(Treinta minutos antes)

Su nombre resuena por toda mi cabeza. No puedo creer lo que la Profesora me está contando, jamás me ha hecho nada en la vida tanto daño. La voy a perder y eso no lo puedo permitir. Este sentimiento de pesadez en el estómago, tener el corazón en un puño y la respiración agitada es el peor sentimiento que he podido experimentar, me estoy ahogando y no sabéis de qué forma. Quiero salir de este maldito bar, quiero correr los cinco kilómetros que hemos recorrido en coche en su dirección, necesito abrazarla y sentirla, ojalá pudiera cogerla y llevármela lejos. Mi vida va a cambiar, pero la suya todavía más. Con lágrimas en los ojos Camila me coge la mano e intenta hablarme, sé que quiere hablar conmigo, que le cuente cómo me ha sentado todo esto, pero no puedo, no puedo ni mirarla, hasta Camila me va a recordar a ella. Las lágrimas comienzan a salir una a una sin pedir permiso y hacen carreras fugaces por mis mejillas, la cabeza me bombea de dolor y mi respiración es cada vez más agitada. No puedo creerlo, de verdad que no.

< Valeria se va >

— Ethan, intenta calmarte — dice la Profesora terminando su taza de té.

Que la Profesora esté la mar de feliz me da más angustia de la que debería, no tienen corazón y ahora mismo yo tampoco, porque se ha roto en más mil pedazos. Camila sigue cogiéndome de la mano y mirándome, yo no puedo ni levantar la vista, intento relajarme, pero no lo consigo, espero que no me dé ningún ataque de ansiedad en medio del bar, estoy lejos de Valeria y ella es la única que sabe qué hacer en estos casos. Ella también los padece y puede controlarlos, pero ella es la que me controla, la que me calma. Joder, es mi puta vida y se va, me la quitan. No puedo soportarlo. Tengo los puños más apretados que nunca, los nudillos blancos y a pesar de clavarme las uñas, no siento ningún dolor, solo el de mi corazón quebrantándose como nunca lo ha hecho.

< Valeria, Val... mi ratita >

Camila me suelta la mano y se levanta. Comienza a caminar de un lado a otro de la mesa y maldice entre dientes.

— Esto es lo mejor para ella, chicos. Relajaos, le irá bien — continúa la Profesora.

— ¿Puede volver a contar la historia? Con más detalle, si es posible — dice Camila sorbiendo por la nariz.

— Ya os lo he dicho, chicos. Valeria se va, la han adoptado y es una familia muy buena.

— ¡No me importa en absoluto que esa familia sea buena! — grito en medio del bar dando un puñetazo a la mesa —. Usted no tiene ni puta idea de lo que es una familia. Ella es mi familia, ella es toda mi vida y si me la arrebatan ya no me quedará nada. ¿No lo entiende?

— Ethan, relájate. Siéntate y termínate el té, por favor. No hagas un escándalo. Sé lo que significa Valeria para ti, pero esto es lo mejor para ella. Créeme — me dice la Profesora en voz baja y observando cómo todo el puto bar está mirándome con cara de sorpresa.

— ¿Qué la crea? ¿De qué va? ¿Es que acaso usted no tiene sentimientos? Me cago en mi vida — digo mientras me quito las lágrimas de la cara y me dirijo a la salida del local.

No puede pasarnos esto, no ahora. Necesito que Valeria esté en mi vida, es mi familia, no tengo nada más, no me la pueden arrebatar, ahora no. Cada vez me cuesta más respirar, y la impotencia me puede. Voy a estar casi dos años sin saber dónde está, cómo está y con quién está, no podré volver a besarle la frente, ni abrazarla como si la vida me fuera en ello, no podré hablar con ella ni susurrarle por las noches que todo estará bien cuando tenga una pesadilla o tenga miedo y lo peor de todo, no podré volver a ver cómo toca el piano ni reírse a carcajada limpia, no podré verla llorar y ser su apoyo en todo momento, no podré volver a tenerla en mucho tiempo.

— ¡No puede ser! ¡Me cago en todo! — grito a pleno pulmón con la voz quebrantada.

Me siento en la acera que hay frente a este bar de mala muerte, en qué momento de la vida he aceptado esta comida. Qué asco, ojalá tuviera dieciocho años para coger a Val e irnos bien lejos de aquí, no deseo nada más en esta vida, solo hacerla feliz a mi lado.

— Ethan, tío — escucho a Camila mientras la veo salir del bar —. Tienes que calmarte — dice mientras se pone a mi lado y pasa un brazo por mi espalda.

