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Capítulo 7: ETHAN

Me pintan los oídos, no puedo creer absolutamente nada de lo que está saliendo de su boca. ¿Quién cojones es esta persona y qué ha hecho con la niña bonita que creía que era? Me dan ganas de salir corriendo, de cerrar la puerta y dejarla encerrada para siempre. Menuda trolera. Nos ha vendido siempre su amistad y todo ha sido una farsa. Es la persona más repugnante que conozco hasta día de hoy.

—Denuncié la conducta de Francisco a Don Sebastián, sé que se me fue la cabeza, pero estaba celosa de Valeria. Ella siempre lo ha tenido todo, tu atención, tu protección, tu amor y encima tenía a Francisco. Él hacía de padre para ella y por aquel entonces yo perdí a mi familia en ese puto accidente de coche — llora a moco tendido, pero no sé en qué nivel de lágrimas de cocodrilo está y si también son una farsa —. Sé que suena egoísta...

—No sabes hasta qué límite, Camila — le interrumpo.

A estas alturas estoy rojo con un tomate de la rabia que tengo acumulada y me he alejado todo lo posible de ella. Desprende tal energía negativa que me está consumiendo la vida.

—Sé que suena egoísta, pero Francisco me recordaba a mi padre, siempre que estaba con Valeria era como si mi padre me hablara a mí y no podía soportarlo, me dolía, Ethan. Cuando hablé con Don Sebastián él hizo lo posible para que Francisco tuviera trabajo allá donde fuera, lo único malo es que sus padres enfermaron y tuvo que ir a cuidar de ellos, pero de verdad que yo no le deseaba ningún mal, era bueno, cariñoso y muy inteligente, pero tenía que irse lejos de mí. Me recordaba demasiado a mi padre — se limpia una lágrima y me mira implorando algún sentimiento por mi parte, pero es imposible. El único sentimiento que tengo hacia ella es asco.

—¿Qué tiene que ver esto con el ataque de pánico de Valeria? — le insisto con la mirada y cerrando los puños.

Por Dios, no quiero decir que quiero agredirla, pero me dan ganas de matarla. Perdonadme.

—Cuando Valeria se enteró de que Francisco se fue... ella, no pudo controlarlo y... esa noche, después de estar contigo y venir con la cara totalmente destrozada por tu comentario, empezó a comer muchísimo — admito que me siento demasiado culpable escuchando esto —. Se comió su plato, el mío y el de tres personas más y al final todo salió por donde entró. Se puso como loca en el baño, quería hablar contigo y con Francisco y ninguno de los dos estabais, así que siguió y siguió hasta que sangró. Intenté frenarla, lo juro, pero no quería que hiciera nada por ella. Se volvió loca, te lo prometo.

—Deberías haberla ayudado, aunque... ¿qué digo? Eres una hipócrita. Espera un momento, ¿por qué dices que la separaste de mí? ¿Es porque no viniste a buscarme esa noche?

Niega con la cabeza.

¿Es que acaso hay algo más que no me cuenta?

—Yo... no sé cómo decirte esto, pero... quiero que sepas que me arrepiento y que toda la vida estaré en deuda con ambos por esto — se levanta de la cama, viene hacia mí e intenta cogerme la cara con sus sucias manos, pero evidentemente, me alejo de ella como si quemara —. Además, también necesito que recuerdes que te quiero y que te he querido siempre, incluso cuando estaba Valeria yo te quería a escondidas y... mierda, ese amor que sentía, que siento por ti, podía y puede con todo. Yo... no sé, simplemente no lo pensé, actué.

—Lo tuyo no es amor, Camila, es obsesión. Y ahora, abre la boca y ve al grano. No me interesan tus disculpas, quiero la verdad de todo.

—Valeria, el día que se fue, te dejó una carta.

Me quedo sin aire.

La vista se me nubla y la cabeza me da vueltas.

No entiendo nada de lo que está pasando, ahora todo tiene sentido, ahora... ahora sé que no me ha abandonado, y sin embargo quiero morirme por todo lo que he pensado mal de ella.

—¿Qué mierdas me estás contando? — no me lo puedo creer, simplemente no puedo creer que haya sido tan mala y tan repugnante. La odio.

—Sí, me pidió que la guardara y que te la diera cuando estuviera lejos de ti, porque decía que las despedidas se le daban fatal y...

—¿Dónde está la carta?

—Yo...

—¡¿Qué dónde está la puta carta, Camila?!

En ese momento la puerta de mi habitación se abre de golpe y no hace falta que mire hacia allí porque sé que Carlos acaba de entrar y sin dar explicaciones sabe que todo va mal.

—La quemé.

—¿Qué hiciste qué? — pego un puñetazo al armario y Camila se estremece.

—Lo siento, de verdad — intenta alcanzarme, pero me aparto. Se pone las manos en la cara e intenta respirar. De verdad, ojalá se ahogue —. No quería que supieras dónde estaba porque eso no te dejaría avanzar y no podrías abrirte a más personas, y yo... yo quería que me conocieras bien, que conocieras a la auténtica Camila, la que te quería en el silencio y de verdad.

Me río amargamente con lágrimas en los ojos. Es que no me lo puedo creer. Intento controlar la respiración con las manos puestas en las caderas, pero es imposible. No me puedo creer que lo único que podía unirme a Valeria haya sido destruido por este ser tan despreciable.

—Necesito que me perdones, Ethan, no lo hice a mal, ella... ella tenía todo, debes entenderme, quería que supieras quién soy en realidad, yo al completo y al desnudo. Para ti.

Vuelve a querer alcanzarme, pero me retiro lo más rápido posible y voy hacia Carlos, el cual tiene la cara hecha un cuadro.

Sí, sé cómo te sientes tío.

Carlos está como yo, no nos podemos creer que esta persona, la otra chica a la que consideraba mi familia me haya metido semejante puñalada trapera.

Ahora mismo, me gustaría buscar en San Google cómo recuperar la cordura.

Carlos se posiciona entre Camila y yo en un intento de separarnos, pero no puede conmigo. Me he vuelto loco, lo sé, pero no puedo más. Tengo ganas de matarla. Mientras Carlos me intenta coger por el hombro para que no me acerque más a ella, le señalo con el dedo y la mira con la peor cara de odio que conozco. El odio más oscuro que siento.

—Eres una auténtica hija de puta, me dan ganas de escupirte en la cara. Eres una envidiosa de mierda y te mereces todo lo malo que te pase. Jamás, en toda tu vida, lograrás parecerte ni un milímetro a Valeria, ¿me estás escuchando? No le llegas ni a la suela de los zapatos y me alegro de que me hayas contado todo esto para que se te caiga la careta, eres la persona más falsa que he conocido en toda mi vida y me da pena que hayas tenido que caer tan bajo. Aunque ahora que lo pienso, ahí es donde debes estar, en lo más bajo. Lárgate y no vuelvas a pisar esta habitación en lo que te queda de estancia aquí. Tú para mí has muerto.

—Ethan, tío, cálmate, tampoco te pases.

Camila me mira como si no diera crédito de mis palabras, pero no puedo más. Ella ha sido la causante de tantas lágrimas y tanto dolor. Ella y no Valeria.

—Yo... lo siento, de verdad que sí, Ethan. Lo siento de todo corazón.

No quiero seguir escuchando más sandeces y me meto en el cuarto de baño a llorar, porque sí, ahora sí que no voy a volver a ver a Valeria. Si Camila, que era nuestra amiga ha hecho esto, no puedo fiarme de nadie y nadie va a ayudarme a encontrarla.

—¡Maldita sea! — grito a pleno pulmón.

A lo lejos escucho murmullos y puedo saber claramente lo que Carlos le está diciendo a Camila.

—¿Qué había en esa carta? — le pregunta Carlos.

—Unas palabras para Ethan, la dirección del sitio al que iba a ir a vivir y el número de teléfono de su casa para hablar con ella.

¿Qué cojones acaba de decir? Abro la puerta con rabia y acaba estampándose contra la pared de atrás. Salgo hecho una furia y le pregunto aun sabiendo lo obvio que es todo.

—¿De verdad me has ocultado dónde vive y me has quitado la oportunidad de poder comunicarme con ella?

Camila, como la verdadera cobarde que es se limita a asentir con la cabeza dirigida al suelo. Menuda capulla.

—Creo que será mejor que te vayas — dice Carlos.

Gracias, Carlos.

—Lo siento, Ethan, yo... — hace amago de venir a por mí, pero se lo piensa. Se quita las últimas lágrimas de la cara, respira, mira toda la habitación entera y continúa —. Te lo juro, no era mi intención hacerte daño.

—Que. Te. Largues. — le digo puntualizando con cada golpe de voz y casi escupiendo —. Ya.

Asiente y sale de la habitación. Bien, a tomar por culo.

< Pum, pum, pum, pum, pum, pum... > la ansiedad llamando a mi puerta. No, ahora no, no sin ella, no podré superarlo.

Me siento fuera de mí, como si no pudiera controlar lo que siento o lo que pienso, no puedo alcanzar la voz de Carlos, es como si estuviera a kilómetros de distancia y estoy empezando a hiperventilar.

<Cara sapo, respira, estás bien, estamos bien, no te preocupes, todo pasará. Estoy contigo> la voz de Valeria se repite una y otra y otra vez en mi cabeza.

Debo respirar, lo sé, y lo intento con todas mis fuerzas, pero la falta de aire, el mareo que siento y los latidos de mi corazón cada vez más potentes pueden conmigo. ¿Es esto lo que se siente cuando alguien tiene un ataque al corazón?

—Necesito... necesito que pare — digo en apenas un susurro.

A estas alturas estoy en el suelo, con las manos sobre las orejas y apoyado contra el cabecero de la cama. Si me aferro al suelo no me iré, me quedaré aquí, no me pasará nada.

Noto cómo unas manos grandes se ponen en mis rodillas y unos ojos grises se clavan en los míos, aunque no los veo bien, todo es borroso como mis pensamientos.

—Ethan, tienes que respirar, no puedes ponerte así por una cabrona, he encontrado algo y siento que es una pista para llegar a Valeria. Podemos encontrarla — me coge la cabeza entre sus dos manos con anillos e intenta que entre en razón y le escuche —. Ethan, tío, reacciona. No sé qué es, pero estoy seguro de que pronto volverás a verla. Venga, tío, vuelve, vuelve conmigo.

Lo intento, de verdad, intento volver, pero no lo consigo. Cierro los ojos y pienso en Valeria. En sus pecas sobre la nariz, sus labios carnosos, esos ojos de oliva negros, ese flequillo que le queda la mar de bien, cómo se sonroja con mis tonterías y su sonrisa de dientes perfectos. Es una auténtica diosa.

Imaginar que está a mi lado me relaja. Miro a mi derecha e intento visualizarla conmigo, a mi lado, apoyando su cabeza en mi hombro y suspirando como si estuviéramos viendo una de sus películas de amor favoritas. La quiero, la quiero tanto que voy a explotar de amor.

Y es ahí donde vuelvo a mí, cuando recuerdo su voz y risa melodiosa.

—Ethan, eh, tío — Carlos vuelve a agacharse ante mí y se ríe nervioso —. Estás bien, colega, cómo me alegra. Escúchame, vamos a encontrar a Valeria, sé dónde está o por lo menos, por dónde comenzar a buscar.

Sus palabras se repiten en mi cabeza una y otra vez. Sabe dónde comenzar a buscar, y aunque de momento no puedo pronunciar palabra, sé que sabe que se lo agradezco de todo corazón.

Observo su rostro que comienza a volverse nítido y proyecto mi dolor en sus ojos.

—Vamos a encontrarla, tío, volveréis a estar juntos. Te lo prometo.

__________

✨Hellou, bombones✨

¿Cómo estáis? Deseo de todo corazón que todo os esté yendo genial.

Aquí tenéis un capítulo más, me gustaría saber qué opináis. Yo he de admitir, que amo la relación entre Carlos y Ethan, ¿y vosotros/as?

Os leo y os quiero. Gracias siempre 💖💖💖

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