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Capítulo 1Katherine Van Helsing:El Juicio de la Traidora.




Querido diario...

...No se cómo explicarlo, han pasado tantas cosas y la rabia amenaza devorarme si no me tranquilizo cuanto antes...algo que no puedo. Es imposible calmarme después de lo que sucedió. Comportarme serenamente hará que estalle en cualquier momento. Y si me pongo a actuar como una histérica llena de furia, tendré que descargar mi odio hacia la escolta personal de la Casa Van Helsing y no creo que sea prudente con la reputación que tengo en el reino de donde provengo, y con la clase de gente que habita allí...

...Podrás ver, querido diario, con cuanta furia escribo estos párrafos. Y como lágrimas de frustración, vergüenza e indignación salpican tus hojas desgastadas por el tiempo y el moho. Siendo tú un cuaderno tan hermoso, alguien te tiró en la calle sin apreciar lo que podrías servir. Cuando te encontré, fuiste lo más parecido a un amigo. Te he contado pocas cosas porque carezco de tiempo para hacerlo, ahora puede que te cuente todo, tiempo me va a sobrar hoy, lo cual es mejor así; pues hay muchas cosas que quiero contarte. Empezaré contándote los hechos de aquel día en que las cosas se salieron de control, cuando todo empeoró más de lo necesario...

3 días antes...

Todo el mundo se quedó embelesados con mis joyas: hermosas prendas de oro, plata, excelentes armas hechas de piedras preciosas y mucho más. Tendidos elegantemente sobre el mantel carmesí bajo el resplandor del sol matutino. Todos se le quedan viendo embobados antes de comprármelos. Teniendo en cuenta que nadie más vende joyas o armas en esta ciudad debido a que muchos mercaderes prefieren vender comida u otros artículos básicos que les son más rentables, no me sorprendía que la gente comprara lo que vendo siendo la única que portaba objetos de tal clase y calidad; es una ventaja.

Había mucha gente, lo cual es bueno para el vendedor, y al mismo tiempo agotador atender una fila interminable de clientes en medio del insoportable calor. Poniendo a prueba mi paciencia y mi humor. Lo peor no es eso, lo peor es que era jueves: iba a llegar el Rey del Continente Sin Nombre, Drácula, Hijo de Lilith, a visitar la ciudad. Cada vez que viene su Alteza, empiezan las protestas de parte de los humanos y los monstruos a causa de las medidas que ejecutó el Príncipe de la Oscuridad tras la Guerra de los Clanes, que finalizó hace meses atrás con la victoria del Clan de los Monstruos. Yo también estoy en desacuerdo con el resultado, pero las cosas no han empeorado para los de mi raza como temía; aunque el Clan de los Mortales no lo vea de ese modo. Los entiendo, pero ya no hay necesidad de seguir con esta lucha: Llevamos cien años en guerra contra los monstruos y ya hemos visto el resultado, hay que tomar un descanso para recuperarse de la sanguinaria batalla, o es lo que yo creo, por un tiempo. Esperaba que llegara el mediodía para cerrar mi tienda e irme de la Plaza Central antes de que los protestantes vinieran y crearan un caos en el lugar. A medida que transcurría la mañana, todos los mercaderes van preparándose para salir de allí lo antes posible si se presenta una dificultad, hasta los clientes andaban apresurados. Igual que yo. Después de vender y conseguir una estupenda venta... ¡Alabada sea Malhira! Cerré la tienda antes del mediodía. A partir de allí camino apresuradamente desde la Plaza Central hasta la Estatua del Héroe, donde se reúnen también muchos mercaderes ambulantes; allí veo a mi amiga Nairilyn.

Me sonríe tras guardar sus cosas y venir hacia mí.

- ¿Esta lista?

-Si. Contesto asintiendo la cabeza.

Nairilyn es una linda joven que lleva una voz tan hermosa como cualquier Cantarín, que es así como apodamos a los que cantan en plena calle y se ganan la vida en eso: cantar y bailar para entretenimiento del público. De mediana estatura, tiene la piel ligeramente morena y posee buena figura, sus ojos son tan oscuros como su pelo, una cascada de rizos negros abundantes que se los peina en una coleta o dejándoselo suelto. Ese día lo lleva recogido. Mirándome con ojos grandes y expresivos, se acerca mientras el viento le sopla la falda de su vestido, un conjunto sencillo de color amarillo que le ciñe en la cintura y se suelta holgadamente en la falda que roza ligeramente el suelo. Lleva la espalda descubierta y los hombros desnudos. Unas cadenas de oro, delgadas como un hilo, adornan su cuello y la rebelde melena no se le cae tanto como de costumbre por la diadema de ámbar que adorna su frente. ¡Llevaba toda la mañana buscándola!

- ¡Amiga, he estado buscando esa diadema un buen rato entes de salir! Le comento en tono jocoso.

- ¿Si?

-Sí, porque iba a ver si lo combinaba con la camisa mostaza que me regalaste -le dije mientras caminamos juntas, apresuradamente -para ver si lo lucia hoy, temí que lo habría perdido.

-Ay, lo siento. Es que no consigo el lazo que siempre me llevo. ¿No sabes donde lo habré dejado?

-Ni idea. ¿No lo habrás dejado en la cesta de ropa sucia?

-No lo sé, estoy buscándolo desde ayer, pero no lo he visto.

-....

-Por cierto... ¿Has oído que una de las Casas Guerreras del Clan de los Mortales será la futura escolta real del Rey Drácula cuando este venga a la ciudad el próximo mes?

La miré confundida.

-Sí, lo mismo pensé. Tengo entendido que las Casas Guerreras no han jurado lealtad a su Alteza aún, pero por algún acuerdo que llegaron a tener, van a apoyarse mutuamente.

Aquello es extraño: Las Casas Guerreras son muy orgullosas para tener tratos con los demonios. Y aunque estuvieran en una situación desesperada, no me cuadraba que tengan que acompañar al rey a la capital de Reino Lúab el próximo mes para realizar un recorrido que consiste calmar las protestas y que el rey salude a su pueblo. De todos modos, han pasado unas pocas semanas desde la coronación del príncipe.

- ¿No sabes quienes son esa Casa?

-Según los rumores, porque son puras habladurías de la gente, nada oficial, son los más fuertes y temibles -murmura mi amiga antes de que cruzamos una esquina -son hermosos y placenteros, parecen ángeles de porcelana, delicados tanto de rostros como de cuerpos, pero fieros y salvajes durante la batalla. Son muy famosos en su tierra natal. Creo que son del Capitolio.

- ¡¿Qué?! Se me hiela la sangre al sospechar quienes podrían ser.

-Sí, parecen haber servido a la Corte Real -comenta como sin nada -aunque es imposible, porque la Corte Real no tenían guardaespaldas ni soldados, ellos sabían cuidarse bien ellos solitos.

Me detengo abruptamente. No, no es posible.

-Katriana... ¿estás bien? Te veo pálida.

Es imposible, no puede ser verdad. Mire a mi alrededor para confirmar mis miedos, con el corazón acelerado y sudando a mares por el pánico. Buscando con los ojos algo que haya pasado por alto.

-Tenemos que irnos. Susurré con la voz quebrada.

-Katriana... ¿Qué sucede? -Ella ve el miedo en mis ojos -No crees que en verdad sea...

Se calla abruptamente, dándose cuenta de algo, y eso confirmó mis peores sospechas.

-Hay que sacarte de aquí. Dije, buscando entre mis ropas la daga que por mucho tiempo no he usado.

- ¿Qué? No, es a ti que debemos sacarte. Si te encuentran...

-Si me encuentran, no hay nada de qué preocuparse. -La interrumpo -El problema es cuando te vean: sabrán lo que eres y no tendrán piedad contigo, ni siquiera porque eres la única amiga que he tenido en mi vida...

Nos detenemos cuando un Guerrero de Cuna (termino que se aplica a los guerreros de Casas Nobles que saben batallar) aparece tras una esquina. Junto a él, otros guerreros de Rango Superior se acercan hacia nosotras en pasos sigilosos. El ambiente, lleno de tensión, despierta mis sentidos, entumecidos de miedo. Mecánicamente saco la daga que desprende un brillo hermoso bajo la luz del sol del mediodía. Mi amiga, viendo como nos rodean para encerrarnos en un círculo de siluetas amenazantes, se tensa a mi lado. Amenazando quebrar la máscara de serenidad que le otorga unos rasgos humanos, camuflando su verdadera naturaleza...

-La Doncella de Hierro, La Cazadora Nocturna, la Guerrera Rubí, custodiada por la Casa Van Helsing, queremos que nos acompañes al Capitolio sin oponer resistencia. Colabora, y no le haremos daño a tu...compañera. -cuando dijo "compañera" su tono fue despectivo, típico de esa gente altanera-No hay necesidad de recurrir a la fuerza.

-Y no hay necesidad de que la Guardia Dorada me acompañe -respondí, contando el número de soldados que nos rodeaban -Puedo ir allá si me plazca.

-Es urgente, mi lady, la Casa Van Helsing pide su presencia en la Mansión St. Helsing para comunicarle algo de sumo interés para usted.

Desconfiada, lo observé con expresión confusa.

-Envían sencillamente una carta y así se habrían ahorrado ese largo viaje al Reino Lúab. ¿O es que se les acabó la tinta y se quedaron sin plumas para escribir? Pregunto sarcásticamente, en tono amable, claro.

-Vos no lo entendéis... -murmura sombrío -Es un asunto que tienen que tratar con usted sin que el Escuadrón De La Luna meta sus narices en ello. Por eso piden a su persona ir personalmente, para hablarlo sin temer que espían o revisen nuestros correos. Lo cual, ya lo han hecho varias ocasiones.

Sea lo que sea, si es serio. El Escuadrón De La Luna no estaría vigilando a la Casa Van Helsing si no fuera por un buen motivo, pero... ¿Qué están planeando la Casa Van Helsing? ¿Y qué tengo que ver yo con todo esto? Ni siquiera soy un miembro oficial, pero ellos no enviarían a estos guerreros sin una buena razón. Al menos no una muy, muy buena razón para pedir mi presencia, considerando todos los problemas que hemos tenido y que me obligaron huir del Capitolio.

Para mi pesar, me doy cuenta que lo prudente es regresar al Capitolio. Por si acaso. Sin embargo, hay algo en el ambiente que no me causaba buena espina.

-Si tan urgente es... ¿Por qué no vinieron ellos en persona? Deben ser muy leales a la Casa Van Helsing para que le envíen ejecutar una tarea...importante de realizar.

<<Complicada, querrás decir -murmura una voz en mi cabeza -ellos no enviarían a una legión de guerreros sabiendo que no iba resultarles fácil lidiar conmigo si fuera necesario...>>

-Hemos realizado peores labores. Contesta.

No sé a qué se refiere, pero no me sorprende.

-Muy bien... -respondo - ¿Cuándo nos iremos? Tengo que preparar mis cosas.

-No hay necesidad de tal cosa. Murmura, sin notar que aún no he guardado la daga. Nadie parece notarlo o no les importa. Mi amiga parece aliviarse y yo me libero también un poco la tensión.

-Puedes ir a casa hasta que vuelva. Le dije a ella, sonriéndole en modo "todo estará bien".

-De acuerdo.

Justamente cuando voltea, se paraliza y reacciono ante ello. Buscando con los ojos el peligro que nos acecha y no haya notado a tiempo.

-Me temo que no es posible aceptar tal condición -ronronea una voz femenina -Y mucho menos si se trata de dejar con vida a algo que no es humano.

Lo que vino después, sigue siendo un vago recuerdo que no logro digerir, todo sucedió tan rápido: un grito ahogado. El sonido de un látigo cortando el aire. Mis pies moviéndose al ritmo del viento, pero sin prevenir el asalto de 50 guerreros, más entrenados y con mejores condiciones, atacándome. Sé que mate a unos cuantos, si no me equivoco, sobrevivieron unos 10 soldados. Y fue porque alguien con la misma capacidad que yo, los ayudo a lidiar conmigo. En otras circunstancias, los habría matado a todos si no fuera por mi prima, con quien tuve que enfrentarme tras usar técnicas de Combate Avanzado que incluía esquivar golpes y dagas sin sufrir un rasguño, pero mi prima fue entrenada con mejores condiciones y supo estancarme en la lucha. De modo que peleamos por mucho tiempo. Pude haberle ganado si no fuera porque uno de los guerreros que sobrevivió se puso en mi camino y me puso rápidamente una joya de uso mágico que me paralizó. Un Paralizador, un instrumento mágico que paraliza a la gente. Con una sonrisa, mi prima, Charlotte, me desarma ahora que no puedo moverme, por mucho que luche contra eso.

-No estuvo nada mal. Murmura.

- ¿Desde cuándo te volviste tramposa, querida prima? -le pregunté sin ocultar el sarcasmo de mi voz -Creí que un Van Helsing tenía honor a la hora de luchar.

-Y lo tengo -me dice mientras le hace señas a los otros que a duras penas logran levantarse de la pelea -Pero no podemos perder más tiempo, pese a que quiero mi revancha.

Sonrío con fingido cariño.

-Así que admites haber perdido. ¿Eh? No lo vi venir de ti.

- ¡¡Suéltenme!! -Grita una voz que reconozco - ¡He dicho que me suelten!

No, no puede ser. ¿Cómo es que sigue aquí? Creí que había escapado cuando empezó la pelea, ella es buena en ello. Sabe ocultarse mejor que nadie.

-Y yo no vi venir que hayas seguido entrenando y perfeccionado tus habilidades, pero has caído tan bajo...

- ¿Qué hace ella aquí? Ella no tiene nada que ver en este asunto.

-Oh, claro que sí. -Charlotte se acerca y me susurra al oído -te hemos estado observando, todos lo han hecho. Y con las pruebas que hemos recogido, podremos mostrarlas al mundo contra ti. Confirmando lo que durante años hemos dicho de tu persona, suficientes pruebas hemos recogido para que te envíen directamente a la hoguera por tu compañía con los monstruos...

Me quedo perpleja: ¿Han estado espiándome? ¿Desde cuándo? ¿Cómo es que no me di cuenta? ¿Y porque siguen con esto? ¿Verme fuera del capitolio no es suficiente, no pueden dejarme tranquila de una buena vez? Sé que me odian, pero... ¿Por qué no se deshacen de mí? ¿Por qué ahora? ¿Después de que me arrebataran todo lo que he querido? Si es verdad lo que dice...entonces no tengo modo de sobrevivir. Es verdad.

Debí saber que ellos no se quedarían tranquilos al ver que yo trataba de empezar de cero en una ciudad donde nuestros enemigos siguen respirando; mientras yo convivía con ellos, como si fuera una semejante suya. Peor todavía. Usando una identidad falsa que, por cierto... ¿Cómo habrán sabido que era falsa? Interpreté muy bien mi papel. Nadie sospechó de mí, o de mi verdadera naturaleza. Aun así...

-Sin embargo, te necesitamos con vida. Finaliza Charlotte, dándoles una señal a los soldados que arrastran a Nairilyn, que fuerza con ellos, frente a mí. Un escalofrió me recorre la espalda. ¿Qué pretenden?

-Nairilyn, de la Casa Colmillo, del Clan de los Monstruos... -el tono de mi prima se vuelve agrio al pronunciar los títulos -Te condenamos a muerte en nombre de la Casa Van Helsing, quien ahora gobierna el Capitolio tras la muerte de los miembros de la Corte Real, por culpa de tu especie, quienes cometieron crímenes espantosos en nombre de su rey, el demonio que corrompe nuestra amada patria, Drácula.

La miro sorprendida, tratando de procesar la información. ¿Los miembros de la Corte Real han muerto? ¿Los han matado a todos? ¿Quiénes, los monstruos que siguen a Drácula? No tenía idea, y con la mirada cargada de odio que Charlotte le dirige a Nairilyn, confirma lo que sospechaba. Aun así, no puede hacer esto, y es imposible que no haya sobrevivido alguno.

-Charlotte... ¿Te volviste loca? Logro decir.

Me lanza una mirada asesina.

-Te preguntaría lo mismo. ¿Por qué convives con esta raza maldita?

-Ella no ha hecho nada, ni siquiera apoya a su propia gente por los motivos que ella y yo conocemos... -Trato de hablar serenamente, sin que mi voz se quiebra por el llanto que amenaza ahogar mis palabras -Sabes que no andaría con estos individuos si no fuera por un buen motivo. Sabes que odio a los monstruos tanto como tú.

<<Y a los humanos -dice una voz en mi cabeza -Odio a los humanos tanto como a los monstruos. >>Pero no lo digo en voz alta. Se lo que pasaría y la confusión que crearía con pronunciar estas palabras, y el riesgo que implica.

-No obstante, sigues pecando contra tu pueblo, tu sangre, mancillando el legado familiar. ¿No te avergüenza dirigirme la palabra tras la traición que has cometido contra tu estirpe, Katherine Van Helsing?

Me sobresalto al oír ese nombre. Llevaba años sin oírlo, y se me puso la piel de gallina al recordar el efecto que causa ese nombre en las personas.

-Mi nombre es Katriana... -dije sin perder la compostura -Katriana, La Herrera.

Ella se echó a reír.

-Yo no veo a ninguna Katriana -ronronea maliciosamente -a quien veo es a Katherine Van Helsing.

- ¡¡No pronuncies ese nombre!! -Exclamé, casi gritando -Hace años que la Casa Van Helsing me abandonó. ¿Por qué iba a seguir usando el nombre de un linaje que no pertenezco?

-Tal vez porque nuestra familia tiene planes para ti... -la miro confundida, y ella se regocija con mi perplejidad -Ya lo veras cuando lleguemos al Capitolio. ¡Guardias! ¡Llévenselas! Dichos guardias nos levantaron a mí y a mi amiga para arrastrarnos al Capitolio, dándome cuenta que estábamos rodeados de más hombres y mujeres armados. ¿De dónde salieron? Me estremezco al ver como intentan ellos desgarrarles las ropas mientras ella ahoga un grito.

- ¿Qué están haciendo? ¡No pueden hacer eso! No pude ocultar el miedo en mi voz.

-Claro que podemos. Dice Charlotte.

-No es legal... -me dirijo hacia ella, tratando de convencerla -No es legal lo que estáis haciendo, ella es libre y se meterán en problemas si descubren lo que están haciendo con una semihumana libre. Las leyes son estrictas en este reino.

-Exacto, en este reino. -sus palabras hacen énfasis en la última palabra y una punzada de miedo oprime mi pecho al entender su hilo de pensamiento -Y una vez que las saquemos de aquí seguiremos nuestras propias leyes en el Capitolio, que pese de que fue invadido, los humanos siguen las leyes que forjamos el Clan de los Mortales, aunque sea a escondidas del Rey de Sombras.

- ¿Por qué? ¿Por qué quieres hacer esto si sabes que ella no hizo nada malo?

-Es un monstruo, y no hay que sentir lastima por ellos.

<<Eso es lo que creí, pero aprendí que no siempre es cierto... -pensé -Odio a los monstruos al igual que los humanos, y ambas razas me odian a mí...por favor, no me arrebates la poca humanidad que me queda. Esa compasión, esa necesidad de encontrar el lado bueno de las personas...>>

-Le haces daño, y te matare. Los matare a todos.

Ella se echa a reír.

-No has cambiado nada, deberías tomar un descanso. ¿No lo crees? Va a ser un largo viaje.

Va a ser un largo viaje. Que frase tan bonita, querida Charlotte, una forma agradable de decirme que me iban a llevarme drogada. Pienso amargamente, mientras descanso un momento la mano, adolorida por el tiempo que llevo sin escribir. ¿Cuándo fue la última vez que escribí en el diario? No tanto, pero cada vez que escribía eran fragmentos de pensamientos, notas cotidianas, y algunas tonterías. Nunca escribí durante tanto tiempo como llevo haciéndolo ahora. Aunque quería, no me daba tiempo. El reloj marca las 5:13 de la tarde, y llevo mucho tiempo sin dormir, por eso me siento tan cansada. ¿Cuándo volveré a reconciliar el sueño?

Con todas las cosas que me han sucedido, quien sabe. Vuelvo a coger la pluma y la mojo con tinta, siguiendo furiosamente con mi relato...

Cuando desperté, no me sentía bien. Estoy segura que me drogaron. Porque apenas veía con claridad pese el resplandor que iluminaba la alcoba, y mi cuerpo se sentía pesado y torpe. Me sentía enferma, embobada. De seguro es eso, si no fuera así, no recordaría lo que sucedió después de que Charlotte me dijera esas palabras.

Charlotte. ¿A dónde habrá llevado a Nairilyn? Es probable que haya siendo enviada a buscarme. ¿Por quién, con qué motivo? Son preguntas que no tienen respuestas, por ahora. Con dificultad caminé a la puerta, donde compruebo que está cerrada con llave. No hay ventanas en la habitación, entonces... ¿De dónde viene esta luz? Ah, del candelabro de oro que cuelga en el techo como una araña dorada adornada de miles de velas. No había notado que la alcoba era muy, muy grande. Al menos hay luz, y frescor. El Capitolio es muy reconocido por ser el lugar más caluroso de los Nueve Reinos. Y por lo visto me cambiaron de ropa, porque llevo puesto un hermoso vestido de seda de color rosa. <<Mierda, no es que no me guste el rosa, pero me hace sentir muy niña al ponerme un conjunto de ese color, en especial porque los demás me confunden como una niña por mi estatura >> Con elegantes bordados cosidos con hilo dorado en el corpiño, hecho de encaje al igual que la tela que cubre mis brazos.

Tengo los hombros desnudos. La falda del vestido lleva bordado bellas figuras pintadas en diferentes tonos. Andaba descalza, con el cabello cayéndome en una cascada de largas hebras de color blanco, igual que la nieve. La puerta se abre sin hacer ruido, y surge la cabeza de una criada que, apenas me ve, se esconde y cierra bruscamente. <<Que descortés -pienso amargamente -Ni buenos días ni como amanecí...>> No es fácil convivir con esta gente, de verdad que no. Si son así conmigo no me quiero imaginar cómo tratan a... ¡¡NAIRILYN!! ¿No le habrán hecho daño? Me apresuro a la puerta para ver si no la cerró con llave. No, está abierta. ¡Qué bien! Aprovecho en salir y recorrer sigilosamente los pasillos. ¿Dónde estará? Por favor, que este bien. Por favor, que no le hayan hecho daño. Por favor...

Por favor, por favor, que no la hayan...

Cruzando otro pasillo, me topo con unas personas vestidas lujosamente en compañía de una escolta de guardias y de la criada que susurra desenfrenadamente unas palabras que no alcanzo oír, pero se calla bruscamente al verme. <<Seguro estaba hablándoles de ti>> Pero cuando enfoco mejor la visión, me quedo paralizada.

-Tiempo sin vernos, Katherine Van Helsing. Saluda mi tía Carol.

Me recupero de la sorpresa. <<Espero que no lo hayan notado>> Ay, no solo está mi insoportable tía, también mis abuelas: Antonia, Meca, Carmen. Mis primas Charlotte, Serafine, Eva y mi primo David, su hermano Anthony y Joseph. <<La familia por fin reunida>> Pienso irónicamente.

-Mi nombre es Katriana, y ya no soy Van Helsing. Respondo secamente.

Charlotte, como siempre, arruga el ceño y empieza a disparar sus dardos favoritos: "Que soy un engendro." "Que soy una avergonzada." "Un monstruo raro." "Una amenaza para todos." Los típicos venenos que siempre han herido mi orgullo y mi persona. Mientras que su madre, mi tía Carol, usa el parloteo de la mujer misericordiosa o piadosa: "Hija, lo hacemos por la Diosa que nos dio vida." "No hay que darnos mala vida por esta niña, ya recibirá el fruto de sus actos." Luego usa la táctica de: "¿Cómo te atreves a avergonzar a nuestra familia?" "¿Por qué te revuelcas en el orgullo teniendo las manos manchadas de pecado?" Y cosas así. En esta ocasión, ellas usan una técnica similar, con la diferencia de que ellas, para mi perplejidad, están al tanto de lo que hice y no hice en el Reino Lúab. Charlotte inició de esta manera:

-Eres una traidora...-escupe las palabras como si fuera veneno -Deberíamos quemarte con tu amiga por haber traicionado a tu propia raza, mezclándote con esos engendros como si tu fueras uno de ellos. ¡Avergüénzate, muchacha descarriada! Considérate afortunada de estar viva, en estas circunstancias en las que te encuentras no deberías haber sobrevivido.

-Es verdad, tomando en cuenta que eres una sucia mancha en nuestra familia. -responde con desprecio Carol. -Puta. Zorra. Traidora de mierda e inmunda jovenzuela. La miro sorprendida, sin poder ocultar mi reacción. Ella nunca me ha hablado así, o al menos, no con ese vocabulario. También me doy cuenta que el papel que ambas jugaban se invirtieron. Aquello no era buena señal, en ninguna situación. ¿Qué estarán planeando?

-Cuida esa boca, querida Carol, porque ambas sabemos que no soy ni puta ni zorra. No he llegado ni a...

-Una mentira más, y la muerte de tu amiga será muy dolorosa -dice la abuela Antonia, dejándonos sin habla, como siempre y cada vez que ella habla debido a las pocas ocasiones que abre la boca -Me sorprende que los ciudadanos del Reino Lúab no te echaron de allí, teniendo en cuenta la reputación que tienes por matar a cambio de dinero a los suyos. O vender tu cuerpo a cambio de las joyas que vendes.

¿Qué...? ¿De dónde sacaron una idea semejante...?

- ¿Qué estás diciendo? No puedo evitar en preguntar.

-No te hagas la estúpida, sabemos lo que has estado dedicándote en ese sitio. -Responde Serafine, negando despectivamente la cabeza antes de mirarme con odio -Y con quien estabas relacionándote... ¿Por qué te hiciste amiga de esa sucia semihumana? Pudiste sacar un buen provecho de su amistad matándola y robar sus cosas, pero no. ¿Con que motivo?

-Yo preguntaría lo mismo -respondo, viéndolas una por una - ¿Qué razón tienen para lanzarme mentiras a la cara cuando todas sabemos que no ando vendiendo mi cuerpo o matando monstruos o humanos tras el decreto de Drácula que prohíbe la caza de ambos Clanes, algo que ustedes si están haciendo? Y en cuanto a mi amistad con Nairilyn, eso no les incumbe, y mucho menos si ya no soy Van Helsing desde hace tiempo.

- ¿Renunciaste tu apellido? Niña estúpida... Se escandaliza Meca.

- ¿Miembros de la Casa Van Helsing, están presentes? -preguntó a gritos una voz masculina que surge detrás de las puertas de oro, donde retumba otra voz que resuena adentro -El Juicio va a empezar, así que prepárense para entrar en sesión dentro de 5 minutos. ¿Esta lista la juzgada? Todos me miran y yo me quedo inmóvil, asimilando la situación que tan confusa se vuelve.

-Sí, podemos empezar justo ahora si ya está todo preparado -dice Carol en tono autoritario - ¿Ha culminado el Juicio de la Semihumana?

-Desde hace días, Lady Van Helsing, solo falta el de su sobrina.

Oh no... ¿Me llevaron a rastras del Reino Lúab a la Capital para llevarme a un Juicio? ¿De qué se me juzga? Repaso la lista de cosas que la gente de la Capital me ha acusado injustamente desde hace tiempo y que igualmente lo creen. Y eso es más peligroso de lo que quiero admitir. El miedo vuelve a ahogarme y la furia amenaza con devorarme, pero... ¿Qué utilidad me va a dar esa ira que hierve en mi sangre por todas las injusticias que he padecido? ¿Y Nairilyn? ¿Qué han hecho con ella? ¿Está viva, está muerta? Dios mío, no sé qué hacer.

-Muy bien, si pones resistencia, querida niña, créame que las cosas se pondrán más complicadas para ti -ronronea Carol mientras ella y mis parientes me encierra en un círculo opresivo que amenace ahogarme -te lo puedo prometer, a no ser que colabores.

<<Te lo puedo prometer>> Una promesa que amenaza en destruirme si no obedezco. Una promesa que abarca muchas cosas, como arruinar mi reputación más de lo ya está, lastimar o matar a las pocas personas que me importan... <<No, no recuerdes eso, entiérralo>> Ensuciar mi nombre. Mi imagen. Mi ser. Con mentiras, con falsas verdades que la gente sigue creyendo. Estoy segura que estoy pisando en ese mismo terreno. ¿Qué diferencia habrá en obedecer o no obedecer? Las consecuencias serán igual de devastadoras para mí, porque ellos nunca permitirán que halle un respiro. Aun así, asiento con la cabeza. Si tengo que enfrentarme a un Juicio, solo tengo que responder con la verdad.

-Buena niña. Susurra Antonia, y el mero hecho de que hable, aunque sea una sola vez, da más miedo que cuando anda callada. Ellas me guían a la entrada. Abren la puerta y un resplandor incandescente me lastima los ojos, me cubro un poco con las manos para que mi vista se acostumbra al resplandor del día. Para mi sorpresa, no es la luz del día. La luz viene de miles y millones de velas que cuelgan en los bellos candelabros de oro y piedras preciosas que adornan y alumbran la estancia, tan amplia como el campo abierto, construido de piedra y mármol, con un estilo que da la impresión de que estamos en una cueva. Mucha gente se encuentra reunida, todos humanos. Los ojos paran en mí y tengo que luchar contra la incomodidad que causa ser vista por todo el mundo. No sé si bajar la vista o alzarla, camino normal, serena, poniendo una máscara de indiferencia que espero usar bien. No soy buena ocultando emociones a diferencia de mi familia, que la mayoría yacen sentados en un banco cercano, justamente al lado del...

¿Maicon, el hermano del rey? Él es próximo a gobernar, pero no puede ser que sea rey tan pronto, a no ser que toda la familia real haya muerto. ¿Él es el único que sobrevivió? ¿Cómo? No sé si su presencia sea buena o mala para mí, siendo él quien va a juzgarme. Si ha oído todo lo referente a mí... ¿creerá en lo que dice en la gente, o sabe ver la verdad como ninguno ha sabido hacer?

-Iniciemos la sesión. Gruñe. Esta entrado en años, con arrugas en la piel y el cabello teñido de gris. De hombros anchos y mandíbula cuadrada, la piel pálida y los ojos fríos e inexpresivos. Llevando puesta una camisa blanca de mangas largas y una cadena de oro, con el emblema de su Casa hecha de zafiro y adornada con ámbar. El único accesorio lujoso que lleva, ni anillos y las gafas que lleva puesta son sencillas, casi trasparente.

Después de repasarlo, me conducen en el centro de la sala, no sin antes ponerme unas cadenas y un collar que al principio me rehusé usar.

- ¿Qué es esto? Pregunté.

-El Juicio decidirá tu destino, todo aquel que se le acusa de algo debe llevar cadenas forzada con el mineral que identifica el pecado que se le acusa. -Había dicho Carol como si fuera obvio -No durara mucho. De mala gana dejé que me lo pusieran antes de ponerme en el sitio señalado, justamente al frente del Juez, encontrándonos cara a cara. Las cadenas que me pusieron parecen pulseras hechas de hierro, pesadas pero delgadas, con rubís y ónix incrustados. Ambas pulseras estaban conectadas a varias cadenas que definen la cantidad de crímenes cometidos. ¿Por qué tantas, y de que se me acusa? El collar, una cadena de oro, cuelga ligeramente sobre mi cuello, aunque no entiendo lo del collar porque, hasta donde yo sé, los acusados llevan cadenas, no collares, aunque me da una sensación extraña al sentir el oro frio. ¿Quién es esta gente reunida? ¿Y dónde estamos? El sitio me parece vagamente familiar. Siento el corazón latiéndome con fuerza cuando el Juez empieza a hablar.

-Comencemos: Katherine Van Helsing, descendiente de la Casa Van Helsing, de padres desconocidos -recita el Juez con aburrimiento -del Linaje de Abraham el Magnífico, antepasado de su Casa. De ascendencia demoníaca, de linaje desconocido, del Clan de los Monstruos. Cumplirás los 15 años de edad a finales del año. ¿Cierto? A temprana edad escapaste de la capital y permaneciste desaparecida por un periodo de tiempo, y fuiste reclutada en el Coliseo cuando se proclamó el decreto de RNJ (Reclutamiento Niño -Joven) en aquel entonces para la guerra, pero a causa de tu naturaleza demoniaca superaste las pruebas que te encomendaron con mucha facilidad, y aun cuando te faltaba mucho por entrenar, sobresalías en tus notas académicas y militares, es por ello que se tomó la decisión, para la seguridad de la sociedad, tu familia y tu persona, enviarte al Santuario Juvenil debido a la amenaza que representas...

La gente empieza a murmurar, mostrándose de acuerdo con lo que dijo el Juez. Confirmando lo que por tanto tiempo se ha murmurado en las calles y en las casas sobre mi persona. HUMILLANTE. FRUSTRANTE. ¿Por qué tengo que pasar por esto? No entiendo...

- ¿Puedo preguntar de que se me acusa? Pregunto con toda la calma que puedo aparentar, sin que se me tiemble la voz.

-A eso iba.... -responde el Juez mientras lee unos papeles -Debido a los hechos mencionados, se te prohibió entrenar o participar en la guerra debido al riesgo que representa tu existencia. Dicho riesgo fue demostrado cuando aniquilaste a una banda de monstruos de Rango Superior que intentó atacar al Santuario Juvenil, pero tú los detuviste y mataste a todos esos monstruos. Ni los miembros más jóvenes de tu familia, la Casa Guerrera más poderosa de todas, puede vencerlos de un solo golpe, como tú lo hiciste a tus escasos 8 años de edad.

Murmullos de asombro y horror recorren por la sala, el sonido aumenta tanto que el Juez tiene que golpear con las manos la mesa de color caoba para que se callen.

- ¡¡Orden en la sala!! -Grita con voz potente, luego vuelve a leer los papeles que sostiene con una mano -si no me equivoco, has demostrado tener muchos dones de categoría desconocida después de recibir el Bautismo a los 12 años, pero a los 10 años de edad huiste de casa y te dedicaste a cazar monstruos a cambio de dinero; a pesar de que tu familia te enviaba dinero, nunca quisiste aceptarlo. ¿Puedo preguntar por qué? No fue poco lo que te enviaron, y cuando la guerra empeoró, huiste de la Capital y fuiste oficialmente una Cazarecompensas, después de recibir el bautismo. Al finalizar la guerra, ya llevabas un año en el Reino Lúab dedicándote a la herrería o construir armas y joyas de uso mágico, pero me he enterado luego de que has estado dedicándote a la prostitución, y sabes que está prohibido excepto en una edad determinada o según la clase social. ¿No?

Me quedé mirándolo, confundida e indignada. ¿Dedicándome a la prostitución? ¡¡¿Quién dijo tal mentira y calumnia?!! Niego con la cabeza y respondo con voz clara y firme.

-Jamás me he dedicado a tal cosa, excepto a la herrería y la elaboración de armas y joyas, pero... ¿Prostitución? ¡¡Soy virgen!! Nunca he conocido varón.

-Veremos eso... -dice el Juez mientras me mira con ojos analíticos antes de continuar -Después de instalarte en el Reino de Lúab, forjaste amistad con una semihumana: Nairilyn, de la Casa Colmillo, del Clan de los Monstruos -la gente empieza a rechinar los dientes al oírlo -una hembra de tu edad que se dedicaba como mercader ambulante, su oficio era Cantarín, y vivías con ella antes de finalizar la guerra, aproximadamente un año y medio. Ninguna de las dos ha mostrado mala conducta y eran excelentes comerciantes, pero las leyes de ese reino son débiles, no había orden o control sobre los ciudadanos. Fuiste salvada por tu familia, te sacaron del lugar con tu compañera y estas aquí porque voluntariamente te has ofrecido ser juzgada para responder por tus crímenes. ¿Es eso cierto?

Puse los ojos en blanco. ¿Voluntariamente vine a responder mis crímenes? ¡Me sacaron a rastras de la ciudad!

-Por la expresión de tu rostro, veo que no -dice antes de poder responder -A pesar de todo... ¿quieres que hagamos una pausa para hablarlo con tu familia o prefieres progresar?

Miro a mi familia, quien se queda paralizada al oír eso y me miran con el ceño fruncido, con ojos queriendo decirme: ni se te ocurra, porque el castigo que te daremos será aun peor. Por mí, si este Juez no es un corrupto, no me importaría lo que me hicieran con tal de que ellos reciban también su merecido. El problema es que eso no resolverá los problemas que tengo encima, creo que el resultado será igual. Si detengo esto, tarde o temprano harán las cosas más difíciles para mí. Si progreso puede que me maten por todas las cosas de que se me acusa, es lo que todos quieren, sea correcto o no, lo único que podría hacer es pedir una muerte rápida. Es preferible la muerte que el sufrimiento. Pero... ¿Qué pasara con Nairilyn? Tengo que protegerla, independientemente de lo que me pase. Si progreso... ¿tendré mi oportunidad de contar toda la verdad si me lo permiten y convencer a los demás para que dejen en paz a Nairilyn? Siento que no tengo opción, estoy por elegir en detener esto, porque es lo que quiero...

Aunque no sé si esa es la solución más rápida. Solo quiero terminar con esto de una vez. Estoy cansada de seguir huyendo porque siempre me encuentran y me acorralan. Allí las cosas se ponen feas. Todo por culpa de mi familia. Todo por culpa de la sociedad, y no hay Juez, por muy inteligente que sea, capaz de sacarme de ese apuro.

Tengo que ser valiente, esa es la única respuesta que obtengo, y decir la verdad cuando te presente la oportunidad, por muy dura que sea, decir la verdad aun cuando las cosas podrían ser peores. Se valiente. Me decía una y otra vez para convencerme.

-Progresemos, pero déjenme decir unas palabras cuando usted termine de hablar, Señor Juez. -respondo firmemente, con la cabeza en alto, mirándole los ojos -solo pido una condición: liberen a Nairilyn, de la Casa Colmillo, del Clan de los Monstruos. Ningún daño ha hecho, y aunque es semihumana, ella no está de parte de su raza por las cosas horribles que su propia gente le ha hecho a su familia. Y si aún insisten es castigarla, déjenme llevar su castigo. El castigo o la sentencia que cae sobre ella, que caiga sobre mí. Es lo único que pido.

Un silencio sepulcral inunda la sala por un rato, dejando a todos en shock.

-Hay un problema, lady Van Helsing -termina diciendo el Juez, incomodo -Nairilyn fue juzgada hace 3 días atrás por una serie de pruebas que recopilaron su familia, de modo que fue sentenciada a muerte por mi persona bajo las leyes que seguimos los ciudadanos del Clan de los Mortales.

Sus palabras martillaron mi corazón, taladraron mi cabeza como un eco...

- ¿De que estas hablando?

-Nairilyn está muerta, falleció ayer por orden de su Casa, quienes tenían derecho de hacer con ella lo que les plazca por las leyes de esta ciudad. Una ola de sonidos, exclamaciones de sorpresa, alegría, alivio, recorren por la sala. Susurran cosas como: "Que bien, han matado a esa sucia semihumana." "Han tardado demasiado." "Un monstruo menos, entonces." Yo solo me quede inmóvil, no oía nada, no escuchaba nada, simplemente el silencio me tapo los oídos. Mi interior se quiebra y lágrimas de dolor, frustración, rabia y tristeza amenazaban con salir. Siento que no voy a poder contenerlo. Un dolor familiar, pero más intenso, recorrería mis venas como veneno. La culpa me clava con su aguijón, así como la ira que tan hondo he tratado de enterrar.

En vez de mandar a todos al infierno. Matarlos uno por uno. Gritar o huir de allí, solo me quedé quieta, llorando en silencio. Por el mar de rostros, distinguí miradas desaprobatorias ante mi reacción.

-Mis condolencias, mi lady... -susurra el Juez en mi dirección -se lo mucho que significaba ella para ti, y la responsabilidad que tenías para con ella.

Le lanzo una mirada asesina que rápidamente desaparece al ver su mirada sincera, sin atisbo de hipocresía o burla. Dejándome sorprendida. ¿Cómo puede saberlo?

-Con toda la situación que has pasado... ¿estas dispuesta a seguir con el tribunal?

¿Por qué me hace esa pregunta? Él es el Juez, es el que decide, pero me pone a elegir. No soy la única, todos lo ven una mirada rara, incluso mi familia, porque ningún Juez hace eso. ¿Debería seguir con esto? ¿Por qué no? Ya no tengo más nada que perder, y quiero averiguar que pretende mi familia y a donde quieren llegar con todo esto. La muerte de mi amiga no puede ser un simple acto de venganza contra su raza. No, siento que hay algo más; una parte de mí no quiere saberlo, pero la otra parte...

Bueno, no es en sí el miedo a progresar en este juicio, sino las consecuencias que tendrá para mí después.

-Estoy dispuesta. Termino diciendo, pues no tengo opciones y ya no tengo nada que perder.

El asiente con la cabeza.

-Se agradece tu cooperación, continuemos... -responde -El motivo por el que hice un breve resumen de su persona es para echar tierra algunas tonterías que circulan a través de rumores que propagaron ciertas personas -dicho esto, el Juez mira a mi familia con una mirada de desconfianza, al menos no soy la única -No obstante, no se puede negar que has cometido crímenes contra tu pueblo y tu Casa, lady Van Helsing. Por ello voy a enumerar los pecados que se te acusa:

<<Matar a varios monstruos cuando estabas el orfanato; está prohibido que un niño mate a un monstruo sin supervisión de un adulto, no solo por el daño y la seguridad del crio, sino por los daños que puede causar intentando matar a las criaturas, ejemplo, arruinar o destruir casas, perforar o deteriorar monumentos o cosas así, del cual ya ha hecho en varias ocasiones sin aportar para los daños...>>

<<Dedicarse a la caza cuando tenía una familia quien la podía mantener. Cazar monstruos a cambio de dinero es legal pero también un oficio vulgar e indecente para una doncella. Como usted aun no es reconocida oficialmente como "guerrera" por boca de su familia, es mal visto que una dama de menor edad se dedique a cazar a cambio de dinero, porque el problema en si no es matarlos sino el propósito con que lo hace... ¿puedo preguntar porque?>>

-Porque no confío en ellos -contesto con sinceridad, mirando al juez con los ojos hinchados de llorar -porque no han hecho otra cosa que humillarme y desacreditarme, como bien lo sabes, y a lanzar mentiras sobre mí persona. Asiente, de acuerdo conmigo. Aquello me sorprende y a la gente también, quienes murmuran sobre la Casa Van Helsing, mi familia los oye y se remueven incómodos sobre sus asientos.

<<Sin embargo, también es un crimen no responder a la voluntad de tu familia -termina diciendo el Juez. Mi corazón se acelero al oír eso -Según la ley que dicta lo siguiente: bajo la ley numero 1º de la constitución nacional, protocolo "Familia y deber con la Sociedad", se exhorta cumplir la voluntad de la familia de parte del individuo, para continuar el legado que se le ha encomendado proteger. Si dicho individuo, no ha cumplido o a avergonzado a la familia por ciertos motivos, debe presentarse al Consejo Familia y Sociedad para que reciba un tutor que encomiende al individuo al buen camino, y si por dichas circunstancias tal cosa no es posible, al cumplir dicho joven los 17 años, debe pagar una multa de 200 piezas de oro para pagar sus deshonra para con su persona y la Casa que pertenece. Si la familia o el individuo no está de acuerdo con tales tácticas de disciplina, la propia familia o Casa puede recomendar al niño/joven/adulto una disciplina o trato que pueda ejecutar para poder expiar sus crímenes. Sin necesidad de recurrir a la cárcel, la sentencia a muerte, etc. Según la gravedad del crimen. >>

Mi tía Carol empieza a sonreír.

<<Oh no... -pienso con angustiada - ¿Ahora qué?>>

-Concluyendo, desobedeciste y rompiste varias leyes contra la sociedad y la Casa que te ha dado cobijo... -hace una pequeña pausa -Entre ellos, la traición a tu raza: te hiciste amiga de Nairilyn, del Clan de los Monstruos, nuestros enemigos naturales, y rechazaste la ayuda que podría ofrecer tu familia yéndote a dedicarte a la prostitución, seducir a algunos monstruos para recibir dinero tras prohibirse la caza de monstruos en ese reino, según las pruebas que tenemos hasta ahora. Además, traicionar a tu gente conviviendo con monstruos (que, indiferentemente sean buenos o malos, porque siguen siendo seres que casi nos lleva al borde la extinción) se castiga con la muerte.

Antes de poder decir algo con respecto a la acusación de la prostitución, todos se levantaron, furiosos. Me escupen y me lanzan palabras obscenas e hirientes que, en otras circunstancias podría haber bajado la cabeza. No lo hago. Soy consciente de que esto iba a suceder desde el día en que tomé la decisión de entablar amistad con Nairilyn. Lo supe porque conozco las leyes que rigen el Clan de los Mortales. Y, aun así, estuve dispuesta a correr los riesgos porque no hay motivos para que yo esté con el Clan de los Mortales; para mí, todos son mis enemigos. Y para ellos, yo soy su enemiga desde que nací. Ser sentenciada a muerte no me sorprende, pues estoy segura que tienen tiempo deseando esto por mi naturaleza mestiza; pero no impide que sienta miedo ante la idea de morir de este modo. Excepto el hecho de que haya seducido a alguien. ¿De dónde sacaron esa idea? Por las cosas incoherentes que dijo Carol, supongo que allí está mi respuesta pero... ¿Con que propósito? Tampoco supe que las cosas que hice fueran un delito, nunca vi que le acusaban a alguien del tipo de cosas que me están acusando, pero supongo que han encontrado un modo de hacerlo ver de esa manera.

-Por lo tanto, antes de tomar una decisión que decida el futuro de la acusada, le daré la oportunidad de ser defendida por su Abogado Familiar, quien tiene derecho a tomar su cargo por los lazos sanguíneos que los unen y la experiencia laboral en este campo -su voz retumba la sala al pronunciar el nombre -Carol Van Helsing. ¿Usted se ofreció a defender a la acusada?

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