Capítulo 9: ETHAN
(Seis meses y medio después de la adopción de Valeria)
Hoy es el cumpleaños del cara zapato de Carlos, y estoy nervioso. Joder, que cumple dieciocho años y puede largarse de aquí. Estoy tan contento por él que no cojo en mí de la emoción. He vuelto a caer en el robo, sí, sé lo que pensáis, pero espero que podáis perdonarme. No tengo dinero para comprarle algo, así que vi la oportunidad y lo hice.
Le he robado un reloj a Don Sebastián y ese es mi regalo. Soy la persona más cutre que podéis conocer en vuestra vida, pero bueno, me queréis y yo a vosotros.
No me puedo creer que ya hayan pasado casi siete meses desde que adoptaron a Valeria... su familia biológica, es que es para cagarse. Y, además, tampoco puedo creer que en tan poco tiempo me haya hecho tan amigo de una persona que no me pasaba de la lengua para bajo, por el amor de Dios, si tenía ganas de matarlo cada vez que respiraba el mismo aire que yo. El chaval se pensaba que iba a salir de aquí en unas semanas, pero nada más lejos de la realidad, pobre iluso. Él también pensaba que la gente es buena y que lo adoptaría el capullo de su padrastro, pero ese tío no ha dado señales de vida en meses. Pero bueno, al final me alegro de que no se fuera, porque os juro que, pese a que me revienta por dentro, me cae tan bien que me duele un poquito pensar que voy a pasar más de cuatro meses sin su presencia en este lugar.
Sí, cuatro meses. Cuatro meses para dejar atrás un pasado que me lleva atormentando años. Cuatro meses para ser mayor de edad, buscar trabajo, seguir con mis estudios, tener casa propia, vivir mi sueño y a poder ser al lado de Val.
Terminamos el bachillerato hace dos semanas, y, como ninguno de los dos tiene una media que te cagas para una buena universidad, las Profesoras han sido un auténtico calvario. Día sí y día también nos traían ordenadores portátiles, nos enseñaban a hacer currículums, nos decían que teníamos que buscar trabajo sí o sí, que teníamos que vendernos bien y encontrar algo bueno, bonito y de calidad, pero vaya... ¿de verdad creéis que lo hemos hechos? Ni de coña. Carlos y yo nos hemos dignado única y exclusivamente a buscar a Valeria.
Empezamos buscando esas estúpidas iniciales en Algeciras, pero ¿a quién queremos engañar? Ni de lejos encontramos nada. Pese a ello, estuvimos inspeccionando Algeciras al milímetro, y familiarizándonos un poco con esa ciudad y bueno, tengo que admitir que ambos quedamos bastante impresionados. Sinceramente, Algeciras es bastante bonita y creo que sería un lugar tranquilo en el que vivir con mi Val.
Google Maps nos enseñó todos los lugares de Algeciras, como la Plaza Alta; la Iglesia; la Casa Consistorial, el Parque Arqueológico de las Murallas de Meriníes; el Mercado de Abastos; esa increíble playa del Rinconcillo; el Sendero Río de la Miel; el maravilloso Paseo Marítimo; los Arcos del Cobre; y el Parque del Centenario.
Carlos flipaba con todo lo que veía, y me decía que, a pesar de haber vivido en Sevilla durante años, jamás pudo visitar nada más allá de su ciudad y Algeciras le parecía un buen sitio en el que instalarse. Sin embargo, yo en lo único en lo que pensaba era en Valeria y en si había visitado todos esos lugares. Me habría encantado visitarlos con ella, de la mano, sintiendo sus suaves dedos contra los míos y susurrarle en el oído mil veces que la quiero... ojalá pueda hacerlo pronto.
Todos los días me acuerdo de ella, en cada suspiro y en cada rincón la veo, y aunque sé que falta todavía mucho tiempo para que esté con ella, saber que pensaba en mí cuando se marchó me pone todo más fácil. Ahora sé que puede que tengamos un futuro juntos, y que en apenas cuatro meses podré volver a abrazarla y hacerla mía por completo.
Carlos, mientras terminábamos de memorizar todo el terreno de Algeciras, decidió que era buen momento de ponerse a hacer cosas de informáticos locos. Subió a la habitación, cogió mi caja de recuerdos sin permiso y se puso a trastear con el teléfono viejo que tenía. Yo pensaba que eso no podría ir ni con pilas, y resulta que Carlos, además de ser un pibón de tío y tener buen corazón, es un manitas con las tecnologías.
Le dije que era una caja de sorpresas, y sin contestarme se levantó, cogió no sé qué de su mesita de noche y se puso a llamar por teléfono. Pensé que era un cabrón y que lo podría haber hecho antes, pero de todas formas se lo agradecí pese a no tener ni puta idea de qué pasaba por su cabeza.
De la nada el teléfono comenzó a dar tono y resultó ser que Carlos llamó a un amigo suyo de Sevilla para decirle que salía de nuevo al mundo y que necesitaba que alguien lo recogiera del orfanato para empezar su nueva vida cuando cumpliera los dieciocho. Con el corazón en la mano os digo que yo tenía cero ilusiones en ese plan, porque para qué mentir, Carlos es un fantasma, ¿de verdad podía tener amigos así? Pues sí, vaya, que sí. Tenía amigos de esa clase y hace apenas diez minutos su amigo se ha plantado en la puerta del orfanato con un Porsche negro. Eso es calidad y no el reloj que he robado.
Honestamente, quedan pocos amigos así hoy en día. Qué vamos a hacer, unos nacen con estrellas y otros estrellados.
La cosa es que Carlos le contó hace dos semanas todo a su amigo, que él y yo éramos "mejores amigos", sí, cito textualmente; que él estaba hasta los huevos del orfanato y el aislamiento, más que nada porque se ha papeado más días en esa habitación que yo respirando en lo que llevo de tiempo aquí, pero el caso, también se lo contó; además, le dijo que no iba a seguir estudiando, que quería trabajar y dinero para poder vivir, y que lo llevara a Algeciras, ya que estaba buscando al amor de la vida de su mejor amigo, o sea, yo. Es que tiene tela la cosa. A veces me río por no llorar.
Nuestra relación de amistad ha sido, es y será surrealista, pero mira, así es la vida, que a veces intentas creer algo por muy imposible que sea y al final todo surge, de forma espontánea y tal vez sin quererlo, pero pasa. Y, aunque me pique un poco, me alegra que mi amistad con Carlos pasara así.
Todavía no sé cómo agradecerle todo lo que ha hecho por mí en estos meses, pero supongo que el karma existe y sé que la vida le deparará cosas buenas, porque al final todo lo que das lo recibes, y allá tú si eso es bueno o malo. Pero para Carlos será bueno, estoy seguro.
—¿Vas a ser tan cobarde de no despedirte de tu mejor amigo, mandril? — Carlos aparece por la puerta de mi habitación con unos pantalones vaqueros rasgados, una camiseta blanca y unas deportivas que están reventadas. Tiene un aspecto de chulo total, pero bueno, es Carlos, no se le puede pedir más. Total, tiene dos neuronas y ambas se han ido de vacaciones al Caribe, así que...
—Para empezar — le digo levantándome de la cama —, no somos mejores amigos, que yo sepa nadie ha acuñado eso — le sonrío, me acerco al escritorio y saco el reloj envuelto en papel de periódico. Qué cutrez, por Dios —. Pero, de todas formas, me parece un buen término para definir esto — señalo entre nosotros —. Ten, esto es para ti, por todo lo que has hecho por mí en tan poco tiempo, y... ¡feliz cumpleaños, colega!
Carlos se hace el sorprendido y como que se quita una lágrima del ojo.
—No me lo puedo creer, ¿es para mí? — asiento con la cabeza —. ¿Me acabas de dar un regalo por mi cumpleaños vestido como un mendigo? Eres maravilloso — y me abraza con fuerza.
—No parezco un mendigo.... Bueno, puede ser, pero es que es sábado, no me apetecía vestirme más allá de una camiseta negra con manchas de lejía, unas bermudas verdes y unas chanclas de dedo. Casi es verano y el calor en el orfanato es insoportable.
Le devuelvo el abrazo y sonrío.
—¿A quién dices que se lo has robado esta vez? — me pregunta mientras abre el regalo con energía.
—No lo he robado, ha sido como... no sé tío, he pensado que nos debía algo por haber sido un director de mierda durante casi dieciocho años y por haber ocultado la verdad sobre Valeria tanto tiempo.
Carlos se ríe y me da una palmada en la espalda.
—Tú sí que sabes hacer buenos regalos — se sienta en la cama y me mira seriamente. ¿Es posible que también le duela despedirse de mí? —. Gracias, de verdad.
—No hay de qué, es tu cumpleaños, no podía dejarte sin nada — me siento a su lado y lo miro con admiración. Este chaval puede lograr grandes cosas.
—No me refiero a eso — agacha la cabeza y siento que algo no va bien y no sé qué es.
—¿Estás bien? Te vas hoy tío, eres libre, deberías estar de puta madre — le pongo la mano en el hombro y hago que me mire y sonría, pero no lo hace.
—No te he dado las gracias por el regalo. Bueno, en realidad sí, pero me refería a que gracias por ser mi amigo.
Oh, oh... se ha puesto supersentimental. La verdad es que ha sido un chico bastante reservado pese a haber confianza entre nosotros, pero siempre he sentido que yo me abría más a él y al mundo entero que él a mí. Realmente yo soy como un libro abierto, hablo por los codos, pero Carlos es cerrado, y aunque aparenta ser un tío duro, chulesco e hipócrita, tiene un fondo bonito que te dan ganas de quedarte a vivir a su lado.
—¿Por ser tu amigo?
—Yo no he tenido una vida fácil, Ethan — intenta sonreír, pero parece una sonrisa bastante amarga —. Mi padre murió en un accidente de avión y jamás me había costado tanto recuperarme de algo como de eso. A día de hoy todavía tengo pesadillas con ese accidente. Él murió y yo sobreviví.
—No me jodas — no sabía absolutamente nada.
Estoy impactado. Si hubiera sabido esto antes, Dios... lo habría apoyado muchísimo más.
He estado completamente ciego. He estado meses preocupándome por Val, por mí, por sacar adelante mis estudios, por hacer la vida de Camila un infierno, y me he olvidado de la única persona que me ha apoyado desde el minuto uno sin pedir nada a cambio.
Ni siquiera le he preguntado por él, por cómo está, por cómo llegó hasta aquí y tampoco le he preguntado en ningún momento por su vida. Soy un amigo de mierda.
—Lo siento, tío — es lo único que puedo pronunciar y apoyo su cabeza en mi hombro. Soy un gilipollas integral.
—No te lo digo para dar pena, solo quería que lo supieras porque desde ese accidente yo no fui el mismo. Perdí amigos, familiares y a mi pareja en un solo año, y tú has sido el único capaz de hacerte un hueco en esta puta vida — de su garganta sale un sonido mezclado entre risa y amargura —. Quién lo diría, ¿verdad? — me mira con esos ojos tan grises que hace que me duela lo mismo que a él.
—Pues sí, quién lo diría. Pero... ¿puedo preguntar qué pasó con tu padre? Si quieres me lo puedes contar... siento haber sido un capullo y haber pensado solo en mí, yo... no tenía ni idea de nada, tío.
—No te preocupes, Ethan, al final la vida es así, imprevisible y fugaz.
—De verdad que me gustaría escuchar tu historia, al fin y al cabo, eres mi mejor amigo, ¿no? Y a saber cuándo vuelvo a verte — le doy un empujón con el brazo y le hago sonreír. Bien, a ver si vuelve el Carlos de siempre.
Él me ha ayudado tanto... que no puedo comprender por qué soy tan egoísta. Pese a ello, trago saliva y le escucho atentamente.
—Mi padre era piloto de aviones, era un tío cojonudo y el mejor hombre que he conocido. Para mí, era todo un héroe, pero el Boeingm 737 me lo arrebató. Por aquel entonces él trabajaba en una compañía aérea de Etiopía, siempre estaba viajando y le encantaba ver mundo. La verdad es que no sé por qué le destinaron allí, pero hundió a la familia.
» Mi madre y yo fuimos a África a darle una sorpresa y cuando llegamos mi padre me dijo que tenía que volar a Kenia y que si quería acompañarle. Obviamente le dije que sí, era mi padre, confiaba en su pilotaje como en nadie. Iba a ir de copiloto, algo que jamás ocurre y todo salió mal. Mi madre se quedó en el hotel y después de cuatro horas recibió una llamada de la policía diciéndole que su marido había muerto en el avión y que habían encontrado a un niño que respondía al nombre de Carlos. Mi madre casi se muere de un infarto.
» Me trasladaron al hospital más cercano, porque de 157 personas, solo sobreviví yo. Sí, mi madre puso exactamente esa cara, no te preocupes. Mi madre me dijo que había tenido mucha suerte y que la vida me estaba regalando otra oportunidad, pero yo no quería esa oportunidad, no sin mi padre, no sin el pilar fundamental de mi vida. Enterarme de su muerte fue desgarrador. Me lo dijeron cuando ya era capaz de pronunciar dos palabras seguidas sin trabarme. Era como si mi cerebro no fuera capaz de asimilar e hilar dos ideas juntas, me destrozó por completo y quería morirme.
» Mi actitud hacia los demás fue de miserable total, era impertinente, chulo, grotesco, estúpido y maleducado, perdí a mis amigos, mi familia se alejó de mí y no volví a saber de mi novia ni de mi madre, porque mi madre se metió con las drogas y el alcohol y le fue bastante mal por la vida. Al poco tiempo empezó a salir con un tipo que le daba toda esa mierda y nos mudamos a Sevilla, y antes de entrar aquí, cinco días antes, mi madre murió de sobredosis.
—Me cago en la puta, Carlos — me levanto de la cama, me froto los ojos e intento respirar. No tengo derecho a quejarme en absoluto de mi vida, ¿quién cojones vive con lo que me acaba de contar? ¿Cómo puede seguir siendo feliz?
—No te preocupes, de verdad, no te lo digo para hacerte sentir mal — se levanta y viene hacia mí.
Llevo tres minutos intentando superar lo que me ha dicho, ¿él lo ha superado? ¿Cómo? Ojalá parecerme un poquito a él. Tiene una fortaleza admirable.
—¿Cómo puedes...? ¿Lo has superado? Quiero decir, ¿cómo se acepta algo así?
—No se acepta ni se supera, simplemente aprendes a vivir con ello.
—Dios, Carlos — le atraigo a mis brazos e intento transmitirle todo mi cariño y apoyo con uno de los abrazos de oso que le daba a Val —. Lo siento, tío, de verdad. Siento que hayas tenido que pasar por todo eso, eres la persona más fuerte que conozco y estoy seguro de que la vida te va a deparar cosas increíbles.
—¿Quieres saber cómo pude hacerlo?
Asiento.
Carlos me pone la mano en la nuca y me mira con esperanza en los ojos. Esto me gusta más. No quiero ni puedo ver mal a Carlos, sin él nada habría sido posible.
—Mi padre escribió un libro antes de subirse a ese avión, y antes de despedirse de mi madre le metió dos en la maleta, uno para ella y otro para mí. No sé, sinceramente creo que es estúpido, pero algo me decía en todo momento que él sabía que algo malo iba a pasar en ese viaje, o a lo mejor son divagaciones mías, pero en esos libros había una dedicatoria y ahora, quiero que uno de esos libros lo tengas tú.
—¿Qué? No, no puedo, Carlos, no puedo aceptar algo así, es de tu padre, te pertenece.
No voy a quitarte lo único que te ancla a él.
—Tengo otro, no te preocupes, este es el que tenía mi madre y, ella... bueno, no va a poder leerlo, y creo que te hará falta, sobre todo porque su dedicatoria me la he tomado al pie de la letra, y si no fuera por eso, yo jamás habría salido del agujero de mierda en el que estaba. Él me ayudó a salir y a vivir mi vida como si fuera el último día, y tú me has ayudado a seguir esa vida, así que sí, esto es para ti — Carlos saca de su maleta un libro y me lo da.
Lo miro perplejo. ¿De verdad me está dando un trozo de su corazón hecho letras y papel?
—¿De verdad? — le pregunto.
—Para ti, por hacer que vuelva a creer en la amistad, en el amor y en la familia. Tú y Valeria sois sinónimo de eso y gracias a las palabras de mi padre y todo lo que me has demostrado tú, sé que hay mucho más allá de vivir la vida como un mero espectador.
————————
¡Hola, amoriños! ¿Cómo estáis? Hace mucho que no subo capítulo nuevo, lo sé, lo sé. Perdonadme. Pero aquí está... ¿qué os ha parecido la revelación de Carlos?
Os leo y os quiero 👀💖
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro