Capítulo 4
Era domingo por la tarde y ya casi todos los invitados estaban presentes, Ghersú se veía hermosa con su cabellera rubia suelta y un vestido color bügambilia largo que le hacía resaltar su figura, haciéndola lucir más bella de lo que ya era. Pero lo más hermoso era aquella sonrisa que la caracterizaba y le daba un brillo especial a esos ojos claros que tenía.
Por otro lado se encontraban la señora Jerana y el señor Aldrús, lucían tan elegantes que no dejaban de robar varias miradas.
—Por qué tardarán tanto —decía Ghersú junto a su amigo y compañero de estudio Maicol, quien no dejaba de mirarla desde que había llegado a la fiesta—. Tal vez tuvieron que hacer otra cosa primero, llámala.
Ya se había hecho tarde y todavía mi madre no estaba lista y todo porque había dicho que no iba a ir si yo no me quitaba el vestuario vulgar que tenía puesto; que eso no era decente para una niña como yo. Luego de haber discutido un largo rato la convencí que había sido Ghersú la que había escogido esa ropa para mí, ya que hacía parte de la fiesta.
—Está bien, pero pronto estarás en el lugar indicado—. Esas fueron las palabras de mi madre antes de marcharse de mi habitación para terminar de arreglarse.
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