Cinco
Hace un rato, que íbamos por la autopista, estábamos en el kilómetro 50 cuando el auto tomó un desvío.
Pasó un tiempo, hasta que a la lejanía
vislumbré un almacén, este era un buen lugar para tener uno. Estaba alejado de la ciudad y era un sitio bastante grande, se veía que estaba protegido, habría mínimo tres guardias.
Ralentice la marcha, y paré la moto dentro del campo de trigo contiguo a la instalación. El trigo estaba muy alto, no me podrían ver.
Observé como Marco y sus guardaespaldas bajaron del auto. Salieron a recibirlos otros dos hombres. Al parecer, estos se quedaban a cuidar la mercancía ahí. Si solo estaban ellos en total habría cuatro hombres contando a Marco. Pero puede que adentro hubiera más así que tendría que tener cuidado.
Me bajé de la moto y la dejé asegurada, apuntando hacia un camino despejado, para que cuando saliera de allí pudiera irme rápidamente. Me quité el casco y me aseguré el audífono, no lo usaría, pero igual lo tendría conmigo.
Tomé mi arma y la aseguré al cinturón, también revisé que tuviera guardada mis dagas en la parte superior de mis botas estilo militar.
Me aseguré el cabello en una coleta bien apretada, así no me estorbaría.
Me tomé un momento para respirar profundamente, cerré los ojos y dejé la mente en blanco. Este era un pequeño ritual que tenía antes de que hacer esta clase de operaciones. Abrí mis ojos, ya estaba preparada.
Tomé la pistola y empecé a moverme lentamente hacia allí… Cuando llegué al límite del campo de trigo, me aseguré de mirar hacia la entrada, no se veía nadie.
Corrí rápidamente y me dirigí al costado. Poco a poco me acerqué a la entrada, revise el silenciador de la pistola. Me acerqué sutilmente y empujé de forma suave la puerta, cuando hubo una abertura lo suficientemente grande para que cupiera, entré.
Al momento vi al primero hombre. Abrió mucho los ojos y ya iba a dar la señal de aviso cuando me acerqué y le di un tiro a quemarropa, como tenía el silenciador puesto, no se escuchó demasiado ruido. Lo arrastré y lo coloqué detrás de unas cajas que había cerca. Me quedé allí un momento y luego continúe con mi avance, fui adentrándome en el almacén. Seguí caminando, con el arma cargada y apuntando hacia al frente. Caminé lento, sin que se sintieran mis pasos.
Al avanzar divisé las cajas con drogas almacenadas, muy organizadas, se sentía un sutil aroma en el aire a acetona y también a vinagre, así era como olía la cocaína y la heroína en grandes cantidades. Estaba segura de que esas cajas estaban llenas de ella.
~Con está cantidad se puede proveer por un buen tiempo, esto es horrible. Pobres de los que consuman estas cosas.~
Por eso es que ellos debían morir, sabían perfectamente el daño que eso así y la seguían vendiendo.
Llegué hasta el fondo del almacén, donde comencé a escuchar voces. Me quedé detrás de una de las cajas para escuchar lo que decían.
—Eso es lo que necesito en estos momentos, de verás que me parece que han bajado el nivel que tenían antes los Stevens. —Esa era la voz de Marco—. Ya no son como antes, eran implacables en sus tiempos, ya hasta permitieron el ataque entre bandas. Eso nunca había ocurrido.
—¿Será porque su hijo está al mando ahora? Hay rumores de que el muchacho no es tan duro como su padre, desde que él manda, toda la producción y las ganancias han disminuido —dijo otra voz. Seguro el guardia más leal de Marco.
Que conversación más interesante, así que Axel no era tan duro como su padre.
~Sí, muy interesante.~
Al menos mi plan de que creyeran que había sido un ataque entre bandas había funcionado.
~Una gran victoria de nuestra parte, pero igual no podemos confiarnos.~
Exacto.
—Puede que no esté hecho para el negocio —expresó su punto de vista Marco.
Bueno creo que ya no debo esperar más. Salí del lugar de donde estaba. Dejaría el elemento sorpresa, planeaba divertirme un rato.
—Hola, señores —dije con una gran sonrisa en los labios.
—¿Quién eres? —preguntó Marcos con el ceño fruncido.
—Pues en estos momentos, creo que soy tu peor pesadilla —dije apuntándole con mi arma.
~A veces resultas muy dramática~
No tanto.
—Deja los juegos, ¿quién eres? —inquirió exigente— . ¿Como una lindura como tú puede ser la pesadilla de alguien? —dijo con una sonrisa asquerosa, y me miró de arriba a abajo.
—Qué sínico, te estoy apuntando con un arma y ¿crees que puedes fanfarronear? —dije con una mueca de asco.
Iba a darme su respuesta, cuando el hombre que estaba a su lado intento sacar su arma, rápidamente le di un tiro. Cayó al suelo y dio un gran quejido, a los segundos cerró los ojos. Le había dado un tiro letal.
Marcos aprovecho ese momento de distracción para dar un silbido alertando a sus guardias. Se escucharon pasos y rápidamente llegaron. Trataron de darme un tiro, pero me agaché rápidamente, y fui corriendo hacia uno y le di una patada a la pistola que traía. Eso provocó que la arrojará lejos.
El otro aprovechó y me lanzó un puñetazo al rostro, que hizo que también soltará mi arma. Seguro se me marcaría el golpe en la cara, esta me la pagaría. Lo miré con rabia.
Se escuchó una risa estruendosa en el almacén. Era la de Marcos.
—No eres tan valiente ahora ¿eh bonita? —dijo riéndose— Muchachos, pueden jugar con ella —dijo dirigiéndose a sus guardaespaldas.
Estos me miraron con una sonrisa lujuriosa en el rostro.
—¿Creen que me hace falta un arma para matar? —pregunté con una sonrisa.
Tomé rápidamente de mi bota una daga, y me abalancé sobre el primero.
Fui tan rápida que solamente pudo abrir los ojos sorpresivamente, antes de que le clavara la daga en el estómago y ejerciera un movimiento hacia arriba. Saqué la daga y le di un golpe para que cayera hacia atrás.
El otro hombre se acercó a mí, pero estaba preparado. Esquivó mis movimientos con la daga por unos minutos. Le lancé un golpe con el puño y en ese segundo jalo mi brazo y me atrajo hacia él. Me colocó de espaldas a su cuerpo para tratar de ahogarme con su brazo. Pero fui más rápida, di un cabezazo hacia atrás y sentí el crujir de su nariz rota. Me soltó y apretó su nariz, aproveché ese instante para tomar mi daga del suelo y clavarla en su corazón.
Los dos hombres ya estaban muertos, me volteé hacia Marcos que estaba en una esquina con cara de espanto. Al parecer era del tipo de jefes que no se ensuciaban las manos.
Se mandó a correr, solté la daga y fui tras de él, al alcanzarlo le hice una llave con mi brazo hasta desmayarlo. Cuando cayó al suelo, aproveché para eliminar cualquier prueba de que yo había estado allí. Igual todo se quemaría, pero había que ser precavida. Recogí mi arma y la guardé en la funda. La daga la limpié con la ropa de uno de los guardaespaldas y luego la enfundé en mi bota.
Luego busqué una silla y me encargué de amarrar bien a Marcos en ella. Cuando terminé con él, fui a donde estaba mi moto y saqué de mi bolsa un par de paquetes de pólvora y regresé para comenzar a esparcirla por todo el lugar, también por encima de todas las cajas con las drogas. Después busqué un par de bidones de gasolina que había traído y los comencé a echar, obviamente a una distancia prudencial de la pólvora, esta no se podía mojar. Recorrí cada rincón del almacén y los fui vertiendo.
Al terminar con eso volví con Marcos, ya debía despertar, llevaba bastante tiempo inconsciente. Le di una palmada fuerte en el rostro para acelerar el proceso.
Comenzó a abrir los ojos, y parpadeó un par de veces. Trató de pasar una mano por su cara, pero sus brazos estaban atados.
—¿Por qué... por qué haces… esto? —dijo tartamudeando por haber recién despertado.
—¿Me preguntas eso de verás? Es obvio que hago esto por todo lo que eres y representas. —dije claramente—Has hecho daño a tantas personas que un día todo te iba a ser devuelto.
—Entonces esto es venganza ¿A quién de tu familia le afectaron las drogas? —preguntó con el ceño fruncido.
—Esto es más que venganza. Bueno—dije levantando mi arma. — Feliz viaje...
—No, no... ¿Me matarás? —Creo que no le ha quedado claro todavía.
—Pues sí y agradece que será rápido.—declaré.
—Mataste a mis guardias y por el olor que siento quemarás el almacén ¿¡no es suficiente con eso!? —dijo ya con el rostro embravecido.
Yo lo observé muy calmada.
—¿Nunca has escuchado la frase “El capitán se debe hundir con su barco”?—dije alzando las cejas y apuntándole con el arma. Puso una expresión de pánico. —Pues eso te pasará a ti.
Luego de decir eso y sin dejarle oportunidad de hablar le disparé.
Un único disparo en el centro de su pecho que lo mató al instante.
Después de dispararle, cogí una caja de fósforos de uno de mis bolsillos y encendí varios a la vez. Los arrojé rápidamente a la gasolina, observé como el fuego empezó a crecer. Volví a prender más fósforos y los fui arrojando a distintos lados, hasta terminar con la caja completa.
El calor ya se estaba haciendo insoportable ahí dentro, salí rápidamente antes de que el fuego provocado por la gasolina, hiciera contacto con la pólvora.
Al salir del almacén empezaron a escucharse las explosiones. Menos mal que ya había salido. Me alejé rápidamente de él y después miré hacia atrás, el fuego ya se había apoderado de su interior. La mayor explosión ocurriría al encenderse toda la pólvora, prefería no estar aquí cuando eso pasara. Me dirigí hacía mi moto y me subí a ella. Le di clic al audífono que traía para llamar a Will, seguro estaría loco de la preocupación, en un segundo escuché la voz de mi mejor amigo.
―Astrid, ¿Te encuentras bien? ―dijo con una voz que reflejaba preocupación.
―Sí, no te preocupes, me encuentro perfectamente, solo quería avisarte de ello. Cuando llegue a la casa hablamos más que todavía me encuentro en este lugar ―dije rápidamente, sin siquiera respirar.
―Me alegra escuchar que estés bien. ―Soltó un suspiro de alivio. ― Bueno está bien, te espero en casa.
―Nos vemos ―dicho esto colgué.
Me puse el casco, pero antes de irme, me permití mirar hacia atrás un instante. Este lugar ya se estaba quemando poco a poco, pronto ocurriría la gran explosión. Las personas que trabajaban en ese horrible negocio ya no le harían más daño a nadie. Todo estaba saliendo como planeaba.
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Hola pequeños mafiosos <3 Perdonen la demora para actualizar. Deseo que la espera haya valido la pena.
¿Qué les pareció el capítulo?
Besos mafiosos🖤
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