Capítulo 8: ETHAN
—¿Me estás escuchando, cabeza mandril?
Carlos me saca de mi ensimismamiento y me fijo por primera vez en él. Qué cabrón, es guapo el tío, eh, normal que me volviera loco cuando estaba con Valeria, podría haberlo elegido mil quinientas veces antes que a mí. Me saca una cabeza, es más grande que yo, aunque no más fuerte, el uniforme le queda como un guante y esos tatuajes y esos piercings le hacen bastante atractivo. Menos mal que le frené los pies antes de tiempo, sino a día de hoy sería él el que estaría perdiendo el culo por Valeria. Aunque, en realidad, lo está haciendo y por mí, estoy alucinando con que seamos amigos. ¿Se puede llamar así esta relación?
—¿Es necesario que me llames cabeza mandril?
—Es que tío, te estoy hablando y tú tienes una sonrisa estúpida en la cara mirando a la nada mientras pasas completamente de mi cara.
—¿Es que eres consciente de que Valeria no me ha abandonado? — sí, supongo que mi sonrisa bobalicona puede responder a la pregunta.
—No, nada que ver — Carlos se ríe y pone los ojos en blanco —. ¿Y sabiendo eso ya no vas a hacer nada más?
—No, no, por supuesto. Tienes razón, perdón, me pongo ya contigo.
—¿Has dicho que tengo razón? — me sonríe con incredulidad y un brillo en los ojos que no logro descifrar.
—Eso creo — me levanto del suelo y voy a su lado.
—No me puedo creer que Ethan, el tío más capullo del orfanato, se rinda ante mis pies — sigue sonriendo como un tonto. Qué mal me cae, por Dios.
—Tampoco te emociones tanto. ¿Has encontrado algo ya?
—Puede ser, pero qué exigencias, ¿no? — levanta una ceja.
—Perdón, pero ¿has encontrado algo?
—Así es — asiente enérgicamente.
—A ver, enséñame eso.
—Solo te lo enseño si me lo pides por favor — me dice mientras levanta los papeles en el aire, gira la cabeza y pone morritos.
—No te lo voy a pedir por favor — le indico con cara de advertencia.
—¿Estás seguro? — se dirige a la ventana, la abre y saca la mano con los papeles a través de ella. Maldita sea, qué ganas de matarlo.
—Ni se te ocurra.
—Solo dos palabras, cara sapo — pongo los ojos en blanco ante ese mote y sonríe con malicia a la vez que hace como que tira los papeles. Me cago...
—Vale, vale, está bien, está bien — levanto las manos en señal de paz y rendición —. Por favor, ¿sería usted tan amable de contarme exactamente qué es lo que ha encontrado en esos papeles?
—¿Has visto lo fácil que es? — se ríe y me acerca los papeles —. Léelo tú mismo, creo que aquí está la clave de todo — señala con su dedo índice y se tira sobre la cama con las piernas cruzadas y los brazos apoyados en su cabeza —. Tío, ¿te has dado cuenta de que nos hemos saltado todas las clases, no hemos ni comido y son las seis y media de la tarde? Mis tripas ahora mismo parecen la selva amazónica, me rugen como si un tigre, un león y un guepardo estuvieran en una discomóvil de barrio.
—Pues ves a ver si te dan algo de comer, yo no tengo hambre, al menos no ahora, tengo que saber dónde está Valeria o por lo menos saber cómo puedo encontrarla — digo sin mirarle de nuevo.
Tengo la vista fija en los papeles y leer lo que está escrito es lo único que hace falta para que vuelva a la realidad y seguir sintiendo. Después de un ataque de pánico, saber que estás a salvo y que puedes seguir sintiendo es una sensación de plenitud que no sabría describiros. Gracias a Carlos no ha ido a más, pero estoy demasiado nervioso para lo que os voy a contar a continuación.
Hemos descubierto algo demasiado importante de la vida de Val, algo que es la llave maestra para abrir el cofre que tanto tiempo llevo buscando. Conocer el paradero de Valeria.
Bueno, en realidad, Carlos ha sido el que ha encontrado todo. Maldita sea, veréis como al final me hago mejor amigo de perforado.
Carlos, entre los cientos de papeles que ha robado del despacho del director ha encontrado un informe en el que se narra todo lo ocurrido con Valeria desde el minuto uno que la dejaron en la puerta del orfanato. Parece ser que Don Sebastián, no es tan capullo al final de cuentas, pues todo lo que hay escrito es de su puño y letra. Tal vez porque querría dárselo algún día a Valeria o para cubrirse las espaldas por si había alguna inspección, pero la cosa es que este informe es mi pasaporte hacia Valeria. Que, Camila, la puta loca bipolar me dijera la verdad de una maldita vez ha valido la pena para que dejara de consumirme en este pozo sin salida, porque ahora sé que no me ha abandonado, que me quiere y que jamás se ha olvidado de mí.
Siento que he perdido como una parte de mi corazón, porque, al fin y al cabo, Camila siempre ha estado con nosotros, sin embargo, ahora noto que soy un poquito más libre. Es como si me hubiera deshecho de una cadena que pesara toneladas y estuviera haciendo que se me descolgara el alma. No si encima tendré que agradecer a Camila que me haya contado la verdad para que despareciera nuestras vidas para siempre.
En fin, este informe es buenísimo y a la vez me destroza el corazón. Solo de pensar en cómo reaccionará Val ante todo esto, hace que se me derritan las ganas de sacar la verdad a relucir, pero sé que esto será bueno para ella, la hará libre y no habrá nada que la limite.
Dios, estoy tan contento de conocer toda la verdad que no puedo frenar las ganas de sonreír, pese a que delante de mí tengo algo que me pone el corazón a quinientos por hora, Valeria no me ha dado la espalda. Sé que a ambos siempre nos han costado las despedidas, que escribe mejor que habla y que por eso me dejó todo bien redactado, así que mi rencor se ha ido por el desagüe. ¿Seré ahora mismo para ella igual de importante que lo es ella para mí?
No puedo imaginarme otro futuro en el que su diminuto cuerpo, su flequillo despeinado y sus pecas sobre la nariz no estén en mi vida.
Ella es mi vida.
Cuando tenía apenas diez años, me acerqué a la cama donde Valeria dormía plácidamente y le dije: "te amaré incluso hasta cuando ni yo mismo me ame" y os juro que ahora mismo esa frase la siento tan real, que necesito incluso decírsela de nuevo. Ojalá estuviera a mi lado para decírselo sin volver a respirar. Diez palabras que dije cuando era un simple mocoso, pero que a día de hoy continúan siendo la verdad más grande que he dicho jamás. Incluso ni cuando yo mismo me quiera, ella será la primera; porque la quise, la quiero y la querré toda mi vida, y tener de nuevo una oportunidad de encontrarla y alcanzar nuestros sueños juntos, hace que una vida a su lado sea poco tiempo.
—Voy a por algo de comer, ¿quieres algo? — dice Carlos abriendo la puerta de la habitación.
No le contesto, pero sé que me traerá algo, estoy seguro. Es hora de leer. Necesito... quiero decir, necesitamos respuestas.
Comienzo a leer el informe que tengo delante y a cada palabra que leo estoy más y más sorprendido. Esto acabará con la estabilidad de emocional de Val y eso hace que se me encoja un poco el corazón. Podéis juzgar vosotros mismos.
LLEGADA DE UNA NIÑA DE CASI UN AÑO DE EDAD A MIL COLORES
Es morena, tiene los ojos marrones, pecas sobre la nariz y ha padecido dos enfermedades.
Aparece en la puerta del orfanato Mil Colores acompañada de un señor de unos cuarenta y cinco años de edad, con pelo canoso y alcoholizado. Lleva sangre en la camisa y afirma que ha sido de un golpe en la nariz, aunque se pone en duda su testimonio.
El señor afirma que se llama Miguel Sanz Pérez, que la niña nació el 17 de agosto de 2004 y que la deja con nosotros porque no quiere saber nada de ella, ya que no es su hija biológica y la madre murió en el parto. No tiene más familia y no quiere hacerse cargo de ella.
Le preguntamos de dónde viene, quién es la madre y el padre biológico, pero no nos dice nada, únicamente nos da la cesta de mimbre en la que lleva a la niña y un sobre con dinero. Miguel comunica que no quiere que nadie se entere de la llegada de la niña a este lugar y, debido a la cantidad de dinero, desea también que no se le comunique absolutamente nada a la niña cuando sea mayor de edad.
Después de todo, se marcha.
Presencian la escena dos Profesoras y el director del orfanato.
Cuando una de las Profesoras va a llevar a Valeria a una habitación, se encuentra con una tarjeta en la cual hay una foto de la niña recién nacida, unas iniciales y una ciudad, la cual se detalla a continuación:
A – S Algeciras
Se llega a la conclusión por deducción que son las iniciales de la madre y el padre biológicos de Valeria y su lugar de nacimiento.
—No me lo puedo creer — digo en voz alta observando a Carlos aparece en la habitación con dos sándwiches.
—¿Ya lo has leído? — pregunta cerrando la puerta con el pie y ofreciéndome uno de los sándwiches.
Niego con la cabeza.
—¿Esto es de coña, tío? — le pregunto sosteniendo los papeles en lo alto.
—No he leído más allá de un señor de unos cuarenta y cinco años de edad — le pega un bocado al sándwich.
¿De verdad tiene ganas de comer ahora? A mí se me ha cerrado el estómago.
—Pues te lo resumo, la persona que dejó a Valeria en esta mierda de sitio no es su padre biológico, y el tío les ha sobornado para que Valeria jamás se entere de la verdad. Después dice que una profesora ha encontrado una tarjeta con una foto de Valeria recién nacida y algo escrito y resulta que eso, según Don Sebastián, es el lugar de nacimiento de Valeria.
—¿Qué narices dices, tío? — se le cae un trozo de lechuga de la boca, arrastra una silla hacia el escritorio y se pone a mi lado a leer el puto informe.
—Lo que oyes, mira, está todo aquí — apunto con el dedo la ciudad y le miro directamente.
¿De verdad está pasando esto? ¿Por qué Don Sebastián tiene todo esto escrito? ¿Por qué ese tipo llevaba sangre en la camisa? ¿Le hizo algo a Valeria? Por Dios, me hierve la sangre, solo espero que no le pasara nada cuando era una bebé preciosa, sino juro por lo más sagrado que busco a ese tío y lo mato con mis propias manos.
—Sí, está todo ahí... ya veo — Carlos se frota los ojos —. ¿Tío esto es en serio? No entiendo absolutamente nada, estoy alucinando. En este orfanato hay demasiado chanchullo— se pasa las manos por las rodillas y suspira.
Sí, ahí está, su tic nervioso. Apuesto diez pavos a que le sudan las manos.
—Parece que Don Sebastián fue sobornado, sin embargo, ha escrito todo esto y lo ha firmado. Seguro que es para salvarse de algún tipo de investigación o inspección, no tengo ni puta idea, pero ya sabemos dónde empezar a buscar, ahora la prioridad es Valeria — le sonrío.
Le sonrío porque sí, pese a que es un testimonio demasiado turbio, sé por dónde empezar a buscar.
—Algeciras es la primera parada — Carlos me sonríe hasta con los ojos, me pasa un brazo por el cuello y me acerca hacia su pecho con demasiado entusiasmo —. Sí, joder, maldita sea, hemos encontrado algo, seguro que Valeria está allí, tengo un pálpito — me frota el pelo con la mano y me lo deja hecho un nido de pájaros. Lo voy a matar.
—Ya, tío, para — lo aparto fuertemente de mí y se tambalea riéndose —. ¿De qué te ríes?
—De que vuelves a tener esa estúpida cara de bobalicón, maldita sea — se levanta, va de nuevo a por su sándwich y le pega un buen bocado.
—No sé de qué me hablas — me toco las palmas de las manos. No, para, Ethan, ahora tics nerviosos no, que pierdes credibilidad.
—Lo sabes perfectamente. Tienes la misma cara de esperanza y alegría que tenías cuando Valeria vivía aquí. Cuando estabais en la cafetería, en el Salón de Actos o en cualquier otro sitio la mirabas con esa cara, la que tienes ahora mismo.
—¿Y qué dice esta cara? — levanto una ceja asombrado.
—Esa cara dice "podría morirme ahora mismo y sería la persona más feliz del mundo porque te he conocido".
—No te creo — me río con fuerza —. ¿De verdad has dicho eso tan cursi?
—Peores cursiladas has dicho tú, ¿quieres que te las recuerde? — se relame los dedos de la mayonesa del sándwich.
—No, la verdad es que no hace falta — me levanto, le empujo el hombro y comienzo a comerme el sándwich que me ha preparado —. Gracias por esto — levanto el sándwich con la mano y le sonrío sacando toda la comida a relucir junto con los dientes.
—De nada, cerdo — me sonríe —. ¿Sabes qué vas a hacer ahora?
—Ni puta idea, en realidad, estoy demasiado emocionado como para pensar en algo más allá de este. Ahora sé dónde está y por dónde puedo comenzar a buscar, pero todavía me queda casi un año para salir de aquí y... no sé tío, a saber qué narices pasa de aquí a entonces. Yo sé lo que quiero hacer, quiero buscarla, besarla, irme a vivir con ella, casarnos, tener hijos y morir juntos, pero a lo mejor de aquí allí ella tiene otros planes.
—¿Estás de broma? — me tira un cojín en la cara.
—No sé tío, es complicado — me termino el sándwich y me tumbo en la cama.
No me había dado cuenta de que era de noche y estoy reventado, hoy ha sido un día con tantas emociones que creo que me va a llevar un tiempo asimilarlo.
Joder, voy a volver a ver a Val. Esta emoción me tiene con los sentimientos a flor de piel y se me cae una lágrima. Porque sí, señoras y señores, los hombres también lloran, como habéis podido comprobar.
—Eh — me dice Carlos tumbándose a mi lado en la cama.
—¿Y estas confianzas, Carlos? — levanto la comisura del labio en un intento de sonrisa sexy.
—No me mires así que me pongo fogoso — se ríe con intensidad y yo le sigo.
¿Es posible que esta persona sea lo mejor que me llevo del orfanato aparte de Valeria? Sí, maldita sea, claro que es posible. Ha sido más amigo mío que Fabio en dieciséis años.
A pesar de todas las veces que le he mandado a tomar por culo y haberle insultado día sí y día también, se ha quedado a mi lado. Y, la verdad, no voy a tener vida para agradecérselo.
Quién me diría a mí que después de una convivencia de un mes iba a convertirse esta persona, que al principio era insoportable, en una de las más importantes de mi vida.
—¿Qué miras, pargela? — me empuja el hombro.
—Gracias — es lo único que me sale decir.
Carlos levanta ambas cejas y abre la boca. Está bastante sorprendido, pero qué voy a decir, lo estoy hasta yo.
—¿Te ha picado algo, tío? — me revisa todo el cuerpo en busca de una picadura y vuelve a mirarme.
—No, pero gracias de verdad. Gracias por quedarte cuando ni yo mismo me he aguantado, gracias por persistir e insistir y por hacer que esto funcione y pueda encontrar al amor de mi vida. En serio, no tengo palabras ni actos suficientes para agradecerte todo — le sonrío. Si alguien me hubiera dicho esto hace meses atrás me habría reído en su cara —. ¿Estás llorando? — me río con ganas y me reincorporo en la cama.
—No, es que se me ha metido en el ojo el bicho que te ha picado a ti.
—Sí, claro, si eres un blando no es mi culpa — le cojo de la nuca y lo atraigo hacia mí.
Sí, nos estamos fundiendo en un abrazo. Hacía muchísimo tiempo que nadie me abrazaba y nunca me había dado cuenta de cuán necesarios son los abrazos.
—Gracias, tío, gracias de corazón — le digo de nuevo.
—Quiero que sepas algo — se separa de mí un poco y pone su cabeza contra la mía. Sí, como si fuéramos dos toros a punto de pelear —. Cuando salga de aquí, me voy a ir a vivir a Algeciras, voy a encontrar a Valeria y voy a hacer lo posible para que estéis juntos.
Me he quedado sin aire. No puedo creer que esté siendo tan buen amigo. ¿Será que puedo volver a confiar en alguien a ese nivel?
—¿Por qué lo haces? — le pregunto demasiado sorprendido para mi gusto.
—Por muchos motivos en realidad. Porque a veces los hombres se tienen que ayudar entre sí, porque me caes bien, porque no tengo nada que perder en realidad ni ningún sitio fijo al que acudir, porque supongo que al final tengo mi corazoncito y tú te has metido a la fuerza y habitas en él, porque Valeria me parece buena chica y porque sé que el destino está en mis manos y me gustaría cederos lo que yo jamás he tenido.
—¿El qué?
—Amor verdadero.
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✨LINDOS CORAZONES MÍOS✨
¿Cómo estáis? Espero que bien siempre.
¿Qué os ha parecido este capítulo?
Os leo y os quiero 💖💖💖
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