Capítulo 3:
Después de la conversación y el abrazo infinito, Cami ha venido a buscarnos, seguramente para asegurarse de que como algunas otras veces, no nos hemos acabado tirando de los pelos o chillándonos cosas que no queremos decir. No sería la primera vez que acabamos así, me acuerdo que una vez discutimos tan fuerte que llegamos a estar dos meses sin hablarnos, y para nosotros, eso se nos hizo un mundo. Seguramente para mí fue peor, porque, sinceramente os digo, me pasé un mes y medio llorando como una tonta en mi cama pensando en el porqué de todo lo ocurrido.
Me moría de ganas por ir a darle un fuerte abrazo, un beso y decirle mil quinientos "Lo siento". Pero como siempre, supongo que el orgullo puede a la razón y yo, soy la persona más orgullosa de este planeta y de otro si existe, así que, Ethan me pidió perdón antes de que empezara el tercer mes de no hablarnos. Él me dijo que se sentía la persona más estúpida del universo y que no había podido casi ni respirar cuando no estaba con él, en realidad nunca supe si todo lo que dijo iba en serio y con el corazón en la mano, porque yo por los pasillos lo veía la mar de feliz con sus amiguitos, pero supongo, que, como cualquier mejor amiga, debía de confiar en él y hacer todo lo posible para que jamás volviéramos a estar así de separados.
— Menos mal, no estáis enterrando el cadáver de ninguno — Dice Cami abriendo la puerta de par en par y haciendo que ambos saltemos del susto y acabe nuestro abrazo infinito.
— Madre mía, qué susto — dice Ethan.
— Cálmate, solo soy yo — dice Cami mientras se parte el culo de la risa —. Perdonadme si he interrumpido algo —finaliza guiñando el ojo.
— ¿Qué quieres, Camaleón? —dice Ethan.
— Las Profesoras quieren vernos en el Salón de Actos. Creo que por ser el cumpleaños de varias personas quieren poner una película especial.
— Ah, ¿sí? ¿Qué película? ¿Es de amor? — insisto.
— No tengo ni idea, pero supongo que o vamos o acabamos los tres en una habitación de aislamiento, porque están haciendo inspección de habitaciones para que nadie se salte la película — finaliza Cami.
— Sí, será mejor que vayamos — señala Ethan antes de desaparecer de la habitación.
— Espero que no le hayas roto el corazón — me sonríe Cami.
En realidad, creo que a quien se le ha roto el corazón ha sido a mí, pero bueno, debo de acostumbrarme, Ethan no va a estar toda la vida conmigo.
Salimos de la habitación y nos dirigimos al Salón de Actos. Ya está todo el mundo reunido en las incomodísimas sillas de la sala para ver la película en la televisión más pequeña que existe de pantalla plana, en serio, luego os cuento sobre este sitio, es horrible. Nos dirigimos a la última fila y por suerte nos sentamos en tres de las cuatro sillas que quedan vacías. Me pregunto de quien será la cuarta, se supone que ya estamos todos, a no ser que alguien se haya puesto malo y no haya podido venir, aunque es raro. Nadie se salta una película, es lo más interesante que puede pasarte aquí dentro. Es el único momento en el que puedes desconectar de la monotonía e introducirte en el personaje de la manera más extraordinaria que te imagines. Es bonito fingir que eres otra persona por casi dos horas de película, te evades de la realidad.
— ¿Qué película veremos hoy, Profesoras? — pregunta un chico rubio de ojos grises mientras se sienta en la cuarta silla vacía de mi lado. Ya sé de quién es.
— "Tenías que ser tú" — responde una Profesora.
— ¿Y de qué trata la película? – pregunta una chica al principio del Salón.
— De una chica que elige ir el veintinueve de febrero a Dublín para proponerle matrimonio a su novio, y en el viaje conoce a alguien que hace que se replantee lo que de verdad quiere hacer — responde otra Profesora.
— Ay, es de amor, me muero — digo mientras me aferro al brazo de Ethan.
— Eres la persona más cursi que conozco — me contesta Ethan mientras me sonríe y me pasa el brazo por detrás de los hombres atrayéndome hacia él.
< Qué romántico > Dice mi amiga la Conciencia.
Sería romántico si no estuviéramos rodeados de cien personas y cuatro Profesoras, pero supongo que no tenemos ni podemos hacer nada mejor. Me acurruco en su costado y empezamos a ver la película.
