Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XVI

XVI - CELOS

Dos semanas.

No ha dado señales de vida. Yo tampoco se las he dado a él, claro.

Me doy asco a mí misma por estar tan triste por ello.

Intento convencerme de que todo fueron imaginaciones mías. Que no sentía nada por mí. Es más fácil odiarlo. Pero no quiero odiarlo. Solo quiero que me sea indiferente. Quiero que me dé igual ver un cartel de su maldita banda en cualquier pared de la Universidad. Quiero que no me importe oír a las chicas de mi clase hablar de él.

Quiero. Olvidarme. De. Él.

Mi clase ha sido horriblemente lenta esta mañana. Soy la única sin tener siquiera la más mínima idea de qué tratará su proyecto. Todo el mundo ha reído cuando un chico de la clase me ha sugerido que usara la foto de la revista en la que me enrollaba con Jared. No sé cómo no me he puesto a gritarle. El profesor Adams, muy amablemente, le ha sugerido que se preocupara primero con su proyecto, el cual seguía todavía muy incompleto.

Y yo... he mirado mi móvil otra vez antes de darme cuenta de que, si me hablara, probablemente no le contestaría. Yo misma lo quise así. Y sé que es lo correcto.

La señora Wells ha estado presente durante el trabajo y también he tenido que controlarme para no sacar mis instintos asesinos y asestarle con la jarra de cerveza en la cara. Liam se ha dado cuenta varias veces de que estaba a punto de explotar y ha distraído a Wells con sus encantos naturales, cubriéndome.

No he hablado con nadie de Jared. De hecho, apenas he hablado con nadie de nada. Me da la sensación de que he estado demasiado ocupada con las clases, el trabajo y mis propios lamentos al escuchar canciones que él me envió. Además, sigo enfadada con Lexi por haberme dejado tirada, con Sam por llamarme zorra y... conmigo misma, en general.

A veces, me gustaría ser como Liam, que puede hacer lo que quiera con todo el mundo. A mí nadie me hace caso nunca.

Al final del turno, hago el recuento en caja mientras Liam canturrea por el local, subiendo las sillas. Estoy tan concentrada que doy un respingo cuando el teléfono del bar empieza a sonar.

—¿Respondo aunque ya hayamos cerrado? —pregunto.

—Lo que te dicte tu corazón —me sonríe ampliamente.

Me adelanto hacia el teléfono fijo y respondo sin muchas ganas.

—Ha llamado al Well's —digo con voz monótona—. ¿En qué puedo ayu...?

—Hola, nena.

Me quedo helada en mi lugar.

Mierda. Nick. Otra vez, no. Ahora, no.

Tardo unos segundos en contestar. Mi cerebro se ha quedado en blanco. Escucho su suave risa al otro lado de la línea.

—Siento haberte llamado al trabajo —continúa—, pero pensé que no me responderías si te llamaba al móvil.

—Pues no —murmuro.

—Me alegra oír tu voz.

No digo nada. Trago saliva.

—Estoy cerrando, Nick —le digo, fría.

—Tengo que hablar contigo, Brooke.

—Tengo que colgar.

—Nena, ¡espe...!

Cuelgo con un poco más de fuerza de la necesaria. Liam me está mirando.

—¿Quién era?

—Nadie —le aseguro.

Debe saber que miento, pero tiene la consideración de fingir que se lo cree.

—Hoy no voy a poder llevarte a la residencia —parece sinceramente apenado, pero no me da lástima porque tiene una cita, como siempre, mientras yo sigo sola y solitaria—, ¿quieres que te pare un taxi?

—No hace falta —murmuro, viendo que la caja está bien—. Está a diez minutos andando, Liam.

—Pero ¿y si te atacan? —pregunta dramáticamente.

—Dudo que me ataquen, la verdad —digo, cerrando la caja—. Y, si lo hacen, tengo tanta rabia encima que se arrepentirán.

—Esa es mi chica favorita —me sonríe.

Al cerrar, cada uno se va por su lado después de que él me dé un beso en la mejilla. Me cuelgo la mochila del hombro mientras voy hacia la residencia intentando no pensar en ya todos sabemos quién. Esquivo una farola. Estoy tan distraída que voy a caerme de bruces al suelo y me mancharé la ropa.

Estoy a punto de alcanzar las escaleras de la residencia cuando escucho pasos a mi espalda. Me giro al instante, pero desearía no haberlo hecho.

Nick se acerca corriendo a mí. Creo que acaba de aparcar el coche. Verlo apareciendo me da tanta impresión que tardo unos segundos en reaccionar y acelerar el paso hacia la puerta.

—Mierda —mascullo, buscando las llaves en la mochila apresuradamente.

—Brooke —sube los escalones de dos en dos hasta plantarse a mi lado—, necesito hablar contigo.

Suspiro al no encontrar las llaves. Maldito bolso.

—No tengo nada que hablar contigo —mascullo.

Al verlo, me acuerdo de qué fue lo primero que vi en él. Es muy guapo. Tiene cara de niño bueno y el cuerpo un poco tonificado. Además del pelo rubio un poco largo y los ojos verdes. Solía adorar esos malditos ojos. Y todo de él. Ahora... solo desearía no tenerlo delante.

O que fuera un poco más alto, con tatuajes, el pelo oscuro, los ojos verdes y azules, expresión perdida... mierda, ¿por qué me entran ganas de llorar cada vez que pienso en él?

—Tengo cosas que hacer —recalco cuando veo que no se mueve.

—Puedo subir contigo —sugiere, cauteloso.

Suelto una risa irónica.

—No, no puedes —le digo, negando con la cabeza.

Entonces, mi instinto investigador se dispara.

—¿Se puede saber por qué sabes dónde vivo?

—No ha sido tan difícil imaginarlo —asegura.

—No, hay tres por el campus —doy un paso atrás—. ¿Me has estado siguiendo?

Mi voz suena aguda por la alarma. Él levanta las manos en señal de rendición al instante.

—Solo... vi dónde ibas a trabajar.

—¡Nick!

—Necesitaba hablar contigo, Estrellita.

Aprieto los labios.

—No me llames así.

Él suspira largamente. Aprieta y abre los puños, mirándome de arriba a abajo.

—¿Podemos hablar?

—No.

—Nena, por favor.

—No quiero hablar contigo.

—Solo cinco minutos —me asegura—. Te lo prometo.

—¿Por qué te crees que tu palabra vale algo después de toda la mierda que me hiciste pasar? —pregunto en voz baja.

—Sé que no vale nada —me dice enseguida—. Y también sé que necesito hablar contigo.

Aparto la mirada un momento, respirando hondo.

Al verlo, sigue viniéndome a la mente la idiota con la que se estuvo acostando durante nuestros tres últimos meses de relación. Y pensar que estuve con él tres años de mi vida... Tres años tirados a la basura con alguien que no me quería. Ahora, parecen una Odisea. En su momento, se me pasó volando. Y realmente llegué a sentir algo por él. Algo muy fuerte.

Hasta que se acostó con una chica de su clase. Repetidas veces. Y durante tres meses.

Por supuesto, ni siquiera le dejé explicarse. Y más después de lo de mis padres.

—¿De qué? —pregunto, al final.

Él suspira, aliviado.

—¿Podemos hablar arriba?

Miro la puerta un momento. No. No quiero. Estoy demasiado baja de defensas.

—No —le digo.

—Vale —accede—. ¿Y en un bar? ¿Puedo invitarte a una copa?

—Nick, mañana tengo clase.

—Te traeré pronto a casa. Tienes mi palabra. Y he venido con el coche. Podemos ir donde tú quieras.

Acabo de encontrar las llaves. Las meto en la cerradura con gesto triunfante.

—No. Buenas noches.

—Brooke, por favor —suplica de repente, cosa que no hizo ni cuando corté con él. Hace que me detenga—, dame otra oportunidad. Te prometo que esta vez no la cagaré.

—Nick —lo miré—, no confío en ti. ¿Qué no entiendes de eso?

—Inténtalo, por favor, te juro que no volveré a fallarte —me ruega, poniendo mi mano en su corazón—. Te sigo queriendo, Brooke.

Odio que me esté haciendo esto precisamente ahora. Después de que el idiota me haya mandado a la mierda. Principalmente, porque me siento sola e indeseable. Pero también porque necesito que alguien me de un poco de amor. No quiero que ese alguien sea Nick. No se lo merece. No se merece la parte en que le perdono, pero tampoco la parte en la que lo utilizo para olvidarme de otro.

No, no puedo hacer eso.

Y odio desear decirle que suba conmigo y lo hagamos por los viejos tiempos. Solo para sentir algo que no sea una mierda.

—Tengo que irme a dormir —le digo lentamente.

Él suspira y, por fin, libera mi mano.

—Vale —murmura, un poco triste—. Pero... que sepas que me he mudado por aquí. Estoy disponible. Cuando sea. Solo tienes que llamarme.

No digo nada. Él se acerca y me da un beso en la mejilla que se prolonga por unos segundos. Creo que quería que me girara y lo besara en los labios. Solía hacerlo cuando estábamos juntos solo para jugar y siempre terminaba sonriendo mientras me besaba en los labios, divertido. Pero no lo haré. Ya no estamos juntos

—Buenas noches —le digo, dando un paso atrás.

—Duerme bien, Estrellita.

No me giro al cerrar la puerta de nuevo y subir las escaleras, pero supongo que seguirá ahí. Digo que lo supongo porque no puedo notar sus ojos en mí. No como los de...

Vale, tengo que dejar de pensar en él.

Cuando cruzo el pasillo, veo que Lexi está besándose con el chico de la banda esa de las serpientes mientras tiene una mano en su nuca y otro en su culo. Se detienen en cuanto oyen mis pasos, pero hago un esfuerzo por ignorarlos y abro la puerta de mi habitación.

—Hey —escucho que me dice Lexi, acercándose.

Miro de reojo al chico, que me mira también antes de alejarse por el pasillo. No me gustan los miembros de esa banda. Lexi sigue a mi espalda, esperando una respuesta que no le voy a dar. Cuando hago un ademán de cerrar la puerta, ella pone el pie, frunciendo el ceño.

—Vamos, algún día tendrás que perdonarme —protesta, entrando y cerrando a su espalda.

—¿Y qué quieres que te perdone? —también le frunzo el ceño—. ¿Que me dejaras sola con esos idiotas?

—Vamos, no creo que se portaran tan mal contigo, ¿no? Y Brent me dijo que Jed vino a buscarte, ¿no terminó bien la noche?

Ella está sonriendo mientras hace un gesto obsceno con las caderas. Sin embargo, se detiene al ver que yo aprieto los labios.

—Lexi, ¿no te das cuenta de que yo siempre estoy ahí para ti cuando me necesitas? —pregunto lentamente, enfadada.

—¡Y yo también!

—¡No, sabías que no quería estar con esos idiotas! ¡Y me dejaste sola con ellos! ¡Y borracha!

—¡Porque lo tenía todo listo para follar con...!

—¿Y qué hay de la noche del concierto de Jared? —espeto—. ¿Te crees que yo no quería quedarme con él cuando Kevin se fue con esas dos chicas y te dejo sola, borracha? ¡Pues sí, pero cuando te vi de esa forma, no lo dudé un momento y fui a por ti!

Hay un momento de silencio entre las dos. A Lexi se le encienden las mejillas cuando agacha la cabeza, cosa casi imposible en ella. Es de las personas menos vergonzosas que he conocido en mi vida.

—Vale, lo hice mal —admite—. Lo siento.

Me siento como si me acabara de quitar un enorme peso de encima.

—Está bien —murmuro.

—Pero, al menos, terminaste en casa de Jed, ¿no?

Esbozo una sonrisa triste.

—Siéntate, tengo que contarte algo.

***

Tres semanas sin saber nada de él. La música alta hace que me vibren los oídos. No recordaba que hoy tuviéramos una fiesta, pero aquí estamos. En pleno martes. La vida universitaria no conoce horarios, ¿verdad?

Y yo solo tengo ganas de emborracharme. Pero tengo que controlarme un poco. Estoy harta de la resaca estúpida. Miro mi vaso de agua fría mientras Liam, Keira y Lexi se mueven junto a los demás al ritmo de la música. 

He encontrado un pequeño sitio en el sofá. Tengo una pareja metiéndose mano por un lado y a otra riendo en voz baja al otro. Y yo estoy sentada en medio con la vista perdida en el mundo, tomando sorbitos de agua. Esto es deprimente.

Me pongo de pie y miro mi móvil. Sam me ha llamado esta mañana, pero no se lo he cogido. No he hablado con él o Riley desde el día en que me llamó zorra a la cara. No quiero saber nada de él. Menudo cretino. Ya vendrá a pedirme perdón si quiere.

Y... adivinad quién también sigue sin llamar. Y NO me importa.

Nick sí me ha hablado. Varias veces, de hecho. Me ha mandado mensajes deseándome buenos días, buen provecho a la hora de comer, suerte en un examen —sí, se acordaba, yo tampoco lo entiendo— y, más tarde, preguntándome cómo me ha ido el día.

Es... como si volviera a ser mi novio. De una forma retorcida y extraña.

Me apoyo en la encimera y me paso una mano por el pelo. 

Qué fácil sería volver con Nick. Echar un polvo y que me quitara a Jared de la cabeza. Después de todo, Nick siempre ha sabido qué se hacía. Y podría darme cierta estabilidad, ¿no? Parecía arrepentido. Y estuvimos casi tres años bien hasta que la cagó. Si vuelvo con él, tendría una excusa para olvidarme de Jared.

Además, Jared no era amor. Era... atracción. Atracción sexual. Quizá, si nos hubiéramos acostado, todo hubiera sido muy diferente. La química habría desaparecido en cuestión de días. Quizá, solo tengo que quitarme la libido de encima para poder olvidarme del estúpido de Jared.

Pero... ¿quiero usar a Nick de esa forma? No, no puedo hacerlo. Y eso que me lo he planteado muchas veces en una semana.

Pongo una mueca. Aunque lo hiciera, aunque lo intentara..., sé que no será lo mismo. Y lo peor de todo es que estoy segura de que cerraría los ojos y me imaginaría que quien me está tocando es otro. Y nadie se merece que le hagan eso.

Me voy la vuelta tras llenarme el vaso de alcohol. Me da igual todo. Necesito un poco de gasolina en las venas.

Y, justo en ese momento, me topo de frente con una chica de mi edad, con el pelo corto y oscuro, los ojos verdes y ropa cara. Ella se queda mirándome con la misma expresión de estupefacción que yo la miro a ella. Cassie. La hermana del estúpido.

Durante un instante, no sé si me reconocerá. Mejor dicho: sé que me ha reconocido, pero no sé si me hablará. Después de todo, no he sido la novia de su hermano o algo así.

—Brooke —esboza una pequeña sonrisa.

Vale, pues sí que me habla.

—Hola, Cassie —la saludo suavemente antes de tragar saliva, incómoda—. ¿Qué haces aquí?

—Mi madre y yo nos hemos mudado en la ciudad —me explica—. Para estar cerca de Jed y todo eso, ya sabes.

—Sí, me dijo que vivíais algo lejos...

Hay un momento de silencio incómodo. Yo hago un ademán de alejarme para cortarlo, pero ella me detiene con la voz.

—Oye, Brooke —me doy la vuelta al oír mi nombre—, ¿te has peleado con mi hermano o algo así?

Me quedo en silencio unos segundos, confusa.

—¿Con Jared? Algo así —murmuro.

Tu hermano es un imbécil, cariño.

—¿Jared? —se acerca, intrigada.

—Sí... —murmuro.

Durante unos segundos, parece completamente descolocada.

—¿Te deja llamarle Jared? —añade.

Creo que es mi turno de quedarme descolocada. Frunzo un poco el ceño, confusa.

—Bueno... sí —me encojo de hombros—. ¿Hay algo malo en eso?

—¿Eh? —parece reaccionar—. No, no, claro que... eh...

—¿Por qué preguntas si nos hemos peleado? —añado al ver que se queda en silencio, incómoda.

—Es que... —de pronto, ya no parece la chica decidida que conocí. De hecho, cuando me mira, casi parece que me pide algo con los ojos—. Había tenido una muy buen temporada. Desde que te conoció.

Odio que el corazón me aletee con fuerza en el pecho.

—¿Una... buena temporada?

—Sí... él... —duda un momento, apartando la mirada—. Bueno, pensé que por fin... que te había contado que...

Se interrumpe cuando unas chicas chocan con nosotras. La sujeto instintivamente cuando están a punto de tirarla al suelo y tiro de su brazo, colocándola a mi lado. Tardo un segundo más en darme cuenta de que Kevin, el idiota de Kevin, acababa de pellizcarles el culo con el labio inferior entre sus dientes. Las chicas se van entre risitas y miradas y Kevin nos mira.

Menudo espectáculo.

—¡Brooke! —exclama felizmente—. Y Cassie. Vaya dos bellezas reunidas solo para mí.

—¿Solo para ti? —niego con la cabeza.

Ignora mi puesta de ojos en blanco, mirándome de arriba abajo mientras se acerca y Cassie enarca una ceja lentamente, gesto que me recuerda a alguien que no voy a mencionar.

—¿Qué es de tu vida? Hace mucho que no te veo por los ensayos.

—Hace tres semanas —recalco de mala gana.

—Sí, desde que Jared dejó de invitarte —ladea la cabeza—. ¿Le has dejado?

Levanto las cejas, sorprendida.

—¿Yo?

—Sí, bueno, ha estado muy cabizbajo.

—¿Él ha estado cabizbajo? —evito el comentario despectivo porque su hermana está a mi lado y no tiene la culpa de nada—. Pues que le aproveche. Él me dejó a mí. Si es que había algo que dejar, que no está claro.

Parece sinceramente sorprendido por unos segundos.

—¿En serio?

—Sí.

—¿Y por qué te dejó?

—Eso deberías preguntárselo a él.

—Vale —sube los ojos encima de mi cabeza—. ¿Por qué la dejaste, tío?

Oh, oh.

Ya puedo notarlo. No sé por qué no lo he hecho antes. Lo tengo justo detrás. Y me siento estúpidamente orgullosa de mí misma cuando me acuerdo de que me he puesto mi vestido negro rompedor. El que me deja la espalda completamente descubierta y es capaz de animarme en mis peores días.

—Kev —advierte él en voz baja.

Su voz me manda escalofríos por todo el cuerpo. Hacía demasiado que no lo veía. Que no lo oía. Tres largas semanas y dos eternos días. Intento disimular que mi cuerpo entero se ha puesto en marcha cuando Kevin me mira. Cassie, a mi lado, pasea la mirada entre ambos.

—Parece que alguien está de mal humor —bromea Kevin.

—Qué novedad —murmuro.

Kevin empieza a reírse, pero sé que Jared no. Noto su mirada abrasadora en mi cabeza y tengo que hacer esfuerzos monumentales para no darme la vuelta y mirarlo.

—Kevin —Cassie lo mira—, ¿por qué no te marchas? Estaba hablando con Brooke.

—¿Y tengo que irme solo por eso?

—Vete —le espeta Jared.

Kevin pone los ojos en blanco y se marcha perezosamente. Lo sigo con la mirada antes de girarme hacia Cassie, evitando directamente clavar los ojos en el idiota que tiene de pie al lado.

Sin embargo, puedo notar que ha apoyado en brazo en la pared, tan cerca que puedo sentir su maldito calor corporal en mi espalda. Cuando me muevo, le rozo el brazo con la piel desnuda y el vestido ya no me parece tan maravilloso. Especialmente, cuando irremediablemente levanto la mirada y me encuentro con la suya, que está clavada en mi vestido y juro que me siento como si no lo llevara.

Mierda, no, no, no. No voy a dejar que esto pase otra vez.

—Estaba comentando con Brooke que me he mudado aquí con mamá —dice Cassie, rompiendo el tenso silencio.

Jared por fin despega sus ojos de mí y siento que puedo volver a respirar. Doy un paso disimulado lejos de él.

—Ah, ¿sí?

—Sí. Seguro que alguna vez podéis venir a ver la casa juntos —añade, sonriéndome discretamente.

Oh, no creo que sea tan seguro.

Jared se gira hacia mí y, aunque puedo notar en qué centímetro de mi cuerpo está mirando exactamente, hago lo que puedo por ignorarlo.

—Seguro que tenéis mucho de lo que hablar —murmuro, sonriendo—. Os dejaré solos. Mis amigos me están esperando. Ha sido un placer poder verte, Cassie.

—Igualmente —me sonríe.

Me aparto sin mirarlo y sin decirle nada, pero veo su brazo tatuado a mi lado y se me seca la boca. Odio seguir reaccionando así en su presencia. Lo odio todo de él. Especialmente ahora. Vuelvo a la pista improvisada y veo que Liam se me acerca con una gran sonrisa.

—¿Qué pasa? —pregunta, divertido, al ver mi cara de espanto.

—Necesito hablar —mascullo.

Se acabó. Necesito contárselo a alguien que no sea Lexi.

—Muy bien —accede enseguida—. Ven al sofá.

Aparta a un chico medio dormido que continua en el suelo y los dos nos sentamos en el sofá vacío. Liam me mira, expectante, y yo me aseguro que de Jared no esté por aquí. Se me nubla la mente un momento cuando veo su espalda en la cocina. Está hablando con una chica. La chica le sonríe, pero no puedo ver su expresión. Seguro que él también está sonriendo. Como me sonreía a mí cuando me quería llevar a la cama.

Mi estómago se contrae de celos. Y no debería ser así.

Decido no seguir mirando para centrarme en Liam.

—Hace una semana que he vuelto a hablar con Nick. Y no puedo decírselo a Lexi sin que entre en cólera. 

Lo he dicho tan rápido que, por un momento, dudo que me haya entendido. Pero lo ha hecho. Abre los ojos como platos.

—Con Nick —repite—. ¿Con tu ex?

—De alguna forma, sabía dónde estaba viviendo. Se presentó y...

—¿Quieres que le dé una paliza?

—Liam, parece que ha cambiado y...

—Espera —me detiene con los ojos entrecerrados—, ¿por qué estamos hablando del idiota de Nick y no del guaperas tatuado que me atraviesa con la mirada desde la cocina?

Me pongo roja al instante en que me doy la vuelta y veo que le está mirando directamente, sin disimular. Y no le gusta lo que ve, está claro. Mejor. Que se joda. Está sujetando una cerveza y sus manos se curvan perfectamente a ella. Me tiemblan las rodillas cuando recuerdo esas manos en mi cuello. Mierda, no. Céntrate, Brooke.

Pero no quiero seguir mirándolo. Clavo los ojos en Liam, un poco agitada.

—Me dejó —murmuro.

Él tarda unos segundos en captarlo.

—¿Cómo que te dejó?

—Me dejó. Punto.

—Será una broma.

—No lo es —murmuro, un poco cabizbaja.

—Pero... ¿por qué? Si tenéis esa química tan... no sé. Es evidente que os queréis comer el uno al otro.

No puedo evitarlo y empiezo a reírme.

—Sí, dicho así suena genial.

—Bueno, ¿y por qué te dejó? ¿La cagaste, Brookie-pookie?

—No confía en mí —murmuro, perdiendo la sonrisa.

Él repasa la frase un momento antes de suspirar.

—Bueno, pero echar un polvo antes de decirte adiós no habría estado mal. Para quitarte las ganas, más que nada. Es lo que haría un caballero.

Sonrío, un poco triste.

Porque sé que lo que yo quería no era un polvo. Y eso es lo peor. Quería más. Mucho más.

Y Jared jamás me lo daría, ¿verdad?

—Oh, no —Liam me mira y empieza a reírse.

—¿Qué?

—Alguien se ha pillado...

—¿Pilla...? ¡No es verdad!

—Sí es verdad —me estruja las mejillas, divertido—. ¡Brookie-tookie está pilladísima!

—¡No es verdad! —repito como puedo, intentando quitarle la mano.

—Sí que lo has hecho —dice sonriente—. Mira que tienes mala puntería, ¿eh? Primero, el imbécil de los cuernos. Ahora, el imbécil de los tatuajes...

—Espero que el siguiente sea el imbécil que se enamore de mí —murmuro.

—Puedo enamorarme de mí si me lo pides —se lleva una mano al corazón—. O fingirlo. Como prefieras. Un polvo es un polvo.

—Gracias, Liam, pero creo que declinaré tan amable oferta —ironizo—. Además, Nick ya se ha ofrecido al servicio.

—Prefiero a Jared —asegura enseguida, mirándolo de reojo—. Sigue mirándome como si quisiera arrancarme la cabeza. Y a ti como si quisiera empotrarte contra una enc...

—Para —advierto.

—Es que hoy estás rompedora. No puedes culparlo

Sonrío, agradecida, pero dejo de hacerlo cuando se le ilumina la mirada con malicia.

—¿Qué? —pregunto, desconfiada.

—¿Quieres que hagamos que se cabree un poco?

—Nada me gustaría más —bromeo.

Lo mira de reojo, divertido, mientras desliza un brazo en el respaldo del sofá, detrás de mí, y se sienta tan pegado como puede. Yo pongo una mueca confusa.

—¿Qué haces?

—Jugarme la vida.

—Liam, ¿qué...?

Él se inclina hacia delante y me aparta el pelo del cuello, acercánose a mi oreja.

—Hacer que se irrite —me recuerda en voz baja—. Ríete.

—¿Eh?

—Que te rías.

—¿Por qué?

—Por el amor de Snoopy, Brookie, solo ríete.

En realidad, me ha hecho reír de verdad. Intento ocultar la sonrisa cuando él se separa y me coloca un mechón de pelo tras la oreja.

—¿Ves? —me dice—. Creo que hoy moriré a manos del señor tatuajes, pero al menos está siendo divertido.

—Creo que ni siquiera sigue mirándonos, Liam.

—Querida, tú no lo notas porque no tienes una mirada asesina en la frente —replica, poniendo los ojos en blanco.

No puedo evitar otra risa idiota. Hacía demasiado que no me reía. Sin embargo, dejo de hacerlo cuando él borra su sonrisa.

—Oh, mierda. Viene hacia aquí.

—¿Eh? —pregunto torpemente.

—¡Buena suerte!

—¿Eh? —repito—. ¡No, Liam, esp...!

Me quedo callada cuando se pone de pie y se marcha felizmente. Lo sigo con los ojos, desesperada, pero un cuerpo me tapa la mirada. Un cuerpo que conozco asquerosamente bien. Mi mirada resbala hacia arriba, por su pecho y cuello, hasta llegar a sus ojos. Y no está contento. Mejor.

¿Por qué es tan satisfactorio irritarlo?

—Brooke —murmura, mirándome las piernas.

¡Oh, no! Se me había olvidado el maldito superpoder que tiene con mi nombre. Me encojo visiblemente y parece que se le quita un poco la tensión de los brazos, pero me da igual.

No me puedo creer que lo esté haciendo otra vez. Follándose mi nombre con la voz. Y que me mire de esa forma. Casi siento que él ve que no llevo sujetador. Nunca me había sentido tan desprotegida por esa tontería.

—¿Puedo sentarme contigo? —pregunta.

—No.

Sonríe de lado y me recuerda mucho a la noche en que lo conocí. Su mirada es igual de intensa. Durante este tiempo, me había empezado a acostumbrar a ella. Es como volver a empezar de cero. Es agotador.

—Solo será un momento —me asegura.

Esta vez, no espera respuesta y se deja caer a mi lado. No deja de mirarme como lo hizo la primera noche. Y estoy más confundida que nunca. Hace tres semanas, me dijo que no quería nada conmigo. ¿A qué viene ahora mirarme así otra vez?

—Te ves bien, Brooke —me dice, suavemente.

No digo nada, tragando saliva. Odio mi nombre en sus labios. Odio lo que eso provoca.

Pero, cuando veo que el silencio se prolonga y vuelve a repasarme de arriba a abajo, no puedo soportarlo y hablo, apartando la mirada hacia cualquier punto que no sea él.

—Gracias —mascullo de mala gana.

Él me dedica una sonrisa de lado que me llega directamente al sistema nervioso. Vuelvo a mirar sus manos. Oh, esas manos... mierda. Solo son manos. Tengo que calarme.

—¿Cómo has estado? —pregunta, rozando mi pierna con la suya deliberadamente.

¿Es en serio? ¿Lo de la pierna otra vez? ¿Por qué le sigue funcionando? ¿Por qué dejo que le siga funcionando? Me aparto enseguida al sentir que mi estómago se retuerce. Él sigue observándome, impasible.

—Bien —miento descaradamente.

Jared esboza una sonrisa que me da a entender que sabe que no es cierto.

—Te sienta bien el rojo.

Me relamo los labios instintivamente y él clava la mirada en la lengua. Mi respiración se acelera. Y lo odio. Odio que me esté haciendo esto otra vez.

—¿Qué quieres? —pregunto atropelladamente.

Él me observa en silencio. Sus ojos se clavan en mí como fuego haciendo que mi piel arda. Aprieto las rodillas instintivamente.

—Muchas cosas —replica lentamente.

Intento no hacerlo, pero mi corazón se acelera lleno de una esperanza que odio al instante.

—¿Has cambiado de opinión tan rápido?

Él se detiene y levanta una ceja.

—No, Brooke.

—¿Y cuándo lo harás?

Silencio. Su mirada es cautelosa.

—Nunca.

Sonrío y niego con la cabeza, apartando su pierna por la rodilla cuando veo que vuelve a acercarla. Hace un ademán de sujetármela, pero me aparto. Lo escucho suspirar.

—Brooke...

—¿Te crees que seré tu polvo de una noche después de haberme tratado como me has tratado? —le digo de malas maneras—. Eres un maldito idiota, Jared.

Él sonríe un poco triste.

—Lo sé.

Nos miramos un momento y, por algún motivo, siento ganas de llorar. Trago saliva y clavo los ojos en cualquier lado que no sea él.

—¿Tienes algo que decir o solo has venido a molestar? —pregunto en voz baja.

—Tengo algo que decir —dice tras una breve y suave risa que hace que se me erice el vello.

—Pues dilo y vete.

—Te echo de menos, Brooke.

Silencio. Mi cuerpo entero se tensa al instante. Y no sé si es bueno o malo. Noto que él se desliza más cerca de mí. Trago saliva con fuerza, cerciorándome de que he oído bien.

—¿No has encontrado a alguien más con quien acostarte? —pregunto de mala gana, ignorando las mariposas de mi estómago.

—No me acostaba contigo —me dice, confuso.

No sé qué decir. No sé qué decir. Solo sé que no quiero mirarlo, así que me limito a negar con la cabeza.

—¿Y qué quieres? ¿Que vuelva a caer en esto para que vengas, me des cuatro besos y luego desaparezcas durante semanas sin decirme el por qué?

—Sé que no debí hacer eso.

—No, no debiste. Pero volverás a hacerlo si te dejo. Como siempre.

—Brooke, yo no...

—Sí, sí lo harás —lo miro por fin, dolida—. Esto es un juego para ti, ¿no? Pues para mí no lo es. Estoy harta de que entres y salgas de mi vida cuando te da la gana sin que pueda hacer nada para impedirlo.

Él me mira unos segundos. Sus ojos me recorren cada centímetro de la cara antes de apartarse hacia mi mano. Veo que aprieta los labios antes de decir algo.

—Nunca he querido salir de tu vida.

—Pues lo hiciste hace tres semanas. Ha sido un placer conocerme, ¿no?

Clava los ojos en los míos. Toda sonrisa ha desaparecido.

—Lo ha sido —me dice en voz baja.

—Pues genial. Me alegro de que hayas disfrutado de la maldita experiencia. Ahora, vete y déjame sola. Vete a buscarte a otra que entienda tus... tus idas y venidas o lo que sea.

Él esboza una sonrisa triste, negando con la cabeza.

—No quiero otra. Te quiero a ti.

—Pues ya me has perdido —digo demasiado precipitadamente, apartándome de su toque.

Creo que el hecho de que me esté apartando es lo que más le jode. Pues bien. Se lo tiene merecido. Había hecho un ademán de sujetarme de la muñeca, pero al apartarme ha dejado la mano suspendida entre nosotros antes de devolverla a su regazo.

—Jared, podrías estar con cualquier otra chica de aquí —le digo, frustrada, mirándolo—. ¿No ves que todas te están mirando?

Hay un momento de silencio. Él solo me mira a mí cuando niega lentamente con la cabeza.

—La verdad es que no.

—¿Estás ciego?

—No. Solo te miro a ti.

Aparto la mirada. No quiero que sepa que sus palabras pueden afectarme. Cierro los ojos con fuerza.

—Te echo de menos —repite.

—¿Y has necesitado que Liam se acercara a mí para darte cuenta?

—No. Ya hacía mucho tiempo que lo sabía —murmura antes de detenerse abruptamente—. ¿Qué te pasa con Liam?

—¿Qué me pasa con él? —repito, mirándolo con el ceño fruncido.

—Sí, exacto —enarca una ceja.

—Nada que te importe, Jared.

Aprieta los labios en una dura línea y me da la impresión de que tiene el impulso de ponerme una mano en la nuca, pero se contiene.

—Entonces, ¿hay algo?

 —¿Pasaría algo si lo hubiera? —frunzo el ceño.

Niega lentamente con la cabeza.

—No, no me lo creo —murmura.

—No necesito que creas na...

—¿Te gusta la mitad de lo que te gusto yo?

Abro la boca, sorprendida por tanta arrogancia repentina.

—No me gustas —le digo bruscamente.

Oh, eso no le ha gustado. Bueno, pues que le den si no le gusta. Se desliza más cerca de mí con la mandíbula tensa.

—Ah, ¿no? —pregunta suavemente.

—No.

—¿Y por qué, cada vez que te toco, te apartas como si te quemara?

—Porque te odio.

Sonríe de lado, negando con la cabeza.

—No, no me odias.

Dejo de respirar cuando me pone esa mano que antes había hecho un amago de usar en mi nuca, girando mi cabeza hacia él. De pronto, todos mis instintos se mezclan en el caos de decidir si centrarse en sus dedos o en sus ojos, que ahora miran directamente los míos.

—¿No sientes nada cuando me ves? —pregunta en voz baja, acercándose más.

Aprieto los labios, pero el pulso se me ha acelerado. Él pega su pierna a la mía, todavía sujetándome la nuca. Está tan cerca que puedo olerlo. Mantengo mi expresión enfadada cuando se inclina hacia mí sin despegar los ojos de los míos.

—¿No sientes nada cuando te toco?

—No —digo en voz baja, demasiado baja.

Él sonríe de lado y sube la otra mano, colocándola en mi cuello. Mi pulso ya estaba acelerado, pero la cosa empeora cuando él recorre mi cuello con el pulgar.

—Puedo notar tu corazón —susurra—. Puedo notar tu pulso acelerado, Brooke. Puedo ver que entreabres los labios y los remojas con la lengua involuntariamente cada vez que los miro.

Los mira y, efectivamente, no me había dado cuenta de que lo había hecho. Vuelvo a apretarlos al instante, pero su mirada ya se ha oscurecido y yo ya siento escalofríos por todo el cuerpo.

—¿Sabes por qué puedo notarlo? —pregunta lentamente, acercándose más.

Hago un esfuerzo sobrehumano para seguir mirándolo a los ojos cuando él sube la mano y me acaricia el labio inferior con el pulgar, haciendo que me cosquilleen con ganas de besarlo.

—¿Por qué? —pregunto en voz baja.

Su pulgar presiona brevemente mi labio antes de bajar. Toma mi muñeca suavemente y pone mi propia mano en mi pecho. Es la primera vez que me deja tocarlo así. Se me acelera la respiración irremediablemente cuando noto la piel caliente y dura bajo la tela de la fina camiseta. Y, junto a eso, un corazón latiéndome con fuerza en la palma. Trago saliva.

—Porque no eres la única que se siente así —murmura.

Suelta mi mano, pero no la quito de su pecho. Cuando aprieto los dedos en su piel, noto que se acelera aún más y sus ojos se oscurecen. Trago saliva.

—Nunca me había sentido así con nadie —añade en voz baja, y me da la sensación de que es sincero.

Hay un momento de silencio entre los dos. Ni siquiera me acuerdo de la gente que tenemos alrededor. Él baja la mano de mi nuca por mi espalda, siguiendo mi columna vertebral, hasta detenerse en el borde de mi vestido, que está peligrosamente cerca de mi culo. Se me ha erizado el vello de todo el cuerpo y puede notarlo. Se acerca un poco más cuando nota que no voy a rechazarlo. Intento no moverme cuando inclina la cabeza y su nariz recorre el la raíz de mi pelo, inspirando con fuerza.

—Hueles tan jodidamente bien siempre...

Bajo la mano instintivamente hasta su estómago y puedo sentir los abdominales calientes bajo mis dedos. Él se inclina más y siento sus labios en mi oreja, recorriéndola con tan solo un roce. Ese roce me provoca más sensaciones de las que querría.

Y, entonces, abro los ojos.

Es como si hubiera despertado de ese sueño.

—No —murmuro.

Él estaba acariciándome la espalda con los dedos, pero deja de hacerlo.

—No —repito, apartándolo con mi mano en su pecho—. No, Jared.

Él se aparta obedientemente, mirándome sin entender. Me quito sus brazos de encima.

—No voy a volver a hacer esto hasta que me crea que me echas de menos —le digo en voz baja, un poco agitada. El corazón sigue agitándome las costillas.

—Brooke...

—¿Por qué te marchabas de mi habitación cada noche? —le pregunto.

Él abre la boca, pero vuelve a cerrarla en una dura línea.

—Yo no...

—No puedes decírmelo —replico en voz baja, recogiendo mi bolso—. Bueno, pues yo no puedo estar contigo.

Cuando ve que me voy a poner de pie, me sujeta del brazo.

—Brooke, no lo entiendes.

—Sí, lo entiendo muy bien —replico—. Tú eres el que no lo entiende. Si tanto me echas de menos, demuéstralo de una vez.

—¿Cómo? —frunce el ceño.

—Dime por qué te marchabas. Dime el por qué de todo —suelto mi brazo de su agarre—. Dime la verdad. Toda. Demuéstrame que confías en mí. Entonces, y solo entonces, empezaré a creerme que me echas de menos.

Y, con toda mi dignidad, me pongo de pie y me alejo de él, que noto que me sigue con la mirada hasta la salida.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro