25
Camille.
Esto se ha convertido en un completo desastre...y Marcus, sin duda alguna, se ha vuelto loco. Lo que más me trastorna de todo esto es el hecho de haber practicado tanto lo que tenía que acontecer en la fiesta. Fueron horas y horas de mucha meticulosidad y entonces, sucede lo impensable.
¡Maldito seas!
¡Siempre Marcus, estropeando todo!
Su odio irracionable hacia Paul lo podría tolerar. Yo también lo odio a decir verdad, y podría comprender su repugnancia hacia él, pero llegar tan lejos en un plan que no dejaba cabida a la duda y mucho menos al fallo... eso no lo puedo soportar.
La fiesta está en pleno auge y yo he tomado más de lo normal. Lo admito. El alcohol puede desinhibir a muchos pero en circunstancias tan complejas como esta me resultan muy necesarios unos cuantos sorbos. Y sí, me relajo paulatinamente lo cual agradezco para mis adentros.
Todos bailan y disfrutan el momento mientras en mi cabeza los engranajes giran y giran como un autómata. Estoy rememorando todo el plan y ya Anabelle debe estar a punto de despertar.
La ansiedad me carcome.
Vuelvo a tomar un sorbo de tequila.
El líquido me abrasa la garganta y me hace estremecer. Luego, sonrío al grupo de idiotas de chicas a mi lado y reprimo una fuerte carcajada al imaginar lo que está a punto de suceder sin que ellas sospechen nada.
La música deja de sonar, y unas voces se alzan al otro lado de la embarcación.
Frunzo el ceño y agudizo el oído.
— "¿Lo sientes verdad? El desprecio que siento por los maricas como tú, Paul".
Los demás también se han detenido y oyen las voces alzarse entre el viento que sopla a nuestro alrededor. Esa voz, es inconfundible.
— "Y te gusta porque para eso naciste. Para ser una escoria que personas como yo debe pisotear".
<<Marcus>>, pienso.
Asiento al ver los inexpresivos rostros que me observan.
— ¿Ese es Marcus? –pregunto, sin darme cuenta de querer decirlo en voz alta.
Una chica afirma con la cabeza y mi corazón empieza a acelerarse.
— ¡Joder, Marcus...! –mascullo y con rapidez doy la vuelta.
Los otros me siguen y puedo oír como las voces se incrementan aún más, mientras me acerco. Para este momento, mi cuerpo es presa del pánico y del abuso del alcohol por lo que en medio de la marcha doy un traspié y si no es por Ariadna, una compañera de clases, casi me desplomo en el húmedo piso.
— Escucha –me susurra, sosteniendo mi brazo.
Volteo lentamente y observo como dos figuras a pocos metros de mí, están enzarzadas en una fuerte discusión. Marcus yace de espaldas con botella en mano mientras que Paul, firme como una estatua, le responde sin siquiera titubear.
Abro los ojos como platos. No puedo evitar sorprenderme.
— "Que grandísimo idiota eres, Marcus Rickson. Ambos sabemos que no eres capaz de admitir que eres más maricón que yo".
Todos se asombran.
Incluida yo, que me he llevado una mano a la boca. Marcus se irgue y lanza con furia la botella. El cristal se hace añicos y entiendo sin darle tiempo a nada, de que se acerca un fallo en el plan.
Doy un paso adelante y, la verdad no soy del todo consiente el momento mismo en que lo hago; pero debo salvaguardar todo... o esto se irá a la mierda.
— "¿Qué coño dijiste? –El tono de voz de Marcus me eriza la piel.
Paul no responde, y es lo mejor que puede hacer.
— "Vuélvelo a repetir, marica de mierda". –continúa, con tono iracundo y luego, escupe hacia un extremo.
Camino un poco más y le cojo por el brazo. Intento decirle que pare y controle su maldito impulso pero en ese instante, un desconocido Marcus me empuja con todas sus fuerzas hacia un costado y caigo de bruces sobre el suelo con un irremediable dolor. Sin duda, se ha vuelto loco. Sus ojos refulgen como fuego incandescente y nos observan a todos con marcado desdén, abriendo sus brazos y sintiendo el temor recorrer por todo mi cuerpo, nos grita:
— "¡Señores, éste marica de aquí, acaba de admitir que le gusto! ¡¿pueden creerlo?!".
Algunos de los congregados emiten un sonido de burla.
<<No, no, no>>, pienso mientras voy poniéndome de pie con cierta dificultad. Debo actuar rápido.
— Marcus, ya basta. Ya Anabelle despertará. –digo, cogiéndolo nuevamente por el brazo.
De pronto, lo miro, y siento que he cometido un gravísimo error.
— ¡Suéltame grandísima perra!
Su voz me deja impertérrita. Un brusco golpe de su parte me hace perder por segunda vez el equilibrio y vuelvo a caer. Ariadna llega e intenta levantarme pero le hago una seña de que no es necesario.
Esto ha ido muy lejos.
— ¿¡Te has vuelto loco!? –grito desde mi posición agazapada. Me llevo una mano al codo que arde con cada latido en mi piel.
Maldito idiota. Tenía que saber que eras un completo idiota.
Marcus me ignora, por su parte mira a Paul.
— Voy a matarte, maricón de mierda. –le amenaza—. Voy a romperte esa cara de niña hasta que pidas clemencia. Voy...
De pronto, Paul contraataca y por primera vez en la noche siento cierto regocijo por él.
— ¡Admítelo! ¡Admite que mi mariconería no la soportas porque eres igual que yo! ¡Vamos! ¡Dime que no!
Oh, por Dios...
Marcus se detiene, está impávido. Su cuerpo deja de temblar. Todos observamos la escena en silencio.
— "Sabes que tengo razón. –continúa diciendo Paul, quien a su vez se acerca más a Marcus—. No eres capaz de admitir que eres tan homofóbico como gay, por igual. Y sabes, ¿Qué es lo peor? –silencio, todos permanecemos expectantes ante sus palabras—. Que yo al menos soy feliz pero tú jamás lo serás".
— Cállate... —empieza a decir Marcus.
Desde mi posición no pueden verme pero estoy sonriendo. Crece mi admiración por Paul.
— "Nunca serás feliz porque no eres capaz de aceptar que te gustan los hombres y a diferencia mía, yo puedo ser quien soy... pero tú. Tú serás la misma mierda de siempre.
Entonces, sin pensarlo Paul le escupe en la cara.
Y el mundo estalla en mil pedazos.
Marcus golpea con furia a Paul tras el cual cae desplomado sobre el suelo. Todos gritamos y cada uno comienza a moverse. Los dos idiotas que debían aparecer posteriores a la salida de Anabelle aparecen antes de tiempo y comienzan a disparar hacia un punto inespecífico. Mi cabeza es un caos. Anabelle aparece en el otro extremo y Dan, mi hermoso Dan, se abalanza sobre el agresor más próximo y este cae por el vacío de la embarcación.
Intento ponerme en pie, pero alguien me atrae hacia mi posición y puedo notar como un brusco movimiento del yate me estremece los sentidos. El cielo se oscurece y fuertes relámpagos irrumpen a nuestro alrededor. El sonido es ensordecedor; iluminan todo el lugar de forma amenazante.
Alguien grita.
Una y otra vez.
Estoy confundida.
Finalmente, la confusión da paso al temor. Un relámpago cae sobre nosotros y estalla con fuerza en la parte más alta del yate. La antena transmisora cae a un lado y la bandera ondeante se enciende en llamas. Todo sucede muy rápido, sin previo aviso. El fuego se expande y un fuerte estallido estremece cada rincón. Las olas golpean a nuestro alrededor y una chica, o la misma Ariadna no sé, cae al vacío. El yate se eleva unos segundos que me parecen una eternidad y luego, aterriza con un fuerte estrépito salpicando todo de agua. Pierdo las fuerzas, me resbalo...
Y caigo al mar.
El agua me cubre por completo y la densa bruma me absorbe.
<<Voy a morir, pienso, voy a morir>>.
Las lenguas de fuego se alzan en lo alto y justo cuando otro relámpago cae, la embarcación explota y todo se oscurece en lo que comprendo es un inexorable final.
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