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Capítulo 2

ALLEN

Todo a mi alrededor era un completo desastre.

Mi habitación estaba desorganizada debido a la cantidad de ropa que había sacado de mi armario y estaba enredada tanto en el suelo como en toda la cama.

Eran solo tres malditos días, ¿Cómo era posible que me costara tanto elegir qué tipo de ropa llevar?, teniendo en cuenta que nunca había llegado hasta ese extremo de ser complicado con mi estilo.

Cuando mi paciencia se agotó manifestándose en un grito de frustración, me limite a medio doblar las primeras prendas que llegaron a mi vista, y sin permitirme dudar un segundo más, cerré la maleta porque era consciente que sí llegaba tarde habría dos posibles resultados.

El positivo, era que no tendría que ir a ese campamento que no me causaba mucha emoción.

El negativo, Bella sería capaz de obligar al conductor del bus que pasará por mi casa solo para que la acompañara, la verdad es que cuando quería ser una maldita piedra en el zapato, lo lograba con éxito.

—No hagas eso Allen — Exclamó mamá a mis espaldas — No querrás encontrar tu ropa arrugada cuando quieras salir con tus amigos, o peor aún, cuando quieras conquistar a alguna chica — La sonrisa que se formó en su rostro, género una melancolía tan insoportable, que me vi obligado a cerrar los ojos y comenzar a contar regresivamente del 10 hasta el 1.

—No importa — Susurré abrumado por los recuerdos — Sabes que no es de mi agrado ir a esa excursión.

—Lo tengo muy claro — Se acercó hasta darme un emotivo abrazo — Ella estaría encantada de que fueras — Su voz de quebró en esta última palabra.

—Sabes que no es verdad — Dije más cortante de lo que esperaba.

—Cuando dejes de culparte por lo que pasó, te darás cuenta de lo diferente que era lo que sentía ella hacia ti — Sus ojos llenos de lágrimas me hicieron recordarla de una forma mucho más vívida, y es que eran tan similares, que a veces dolía ver a mi madre sin recordar ese día — Ahora vete porque llegarás tarde.

—Gracias por no rendirte mamá — Le di un beso en la mejilla, mientras ella se quedaba estática cuando me retiraba de mi habitación.

Salí de la casa a la espera de que Bella pasara con su auto para recogerme, resultaba beneficioso tener una mejor amiga con trasporte asegurado.

Era difícil ser consiente de todo el cambio que había representado la muerte de mi hermana en mi vida, y más aún, cuando fui testigo de cómo poco a poco mi padres, los que consideré las personas más fuertes que había conocido alguna vez, se fueron derrumbando poco a poco.

Quizás hasta era la misma realidad susurrándote al oído el gran error que se comete cuando comenzamos a idealizar a las personas, pero sí tan solo entendiera que ni siquiera es decisión de nosotros, es probable que los golpes de la vida no fueran tan injustamente dolorosos.

Años después de aquel hecho, el dolor estaba intacto a pesar de que la ausencia de mi padre era más llevadera, y de alguna manera, mi madre se estaba recuperando de su adicción exitosamente.

Pero aunque el ambiente resultaba mejorar, mi vida seguía en esas escala de grises sin mostrar un progreso, y vaya que dolía esa sensación de no poder avanzar.

La bocina del convertible de Bella me alejó de mis pensamientos, por lo que cuando observé mi ambiente, me encontré a mi mejor amiga más arreglada de lo común, y eso significaba una sola cosa cada vez que lo hacía.

Estaba deseosa por ligar, y si se cumplía el objetivo, un nuevo novio para el verano.

—¿Quién será la víctima? — Pregunté cuando ya estaba a pocos metros de ella.

—Tú, si dejas de preguntarme cada vez que me arreglo — Una pequeña sonrisa de maldad se formó en su rostro — Pero....quizás Mike puede tener sus cositas.

—¿Se supone que a Medicina les toca con Derecho?

—Sip, y no sabes lo beneficioso que eso resulta — Sin más para decir, conectó a su amada Dua Lipa por bluetooth y aceleró de camino a la universidad.

Cuando llegamos, los estudiantes se estaban formando dependiendo de la carrera a la que pertenecían, por lo que con una recomendación o más a mi punto de vista, una amenaza de Bella de que nos encontráramos al llegar, cada uno se dirigió hacia su punto de encuentro.

Sí bien conocía a algunas personas que cursaban el mismo semestre que yo, no podría considerar a alguien como un amigo, lo cual sonaba triste desde cualquier perspectiva, pero de mi parte, no era capaz de forzar una relación con otra persona, y más aún, cuando la mayoría mostraba lástima.

Había escuchado los rumores que se crearon de mi parte, el más popular y que me causaba molestia, era la de "el pobre Allen tiene algún autismo, o quizás, le cuesta formar palabras".

Era increíble como si no eras el gran estudiante popular o por lo menos con muchas amistades. Te convertías en un bicho raro, y además, te relacionaban con enfermedades de discapacidad mental como si fueran una pandemia o un motivo de burla, cuando la realidad, es que no saben lo difícil que es luchar contra este tipo de diagnósticos.

Sorprendía la ignorancia en la que se había sumergido la sociedad en una época donde se supone "el conocimiento estaba a la vuelta de la esquina".

Cuando por fin dieron la orden de comenzar el viaje y el bus salía de la ajetreada Londres, me dispuse a ponerme los audífonos y perderme en las canciones de Imagine Dragons, pero para mi sorpresa, en menos de treinta minutos ya estábamos en el parque privado de la universidad.

La zona donde fui asignado estaba cerca de un pequeño lago, la verdad es que no estaba tan mal como esperaba, así que un poco sorprendido de mi reacción, me dirigí hacia la cabaña que me habían asignado. El diseño de cada una era casi similar, pero como la mía estaba entre las primeras, fue un alivio no tener que preguntarle a alguien para que me ubicara.

Para que desde fuera se tuviera la percepción de ser una pequeña cabaña, por dentro era increíblemente espaciosa, pues tenía dos camas muy amplias, sin contar el gran closet que sí calculaba, para el otro inquilino y yo, sobraba casi la mitad de este.

Por otra parte, tenía un baño con una bañera igual de espaciosa que todo el lugar, además de diferentes jabones, botellas de agua y un poco extraño, condones con bolsitas de distintos colores.

No sabía sí reírme, o de verdad felicitar al que había tenido esa idea por cuidar la salud sexual de los estudiantes.

Cuando me disponía a desempacar, el sonido de la puerta me detuvo para observar con atención al que sería mi compañero por tres días. Era un hombre casi de mí misma estatura, y lo que primero que percibí, fue los tatuajes que tenía en el brazo izquierdo, especialmente uno en el que de forma curiosa dos curitas se cruzaban.

—Así que tú eres mi nuevo compañero de cabaña — Exclamó escaneándome divertido — Nos vamos a divertir mucho.

—No sé cómo interpretar eso — Dije extrañado por su repentina confianza.

—Nada de lo que debas preocuparte — Su sonrisa se mantuvo intacta a pesar de mi actitud no tan sociable — Soy Cedric, estudiante de psicología — Se presentó mientras dejaba su maleta en la otra cama.

—Allen, estudiante de arquitectura — Sí bien el momento era un poco extraño ya que no acostumbraba a hablar con personas que no conocía de esa forma, Cedric resultaba agradable a primera vista.

—¿Sabes que no entiendo? — Preguntó mientras se recostaba con su mirada en mí — Sí se supone que las directivas nos advirtieron miles de veces que este viaje no era para mantener relaciones "irrespetuosas" — Esto último lo dijo con ironía en su voz — Nos dejan condones de distintos sabores, o quizás solo sea una broma por parte de algún imbécil que haya estado aquí antes que nosotros.

—Supongo que sabrán lo imposible que es controlar las hormonas de miles de estudiantes — Me acerqué a mi cama para imitar la acción de Cedric, y sin poder evitarlo, me quedé observando el tatuaje que antes había mencionado.

—Mi familia es de Italia, usualmente cada verano visito a mis abuelos en Sicilia — Comenzó a hablar cuando notó mi atención en su brazo, cosa que me hizo concentrarme en el techo para evitar darle la impresión de que era un loco — Cuando era pequeño, recuerdo que me clavé una puntilla en esa zona, y mi madre como sabía que la sangre me daba pánico, se apresuró a ponerme dos curitas — Su mirada daba a entender que estaba a miles de kilómetros de donde nos encontrábamos — Esa fue la última vez que la vi...

Era consciente de la sorpresa que reflejaba mi rostro, pues en mi vida me imaginé que alguien al que acababa de conocer hace unos minutos, tuviera una historia tan profunda para contar, pero supongo que era iluso de mi parte pensar que era el único con un pasado el cual olvidar.

—Me caes bien Allen — Exclamó sentándose — Eres de las pocas personas que no me mira como si fuera un cachorrito perdido.

—Supongo que solo los que hemos vivido algo similar, somos capaces de entenderlo de verdad — Esta vez el sorprendido fue él.

—Usualmente no suelo creer en esas mierdas del destino y cosas así — El ambiente de alguna manera, resultaba ser genuino para los dos — Pero es muy curioso que justo nos hayamos conocido de esta forma, y eso solo me confirma lo que te dije apenas verte — Se levantó para dirigirse hacia la puerta revisando el teléfono — Voy a buscar a mi novia, pero en la noche creo que habrá una fogata así que espero verte, quiero que la conozcas, quizás y nos convertimos en una nueva versión de "el club de los incomprendidos" — Se despidió antes de cerrar la puerta a su paso.

Su mención hacia esa saga de libros, me recordó que era la favorita de mi hermana, de hecho, tenía en mi memoria a la perfección el momento cuando hace algunos años la acompañé a la librería de nuestro pueblo para comprar esa saga que se había vuelto famosa en el mundo literario, y vaya que terminó siendo de los libros más preciados para ella, tanto así, que me convenció de leer esa literatura romántica juvenil, cuando se suponía el thriller era mi favorito.

Como me hubiera gustado decirle que yo no era el único chico que alguna vez le habían gustado esos libros también.

Buenos días princesa — Susurré con lágrimas en mis ojos.

*****

•Saga el club de los incomprendidos - Blue Jeans

•¡BUENOS DÍAS PRINCESA! (Primer libro de la saga)

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