III
La tranquilidad de amanecer en medio de la naturaleza no tiene precio. Al menos eso se venía diciendo Naomi por quinceava vez en la semana, en un desesperado afán de auto convencerse de que de verdad era feliz atrapada en esa, si muy hermosa hacienda, pero aburrida y lejos de sus pasiones. Dos meses llevaba metida en el alejado pueblo, acompañada por su sobreprotectora prima, su esposo y el par de diablillos adorables que tenía como sobrinos. Sus distracciones se basaban en leer sus viejos diarios, ver algunas de las antiguas telenovelas o entrevista, que siempre tenía el mismo efecto inquietante, pararse, verse al espejo e intentar encontrar a la mujer que aparecía en pantalla, la misma que ahora le parecía lejana y extraña.
—Buenos días Nao —saludó su prima Bárbara entrando después de dos rápidos golpecitos a la puerta y sin esperar respuesta alguna—, ¿otras vez viendo Beso Salvaje?
La elegante mujer de tacones altos y peinado perfecto se sentó a su lado.
—No es como que tenga algo mejor que hacer...
— ¿Están viendo Beso Salvaje? —Indagó la adorable anciana de cabello blanco y aroma a jazmín—. A mi Joaquín le encanta esa novela.
Bárbara y Naomi sonrieron haciéndole un espacio en la cama, doña Carolina había enterrado a su difunto esposo Joaquin Altamirano hace muchos años, aunque en su corazón seguía vivo y por ello se paseaba por la enorme hacienda hablando con él.
—Barbie —llamó Naomi en voz baja con la duda marcada en el timbre—, quiero... digo, necesito recuperar mi vida—. Sentenció viendo en la pantalla a esa hermosa actriz que fue y después del accidente parecía haber desaparecido en su interior.
Bárbara se paró de la cama y haciéndole una seña la invitó a seguirla al balcón.
— ¿Y qué te detiene Nao? —indagó en medio del intenso cantar de los pájaros mañaneros una vez fuera.
Naomi suspiro, colocó ambas manos en el barandal y perdiendo su mirada en la lejanía, respondió:
— ¿Soy yo? Digo, esa mujer que sale en las entrevistas y novelas ni siquiera suena como la que escribió los diarios, ¿de verdad soy yo? Barbi, ¿qué me pasó?
Y es que desde hace más dos meses, después del accidente afuera del edificio de TeleClub, y de que los doctores dictaminarán que los últimos cinco años de su vida le habían sido arrancados de la memoria, la rubia se sentía cada vez más perdida, y aunque poco a poco había ido conociendo a toda la gente cercana durante esos años, tenía el constante miedo de haber perdido el talento junto a sus recuerdos.
Bárbara sonrió con calma con ese característico gesto de quien siempre tiene las respuestas correctas.
—Nao, te metiste al juego. Eso es todo cariño...
— ¿De qué hablas?, ¿qué juego?
—El de la vida —respondió con obviedad—. Te diste cuenta que para triunfar en el medio necesitabas, una careta, un papel nuevo, te hiciste uno y lo actuaste. Por cierto, venía con esas fabulosas bubis.
Naomi rio, cruzando con falsa pul cridad la bata.
—Sigo pregúntame cómo fue que no me detuviste, siempre odié la idea de llenarme de plástico y cirugías.
—Como si me hubieras preguntado. Te perdiste un par de meses y un llegaste presumiendo tus nuevas doble D...
—Eso, justo de eso hablo. Yo no haría eso...no sé quién es esa mujer, simplemente no la conozco, no me conozco —aseguró con el miedo clavado en cada silaba.
Bárbara se paró a su lado, la abrazó por la cintura, le dio un beso en el pelo y finalmente susurró:
—Eres tu cariño, solo debes regresar al juego.
Dicho eso entró a la habitación dejándola sola con los brazos aferrados a la bata y el vacío en el estómago llenándose gota a gota de miedo e incertidumbre.
La mañana transcurrió entre un maratón de Beso Salvaje junto a Carito, el par de sobrinos y sus ocurrencias. No volvió a ver a Bárbara hasta la hora de la comida cuando el pequeño Mateo la obligó a bajar al comedor.
— ¿Buenas tardes? —indagó la rubia entrando al vacío comedor de la mano de Mateo.
El silencio le respondió el saludo, pero un montón de susurros provenientes de la estancia la guiaron. Voces conocidas discutían algo sobre un papel importante, un contrato, el nombre de un famoso llego hasta a ella con énfasis ¨Gael Montero¨, Naomi sabía quién era aunque no tenía el gusto de conocerlo en persona. Y finalmente algo sobre un secreto importante y mantenerlo así.
—Buenas tardes —saludó la rubia después de ser descubierta espiando por culpa de un fuerte estornudo de Mateo quien salió corriendo dejándola abandonada a su suerte—. Que gusto verlos.
La mirada de Rodrigo y Carlos se cruzaron por un momento, mientras Rosse se acercaba con ese aire maternal a darle un par de sonoros besos acompañado de un cálido abrazo. Rosse, dueña de una de las marcas más importantes del país de ropa de dama, diseñadora, impulsadora de la moda curvi, feminista, fiel defensora de los gatos, modelo de pasarela a sus más de cuarenta y cinco y por si fuera poco tía de su mejor amigo Rodrigo, era la mujer que, aunque la rubia no recordaba, la rescató del hoyo de la depresión, la alentó a aceptarse y combatir un cuadro de anorexia y bulimia, le presentó a Rodrigo y la llevo a ser la imagen en más de una temporada de sus más exclusivos diseños ¿A cuanta de qué? Lo cierto es que Naomi nunca lo supo y en momentos de confidencia cuando la cuestionaba sobre ello, Rosse se limitaba a sonreír y con simpleza afirmar lo mucho que veía de ella en la rubia.
—Te traemos una noticia... agárrate güera...uy...uy —sentenció el alegre Carlos medio distraído por la imagen del esposo de Bárbara, Diego Altamirano, que se podía ver a través del ventanal cepillando a Casandra, su yegua, sin camisa y silbando una pegajosa canción.
—Hum, hum —presionó Rodrigo sacándolo de concentración.
—Ah sí, sí, ¿Dónde estaba? Mmmm...
—El protagónico...—alentó Bárbara desde el otro extremo de la sala con sonrisa socarrona.
—Te tengo una propuesta increíble...
— ¡Si! Acepto...
—Tranquila guera, primera escucha —terció Rodrigo acercándose a darle un beso en la mejilla a modo de saludo.
Naomi sonrió al tiempo que negaba con la cabeza.
—No entiendes Rodri, estoy enloqueciendo entre el encierro, el accidente, las pesadillas...
— ¿Aún están? —indagó Bárbara borrando repentinamente las sonrisa para recomponer su rostro en un gesto serio, casi preocupado.
Naomi asintió sentándose en el filo del sofá.
—Siempre lo mismo. Pensé que quizá, ya que yo no recuerdo nada... ustedes me podrían dar una pista de qué me pasó —soltó viendo al trio de amigos y es que después de semanas de insomnio ya era hora de armarse de valor—. Siempre, siempre hay un bebé. Pequeño, recién nacido pero por alguna razón está muy lejos de mí. Y es frustrante porque llora tanto y quiero abrazarlo, consolarlo. Pero, no puedo, por más que lo intento no puedo llegar a él. Luego aparece una sombra que lo cubre y lo levanta no sé quién sea pero se lo lleva, luego hay silencio, un golpe sordo y despierto muy agitada y a veces llorando.
Rosse y Bárbara cruzaron miradas por una fracción de segundo. Carlos y Rodrigo se limitaron a mirarla con intriga, y es que si bien conocían a la rubia, ninguno de los dos sabía tanto de su pasado, no como las otras mujeres de la sala.
—Suena... aterrador —sentenció Carlos sentándose a su lado —. Necesitas trabajar cariño. Quizá el bebé sea simbólico y es algo como el miedo que te da este renacer...
— ¡Eso! eso podría ser. Estas en una nueva etapa y sientes miedo.
— ¿Creen? —indagó observando intercaladamente a Carlos y a Rodrigo
Los dos asintieron con una sonrisa que la rubia encontró tan consoladora como poco confiable, en el fondo sabía que algo más se escondía en su alma, pero no podía negar que la explicación de Carlos la reconfortaba un poco.
—No se diga más —sentenció poniéndose de pie—. Acepto cualquier propuesta que me traigan. Es más, ¿dónde firmo?
—Ya está firmado —dijo Carlos dando un pequeño aplauso de emoción.
Rosse se acercó a darle un repentino abrazo que no hizo más que terminar de confundirla.
—Felicidades Nao, eres, mejor dicho siempre has sido, la protagonista de Destinos Entrelazados. Empaca que mañana mismo conocerás al demás elenco.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro