Capítulo 19:
Han pasado dos semanas desde que esos dos borrachos violadores me asaltaron en el rincón más maravilloso de Algeciras, y he de decir que, aunque no estoy recuperada del todo, estoy empezado a acostumbrarme a vivir en esta casa. Los cortes están empezando a cicatrizar y los moretones también, y creo que estoy esperando a que por fuera se cierren heridas para poder hacerlo yo interiormente.
Reina y Camilo se han portado como una madre y un padre maravillosos, Nick ha sido todo un encanto y me ha tratado como una auténtica princesa, en cualquier momento que decía "Ah", él estaba ahí, y bueno, Caterina ha sido como una abuela, no me ha faltado de nada y aunque he comido bastante poco para lo que suelo comer, su comida estaba de lujo. Debería montarse un restaurante, sería famosísima.
He perdido cinco kilos en lo que llevo de tiempo aquí, y aunque admito que me veía mal con mis kilitos de más, perder esos cinco kilos me han dolido un poco en el alma, porque básicamente me he limitado a existir sin más.
Todos han estado completamente a mi merced. A veces, me traían el desayuno a la cama, me llevaban de paseo para que me diera el sol y así conocer un poco más la ciudad, me animaban para que comiera un poco más, me hacían algún que otro detalle para alegrarme, veíamos películas juntos en el salón, me invitaban a tocar el piano y se quedaban a escucharme y me han dado todo lo que estaba en sus manos y más. No me puedo quejar.
Aunque a veces tenía el impulso de vomitar la comida o de llorar en cada esquina, siempre había alguien para abrazarme, acariciarme y decirme que todo iba a estar bien, y aunque parecen actos simples, la verdad es que me reconfortaban muchísimo.
No me ha dado tiempo a echar de menos el orfanato en el que vivía, esto no tiene ni punto de comparación, pero sigo echando de menos a Camila y, sobre todo, a Ethan.
Por las noches me acostaba pensando en él, me levantaba pensando en él y hacía cosas que me recordaban a él. Soy masoca, qué vamos a hacerle. Aquí hay bastantes cosas que me recuerdan a él.
En primer lugar, está Coco, el oso que él me regaló y que no suelto en ningún momento cuando voy a dormir. En segundo lugar, está la colonia con olor a vainilla que me regaló por mi cumpleaños y que me echo en cada ocasión que tengo. Debería guardar un poco, si se acaba no podré echarme más. En tercer lugar, está este maravilloso lugar, que quieras o no está encima de una montaña y se parece bastante al lugar en el que queríamos vivir en San Sebastián, la brisa del mar, el olor a aire puro, las gaviotas y el jardín son lo mejor. Y, en cuarto lugar, están las llamadas telefónicas.
Desde la primera llamada solo he podido hacer cuatro más, y siempre en el turno de trabajo de Ana. Solamente se ponían al teléfono Ana y Camila y hablaba con ellas durante diez minutos como mucho, Reina y Camilo no me dejaban ni a sol ni a sombra y estaban constantemente pendientes de mí. Siempre que preguntaba por Ethan, Camila me decía que no quería hablar conmigo, que no tenía ganas, que se encontraba mal y que estaba con los amigos. ¿Qué amigos? Si tenía como mucho a Camila, Fabio y a mí. En fin, seguro que ahora es popular porque ha dejado de ir con la gorda de turno.
Siempre que colgaba las llamadas me quedaba pensativa, triste y con ganas de llorar, pero entonces aparecía Nick con un chocolate calentito en una taza y se me pasaba un poco.
La hora del chocolate calentito en taza se ha convertido en uno de mis momentos favoritos de este lugar. Nick comenzó con la tradición hace unos seis días atrás, cuando Reina me abrazó en la ducha y él se había ido a preparar el desayuno. A las nueve menos veinte de la tarde apareció con una taza de chocolate y se convirtió en nuestra rutina. Y ahora, todos los días a partir de las nueve menos veinte nos sentamos en el salón y hablamos sobre nuestras vidas pasadas. La verdad es que su vida ha sido más interesante que la mía, pero como no para de hablar, nunca se da cuenta de eso.
Nick me ha contado que vive aquí desde que tiene uso de razón y, que cuando era apenas un bebé, comenzó a jugar con una niña preciosa que al cabo de un tiempo se mudó de país. Dice que recuerda su marcha con mucha pena, porque no se despidieron y jamás volvió a saber de ella, pero aseguraba que esa niña era el amor de su vida. Habían pasado juntos quince años. Le pregunté por cómo era la niña, porque si considera que era el amor de su vida, debía de ser una niña increíble.
Nick me dijo que era maravillosa, que era como un garbanzo de pequeño y que la cuidó desde el día en que nació. Tenía el pelo rizadísimo y rubio, parecida a Ricitos de Oro, que tenía flequillo como yo y los ojos verdes como las olivas. Describió literalmente cómo su sonrisa iluminaba la Tierra y a él mismo. Jugaban, se bañaban, comían y dormían juntos. Un día algo parecido a lo mío hizo que sus padres se la llevaran de aquí dejando el corazón de Nick deshabitado, por ello le daba tanta rabia todo lo que me habían hecho esos dos borrachos violadores, porque conmigo llegó a tiempo y con esa niña, no.
La verdad es que ahora que estoy escribiendo y pensando en su conversación, le compadezco un poco, porque al fin y al cabo a mí me ha pasado algo parecido. Nuestros corazones en algún momento de la vida se han quedado hechos pedazos. Y así han pasado todos los demás días de esta semana. Cada vez que sabía algo nuevo de Nick me alegraba más de haber empezado a vivir aquí.
Hoy hace exactamente dos semanas desde lo ocurrido en el Parque del Centenario. Por el momento no he querido ir allí porque no me siento segura, pero creo que es hora de retomarlo porque me sentía libre y me encantó la sensación de estar ahí, a pesar de todo. Y hoy hace dos semanas y tres días que ya no vivo en el orfanato.
La verdad es que parece un milenio y sinceramente, lo siento así, nunca pensé que estaría lejos del amor de mi vida, nunca pensé que me iban a adoptar, nunca pensé en mudarme, nunca pensé que me iban a agredir en un lugar maravilloso y nunca creí que en algún momento de mi vida ésta iba a cambiar con un giro de ciento ochenta grados.
Esto ha sido completamente una locura, pero por alguna razón tengo que dar gracias, porque estoy en un sitio mejor, porque las personas que me rodean realmente creo que son maravillosas y porque me siento segura aquí con ellos.
Alguien toca tres veces a la puerta de mi habitación y luego aparecen las cabezas de Camilo y Reina tras ella. Han venido a verme los dos juntos tal y como lo han hecho todas las noches desde el primer día que pisé esta casa. No me había dado cuenta, pero llevo literalmente hora y media escribiendo en el diario. No seré escritora, pero estoy cerca de conseguirlo.
— Hola, cariño — dice Reina acompañada de la mano de Camilo —. ¿Cómo estás?
— Bien, gracias. ¿Y vosotros? — digo incorporándome sobre la cama.
— Bien, cariño. Nos gustaría comentarte algo, Valeria. Es importante.
— Claro, dime.
< Se palpa la tensión > Dice mi Conciencia.
— Hemos... hemos ehhh, estado pensando... — dice Camilo trabándose.
— Ajá — digo sin más.
— Hemos estado pensando... en que sería buena idea que... emmm... pues que...
— Cielo, por Dios, díselo ya — insiste Reina.
— Hemos pensado que ya es hora de que vuelvas al instituto — finaliza.
Y a mí se me cae la boca al suelo de tanto que la he abierto.
— ¿Cómo?
— Si, mira cariño... Creemos que es lo mejor para ti, para que te despejes y salgas de estas cuatro paredes. Será bueno que conozcas a gente nueva, te relaciones, conozcas esta ciudad y te saques el curso que te queda para acabar la secundaria.
— Claro... tiene sentido.
— No queremos presionarte, Val, solo queremos... Bueno, queremos que vuelvas a la normalidad, si eso es posible, claro — continúa Camilo.
— Sí, claro, tenéis razón, lo que pasa es que no... no sabía que iba a ser tan rápido.
— Por eso mismo no queremos presionarte cariño, tienes que hacerlo porque realmente estás lista, pero nosotros como tus padres tenemos que decírtelo porque tu futuro es muy importante para nosotros — sonríe Reina.
— Sí, gracias — es lo único que puedo contestar.
¿De verdad estoy lista para dar este paso? ¿Estoy lista para volver a vivir?
__________
✨Hola, cielos✨
Ya tenéis el capítulo 19... Valeria comienza a sanar poquito a poco... ¿creéis que está preparada para volver a la vida real? ¿Vosotros/as estaríais listos/as para volver a vivir?
Gracias por leerme 🥰🤞🏽
Os quiero 💫
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