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Capítulo 11: Drácula. Memorias y Lágrimas






L

as lágrimas salen rebeldemente. Sin poder contener la ira, el dolor, el peso aplastante de la soledad ante la imagen de la hermosa joven de ojos color sangre, cabellos largo y oscuro como la noche, piel de porcelana y espíritu de reina quemando mis retinas, mi mente, mi corazón por el ardor del recuerdo que no ha cesado en perturbarme y consolarme. Lloro por la sonrisa que nunca veré. Lloro por las palabras que brotaban de sus labios, de los cuales jamás oiré. Lloro por el cuerpo que jamás abrazaré. Por esos hermosos y enigmáticos ojos que no contemplaré. Por esa paz que me causaba su sola presencia...

¿Dónde estoy? ¿Quién soy? Lloro con rabia. Como si mis lágrimas estuvieran hechas de vinagre y acido mientras tiñen mis mejillas de un oscuro carmesí, manchándome las manos de escarlata al tratar de secarme las lágrimas de sangre que siguen escapando de mis parpados. Respiro entrecortadamente por la ola de recuerdos que se reproducen en mi mente desordenadamente...

Parpados cerrados.

...Cabellos largos y húmedos por la lluvia que cae sobre nosotros.

Piel pálida y helada al tacto.
...Las huellas de unas lágrimas en su precioso rostro.

Ropas desgarradas y manchadas de sangre.

...Carecen de vida sus helados labios...

Muerta en mis brazos...

...Sostengo su cuerpo entre mis brazos, ambos envueltos en un charco de sangre...

Los libros me arropan en un silencioso abrazo. Cada libro está colocado con elegancia en su estantería. De pie ante la mesa de color caoba, los papales yacen desordenadamente con anotaciones apresuradas y libros de idiomas antiguos o pocos conocidos que llevo meses consultando para intentar descifrar los versos de Los Poemas Malditos. He llamado a videntes y eruditos de lenguas muertas y solo recibí respuestas vagas y confusas. Cual sea el idioma que está escrito los Poemas Malditos, nadie ha podido resolver su significado. Excepto por unas frases que recitan lo siguiente: de sangre virgen, será entregada al Eclipse. Sus ojos son como vino, sus cabellos como montañas de nieve. Como señal, verán en ella su deshgch'e. Tributo noble es para el ensalmo romper. Y esta última frase, lo tradujeron hace pocos días: Por la Hija de Atlantis, hallaran la Tabla que profetiza.

Me explicaron que la joven que mencionan es la Elegida. El tributo que debemos entregar al Eclipse para romper el ensalmo, es decir, la maldición. El término "deshgch'e" parece venir de una raíz antigua del lenguaje de Atlantis que podría significar "desgracia" o "sacrificio". Los videntes, a base de estas palabras que a duras penas los eruditos de lenguas muertas lograron descifrar, pero sin estar cien por ciento seguros de su traducción, presagiaron: una doncella de sangre noble debe ser sacrificada al Eclipse lunar para la maldición romper, pero antes la tabla de profecías ella hallara para desentrañar la verdad. Desde entonces no he dejado de preguntarme un montón de cosas. ¿Es creíble lo que dice los versos? ¿Será su verdadero significado? ¿Es necesario un sacrificio? ¿No hay otra opción? Katherine parece ser la elegida, incluso tiene ojos color vino y cabello blanco como la nieve. Pero... ¿Es ella el tributo a entregar? ¿O es otra joven? Cuando la conoci, pensé que ella era la elegida, pero ahora no estoy tan seguro, pues había olvidado que los versos mencionan a dos muchachas: una de sangre noble, que tal vez sea Katherine, pero la traducción no esta completa para confirmarlo si quiera. Y otra, que es de Atlantis. Esto último me hace pensar que esta profecía esta errónea. Atlantis no existe. Igual que su gente.
Suelto un suspiro de rabia. ¿Cómo puedo salvar a mi pueblo si no puedo traducir esto? ¿Cómo saber que no estoy cometiendo un error si no tengo las respuestas? Tenemos poco tiempo para el Eclipse Lunar, y sigo sin tener las respuestas que necesito porque desperdicie 100 años en dirigir una guerra y no descifrar los versos de unas antiguas pistas escritas en pergamino que presagia la clave para romper una terrible maldición. Mis padres habían insistido, pero no pensé, no realmente. Hace 50 años atrás, no creía en profecías. Ahora lo creo por una serie de cosas que me han ocurrido...

Sin querer, veo el retrato que cuelga al fondo de la biblioteca. El lienzo es grande, pero la oscuridad traga por completo su imagen, solo yo puedo verlo porque mis sentidos agudos me lo permiten. Al mirarla, pareciera que su retrato cobrara vida.

<<Nunca te pedí que declararas la guerra al Clan de los Mortales... -parece decir sus ojos escarlatas, su mirada angustiada y... ¿horrorizada? -Lo entiendo, entiendo tu dolor, no te culpo si has tomado las sendas de ese camino en que te encuentras ahora. Solo te pido que regreses de ese camino que te estas conduciendo, y evites el daño que piensas causar antes de que sea demasiado tarde. No quiero que sigas manchándote las manos de sangre por mi culpa... >>

Suelto un suspiro ante las palabras que posiblemente me dirigirá ella si tan solo estuviera viva...

A solas con mis atormentados recuerdos: La culpa carcomiéndome el cuerpo. La tristeza asfixiándome la garganta. La nostalgia aplastando mi mente. El dolor que causa su ausencia, devorándome...

...Una sonrisa asquerosa.
...Un grito.

Lluvia cayendo sobre nuestras cabezas.

...Un cuerpo que se interpone entre la espada de acero encantado dirigido a mi...antes de ser clavado por el escudo humano ataviado por las finas ropas de la realeza.

La bandera de la Casa Van Helsing en el campo batalla, los soldados preparándose para el ataque. Al igual que los soldados que han decidido pelear en mi nombre. Cada bando sellando su destino.

...Mis brazos sosteniendo su cuerpo frio y tembloroso.

Una mano cálida y pequeña me acaricia la mejilla izquierda. Sus labios me reclaman con un beso voraz que promete despedida y agradecimiento. El contacto de nuestros labios, el mero recuerdo, duele. Me besa como sedienta por agua en medio del desierto. Me besa como para llevarse consigo el recuerdo de mis labios. La lluvia cae mientras el beso se extiende con cada segundo que transcurre...

Lloro.

...Mis gritos rasgan el hueco del viento que azota desde el este con furia y desdén.

Lloro, lloro sin poder evitar que su alma se vaya para siempre. La sangre carmesís que salpica su rostro inmaculado se confunde con sus ojos color vino, sin vida, mirando a la nada. Sin poder hacer nada por ella.

...No pude salvarla.

Solo se fue.

Cierro sus parpados.

...Sé que no fue su decisión, sé que luchaba por su vida, por aferrarse a mí, pero los efectos del Hierro Encantado son letales hasta para alguien como ella...



Hablando de Hierro Encantado.
Eso me recuerda lo que hablamos tras finalizas la reunión hace una semana atrás...:

Eran las 10:00 de la mañana, acompañados por el débil brillo del sol ahora que el verano está llegando a su fin. Los adornos que decoran el espacio tienen un aspecto marchito con esa luz gris entrando por las enormes ventanas de cristal. Mi madre y mi hermano también se dan cuentan.

- ¿Cómo es posible que entienda un idioma que ni yo conozco? Pregunta mi madre, rompiendo el silencio. Supongo que no sale de su asombro ante el hecho de que Katherine descifro un idioma antiguo y ni ella se dio cuenta.

- ¿Esa es tu preocupación, madre? -ahora es mi hermano quien habla, arqueando las cejas ante la pregunta -Deberías estar preocupada por la guerra que se avecina.

-Aun no estamos seguros, hermano... -respondo con tantas ideas y conjeturas doliéndome la cabeza -hay que evitar a toda costa si se confirman nuestras sospechas. Hay que esperar respuestas de nuestro espía con respecto al prisionero capturado.

-Mientras tanto, hay que enviar a nuestros espías a ese reino si hay alguna forma de tener un dialogo diplomático con ellos.

Mi hermano y yo miramos a nuestra madre con los ojos como platos, confundidos.

- ¿Crees que seas buena idea?

-Si en verdad tenemos a un enemigo que conoce las bajas que hemos sufrido, no podemos darnos el lujo de responder agresivamente. Hay que buscar otras alternativas. Ya estamos fallos de recursos, igual que los humanos, en cuanto a las valquirias...no podemos seguir molestándolas.

-Ya que lo mencionas, uno de mis espías ha descubierto que las Valquirias están preparando enormes cantidades de hierro encantado. Dice mi hermano.

-Es normal, ellas siempre preparan esos para sus combates...

-No es para forjar sus armas, es para crear armamiento militar, incluyendo bombas que usamos en los inicios de la guerra, las cajas que suelen enviar sus compradores no llevan el logo que suelen usar para vendernos a nosotros. Es otro, uno muy raro: un fénix dorado envuelto en un aro de oro. No pertenece a ningún clan que conozcamos.

Nos miramos entre los tres al caer en la cuenta de lo que trata de decir.

Esto no es bueno.

El hierro encantado en realidad es un mineral semejante al hierro que las antiguas Valquirias trajeron de los otros mundos antes de cruzar el nuestro, según las leyendas. Se dice que, en las últimas generaciones, las Valquirias lanzaron a ese mineral hechizos y hierbas mágicas para crear entidades mágicas al material que sería forjado en armas de cualquier tipo y diseño. Las armas hechas de tal mineral son eficaces según la cantidad de magia que se le haya agregado al componente. ¿Cómo es el proceso? Es algo que se desconoce, ni siquiera se ha confirmado si usan hierbas mágicas o algo parecido. Durante la guerra, en las ultimas batallas, compramos muchas veces las armas forjadas con hierro encantado por medio de espadas, flechas, dagas, lanzas, escudos y cañones, pero las que nos ayudaron bastante fueron las escopetas...un arma que no se solía utilizar porque ellas lo inventaron con conocimientos que trajeron de otros mundos.
Si ellas están creando armas para vender a otros compradores que no pertenecen al Clan de los Monstruos o el Clan de los Mortales...

Entonces...

Solo nos deja una respuesta: ellas se lo están vendiendo al otro reino, y parece ser que el logo del fénix envuelto en un aro de oro en la insignia de su pueblo. No es bueno. Las valquirias son difíciles de predecir en cuanto al tema de las alianzas políticas. Aunque no estoy seguro si ellas están aliándose con el enemigo o son el enemigo...

-Debo ir a hablar con ellas. Digo, decidido a evitar que se rompa la alianza que este clan tiene con las Valquirias.

-O atraparlas en el acto de traición -responde mi hermano con una mueca -no me da buena espina lo que pretenden. Y si se están aliando con ese reino...debe ser por alguna razón. ¿Serán más poderosos que nosotros? ¿Llevan tiempo conociendo la existencia de ese imperio mucho antes que nosotros? Si es así... ¿Por qué decidieron unirse a ellos ahora?

No, la pregunta es...

Si el reino es bastante poderoso... ¿Por qué esperaron tanto tiempo para atacar? ¿Qué es lo que les detiene? Pudieron atacarnos antes. A ellos no les conviene que nosotros sepamos de ellos, lo confirmamos por lo que leyó Katherine. A no ser que sea una trampa. La verdad no sé qué pensar para estar unos pasos adelantes de ellos.

-Tenemos que ir a visitarlas para despejar dudas, no podemos afirmar nada todavía. -dice mi madre, luego me mira -deberías llevarte a Lady Van Helsing: si es verdad que ella es Valquiria por lo que me comentaste la otra vez, tal vez ellas quieran apoyarnos al ver que una valquiria está sentada en el trono. Tal vez así la convenzamos de que este de nuestro lado si queremos que nos ayuden a detener ese reino y el Clan de los Mortales.

Sé por qué razón me lo dijo. Si le pedimos a las Valquirias que nos juren lealtad y nos ayuden a derrotar ese imperio desconocido y aniquilar a los humanos, tal vez no tenga que pedirle a Katherine que lo haga por mí. Pues tendrá que desempeñar otro papel como reina al ser la madre de mis herederos...: eso si la muerte no la reclama. Eso si ella no es la elegida de los Poemas Malditos. De todos modos, mi intención al hacer el Trato con ella en el bosque no era solo para que aniquilara a los humanos por mí, no. Eso solo fue una excusa para convencerla de traerla conmigo al ver que estaba decidida a huir; al ver que ella podría ser la clave para salvar a mi pueblo, aunque no tenía pruebas sólidas para creerlo, aun si confirmara que ella no es la Elegida no significa que la deseche así nada más. No me agrada la idea de tenerla como madre de mis hijos. (La idea de que ambos seamos padres porque nos exige a ello me da repulsión.) Sin embargo, debo hacerlo si todo sale bien, no porque quiera hijos: solo es para cumplir un trato que hice con mi abuelo, el Antiguo Rey, cuando le pedí que me diera la corona a pesar de que no soy el heredero que él escogió para gobernar. Nunca le caí bien. Y menos por las razones que declaré la guerra a la Casa Van Helsing. No obstante, él deseaba ver a los humanos extintos mucho antes que mi odio hacia ellos surgiera. Aprovecho la ocasión al verme ahí de rodillas ante el trono, que tal cosa nunca hice hasta ese momento. Desesperado por obtener un ejército que me ayudaría a imponer el miedo sobre los Van Helsing sin imaginar que las cosas irían demasiado lejos. 100 años de guerra... ¿Para qué? Yo solo quería vengar su muerte. Hacerles pagar por lo que hicieron contra ella. Ellos la mataron. No pude salvarla. Y lo peor es que no se si estoy haciendo lo correcto al permitir que alguien más lo haga por mí: solo porque no puedo aniquilar a los mortales por mucho que lo deseara por una promesa...

-Por favor... -susurra a duras penas -por favor, te suplico...que... no...

-Juro que les hare pagar por esto -digo con ira y fervor, besando sus mejillas ensangrentadas - ¡¡No permitiré que salgan inmunes de lo que te hicieron!!

-No lo hagas. Logra decir con firmeza. Yo la miro estupefacto. ¿Por qué? ¿Va a morir y aun así...los perdona?

-Hatalaya...

-...Prométemelo -susurra antes de que un hilo oscuro de sangre brote de su boca violentamente -promete que los salvaras. Prométeme que no los exterminaras por mi causa. Prométeme que harás lo posible para que ellos sepan la verdad: la guerra solo empeorará las cosa. Lo sé por experiencia, y sé que el odio, por muy fuerte que sea...siempre se apaciguara con amor, con justicia y verdad. Es todo lo que se. Lo que puedo aconsejarte si quieres...

Otra tos violenta la sacude abruptamente. No sé qué decirle. No tengo palabras. ¿Podré cumplir esa promesa? ¿Puedo demostrar a todos quien es el culpable? ¿Podré cumplir su promesa y proteger a mi pueblo? Aun así, no salgo de mi estado de shock. ¿Por qué no querría ella que vengara su muerte? ¿Por qué esta tan decidida a salvar a los humanos si ellos la despreciaron?

-Tengo que matarlo. Matarlos a todos... -le digo, confundido por sus palabras -tengo que demostrar que no pueden salir ilesos de sus actos.

-Ellos no tiene la culpa, Jonathan, ellos no saben la verdad...

- ¡¡Aun así creen en sus mentiras!! -pierdo los estribos, furioso y asustado por lo que le pasó -siguen creyendo en sus mentiras sin importar cuantas veces les mostramos la verdad. Hatalaya, déjame vengarte, déjame destruir a la Casa Van Helsing. Déjame darles una lección a los humanos.

-No...salva...a...los clanes... -me estremezco al ver la cantidad de sangre que escupe -rompe el hechizo. Las Tablas De Profecías. Ella...ganará si permites que los humanos sean exterminados y los monstruos sigan sufriendo...el hechiz...

Vuelve a toser. No puedo contener las lágrimas la verla en este estado. Es entonces cuando oigo una risa familiar...

¡¡¡¡¡¿El desgraciado sigue vivo?!!!!!

Ella muere en mis brazos.

Cierro sus parpados un rato después.
...Sé que no fue su decisión, sé que luchaba por su vida, por aferrarse a mí, pero los efectos del Hierro Encantado son letales hasta para alguien como ella. Nunca pude darle respuesta a su promesa. Desearía haberle dicho algo, aunque fuera una mentira, para que ella partiría tranquila a la morada de los dioses, sean quienes sean.

Lo intenté.

EN SERIO LO HE INTENTADO.

Desde aquel día, hice lo que pude para impedir que se estallara una guerra entre ambos clanes tras su muerte. Los libros de Historias de las bibliotecas del Clan de los Mortales narran y omiten ciertas cosas para conveniencia de los políticos y nobles que incitaron al pueblo mortal a odiar nuestro clan. A querer destruirnos. Es verdad, ellos no saben la verdad, solo creen mentiras que los líderes de aquel entonces se aseguraron en que creyeran para perjudicarnos. Lo peor era que algunos líderes de las tribus de este clan también querían derramamiento de sangre, especialmente el rey de aquella época, mi abuelo. Pude apoyarlos y no participar, pero mi odio no estaba solamente en los humanos, no ese momento. Mi odio era hacia la Casa Van Helsing. Uno de ellos causó la muerte de la mujer que amaba y casi todos los miembros incitaban a que los clanes se odiaran, al igual que algunos nobles de mi clan. De por si no se llevaban bien por otros motivos, las diferencias entre ambos clanes se volvieron palpables.
El único que parecía estar en desacuerdo con eso era yo. A pesar de que no era el rey o heredero de la corona, si era el príncipe más querido por el pueblo, quienes apoyaban mis decisiones, entendieron mi dolor y me ayudaron a evitar que Casas de sangre real o noble llevaran a cabo sus planes de guerra y sangre.
Solo lo hice por mi amada.

El pueblo era consciente de ello. Ellos también la amaban, incluso la aceptaron como su reina a pesar de que ya había una y era mi bisabuela. (Aquello no le causó gracia, pero a mí me daba risa la situación.) En esa situación duramos 3 largos años, 6 meses y 9 días.

Hasta que la Casa Van Helsing hizo su jugada. Una muy desagradable. Espantoso. No solo encendió la ira del Clan de los Monstruos. El mensaje no era solo para los monstruos. Era para mí.

Desde entonces tengo una lucha conmigo mismo: ¿Salvar al Clan de los Mortales en su memoria? ¿O aniquilar a los humanos para proteger a mi pueblo? Sospecho que no soy el único que tiene esa lucha consigo mismo...

No después de oír a Katherine Van Helsing en un conflicto interno aquella vez que terminamos la reunión. Sucedió un rato después de hablar con mi madre y mi hermano. Caminé los largos pasillos del palacio para ir a la Sala de Tortura dónde tienen encerrado al espía que capturaron con uno de los Infernales cuando oigo la voz alterada de Katherine Van Helsing resonando en mi cabeza como un eco violento y furioso que me paralizó...:

<<...Estoy aliviada y asustada por lo que está por venir. Si en verdad Drácula pedirá refuerzos y alianza a los mortales tal vez no tenga que exterminarlos...No lo entiendo, no debería sentirme aliviada, más bien debo estar molesta por ello. Pues sin eso no podré vengar a mi amiga y a todos los que he perdido... -piensa, para mi asombro -Estoy confundida con mis propios sentimientos. Con mis propias elecciones. ¿Qué demonios me sucede? ¿No era esto lo que quería, venganza? ¿Porque estoy dudando si ya hice el trato con el Drácula?>>

¡¿Que?!

<<Salvar un clan o exterminarlo. Salvar un pueblo o masacrarlo... -no puedo creer que este reflexionándolo -Venganza o perdón. Castigo o misericordia. ¿Cuál es la mejor opción...?>>

Su voz se pierde en el vacío.

Tardé un rato en salir de mi aturdimiento por la intensidad de sus palabras y las revelaciones que tuvo lugar esos pensamientos.

Abraham Van Helsing.

Las Tablas de Profecías.

Salvar los clanes.

Así que Abraham Van Helsing sí estuvo ahí. No fueron alucinaciones mías, ni un sueño extraño causado por la tormenta de emociones de mi interior lo que produjo ese extraño recuerdo.

Han pasado semanas, pero aún recuerdo la conversación que tuve con Abraham Van Helsing esa noche que hice el Trato con Katherine, justamente después de la velada...

<<...Espectros, espantos y fantasmas -pienso horrorizado -las almas de aquellos hombres que asesine durante la Guerra de los Clanes. ¿Por qué, porque ahora? ¿Qué quieren esta vez?... >> Las sombras y las tinieblas me tragan por completo, perdiendo la noción del tiempo. Una sensación helada y liquida me sumerge en la oscuridad. No veo nada. No puedo moverme. Lucho por mover un musculo, en vano, susurros extraños y siniestros me envuelven al mismo tiempo que manos grotescas y frías tocan mi piel...

Grito.

Mi cabeza es azotada por un dolor atroz y cruel que parece durar una eternidad. Cuando cesa, tardo un largo rato en darme cuenta de que estoy inmóvil en medio de una montaña de cadáveres y esqueletos carbonizados. Todos con la armadura del Clan de los Mortales. El sol brilla con un tono rubí desde el horizonte. Mi armadura y mis ropas están manchadas de sangre, sangre humana. No siento nada. Solo un vacío al saber que sus muertes no traerán de regreso a la persona que amo. Doy unos pasos. De repente, los cuerpos que yacen inmóviles empiezan a levantarse de las cenizas y las armas ensangrentadas. Me quedo perplejo al ver como sus rostros deformes, sangrientos, carbonizados, sin piel o puros huesos se acercan a mí con pasos amenazantes. Me preparo para pelear ni es necesario. Aunque...ahora que lo pienso... ¿Cómo matar a unos muertos? Carajo. Sopesando las posibilidades, noto mas tarde que ellos le empiezan a hacer espacio a un soldado de huesos que avanza con dificultad hacia mi, sostiene algo...

No.

Sostiene a alquien...

En sus brazos putrefactos, yace su cuerpo ensangrentado. Ataviada con las mismas ropas de la realeza que llevaba aquel dia. Los mismos cabellos largos y espesos color carbón. La misma piel delicada y hermosa como porcelana. La nariz fina y pequeña que recuerda a una muñeca de cristal. Los ojos color vino entreabiertos mirando a la nada...

Es ella.

Tiemblo al ver aquella visión.

-...Mira lo que le hiciste.

-...Pudiste haberla salvado.

-...Podrías haberla ayudado, por tu culpa está muerta...igual que nosotros.

-...Peleas para ti mismo, para llenar tu ira y tu debilidad, permites que cosas horribles le sucedan a los que amas, cuando podrías haber usado tu verdadero potencial para evitar este trágico final...

-...Nunca te importó, seguiste adelante, intestas olvidarla como intentas olvidarnos a nosotros para liberarte de la culpa. Sabes que no puedes ayudarnos. Sabes que no puedes recuperarla. Sabes que no puedes quitar tus manos manchadas de sangre.

Me quedo sorprendido por aquellas palabras. Por un momento no digo nada, solo me quedo mirándolos hasta que la ira me invade al recordar el motivo por el que declaré la guerra al Clan de los Mortales cuando el peso de una promesa seguía latente...

-¡Lo intenté! ¡¡Vaya que me esforcé por demostrarles otro camino a la paz!! -les grito -¡pero ustedes no quisieron, aceptaron las mentiras de sus líderes y se lavaron las manos con escusas estúpidas...!

-...Nunca debiste amarla... -susurran con rabia -ella nunca te perteneció. Ella nos pertenece. Es nuestra reina y por tu culpa ella se corrompió. Cambió algo que no debió cambiar. Rompió el sistema y eso la mató. Es tu culpa.

Estuve a punto de atacar cuando algo en sus palabras me dejó inmóvil.
Recordé algo que ella me confesó mucho antes de su muerte. Las piezas del rompecabezas se estaban armando en mi mente sin prever que el escenario llegara a cambiar.

Conocía el sitio, el sol se tiñó de tonos grises al igual que el cielo cargado de lluvia y tormenta. Veo la roca lisa que yace en el centro de la construcción con forma de pirámide que se alza al cielo, pretendiendo tocarla. Ofreciendo en ese lecho de piedra un cuerpo ensangrentado e inmóvil. El silencio es tan asfixiante como la visión que me ofrecen. Sus cabellos pálidos ante la luz de la Luna contrasta con el tono gris de su piel, con el vacío de sus ojos escarlatas oscuros, sus ropas blancas y sencillas. Entonces oigo un latido. Luego otro. Lo escuho varias veces hasta darme cuenta que mi mano derecha sostiene una daga y en la otra un corazón...
Sigue latiendo.

Me quedo inmóvil. Se la razón por la que estoy aquí, en este escenario. Las voces, las mismas que me susurran con rabia, entonan con burla...:
- ¿Quieres que ella acabe al igual que tu amada? -un viento helado sopla desde el este - ¿Valdrá la pena siquiera? ¿Salvará este tributo a tu pueblo de su desgracia y su destino...como tú?

Unos gritos me sobresaltan. Al mirar abajo, veo a la multitud corriendo asustada. Es mi pueblo, los ciudadanos de todas las tribus están reunidas, pero el miedo y el caos están presentes: gente corriendo sin rumbo fijo. Algunos convulsionan en el suelo. Otros parecen huir de aquellos que han sucumbido al instinto animal, a la bestia que mora en nuestro interior.

La Maldición del Clan de los Monstruos.

Todos están sufriendo los efectos de la maldición. No pueden hacer nada para controlar el salvajismo que está tomando control de sus cuerpos y mentes. No pueden controlar la ira, la irracionalidad o instinto animal que se apodera de sus mentes y cuerpos como un parásito invisible. Hay quienes se detienen al pie de la pirámide y me miran, con una horrible expresión de traición en sus ojos...

Cómo si yo los hubiera traicionado.
La culpa me invade antes de sentir el llamado del Eclipse. Me tenso ante esa sensación de quemazón en los huesos y hormigueo extraño en la piel, reemplazando mi apariencia con una irreconocible...

Me invade el pánico. La impotencia. La vulnerabilidad. La culpa. Siempre me siento de ese modo, pero ahora es asfixiante...

Déjenlo en paz! Exclama una voz furiosa, bastante familiar.

El escenario desaparece. Las voces, los gritos y el tormento se esfuma como humo. Me quedo solo en la oscuridad. Confundido. Trato de calmar mi respiración entrecortada cuando escucho unos pasos. Poco a poco una silueta de luz aparece ante mí como un espectro pacífico, una figura cálida y amable. La luz va apaciguando los rasgos del rostro hasta hacerse reconocibles. Ayudándome a reconocerlo.

- ¿Me recuerdas, Príncipe de la Oscuridad?

-Abraham Van Helsing...-susurro, asombrado de verlo tras tanto tiempo sin vernos desde aquel día-No creí que nos volveríamos a ver. Han pasado años.

-Lo se, han pasado años desde nuestro último encuentro.

Durante la guerra, hubo un periodo corto de tiempo en que tenía preso a Abraham Van Helsing en el transcurso de la batalla entre ambos clanes, pero éste, a diferencia de su hermano o su Casa no tenía sed de sangre o muerte. Mientras los líderes mortales sembraban mentiras y cizañas junto a los Van Helsing contra nosotros, Abraham trataba de evitar que estallara la guerra. Era el único mortal que quería evitarlo, hasta que su familia hizo una cruel jugada que puso fin mi paciencia y mis intentos de exponer la verdad. No era el único. Todos los monstruos ya tenían buenas razones para ir a la lucha. A él lo obligaron a luchar en el frente por el don que heredó, un poder que lo usó en nuestra contra: y contra su voluntad. Su hermano lo manipuló con un Hechizo de Control entre Amo y Esclavo que normalmente se usa en prisioneros de guerra, para que Abraham hiciera las cosas atroz que lo hicieron famoso a él y a su Casa, sin saber nadie su verdadera situación, incluyendome, tardé mucho tiempo en darme cuenta el estado psicológico en que se encontraba. No podía meterme en sus recuerdos por culpa del hechizo del cual era esclavo. En los libros de historia de su clan lo pintan como aquél que condujo a los humanos a la guerra. Muy lejos de la verdad.

- ¿Que está sucediendo? -le pregunté un poco aturdido por su aparición - ¿Quienes eran ellos?

¿Eran en verdad los espíritus furiosos de aquellos soldados que maté durante la Guerra? ¿O son espectros que se hacen pasar por ellos? Hay algo en sus palabras que me sembraron la duda. Una espina. Como si una pieza de rompecabezas me hubieran arrojado y solo falta encajarla con las otras piezas que he reunido. Algo obvio y aún así no puedo descifrar. No sé qué es. Es lo que quiero saber.

-Me temo que no podré responder esa pregunta, pero te prometo que muy pronto lo sabrás, no tengo mucho tiempo, por eso recurrí a ti primero: debes encontrar las Tablas de Profecías si quieres elegir correctamente. Si quieres salvar los clanes...

- ¿Salvar a los clanes? -me río al escuchar eso -Quiero salvar el Clan de los Monstruos, solo ellos merecen ser salvados de su maldición. Y lo sabes.

- ¿Y que hay de la petición de tu amada?

- ¿Que? No puedo evitar en preguntar.

- ¿Ella hubiera querido esto? Te pidió que salvaras a ambos clanes, no solo el Clan de los Monstruos, también a los humanos. -me mira con pesar - ¿Acaso olvidaste sus últimas palabras?

Un escalofrío me recorre a medida que la escena se reproduce en mi mente, volviendo a sentir el viento helado y la furiosa lluvia caer, el peso de su cuerpo entre mis brazos....

<<-No...salva...a...los clanes... -me había dicho -rompe el hechizo. Las Tablas De Profecías. Ella...ganará si permites que los humanos sean exterminados y los monstruos sigan sufriendo...el hechiz...>>

¿Cómo lo supo Abraham si él no estaba ahí?

- ¿Cómo...?

- ¿Cómo lo sé? Ella me lo dijo cuando morí.

Me quedo perplejo al oír eso.

-Ella te lo dijo. ¿Verdad? Te dijo que buscaras la Tabla de Profecías para salvar a ambos clanes, pero estás buscando equivocadamente, y eligiendo de manera errónea: ¿Crees que es correcto manipular a una joven porque crees que es el tributo de los Poemas Malditos? - suspira, con una expresión llena de lastima - ¿Es correcto poner en riesgo la vida de una inocente sin tener pruebas solidas de que eso salvará a tu pueblo? ¿Ella querría que aniquilaras a los humanos pese a que te exhortó perdonarlos cuando murió en tus brazos?

Eso es lo que no entiendo! -exclamo - ¿Porqué insistió en salvar a los humanos si ellos la traicionaron, la rechazaron y un Van Helsing la mató? No lo entiendo...

No puedo contener las lágrimas. Ante la verdad de que nunca la volveré a ver, ante el hecho de que ella pretendía salvar a unos individuos que la condenaron....

Siento la mano de Abraham reposar en mi hombro, como si comprendiera mi dolor.

-No lo entiendes porque te aferras a la venganza y la ira, y esas cosas no te conducirán a ningún lado, ni te dará lo que quieres. Si quieres hacer algo en memoria de tu amada, has esto: Salva a ambos clanes, tal como ella te lo pidió. Pronto lo entenderás. Encuentra la Tabla de Profecías. Solo ahí encontrarás las respuestas. Llévate a alguien que conoce el lenguaje del Fénix. Te ayudará a aclarar muchas cosas. Incluso a confirmar si los Poemas Malditos son confiables, porque cuando los encontré no tuve tiempo de verificar si eran auténticos sus escritos. Salva a todos, sé el héroe que tu amada vió en ti, no el villano que te estás transformando o crees que eres por culpa del odio y el dolor que hay en tu corazón. No seas testarudo. Salva a los clanes. Salvate a tí mismo. Salva a Katherine Van Helsing.

No entendí sus últimas palabras. Supongo que aún estando muerto sigue queriendo proteger hasta de aquellos que desconocen de su existencia en este plano. Y es normal si es es su descendiente. No entiendo porque me pidió eso a mí. Después de ello, soñé con truenos y agua helada ahogandome, sabiendo que los espectros tejían telarañas de pesadillas e ilusiones en mi cabeza. Atormentandome sueños horribles. Lo último que recuerdo son gritos de dolor y miedo. Gritos que parecían venir de los espectros. Llamas de fuego dorado y carmesí algo borrosas, llamas escarlatas que bailaban y brillaban con destellos de relámpagos blancos; una esencia poderosa que presagiaba sanación y destrucción, habilidad que solo una persona portaba, recordándome a mi amada: El poder que ella invocaba cuando destruía un obstáculo peligroso. Cuando algo moría y ella lo regeneraba. Un poder antiguo que solo los de la Corte Real de una civilización desaparecida podían heredar. Unos ojos color rubíes me miraron. Cabellos largos y abundantes cuyo color no veía bien. El mismo rostro. Solo que esta vez me miró preocupada.

- ¿Hatalaya? Pregunté esperanzado. Por un momento, creí que era ella. Creí que volvió a mi lado de alguna forma, pero no, no era ella. Era Katherine Van Helsing. Lo peor es que ví mucha similitud entre las dos: los mismo rasgos,la misma mirada, excepto por el cabello y la personalidad. También pensé que, lo que sea que haya sido esa conversación que tuve con Abraham, no fue real. Solo otra ilusión sembrada por los espectros. Para alimentar mis miedos y dudas. Ahora ya no estoy tan seguro. Sospecho que así como Abraham se presentó de alguna forma, también lo hizo con Katherine. A ambos nos pidió que salvaramos los clanes. ¿Porqué? Entiendo que me lo pida a mí, pero... ¿A Katherine? Se que por una promesa que le hice a mi amada y por el favor que le debo a un antiguo aliado debo hacerlo pese a que no estoy de acuerdo con ayudar a los mortales. Y es lo que ambos no me dejaron explicarles: si salvo a lo mortales, ellos matarán a mi pueblo. Katherine Van Helsing es la prueba de ello, porque, nadie enviaría un chivo expiatorio a asesinarme con el propósito de masacrar mi clan. No entiendo que tiene que ver Katherine en este asunto que solo Abraham y mi amada conocían. No entiendo las razones de Abraham de involucrarla en esta situación. Desde ese día, al oír los pensamientos atormentados de Katherine Van Helsing no solo estaba sorprendido por la inesperada revelación, sino extrañado por su repentino conflicto. No entendí que le ocurría.

<<¿Qué le está ocurriendo? -Me pregunté- ¿Qué habrá sucedido que, de repente, cambiaria de opinión?>>
Ahora lo sé. << ¿No estoy en la misma situación que ella? -pienso -Tu también estas dudando, aunque por otros motivos...>Debí imaginar que ella dudaría, no le di opción...: Estaba desesperado por encontrar a la Elegida, creí que ella era posiblemente la clave para salvar a mi pueblo, y el arma que necesito en todo caso si romperé mi promesa para exterminar a los humanos tras los acontecimientos de aquel fatídico día que dio origen a esta guerra. Solo tengo dos motivos por el que no he exterminado a los mortales. Katherine, en cambio, no tiene razones para dudar tras todas las cosas que sufrió. Por eso no encontré sentido que se estuviera retractando de su elección: No después de todo lo que padeció desde la niñez. Tras la muerte de Nairilyn. Estoy seguro del odio y la ira que yace en su corazón. Del veneno que emana su alma por todo el abandono y dolor que le causaron. No solo por los pensamientos que oí, sino por el aura que emanaba por causa de dichas emociones. Esa esencia que desprendía al pensar, actuar o las palabras que ella pronunciaba, los sentimientos ocultos que amenazaban con explotar, algo que hubiera sucedido si no fuera porque ella ha logrado mantenerlos en control. Por los momentos: tarde o temprano esas emociones van a explotar, y lo sabe, ella es consciente que solo hay una forma de apaciguar esa pasión tan destructiva reprimida por un largo tiempo. Tal vez con ella no debí haberla presionado. Suficiente tenia ella con sus parientes, la sociedad y el matrimonio que contrajo contra su voluntad.

... ¿Era realmente necesario pedirle que aniquilara a los humanos a cambio de su nueva vida? No, no realmente.

...Aunque no pude evitarlo al pensar que ella es la Doncella de los Poemas Malditos tras ver las señales en ella...aún así, no es su responsabilidad. Es la mía. Si hay alguien que tiene verdaderos motivos para aniquilar a los humanos, soy yo. La ira que ella reprime posiblemente es fuerte y destructiva, pero no se compara con la mía. Las lágrimas de dolor y rabia que salen de mis ojos es una prueba de mi necesidad de reducir a los mortales en cenizas.

Solo así puedo vengar su muerte...

<< ¿Estás seguro que eso es lo que ella quiere? -Me asalta otra vez la voz de Abraham- ¿Ella querría que aniquilaras a los humanos pese a que te exhortó perdonarlos cuando murió en tus brazos? >>

Gruño de rabia y frustración. ¿Que hago entonces? ¿Cómo cumplir mi promesa y evitar que los monstruos y humanos sigan peleando? ¿Cómo corregir los daños causados en estos cien años de guerra? No podemos volver a otra guerra, pero los mortales no están contentos con la derrota, mucho menos con estás muertes que el desconocido enemigo está sembrando para encender mas esa chispa de odio entre ambos clanes. Tal vez Abraham tiene razón. Tal vez sí hay una posibilidad de remendar las cosas aunque no estoy del todo convencido...

Aún así...no me conviene que Katherine tenga dudas por este Trato que sellamos. De todas formas necesito su ira. Necesito ese odio que hay en su corazón por si las cosas no mejoran entre ambos clanes: Para exterminar a los humanos si decido romper la promesa que nunca acepté o negué cuando ella falleció. Castigar a mis enemigos si decido no aniquilarlos, así pruebo si vale la pena salvar de su destino como la Doncella de los Poemas Malditos o no a Katherine Van Helsing. Si las decisiones que tomaré más adelante para con ella no será en vano. Ver si no serán perjudiciales.

De todos modos...

¿Qué me asegura que ella no me traicionará al final por la Corona o el poder de tener el control que nunca poseyó y tanto anheló?

Nada.

Ambos tenemos razones para ser aliados y enemigos.





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