumpió, y no he sabido nada de ella, debido a que no soy bueno hablando por mensaje y no sé precisamente como escribirle.

Le pedí ayuda a Álvaro, lo que implicó contarle todo lo que pasó esa noche, y aunque se burló de mí por llevarla a un restaurante para niños, me felicitó porque me salieron las cosas, aunque no planeé realmente lo de la botella de vodka y el estar a escasos centímetros de ella.

Estoy a nada de escribirle cuando me llega un mensaje de Eva.

Eva: El cielo está presentable hoy, busca tu cámara y sal a tomarle fotos conmigo ya mismo. Es una orden.

Rodrigo: Como diga, comandante.

Eva y yo estudiamos la misma carrera, y tiene la misma obsesión por el cielo que tengo yo. Me digo que le escribiré luego a Isabella y tomo mi cámara para salir y encontrarme con Eva.

Y no mentía, el cielo está hermoso hoy.

En medio de lo inspirado que me encuentro tomándole fotografías al cielo, siento vibrar mi teléfono en mi bolsillo.

Isabella: Te veo amando al cielo.

Levanto la vista para empezar a buscar a la morena y la encuentro sentada en el porche de la casa de Eva con un libro.

Rodrigo: Lo estoy amando porque hoy sí está presentable para tomarle fotos.

Isabella: Yo veo el cielo igual desde que llegué a Madrid. Pero tú eres el fotógrafo y el que vive aquí, así que tú sabrás.

Río ante eso y veo a Eva con la graciosa expresión de placer que hace cuando las fotos le salen bien.

Rodrigo: ¿Qué lees?

Isabella: Estoy leyendo uno de los libros que me recomendó Eva, una historia "romántica" muy cliché. El chico es ridículamente atractivo según todos, mujeriego, millonario, trata mal a todos y se enamora de la chica buena, clase media, virgen.

Rodrigo: Suena maravilloso, seguro es un libro muy famoso.

Rodrigo: Voy a dejarte para que sigas leyéndolo y continuar tomando fotografías al cielo.

La verdad es que no necesito realmente estas fotos, pero nunca sé cuando pueden servirme, así que, Eva y yo preferimos aprovechar en estos casos, no todos los días hay cielo de verano.

Isabella continúa leyendo sobre esa historia cliché que seguro Eva me dió en algún momento (aunque con la cantidad de historias con esa descripción, me es difícil saber cual estará leyendo), y dado que está perfectamente distraída, decido tomarle una foto.

O bueno, eso intentaba, ya que Eva se puso en medio en el momento exacto que tomaba la foto.

—¿Quieres quedarte conmigo revelando estas fotos?—me pregunta la pelinegra mientras se sienta a mi lado en la acera.

—Voy a decirte toda la vida que ese proceso es anticuado y muy lento—respondo mientras saco mi teléfono para enviar un mensaje.

Rodrigo: Hoy a Cibeles a las siete, ¿te parece?

Isabella: Me parece, ¿llevas la cámara?

Rodrigo: Por tí llevo lo que sea.

—Rodrigo, ¿me estás prestando atención?—pregunta Eva, quien ahora parece estar molesta.

—Sí, que el cuarto oscuro y la luz roja es lo que le da la magia a la fotografía y bla, bla, bla. Continúo pensando que es anticuado y desesperante.

—Esta juventud de ahora todo lo quiere fácil—exclama Eva con indignación.

***

—Siempre veía esta fuente en fotos y no creía que fuera tan bonita, pero veo que estaba equivocada—dice mientras no sale de su asombro ante la Fuente de Cibeles.

Es una fuente muy hermosa, pero he venido tanto que ya no le presto atención. Es un lujo que puedes darte siendo del Madrid.

Le dije a Isabella que viniera conmigo porque quería pasar un rato con ella, pero ella me pidió traer la cámara porque quería posar, y yo nunca me voy a negar a tomar fotos.

Así que, luego de mi momento como el fotógrafo personal de una vasca, me dijo que quería ir a comer algo.

—Esta me gusta más—dice mientras se limpia las manos por la comida

—En esta te ves mejor, además se logra apreciar más la fuente y tu cabello se ve realmente bien.

Ella sonriendo a la cámara, la fuente la cual salió muy bien, y además su cabello salió espléndido. Sí, me quedo con esta foto.

—¿Qué te hizo querer estudiar fotografía?—pregunta mientras come.

—Siempre me ha gustado tomarle fotos a las cosas, mi madre tenía una cámara y cuando era pequeño aprendí a usarla.

»Me gusta creer que las fotos pueden preservar buenos momentos o la belleza de algunas cosas, que, aunque no sea igual, trata de asemejarse.

»Mi madre siempre dice que las fotos no podrán preservar nunca el momento ni lo lindo de este mientras observa la única fotografía que tengo con ella y mi padre.

—¿Por qué no le pediste a Eva que viniera contigo? Ella sabe más de esto que yo.

—Quería que vinieras conmigo, no importa que no sepas, quería pasar un rato contigo—digo, sonriendo ante esto ultimo—Y la verdad, tu idea de fotografiarte no me disgustó en lo absoluto, aunque quería hacerlo en otra circunstancia.

Me fuí de lanzado, no debí decir eso.

—¿En qué circunstancia querías fotografiarme, Rodrigo David?—pregunta la morena mientras ríe y enarca una ceja.

¿Por qué ahora me gusta tanto mi nombre completo?

—En ninguna. Sígueme haciendo preguntas—intento evadir su pregunta, y al parecer funciona.

—¿Por qué no te gusta Eva?—interroga, tomándome por sorpresa. No hablaba de ese cambio de tema.

—¿A qué se debe tu pregunta?—indago, tratando de entender el porqué de su pregunta.

No es que Eva no me parezca atractiva, pero es mi amiga, crecí con ella, no puedo obligarme a sentir algo que ella no me genera. Estar juntos sería injusto para cualquiera de los dos.

—Es linda, se conocen desde hace años, confían en el otro, tú le gustas, ¿por qué a tí no?—continúa preguntando.

—Es mi amiga, y así la voy a ver siempre, no te puedes obligar a enamorarte de alguien que simplemente no te genera ese sentimiento.

No decimos nada, sólo nos estamos mirando fijamente.

—¿Qué te da miedo, Rodrigo?

Me tenso por un momento, ¿qué tiene hoy con las preguntas repentinas?

Sin embargo, rápidamente respondo.

—Es bastante infantil, pero me da miedo la oscuridad.

—¿Por qué?

—Me da miedo no ver más que oscuridad, que deje de haber luz—miento—¿Y a tí que te da miedo?

—Me da miedo estar sola. Es igual a cuando ganas una carrera pero no lo puedes celebrar con nadie, me da miedo esa sensación.

»Me da miedo que el pasado me alcance después de tanto tiempo, me da miedo que vuelva...—no termina la frase porque se calla abruptamente.

—¿El pasado?—pregunto con muchas dudas ante todo lo que acaba de decir.

—¿Podemos irnos?—pregunta para desviar el tema.

La caminata a casa es tensa, ninguno dice nada pero yo tengo más de una pregunta.

Nos despedimos en la acera, entro a casa y como pocas veces, mi madre está.

—¿Quieres cenar?—pregunta mientras revuelve algo que no identifico.

No quise cenar en Cibeles, no tenía hambre.

Necesito comer.

Mientras cenamos, intento formular mi pregunta a mi madre.

—Mamá, ¿te da miedo la soledad?—pregunto.

—No entiendo tu pregunta, cariño.

—Sólo responde.

—Pues, no creo haber sido tan mala contigo para que me dejes morir sola—dice riendo—hablando de eso, no te he contado, pero estoy saliendo con alguien.

Ya decía yo que cuando llegó temprano del trabajo no venía del trabajo.

—Qué bueno, ma', me alegro por tí—digo mientras termino de cenar y me dirijo a la cocina a lavar mi plato.

Subo a mi habitación, y aunque me gustaría decir que puedo dormir, sólo doy vueltas en la cama.

¿El pasado? ¿Qué tiene el pasado?