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Capítulo 12:

Ya son las ocho menos cuarto de la mañana, las clases están a punto de comenzar y ya empiezo a notar cómo un cúmulo de gente me rodea y me mira como si fuera una extraterrestre. Siempre que adoptan a alguien de este asqueroso lugar, suelen mirarlo así, como si fuera la mayor de las suertes. Ojalá no hubiera sido yo la elegida.

Cuando ya no queda nadie cerca de mí y oigo cómo la sirena suena señalizando el comienzo de las clases, observo que Camila aparece por las escaleras con la cara más triste que jamás le he visto. Esto me va a matar. Nos quedamos mirándonos la una a la otra y sé por su sonrisa que la carta de despedida que le he escrito a Ethan ya se la ha dado. Ahora mismo debe de estar leyéndola, porque no sabe a qué hora me iba y seguro que no venir a despedirse le dolerá más que a mí, pero no puedo permitir que me mire como Camila lo está haciendo, con pena y dolor. Eso me puede.

El director aparece por el lado de su despacho junto con Ana, la Profesora y me sonríe como si me fuera a Disneyland París. Hay que tener agallas para sonreír con esa satisfacción y orgullo, yo ahora mismo lo único que deseo es chillar por todo el recinto lo horrible que me parece esta situación.

— ¿Todo listo, Señorita Valeria? — pregunta el director esperando a mi lado junto con Ana.

Lo único que puedo hacer es asentir. La espera me está matando.

Camila se pone a mi otro lado, dándome la mano e intentando hacer que me sienta lo más relajada posible, aunque ella sabe que ahora mismo me iría corriendo hasta el país más alejado de España. Superar esto sin tener a Ethan a mi lado se me está haciendo cuesta arriba, la verdad.

Por la puerta principal aparece la pareja que me ha adoptado, con una sonrisa más que preciosa en la cara. Qué envidia, ojalá pudiera sonreír tanto. Tal vez les haga muchísima ilusión tener un miembro nuevo en la familia, pero para mí, está suponiendo la muerte.

Me agacho para coger la bolsa marrón más fea del universo y miro a Camila, ella intenta sonreír con todas sus fuerzas y lo único que consigue es sacar a flote las ojeras y las bolsas que se le han formado debajo de sus preciosos ojos azules. Esto me parte el alma, pero sé que ella logrará salir adelante y conseguirá todas las metas que se proponga porque es increíble.

Mi nueva familia me mira con la sonrisa más reluciente que he visto jamás; Ana, la Profesora, también sonríe como si jamás hubiera sonreído. Esto es demasiado extraño, rebosan felicidad y yo solo quiero ahogarme en ella. Intento soltar la mano de Cami, pero solo consigo que me la apriete mucho más. Esto me va a provocar un dolor interminable, no lo voy a poder superar.

— Acuérdate de llamarme todos los días, necesito saber qué es de ti allí fuera, ¿entendido? — me susurra Camila mientras me da un abrazo infinito.

— Lo haré, no lo dudes nunca — le contesto —. Nos vemos pronto — digo por fin cuando la miro a los ojos.

— Nos vemos pronto — me sonríe Camila y vuelve a darme un abrazo fugaz.

— ¿Estás lista, cielo? — dice la que se supone que ejercerá de madre a partir de ahora.

Solo sé asentir de nuevo porque ahora no tengo palabras.

Con la cabeza gacha y saliendo por la puerta, lo noto, no hace falta que me dé la vuelta para saber quién está más allá de las escaleras que he bajado de hormigón en dirección al coche. Sé que Ethan acaba de hacer acto de presencia en esta despedida tan triste, no sé cómo, pero ha llegado justo a tiempo.

Seguramente esté apoyado en la baranda del primer escalón, mirándome, con su pelo despeinado, sus pantalones vaqueros rotos, su camiseta blanca de manga corta y su mochila vieja colgando de su hombro derecho. Pero no quiero mirar, no quiero mirarle, no quiero esto para los dos. Si no le miro, si no le miro me quedaré con todo lo bueno de anoche, con su sonrisa perfecta, sus ojos brillantes y su pelo rizado cayendo de su frente. No quiero recordarle llorando, con la mirada perdida y el corazón en su mano a punto de dármelo por mi despedida, eso jamás lo soportaría, ni él, ni yo.

< No lo mires, no lo mires, no lo mires... >

Sin mirar más allá de mi hombro y sin levantar la cabeza del suelo, me digno a decir lo único decente que se me pasa por la cabeza.

— Gracias por todo.

Cuando escucho que la puerta se cierra tras de mí, vuelvo a la realidad, que me golpea tan brutalmente que no soy consciente de ello y me pongo a llorar.

Lloro de manera desconsolada, sé que la nueva familia sabe que estoy llorando a moco tendido, no tienen signos de estar más sordos que una tapia, y encima, no paran de mirar hacia atrás con la cara más desconcertante que conozco. No tienen ni idea de todo lo que llevo por dentro, ahora mismo siento como si me clavaran un cuchillo en lo más hondo de mi ser, llegando al corazón y bajando poco a poco hasta desgarrarme por completo. Las piernas me flaquean, las lágrimas brotan sin cesar por mis mejillas y solo pienso en una cosa: me he ido sin decir adiós y no sé si esté es nuestro final.

Sigo a mi nueva familia entre sollozos por el camino de piedra que hay antes de llegar al orfanato, han aparcado el coche cerca de la puerta principal y acabo de caer en la cuenta de que no sabía que el orfanato estaba rodeado por vallas de color negro con pinchos en lo alto de ellas. El coche es de color azul oscuro, por lo menos tienen buen gusto con los colores y está sellado con la marca "Fiat". El coche me parece bonito, pequeño, pero mono, la verdad es que les va mucho, parece un coche refinado, como ellos.

Reina o así creo que se llama, las dos veces que nos hemos visto ha llevado falda de tubo, camisa por dentro y una chaqueta sobre los hombros de color blanca, también lleva alguna que otra pulsera, unos pendientes que cuestan más que todo lo que tendré yo en la vida seguramente y un bolso en el que perfectamente podría caber todo lo que yo llevo en mi maleta. Por el contrario, el marido lleva un pantalón negro vaquero, un polo y una bandolera negra. Ambos hacen el amago de subir al coche, pero parece que acaban de recordar que se olvidaban a alguien. Así pues, se esperan a que yo pase primero. Es un coche que solo tiene dos puertas, por lo tanto, tengo que agacharme antes ellos de una forma u otra.

Antes de entrar en el coche que ahora me parece de enanos, hecho un vistazo al lugar que ha sido mi casa durante años y observo cómo nadie ha salido a despedirme, así que, supongo que sí, esto es un adiós y puede que para siempre.

__________

✨Helloooooou✨

Bueno, bueno, amores, ya está aquí el capítulo 12. ¿Qué os ha parecido? ¿Qué opináis de la nueva familia?

Por cierto, nunca he escuchado música mientras leía, pero creo que este capítulo lo merece, así que os he dejado en multimedia una canción preciosa que creo que pega mucho con esta despedida 🥺

Gracias por leerme, ya sabéis que me hacéis la persona más feliz del planeta 💖

Os leo y os quiero mucho 🥰

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