— ¿Qué me calme, Camila? ¿Qué me calme? — le pregunto mientras se lleva mi cabeza a su pecho.

Lloro.

Sí, más a gusto que en mucho tiempo. Hacía tiempo que no lloraba así, de hecho, no recuerdo la última vez, porque siempre estaba ella para sacarme una sonrisa y borrar todas las lágrimas de mis ojos.

— Sé que esto te duele mucho, a mí también, pero si dice la Profesora que estará en buenas manos y que es una familia buena tendremos que creerla, ¿no? Tal vez sea lo mejor para ella, ¿no crees? — me dice apartando un mechón de pelo que me cae por la frente.

— No lo creo, Camila. Eso no es bueno para ella, eso no es bueno para nadie. ¿No lo ves? Tiene dieciséis años, ¿crees que los va a llamar "mamá" o "papá"? ¿Crees que se va a acostumbrar a todo eso? ¿Así, de golpe y sin más? Nadie le ha pedido opinión y con dieciséis años ya puede opinar. No te mientas, Camila. Va a estar realmente jodida. Y dime una cosa, ¿por qué ella? ¿Por qué de todos los niños y las niñas que hay en el orfanato la han tenido que elegir a ella? Hay niños mucho más pequeños que ella, podrían haber escogido a cualquiera, ellos sí que les diría "papá" o "mamá", ella no. Joder, ella no... — miro hacia otro lado y cierro los ojos. Dejo que las lágrimas caigan por mis mejillas demostrando lo que verdaderamente soy, la persona más débil del mundo si no estoy con ella.

— No lo sé tío, no lo sé — dice mientras rompe a llorar de nuevo.

Valeria se nos va. Valeria se me va. ¿Qué voy a hacer yo si mi vida entera es ella? Ya nada tiene sentido, ni San Sebastián, ni la casa con vistas al mar ni nuestro futuro. Todo se ha ido por la borda. ¿En qué momento de la vida ha tenido que aparecer esa familia? Yo soy su familia, también está Camila, nunca le ha hecho falta nadie, éramos los tres juntos siempre y ahora todo se ha esfumado como si se tratara de una bomba de humo.

— Es hora de marcharnos, tenemos que volver — dice la Profesora saliendo del local.

— Dígame una cosa — interrumpo a la Profesora mientras me levanto y me dirijo hacia ella. Se aparta de mí como si fuera a agredirle y eso me duele —. ¿Por qué ella? ¿Por qué ha hablado con nosotros primero? ¿Ella lo sabe?

— Ethan, ya está bien.

— Contésteme — le alzo la voz.

— Ella tiene buenas notas, toca muy bien el piano, es educada, callada y comprometida, es el mejor perfil para una familia sin hijos ni hijas, ¿no crees?

— Yo creo que esto es una mierda — digo mientras observo cómo Camila escucha callada lo que dice la Profesora.

Comienzo a dar patadas al aire y de un momento a otro estoy tirado en el suelo, tal cual, llorando a todo pulmón e intentando calmar las ganas que tengo de salir corriendo, coger a Valeria y largarnos lo más lejos posible de todo esto. En serio, en qué momento, en qué momento... es que no puedo más.

— Chicos, os lo he contado a vosotros primero porque sois lo que ella llama "una familia" y sabía que os iba a costar aceptarlo, así que es mejor que vayáis asumiéndolo ya. Ella no lo sabe, se lo diremos esta tarde. Ahora, vámonos, es tarde — finaliza.

Me levanto del suelo, miro al cielo y me limpio las últimas lágrimas que me permito soltar. Hace mucho tiempo que no lloro y aunque sé que no puedo más, tengo que ser fuerte por ella. Siempre por ella.

— ¿Sabe usted por qué nos llama familia?

Camila y la Profesora me miran dubitativas.

— Porque jamás, en diecisiete años de vida hemos tenido algo sólido, y con el tiempo, los tres hemos ido consolidado nuestras vidas y hemos encontrado nuestro lugar juntos, y ahora, vosotras, habéis destruido todo lo que llevamos construyendo durante años, y eso, Profesora, no os lo voy a perdonar en la puta vida. 

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✨¡Hola!✨

¿Qué os ha parecido este capítulo? ¿Os sentís un poco como Ethan y Camila? Admito que me duele un poco el corazón... y me da muchísima pena. ¿Esto significa que sus caminos se separan para siempre? Os leo 👀

Mil gracias por leerme, os quiero 🥰♥️✨