Capítulo 29:
No está el horno para bollos, Nick.
Subo rapidísimo a mi habitación, me quito la ropa, enciendo el grifo de la bañera y me meto entera para recomponerme del frío. El agua sale ardiendo, como si viniera del mismísimo infierno. Sí, ese donde deberían de estar Ethan y Camila. Malditos intrépidos. Cada día que pasa los odio más y más, y aunque sé que no debería, a Camila es a la que más.
Hoy hemos dado en clase de Cultura General la palabra "sororidad". Me ha entrado la risa cuando he escuchado la explicación de la profesora Renata, sé que no debería, pero es que toooodos los ejemplos que ha dado, literalmente, me recordaban a Camila y a la puñalada trapera que me ha pegado.
La profesora Renata nos ha explicado esa palabra a través de una larga historia sobre el feminismo. Renata es una profesora joven, que no tendrá apenas treinta años y es una de las personas que están más involucradas en el feminismo en todo el instituto. Realmente creo que es una mujer de admirar, es muy inteligente, no le tiene miedo al cambio, afronta la realidad con todas las de la ley y nadie es capaz de decirle que no. Ella nos ha dicho que la sororidad es como una agrupación que se forma bajo una amistad muy fuerte y recíproca entre mujeres que comparten los mismos ideales, y que todas trabajan por un bien común. También nos ha explicado cuándo surgió y que es un término clave para buscar la igualdad entre hombres y mujeres.
Renata estaba realmente orgullosa de lo que explicaba, decía que a pesar de que todavía queda mucho por labrar en el camino de la igualdad, la sororidad es necesaria, porque se necesita la solidaridad entre mujeres, la empatía y la hermandad para ayudarse mutuamente.
Válgame la hipocresía con respecto a Camila. Pensaba que teníamos eso, una igualdad, un respeto, empatía y solidaridad la una con la otra, que realmente éramos como hermanas y que jamás nada nos iba a separar, y menos un hombre, y... ¡vaya por Dios! Me ha salido rana.
Lo que tenía con Camila ahora sé que estaba muy lejos de ser sororidad, de ser amigas, de ser algo fuerte que jamás se separaría. "La alianza entre mujeres lo cambia todo" explicaba Renata, porque lo escuchó decir a Leslie Morgan, sin embargo, mi alianza con Camila solo ha servido para reventarme el pecho. ¿Y todo por qué? ¿Por un hombre?
Me sulfura este tema, y aunque Renata tenía más razón que un santo, he tenido que desconectar, todo me hacía demasiado daño. Si realmente tuviera que unirme a Camila para lograr un cambio, dudo que ella diera la mano a torcer, ha sido una arpía de mucho cuidado.
Confié en ella, la quería de verdad, para mí era mi hermana y pensaba que estábamos en el mejor momento y en el camino perfecto, pero no, estaba taaaan equivocada. Estos pensamientos hacen que me sienta realmente mal, de verdad que no quería pensar en ella, no quería pensar en él, no quería pensar, punto.
Con Nick estoy en punto muerto, con Camila y Ethan voy marcha atrás y siento que el coche se va a averiar de nuevo de un momento a otro. Perdonad, me he ido del tema. Siento que todo me está desestabilizando, y si antes tenía poca estabilidad mental, ahora menos.
Tengo que llamar al orfanato, enfrentarme a Camila y tal vez, pueda hablar con Ethan. Eso sería una fantasía.
Cuando termino de arreglarme salgo del baño y empiezo a hacer los ejercicios que me han mandado hoy, pero antes, bajo a por una taza de chocolate caliente de esos en taza que hace exquisitos Caterina. Es tan buena en la cocina que ojalá abriera su propio restaurante.
— Hola, Cat — le digo mientras me sirvo la taza de chocolate.
— Hola, cielo — me sonríe.
— ¿Estás bien? — pregunto un tanto triste. ¿Está llorando?
— Em... sí, eso creo — intenta sonreír.
— ¿Qué te pasa, Cat? — me acerco a ella e intento que no se note en mi cara la preocupación.
Seguro que eso empeoraría las cosas.
— Nada, cielo, no te preocupes — sigue guisando.
Ay, de verdad, odio las mentiras, los secretos y las medias verdades.
— Cat, soy yo, Val, dime qué pasa, a lo mejor puedo ayudarte y te vendrá bien para que te desahogues. Es más, ¿sabes qué necesitas? Una taza de chocolate caliente.
— No, tranquila — se aleja de mí. La persigo.
Aunque ha dicho que no quiere, sé que lo necesita. Así que preparo el chocolate y la incito a que se siente conmigo.
— Toma, ven y siéntate conmigo, cuéntame qué ha pasado y te diré qué tal mi día.
Nos sentamos en la mesa de la cocina y por unos momentos ella mira su taza de chocolate y yo la inspecciono por completo.
Caterina es una señora muy bonita, tiene la piel tostada por el sol, los ojos azules como su hijo y el pelo perfectamente peinado. ¿Cómo lo hace? Está intacto. Unas arruguitas le asoman a los costados de los ojos, en la comisura de los labios y cuando frunce el ceño casi ni se le ven las cejas. Está preocupada y me parte el corazón verla así.
Le doy la mano, porque eso es lo que ella hizo la noche que me dio el ataque de pánico. Me reconfortó y supe que desde el primer momento iba a estar ahí para mí, y yo, quiero estarlo para ella.
— Puedes confiar en mí, Cat. No voy a contar nada, solo quiero escucharte — insisto.
— Lo sé, cariño, lo sé...
— Entonces... ¿qué ocurre? — observo cómo le da un sorbo rápido a la taza de chocolate.
— Hay algo que... creo que deberías saber — le cae una lágrima de los ojos.
¿Qué está pasando?
— ¿Qué pasa, Cat? — menudo nudo tengo en el estómago. ¿Qué demonios pasa?
No he visto llorar a Caterina en ningún momento del tiempo que llevo aquí y parece realmente angustiada.
— No puedo ocultártelo, cariño. Sé que no debería decírtelo yo, pero es que... te veo tan contenta últimamente que, a pesar de que quiero que sigas así, deberías saberlo.
— Pero, a ver, ¿de qué me estás hablando? — estoy confusa.
Retiro la mano de la suya y la miro a los ojos. Esta vez parecen más profundos y sinceros que nunca. Me estoy empezando a preocupar.
— Cuando tuviste el ataque de pánico se me partió el alma, de veras — asegura quitándose las últimas lágrimas de las mejillas.
— Vale — digo algo aturdida.
— De verdad que jamás quería verte así, y eso... en cierta parte lo provoqué yo — dice mirándome fijamente.
El mundo se me cae al suelo. No, más dolor no. ¿Se puede soportar tanto dolor? ¿Cómo puede estar Caterina involucrada en el ataque de pánico?
— ¿De qué hablas? — pregunto mirando todas las facetas de su cara. Me quemo los dedos de tanto apretar la taza de chocolate, pero no me importa.
— Lo siento, cielo, no sabía que tenías ataques de pánico, yo... solo quería... quería que tú y Nick os llevarais bien y que le perdonaras por lo que te dijo y quería ayudarle.
No entiendo nada.
— No entiendo qué me estás queriendo decir, Caterina — digo casi enfadada.
Respira.
— Verás... Nick vino a decirme que os enfadasteis porque él dijo algo impropio, algo que te hizo daño, y me pidió un favor.
— ¿Algo impropio? ¿Te refieres a que me dijo que estaba baboseada por dos borrachos y que a saber por cuántos más?
Asiente. Eso hace, se limita a asentir. ¿Le parece bien que me dijera eso?
— Sí, eso fue horrible, jamás debería habértelo dicho.
— Bien, en algo estamos de acuerdo — asiento yo también—. Pero ¿qué pasa con eso?
— Bueno, el favor que me pidió es... que hablara con Ana, la Profesora del orfanato, quiero decir, la hija de Reina y Camilo — se calla.
Sí, literalmente se calla.
Quiero gritarle, chillar por la casa de qué cojones está hablándome, pero no puedo, me quedo inmóvil escuchando lo que sale por su pequeña boca.
— ¿Y qué hablasteis? — insisto de nuevo.
— Nick me pidió que por favor hablara con Ana para encontrar algo que te hiciera olvidar tu vida anterior, algo que hiciera que olvidaras lo que sentías por ese chico, para que... bueno... para que hablaras con Nick y arreglarais las cosas — dice sin más.
— Pero ¿qué me estás contando?
— Cielo, lo siento, lo siento de verdad, no...
— ¿Pero tú estás bien de la cabeza? ¿Me estás diciendo que tu hijo dice que te tires por un puente y tú lo haces? No me esperaba esto de ti.
¿Encontrar algo para olvidar mi pasado? Es que estoy alucinando, Nick es un imbécil consentido y su madre... ni siquiera sé cómo me siento respecto a eso.
— Lo siento, lo siento de verdad, cariño — vuelve a llorar y la rabia me consume —. Yo, hablé con Ana, pero no conseguí nada... ella me dijo que no iba a hacer algo así, que no iba a espiar a nadie y que eras tú la que tenía que empezar de cero, sin meter presión.
— Bueno, por lo menos alguien tiene sentido común en esta casa — me levanto de la silla de golpe y, aunque sé que Caterina no lo hacía a malas, sé que es mejor que me aleje de ella.
— Cielo, no te vayas, ven que te explique.
— ¿Explicarme qué? ¿Qué la única persona que creía que jamás me haría daño me lo ha hecho? — le chillo.
Quiero sentirme culpable por chillarle, pero no puedo, me nace decirle de todo, es una marioneta del chalado de su hijo y, aunque sé que no puedo culparla más que a él, me está reventando.
Como si el mundo entero estuviera en mi contra Nick, Reina y Camilo entran en escena. Maravilloso.
Estoy fuera de lugar, no quiero seguir con esto, no quiero escuchar lo que tiene que decirme, de verdad que no, bastantes emociones en tan poco tiempo.
— Pero ¿qué está pasando aquí? — pregunta Reina entrando a poner paz en mi caos.
— Preguntarles a ellos — señalo con asco a Nick.
— Nick, ¿qué ha pasado? — dice Camilo que mira a Caterina como si no pudiera creer que alguien más está rompiendo mi corazón.
Me voy a la nevera y saco agua fría, a ver si eso me hace poder tragar sin dificultad. Bebo un trago largo, y mientras espero a que alguien aclare todo esto. Maldito Nick. Como nadie lo hace, pego con la botella de agua en el mármol de isla de la cocina y todos se sobresaltan.
— ¿Sabéis qué? Que estoy harta de esto. Harta de que Nick se comporte como un imbécil conmigo y que le pida cosas increíbles a su madre. Harta de tantas mentiras, secretos y medias verdades. Harta de estar día sí y día también mal por cualquier tontería. Estoy harta de esta situación.
Esas palabras han salido de mi boca sin quererlo, sin pensarlo. Bien.
— Pero ¿qué ha pasado, cariño? — insiste Reina.
— La culpa es mía — dice al fin el muy descarado de Nick.
— Ya era hora de que abrieras la boca, sinvergüenza — le fulmino con la mirada.
Me coloco frente a él, intentando hacer que se sienta derrotado por su comportamiento, por lo que le ha pedido a su madre y para que de una vez acaben sus jueguecitos. Y yo, incrédula y tonta pensando en perdonarle. Ja - ja.
— Un día discutí con Valeria — empieza.
— ¿Discutiste? — pregunto con cara de ingenuidad. ¿De qué va? Quería ayudarle y me dijo algo horrible.
— Perdón, ella... solo quería estar conmigo y yo le dije que...
— Dilo — insisto mirando a Reina y Camilo.
— Estaba enfadado — me dice como si quisiera convencerme, pero sigue —. Le dije que estaba baboseada por dos borrachos y a saber cuántos más, o algo así — se pasa la mano por el pelo.
Sí, es un tic nervioso que tiene, siempre se pasa la mano por el pelo cuando no sabe qué hacer, qué decir o a dónde ir.
Camila y Reina están flipando con la situación, Reina se lleva la mano a la boca y emite un sonido de asombro casi inaudible. Sí, Reina, yo me quedé igual.
— Te he pedido mil veces perdón por eso, pero estabas muy enfuscada en tu pasado, estabas deprimida y me dolía verte así — prosigue Nick. Intenta alcanzar mi brazo, pero me echo atrás. Ahora no va a tocarme, ni loco —. Yo solo quería que olvidaras todo tu mundo anterior y siguieras adelante y yo... no sé, no pensé en que...
— Exacto, no pensaste — le digo mirándolo con furia. Muchísima furia. Quiero cruzarle la cara ahora mismo.
— Le dije a mi madre que hablara con Ana, a ver si había algo que pudiera hacer o encontrar algo para, yo que sé... para que olvidaras a esa gente, a la que te tenía enganchada al teléfono y no te dejaba seguir con tu vida, porque me reventaba ver cómo te ibas a cenar con la cara descompuesta todos los días por esas malditas llamadas — continúa diciendo. Esta vez va con su madre y se sienta a su lado —. Pero mi madre se negó, le metí presión y al final lo hizo, se lo dijo a Ana, pero Ana no quería hacer eso. Dijo algo así como que eso tenías que decidirlo tú, que tenías que ser tú la que empezara de cero y olvidara el pasado.
Es que estoy alucinando. Camilo y Reina se miran sin dar crédito, y aunque Caterina me ha sorprendido, no estoy enfadada con ella, no podría, no se lo merece. Sin embargo, quiero cruzar la cocina y pegar a Nick con un bate de béisbol en la cabeza. Estoy furiosa, ¿en qué momento pensó que eso era bueno para mí?
— ¿Y en qué momento pensaste que encontrar algo iba a ser bueno para que te perdonara y olvidara el pasado? — pregunto con los brazos en jarra.
— No sé, yo qué sé... no sabía qué hacer, estabas triste todo el tiempo y... con lo que te dije más.
— Como para no estarlo — dice Reina en un susurro.
Reina mira a Nick con desaprobación, como si le hubiera defraudado un poquito, y aunque siento pena por eso, ahora mismo quiero que nadie le dirija la palabra por mal meter.
Espera un momento... ¡LA FOTO! Por eso tenía la foto.
— ¡¿Por eso tenías la foto?! — le chillo y me encaro a él. He perdido los papeles, lo sé —. ¿Esa foto es un montaje? ¡Dime! — pego una palmada en la mesa y todo el mundo se sobresalta.
Quería que olvidara mi pasado, que olvidara a Ethan y esa fotografía era su mejor baza. ¿Se la dio Ana y me están mintiendo para no meterla a ella en el mismo fregado? Dios, quiero tirar a alguien por el puente más cercano.
— Sí, pero no, no es un montaje — dice agachando la cabeza —. Quiero decir, es cierto lo que te ha dicho mi madre, Ana no se ofreció a hacer eso, se negó a destruir nada de tu pasado, quería que crecieras por ti misma.
— ¿Entonces? — insisto más cerca de él.
— Esa foto llego un día por correo, en un sobre amarillo — continúa pasando la mano por su despeinado pelo castaño.
— Venga ya.
No me lo puedo creer, esto tiene que ser una broma.
— No conoces a nadie de ahí dentro, solo a Ana, ¿o me equivoco? — pregunto.
Nick niega con la cabeza.
— No conozco a nadie más ahí dentro, y cuando Ana se negó a hacerlo, no tenía nada, pero el fin de semana llegó un sobre, que estaba a tu nombre y lo abrí — dice sin más.
— ¿Me lo estás dices de verdad? — le pregunto sin dar crédito a lo que dice.
Encima de que planea cosas a mis espaldas, recoge mi correo. Se está pasando tres pueblos.
— Lo siento, en serio — dice con una mirada de súplica. Qué risa me da —. No quería ver lo que había dentro, pero, a decir verdad, ¿quién sabe que vives aquí? Nadie sabe tu dirección, pensé que iba a ser algo malo, y en efecto.
— Solo quería protegerte — interrumpe Camilo —. En esa parte tiene razón, es raro que recibas correo aquí.
Se calla de inmediato tras fusilarlo con la mirada. Realmente sí hay alguien que conoce mi dirección aparte de Ana, y esa persona es Camila, pero nadie puede saberlo. Espera un momento... ¿será que ella...? No puede ser. Me niego a creerlo.
— De veras, quería protegerte, Valeria, más que a nada — dice levantándose de la mesa y yendo al lugar en el que estoy yo —. Esa foto... pensé que sería lo ideal para que te olvidaras de todos, era lo que le pedí a mi madre que hiciera, pero no me atreví a dártela, supe que eso te partiría el corazón y eso no podía permitirlo. Luego... pensé en tirarla, iba en dirección al contenedor del patio cuando te vi en la cocina, y fue mala suerte que se me cayera, no quería que la vieras nunca, te lo juro — intenta alcanzar mi cara, pero me giro rápidamente.
No puede ser, no puede ser. Qué mala suerte estoy teniendo. Me va a explotar la cabeza de lo mucho que me duele, demasiada información por hoy. Si toda esta rara historia es verdad, ¿quién ha mandado un sobre con mi nombre? Y lo que es peor, ¿quién querría mandarme esa fotografía? ¿Camila? O puede que... ¿Ethan? Eso no puede ser, me moriré de ser así.
Ya siento cómo me consumo poco a poco, necesito dormir, si es que puedo, y olvidarme de esta basura de tarde.
— ¿Sabéis qué? Que os jodan a todos, os odio, y ojalá nunca me hubierais adoptado. Todo esto ha sido un error, un maldito y jodido error.
__________
✨Buenoooo, otro capítulo más✨
¿Quién creéis que ha enviado esa foto? ¿Pensáis que Nick lo ha hecho a malas?
Os leo 💖
PD: estamos muy cerca del final, creo que ampliaré un par de capítulos, pero aún estoy pensando si es lo adecuado, pero os iré informando 😘😘😘😘
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