Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Episodio 6

"Alguien que podía ver el futuro; si su poder era lo suficientemente grande, incluso podría ver el pasado y los pensamientos de las personas".


En esta Era, la escuela de magia mayor clasificada por el sistema de educación era la Mashniika; construida hace quizá unos 200 millones de años. Era conocida por haber criado al Emperador de Hierro, título honorifico por el que todos en Parska lo conocían, hacía mucho tiempo, olvidando su nombre real e incluso el de cortesía.

Era respetada por la guerra, la consolidación, las batallas, los enemigos y la estatua de la Santísima.

Eso, sin contar los poderes de sus profesores.

Entre los profesores admitidos y certificados de Mashniika, estaba Joshuen, un guacamayo que había alcanzado la edad de 91 años, convirtiéndose así en una bestia espiritual; título que la escuela empleaba para referirse a animales o aves que habían alcanzado una edad prospera y una magia que le permitían transformarse humanos. Una de las características por las que se le conocía a este profesor, era por ser un bastardo, de esos que por pasar una mala noche haría pagar a sus estudiantes con ejercicios marciales, todo eso, con una sonrisa en el rostro.

El perfil de este profesor podría no ser demasiado llamativo si no fuera por su cabello de varios colores y por sus ojos anormalmente pequeños.

Sin entrar en mucho detalle en su apariencia, ya que de cualquier manera no te lo encontrarás en tu vida diaria y, si es así, corre; sus estudiantes dicen que es un completo psicópata; su piel no tiene un color exacto, puede cambiar a su preferencia, cosa que prefiere gustarle especialmente el verde, aunque lo hiciera ver raro en combinación con su color de pelo. Su estilo de ropa era muy variado, dependiendo, como siempre, de su actitud.

Sus estudiantes no lo consideraban un profesor serio, pero tampoco lo suficiente cercano como para intercambiar bromas.

Ese día en especial estaba de malhumor.

Nunca le había gustado la llegada de nuevos estudiantes, menos sabiendo que ninguno de ellos era de su propio linaje; ya tenía varios mamíferos en su jardín con la posibilidad de un 30 por ciento de llegar a ser bestias espirituales. Además, la mayoría de estos nuevos estudiantes tardarían unos cinco o seis años en entrar en misiones reales, a excepción de las seis familias principales.

En el proceso, la mitad de la escuela se vería destruida, eso podía asegurarlo.

Caminó a paso lento hacia la sala de profesores. Allí no le esperaría nada más y nada menos que los otros profesores con los que había convivido por décadas. Ya estaba cansado de verles la cara todos los días.

No se molestó en saludar a nadie, sino que se sentó directamente en su pequeño escritorio.

Encendió la PC, mientras escuchaba, sin muchos ánimos, las conversaciones de los demás. Siempre eran los mismos; el señorito Aferman, la vejestoria Ozunma y el idiota de Bester.

Estaban peleando, más que platicando, sobre con cuáles estudiantes se quedarían.

Sin prestar mucha atención, sabía que Aferman escogería a los niños bonitos a los que nadie les tenía esperanza, después de todo, él mismo era un hombre de casi treinta años que había impactado en la escuela hacía menos de diez años, con sus habilidades literarias y poéticas, en especial, teniendo en cuenta era un completo manipulador a la hora de hacer sus misiones. Ozunma, por el contrario, prefería a los jóvenes reales, los que estaban destinados quisieran o no, a llevar el peso del honor de su familia, después de todo, era una mujer que estaba en sus últimas y necesitaba algunos logros para que su legado permaneciera. Bester, por otro lado, aunque mayormente se quedó en silencio la mayor parte de la conversación, siempre que hablaba era para decir algo sarcástico, como si siempre fuera a tener razón; no se le podía culpar, en opinión de Joshuen, era un estúpido ególatra militar, ¿qué había de esperar cuando provenía del Área Verde?

—... si el profesor Joshuen me deja, podría darle algunas recomendaciones —al escuchar su nombre, Joshuen miró de reojo a Aferman. Este le estaba sonriendo mientras acariciaba sus gemelos —, aunque no hay ninguna bestia entre ellos, algunos son verdaderamente un encanto por su personalidad, en especial, la señorita Axem, del clan Zshustimar, se dice que ha podido controlar a tres de sus sirvientes y que, al dejar sus cuerpos, estos aún continuaron con vida.

—Aunque murieron tres semanas después de eso —susurró la voz de una mujer joven o al menos, eso parecía.

—Esa información sobraba —Aferman se rio.

Joshuen estaba perdido. No recordaba ese clan, aunque sabía que era uno de los principales. Obviamente, las personas que habían enviado años anteriores eran muy decepcionantes.

Ese día, su energía social estaba agotada y no ocultaba el hecho de que no recordaba a una de las estudiantes de los principales clanes, el ególatra Bester se dio cuenta de esto, ya que, en su habitual voz arrogante, le dijo: —Ocupacionistas.

Recordando quienes eran, Joshuen asintió levemente.

No respondió a la pregunta de Aferman o bien, había decidido ignorarlo, sea cual fuese la razón, a nadie le importó. Ya estaban acostumbrados a los vaivenes de este profesor.

Así era un día normal en la escuela de magia Mashniika, salvo que ese día habría sus puertas a nuevos estudiantes, lo que no para todos era una noticia feliz. Si no, Joshuen no querría volver a su cuerpo original y alejarse volando de esta estúpida escuela.

Pero era profesor, lo mejor sería mantener su vocabulario en calma, o si no, podrían descontarle dinero y eso era lo que menos quería.


Eran más o menos las una de la tarde cuando las puertas principales de la escuela se abrieron. Las dos grandes puertas que habían sido forradas en hierro se abrieron lentamente, al son de la música de las pequeñas hadas, que una vez cada año, al recibir nuevos estudiantes, iban al mundo mágico y, con su magia celestial, bendecían a cada estudiante.

Unos cinco carros volaron por los cielos, hasta aterrizar levemente en las tierras benditas de la escuela. Estos eran los protectores o salvadores, como les llamaban algunos. Según leyendas, estos habían ido a la guerra acompañando a cada Guerrero en su lucha por proteger el mundo mágico.

En el tiempo antiguo, sus vestimentas habían sido blancas y plateadas, mientras que su cabellera era naturalmente amarillenta, junto a sus pieles pálidas; parecían ángeles que habían caído del cielo.

Eran uno de los fieles creyentes de que seres mágicos como ellos, no deberían de juntarse con inmundos como los del Área Verde, quienes, por haber pecado, ahora eran simples mortales sin el poder de extender sus vidas.

Para muchos otros, quienes no pertenecían a este clan, los Sutssen eran unos pobres engreídos con el único poder de curar, ni siquiera podían proteger sus propias vidas, pero aún tenían la osadía de querer proteger a los guerreros.

Sin embargo, cuando los carros voladores al fin aterrizaron en el suelo, nadie se atrevió a confesar estos sentimientos. Claro,  nadie excepto otras personas pertenecientes a los Seis clanes principales, elegidos este año para ayudar a la escuela.

Entre ellos, estaba una chica flaca, vestida con ropa oversize roja, su pelo estaba recogido en una coleta, dejando un par de flecos afuera.

Obviamente, no era alguien que estuviera vestida para la ocasión, sin embargo, nadie se atrevió a reclamar algo.

Cuando los chicos del clan Sutssen se acercaron, Axen, con una mirada cansada, se interpuso entre ellos. Miró por un momento a las personas frente a ella, antes de mirar a otro lado. Frunció el ceño y habló, en voz baja, sin importarle si las personas frente a ella pudiesen escucharla claramente: —Pónganse en una fila, por favor. Cuando llegue el turno de cada uno, favor decir sus nombres. Luego de ser identificados e inscritos en la escuela, se le asignará un horario —se detuvo por un momento, tratando de recordar que era lo que seguía. Las personas del clan fruncieron el ceño ante la espera, cuando el líder de estos estaba a punto de preguntar que más tendrían que hacer, Axen continuó—, esta noche se estará realizando una fiesta de bienvenida, favor asistir.

—¿Eso es todo? —Sutshar frunció levemente el ceño, mientras fijaba su mirada en Axen, esperando a que esta continuara.

Podía ver que esta chica no estaba haciendo correctamente su deber, ya sea por la forma en la que iba vestida o por la forma sin educación en la que les estaba hablando. Al principio, podría haberle restado importancia, ya que esto solo incomodaría a algunos chicos bajo su mando, pero que la persona frente a él no pudiera darle la información completa..., ya era otro nivel.

Su hermano había pasado dos años educándole para que fuera un buen líder; para que los ancianos de su familia pudiesen ver que merecía el lugar en el que estaba, por eso, no podía tolerar la falta de deber.

En realidad, no estaba enojado; sabía que no todos podían estar a su mismo nivel en cuanto a deber, pero por la forma en la que lo criaron, se sintió un poco decepcionado. Como decían sus familiares; la juventud de hoy estaba perdida, ya fuera por los tratos que se habían llevado junto al Área Verde o por el crecimiento de la tecnología hoy, todo afectaba a los jóvenes. 

Dejó escapar un suspiro de decepción cuando notó la mirada de jódete, cállate, firma y vete de Axen.

Agarró los papeles que Axen le pasó; eran doce en total.

Los papeles en su mano parecían un contrato; comenzaba dándole la bienvenida a la gente de su clan que se unirían a la escuela este año, después, planteaba la especie de entrenamiento que se les daría, pasando a comportamientos que la escuela castigaría, después yendo así por un largo etcétera.

Leyó lentamente cada palabra de los papeles en mano, solo para asegurarse de que la redacción en estos fuera correcta y que la escuela no tratara de ocultarles algo tras estas palabras que sabrían que la mayoría no se esforzaría en leer por lo extensa que eran.

Cuando terminó, les pasó el contrato a sus once compañeros de clan.

Mientras esperaba a que terminaran de firmar, Sutshar miró a Axen, tratando de captar alguna parte de esta en la que pudiera ayudar.

Como una niña perdida, necesitaba a alguien que le ayudara a volver al camino correcto. Y este, por supuesto, era Sutshar, aunque Axen, por supuesto, no sabía de estos pensamientos de salvador que se estaban gestando en su mente.

Estaba cansada y quería irse a dormir, pero no podía dejar su deber de lado.

Le había prometido a Minkes que le ayudaría en esto. Sabía que, si hacía algo mal, esos niños mimados podían reportarla a la dirección y, al final, aunque a ella no la castigarían, el destino de Minkes no sería el mismo.

Así que, para ella, ya era suficiente amabilidad no entrar a la mente del imbécil frente a ella que no dejaba de mirarla como semejante pervertido —estaba segura de que lo era—, controlarlo y dejar que se desviviera él mismo, porque le había prometido a la chica que se comportaría.

Cuando los demás chicos del clan terminaron de firmar los papeles, para ella, esto fue como un suspiro de alivio.

Se quedó mirando al chico rubio que tenía al frente, antes de coger los papeles que le estaba pasando. Por primera vez en el día, sentía que tenía algo que hacer.

Sonrió de lado y cuando cogió los papeles, tocó deliberadamente los dedos de Sutshar. Una luz azul brilló entre los dedos de Axen, hasta pasar a los del chico.

—Buena estancia.


Los maestros tenían que reunirse con los alumnos a la tres de la tarde, cuando todos finalmente llegaran. Por eso, la maestra Romi, que no estaba acostumbrada a estar frente a un gran grupo de personas sin sentirse nerviosa, estuvo preparando un manuscrito previo por si tuviera que hablar ante los demás estudiantes

Se quedó en el salón de maestros revisando el horario que el director le había entregado.

Escuchó los murmullos de la conversación que estaban teniendo los otros tres, sin mucho interés. A diferencia de los demás, ella no se encargaría de atender a un gran grupo de estudiantes, solo a aquellos de la línea directa que heredarían el legado de su familia. Aunque la principal razón para esto era que en las misiones sería quién lideraría al grupo de novatos, instruyéndolos y preparándolos para cuando fueran a las diferentes áreas.

Para muchos, era toda una sorpresa que ella, quien parecía que con tan solo el viento pasándole se caería, fuera líder principal en las misiones.

Pero todo esto se lo debía a los poderes que los cuervos le habían otorgado.

Después de revisar varias veces el horario y notar que estaba en perfectas condiciones, tomó un sorbo de café y salió de la sala de maestros.

Caminó lentamente por el piso de porcelanato, tocando las paredes, pintadas con las figuras más importantes que apoyaron al Emperador de Hierro en su deber.

Desde la hermosa Misandra recostada en un diván mientras observaba la guerra que se estaba gestando a lo lejos, usando su poder para controlar a los ejércitos enemigos, estos volviéndose a los de su propio ejército, con la mente totalmente controlada.

Su mirada se detuvo brevemente en los ojos de la mujer; eran unos hermosos ojos caídos de color avellana. Su cabellera era larga, cubriéndole todo el cuerpo que en ese momento se presentaba desnudo. Parecía una belleza etérea.

Bendita era ella y la persona detrás del lienzo que había logrado captar toda su belleza.

Soltando un leve suspiro y apreciando las pinceladas que el pintor había logrado hacer; todo con mente y tacto, los colores, las mezclas entre grises, la perspectiva aún no muy bien definida en ese momento...

Todo había sido perfecto.

Después de salir de su ensoñación deliberada, caminó más rápido. Se detuvo cuando estuvo para frente a la puerta del director. En los alrededores de esta también había pinturas. Las más destacadas. Subit y Chappen; los jóvenes de hoy en día se burlaban de ellos diciendo que habían sido los pioneros del enemies to lovers. Cuando Romi escuchaba estas palabras, sentía aversión absoluta; era fanática enfermiza del friends to lovers, así que no había manera que simpatizara con esos dos.

Se detuvo por un momento, mirando con odio a las dos figuras.

Definitivamente, el director era el mejor ejerciendo su trabajo, pero en cuanto a gustos históricos, era el peor.

Suspiró y llamó a la puerta, aunque sabía que el director ya la había sentido, después de todo, era este quién tenía la magia más concentrada en esta área. Esperó unos cuantos segundos, antes de que la puerta se abriera y se le permitiera pasar.

—Buenas tardes —el saludo salió en un susurro, pero ella sabía que el director podría escucharla claramente.

No necesitaba ver alrededor de la sala para ver cómo estaba decorada. Cada vez que venía era para informarle al director sobre los asuntos de la escuela, después de recibir un par de recomendaciones por parte del director, se marchaba. Sin embargo, esta vez no fue así.

Había otra persona en la habitación. Un joven.

Quizá era alguien nuevo en la escuela, porque nunca lo había visto, pero lo extraño era que los nuevos estudiantes no necesitaban reunirse con el director, porque no podía ver fácilmente a los estudiantes, ya que ni siquiera iría a la fiesta de bienvenida.

Miró al joven de arriba abajo, tratando de saber quién era.

Tenía una piel pálida, pero no hasta el punto de parecer enfermizo. Su cabello era anaranjado, pero no parecía estar teñido. Cuando escuchó el saludo de Romi, la miró y le sonrió. Sus ojos eran del mismo color que el de su cabello, Romi pensó que se parecía a un demonio. O tal vez a uno de los pecados capitales.

Pero eso no era lo importante.

Miró su vestimenta; no había ningún en ningún que tuviera esa clase de vestimenta. 

Iba vestido como muchos chicos en el norte del Área Verde. Notó que cuando le sonrió a modo de saludo, sus ojos se cerraron, por lo pequeños y rasgados que era, así que pensó que tal vez era un mortal.

Pero sabía que aún no era el momento de venir a entregar las misiones, así que quedaba descartado. A menos que algo malo hubiera pasado en el Área Verde. Por lo que miró al director.

Sin embargo, este no le ofreció ninguna explicación.

Se recostó en su asiento y esperó a que Romi hiciera su informe.

Ignorando al mortal, comenzó a dar una explicación detallada de los estudiantes más importantes este año, sin olvidar mencionar, en un tono de queja, que los Axuma se habían negado a enviar los datos de su único hijo y sucesor, sin dar una explicación adicional a esta decisión.

Cuando terminó, el director asintió.

—Entiendo —la voz del director era ronca, Romi sabía que esto no era porque fumara, sino porque no hablaba muy a menudo y porque ya estaba llegando al límite de su vida—. Puedes salir.

Romi frunció el ceño y le echó un vistazo al joven, este, notado su mirada, se subió un poco más los lentes y alzó la mirada. Levantó un poco las esquinas de los labios, pero no dijo nada. 

Estuvo en silencio durante la corta conversación, parecía que no le importaban los asuntos que Romi estaba informando.

Romi se inclinó levemente y salió.

—Espera afuera —le exigió el director.

Romi no tuvo ninguna excusa para negarse, y solo pudo volver a asentir.

Cuando estuvo afuera, pensó en por qué habría un mortal en esta área.

La mayoría de las personas con magia tenían un ego superior y sentían que si quiera hablar con alguien del Área Verde sería contaminarse los ojos por nada. Aunque Romi sabía que muchos mortales eran de ayuda en las misiones, por algunos altercados del pasado, no se sentía muy cómoda estando cerca de ellos, claro, Hua era la excepción.

Y era precisamente por Hua que no entendía porque los mortales enviarían a este chico tan joven.

Obviamente, también estaba la opción de que perteneciera a un clan, pero Romi no era buena reconociendo rostros, así que no sabía dónde lo había visto antes.

La puerta se abrió y los pensamientos de Romi se vieron interrumpidos.

Levantó la mirada y se encontró con el mismo joven de antes.

Parecía que estaba muy acostumbrado a sonreír, ya que incluso sin hacerlo, sus líneas de expresión se mantenían firmes. Miró a Romi y le sonrió un poco.

—Buenas tardes, perdón por no haberme presentado antes —su voz era un poco ronca, tal vez porque ya se estaba desarrollando—. Mi familia se había negado a enviar mis datos personales porque teníamos algo urgente que discutir con el director..., personalmente —agregó unos segundos después—, es razonable que se haya sentido incómoda por esto, así que, en nombre de mi familia, le pido disculpas —se inclinó levemente.

»Oh, por cierto —sin esperar a que Romi correspondiera su disculpa, siguió hablando, como si se acordara de algo—, el director ha reajustado mi horario —le pasó unos papeles a Romi.

Sin saber que decir, Romi sostuvo los papeles que se le había entregado.

Estaba sorprendida con el hecho de que el chico frente a él fuera un Axuma.

Alguien que podía ver el futuro; si su poder era lo suficientemente grande, incluso podría ver el pasado y los pensamientos de las personas. En todo el mundo, era único. Nadie además de los Axuma tenían un poder tan grande. Y que este chico casi comparable a un Dios estuviera pidiéndole disculpas..., Romi no sabía dónde poner sus pies. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro