Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra III

Dos cosas:

1) Solo he revisado el extra una vez, así que es muuuuy probable que vaya a tener fallos. Dejádmelos en los comentarios si veis alguno, porfa.

2) Los dos siguientes y últimos extras van a ser de lo que pasó después del epílogo, como ya os dije en Instagram :D

Ahora sí, a leer.



Extra III - MEMORIA

Mierda, ¿dónde estoy?

La cabeza nunca me ha dolido tanto. Me llevó una mano a la frente y abro los ojos de golpe cuando noto algo en la ceja. Duele. No es insoportable, pero duele. ¿Qué demonios?

Me incorporo lentamente y miro a mi alrededor. Estoy en una habitación de hotel, pero realmente no recuerdo haber llegado aquí. Espera... es mi habitación. Y la de Brooke. De eso sí me acuerdo. ¿Por qué me siento tan mareado?

—Buenos días, Jed.

No sé si me sorprende más no haberme dado cuenta hasta ahora de que Cassie está aquí o... bueno, que esté aquí. ¿No estamos en plena gira? ¿Ella no tiene clase?

—Es verano —me recuerda al verme la cara. Está sentada en uno de los sillones del fondo de la habitación con una revista de moda, pero la deja a un lado.

—Ya sé que es verano —Dios, es como si hubiera tragado fuego, apenas puedo hablar—. ¿Tienes...?

—¿Agua? Hay una botella en la mesita.

Me giro y la agarro de golpe, llevándomela a los labios. Vuelvo a notar una punzada de dolor en la ceja cuando dejo de beber. Cassie sigue mirándome con los brazos cruzados y una ceja enarcada.

—¿Qué? —pregunto.

—No recuerdas nada —deduce, negando con la cabeza—. Bueno, casi que es mejor.

—¿Por qué? ¿Qué tengo que recordar?

—No lo sé, Jed. Algo de estos días. Desde lo del concierto.

—¿Qué concierto?

Me quito las sábanas de encima y consigo ponerme de pie, mirando a mi alrededor.

—¿Dónde está Brooke? —me acerco a la puerta del cuarto de baño, pero al abrirla veo que no hay nadie.

Cassie no responde, solo suspira. Cierro la puerta a mi espalda y me detengo un momento delante del espejo. Tengo un aspecto horrible. Y voy vestido. Y mi ropa apesta a alcohol. ¿Qué demonios está pasando?

Me miro a mí mismo. Tengo la marca de puntos en la ceja, pero no recuerdo haberme hecho esa herida. Tampoco recuerdo cómo conseguí el golpe en la mandíbula, pero ya empieza a estar amarillo, por lo que hace unos días que me lo hicieron. Suspiro y me lavo la cara. Me duele tanto la cabeza como si fuera a estallar.

Es entonces cuando, al mirarme de nuevo, me doy cuenta de un pequeño detalle.

Tengo los ojos claros.

Me incorporo un poco, confuso, y vuelvo a revisarme como si eso no pudiera ser. Yo no he tomado nada. Es imposible que vuelva a tenerlos claros tan rápido.

Bajo la mirada automáticamente y noto que se me tensa la espalda entera cuando veo, en el dorso de la mano, una pequeña venda que me deja claro que no fui yo quien se lo tomó.

Oh, no.

Abro la puerta de golpe y veo que Cassie ya está de pie, como si lo hubiera estado esperando.

—¿Me obligaste a drogarme? —le espeto.

—No es droga, Jed. Es tu medicación. Y ya era hora de que volvieras a tomártela.

—Pero... ¿qué coño, Cassie? ¿Quién te crees que eres para obligarme a nada?

—Tu hermana pequeña —me dice, enfadada, acercándose—. ¿Te crees que tuve mucha elección? Desapareciste del hotel por días, Jed, ¡días! Ni siquiera sabíamos dónde empezar a buscar. ¡Estaba desesperada! ¡Yo y Cris lo estábamos! ¡Incluso mamá! ¡Solo te encontramos porque unos fans dijeron en Internet que te habían visto en un bar cerca de donde habíais hecho el último concierto, borracho!

Echo la cabeza hacia atrás, confuso. Nada de esto tiene sentido. Y sigo sin entender lo que más me importa ahora mismo.

—¿Cris, tú y mamá? —repito—. ¿Y Brooke qué?

—¿Brooke? Joder, Jed...

Me quedo mirándola cuando pasa por mi lado. Noto que mi corazón empieza a palpitar con fuerza.

—¿Qué he hecho? —pregunto en voz baja.

—Deberías saberlo. Sin necesidad de acordarte.

—Cassie, ¿qué he hecho? ¿Le hice daño? ¿Es eso? ¿Dónde está?

—No a ella.

Me había acercado a ella compulsivamente, pero me detengo de golpe con esas últimas palabras.

—¿A quién? —pregunto.

Cassie suspira y aparta la mirada un momento.

—A Brent.

—¿A... Brent? ¿Cómo...?

—Teníais un concierto muy cerca de ellos. Se colaron en la fiesta. Por lo que Brooke nos contó, estuvieron provocándote y tú... estabas tan acelerado que ni te acuerdas, ¿verdad?

—No... —murmuro.

—Bueno, pues te aseguro que debiste quedarte a gusto. Le rompiste la mandíbula.

Me quedo mirándola, boquiabierto.

—¿Qué?

—La policía te encontró encima de él, te llevaron a la comisaría... nos tuvieron ahí toda la noche. Creo que le hicieron preguntas a Brooke. No sé qué les dijo, pero jugó a tu favor. Estaban convencidos de que les mentiría para cubrirte, pero dijo la verdad y se conformaron con mandarte al hospital a espera de que Brent haga algo. Le debes una a esa chica, ¿sabes?

Sigo sin terminar de entender nada. Me paso una mano por la cara.

—¿Dónde está Brooke? —repito por enésima vez.

—Buena pregunta —ella sonríe un poco amargamente—. Vino al hospital, habló contigo y se fue llorando. Recogió todas sus cosas y se marchó. No hay más.

Parpadeo unas cuantas veces a medida que los recuerdos vienen a mí. Pero no recuerdo nada de estos días, solo recuerdo lo que pasó antes. Recuerdo muchos ensayos, a Brooke haciendo fotos, estando los dos aquí encerrados, ella dic...

Mierda. Ella diciéndome que me quería. ¿Yo se lo dije? No recuerdo eso. Oh, no, ¿se ha ido por eso?

—No, Jed —es como si Cassie me leyera el pensamiento—. Se fue porque te negaste a tomarte la medicación.

Oh, mierda.

Así que es eso.

—Mierda —murmuro, pese a que ya lo he pensado veinte veces.

—Realmente no puedes culparla por irse —murmura Cassie, a su vez—. Yo también lo habría hecho, Jed, y siento decírtelo porque eres mi hermano, pero... imagínate que la situación fuera al revés. Que ella tuviera un problema y se negara a solucionarlo por mucho que tú quisieras ayudarla. Llegaría un punto en el que ya no podrías soportarlo más.

Aparto la mirada. Las cosas de Brooke no están. Ni siquiera huele a ella. ¿Cuánto hace que se fue? ¿Me ha llamado? ¿Dónde está ahora?

—Está con una amiga —añade Cassie—. Cris dijo que se llamaba... eh... ¿Lixi? ¿Laxi? No sé, algo así.

—Lexi —murmuro por ella.

—Sí, eso. Fuiste a su casa ayer. Nos lo contaste cuando te encontramos en ese bar, borrachísimo.

No sé por qué no me sorprende. Suspiro y me dejo caer en la cama, pasándome las manos por la cara.

—Mierda —repito.

—Sí, esta vez la has jodido pero bien.

—Gracias, Cassie, eso ayuda mucho.

—No sé si ayuda, pero es verdad.

Suspiro antes de mirarla.

—¿Te dije si Brooke estaba muy enfadada conmigo ayer?

—¿Enfadada? No lo sé. ¿Decepcionada? Seguro que tanto como yo.

—Sigues sin ayudar.

—¿Y qué? Alguien tiene que decirte las cosas como son. Brooke lo hizo y no te acuerdas, así que aquí estoy yo para refrescarte la memoria.

La ignoro completamente y vuelvo a ponerme de pie.

—Tengo que ir a hablar con ella, no puedo...

—Quieto —me advierte, clavándome un dedo en el pecho—. Ni se te ocurra presentarte ahí así, Jed.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Quedarme aquí de brazos cruzados?

—Quiero que primero te preocupes de recuperarte y después de recuperarla a ella.

—Cassie, aparta.

—No. Aparta tú, idiota, y madura de una vez.

Se gira, enfadada, y cuando se vuelve hacia mí me estampa la bolsa con la medicación con tanta fuerza en el pecho que casi me da miedo que la haya aplastado contra mí. La sujeto con una mano, frunciendo el ceño.

—¿Qué le vas a decir a Brooke para que vuelva contigo? —pregunta, irritada—. Lo siento, pero seguiré igual.

—No seguiré igual, intentaré contr...

—¿Realmente te crees que no te golpeará en cuanto te vea con los ojos oscuros? Yo diría que sí. Yo lo haría.

—Brooke no es tan violenta como tú.

—¿Quieres comprobar lo violenta que soy, hermanito?

—Lo he comprobado cuando me has intentado meter la bolsa en las costillas de un golpe, gracias.

—Mira, yo no soy una experta en relaciones —suspira—, pero solo un ciego no vería que, a no ser que cuando la vuelvas a ver estés recuperado y sano... no va a querer saber nada de ti, Jed.

Aprieto los labios, pero no digo nada. Ella suspira por enésima vez.

—Y no se trata solo de ella, sino de ti. ¿A que no te acuerdas de lo que ha pasado estos días? Estabas maníaco, Jed.

—Si no me hubieras obligado a medicarme, me acordaría de todo.

—¡Venga ya! No me vengas con esas tonterías.

—No son tonterías, es...

—¡Dios, eres un testarudo! Mira, se acabó. Tienes dos opciones. Dos opciones muy claras, así que elige rápido, porque el tiempo corre en tu contra. ¿Prefieres perder la memoria de unos días o perder a la chica a la que quieres?

Me quedo en silencio y ella vuelve a estamparme la medicación en el pecho.

—Eso me parecía. La primera toma te toca en media hora. Desayuna algo antes de tomarla. Tienes el horario dentro.

Ella se dirige a la puerta cuando no digo nada, mirando la bolsa, pero se detiene justo antes de dejarme solo y me mira.

—Me alegra que por fin vayas a hacer esto —añade en voz baja.

***

Ya estoy en casa.

No sé cómo sentirme al respecto.

Bueno, sé cómo me siento ahora mismo. Como si alguien estuviera martilleándome la cabeza sin parar. Y como si no me hubiera puesto de pie en mi vida. No me puedo mover. Solo estoy tirado en el sofá mirando cualquier cosa que pongan en la televisión. Ni siquiera he tocado la guitarra.

Odio los primeros días de medicación. Es como si todo tu cuerpo estuviera intentando asentarse con el problema de que alguien externo vaya a controlar tus emociones. Es como... si estuvieras vacío. Como si no pudieras sentir absolutamente nada. Solo eres un envase vacío incapaz de hacer nada.

Así me siento.

La única motivación que he tenido estos dos días en casa ha sido enfadarme con Cassie y Cris cuando me llaman compulsivamente para saber si estoy bien. Pero la verdad es que no estoy bien. Y no lo estaré por mucho que me llamen, así que les he dicho que me dejen en paz por, al menos, una corta temporada. Necesito pasar por esto solo.

Me incorporo al darme cuenta de que ha anochecido. Es como si las horas pasaran volando y sin sentido. Esto es una mierda. Me acerco a la cocina y agarro cualquier cosa para comer antes de acercarme a la medicación, alineada sobre la barra. Atrapo las pastillas que me tocan ahora y me las meto en la boca. Al instante en que las he tragado, es como si todo volviera a empezar. Una y otra vez.

Suspiro y me siento en el sillón. Miro la guitarra, pero no me apetece tocarla ahora mismo. Solo puedo mirar el móvil con la tentación de llamar a Brooke. Y lo peor es que sé que no me va a responder.

Dios, realmente ha cortado conmigo. Nunca habían cortado conmigo. Bueno, nunca había estado con nadie tanto tiempo como para darle la opción de hacerlo. 

Y lo peor es que, pese a que este es uno de mis peores momentos, no me arrepiento de nada. No volvería atrás y cambiaría algo por saber que ahora mismo no estaría pasando por eso. No lo haría. Ha valido la pena cada segundo, aunque no recuerdo algunos. Solo espero poder tener más. Y para ello tengo que pasar por esto.

Mañana tiene que ir a la galería, y no podré ir. Aunque tampoco es que fuera a ser muy bien recibido.

Es entonces cuando una idea me viene a la mente.

Yo no puedo ir, pero...

Noto que por primera vez en días soy capaz de sentir algo y me estiro para agarrar el móvil. Busco en mis contactos y sonrío al encontrar el número de Cris. Necesito que me haga un favor.

Veinte minutos más tarde, tengo el número marcado de la madre de Brooke. Estoy algo tenso cuando me llevo el móvil a la oreja. Recuerdo lo que pasó la última vez que nos vimos. Por eso he creído que era más fácil hablar con ella que con su marido.

—¿Sí? —pregunta ella al otro lado de la línea.

Tardo un segundo de más en responder. Una parte de mí no se esperaba que Cris realmente hubiera conseguido ese número.

—Hola —digo por fin—, me llamo Jared. Soy...

—Me acuerdo de ti —me corta, para mi sorpresa—. Viniste con mi hija.

—Sí —digo, todavía sorprendido.

—Brooke está bien, ¿no?

Mucho mejor ahora que no me tiene a su alrededor.

—Sí, está bien —le aseguro enseguida—. Mire, no quiero hacer que pierda el tiempo, así que iré al grano. Mañana Brooke tiene su primera exposición de fotografía en una galería. Le hace mucha ilusión, y cuando vinimos en realidad ella quería contárselo a usted y a su marido. Puede que ese día no terminara bien, pero todavía están a tiempo de...

—Mi marido jamás irá a una de esas exposiciones. Y menos si son de Brooke.

Intento contenerme casi tanto como me contuve el día en que fuimos a su casa. Honestamente, quise darle un puñetazo en la cara a su padre durante toda la conversación, especialmente al ver la expresión de dolor que había provocado en Brooke, pero me contuve porque probablemente eso no le habría gustado demasiado.

Me mordí la lengua para no responder mal.

—Lo entiendo —murmuré finalmente—. Pero eso no quiere decir que no pueda ir usted.

—¿Yo... sola?

—Brooke realmente lo agradecería.

Al escuchar que suspira, dubitativa, casi me sentí como si estuviera hablando con su hija. La verdad es que se parecían bastante. Brooke era mucho más independiente, pero las expresiones y los gestos no engañaban. Era obvio que eran madre e hija.

—Mire, sé lo que pasó con Brooke y su antiguo novio —aclaro—. Ella me lo contó. Y estaba arrepentida, puedo asegurárselo. De hecho, quería disculparse con usted y con su padre el día que vinimos. Quiere hacer las paces. ¿No sería un buen paso empezar por ir a su primera exposición?

De nuevo, silencio. Solo que esta vez tengo la impresión de que estoy empezando a ganar. Espero bastante impacientemente, mirando la mesita de café. Finalmente, ella habla.

—¿Tú no irás? —me pregunta, extrañada.

—No —admito.

—¿Por qué no? ¿Tienes un concierto?

Aprieto los labios.

—No.

Ella parece considerarlo por unos segundos.

—No sé qué habrá pasado entre vosotros, pero espero que podáis arreglarlo.

No digo nada. No voy a hablar de esto con la madre de Brooke. Bastante tiene con los problemas que tiene como para añadirle los míos.

—Eres un buen chico —añade.

Casi me echo a reír. Un buen chico se tomaría su medicación, no daría palizas, no haría que su hija se fuera corriendo y, desde luego, no la visitaría completamente borracho para luego ni siquiera acordarse de lo que le ha dicho.

Pero no me echo a reír. Me limito a negar con la cabeza, aprovechando que no puede verme.

—Muy bien —dice al final—, iré yo sola.

Estoy a punto de esbozar una sonrisa, pero me contengo. Casi me siento por sonreír cuando Brooke no está por aquí. Esto es ridículo.

—Seguro que se alegrará mucho de verla —le aseguro.

—Eso espero. Gracias por llamarme, Jared.

Ugh, odio los agradecimientos. Menos mal que ella parece captarlo enseguida.

—Espero que nos volvamos a ver pronto —añade—. Y que te vea con Brooke.

—Yo también lo espero —le aseguro en voz baja.

***

Esto es insoportable.

¿Cuántos días más voy a tener que aguantar esta mierda? En serio, estoy harto de estar aquí dentro, solo, mirando la televisión o tocando la jodida guitarra. Nunca me había aburrido de estar solo, pero ahora solo pienso en qué estará haciendo ella y si será demasiado pronto para llamarla.

Tampoco me he puesto en contacto con nadie más. Por primera vez, me han hecho caso y me han dejado en paz. Especialmente la única persona en el mundo que desearía que no me dejara en paz jamás.

Esto de estar enamorado da verdadero asco.

Me gustaba más cuando todo el mundo me daba igual.

Necesito hacer algo, así que agarro los cascos y los conecto a la guitarra. Empiezo a rasgar las cuerdas en el sillón, malhumorado, mirando por la ventana. ¿Y si la llamo? Si no me responde, tendré que aceptarlo. Pero no quiero aceptarlo. Mierda, ¿por qué no me llama ella? Bueno, no lo hará. Es obvio. Esta vez tengo que ser yo quien lo haga.

No sé cuánto tiempo llevo con la maldita guitarra, pero fuera del piso empieza a oscurecer. Probablemente vaya a dormirme temprano solo para que pase otro día vacío y pueda ir al siguiente. Solo espero sentirme mejor mañana, porque sigo sintiéndome como si...

Todo pensamiento racional desaparece cuando noto que un escalofrío me recorre la espina dorsal. Y solo siento eso cuando sé que cierta persona me está mirando fijamente.

Me giro de golpe hacia la puerta y siento que todos los sentimientos que han estado dormidos estos días resucitan cuando veo a Brooke de pie en la entrada, mirándome fijamente.

Dios, es preciosa.

Incluso pálida, asustada —¿por qué está asustada?— y despeinada es preciosa. Realmente no sé cómo demonios no lo sabe.

O quizá solo me lo parece porque hace una eternidad que no la veo. Me da igual. La he echado de menos. Tanto que... nunca seré capaz de decírselo.

Me quito los cascos y lo dejo todo a un lado de forma casi automática. Siento algo de temor al acercarme. Es como si fuera a dejar de ser real por hacerlo. O como si fuera a irse corriendo. Pero no lo hace. Solo se queda ahí de pie, mirándome como si hubiera visto un fantasma.

—¿Brooke? —pregunto como un idiota, acercándome.

Casi no he reaccionado todavía cuando veo que se acerca corriendo y se lanza sobre mí, rodeándome con los brazos.

Espera, ¿qué? ¿Esto significa que hemos hecho las paces? ¿Ya? ¿Así de fácil?

Bueno, no voy a ser yo el que proteste.

Estoy a punto de sonreír y abrazarla también, pero de pronto se separa y noto que la mejilla empieza a escocerme y el sonido de su mano dándome directamente en la mejilla resuena en el salón.

Vale, ¿acaba de darme una bofetada?

—¿Qué...?

—¡¿Se puede saber qué demonios te pasa?! —espeta.

Parece furiosa, y desearía entender por qué. Especialmente ahora que he estado tan cerca de volver a estar como estábamos antes. Por favor, que no vuelva a enfadarse. No sé cómo lidiar con esta mierda.

Intento decir algo, lo que sea, pero la verdad es que estoy todavía más perdido que antes.

—¡Te he estado llamando desde anoche y ni siquiera has hecho un ademán de responder! —me chilla, furiosa—. ¡Hace una semana que nadie sabe nada de ti! ¡He llamado a tu puerta por varios minutos y me ignorabas!

Señalo torpemente la guitarra con la mano con la que no me estoy acariciando la zona afectada por su bofetada.

Por cierto, esto escuece, joder. ¿Desde cuándo tiene tanta fuerza bruta? Mira que me han dado bofetadas tipos mucho más grandes que ella, pero nunca me había escocido tanto. Igual es porque la suya estaba cargada con la frustración de varias semanas. Me la merecía un poco, supongo.

—Estaba con la... —intento decir.

—¡Sí, lo he visto perfectamente, idiota!

—¿Lo siento? —murmuro al cabo de un rato de silencio.

¿Eso es lo que debería decir?

—¡¿Que lo sientes?!

Vale, no lo es.

—¡¿Se puede saber qué estabas haciendo?!

—Ya te lo he dicho. O lo he intentado. Estaba...

—¡Con tu móvil, idiota!

¿Es normal que me guste más cuando se enfada?

Bueno, nada en mí es normal. Ni siquiera mi novia. O la que espero que lo vuelva a ser en un futuro cercano.

—Yo no... —intento buscar excusas, pero la verdad es lo mejor ahora mismo—. Necesitaba desconectar un poco. Si hubiera sabido que ibas a llamarme no...

—¡¿Un poco?! ¡Ha sido una semana!

—Yo... lo siento, Brooke, no...

—¡Más te vale sentirlo! ¡¿Tienes la menor idea de lo que ha sido el camino hacia aquí?!

Desgraciadamente, sí la tengo. Especialmente porque mi padre pasó por fases de alejarse del mundo muchas veces cuando era pequeño. Y recordaba que, muchas veces, el temor de mi madre a encontrarlo había sido muy superior a no hacerlo.

—Lo siento —repito.

Ella se da la vuelta, frustrada, y no puedo resistirme a acercarme. No me puedo creer que vaya a decir esto de alguien, pero necesito tocarla. Tenerla cerca. Aunque sea solo rozándole el brazo. Me da igual, me conformo.

Pero estaba claro que la respuesta de Brooke no iba a ser muy positiva.

De hecho, intento no reírme cuando se aparta y me señala con un dedo acusador.

—Apártate o te doy otra vez.

—Vale, fiera, perdón.

Creo que mi expresión divertida la frustra, porque me pone mala cara.

—¡No vuelvas a hacerlo!

—Vale.

Claro que volveré a hacerlo.

—Promételo.

Mierda.

—Te lo prometo —mascullo entre dientes.

—¡Me has asustado! —masculla.

—Lo sé. Lo siento.

—¡Y... y te pasabas la vida quejándote de mí por dejar las llaves en la puerta! ¡Pues he podido entrar sin problema!

—Ya lo veo.

—¿Se puede saber por qué no pones el pestillo, Jared?

Oh, he echado de menos mi nombre en su boca.

—Bueno, tampoco es que haya mucha gente que venga normalmente.

—¡Pues si yo fuera un ladrón, vendría aquí!

—Tampoco hay gran cosa que robar. A no ser que quieran la comida de la nevera, no van a llevarse un gran tesoro, la verdad.

Intento seguir hablando, pero me detengo de golpe cuando ella se acerca a mí y me sujeta la cara con una mano. Estoy a punto de inclinarme para besarla automáticamente, pero me contengo. No es el momento. Además, por mucho que su olor y sus labios rosados quieran que lo haga de todas formas, sé que no se ha acercado por eso.

—Tienes... tienes los ojos claros.

Asiento una sola vez, algo incómodo.

—Lo sé.

—¿Te estás... te has tomado la medicación?

—Sí.

No sé si está contenta o solo perpleja. Por favor, que sea contenta.

—P-pero... —empieza—, tú no... no me has dicho nada.

—Todavía no.

Solo quería esperar a estar bien del todo para verla, pero no me opongo a sus visitas sorpresa. Nunca seré capaz de hacerlo.

—¿Todavía? ¿Cómo...? ¿Por qué no me has dicho, Jared?

—Es complicado —admito.

—No es complicado. Yo... solo quería que hicieras esto. Si me hubieras llamado... no me hubiera importado estar contigo. Aunque hubiera estado enfadada igual. Sigues siendo un maldito cabezota.

En eso último tiene razón, pero en lo otro no. No habría querido estar aquí. 

—No quería que estuvieras aquí —murmuro.

Brooke da automáticamente un paso hacia atrás y ya sé que la he cagado.

—¿No? —repite en voz baja.

—No —admito.

Para mi sorpresa, en lugar de parecer enfadada o confusa... parece destrozada. ¿Qué...?

—¿Quieres que me vaya? —pregunta de repente.

¿Es una broma?

—¿Qué? —me acerco automáticamente—. No, claro que no. No es eso, es...

—Déjalo. Soy una idiota. No debería haber venido.

Si hubiera una sola cosa que pudiera cambiar de Brooke, solo una... sería esa maldita inseguridad que tiene. Esa sensación de que siempre me estorba cuando hace todo lo contrario. Odio que se sienta así. Alguien se lo dijo demasiadas veces y ha llegado a creérselo. Solo espero poder hacer que se dé cuenta de que ella no podría estorbar a nadie.

Cierro la puerta en cuanto hace un ademán de irse. No, necesito que se quede un poco más conmigo. Solo un poco más.

—¿Qué? ¿No querías que me fuera? —pregunta, confusa.

—Yo no he dicho eso —le aseguro, nervioso—. Sabes perfectamente que no quiero que te vayas.

—Jared, honestamente, eres la persona que menos entiendo en el mundo.

—Si te consuela, yo tampoco me entiendo muy bien.

Pero Brooke no baja la guardia por muchas bromas que intenta hacer.

—Si tienes algo que decir, dilo.Sino, deja que me vaya.

Me remuevo, incómodo.

—¿Y bien? —insiste.

—¿Quieres...? —señalo el sofá. Necesito que se quede un rato más conmigo—. ¿Quieres sentarte o...?

—No. Di lo que tengas que decir.

—Ni siquiera yo sé muy bien lo que tengo que decir.

—La última vez que hablamos, dejaste bastante claro lo que tenías que decirme.

No sé si sentirme agradecido por no acordarme de eso, la verdad.

—Olvídate de eso —murmuro.

—Sí, bueno, ojalá pudiera.

—Brooke...

—Si ahora quieres que me olvide de ello, no deberías habérmelo dicho para empezar.

Me acerco un paso a ella, frustrado.

—Cuando fuiste al hotel a recoger tus maletas nadie pareció sorprendido, ¿verdad?

Por fin, parece centrarse en lo que estoy diciendo. Niega lentamente con la cabeza.

—No, no lo parecieron —admite en voz baja.

—Claro que no. Cada vez que entra alguien en mi vida, es cuestión de tiempo que se vaya de ella. Ellos lo saben demasiado bien.

Y la única persona que no quiero que se vaya de mi vida es la que tengo delante... y quiere irse.

—Sabes por qué me fui —me dice en voz baja—. No me fui porque no quisiera estar contigo.

—Lo sé.

—Me fui porque te negabas a hacer lo que sabías que era mejor para ti. Y sigo sin entender por qué.

Y es en ese momento cuando, por fin, le hablo de mi padre.

No sé por qué no lo había hecho hasta ahora, pero ahí está. Lo que quería saber de las transiciones que conlleva volver a medicarte. Especialmente en mí. No quiero a Brooke viendo eso, por mucho que diga que me quiera. Ni siquiera mi madre quería verlo cuando era pequeño, ¿cómo voy a pretender que Brooke quiera quedarse conmigo después de pasarnos unas semanas así?

Para mi sorpresa, cuando termina de escucharlo todo atentamente, se limita a negar con la cabeza.

—Lo que hizo no fue por la medicación —me asegura en voz baja—, fue por... por él. Por su forma de ser.

—Ni siquiera lo conoces.

—No, pero te conozco a ti.

Me sorprende lo cierto que es eso. Realmente me conoce. Me guste o no. Me hace sentir vulnerable. No es una sensación muy agradable.

—Y te he visto en episodios —añade—. Durante meses. Sin medicarte. Nunca hiciste nada remotamente parecido a lo que me has contado de él, Jared.

Pues menos mal que no le he dicho nada sobre todo lo que pasó con la chica de mi clase.

—No lo entiendes... —murmuro.

—No. Lo entiendo perfectamente. De hecho, lo entiendo mejor que tú. Porque yo me acuerdo del verano entero. No creo que puedas decir lo mismo.

Al final, se queda hablando conmigo durante lo que parece el tiempo más corto de mi vida. Quiero acompañarla, pero no me deja. Al final, no me queda más remedio que llamar a un estúpido taxi para ella.

En cuanto veo que realmente se sube y voy a tener que pretender que no desearía que viviera conmigo para siempre, pongo una mueca y me inclino para sujetarle la puerta y que no la cierre.

—¿Estás segura de que no quieres quedarte?

—Buenas noches, Jared.

—¿Vas a venir mañana?

—Depende de lo que tardes en cerrar esa puerta —enarca una ceja autoritariamente.

Damas y caballeros, he aquí la única persona de la que me he enamorado alguna vez.

—Muy bien —admito finalmente—. Buenas noches.

Ella me dedica una pequeña sonrisita de triunfo cuando cierro la puerta y me aparto, con las manos en los bolsillos.

En cuanto veo que el taxi se aleja, viene a mí como un reflejo uno de los vagos recuerdos que tengo de las últimas semanas con ella en el hotel.

Sí que le dije que la quería. Lo hice.

Y nunca he dicho algo tan real.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro