Capitulo 7. Katherine Van Helsing: Sueños que parecen no ser sueños...
-Ay, no, espero que no, porque ya he tenido mucho susto en unas horas -confieso, preocupada de que esas cosas aparezcan -solo digo que no me explico de donde pueden venir esos espectros.
-...Creo saber de dónde vienen, pero sigo sin poder creérmelo... -niega con la cabeza, abatido - ¡No tiene sentido!
-Que intenten matarnos tampoco tiene sentido, Drácula.
- ¿Por qué lo dices? ¿Iban a matarnos?
-No te sabría decir, solo sé que estaban muy molestos conmigo y me culpaban de lo que les hice...si es que eran ellos. Tengo el presentimiento de que algunos de ellos me confundían con alguien más, el problema es que no sé a quién exactamente. Tampoco estoy segura de lo que querían, si meramente asustarme, arrastrarme al infierno o matarme... ¿Pueden unos espectros, espantos, o fantasmas, matar a un ser vivo? ¿A una persona, aunque sea del susto?
-Quien sabe, si son capaces de ellos, imagino que casi lo logran conmigo -murmura, avergonzado -cuando me acorralaron, no supe que hacer. Entre en pánico y no supe sobrellevar la situación. Me tenían rodeado y no cesaban en decirme cosas horribles...cosas que hice en el pasado...pero no esperaba que vinieran a pedirme pagar cuentas pendientes.
-Un momento... ¿De que estas hablando? ¿Conocías a esos espantos que te tenían aprisionado?
-...Algo así, aunque no estoy seguro -dice, tiene una expresión distraída, luego me mira -te agradezco por ayudarme, no sé qué hubiera sucedido si nadie hubiera venido.
-No te salvé. Le aclaro, aunque eso es mentira.
-Tal vez no, pero eso no significa que no hayas intentado ayudarme, aprecio ese acto, y al menos sé que todo esto no ha sido producto de mi imaginación.
-Te entiendo... -murmuro -también temía que estuviera imaginando todo esto, aunque no me explico que nadie haya venido. He gritado pidiendo ayuda y es raro que nadie lo haya escuchado.
- ¿Eras tu quien gritabas? Escuché unos gritos y estuve a punto de ir a tu encuentro sin saber quién eras, pero...cuando me acorralaron esos espantos, uno de ellos me tocó y me vi arrastrado a un sueño profundo.
-No me sorprende, no pude despertarte hasta que agarré un jarrón de agua fría y te la eché en la cara...perdón por eso.
-Descuida. Dice, recuperando su sonrisa habitual.
-Por cierto... ¿Quién es Hatalaya?
Pierde la sonrisa tras preguntarlo, una expresión de perplejidad, miedo y confusión nubla sus rasgos.
- ¿Por qué lo preguntas?
-...Cuando despertaste me confundiste con esa tal Hatalaya. ¿Quién es?
No dice nada, como si temiera haber dicho demasiado. Su rostro se llena de tristeza y melancolía, como si hubiera tocado un tema delicado; por unos segundos esta en silencio.
-Tengo que irme... -su voz se vuelve agria y su expresión pierde emoción -Los Hijos de Lilith me están esperando...nos vemos en la boda. Recuerda el trato que ambos hicimos, no olvides lo que debes hacer, prepárate.
Antes de poder decir algo, empieza a transformarse: su cuerpo se llena de manchas negras que van tiñendo su piel, hasta que una nube de color tinta lo envuelve y su silueta desaparece en una columna de sombras y tinieblas que parecen humo, reemplazando su figura masculina por la imagen de un ave de plumas oscuras y bellas como la noche. Ojos profundos y de un verde grisáceo. Convertido en un zamuro de plumas elegantes y fieras. Extienden sus enormes alas y vuela. Desaparece como el rayo y su silueta emplumada se pierde rápidamente hasta volverse una mancha negra que se encoge en un punto en el horizonte. Sin haber respondido a mí pregunta, dejándome estupefacta por su extraña reacción y respuesta. Camino sola de regreso a mi alcoba, aunque, la idea de que esta pesadilla continua se hace más clara en mi cabeza y me perturba. No hay nada, ya todo ha pasado, todo estará bien. No es justo que mi santuario sea ahora un sitio donde no pueda descansar si quiera, por temor a esos espantosos espíritus.
Si es que no quedan otros espectros vagando en esta enorme casa. Aquel pensamiento no me consuela. ¿Dónde puedo descansar sin ser hallada por los muertos?
***
No tengo idea qué hora marca el reloj en este momento. Estoy muy cansada, esta noche no he descansado como es debido. El alba no apunta todavía y dudo que lo haga. La oscuridad sigue haciendo gala de su presencia. La Biblioteca sigue emanando recuerdos que intento olvidar, recuerdos de una vida que no volveré a tener. La vida que estaba construyendo en el Reino Lúab, la amistad que disfrutaba de Nairilyn, la fama y riqueza que cosechaba por mis labores. Todo arrebatado.
Es por eso que a veces me siento asfixiada en este sitio, porque siento que no respiro ante la presión que cargan sobre mí para que acepte las doctrinas de la Casa Van Helsing; para que tenga éxito en la misión. Todo cambió ahora y ya no podré seguir la misión como bien me ha dicho Carol, pero es ocasión perfecta para matarlos a todos, como tenía que haber hecho hace mucho tiempo gracias al trato que hice con Drácula.
<<Nairilyn, por fin podre vengar tu muerte -rezo -así mismo, podré vengar la muerte de mis amigos a quienes no pude salvar, si no fuera por la Casa Van Helsing o los mortales y su empeño en destruirnos, nada de esto hubiera pasado...>> Esta Biblioteca está cubierta de polvo por el descuido, pero tienen muy buenos libros. La otra Biblioteca no me gusta porque los libros, además de aburridos, están saturados de doctrinas e ideas que los Van Helsing les encanta inculcarme para mantenerme sometida. Aquí no. Puedo ser yo misma.
Agarro uno de tapa dura con letras doradas brillando en la portada, de la cual un símbolo está grabado en ella, es uno de mis libros históricos favoritos: La Ultima Reina de Atlantis. ¿Mitos o Hechos? Una recopilación de escritos, mitos, documentos, y grabados antiguos que reunió un autor anónimo: Narrando la biografía y los sucesos legendarios de la última Reina de Atlantis, el Imperio que desapareció misteriosamente con todos los ciudadanos sin dejar rastro. Si es que fue real...
Me acuesto en un sofá que esta por ahí y leo un párrafo que dice lo siguiente:
"...Y así como surgió, Atlantis desapareció.
La Gloria del Imperio se marchitó...
El Paraíso Prohibido quedó en cenizas.
Ni huesos ni monumentos sobrevivió...
El Imperio, por un fuego temible se consumió.
Quedaron al olvido sus reyes y reinas...
costumbres y ritos se han perdido. Todo, menos a la Última Reina y su legado.
¿Murió o sobrevivió? Sigue siendo un misterio.
¿Desapareció o huyó? Su leyenda nació...
Juntamente la del Héroe que en su nombre peleo.
En Honor a su reina, el Héroe luchó.
Sus hazañas se siguen contándose de pueblo en pueblo.
Por generaciones, sus memorias siguen en recordatorio.
Nadie quiere olvidar y no han podido ignorar el pasado."
Con el sueño velando mis parpados, cierro delicadamente el libro mientras cierro los ojos; con aquel poema grabado en mi memoria. Es difícil de explicar la sensación que me transmite esa narración lirica cargada de misterio y reverencia ante el trágico final de Atlantis y su leyenda. ¿Por qué desapareció Atlantis? ¿Cómo y por qué?
¿Qué les sucedió a su reina y al héroe que peleaba en su nombre? De repente, las palabras de Abraham resuenan en mi mente, martillándome: <<...tienes que salvar al Héroe del Otro Mundo; encuentre pistas o cualquier información que obtengas de ese personaje... -había dicho Abraham, incluso suplicado -...aléjate de la serpiente de oro. Ve a las Tierras Prohibidas y busque allí la Tabla de Profecías, no la que posee el Rey de Sombras, sino la original, la que lleva los verdaderos escritos de una antigua profecía que dicta nuestros destinos...>> Ese héroe que mencionó Abraham... ¿Será el mismo que peleo en nombre de la Reina de Atlantis? ¿Estará vivo si acaso? ¿Cómo piensa que podré salvarlo si nadie sabe que sucedió con él? Aunque mencionó que investigara en la biblioteca de Drácula, que ahí están las pistas. Las palabras, las advertencias, los párrafos y los poemas se entremezclan, enredándose unas frases con otras hasta que el sueño, prontamente, va raptándome para sumergirme a lo desconocido...
***
Desperté con los rayos del alba besando mi rostro y, para mi sorpresa, he dormido plácidamente. Al levantarme, me siento mucho más descansada pese a los sucesos de anoche. No me sobresalto al oír que la puerta se abre porque siempre entran sin permiso, especialmente Carol, así que no me esperaba ver que unas criadas de ropas antiguas entraran...
Y mucho menos que me encuentro en otro lugar que no es ni la Propiedad St. Van Helsing o el Capitolio.
No, estoy en un sitio completamente distinto.
-Mi Reina, saludos en tu día, hemos traído los vestuarios que ha pedido para la Ceremonia de la Luna Negra.
Una de ellas: ojos grandes color café, alta, esbelta, la piel de color caramelo y cabellos largos como del color chocolate. La otra era más baja y con cintura de avispa, piel morena, cabellos ondulados de color carbón y ojos esmeraldas. Ambas visten unas túnicas color piel con adornos de oro y rubíes ricamente elaborados en sus atuendos. Diademas doradas con piedras ónix incrustados adornan sus cabezas. Asombrada, ambas me hacen reverencia al verme.
-Disculpe... ¿Quiénes son ustedes? Ambas se miran la una a la otra, perplejas ante mi pregunta. Vuelven a mirarme con ojos interrogativos.
-Mi Reina... ¿Tuvo otra pesadilla? Soy Albama, y ella es Kora -dice Albama, la chica esbelta de piel color caramelo y cabellos castaños -somos tus criadas, tus amigas, y tú eres Hatalaya Ássalan: Reina de Atlantis, Hija del Clan del Imperio de Atlantis, descendiente del Fénix. ¿No te acuerdas de nosotras?
-No, estoy soñando, todo esto es un sueño muy vivido que estoy padeciendo...
-...No, no estas soñando, mi Reina... -dice Kora, acercándose a mí -toca mi mano, y dime si es real o no. siente mi mano y dime si estas despierta o no...
Dudo, sintiéndome presa de pánico. ¿Cuándo perdí la capacidad de distinguir lo que es real y qué no? estoy segura de estar soñando. Estaba en una biblioteca...si, con un libro que hablaba sobre Atlantis y su reina. Es eso, un sueño que refleja el anhelo más oculto de mi alma...: Ser reina, ser amada, ser admirada. Con una vida propia, un hogar y un sitio donde pueda permanecer y definir quién soy. Sin estar huyendo, sin tener que sufrir o ver a otros padecer tribulaciones por mí culpa. La cuestión es que, todo se siente real. El aire, los sonidos que no logro reconocer, los olores que impregna en el aire. El viento cálido y sabroso que entra desde mi balcón.
Miro a ambas con desconfianza. No sé qué decidir o que hacer. Temerosa, levanto lentamente mi mano para tocar la suya. No es real, no es real, estoy soñando. Todo esto es un sueño. Para mi sorpresa, si es real. Estoy tocando su mano, tan suave y delicada como la mía, pero con dedos largos y elegantes como la de un pianista. Es real, no estoy soñando, estoy confundida.
-No lo entiendo...
-Sé cómo te sientes, ya has pasado por esto muchas veces... -me confiesa, no puedo evitar en mirarla perpleja -hace pocas noches soñaste que te hiciste amiga de una semihumana llamada Nairilyn, del Clan de los Monstruos. La mataron tus parientes, la Casa Van Helsing que, al igual que los mortales, te odian y te han hecho la vida imposible, quitándote las pocas personas que tanto amas. Todo fue un sueño, o pesadilla mejor dicho, una pesadilla que has revivido incontables veces mientras dormías.
- ¡¡ ¿Qué?!! -Exclamo horrorizada - ¡¿Y cómo sabes todo eso?!
-Nos los contaste Hatalaya, despertabas y estabas como te encuentras ahora: sin poder diferenciar de lo real a lo imaginario. Aunque en tu caso no es un problema de imaginación hiperactiva de la que padeces, sino el descontrol de tus visiones; un "don" en el cual se ha manifestado hace poco y te muestra historias del futuro mientras duermes.
Es cierto.
Retazos de mi vida empiezan a reproducirse en mi mente para hacerme recordar quien soy: Hatalaya Ássalan, reina de Atlantis y guerrera bendecida por la Alma del Fénix. Mi propósito es unir todos los reinos y clanes para terminar las discordias, odios y divisiones que el Imperio de Atlantis sembró con el tiempo; por eso esto aquí, para corregir los errores que mis ancestros cometieron al abusar del poder que el fénix nos ha dejado como legado tras su muerte. Poco a poco, voy recuperando la noción del tiempo.
-Gracias chicas, pero no puedo seguir con este estado... -ellas se alivian al oír eso, saben que he vuelto en sí -cada día empeoro, sigo sin poder controlar este poder y hasta olvido quien soy.
-Reina Hatalaya, hay algo que no entiendo... ¿Cómo puedes olvidar tu identidad tras sufrir una pesadilla?
-Porque no son sueños, son visiones de lo que está por venir -les digo -las visiones me narran hechos que ocurrirán en el futuro...
- ¿No querrás decir lo que te sucederá en el futuro? -pregunta Albama, sacando a relucir el tema que trataba de evitar -Sea lo que sea que has visto es horrible, mi Reina. No solo padeces y sufres en una sociedad que está equivocada, sino que esta enemistada hasta tal punto que...va en contra de nuestras leyes.
- ¿Eso importa Albama? El problema es que nuestra reina es odiada y despreciada mientras Atlantis ha sido extinguida, en sus visiones solo existen dos clanes, ambos están enemistados y han hecho daño a Hatalaya.
- ¿Qué soñaste hoy en esta ocasión? Me pregunta Albama, me levanto pesadamente de la cama y les voy contando las cosas raras que soñé: sobre un banquete en honor a un tal Stefan. La visita inesperada de los Hijos de Lilith y la verdad que me ocultaron los Van Helsing con respecto al trato que hicieron, que era el precio que debían de pagar para que los mortales siguieran felices sus vidas mientras me veía obligada a ir a la tierra de los monstruos y casada con su rey. Albama y Kora se espantaron oír eso. De la frustración que sentí, todas las emociones negativas que padecí. La visita inesperada del Rey de Sombras y su familia, lo describí con todo lujo de detalles; cuando escapé y fui seguida por ese joven rey, como ambos peleamos y estábamos al mismo nivel. Cuando nos acorralaron los Infernales. El trato que hicimos y lo que debíamos hacer, las razones por las que las hice y las sospechas que tenía sobre él. El baile. La persecución de unos espantos y fantasmas que desarrolló una noche de terror para mí, y los sucesos que siguieron. La conversación que tuve con ese rey, como lo salvé, como un espíritu me salvó y las cosas que me pidió que hiciera. Como fui a una biblioteca y leí un libro que hablaba sobre las pocas cosas que describían de Atlantis y de mi. Les narré el poema mientras me vestían, cepillaban mi cabello, me perfumaban y me arreglaban para hacerme ver presentable y digno de una reina. Mientras contaba la historia, sentía que narraba la vida una chica totalmente diferente, y así presentía que algo estaba mal, algo no encajaba, la cuestión es que desconocía el motivo para sentirme de esta forma.
-Sigo pensando que estoy atrapada en un sueño. Confieso.
-Ya lo has dicho en otras ocasiones, mi reina -dicho esto, ambas se alejan para contemplar su labor -estas hermosísima, no habrá reina mas bella y mortífera en toda la historia cuando te vean con ese conjunto.
- ¿Si?
-Por supuesto, irradias seguridad, belleza, encanto, respeto y determinación.
-Perfecto, porque hoy necesito transmitir esos rasgos para la Junta Comitiva de hoy -no sé de dónde vienen esas palabras, jamás he hablado con tanta confianza -ustedes saben cómo hacer que una reina se vea perfecta para cualquier ocasión.
-Se lo agradecemos, solo recuerda que todo esas visiones son pesadillas. ¿De acuerdo? A veces te sucede que en medio de una reunión con los reyes de otros clanes pierdas la noción de la realidad.
-Ay si, y no quiero que se repita ese episodio, por poco los demás reyes no me vieron como una loca.
-Por eso se lo recordamos. Hacen una reverencia y se despiden, cuando sus siluetas desaparecen veo mi imagen reflejada en el espejo y suelto una exhalación de sorpresa: estoy hermosa, nunca me vi como la reina que siempre quise ser, soy otra mujer. No me reconozco ni un poco. Llevo una bella túnica blanca de porte griego con flores de oro bordadas en la falda, el corpiño, en los hombros y en el cinturón que ciñe mi cintura. Con zarcillos de oro y rubís de diseño muy elaborado al igual que la joya que adorna mi cuello, una joya bañada en oro, con piedras rubís y granates de diferentes tamaños que combina con la corona que posa en mi cabeza, una soberbia y preciosa corona de elegante diseño. Con sombras humeantes en los ojos para darme un aire sensual. Los labios brillosos y el rostro empolvado. Una capa blanca cubre mi espalda descubierta. Salgo con pasos silenciosos y soberbios, una forma de caminar que no es habitual en mí. Se adonde voy pese a que nunca he pisado este palacio...
<<...No soy Katherine van Helsing -me recuerdo, recordándome quien soy -Soy Hatalaya, Reina de Atlantis, descendiente del fénix. He heredado el Alma del Fénix, de la cual me otorga poderes que incluye el "don" de la Visión: la habilidad de ver el pasado, presente y futuro. Estas últimas noches he padecido de sueños horribles de una vida que probablemente voy a tener si no evito las causas que podrían producirse en esta época o en el presente. El problema es que estas visiones hacen que pierda la noción de la realidad y del tiempo. Por ello no estoy segura si esa tal Katherine Van Helsing soy yo o estoy viendo la vida una joven que podría ser la clave para que los clanes se unan en aquel momento. Si es así, no entiendo el motivo por el que las visiones me muestran esos hechos...>>
Llego al Salón del Trono, donde me reúno con mis aliados políticos y conversamos sobre los asuntos urgentes que afectan nuestros reinos e imperios tras los rumores de rebeliones entre los habitantes de sangre noble que pretenden derrocarme...sembrando rumores falsos de mí persona.
***
Tras ejecutar una serie de actividades políticas, la noche cae rápidamente y yo vuelvo a mi alcoba. Cierro la puerta con llave y me aseguro de que nadie vaya a entrar. Luego me desvisto y me baño para quitarme el sudor del día. Con agua perfumada, me quito el maquillaje y me pongo una túnica transparente que solo me cubre del viento helado. Apago las antorchas y dejo encendida unas pocas velas.
Unos minutos después me percato de que no estoy sola: En la cama, con una cortina de seda que oculta ligeramente su silueta, yace un joven de porte guerrero. Abro la cortina para hallar al chico que me mira con esos ojos tan hermosos de color esmeralda, acostado, totalmente desnudo, con esa masculinidad reflejada en cada fibra de su piel. Hombros anchos y musculosos que saben abrazarme con calidez. De torso repleto de músculos y abdominales que le dan una imagen sensual y erótica que me hace ruborizar al imaginar lo que yo haría con ese cuerpo...
-No creí que vinieras tan pronto... -susurro con una sonrisa -ya temía que iba a dormir sola, sin otra compañía que las sombras y las tinieblas.
-También temí que no volvería hasta la Luna Negra, pero he ejecutado tus ordenes tan prontamente como se me presentó la ocasión... -me derrito cuando esboza su sonrisa cálida con esos labios tan sexis -tuve mucha suerte, y sin un rasguño.
-Muy bien, has cumplido a la perfección mis órdenes, Héroe del Otro Mundo.
-Por favor, no me llames así, sabes que odio ese apodo. Me pide con cariño, me acuesto a su lado y, con esa delicadeza, sus dedos van quitando la túnica transparente de encaje que llevo puesta.
-No entiendo porque no te gusta que te llamen así: es tu título, tú marca personal por las hazañas que has realizado para y con la humanidad. Susurro.
-Sí, pero también es un recordatorio de que no fui capaz de salvar a mis amigos -me susurra, ambos hablamos así para que nadie nos oiga, por temor a que estas paredes tengan oídos y no lo sepamos -de los errores que cometí en el pasado.
-También habla de los actos justos y valerosos que contribuiste al ayudarme a recuperar mi trono y salvar los reinos de la tiranía de Heris, de tus acciones al ayudar a todos, independientemente del reino que venga esa persona a la que salvas -acaricio su rostro y hago que me mira a los ojos, lo miro con determinación -esta no es solo una orden de tu reina, también de la mujer que te ama con locura: no te tortures. Deja de culparte por algo que no podías hacer. Todos pasamos por eso. Tú no supiste en aquel entonces el potencial que llevabas, nadie lo sabía. Y aunque no pudiste salvar a tus compañeros, pudiste salvar a otros tras matar al leviatán y salvar aquel reino de un terrible tirano. Siempre oí las historias que narraban sobre ti, buenas y malas, y nunca tuviste la culpa de que cosas malas sucedieras. Forma parte de la vida. Lo único que podemos hacer por los muertos, es ayudarles a mostrar a otros el mundo que ellos no pudieron presenciar. Construyamos un mundo mejor para que tus amigos, sea donde estén, puedan ver como tu construyes el mundo que ellos se esforzaron en ejecutar. Un mundo por el que ellos luchaban. Un mundo de paz y armonía. Así habrás logrado que sus muertes no hayan sido en vano. ¿De acuerdo? De nada te servirá que te atormentes de este modo porque no llegaras a ningún lado si estas con esa mentalidad. Si no lo vas hacer por mí, hazlo por ellos. Por favor...
Solloza, sabiendo la verdad en mis palabras. Lo consuelo.
-Estoy aquí, no me iré a ninguna parte. Limpiare tus lágrimas, arrancare tus tristezas, y hare que sonrías otra vez.
Lo beso. Lo acaricio. Nuestros labios se rozan con ternura, delicadeza, tímidamente.
...Hasta que la pasión se enciende en nuestros vientres y los besos se vuelve más voraces, más desesperados, urgentes. Acerca sus labios a mis pezones y los muerde juguetonamente. No puedo luchar contra la sensación que me embriaga su tacto al saborear y lamer lascivamente mis pechos, besándolos, mordisqueándolos hasta que mis pezones quedan totalmente erectos y mi vientre esta ardiendo de deseo. Involuntariamente, gimo de placer y tortura. Va tocándome el cuerpo con ardor al tiempo que su lengua recorre en mi interior. Rozando el clítoris una y otra vez, humedeciéndome, calentándome. Hasta que mi cuerpo exige más. Mis manos van recorriendo su piel desnuda, acaricio su cabello y le obligo a besarme. Su lengua saborea la mía mientras me siento sobre su regazo, con su miembro duro y cálido rozando los labios vaginales entre tanto que me acerco más a él. Me besa el cuello. Mis hombros. Bajando seductoramente hacía mi ombligo, recostando mi cuerpo para acariciar posesivamente mis pechos e introducir su miembro erecto en mi interior...
Mi cuerpo convulsiona contra mi voluntad al sentir como entra y sale con ímpetu, vulnerable ante el, torturandome una y otra vez con sus besos fogosos y ardientes. Mi vientre grita de placer y deseo, con el corazón acelerado golpeando mi pecho, llegando al clímax al momento que me dejo arrastrar por el orgasmo, sin antes contener el gemido de placer que brota de mis labios. El de ambos. Nos miramos fijamente mientras tratamos de recuperar el aliento. Luego nos abrazamos. El sudor resbala nuestra piel, pero tras un rato que yacemos acostados, arropados en los brazos del otro, en un silencio placido que no queremos romper volvemos a besarnos con desesperación.
-Te amo. Murmura a mi oído.
-Yo también te amo, y no dejaré que algo malo te suceda. Jamás. Juro por mi vida que cualquiera que te haga daño lo pagara con su vida.
Con esta declaración lo beso. Su mirada esta lleno de amor y admiración.
-Me robaste mis líneas. ¿Sabes? -Arquea una ceja antes de que su rostro adquiriera una expresión seria -yo también juro, no como héroe, sino como esposo, que no permitiré que nadie ni nada te lastime. Si alguien osa tocarte o destruirte, se enfrentara con mi ira.
-Excepto con el pueblo, ellos no tienen la culpa.
-Ay Hatalaya, aún te aferras a protegerlos incluso cuando te lastiman o buscan en destruirte. Me recrimina.
-No quiero darles razones para que me odien más.
-Es que nadie debería odiarte, no hiciste nada, pero son tan estúpidos que no quieren ver las maravillas que tienes planeado para su futuro.
-Como te dije, no es su culpa si están siendo manipulados o sobornados por gente poderosa.
-Quien sea, no permitiré que te hagan daño, los pueblos no solo van a necesitar a su reina, yo también te voy a necesitar.
-Yo...
Me calla con un beso. Luego va por mi cuello, llenándome de besos mi clavícula antes de llegar al rostro. Sus labios aprisionan los míos y va encendiendo el fuego que arde en mi vientre...
Se recuesta encima y me voltea, poniéndome de espalda ante él, en posición de perrito; alzo mi trasero para sentir sus manos acariciando y besando mi espalda, en tanto que siento su miembro erecto contra mi cuerpo; me penetra y recibo una descarga de electricidad por todo el cuerpo, mi espalda se arquea. Los músculos se tensan, y él gustosamente masajea mis pechos, torturándome de placer con su lengua recorriendo mi cuello. Torturándome de éxtasis a medida que acaricia cada centímetro de mi piel al tanto que embiste salvajemente. Vulnerable ante él, me besa lascivamente los labios al mismo ritmo en que su duro pene entra mas y mas en la profundidad de mi vagina, que va humedeciéndose al tiempo en que brotan de mis labios gemidos incoherentes al sentir aquel liquido fluyendo en mi interior antes de gritar de éxtasis y placer, un grito que el calla con sus labios, convulsionando frenéticamente antes de recibir una ultima embestida que arranca otros sonidos húmedos de nuestros labios...
Me despierto desorientada, bañada en sudor. ¿Dónde estoy? ¿Cuándo se fue él...?
Vuelvo a la realidad, me levanto violentamente de la cama antes de darme cuenta que estoy completamente desnuda. ¿Qué demonios...? ¿Cómo? ¿En qué momento? No recuerdo haberme desnudado y...
Y...
¿Cómo llegue aquí?
Sé que estaba en la Biblioteca anoche, estoy segura que no me moví de ahí. No recuerdo haberme levantado a medianoche y venir de nuevo a mi alcoba...
¿Qué me está sucediendo? ¿Qué sueños tan extraños estoy sufriendo? Casi creí que aquello era real. Pues así era, o así fue como lo sentí, porque todo se percibía tan real. Los sonidos, los olores, el aire que respiraba, la textura de los objetos al tocarlo...
Estoy muy confundida.
Un fuerte empujón me tira al suelo, dejándome sin aliento. ¿Qué rayos fue es...?
Grito cuando algo, lo que sea que fuere, me arrastra cerca de la cama.
Miro mi alrededor, perpleja y asustada. ¿Siguen aquí esos espectros? ¿Por qué no los veo si los vi anoche? Es raro, no veo nada, absolutamente nada.
De repente, los libros que tengo guardados en las cajas salen volando desbaratadamente a todas las direcciones, tumbando objetos mientras el aire se vuelve helado. Imposible. ¡¡Hacía mucho calor hace unos pocos segundos!! Los libros se detienen en el aire por una fracción de segundos antes de caer al suelo, con las páginas abiertas. Lentamente me incorporo, con el aire helado latente. A punto de recoger los libros me doy cuenta de algo: todos muestran un grabado.
Prestando atención a los detalles, veo la figura de un guerrero que lleva el antiguo uniforme militar de los guerreros del Clan de los Héroes, según los mitos; con armaduras y armas hechas de oro y piedras preciosas, captando mi atención los rasgos de su rostro: en cada pintura, el chico tiene el mismo rostro ovalado, de mandíbula cuadrada, ojos grandes y claros, porte masculino y esa mirada melancólica, fiera y misteriosa que se me hace vagamente familiar; pero no recuerdo donde vi esa expresión. Miro la fecha y el título de las obras, y todas tiene algo en común: fueron pintadas hace miles de años atrás. El chico es el Héroe del Otro Mundo. Pintado por el pintor Norever, un artista que pintaba a la Corte Real de Atlantis, cuando existía.
No puede ser. ¿Siempre tuve estos libros? Cuando reviso las portadas, me acordé que estos volúmenes me los regaló Nairilyn antes de morir...nunca los leí, no tuve valor para hacerlo. No soportaba el dolor que me oprimía el pecho al recordar como ella conocía mis gustos literarios y ahora no está aquí para leerle. Siempre quería que le leyera algo. En unos de los libros, ella dejo una nota en la contraportada:
Estos libros le pertenecían a mi hermana. Se parecía mucho a ti, nunca quitaba sus narices de los libros. Leía y leía como una adicta a las palabras de tinta. Emborrachándose de historias. Bebiendo mundos reales e imaginarios, siguiendo la vida de los personajes, llorando con ellos, riendo, sufriendo, amando, perdiendo, muriendo y viviendo con cada experiencia que dichas historias narraban. Esta colección, aunque es de historia antigua, te va a encantar porque es como una novela. Y descubrirás muchas cosas que creerás que es imposible, pero el libro te dice lo contrario, y te pone pruebas. Espero que este libro, en caso de que algo me ocurra, pueda devolverte la humanidad que tanto necesitas. Eso sí, no le digas a nadie que tienes este libro, una reliquia que muchos eruditos y poderosos matarían por tenerla. Porque este libro, no es solo un libro de historia, sino la recopilación de los diarios de unos individuos importantes que vivieron en la época que existió Atlantis...es spoiler, pero sé que captará tu atención. Léelo, léelo, que el final te va a dejar boquiabierta.
Con cariño, Nairilyn.
Conmovida y sorprendida, voy al primer capítulo que esta titulado lo siguiente: Diario de Jonathan -alias: Héroe del Otro Mundo. No puede ser. Aquí están las pistas que necesito. Todo está aquí, y lo supe solo y porque algo quería que lo hallara. ¿Por qué? ¿Por qué es importante para los espíritus que encuentre a ese chico y salvarlo? ¿Significa que sigue vivo? ¿Cómo confirmalo si quiera? Sea lo que sea, un asunto muy gordo se está produciendo y nadie se ha dado cuenta, ni siquiera yo. Pero he sido escogida para resolverlo. ¿Con que motivo?
Supongo que tarde o temprano lo sabré. Ordeno los libros y los escondo en un sitio donde nadie los vaya a encontrar, voy a leerlos más tarde. Tengo que bajar a desayunar. Antes de poder hacerlo, Carol entra a mi alcoba.
-Ya estas despierta, por fin... -cierra la puerta -siéntate, necesito hablar contigo.
Me tenso al oír eso.
- ¿Y hablar de qué asunto?
-Uno que te conviene saber...
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