𝐄𝐍 𝐀𝐋𝐆𝐔𝐍 𝐋𝐔𝐆𝐀𝐑 𝐃𝐄 𝐁𝐀𝐇𝐈𝐀 𝐀𝐕𝐄𝐍𝐓𝐔𝐑𝐀 (𝐂𝐀𝐋𝐈𝐅𝐎𝐑𝐍𝐈𝐀, 𝐄𝐄.𝐔𝐔.)

𝐒𝐄𝐏𝐓𝐈𝐄𝐌𝐁𝐑𝐄 𝟏𝟎, 𝟐𝟎𝟐𝟓. 𝟎𝟏:𝟐𝟓 𝐏𝐌

Dentro de un depósito abandonado, de ambiente frío y bañado en oscuridad total, se encuentran dos canes encadenados: Una hembra y un macho.

Mientras que la primera permanecía inconsciente en una esquina del fondo, su compañero, por su parte, hacía un máximo esfuerzo por librarse de la ajustada y pesada cadena que le mantenía sujeto del cuello a un grueso tubo de metal de titanio con forma de <<L>>, mismo que estaba incrustado entre el techo y la pared oeste. Tiró y tiró. Pero el acto fue en vano. La tarea le hizo jadear y sudar, y le causó un fuerte dolor en ambas patas delanteras. Así que optó por tomar un corto descanso, apoyándose contra la pared. No había tragado ni dos bocanadas de aire cuando oyó unos pasos provenientes de fuera.

<<Ha regresado>>

Entrecerró los ojos y advirtió que, por debajo del pequeño espacio yaciente entre el suelo y la parte inferior de la puerta, siendo ésta la única del lugar, comenzaba a formarse una sombra. Pequeña, al inicio. Pero conforme los pasos se hicieron cada vez más y más fuertes, la sombra empezó a crecer. Para cuando los pasos hubieron cesado, y las puntas apenas perceptibles de unos tenis blancos se materializaron por encima de la sombra, un intenso silencio sepulcral se apoderó del lugar.

El can, que no apartó la vista ni por un segundo de los tenis, se quedó pensativo al tiempo que contabilizaba los segundos. Ya habían pasado tres minutos y quince segundos exactos. ¿Por qué no entraba...? ¡Zas! La puerta se abrió de golpe. Y una prominente figura, esbelta y alta, con un cuchillo de cazador sujeto en la mano derecha, se quedó quieto en el umbral. Desde ahí, observó a sus presas. Primero a la durmiente fémina, luego al despierto macho, que no dudó en lanzarle una mirada fulminante en cuanto sus miradas sus cruzaron.

La figura se le quedó viendo por unos cinco segundos antes de que el atisbo de una sonrisa maliciosa se dibujara en su rostro. Haciendo resonar sus pasos acompasados, se acercó lenta pero amenazadoramente hacia el can. Éste, al mismo tiempo, se irguió y su ceño fruncido pareció aumentar. Para cuando el captor quedó a unos cuantos centímetros, se acuclilló. Y sin apartar la vista de la mirada asesina del can, procedió a colocar el cuchillo, de manera superficial, sobre el cuello de este último.

—Adelante, hazlo... —retó el can, sin inmutarse—. Mátame. Pero ten en cuenta esto: luego de que me asesines, Chase se enterará. Te buscará y te matará.

Los ojos del hombre del cuchillo parecieron brillar en la oscuridad. Y su sonrisa maliciosa pareció aumentar.

—Le estaré esperando con ansias —soltó, con tono de voz sumamente firme—. Pero te equivocas en algo... —agregó—. No voy a matarte. Al menos, no por el momento.

—¿Y entonces?

No respondió. En su lugar, la figura dirigió su cuchillo hacia un área específica del cuerpo del can. Éste último se hizo una idea de lo que vendría. Trató de negociar y suplicar, pero fue inútil. Al cabo de unos segundos, el can gritó de dolor.

[528 PALABRAS]

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