Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XXII

XXII - IMPACIENCIA

Jared se ha puesto los auriculares en uno de los asientos, así que yo me paso todo el viaje a Sacramento sentada con Hunter, Bruce y Ally. A Hunter se le ilumina la mirada cuando le pregunto cómo está su novia, se le ilumina la mirada y empieza a parlotear sobre ella. Es raro verlo ilusionado con algo que no sea comida o meterse con Kevin.

Bajamos del avión y el calor me da una bofetada en toda la cara que me despierta por completo. Esta vez voy directa a la limusina cuando veo la horda de fans acercándose. No quiero volver a tener miradas de odio grabadas en la memoria durante todo el viaje. Además, son muchos más que la última vez. Creo que Kevin no ha tenido otra idea que subir una foto a Instagram añadiendo su ubicación. En fin... es Kevin. 

Veo por la ventana que Hunter, Ally y Kevin intentan firmar todo lo que les ponen por delante, pero Jared me parece un poco menos predispuesto a hacerlo que el otro día. Se ajusta las gafas de sol y vuelve al coche el primero. Se deja caer a mi lado y se me hace un poco extraño que no haga ningún ademán de arrastrarse más cerca o de tocarme. Frunzo un poco el ceño y me acerco yo, a lo que me dedica una pequeña sonrisa, pero se siente extraña.

El  hotel es un poco más grande que el anterior y, por lo que he oído, el concierto también lo será, así que tienen que ir a un escenario especial. Vamos a verlo tras dejar las maletas y me da la sensación de que a Jared le pasa algo, pero no me atrevo a acercarme a interrumpir el ensayo y preguntárselo. Además, sigo sintiéndome un poco rara al estar aquí.

Así que no digo nada. Echo unas cuantas fotos y luego volvemos al hotel. Está a diez minutos en coche. En el trayecto, nadie parece tener muchas ganas de hablar. Jared se ha vuelto a poner los auriculares. Me acerco y apoyo la cabeza en su hombro, a lo que me mira. Está un poco... ¿decaído? No sé cómo explicarlo. Por algún motivo, no quiero preguntárselo directamente, así que voy por otro lado. Estiro la mano y le quito un auricular.

—¿Te pongo una canción?

Sonríe un poco y me ilusiono. Sin embargo, toda la ilusión desaparece cuando niega con la cabeza.

—No hace falta —me dice, y creo que es lo primero que me ha dicho en todo el día.

Y también es la primera vez que me dice que no a eso. Vuelve a ponerse el auricular y se acomoda para que pueda apoyarme mejor en él. Estoy un poco confundida y miro de reojo a Cris, que está ocupada hablando con Bruce y no se ha dado cuenta de nada.

En cuanto llegamos a la habitación, le digo que voy a por algo de comer y cruzo el pasillo hasta llegar a la habitación de Cris. Ella me abre sorprendentemente rápido.

—Oh, hola, querida.

—Hola... eh... ¿puedo pasar?

—Sí, claro. ¿Ocurre algo?

Entro en su habitación y veo que tiene dos camas. Me siento en la que no está ocupada y me miro las manos. Ella se acerca y se cruza de brazos delante de mí, intrigada.

—¿Cuáles son...? —a ver, ¿cómo pregunto esto?—. ¿Cómo sabéis si Jared está a punto de tener... un episodio?

La pregunta la pilla un poco por sorpresa. Se que me queda mirando un momento, sin saber qué decir.

—Bueno, es complicado —murmura finalmente—. Depende mucho de él. Normalmente, se da cuenta por sí solo y se aleja de nosotros.

—¿Cómo se aleja exactamente?

—Depende de tantas cosas que... —se detiene y me mira—. ¿Está todo bien? ¿Se está comportando de forma extraña?

—No exactamente —suspiro pesadamente—. Bueno, hoy... creo que solo hemos intercambiado dos palabras. Se ha pasado el día con los auriculares puestos y lo he notado... bastante... no sé... bastante decaído.

Hay un momento de silencio. Ella se golpea el mentón con el dedo índice, pensativa.

—¿Le has mirado los ojos?

—No —confieso y me doy cuenta de un pequeño detalle—. Llevaba las gafas de sol cada vez que se acercaba a mí.

—Pues... sí que suena como si fuera a tener uno —se vuelve a cruzar de brazos—. Mierda. Supongo que ha durado demasiado tiempo bien.

—¿No hay algo que podamos hacer? —pregunto, intrigada. Es imposible que no haya nada.

—Sí, intentar obligarle a tomarse la medicación, pero no lo conseguirás. Ya te lo digo ahora —suelta una risa sin una pizca de gracia, sacudiendo la cabeza—. Es demasiado cabezota.

—Podría intentarlo.

—No —me asegura enseguida—. Brooke, cariño, conozco a ese chico desde hace demasiado tiempo. Sé lo que pasará si empiezas a insistirle en hacerlo. Se negará todavía más.

—¿Y qué hago, entonces? ¿Nada?

Se lo piensa un momento antes de suspirar.

—No lo sé. Tú solo... no lo sé. Nunca habíamos pasado por esto en época de conciertos. Habíamos tenido suerte hasta ahora. Quizá deberías llamar a su hermana. Ella suele estar con él en los episodios. Sabrá qué hacer. O intenta apoyarlo. Ya sabes, que no se sienta solo. 

—Sí, creo que haré eso —murmuro, un poco abatida. Me pongo de pie—. Gracias por hablar conmigo.

—Para eso estoy aquí —me pone una mano en el hombro para acompañarme a la puerta—. Si necesitas algo más... ya sabes dónde encontrarme.

—Gracias, Cris.

Cruzo el pasillo de nuevo y me detengo en la cocina de la suite para agarrar algo de comer. Hay que disimular. Jared se está duchando cuando entro en la habitación. Aprovecho para agarrar el móvil y buscar el nombre de Cassie en mis contactos, pero me detengo de golpe cuando oigo la puerta del cuarto de baño abriéndose y cerrándose. Me giro con mi cara más inocente que puedo reunir ahora mismo y veo que él se está terminando de poner una camiseta. Se me hace raro ver que se pone algo para dormir. Normalmente... bueno, no se molesta en ponerse nada.

Y vuelvo a sentir la necesidad de rellenar el silencio.

—Lexi me ha pedido que vigile a Kevin para que no se acerque a ninguna chica —sonrío un poco, sentándome en la cama y señalando el móvil.

—Pues buena suerte con eso —murmura.

—Sí, creo que ahora mismo está en su habitación con una chica.

Espero una respuesta, pero no llega. En su lugar, veo que va a su mesita de noche y la abre, sacando unos auriculares. Se mete en la cama y noto que me mira de reojo cuando suspiro y voy a mi maleta. Saco mi pijama —que no he usado en todo el tiempo que llevo con ellos— y me lo pongo lentamente, esperando que diga algo. No lo hace.

Voy a la cama con él y veo que tiene los ojos cerrados mientras escucha música. Me estiro para apagar la luz y veo su silueta. No se ha movido en absoluto. No ha hablado. Ya no puedo más con esto.

—¿Jared?

Me mira y me da la impresión de que sus ojos si que están un poco oscuros, pero es difícil decirlo con tan poca luz. Además... no parece acelerado, ¿no? La última vez que lo vi así, lo estaba. Entonces, ¿qué le pasa? Quizá se sienta al contrario. Decaído. Sí, eso explicaría lo de hoy.

—¿Estás... bien? —pregunto torpemente.

Él frunce un poco el ceño.

—¿Por qué preguntas eso?

—Has estado todo el día un poco... apagado.

Aparta la mirada y veo que sus hombros se tensan un poco cuando se pasa una mano por la cara. No puedo evitarlo y me acerco, sentándome a su lado. Vuelve a clavar sus ojos en los míos y es evidente que sí están más oscuros que ayer. Y odio no poder hacer nada para impedirlo. Aunque voy a intentarlo, claro. 

—Jared... —empiezo, tan suavemente como puedo—, creo que deberías... sé que no te gusta lo de los medicamentos, pero...

—No —me corta, mirándome fijamente.

—Pero...

—No —repite—. No voy a discutirlo.

Suspiro y asiento con la cabeza. Genial, ahora está cabreado. Tengo que cambiar de estrategia. Ojalá lo suficientemente buena hablando como para decirle lo que quiero decirle, pero no lo soy.

Aunque... quizá una canción sí lo sea.

—¿Quieres escuchar otra canción de mi lista? —pregunto.

Me da la sensación de que eso hace que se relaje cuando se gira hacia mí.

—Sorpréndeme —me dice con media sonrisa.

Menos mal. No sabía que me gustara tanto esa sonrisa hasta que he dejado de verla. Me tumbo de nuevo a su lado y tomo su móvil. Busco la canción que tengo en mente y apoyo la cabeza en su hombro cuando me pone un auricular en la oreja.

—¿Vas a ponerme algo de los Backstreet Boys? —pregunta.

Sonrío pese a que me da la sensación de que solo intenta bromear para que me olvide de que le pasa algo.

—No, esta vez no.

—Estoy un poco decepcionado, Rocky.

—Cállate y escucha.

—Eres la ternura personificada.

Sonrío y miro la canción que he elegido. Una que no creí que fuera a ponerle nunca, pero... aquí estamos. Look after you, de Aron Wright. Dudo un momento antes de pulsar sobre ella y escuchar las primeras notas. Jared sigue a mi lado y decido no mirarlo porque sé que estará escuchando cada palabra.

When you think you're all alone

I'll wrap you up and I'll take you home.

No matter what you're going through

I will look after you.

Normalmente no diría algo así a nadie, pero no puedo soportar verlo decaído. Ni por un día, ni por una hora. Necesito que se sienta mejor. Y creo que esto es lo único que puede funcionar.

Dejo de escuchar el resto de la letra. No importa. Él es quien tiene que escucharla, no yo. Yo ya me la sé de memoria. Cierro los ojos hasta que las últimas notas dejan de sonar y me atrevo a levantar por fin la cabeza. Jared tiene la mirada clavada en mí, pero no sé leer su expresión, como de costumbre. Como no sé qué hacer, me arrastro un poco hacia arriba y me quedo con la cara a la misma altura que la suya. Sigue sin decir nada. Ojalá pudiera saber lo que pasa por su cabecita.

Me inclino hacia delante y me alegra ver que no se aparta. De hecho, cuando le beso en los labios, me corresponde y deja que le acaricie la mejilla. Solo quiero... que sepa que estoy ahí para él.

Y las palabras salen de mi boca antes de que pueda siquiera pensar en detenerlas.

—Te quiero.

Durante un momento, ninguno de los dos dice nada. Él tenía los ojos clavados en mis labios, pero los sube de golpe a los míos y me da la impresión de que se le oscurecen al instante, pero es difícil saberlo. Creo que va a decir algo, pero no quiero oírlo. Me da miedo hacerlo. Así que lo corto con un beso y apoyo la cabeza en su hombro de nuevo, dando por cerrada la conversación.

Tras unos segundos, cierro los ojos y noto que su cuerpo se relaja bajo el mío.

***

Abro los ojos sin muchas ganas y los recuerdos de anoche hacen que me gire inmediatamente hacia el lado de la cama de Jared. Está vacío. Oh, no. 

Y le dije que le quería.

Sí. Oh, no.

Oh, mierda. ¿Por qué soy tan torpe? Lo he asustado. Estoy segura de ello. Me incorporo de golpe con ganas de llorar porque no hay rastro de él. 

Gateo hasta el borde de la cama y frunzo un poco el ceño al ver que su maleta sigue ahí. Bueno, claro, está en su gira. Soy yo la que debería irse, supongo. Mierda, ¿está enfadado conmigo? No quiero que esté enfadado conmigo. ¿Estará peor? Oh, Dios, ¿y si está peor por mi culpa? Soy una maldita idiot...

Detengo el hilo de mis pensamientos cuando la puerta se abre de golpe. Me quedo mirando a Jared, que entra silbando una melodía con ropa de deporte. Mi cara debe ser un poema, porque cuando levanta la cabeza y me ve esboza una sonrisa divertida. Se quita los auriculares de un tirón y se acerca a mí.

—Parece que has visto un fantasma, Rocky.

Quizá le habría puesto mala cara en otra ocasión, pero ahora mismo no puedo hacerlo. Simplemente, me quedo mirándolo sin entender. Por lo que lleva puesto, supongo que ha ido a correr. ¿A correr? ¿No estaba...? ¿Quiere decir eso que está bien otra vez? ¿Lo de anoche funcionó?

—Yo... —no sé qué decir.

—Tengo tanta hambre que podría comerme un maldito restaurante entero —lanza el móvil de malas maneras a la cama y rebota peligrosamente cerca del borde.

—¡Ten cuidado! —protesto—. Imagínate que se te cae, idiota.

—Me compraría otro —sonríe ampliamente.

—Ugh, qué asco da la gente rica.

Escucho que se ríe mientras me estiro para dejar su móvil en la mesita de noche, lejos del peligro. Sin embargo, ya no se está riendo cuando me doy la vuelta. De hecho, me está mirando fijamente... oh, oh. De esa manera. Alerta roja.

—¿Por qué nunca te había visto con ese pijama? —pregunta con una sonrisa maliciosa, acercándose a mí.

Miro hacia abajo y me pongo roja sin saber muy bien por qué. Tampoco es que sea la gran cosa. No enseño nada.

—Normalmente no me molesto ni en ponérmelo porque sé que me lo vas a quitar —le digo en tono acusatorio.

Él sonríe aún más y clava una rodilla en la cama, acercándose a mí. Se me tensa todo el cuerpo —en el buen sentido— cuando engancha el borde de mis pantalones cortos con un dedo, tirando de mí hacia él. No se detiene hasta que tiene mi cara justo delante. Y no me suelta.

—La verdad es que no está mal, pero me gusta mucho más lo que hay debajo.

Es justo en ese momento cuando me doy cuenta de que vuelve a tener los ojos oscuros. Abro la boca para decir algo, pero se inclina hacia delante y me besa de tal manera que mi cerebro se queda en blanco. Antes de poder reaccionar, ya me tiene debajo de él contra la cama. Y no sé cómo demonios consigo distraerme un momento de sus manos para pensar con racionalidad.

—Jared... —murmuro cuando empieza a besarme el cuello con bastante más intensidad que de costumbre—, tienes ensayo, no sé...

—Que le den al ensayo —masculla, prácticamente arrancándose la camiseta.

Y se lo ha tomado enserio. Porque no hemos salido de la habitación en toda la mañana.

Llega un punto en el que casi tengo que suplicarle que me deje ir a por algo de comer. Sonríe ampliamente y me sigue hacia la cocina, donde abre la nevera y empieza a arrasar con todo lo que encuentra. No puedo evitar una mueca divertida cuando lo veo.

—¿Qué? —me pregunta con la boca llena.

—Parece que no has comido en diez años, relájate.

Se sienta en una de las sillas y deja todo lo que ha recogido en la mesa. Me acerco, curioseando todo.

—¿Hay algo para mí?

—¿Yo no soy suficiente?

Lo empujo ligeramente por el hombro, riendo, y él me atrapa con un brazo con una gran sonrisa para que me siente en su regazo. Deja la comida a un lado y se inclina para besarme en la sien, en la oreja, en la mandíbula... intento apartarme, riendo, pero no sirve de nada.

Y, justo en ese momento, Ally abre la puerta de la suite de un golpe. Dejo de reír al ver su cara de enfado, pero Jared no me suelta. Ella se planta justo al otro lado de la mesa con los brazos en jarras. Kevin y Hunter la siguen, pero parecen bastante más desinteresados.

—¡¿Se puede saber dónde has estado toda la mañana?! —le pregunta ella a Jared, que la ignora categóricamente para sujetarme mientras yo me retuerzo para alejarme, avergonzada.

—Qué pregunta más tonta —Hunter empieza a reírse, robándonos un poco de comida y sentándose a nuestro lado.

Ally sacude la cabeza y yo consigo librarme del brazo de Jared para sentarme en una silla. Él suspira pesadamente y se gira hacia ella.

—¿Qué? —le pregunta como si fuera la culpable de todos los problemas de su vida.

—¡Tienes que ir a los ensayos!

—Voy cada día.

—¡No, porque si fueras cada día, hoy habrías...!

—Oh, déjame en paz.

—¡Jed, también estás haciendo que Brooke tampoco pueda trabajar, esto es serio!

Kevin, ella y Hunter me miran, aunque parece que solo ella quiere que diga algo. Entreabro los labios, pero no sé qué decir.

—Brooke está bien —le asegura Kevin, riendo maliciosamente.

—Sí, muy bien —Hunter también se ríe.

Y Jared también. Genial. Me pongo roja. Eso solo cabrea más a Ally.

—¡Sois unos infantiles! ¡Hemos contratado a Brooke para que pueda cumplir con su obligación, no para que...!

—Ally —Jared no se molesta en mirarla—, vive un poco. Hay cosas más allá de tus estúpidos ensayos.

—¿Que yo...? ¡Es tu empleada!

Jared sonríe ampliamente y me rodea el cuello con un brazo, atrayéndome hacia él. Le brillan los ojos con malicia.

—Es verdad. Soy tu jefe. No me acordaba.

—Eso no quiere decir que vaya a escucharte más —protesto.

—¿Qué se siente al haber hecho todo lo de antes con tu jefe? —me pregunta, divertido, en voz baja a la oreja.

Menos mal que nadie más lo ha oído, porque creo que podrían freír huevos en mi cara. Él se ríe a carcajadas al ver mi expresión.

—Genial —Ally pone los ojos en blanco—. Pues nada. Haced lo que queráis. Si resulta que el concierto es un maldito desastre, ni se os ocurra venir a decirme nada. Yo ya lo he adver...

—Podríamos hacer un poco de turismo —opina Hunter—. A todos nos vendría bien un día libre.

—¡¿Un día libre?! —repite Ally, desquiciada.

—Oh, un día libre...—murmura Kevin—. Estoy cansado de tanta fama. Quiero ser un chico normal por un día.

Hunter lo mira.

—Eres demasiado anormal como para ser normal.

—¿Alguien me está escuchando? —protesta Ally.

—¿Y vosotros, tortolitos? —pregunta Hunter mirándonos.

Jared me observa, esperando una respuesta. No voy a sobrevivir a otras tres horas encerrada en esa habitación. Mejor ir a dar una vuelta.

—En realidad, yo solía vivir aquí.

Hay un momento de silencio de sorpresa al que solo no se une Jared, que ya lo sabía. Ally incluso se olvida de su cabreo por un instante.

—¿Aquí? ¿Como... cerca de aquí?

—Bueno, no cerca. En las afueras de la ciudad. Pero sé guiarme.

—Pues ya tenemos guía turística —anuncia Hunter felizmente.

***

Tengo que taparme los oídos cuando la última canción deja de sonar. Mierda. ¿Es cosa mía o el público es cada vez más ruidoso? Cris, a mi lado, pone una mueca y se mete en el camerino para poder seguir hablando por teléfono. Yo, por mi parte, me quedo esperando a que vuelvan. El concierto ha sido el mejor hasta ahora. Y eso que ayer nos pasamos todo el día yendo de un lado a otro por la ciudad. 

Jared es el primero en llegar y casi me caigo de culo al suelo cuando me engancha con un brazo y me da un beso que me deja mareada. Ha estado así los tres días antes del concierto. Sé que está acelerado, pero es... bastante mejor de lo que creía. Llega a ser incluso divertido. Y te aseguro que es mucho más cariñoso que de costumbre. Aunque hoy está especialmente acelerado. Acaba de demostrármelo solo con ese beso.

—¿Te ha gustado? —me pregunta, mirándome con una mano en la guitarra y la otra en mi nuca.

—Ha sido el mejor hasta la fecha —sonrío.

Sus ojos están más oscuros que nunca. Los baja a mis labios y luego los vuelve a mis ojos. Tiene la respiración acelerada cuando tira de mí hacia el camerino. Los demás ya están comiendo y dejando los instrumentos a un lado. Hunter lanza las baquetas a una caja repleta de ellas y un chico se las lleva al coche.

—¿Dónde es la fiesta esta noche? —pregunto. Si no recuerdo mal, este concierto tiene celebración.

—En el bar del hotel —me dice Ally—. Qué bien. Voy a poder emborracharme sin miedo a no saber volver a mi habitación.

Jared deja la guitarra en las manos de una chica que pasa por ahí con su funda y vuelve a engancharme para guiarme hacia la limusina. Los demás nos siguen de cerca. Veo que suben los instrumentos a un coche aparte y nosotros nos quedamos en la limusina. Kevin está entusiasmado cuando abre una botella de champán y empieza a servir copas a todo el mundo. Y se pasa el maldito camino entero parloteando sin parar de lo bien que lo han hecho.

Casi estoy aliviada cuando llegamos al bar del hotel. Está lleno de gente con camisetas de su grupo. Yo misma llevo una. Y me da la impresión de que Jared la ha estado mirando más que de costumbre. Veo que se acercan dos fans a nosotros y él los evita estratégicamente, dejando a Kevin en medio. Él se pone a parlotear con ellas mientras nosotros vamos a la barra. Jared apoya ambos brazos en ella y pide algo al camarero, pero no puedo oírlo por el sonido de la música.

Y... Kevin ya se está besando con una de esas chicas. Qué rápido es este chico, por Dios.

—Es una batalla perdida —me dice Jared sobre el ruido de la música.

—Pobre Lexi —murmuro. Aunque, en el fondo, prefiero que sea un capullo ahora para que lo deje y no le haga daño.

Me giro cuando noto que Jared se acerca a mí y veo que tiene dos chupitos de tequila, un salero y dos trozos de limón. Levanto las cejas, sorprendida.

—¿Vas a beber?

Me sonríe, extrañado, mientras atrapa el salero.

—¿No es una noche de celebración?

—Sí, pero...

—Venga, tómate tú el primero.

Me lo pasa con lo demás y yo me quedo quieta un momento.

—Eh... nunca he tomado uno de esos. ¿Qué va primero?

Empieza a reírse y me acerca rodeándome con un brazo. Agarra el salero y yo le doy mi mano cuando me la pide. Me pone un poco de sal en el dorso.

—Lame eso, bébete eso otro y luego muerde la rodaja de limón.

—¿Lamer sal? —pongo una mueca.

—Inténtalo, vamos —dice, divertido.

Hago lo que me dice y pongo una mueca cuando noto el asqueroso líquido bajándome por la garganta. Me apresuro a morder el limón y el sabor calma el ardor del tequila. Sacudo la cabeza, un poco asqueada.

—¿Qué tal? —pregunta.

Bueno, eso ha estado mejor que el otro. Miro su vaso. No creo que deba beber, ¿no?

—¿Puedo tomarme otro? —sonrío ampliamente.

Él parece divertido cuando asiente con la cabeza, cediéndome el suyo. Al menos, así no bebe él. Cuando me lo termino, suelto un suspiro y lo agarro de la mano.

—Vale, ya estoy lista para hacer el ridículo bailando.

Él empieza a reírse, pero me sigue con los demás a la pista de baile. Me meto entre la gente como puedo y las luces empiezan a marearme un poco, pero las ignoro y consigo situarme en un sitio ahí en medio donde no me dan empujones de todas partes. Me doy la vuelta hacia Jared y veo que me está sonriendo. Tira de mi mano hasta que me tiene justo delante y me rodea la cintura con ambos brazos, por lo que yo hago lo mismo con su cuello.

No sé cuánto tiempo estoy con él bailando y haciendo el tonto mientras se ríe y parece genuinamente divertido. Solo sé que el tequila se me sube a la cabeza muy pronto y la cabeza me da vueltas cuando tiro de él hacia la barra. Esta vez, me pido uno de jagger. No voy a poder seguir soportando el sabor del tequila. Él se pide uno de esos, sin embargo. Quizá estoy un poquito demasiado contenta como para preocuparme de que esté bebiendo alcohol.

Me sonríe cuando ve que me termino el mío y lo dejo en la barra.

—Vamos a hacer que beber sea lo mejor de mi vida —murmura.

Veo que agarra el salero y me aparta el pelo del cuello, haciendo que yo lo ladee un poco. Me muerdo el labio, divertida, cuando me pone un poco de sal en él. Sus ojos se clavan en los míos justo antes de inclinarse hacia delante y pasarme la lengua por él. Me sujeto a su camiseta para no caerme, y no es precisamente por el alcohol. Solo con eso ya tengo el corazón latiéndome a toda velocidad. Él se aparta y no despega los ojos de los míos cuando se traga el contenido de su pequeño vaso. No se molesta en agarrar el limón.

—¿Cómo puedes bebértelo sin más? —pregunto, incrédula, al ver que no pone ni una mueca.

—Experiencia —se encoge de hombros alegremente.

—Experiencia —repito, sacudiendo la cabeza.

De pronto, estoy envalentonada, me acerco a él y le paso una mano por el pecho. Él parece mucho más interesado en la conversación.

—¿En qué más tienes experiencia? —ladeo la cabeza.

Sonríe, sacudiendo la cabeza, y me aprisiona contra la barra con ambos brazos, por lo que no tengo escapatoria cuando se inclina hacia delante y me besa con ganas. Tampoco es que quisiera hacerlo. Hundo las manos en su pelo y le muerdo el labio inferior cuando intenta separarse. Tiene una sonrisa en los labios con cuando lo consigue. Ni yo sé de dónde estoy sacando esta valentía tan repentina.

—Tenemos que beber más a menudo —murmura, negando con la cabeza.

Hace un gesto al camarero y se sirve otro vaso.

Creo que no nos movemos de ese rincón de la barra en lo que queda de fiesta. Básicamente nos besamos, bebemos, y seguimos besándonos. Bueno, él bebe. Yo he dejado de hacerlo después del tercero, que ha sido hace un buen rato, y la cabeza sigue dándome vueltas. No entiendo cómo tiene tanto aguante. No sé cuánto ha bebido y ahí sigue, besándome como si nada.

Y yo ya no puedo más. Hemos estado así por una hora. Me arde todo. Solo quiero subir a la habitación. Y justo le ha tenido que dar ahora por decirme que no y que espere, al asqueroso. Intento usar toda mi artillería pesada besando, mordiendo y acariciando sus labios y su cara, pero no sirve para nada. Se limita a sonreír y pedirse algo más.

Al final, me harto y decido dejarme de sutilezas. Él se está terminando otro chupito cuando le doy un tirón en el brazo, ya enfurruñada. Se apresura a dejar el vaso vacío en la barra antes de dejarse guiar felizmente hacia la salida de la discoteca. Llamo al ascensor y nos subimos los dos. Su mirada se clava en la mía al instante.

—Alguien está un poquito impaciente —me dice en voz baja, divertido, acercándose.

Apoya ambas manos en la barra del ascensor, junto a mis caderas.

—Alguien insiste en hacerse el estrecho siempre que yo quiero ir a una cama —mascullo de mala gana.

Jared empieza a reírse y se encoge de hombros.

—Es divertido verte un poco frustrada.

—Serás...

Me corta el insulto inclinándose hacia delante y besándome. Y no sé si es por el alcohol o qué, pero juro que estaría dispuesta a hacerlo aquí si no estuviéramos a menos de un minuto de nuestra habitación. Él me pasa las manos por la espalda por debajo de la camiseta y se me eriza el vello de la nuca. ¿Por qué este maldito ascensor es tan lento?

Por fin, las puertas se abren y saca la llave de la cerradura. Oh, él también está impaciente. Bien, no soy la única. Mejor. Seguimos besándonos cuando intenta acertar con la llave en la puerta, pero no lo consigue y empiezo a reírme.

La puerta de la suite se abre al tercer intento y veo que la cara malhumorada de Hunter aparece.

—Madre mía, relajaos un poco. Ya tendréis tiempo de sobra para hacer guarrerías en la habitación.

Pone los ojos en blanco al ver a Jared con pintalabios por toda la boca y a mí con el maquillaje hecho un desastre y la camiseta arrugada. Jared me mira y sonreímos a la vez antes de que me arrastre con él a la habitación. Cierro a mi espalda y me quito la camiseta para lanzarla a un lado al mismo tiempo que él se sienta en la cama y me imita. Se me hace la boca agua al ver los tatuajes de su pecho. ¿Por qué es tan guapo? Es caso molesto.

Hago un ademán de acercarme para sentarme encima de él, pero tira de mi brazo para dejarme tumbada en la cama. Sonrío cuando me besa el estómago, deshaciendo el botón del pantalón corto y deshaciéndose de él rápidamente junto con mi ropa interior. Yo me quito el sujetador y lo dejo a un lado. Jared se desabrocha el cinturón y se quita toda la ropa restante.

Normalmente, está un buen rato con los preliminares, tomándose su tiempo para llegar a hacer que le suplique que acelere el ritmo. Entonces, sonríe y lo hace. Sin embargo, esta vez, creo que tiene más prisa que yo. Se inclina hacia delante separándome y me separa las rodillas. Me besa mientras yo le rodeo de brazos y piernas. Noto que me pasa un dedo entre las piernas y sonríe antes de colocarse justo donde quiere. Cuando me sujeta la cadera y empuja hacia delante, contengo la respiración un momento. ¿Por qué cada vez que hace eso me da la sensación de que se siente mejor?

Aprieto las piernas en su cintura cuando empieza a moverse, instándole a que lo haga con más velocidad, pero hace caso omiso y, en su lugar, se echa hacia atrás atrayéndome con él y se queda de rodillas en la cama conmigo todavía rodeándole la cintura con las piernas. Me sujeta con una mano en el culo y otra en la nuca. Yo suelto un jadeo. Nunca lo había hecho así, pero se siente... whoa.

Le sujeto la cara con ambas manos y marco yo el ritmo, haciendo que su respiración se acelere cuando empiezo a mover las caderas. Me aprieto aún más contra él, teniendo que apoyarme con una mano en la cama para no perder el equilibrio. Puedo ver en sus ojos todo lo que no me está diciendo y eso solo hace que me encienda aún más. Lo atraigo para besarlo y vuelve a dejarme con la espalda en la cama. Se inclina hacia delante y pega su pecho al mío, besándome y aumentando el ritmo. Hundo la cara en su cuello cuando noto que me acerco y no quiero hacer ruido. Entonces, noto el gusanito bajándome por la espalda y aprieto las piernas a su alrededor, levantando la cadera de la cama para pegarme todavía más a su cuerpo. Él suelta un gruñido que creo que es mi nombre y clava un puño en la cama mientras noto que también termina.

Hay unos momentos de silencio después de eso. Baja la cara hacia mi clavícula y hunde la cara en la curva de mi cuello. Yo le acaricio la espalda, intentando controlar mi propia respiración. Seguro que nota mi corazón acelerado bajo el suyo.

Llega un punto en el que creo que se ha quedado dormido, pero justo cuando estoy a punto de intentarlo yo también, levanta la cabeza y me sujeta la mandíbula con una mano, dándome un beso suave en los labios. Le sonrío, pero vuelve a hacerlo todavía más suavemente y frunzo un poco el ceño, extrañada. ¿A qué viene esto ahora?

Él suspira y apoya su frente en la mía. Tarda unos segundos en subir los ojos a los míos. 

—Yo también te quiero, Brooke.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro