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Capítulo 4: ETHAN

Continúo sacando mis recuerdos de ella uno tras otro y las lágrimas no cesan ni de puta coña. Estoy tan cansado de vivir así... de verdad que no os podéis hacer una idea de los días de mierda que estoy llevando. Puede que os parezca una locura, pensaréis que no es para tanto, que todo se cura y que todo sana, pero ella era lo único que tenía.

Si de por sí vivir en un orfanato rodeado de mendrugos y Profesoras que no les importamos una mierda no fuera poco, sobrellevar todos los problemas de este sitio sin ella es una auténtica basura.

Aquí nos han jodido la vida. Aunque bueno, mi vida se jodió cuando nací.

De la caja saco una zapatilla diminuta con el logo del equipo de fútbol del Valencia y juego con ella pasándomela de una mano a otra. Es mía. La llevaba el primer día que entré en este sitio y tenía casi dos años. Sí, dicen que con dos años no se recuerda nada, pero os prometo que ese día lo recuerdo como si fuera ayer. Lloré, lloré muchísimo, incluso más que con el abandono de Valeria. Ese día, sin duda, ha sido el peor de toda mi existencia, pero a los pocos días, Valeria apareció en la puerta del orfanato y mi corazón se recompuso por arte de magia.

Mirando la zapatilla lo recuerdo.

Era invierno, una de las tardes más frías del momento. Mi madre me llevaba de la mano y aunque iba súper abrigado, continuaba teniendo frío. Mi madre y yo anduvimos por un sendero y de pronto nos adentramos en una arboleda. Pensé que ahí debería de haber por lo menos mil monstruos de todos los tamaños, pero mi madre me calmó los miedos. Me dijo que iba a comenzar una nueva vida, una en la que haría muchos amigos y muchas amigas, que estaría bien y que algún día ella volvería a por mí.

Mi madre era muy guapa, al contrario que yo, ella tenía una melena superlarga, era rubia y podría haber protagonizado a la mismísima Rapunzel en la película real si ella hubiera querido. Tenía los ojos verdes como yo y siempre iba bien vestida, salvo ese día. Ese día iba casi vestida con trapos, tenía la cara descompuesta, blanca, con ojeras y aunque me sonreía, yo en el fondo sabía que no era sincera.

Llegamos a la puerta de un lugar sombrío, una puerta que podría haberme llevado a Mordor sin lugar a duda. Era marrón oscura, con grietas, algo pelada y una herradura colgada a mitad de la puerta para servir de timbre. En ese momento supe que algo iba realmente mal. Había algo escrito en lo alto de ese sitio, no supe lo que ponía hasta que no aprendí a leer, pero tenía un arcoíris. Mi madre se agachó ante mí, me colocó la solapa de la chaqueta correctamente y me dijo que estábamos en un orfanato. Tras darme un beso en la mejilla, me dio una pequeña maleta y cogió la cerradura para tocar bien fuerte en la puerta. Mi madre volvió a bajar hacia mi altura y con pesar en los ojos dijo las palabras más dolorosas que una madre puede decirte.

—Volveré a por ti, Ethin, te lo prometo — sonrió, me dio un beso en la frente y después de dejarme solo, se fue.

Sin más.

Sin mirar atrás.

Mi madre me mintió y me abandonó, como lo hizo Valeria.

Miro la zapatilla con recelo, me quito las cuatro lágrimas que deducen el final de mi tristezas y la guardo, porque a pesar de que es algo que me recuerda a que una vez tuve familia y me abandonó, es lo único que me ayuda a recordar lo que pasó y no olvidar por nada del mundo que mi madre, la que decía que volvería a por mí, jamás volvió.

—Eh, tío, ¿estás bien? — pregunta Carlos entrando en la habitación.

—No mucho — confirmo.

—¿Quieres hablar? — niego con la cabeza —. Bueno, me quedo contigo, a veces es bueno no sentirse solo.

—Como quieras.

—¿Qué tienes ahí? — señala con la cabeza y la mirada la caja roñosa.

—Mi caja de recuerdos.

—Vaya... — asiente —. ¿Puedo verlos?

Levanto los hombros. Realmente me da igual que vea mis recuerdos, pero la verdad es que agradezco que se quede conmigo, la compañía me viene bien. Y es que jamás pensé que diría algo así de Carlos.

Saca una fotografía y vuelvo a llorar. Joder, ¿puedo para ya? En ella está Valeria, en una cunita de madera. La mece una de las Profesoras y yo estoy al otro lado de la cuna, mirando a Valeria directamente. Aquí se puede ver a un Ethan más que feliz, y lo puedo corroborar por la sonrisa tan grande que me sale, una de esas sonrisas donde los ojos se achinan más de la cuenta e intentas mostrar todos los dientes posibles. Seguramente ese pequeño ratón no sabía lo que se le venía encima.

Ella fue mi esperanza, llegó justo cuando mi corazón y mi vida más lo necesitaba y yo quería ser un ejemplo a seguir para ella. Quería que ella formara parte de mi familia y lo supe únicamente con casi dos años.

—¿Es Valeria? — pregunta Carlos.

—Sí, creo que fue la primera noche que pasó aquí. No paraba de llorar, pero llegué yo, le mecí la cuna y comenzó a quedarse adormilada. A partir de ahí una de las Profesoras más mayores que había aquí me dijo que eso era porque le había caído bien y que por eso no lloraba, porque conmigo estaba a gusto y se sentía segura. Desde ese momento no me separé de ella ni un segundo, me ayudaban a darle el biberón, dormía con ella y así fue como crecimos juntos. A veces las Profesoras nos miraban como si realmente estuviéramos hechos el uno para el otro.

—Guau... qué bonito, tío.

—Sí, lo era... en fin — me quito las lágrimas de nuevo —, así es la vida. Unas personas entran, como tú, y otras se van, como ella.

—¿Y esa foto? — señala una en la que Valeria y yo salimos dándonos un abrazo y yo estoy sujetando con la mano izquierda un oso de peluche para que ella no lo vea.

—Es el día que salí después de haber estado tres días en aislamiento por robar una colonia con olor a vainilla de una Profesora. Esa colonia se la regalé a Valeria, estaba loca por tener una que oliera así, así que la robé — me encojo de hombros —. Ella vino corriendo hacia mí, me dijo que me había echado mucho de menos y yo iba camino a su habitación para regalarle ese peluche — sonrío un poco tonto y niego con la cabeza. Qué recuerdos tan bonitos en realidad —. Ella siempre quería tener algo a lo que abrazar cuando tenía miedo por las noches y no podía venir a buscarme, o cuando tenía ataques de pánico, porque decía que si tenía algo a lo que abrazar podía darle abrazos de oso. Sí, parece una cursilada, pero nuestros abrazos se llamaban así. Abrazos de oso. Así que se lo regalé, aunque en realidad el oso me lo regalaron a mí porque una familia quería adoptarme.

—¿En serio?

—Sí.

—¿Y qué pasó con esa familia? — pregunta intrigado.

—No tengo ni idea, creo que Don Sebastián les dijo que no estaba en el mercado o algo así.

—Manda huevos... ¿Qué no estabas en el mercado? Para flipar.

—Sí, se ve que tienen un rollo página web sobre nosotros, es algo muy turbio.

—¿Qué me estás contando, tío? — Carlos se estremece y me mira ojiplático.

Blandengue.

Asiento con la cabeza, le sonrío y continúo con mi explicación.

—Desde ese día no se ha separado de ese estúpido oso, incluso le ha dado más abrazos que a mí — rio amargamente.

—La echas de menos — afirma.

—No te haces ni una mínima idea, de verdad que no. Hice y he hecho de todo por y para ella. Incluso esa misma noche, con Fabio, me colé en la cocina y le hice gofres con chocolate y nata y zumo de naranja. No sé cómo narices lo hicimos, pero a ella le encantó. Nos pasamos toda la noche cocinando y ninguno tenía ni idea de cocina, unos paletos con suerte — observo a Carlos y él me da un apretón en el hombro con su mano en señal de que está conmigo.

—¿Eso es un teléfono? — señala Carlos a una chatarra que tengo reventada entre los recuerdos.

—Sí, lo es. Se lo robamos al director. No me acuerdo de cuándo fue, solo sé que sirvió para llamar a varias casas en alquiler de San Sebastián, porque era el sitio que bueno... ya sabes.

—El sitio al que os ibais a vivir juntos.

—Exacto — sonrío con anhelo —. Supongo que la vida es caprichosa, y el destino sabía que nuestra partida de ajedrez iba a terminar con el peor jaque mate de la historia. El problema es que no lo vimos venir, y eso jode muchísimo.

—¿Qué os dijeron de las casas de alquiler?

—Nada, tío, todo estaba carísimo, pero vivíamos de ilusiones y eso nos gustaba. Había folletos en el despacho del director de San Sebastián, no sé por qué, pero era como una señal, ¿sabes? — Carlos asiente —. Era como si todo estuviera preparado por y para nosotros. El teléfono, los folletos. Era el momento perfecto para preguntar, así que nos escondimos en los baños y empecé a llamar a todos los teléfonos. El problema es que la cosa salió mal y ese día las ilusiones de Valeria se fueron a tomar por culo por mi culpa.

—¿A qué te refieres?

< Fuiste un gilipollas integral > Me recuerda mi Conciencia.

Lo sé, sí, lo fui, y ahora me arrepiento como nunca. Perdí casi tres meses de mi vida sin ella, sin Val, y aunque me dolió, nada se compara con lo que siento ahora.

—Básicamente, después de llamar a varios sitios, ponernos de acuerdo en que sí o sí viviríamos juntos y en San Sebastián y que la primera zona que queríamos visitar sería esta — le enseño los folletos y la Bahía de la Concha y Carlos sonríe. Sí, como hizo Val —, la dejé en su habitación y pese a que ella quería cenar y dormir conmigo, yo le dije que no, que tenía planes y alardeé de lo que iba a hacer. Le dije que no me esperara por la noche, que había quedado con dos chicas guapísimas y con Fabio y que no me molestara que iba a estar ocupado.

—¿Te fuiste del orfanato? — pregunta Carlos sorprendido —. ¿Y le dijiste que no te molestara tal cual? — Carlos abre la boca y yo niego con la cabeza.

—No, para nada, nos fuimos a las habitaciones de esas dos chicas, pero solo lo hice para darle celos a Valeria, bueno, en aquel momento no pensaba que quisiera darle celos, pero ahora lo sé. Y sí, le dije eso tal cual — Carlos me mira en señal de desaprobación —. Ya, lo sé, lo sé, fui un completo estúpido. A una de ellas le gustaba, pero a mí ninguna me llamaba la atención, de hecho, nadie en este orfanato ha llamado o llama mi atención, solo Val, pero ese día quise hacerme el duro, el chulo y fue una putada. Total, la cosa es que esa noche Valeria tuvo un ataque de pánico ocasionado por la comida.

—¿Por la comida?

—Sí, ella tenía un Trastorno de la Conducta Alimentaria, y, bueno... esa noche ella pensó que cenó más de la cuenta y se fue al baño, se metió los dedos y no paró hasta que empezó a vomitar absolutamente todo. Se hizo tanto daño que comenzó a sangrar por dentro. Fue un auténtico caos y no estuve ahí para ella. Una de las Profesoras quiso venir a buscarme, pero Valeria les dijo que no me molestaran, que ella estaba bien sin mí y que no me necesitaba.

—Joder tío, ¿cómo supiste todo?

—Al día siguiente, Ana, una de las Profesoras, me lo contó. No sé por qué motivo estaba tan preocupada por ella, pero la vi tan mal que no me costó nada sonsacarle todo, ella habló por voluntad propia. Me lo contó lo ocurrido con pelos y señales y no tardé ni un segundo en ir a ver a Val. Estaba en la camilla de la sala médica del orfanato, con goteros por todos lados y vestida con una bata blanca, se me cayó el alma a los pies, jamás me había sentido tan mal por ella, por no estar a su lado, por no haberme quedado.

—Ethan, tío, no fue tu culpa, ella tomó esa decisión — me da una palmada en la espalda.

—Sí, lo fue, yo debí protegerla, era mi niña, mi pequeña, y la dejé sola a pesar de saber que no estaba completamente recuperada del TCA. Además, fui un capullo diciéndole que no me molestara y que estaría ocupado. ¿Quién mierda dice eso? Ella jamás me molesta, es más, cuando no está conmigo necesito ir a molestarla y viceversa. Pero la cagué, y ese día me dijo que no quería volver a verme, que no quería ser mi amiga y que no le hablara jamás. En realidad, fue una bronca a grito pelado, sobre todo por su parte, yo únicamente agachaba la cabeza en señal de aprobación, porque me lo merecía, eso estaba claro.

—Y ese fue el motivo por el que estuvisteis casi tres meses sin hablaros.

—¿Cómo sabes eso? — le pregunto con cara de póker.

¿Por qué este ser sabe más cosas de mi vida que yo de la suya?

—Camila. Ella me puso al corriente de todo antes de ser tu nuevo compañero de habitación.

—Vaya, no se le escapa una. En fin, sí, estuvimos casi tres meses sin hablar y te juro que fueron los dos meses y pico más largos del año. Si me cruzaba con ella por el pasillo agachaba la cabeza, no me daba los buenos días, ni las buenas noches, no comía conmigo, no dormía a mi lado, solo iba con Camila y ambas decidieron no juntarse en absoluto conmigo. Como si fuera un leproso. Intenté hablar con ella mil veces, te lo juro, pero no me daba ni una oportunidad, me dejó más que claro que para ella yo era un error, y eso me dolió tanto que el que después tuvo indiferencia fui yo. Lo bueno es que Francisco hizo de intermediario entre los dos y, además de ayudar a Valeria a superar el TCA, nos ayudó a hacer las paces y el resto ya lo sabes.

» Sin embargo, tío — me giro hacia él y le miro seriamente —, a pesar de todo lo que hemos pasado y la de veces que me ha dejado sin aliento, nada se compara con el dolor que siento a día de hoy y lo muchísimo que la echo de menos.

—Te entiendo, pero no puedes estar toda la vida ahogándote en tus penas, así que ya está bien de lamentaciones — Carlos da dos palmadas, recoge todos mis recuerdos, los guarda y se levanta de un salto —. Es momento de cambiar el chip, tenemos que salir, despejarnos y disfrutar, porque somos jóvenes y nos lo merecemos.

—Carlos, colega... ¿De verdad no has escarmentado con el aislamiento de estos días? No pienso salir de aquí — me levanto y coloco la caja encima del armario.

—Amigo mío, la vida está para eso, para arriesgar, porque quien no arriesga, no gana, y creo que hay alguien esperándote ahí fuera.

—¿A mí? No seas tonto — me rio.

—Esa tal Lucía estaba muy interesada el otro día, a lo mejor hoy nos la volvemos a cruzar.

—No pienso volver a salir. ¿Acaso estás loco?

—Es posible, pero saldrás, ponte tus mejores galas — cierra la puerta del baño y me deja con la palabra en la boca.

Genial, otra cosa que seguro que va a salir mal.

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✨Buenaaaaaas mis queridos y queridas lectores/as, volví✨

¿Qué os ha parecido este capítulo? ¿Os ha dolido un poquito el corazón? Yo admito que con el pasado de Ethan y lo de su madre necesito ir a terapia, ¿qué creéis que puede haber pasado?

AMO VUESTRAS TEORÍAS 💃🏽

Os leo y os quiero 💖

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