Mientras observo cómo Anna y Declan emprenden su viaje hacia Dublín en un coche más viejo que este sitio, empiezo a tener un poco de frío. Este lugar es bastante fresco y estar rodeados de árboles que solo proyectan sombra, no es que ayude mucho para mantener el sitio caldeado. La calefacción la ponen siempre que hace frío, pero supongo que estando a finales de septiembre no van a ponerla, porque aún puedo ver cómo hay gente que se está abanicando. ¿Qué les pasa? A ver si es verdad lo que dice Cami y solo tengo horchata en las venas.
— ¿Tienes frío, nena? — me pregunta el chico que se ha sentado en la cuarta silla.
— Sí, un poco — le contesto apoyándome más en Ethan.
He notado un ligero giro de cuello en Ethan en el momento en el que esta persona me ha llamado "nena". Me resulta gracioso, nunca nadie me ha llamado así, pensaba que eso se decía a la persona que es tu pareja o que pretendes que sea tu pareja, ¿no? Al menos eso es lo que dice Cami. Siempre hago caso a Cami en estas cosas, tiene la edad de Ethan, así que supongo que habrá vivido algo más que yo, de hecho, ella no entró aquí porque la abandonaran al nacer, sus padres murieron en un accidente de coche y se quedó sola, le ha costado muchísimo asumirlo.
— Aquí tienes, nena — me dice el chico rubio ofreciéndome su cazadora negra.
Vaya, no esperaba que en ningún momento una persona que no fuera Ethan me prestara su chaqueta. Qué... ¿majo? No creo que a Ethan le haya hecho mucha gracia, ha levantado la cabeza de la mía y se ha puesto tenso. Supongo que, si ya no quiere estar apoyado en mí, yo tampoco, así que me quito de su hombro y me pongo recta en la silla a la vez que me pongo la chaqueta por los hombros.
— Muchas gracias.
— No hay de qué, nena — me sonríe —. Por cierto, me llamo Carlos — me extiende la mano derecha.
— Yo Valeria, encantada — le estrecho la mano.
— El placer el mío, nena — me guiña un ojo.
¿Quién es esta persona y de dónde ha salido? No lo había visto por el orfanato, conozco a todas o a casi todas las personas del orfanato, pero a Carlos no lo había visto jamás. Me resulta misterioso, quiero saber más de él, aunque si no sé empezar una conversación con Ethan voy a saber empezar una conversación con este chaval. Sonaré estúpida, seguramente. Además, me estoy perdiendo toda la película. Menudos ojos más grises que tiene, Jesús. Sí, no puedo quitar la vista del chico nuevo que tengo al lado. Es... despampanante. Va completamente vestido de negro, su chaqueta también lo es y tiene una anilla plateada en la oreja izquierda, me resulta atractivo, pero no al nivel de uno que ya me conozco.
— Yo soy Ethan — suelta de golpe el otro mientras le estrecha la mano.
— Carlos. Encantado — dice con un tono más duro que antes.
— El placer el mío, chaval — dice Ethan.
Vale, creo que le ha hecho una vacilada en toda regla. ¿Se está burlando de él porque el chicón ha dicho que tenía el placer en conocerme?
< Bueno, Valeria, deja de montarte escenitas que para eso ya está la película > Me señala mi compañera la Conciencia.
— No te he visto nunca por aquí — dice Ethan poniendo una mano sobre mi pierna.
— Soy nuevo, he venido esta mañana temprano — comenta Carlos sin quitarme los ojos de encima.
Creo que estoy presenciando la escena más ridícula de toda la semana, si no fuera porque soy un saco de patatas más feo que un pie sin uñas, diría que están haciéndose los gallitos delante de mí y allanando caminos. Suena un poco ridículo, para qué vamos a mentirnos. Ethan no siente nada por mí, somos amigos y querrá protegerme, como siempre, y Carlos es demasiado para mí, soy muy poca cosa para un chico como él.
— Entiendo... ¿Cuántos años tienes? — pregunta Ethan.
<Vaya, qué directo, parece que me haya leído la memoria> Me comenta mi amiga la Conciencia.
— Diecisiete, no me queda mucho para salir de este agujero, exactamente dos semanas, esto no es mi rollo — comenta Carlos sin importancia.
— Ya veo — intervengo sin ni siquiera darme cuenta.
— Aunque, si tú vas a estar aquí por más tiempo, igual me quedo — me sonríe de lado.
Acabo de notar cómo los músculos de Ethan se han tensado al unísono, ¿qué le pasa? ¿Tan incómodo se siente al estar a mi lado? ¿O es que se piensa que nadie puede ligar conmigo por ser... así?
— Me temo que aún me queda bastante tiempo aquí dentro, no tengo la misma suerte que tú — finalizo mirando hacia el televisor. Quiero ver la película, callaos ya, gracias.
— Es una lástima, porque podría enseñarte unos lugares maravillosos. Si tú quieres, claro — me acaricia el brazo derecho con su dedo. Esto es sumamente extraño.
— No hará falta, ya los verá conmigo cuando salga de aquí — interviene Ethan.
— No, en realidad, me encantaría conocer mundo ya — digo cerrándole la boca a Ethan y este me mira como si le hubiera tirado una piedra en la cabeza.
No me puedo creer que se ponga celoso, bueno, al menos, creo que está celoso, parece que esté marcando territorio constantemente. No soy un objeto que pueda manipular a su antojo, ¿quién se cree? Él también habla con chicas y yo no le digo nada. ¿Qué le pasa?
— Cuando salga de aquí, puedo pedir permisos y te vienes algún día — finaliza Carlos.
— Eso sería fantástico — finalizo yo.
¿Qué voy a irme con él a ver mundo? No. ¿Qué voy a hacer lo posible para que Ethan se sienta mal? Sí.
Ethan aparta la mano de mi pierna y se cruza de brazos. Ha tensado la mandíbula y ha mirado al frente sin ni siquiera volver a poner su brazo sobre mis hombros. No sé en qué momento ha empezado este pique, porque esos ojos grises me han tenido más que hipnotizada, pero bueno, quien se pica, ajos come.
La película ha terminado de la mejor manera posible y casi me muero de la envidia. Me quito la chaqueta, le doy las gracias a Carlos por su caballerosidad y me reúno con Cami a la salida del Salón.
No sé en qué momento de la película ha desaparecido Ethan, pero estaba tan metida en las escenas tan bonitas entre Anna y Declan que no me he enterado. ¿Se habrá enfadado? ¿Debería de preguntarle qué le pasa? No creo que haya hecho nada malo, ¿no? Estas incógnitas pueden con todo y este hombre es demasiado complicado para mí. No le entiendo, de verdad que no. Podría venir con unas instrucciones o algo parecido, porque otra vez más me toca ir detrás de él para pedirle perdón por algo que he hecho mal sin saberlo.
— De nada, nena, nos vemos por aquí — dice Carlos moviendo las cejas de forma rara mientras se aleja por la puerta.
— Madre mía, Val... Has puesto a los dos como una moto — rompe a reír Cami.
— ¿Qué dices? — digo poniéndome roja.
— Ethan se ha puerto celosísimo y Carlos te estaba tirando los trastos de mala manera. Ha sido muy poco sutil — continúa entre risas.
— De verdad Cami, tienes unas cosas...
— No son cosas Valeria, al Carlos este le has molado, se le nota de aquí a Bogotá. ¿Es que no lo ves? — niego con la cabeza —. De verdad, cariño, tienes que ir a ponerte gafas o impartir clases de autoestima conmigo — me dice mi mejor amiga mientras salimos en dirección al miniparque del centro del orfanato.
— ¿Dónde estará este chico? — le pregunto mirando a todas partes.
— Se ha ido en mitad de película, le habrá picado la mosca del celo y estará reventando paredes por ahí.
— De verdad, Cami, eres la persona más bullera y exagerada que conozco, míratelo — finalizo y Cami se encoge de hombros.
¿Dónde diablos se habrá metido Ethan? He ido a su habitación y no está, en la mía tampoco, en el Salón de Actos tampoco y en el miniparque tampoco. ¿Se lo ha tragado la Tierra? No entiendo nada, no he hecho nada, ¿por qué desaparece así? Se supone que en su cumpleaños quería estar solo conmigo y que era lo único que quería y lo único que le importaba. Supongo que sería una mentira.
— No lo he visto por ningún lado — me dice Cami cuando llegamos al punto de encuentro donde habíamos quedado —. Tal vez esté en el baño, pero yo ahí no entro, qué asco.
— Iré yo — dice una voz conocida por detrás.
— Hola, Fabio — dice Cami sonriendo sin cesar. Aquí está, el chico que remueve todas las mariposas del estómago de Camila.
— Hola, Cami — le sonríe.
Fabio es uno de los amigos de Ethan, bueno, en realidad no sé si son amigos de verdad, son compañeros de habitación y Ethan muchas veces me han dicho que hablan de muchas cosas y que está a gusto con él, pero casi siempre está conmigo, así que supongo que solo hablarán en la habitación, a saber de qué o de quién hablan.
— ¿Buscáis a Ethan? – pregunta Fabio.
— Sí, lo... lo has.... lo has vis... ¿Lo has visto? — pregunta Camila finalmente después de tartamudear durante lo que me parece una eternidad.
Vaya, Camila puede resultar la chica más fuerte y prepotente de la faz de la Tierra y ahora se acaba de transformar en un pequeño y lindo gatito recién nacido. Quién lo diría. Ella siempre va con su rollo de "no me quiero enamorar" "es un rollo" "siempre acabas sufriendo por alguien que no vale la pena" y ahora resulta que es un flan delante de Fabio. Esto me hace mucha risa y no puedo evitarlo.
— Lo he visto entrar en el baño hace dos minutos. Voy a ver y vengo.
— Gracias, Fabio — le digo —. Madre mía, Cami, pareces un flan, deja de temblar ya — continúo riéndome.
— Tú ríete guapa, pero te pones igual cuando están con Ethan — me sonríe incrédula.
— Qué golpe más bajo — nos reímos juntas.
— Chicas, chicas — dice Fabio —. Está en el baño, pero creo que está enfadado. No creo que quiera visita ahora mismo... pero si vais a entrar, entrad antes de que salgan las Profesoras al miniparque.
— Gracias, Fabio — le sonríe Cami.
— De nada, preciosa — le guiña un ojo y esta empieza a flaquear. Es increíble ver esta escena.
— Ve, será mejor que solo vayas tú, yo puedo soltar una burrada y hacer que se enfade más.
— Está bien. Qué complicados son los hombres. Menudo día de cumpleaños — resoplo.
Me dirijo hacia los cuartos de baño más alejados del miniparque, dice Fabio que está en uno de los retretes del final, así que rezo para que siga ahí y no me pille ninguna Profesora, hoy me estoy jugando el pelo gratuitamente, todo por tonterías y enfados absurdos. ¿Qué se le pasa a Ethan por la cabeza?
Mientras entro en el cuarto de baño, cierro la puerta lentamente y sin hacer ruido para que nadie me vea, no quiero ir a aislamiento, no lo soporto. Abro de uno en uno los retretes enmarcados en cuatro paredes azules hasta que llego al último y veo unos pies más que reconocibles.
Abro la puerta lentamente y ahí está Ethan, sentado sobre la tapa del váter, con los codos sobre las rodillas, las palmas de la mano cubriendo su precioso rostro y respirando rápido y hondo. ¿Qué demonios le pasa? ¿Está así por mí? No entiendo absolutamente nada.
— Ethan... Ethan... ¿Qué pasa? ¿Estás bien? — le pregunto intentando quitarle una mano de la cara y agachándome a su lado.
Me aparta la mano de un manotazo y luego se pone en pie y pasa por mi lado.
< ¿Qué cojones...? > Me pregunta mi Conciencia. En serio, estoy flipando muchísimo.
Se aleja todo lo posible de mí y se dirige a los lavabos. Se moja las manos y veo cómo sale un poquito de sangre de sus nudillos. Muchas veces tiene ataques de ansiedad junto con ataques de pánico, como me pasa a mí, pero nunca se había hecho eso en los nudillos, esto se está pasando de castaño oscuro. ¿Tiene un ataque de pánico más potente que otras veces? Eso me partiría el corazón.
Cuando acaba de limpiarse la sangre, se seca las manos y se pasa el papel por la cara dejando al descubierto un poquito de dolor en los ojos. Madre mía, está todavía más guapo, pero ¿por qué está así? No ha pasado nada que le pueda hacer ese "daño", ¿no? A lo mejor la que delira aquí soy yo.
— Ethan... eh, Ethan... — insisto mientras intento que me mire a los ojos —. Ethan, en serio, mírame. ¿Qué te pasa? — pregunto mientras intento agarrarle del brazo.
— Déjame en paz, Valeria. Vete — retira mi brazo del suyo y vuelve a darme la espalda.
Nunca lo había visto así, no entiendo nada. Espero que esté así porque le haya sentado alguna comida mal o le haya gustado muchísimo la película y se haya emocionado, porque si soy yo la culpable no me lo voy a perdonar en la vida. Está como muy... ¿dolido? Creo que estoy soñando.
— ¿Qué te pasa, Ethan? — le grito ya desesperada.
— Tú me pasas — se acerca demasiado a mí y me encajona literal entre un baño, la pared y el secador de manos.
— Per... Perd... ¿Perdona? — intento preguntar. Estoy desconcertada.
— No lo entiendes, ¿verdad? — me susurra casi tan cerca de la oreja que pierdo el sentido.
Madre mía, madre mía, qué susurro, nunca nadie me había susurrado así ni me había mirado de la forma tan ansiada con la que me mira él. Creo que estoy soñando, debe de ser así, porque Ethan jamás me miraría como me está mirando ahora mismo.
— ¿Entender qué, Ethan? Estoy flipando, en serio. ¿Qué te pasa? — intento preguntar sin tartamudear.
— Dios... — pone su frente sobre la mía —. ¿Qué ha sido lo del Salón de Actos? — me pregunta sin quitar la frente de la mía.
— ¿Qué? ¿El qué?
— El tipo ese, ¿te gusta? — me pregunta quitando su frente de la mía y colocando sus manos en la pared y a ambos lados de mis hombros.
— ¿Qué? No, no sé, creo que no, espera... pero si no lo conozco, ¿cómo me va a gustar? En serio, Ethan, ¿estás así por Carlos? — me río con ironía.
— Carlos, Carlos... Te has acordado de su nombre.
— Pero si no han pasado ni veinte minutos desde que nos conocemos, ¿cómo no me voy a acordar? — le pregunto.
— Cuando nos conocimos, al día siguiente me volviste a preguntar mi nombre.
— ¿Me lo estás diciendo en serio? Tenía cuatro años, Ethan. Esto es una tontería — finalizo e intento marcharme. Pero no me deja, me agarra de la cintura con fuera y me presiona con su cuerpo contra la pared.
— No, no te vayas — todavía se acerca más y más.
— Yo es que, de verdad, Ethan, no entiendo por qué te has puesto así. Vale, sé cómo se llama y me ha dejado su chaqueta, pero nada más. No comprendo por qué te pones así. Solo ha sido amable.
— ¿Amable? — se ríe enseñando su bonita dentadura —. Quería meterte la lengua hasta la garganta. Y bueno, lo que no es la lengua también. Hasta te ha estado tocando.
— Madre mía, Ethan, ¡que me ha tocado el brazo y con un dedo! ¿De qué vas? — esto ya me está sacando de mis casillas. ¿Y este brote de posesión? No soy un puto juguete.
No paro de agitar los brazos y, a pesar de que el corazón se me va a salir por la boca en cualquier momento, intento zafarme de él y hacerle ver que esto es una locura. Sí, definitivamente, me ha salido imbécil. ¿De verdad se ha puesto así porque me ha dejado la cazadora, se ha presentado y me ha acariciado el brazo?¡¿Con un dedo?! Es que es para echarse a reír. No conocía yo su faceta de maniaco empedernido y celoso compulsivo.
— Solo quiero tocarte yo, Val — me dice mientras levanta un dedo y con cuidado me lo pasa por el brazo que hace apenas veinte minutos ha sido acariciado por otro.
La piel se me eriza y me corazón late desbocado.
— ¿Perdona? — pregunto con la boca más que seca. Eso me ha dejado un poco más que aturdida, fuera de lugar. Me duele la cabeza y estoy un poco aturdida. Jamás me ha hablado así.
— Yo debería de ser el único, Valeria, yo quería darte mi chaqueta y que estuvieras todo el rato en mi pecho tumbada, yo quería tocarte el brazo, él no tenía derecho — dice apartando la mirada de mi hacia la puerta y frenando el contacto físico conmigo.
< Madre mía, jamás había dicho mi nombre con ese tono tan ¿sexy? Y con esos labios... > Basta Conciencia, ¡basta ya! Esto solo hace que me duela más el corazón.
— Creo que estás flipando y sacando las cosas de quicio, estás viendo fantasmas donde no los hay, Ethan.
— ¿Me vas a seguir contando el cuento de que somos los mejores amigos y que me consideras un hermano? Porque yo ya estoy cansado. Sé que hay algo, algo aquí — señala mi corazón y el suyo —, algo que no nos deja respirar y por lo que yo me he empezado a rayar de esta forma, y no solo estoy hablando de lo que ha ocurrido hoy. Esto es de antes, sé que lo sientes y lo notas igual que yo, no me digas lo contrario por favor, sé que vives nuestros encuentros tan intensamente como yo... no me digas que no porque me destrozarás la vida, Val.
No noto como el aire entra en mis pulmones ni como sale, ¿es que acaso me he olvidado de respirar? No noto mi corazón ni cómo me fluye la sangre, no noto absolutamente nada, solo estoy inmersa en un mundo de esmeraldas preciosas. Esos ojos me están matando, su cercanía y su sonrisa también y no puedo con esta tensión que surge desde lo más hondo de mí. Me tiemblan las piernas, los brazos y creo que en cualquier momento o me caigo al suelo redonda o tienen que llamar a una ambulancia para que me hagan una RCP.
— Esto... esto... yo... siento si te ha sentado mal algo de antes, de corazón, pero... pero... esto, que... ya está... ¿no? ¿Estamos bien? — es lo único que puedo pronunciar y encima lo he hecho tartamudeando como una loca histérica, porque Ethan no hace más que atravesarme con su mirada y apretando más y más su cuerpo contra el mío.
No sé qué hacer en estas situaciones. Nunca me había dado cuenta de cuánto necesitaba tener un momento así con Ethan. En realidad, creo que acabo de darme cuenta de que llevo toda la vida enamorada de él, no sé si han sido sus palabras, su sonrisa, su boca, como ha pronunciado mi nombre o cómo ha dicho todo eso, pero ¡MADRE MÍA!
He estado durante años soñando con un momento así y sin darme cuenta, aquí he tenido este momento con Ethan. Solo que creo que ahora mismo esto me está sobrepasando, necesito aire, de verdad, me estoy agobiando muchísimo. No soporto la tensión, estoy sintiendo cosas que jamás he querido dejar salir, sentimientos que jamás volveré a sentir por nadie. Me estoy volviendo loca ahora mismo junto a un secador de manos. Me va a explotar el cerebro y el corazón, tengo las mejillas sonrojadas, la boca seca y las pupilas más que dilatadas. Esto es lo nunca visto y creo que todos estos pensamientos y sentimientos me van a hacer estallar, aunque todavía no sé de qué forma.
— ¡¿Se puede saber qué demonios hacéis los dos aquí y solos?! — chilla Don Sebastián cogiendo el pomo de la puerta del cuarto de baño de chicos con una fuerza increíble.
— Esto... esto... lo siento, Don Sebastián, lo siento muchísimo, me he confundido de baños... Ethan... esto, Ethan estaba diciéndome que me había equivocado... Discúlpeme — digo saliendo más que corriendo de los baños, ¡pies para qué te quiero!. Solo pienso en correr. No quiero ir a aislamiento, otra vez no, no quiero, no...
— Como se vuelva a repetir, Ethan, vais los dos a aislamiento de cabeza. ¿¡Me oyes!?
— Sí, Don Sebastián, lo siento muchísimo – oigo a Ethan disculparse.
Sigo corriendo por el orfanato como si fuera a encontrar una prodigiosa salida que me lleve al lugar más alejado de los cuartos de baño comunes. No quiero ni encontrarme con Ethan ni con Don Sebastián, no sé qué demonios ha pasado en el cuarto de baño, ni lo que ha pasado durante la película, pero no quiero saber nada de nada. Aislamiento es una puñetera basura, no quiero por nada del mundo volver a pasar por ahí.
Mientras sigo corriendo escaleras arriba, busco a Camila con la máxima desesperación. Necesito consejos, necesito hablar, necesito explotar en todas las formas posibles. No puedo creer nada de lo que acaba de pasar, madre mía, he estado a punto... ¿a punto de besarle? Tenía más ganas que miedo y eso, no puede pasar, no puede ser, somos amigos, estropearíamos todo, absolutamente todo. Él es mi familia, por Dios, eso no podría haber ocurrido, menos mal que ha aparecido Don Sebastián, esto me viene grande y espero que Camila me pueda ayudar. Ahora más que nunca la necesito.
Aporreo fuertemente la puerta de nuestra habitación, porque, aunque tengo llave, no quiero interrumpirla, porque seguro que está súper centrada en su última pieza de colección para dibujar, pero necesito que me abra ya y me ayude a llevar las riendas de lo que me parece que es una nueva situación de amistad entre Ethan y yo.
— ¿Qué pasa, tía? Vas a tirar la puerta abajo — dice Camila con un pincel en la mano y llena de pintura.
— Tenemos que hablar, ahora.
No sé exactamente la cantidad de horas que hemos estado hablando, creo que ya es de noche, pero necesitaba hablar con Camila, es la única persona que me dice las cosas como son, la que, si me tiene que decir una verdad no se calla y eso, es lo que me hacía falta. Cada vez que le contaba una cosa, Camila abría cada vez más los ojos, no sé cómo no se le han salido de las órbitas todavía, creo que realmente se ha quedado más que flipadísima.
— Yo es que esto no sé cómo superarlo — me dice Cami cuando ya he acabado con mi situación dramática.
— Pues yo menos, compañera — le digo alzando los brazos.
— Mira, no sé Val, ha sido todo muy rápido y a lo mejor Ethan es un loco impulsivo y maniático controlador de tu vida, lo que está claro es que aquí está pasando algo más que una ligera amistad — comenta Camila mientras va de un lado de la habitación a otro.
— No sé, Cami, ¿tú crees? No creo que esté preparada para asumir todo esto.
— Vamos tía, llevas toda la vida teniendo más sentimientos hacia él que hacia ninguna otra persona, esto te viene como anillo al dedo — se echa a reír. No tiene gracia, de verdad que no.
— Siempre he creído que él no sentía nada por mí, pero esa conversación antes... ha sido todo muy extraño — digo pensativa.
— Tía, creo que deberías hablar con él — interrumpe mis pensamientos.
— ¿Qué dices? ¿Te has vuelto loca? — la miro como si fuera el pensamiento más estúpido que ha soltado en toda su existencia.
— No, claro que no. No me dirás que vas a hacer como si no hubiera pasado nada, ¿verdad?
Obviamente no puedo hacer como si no hubiera pasado nada, de hecho, ha pasado y mucho, pero no sé qué significa, a lo mejor él estaba fuera de su cerebro, tomándose un cóctel en una playa del Caribe y se le han ido todas las neuronas de vacaciones, seguro que estaba jugando conmigo, le encanta jugar.
— Oh vamos, Valeria... ¿Vas a obviar todo, en serio? ¿Qué vas a hacer? ¿Evitarle? — insiste preguntando Cami.
— Sí, quiero decir... no. Yo qué sé. Es que nada de esto tiene sentido.
— Claro que tiene sentido, Valeria, por el amor de Dios. Te ha cuidado y protegido toda la vida, ha planeado vuestro futuro y casi te besa hace un par de horas. Llámame loca, pero para mí todo esto está empezando a cobrar un sentido bastante interesante — se sienta a mi lado.
Los ojos azules color cielo de mi amiga me miran con comprensión, sabe que esto es duro para mí, y sé que puedo contar con ella para todo.
— No podemos, ¿verdad? — miro a Cami y después me miro las uñas descuidadas de mis manos.
— No sé, mira, el chaval me cae bien, pero no quiero que te haga daño. Estás ilusionada con él desde hace mucho tiempo y tu encima parece que te acabes de dar cuenta ahora cuando yo lo supe desde el primer momento en el que os vi, pero debes tener cuidado, no quiero que esto te duela si no es lo que tú esperas — me coge de la mano con fuerza y me acaricia los nudillos con el dedo pulgar.
Sé que no es mucho, pero sus caricias me ayudan a calmarme porque ahora mismo soy todo un torbellino de sentimientos y pensamientos. ¿Lo que ha dicho antes Ethan es verdad? ¿Siente algo fuerte por mí? No me lo puedo creer, esto es impensable, se sale de lo común. Él... enamorado de alguien como yo... no tiene ningún sentido. Levanto la cabeza y miro de nuevo a la preciosa amiga que tengo como compañera de vida.
— Creo que tengo que hablar con él. Gracias, Cami. Te quiero — finalizo dándole un beso en la mejilla y salgo de la habitación en dirección a la habitación de Ethan.
¿De verdad estoy preparada para esto?
__________
✨¡Hola!✨
Perdón, sé que este capítulo se ha hecho más largo, ¡¡pero es que no podía parar de escribir!! ¿Qué os ha parecido? ¿Ethan tiene razón?
Os leo 👀
Mil gracias por leerme, os quiero 🥰♥️
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