Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra I

EXTRA I - JAZMÍN

Todavía me retumban en la cabeza los gritos del público cuando salimos del escenario. El calor es asfixiante. Ally debe pensar lo mismo, porque cuando pasa por mi lado veo que se está abanicando con una mano.

—¡Buen trabajo, pequeñines míos! —exclama Cris alegremente, estrujando a Hunter y Kevin con los brazos.

Menos mal que yo no estaba al lado para que me pillara a mí, porque parece que se están ahogando.

—No ha estado mal —me encojo de hombros.

—Jed siempre siendo positivo —ironiza Ally—. Dios, me muero de sed. Creo que voy a deshidratarme o algo así.

—Mira que eres exagerada... —Hunter niega con la cabeza.

Mientras ellos parlotean yo voy directo al camerino y me quito la guitarra de encima. Me froto el hombro del que estaba colgada y rebusco entre las mil cosas que hay por aquí esparcidas. Cuando por fin encuentro mi cartera y el móvil, me lo meto todo en los bolsillos. Estoy agotado. Los conciertos siempre me agotan.

—¿Dónde vas? —me pregunta Kevin, desconfiado, en cuanto me doy la vuelta.

—A dormir  —intento pasar por su lado.

—¿A dormir? ¡Hoy tenemos fiesta! No vuelvas' a dejarme tirado.

—Yo voy —dice Ally.

—Y yo —Hunter empieza a robar comida de la mesa.

—Y Jed también —Cris entra en el camerino tecleando algo de forma bastante agresiva y se acerca a Hunter para quitarle los bollos que se había escondido bajo la camiseta.

—¿Yo? —repito, confuso—. ¿Me necesitáis o qué?

—No me pongas esa cara, señorito. Parte de la responsabilidad de tener fans es cuidarlos. Tienes que dejarte ver por esas fiestas de vez en cuando.

—Y puedes ligar —añade Kevin.

—¿Con las chicas que tú no quieras? —pregunto, negando con la cabeza.

—Si solo van a por Kevin cuando se dan cuenta de que tú eres más inaccesible que el área 51 —murmura Ally.

Kevin parece ofendido cuando se cruza de brazos. Suspiro pesadamente.

—No me quedaré más de una hora —advierto a Cris.

—Es más que suficiente. ¡Disfrutad de la fiesta, niños!

¿Os hago un adelanto? No la estoy disfrutando en absoluto.

Durante más de diez minutos, voy a pedirme algunas cervezas a la barra e intento mantenerme al margen de lo que sea que hagan los demás, pero Kevin no deja de pegarse a mí —creo que es porque las dos chicas que más le gustan me están siguiendo—. Está empezando a hacer que pierda la paciencia, así que al final decido que es mejor que se quede a mi lado y deje de molestar.

Está fardando de que su profesor de música del instituto le decía que era un cantante fantástico —lo dudo— con las chicas que lo rodean mientras les firma las camisetas. Esas dos que me siguen no dejan de echarme a ojeadas. Creo que se preguntan si pueden pedirme uno a mí también. La verdad es que no me importaría dárselo, pero eso supondría que Kevin recordara que estoy a su lado y me hablara, y prefiero ahorrármelo.

Me paso las manos por la cara, cansado, y estoy a punto de levantarme e irme cuando escucho la voz inconfundible de Kevin babeando por alguien.

—Tenemos una morena en la fiesta. ¿Por qué no me había dado cuenta de que tú estabas aquí?

Porque estás borracho y no te reconocerías a ti mismo en un espejo.

Es decir, él siempre babea por chicas. No le importa cómo sean. Pero hay algunos casos en los que es más obvio que con otros. Y sé que este es uno de esos casos.

—Igual es porque acabo de llegar.

Levanto la cabeza, casi divertido. Kevin es muy malo con el sarcasmo. Nunca lo entiende. Creo que este será uno de esos casos. Efectivamente, cuando lo miro veo que parece confuso.

—Espero que no tengas prisa para irte. ¿Dónde quieres que te firme?

Miro a mi alrededor en busca de los demás, aburrido. Siento que ya he vivido esto antes. Y demasiadas veces. ¿Qué hago aquí? Debería estar en mi casa.

—En realidad —esta vez la chica suena un poco más decidida que antes—, tengo una amiga que estaría más predispuesta que yo a que le firmaras un autógrafo.

Intento girarme hacia la chica, pero la verdad es que una de las rubias de antes está entre nosotros y no puedo verla. Solo puedo ver una franja de su pelo. Una morena. Por eso le ha gustado tanto a Kevin. Son su debilidad.

—¿Una amiga? —repite él, desconcertado, antes de echarle un vistazo—. Otra rubia. ¿Seguro que no quieres que te firme a ti? Tus tetas son como un lienzo en blanco. Necesitan algo de color.

¿Cómo puede ligar tanto alguien tan sumamente idiota?

—Mis tetas están muy acostumbradas a ser un lienzo en blanco, pero muchas gracias.

Mi ceja enarcada baja al instante en que no puedo evitar esbozar media sonrisa incrédula. 

¿Acaba de rechazar a Kevin?

Echo una ojeada significativa a la rubia que está entre nosotros y ella se apresura a marcharse junto con sus amigas.

Lo primero que veo —y no puedo evitarlo— es un top negro ceñido —no sé cómo se ha metido ahí dentro— que se ajusta a la perfección a su lienzo en blanco

No puedo culpar a Kevin. Joder, yo también querría autografiarla. De hecho, me encuentro a mí mismo esperando que me lo pida. Quizá se ha acercado por mí y no por el idiota.

—¿Estás segura? —pregunta él.

Levanto un poco más la mirada. Cuello delgado. Labios pintados. Nariz pequeña... ojos azules. Mhm...

Quizá la fiesta no esté tan mal, después de todo.

—Kev —me escucho decir—. No seas pesado.

La chica me mira por primera vez desde que ha llegado, algo desconcertada. Y al instante en que me mira siento que estoy justo donde debería estar. Tengo que hablar con ella.

Pero, claro, Kevin tiene que ser Kevin y arruinarlo todo.

En cuanto veo que le pasa un brazo por encima de los hombros y la acerca a sí mismo, aprieto los labios sin poder evitarlo. Especialmente por la cara de incomodidad de ella.

—No tienes por qué ser tímida —le asegura él—. Vamos, puedo enseñarte el hotel.

Y una mierda.

—¿Eh...? —ella intenta apartarse.

—¿Te gustan las bañeras de hidromasaje?

Hace un momento estaba molesto, pero no puedo evitar sonreír cuando veo la cara de asco de esa pobre chica. Y es que no puedo dejar de mirarla. Ni siquiera sé por qué, pero es verdad.

—Whoa —ella se separa—. Oye, lo siento, pero creo que te estás confundiendo. Solo quería presentarte a mi amiga.

—¿A tu amiga?

—Sí. A la rubia de la barra.

—¿Y no te intereso?

Ella le pone cara de asco otra vez y se encoge de hombros. 

Esto es precioso. La cara de Kev es absoluta y completamente perfecta. Empiezo a reírme.

Kevin me mira, molesto, y se va a por su amiga.

Y, claro, me deja solo con la chica.

Perfecto.

Ni siquiera reacciono inmediatamente. No puedo hacerlo. La recorro de arriba abajo con la mirada aprovechando que ella mira está pendiente de otra cosa. Bonitas piernas. Sabe cómo lucirse. Aunque creo que me habría llamado la atención incluso si no se hubiera puesto nada.

Oh, no. Mal ejemplo. Mi mente empieza a ir a la deriva, y todos y cada uno de mis pensamientos van dirigidos a ella y a ese top. Y a cómo sería quitárselo.

La sigo con la mirada medio atontado cuando va a la barra, sola, y esbozo media sonrisa cuando veo que el camarero no le hace caso al pedir algo. ¿Cómo puede ignorarla? ¿La ha visto? ¿Es que está ciego?

Bueno, la verdad es que a mí no me viene mal porque me da una oportunidad perfecta. Me pongo de pie y me acerco a ella.

No me gusta ligar. Nunca lo hago. Por engreído que suene, normalmente no necesito ligar con nadie si quiero acostarme con alguna chica, aunque tampoco es que eso pase mucho. 

En conclusión, odio ligar con toda mi alma, pero... hay ocasiones en las que merece la pena intentarlo.

Ella está apoyada en la barra con los codos, por lo que está inclinada hacia delante y tengo que controlarme para no mirarle descaradamente el culo. Especialmente porque podría darse la vuelta en cualquier momento. En su lugar, me apoyo a su lado y el camarero se gira hacia mí en cuanto lo llamo.

Me giro hacia la chica.

—¿Qué quieres?

Ella entreabre los labios, sorprendida. Aunque haya poca luz, me da la impresión de que de cerca se ve todavía mejor que antes. Tiene una cara preciosa. Y unos ojos todavía mejores. Nunca había visto unos ojos de un azul tan claro. Bajo la mirada a sus labios. También son perfectos. ¿Es que esta chica ha sido esculpida? Lo único que no me termina de convencer es que los lleve pintados. No puedo evitar preguntarme cuál será su color natural. 

Me doy cuenta de que me he quedado mirándola más tiempo del necesario y me aclaro la garganta, pero... ella ha hecho exactamente lo mismo. Y se ha dado cuenta al mismo tiempo que yo.

—¿Eh? ¡Ah? Una cerveza.

Vaya, vaya. Alguien está nerviosa. Me inclino un poco hacia delante, evitando sonreír con todas mis fuerzas.

—Dos cervezas —le digo al camarero antes de girarme de nuevo hacia ella.

¿Cómo no la he visto nunca? A este tipo de fiestas siempre vienen prácticamente las mismas personas. Aunque la verdad es que no recuerdo a la mitad de ellas. 

Pero a ella la recordaría. Estoy seguro de que lo haría. 

Sigo mirándola. No puedo contenerme. Y no me desagrada del todo tener la impresión de que ella está haciendo lo mismo.

Incómoda, aparta la mirada y traga saliva. No puedo evitar mirar el ligero movimiento de su cuello al hacerlo. Tiene el cuello más perfecto que he visto en mi vida. Y ni siquiera sabía que me gustara mirar cuellos. Ni que fuera un vampiro.

El camarero por fin deja las bebidas delante de nosotros, ella juguetea con su botella, señalando al camarero con un gesto de la cabeza.

—Intentaré no tomarme como algo personal que pasara de mí.

Pues yo lo agradezco. Ha sido la excusa perfecta para venir a hablarle. Le diré a Cris que le suba el sueldo.

—Su obligación es lamer el culo solo a los de la banda —me encojo de hombros antes de dar un trago a mi cerveza.

Ella curva un poco los labios hacia arriba, pero no dice nada. Y tampoco me mira directamente. 

Casi todo el mundo hace eso de no mirarme directamente. Y casi todo el mundo me irrita hasta niveles increíbles al hacerlo. Pero, curiosamente, no me irrita cuando lo hace ella. De hecho, es más bien lo contrario.

—¿Cómo te llamas? —le pregunto.

Ella se tensa un poco y sus mejillas se tiñen de rojo. No puedo evitar fruncir un poco el ceño. ¿He dicho algo mal?

—Brooke —dice finalmente.

Brooke. Me gusta. Casi tanto como me está gustando ella. Y eso que apenas ha hablado conmigo. 

Pero no se ha comportado así con Kevin, ¿no? Solo conmigo. No sé si tomármelo bien o a mal.

—Brooke —repito, ladeando la cabeza.

Ella se queda mirándome un momento y veo que se le enrojecen un poco más las mejillas. Puede que sea por el calor y no por la timidez, después de todo. 

La verdad es que yo también estoy acalorado, y empiezo a cuestionarme hasta qué punto es realmente por el concierto.

—¿Y tú?

Me detengo, sorprendido.

¿Acaba de preguntarme cómo me llamo?

—¿No se supone que has estado en nuestro concierto, Brooke?

Ella traga saliva como si le resultara difícil hacerlo, y quizá hubiera sonreído de no haberme fijado de nuevo en su cuello pálido otra vez. Está haciendo que me distraiga. Apenas recuerdo qué le he preguntado.

—Sí. Estaba en primera fila.

Por primera vez en mi vida, me arrepiento de no mirar el público en los conciertos. Esto podría haber empezado mucho antes de haberla visto al principio.

—Así que estabas en primera fila en uno de nuestros conciertos más concurridos y no sabes cómo me llamo.

¿Es normal que eso me guste? Porque me encanta.

Bueno, ¿qué más da? Nada en mí es normal.

Ella me mira de reojo y se aparta el pelo del hombro inconscientemente, dejándome la vista perfecta de todo su perfil y dos pequeños lunares que tiene justo debajo de la mandíbula y un poco más abajo, en el cuello. Me viene al instante la imagen de mí mismo besando esos lunares. Y lamiéndolos. Y...

Vale, tengo que calmarme. Pero tampoco es que ella me esté ayudando a hacerlo. 

Porque en cuanto se aparta los mechones, una oleada de aroma floral me llega directamente y me paraliza. ¿A qué huele? ¿Por qué me resulta tan familiar ese olor? Intento acercarme un poco, solo un poco... para que no se asuste. Dios, no sé qué es, pero me encanta.

—¿Jed?

Me devuelve a la realidad al instante, pero sigo sintiendo su olor y eso me distrae, así que tardo un poco en poder esbozar media sonrisa.

—Así que sí que lo sabes, Brooke.

Ella sonríe un poco al ver mi sonrisa, aunque sigue pareciendo tensa.

—Lexi, mi amiga, es... muy fan vuestra.

Se gira hacia su amiga, supongo, y no puedo evitar acercarme. Necesito saber de dónde viene ese olor. En cuanto se mueve un poco, otra vez el aroma floral me viene y...

Jazmín. Eso es, joder. Huele a jazmín.

Los recuerdos de cuando vivía con mi familia y todavía éramos mínimamente felices todos juntos me vienen al instante. Por aquel entonces, mi madre se pasaba el día en el jardín. Le encantaban las flores. Y mis favoritas siempre habían sido los jazmines. Igual que los de Cassie.

Y ahora tiene que venir Brooke a distraerme con ese olor que no había sentido en años y que, de alguna forma, hace que quiera acercarme más a ella y hundir la nariz en su pelo. Tengo que contenerme para no moverme.

—¿Y tú no? —pregunto, algo tenso.

Ella se gira hacia mí y me recorre la cara con los ojos. Parece mentira que sienta que es la primera vez que alguien me hace eso cuando, en realidad, me lo han hecho mil veces.

—No lo sé. No os conozco.

No sé si es la forma en que baja la voz o el hecho de que me mire fijamente —por primera vez— al decirlo, pero no puedo evitar sonreír. ¿Cuántas veces he sonreído en una sola conversación? ¿Desde cuando yo soy tan risueño?

—Ahora sí, ¿no? —murmuro.

Creo que se queda sin saber qué decir porque veo que me está mirando fijamente la mano y me veo obligado a romper el silencio.

—Entonces, ¿no te gusta nuestra música?

—La música ruidosa no es lo mío.

Estoy a punto de echarme a reír, pero me contengo al instante en que ella entreabre los labios. Mierda. No puedo evitar mirarlos fijamente, sin disimular.

No me puedo creer que me esté resultando tan complicado contenerme y simular que no estoy babeando como un idiota.

—La música ruidosa —repito, volviendo a sus ojos.

—Mi tipo de música es más tranquila.

Y estoy deseando que me la enseñe. Toda.

No puedo evitarlo. Sé que está nerviosa y que esto solo lo empeorará, pero doy un paso hacia ella. Para mi sorpresa, no se aparta.

—Dentro del término música tranquila hay mil géneros —replico.

Brooke me vuelve a mirar directamente, cosa que me encanta, y me da la sensación de que va a decir algo.

Pero tienen que llegar los fans justo en ese momento.

No sé cómo no les grito que se vayan y nos dejen en paz. Mierda. Con lo bien que estaba con Brooke hace un momento. Ella se ha apartado y juega con el papel de la botella de cerveza, algo apartada. 

Firmo tan rápido como puedo a los fans y hago que se vayan casi a la misma velocidad. En cuanto vuelvo a acercarme a Brooke, intento pensar en algo que decir, pero ella, para mi sorpresa, me adelanta.

—¿Por qué Jed?

Durante años con la banda, sé que todo el mundo se ha preguntado lo mismo una y otra vez, pero nunca lo han mencionado. Y ella acaba de hacerlo a los cinco minutos de conocerme. No pudo evitar sonreír.

—¿No te gusta?

—¿Qué clase de nombre es ese? —protesta, frunciendo el ceño.

Bueno, al menos ya no está tan nerviosa.

—Uno cualquiera.

No sé quien empezó a llamarme Jed. Creo que fue Cassie. Y me acostumbré tanto que incluso ella y mi madre me empezaron a llamar así. Y era mucho mejor que Jared.

Ni siquiera me he dado cuenta de haber apoyado la mano en la barra, pero de pronto está justo al lado de la suya. Casi espero que se aparte, pero ella solo tensa el puño. Y en el mejor de los sentidos. Me entran ganas de tirar de su muñeca hacia mí, pero me contengo.

—¿De dónde viene Jed? —me pregunta.

Estoy tan a punto de decírselo que me sorprendo a mí mismo. ¿Qué me pasa? Estoy como... atontado. Ni siquiera los demás miembros de la banda lo saben. Al menos, no por mí. Solo Cris y Bruce. ¿Por qué he estado a punto de decírselo a ella?

—No doy esa clase de información a gente que acabo de conocer.

No sé si se lo tomará a mal. Y no lo hace. Solo entrecierra un poco los ojos, divertida, y no sé cómo no empiezo a babear sobre la barra como un imbécil.

Y justo aparece otra fan. Joder, ¿es que no pueden dejarme en paz por una noche? ¿No ven que estoy más que ocupado?

La chica —creo que la he visto antes con Kevin— se baja el escote para que le firme los pechos. Brooke se tensa a mi lado. Ni siquiera tengo que mirarla para saberlo.

Además, tampoco es que sea un admirador de firmar tetas a desconocidas. Le firmo el hombro y me giro hacia Brooke de nuevo.

—¿Siempre te pasa esto? —me pregunta, más relajada. Me gusta mucho más así.

—¿El qué?

—La gente, ¿te pasas media vida firmando autógrafos?

Sonrío ligeramente.

—Yo diría que más bien tres cuartos de ella.

Brooke me sonríe. Directamente. Sin apartar la mirada. Y yo estoy a punto de perder el control y pedirle el número de teléfono. Esto no puede... simplemente quedarse así. 

No quiero hacer nada con ella cuando acabo de conocerla, pero sí quiero seguir hablando. Y aquí no es muy buen...

Brooke deja de sonreír y yo también lo hago automáticamente, cortando el hilo de mis pensamientos. En cuanto me doy la vuelta, me doy cuenta de que una rubia con la camisa algo desabrochada y el pintalabios corrido se ha detenido a nuestro lado. Supongo que será su amiga.

—¿Qué pasa? —pregunta Brooke, preocupada.

—Vámonos —le dice ella—, ahora.

—¿Por qué? —Brooke me echa una ojeada.

Un momento... ¿es que quiere quedarse conmigo? Esbozo una pequeña sonrisita orgullosa.

—Porque es una emergencia —insiste su amiga—. Tenemos que...

Estoy ocupado mirando fijamente —y encantado— la expresión de decepción de Brooke por tener que irse, pero me giro instintivamente hacia su amiga cuando noto que tiene los ojos clavados en mí.

—Jed —casi chilla, y estoy a punto de poner los ojos en blanco—. Oh, Dios, es un verdadero placer conocerte.

Brooke me mira casi como si se disculpara y yo me obligo a hacer caso a su amiga.

—Gracias —le digo.

Nos quedamos los tres en silencio unos instantes antes de que la rubia vuelva a hablar.

—Brooke —repite en tono lastimero, tirando de su brazo.

Y Brooke ni siquiera lo duda antes de separarse de mí y acercarse a ella, preocupada. Sin duda, es una buena amiga.

Lástima que vaya a quedarme con las ganas de saber en qué otras cosas es buena.

Estoy a punto de ir a pedirle el número cuando se gira hacia mí con expresión de haberse quedado con algo más que decir. Y lo habría hecho de no ser porque se acerca a mí un grupo de chicas a pedirme autógrafos. Una de ellas se pone en medio de mi camino y pierdo a Brooke de vista.

—Mierda —no puedo evitar soltarlo, y todo el grupo se queda mirándome, sorprendido.

Me da igual. Las ignoro y paso entre ellas para buscar con la mirada. ¿Dónde demonios se ha metido? 

Genial, se ha ido. Y no tengo forma de contactarla.

Suelto una palabrota en voz baja y voy directo a una de las mesas, malhumorado. Cuando se acerca un chico a pedirme un autógrafo, le pongo mala cara y se apresura a dejarme en paz. No tengo tanta suerte con Hunter y Ally, que se sientan delante de mí. Ally tiene una sonrisita que no me gusta nada.

—¿Qué? —pregunto directamente con el ceño fruncido.

—¿Quién era esa chica? —pregunta, aumentando su sonrisa.

—¿Quién? —me hago el idiota.

Hunter empieza a reírse.

—La que diría, por la forma en que la mirabas, que te la ha puesto dura.

Le dedico una mirada de advertencia, pero Ally capta su atención cuando le da un codazo.

—Eres un bruto —le riñe.

—¡Pero es verdad!

—¿De qué habláis? —pregunta Kevin, sentándose a mi lado.

El que faltaba.

—De nada importante —le aseguro.

Kevin tiene marcas de pintalabios por la boca y la mandíbula, y la camisa medio desabrochada. Creo que también tiene rastros rosas por el pecho.

Y yo estoy aquí, amargado porque ni siquiera he podido pedirle el número a Brooke. Suspiro.

—¿Es por Brooke? —me pregunta él.

Me tenso de pies a cabeza al instante.

—¿Brooke? —repite Ally—. No me suena.

—Porque la ha conocido hoy —Kevin sonríe ampliamente—. Yo me he enrollado con su amiga. Lexi. Y Jed se ha quedado con Brooke. 

—No me he quedado con nadie —y lo peor es que es verdad.

—Yo he visto mucha atracción —comenta Ally, que parece entusiasmada.

¿Por qué tiene que entusiasmarles tanto que hable con una chica? Tampoco es para tanto.

—Y su amiga también —me dice Kevin.

Me tomo un momento antes de mirarlo, confuso.

—¿Eh?

—Su amiga me ha dicho que tu Julieta ha estado mirándote toooodo el concierto —me dice alegremente—. Y, cuando estabais en la barra, incluso ella ha notado que le gustabas.

Quizá eso me alegra más de lo que debería.

—Deberías llamarla —sugiere Hunter.

Lo pienso un poco antes de esbozar una sonrisa amarga.

—No he podido pedirle el número porque su amiga ha querido salir corriendo —echo a Kev una mirada irritada.

—¿Y no hay forma de hablar con ella? —pregunta Ally con un mohín—. Para una vez que te interesas por otro ser humano...

—Gracias, Ally —ironizo.

—Bueno... —Kevin atrae nuestra atención—. Quizá haya una manera de... ejem... contactar con ella.

Lo miro al instante.

—¿Cuál?

—Lexi me ha dicho que mañana van a desayunar a una cafetería que conozco. Creo que quería invitarme con ellos, pero... bueno, ya no lo creo. ¡Aunque eso no quiere decir que no podamos ir nosotros y fingir un encuentro casual!

No puedo evitar mi mueca de sorpresa al mirar a Kevin. No me lo puedo creer, por fin me ha sido útil en algo.

Porque mañana pienso ir a esa cafetería.

Y espero no volver a irme con las manos vacías.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro