Episodio 1
Sintió un jalonazo en su cabello. El hombre ahora lo estaba arrastrando y obligándolo a mirar hacia arriba.
Cuando Sálum abrió los ojos, trató de ver algo en la oscuridad. Primero fue eso. Tratar de ver en la oscuridad. Después, sintió un dolor de cabeza que nunca antes había sentido.
Sin poder anticiparlo, un grito salió de lo más profundo de su garganta. Sus ojos se abrieron de par en par, a la vez que sus cejas se fruncían. Se golpeó la cabeza con las manos, mientras trataba de ordenar los recuerdos difusos que estaban llegando a su mente, como si nunca antes hubieran estado allí.
¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar?
Ni siquiera podía recordar bien lo que había pasado antes o donde había estado.
Por primera vez en mucho tiempo, se sintió asustado.
Se arrodilló donde fuere que estaba, mientras trataba de buscar un lugar de apoyo.
Sintió que de sus ojos comenzaban a salir algo que parecían ser lágrimas, pero sabía que no eran eso; cuando esas gotas llegaron hasta sus labios, saboreó el sabor de su propia sangre.
De repente, los recuerdos comenzaron a asaltarlo aún más fuerte; había un niño. Un niño con una túnica llena de sangre que pedía ayuda y suplicaba porque le salvaran. Después, fue fuego y lanzas. Personas asaltaron los Antiguos Ríos, pero, ¿cómo podría ser eso posible? Nadie podría entrar si no estuviera marcado a este.
Más fuego.
Nadie había podido apagar ese fuego.
Se parecía a aquel fuego interminable del que hablaban las leyendas. Un fuego que nunca se podría apagar. La última llama del fénix, le habían dicho que se llamaba.
Pero en todos los años de su vida, La última llama del fénix había sido un simple leyenda y sin importar si era verdad o no, ¿por qué estaría allí?
Los enemigos habían gritado: ¡diablo! ¡De verdad es el hijo del diablo! Y ¡tenemos que matarlo antes de que su poder se despierte por completo!
No entendía nada.
Sus recuerdos eran un desastre.
Entonces, vio como él mismo había comenzado a correr mientras un niño le seguía por delante. Él no era un salvador. Incluso si viera a un niño desangrándose y pidiendo ayuda, no saldría a su rescate.
Estaba cometiendo un error.
¡Detente!, gritó en su mente, pero su figura no se detuvo y corrió incluso más rápido, pero nunca sin perder de vista al niño.
Entonces, vio el Río.
Ese Río Sagrado que ni siquiera el azul más profundo de los cielos podría penetrar en él, ahora estaba teñido de rojo.
Miles de cadáveres.
¿Quiénes son ustedes?
No pertenecían a los Antiguos Ríos. Sus vestimentas no concordaban.
Entonces, aún más escalofriante, sintió una espada en su cuello y, frente a él, una figura con una túnica dorada le impedía hacer cualquier movimiento. Como si algo mágico se enredara alrededor de su cuerpo, no podía moverse por más que quisiera.
El poder de aquella persona era lo suficientemente fuerte como para poder impedirle distinguir su rostro.
Estaba seguro de que esa misma persona le había dicho algo. Algo en su mismo idioma, sin embargo, no podía entenderlo. No podía escucharlo.
¿Qué me pasó?
Acurrucado en el suelo, no supo cuánto tiempo había pasado antes de que la puerta se abriera. Sus ojos se entrecerraron por la luz que entró de repente, sin embargo, no tuvo tiempo de acostumbrarse a esta antes de que cerraran las puertas.
Algo zumbó en sus oídos, pero estaba seguro de que esa persona estaba diciendo algo.
—... padres no estarán..., puedes estar seguro de que..., ellos lo saben. El clan..., tienes que volver —aquella persona siguió hablando y de vez en cuando soltaba alguna que otra carcajada. Era odioso.
El deseo de matar se estaba encendiendo en lo más profundo de su ser. Odiaba esta sensación de que alguien lo controlara y él no pudiera hacer nada para evitarlo.
Aquel hombre era un tonto, pues, sabía que Sálum no podía escucharlo bien y aún así seguía hablando. Pregonando de lo que fuera que había conseguido. Sólo un idiota haría aquello.
—Cállate —habría querido gritar, pero las palabras salieron en un susurro. Como si las estuviera forzando a salir.
Le dolió la garganta.
Y al haber hablado, notó algo; había pasado mucho tiempo desde que estaba en ese lugar. Su garganta estaba seca y parecía que durante mucho tiempo no había hablado. Quien sabe cuánto tiempo había pasado desde que lo habían encerrado allí, pero tenía que salir.
No sabía que estaba pasando afuera, ni por qué de repente los Antiguos Ríos fueron atacados.
Además, el Sacerdote sabría que hacer incluso cuando fueran atacados de esta forma. Y, aún así, no percibía ningún rastro de energía que lo vinculara al Sacerdote.
Eso significaba que estaba muy, muy lejos de los Antiguos Ríos. Quien sabe a cuantos san de distancia se encontraba, pero era lo suficiente como para que el lazo entre él y el Sacerdote se cortara.
—¿Qué dijiste? —las palabras del otro hombre se escucharon aún más fuertes.
Sintió un jalonazo en su cabello. El hombre ahora lo estaba arrastrando y lo obligaba a mirar hacia arriba.
Para.
En su vida se había sentido tan inútil como en ese momento. Había sido entrenado y diseñado para matar, sin embargo, toda la fuerza que habría de estar en su cuerpo ahora se había escapado.
Ni siquiera podía levantarse correctamente.
—Maldita rata, esto es lo que te mereces por ser un cobarde. Vuelve a hablar sin mi permiso y estarás muerto —después de eso, la conciencia de Sálum se perdió por todos los golpes que recibió.
Para cuando la conciencia volvió a su cuerpo, sintió que habían pasado horas.
Ahora estaba en un lugar diferente. Lo supo al instante, aunque seguía estando oscuro.
Podía escuchar voces de vez en cuando, pero nada demasiado claro como para saber por qué estaba allí o quienes eran las personas que lo tenían.
Frunció el ceño mientras trataba de descubrir sobre qué hablaban. Familia y rescate fueron las únicas palabras que pudo entender, sin embargo, en ese momento no entendió que se estaban refiriendo a él o, mejor dicho, a esa persona.
Cerró los ojos con más fuerza cuando abrieron la puerta, sin embargo, esta vez no la volvieron a cerrar durante mucho tiempo.
—Maldita rata, tienes suerte de tener esos malditos poderes. Sin ellos, tu familia no habría pagado un maldito centavo —era la misma voz de antes.
Quiso abrir los ojos para poder ver quien era, sin embargo, antes de que eso sucediera, lo volvieron a golpear, esta vez, en la boca del estómago.
Ahogó un grito.
—Escóndete bien. La próxima vez que nos volvamos a ver, no dudaré en matarte —le susurró.
Después de eso, todo volvió a la oscuridad, otra vez.
La próxima vez que Sálum volvió a abrir los ojos, con desgana, deseó que fuera la última vez que se volviera a desmayar. Pero al instante de sentir que su cuerpo se despertaba y podía moverse, sintió un cambio en el aire que antes no estaba, e incluso el lugar donde estaba se sintió diferente.
El lugar olía..., no sabía muy bien cómo describirlo, aunque olfateó un par de veces para sentir que era, olía algo familiar y a la vez desconocido. Era un olor limpio y puro.
Después del olfato, recuperó la audición.
Fue algo increíble; escuchó el goteo del agua, mucho más lento de lo habitual e instintivamente, su cabeza se giró hacia este lugar. Después, fue el sonido de varias personas hablando. Algunas llorando, otras riendo y otras tantas hablando normalmente.
Ese no era el lugar donde había antes.
Abrió los ojos poco a poco, sin embargo, la escena ante sus ojos lo hizo sorprenderse.
Habían cosas extrañas ante él; objetos grandes y pequeños, sin embargo, nada que él hubiera visto antes. Incluso el lugar donde estaba era diferente a lo usual; parecía ser una cama, pero estaba a varios xun de distancia del suelo, podía sentir que en cualquier momento se podría caer y, a la vez, no sentía ningún miedo instintivo. Observando, había un par de cosas similares a la madera, sin embargo, parecían más frágiles y blancas, que sostenían aquella cama que se suspendía en el suelo.
Después, echó las cortinas hacia un lado, estas eran de una tela extraña y estaban colocadas de una manera un tanto peculiar, pero al estar abiertas, pudo ver que más allá se encontraba una puerta blanca y, que de acorde al lugar, también era extraña.
Un momento después, aquella puerta se abrió y entró una mujer de quizá, unos veinte años, vestida de una manera, para nada sorprendente, también peculiar; la ropa que llevaba le era un poco difícil de asimilar a Sálum. No llevaba las túnicas que llegaban hasta las rodillas para las mujeres de su secta, ni las túnicas que podrían escalar hasta más allá de las rodillas, dependiendo de la persona; no, aquella mujer llevaba unos pantalones que normalmente solo los hombres utilizaban cuando iban de expedición para facilitar el camino.
Y el peinado que llevaba; las mujeres de su secta preferían llevar el cabello recogido, mientras que otras podían llevarlo sueltos, pero siempre mantenían el cabello largo, sin embargo, a aquella mujer el cabello solo le llegaba hasta por debajo de la barbilla.
Sálum podría seguir describiendo y pensando en las miles de cosas extrañas que tenía aquella mujer, sin embargo, las palabras que esta le dijo lo despertaron por completo:
—¿Ya estás despierto? Es bueno. Madre no tendrá que seguir desvelándose por ti, así que deberías de intentar ser más compresivo con ella. No te está mandando a esa escuela porque quiera, si no porque es lo que necesitas —aunque aquella mujer iba vestida y peinada de una manera muy extraña, era muy bonita y se podía ver que había pasado tiempo arreglándose, mas se podían ver las ojeras que el maquillaje no podía ocultar y el cansancio en su voz.
Pero Sálum no tuvo tiempo de preocuparse por esto o más bien, no le dio importancia; estaba pensando en las palabras que había dicho.
Sea quien fuere, Sálum había trabajo durante nueve años y no sería tan estúpido como para no darse cuenta de que donde sea que estuviera, no era su región. O Era.
Las palabras de la mujer lo habían despertado y le habían dado una bofetada en la cara; necesitó solo estirar el cuello un poco y verse en la ventana también extraña, que estaba a su lado y en el que podía ver su reflejo.
Aquel no era su cuerpo.
Sálum podía tener 17 años, pero debido a los ejercicios y los trabajos forzosos que tenía que hacer, estos no se notaban. Sin embargo, la persona en el espejo, aunque no podía verlo tan claramente, por la vista borrosa que este cuerpo tenía, se podía decir de un solo vistazo que aún no había cumplido la mayoría de edad.
Tenía el cabello un poco más corto que el de la mujer frente a él y era un poco blanco. Si una persona no lo observaba, pensaría que era una mujer.
¿Estaba ocupando un cuerpo? ¿Cómo podría haber hecho eso?
Las escenas de antes..., el hombre que lo había tomado por el cabello y que lo había golpeado, aparecer de repente en este extraño lugar..., nada de eso era normal.
Además, Sálum no tenía madre. No tenía parientes, además de sus compañeros, que se podrían preocupar por él. Y esa escuela..., ¿de qué escuela estaba hablando?
Sálum cerró los ojos y frunció el ceño, esto, ante la extraña frente a él debió darle un significado diferente, ya que le preguntó, con evidente preocupación en su tono de voz:
—Zhalir, ¿qué te pasa? ¿Te duele la cabeza?
Zhalir. Zhalir. Zhalir.
Aquel nombre retumbó en sus oídos como si de un trueno se tratase. Si antes tenía sospechas, ahora estaba todo confirmado.
Había poseído el cuerpo de un chico y había viajado a otra Época. A otra Era. Una muy diferente a la suya.
Desearía recordar lo que había pasado para que llegara a este estado tan desconcertante, pero por más que intentaba, no había nada, además de lo que ya había recordado hace horas.
El Quinto Guardián del Templo Ceski.
Tenía una misión que resolver, pero ¿qué podría hacer cuando su cuerpo se encontraba paralizado y ni siquiera sabía dónde estaba?
—Estoy bien —su voz salió ronca, más de lo que había esperado. Sólo ahora se dio cuenta de que el tono con el que hablaba era demasiado juvenil como para ser su voz, ¿cómo no se había dado cuenta antes? Agarró el brazo de la mujer y se apoyó en ella, tratando de no sentir asco por estar tocando su piel. Sonrió levemente, mientras decía: —, siento haberlos preocupado.
La mujer quedó petrificada cuando vio aquella sonrisa. Después, como si hubiera ocurrido un milagro, sonrió y lloró sin sentirse en lo más mínimo avergonzada de estar frente a un hombre y, aún más descarada, lo abrazó y gritó, entre llanto:
—¡Oh, Zhalir, finalmente estás aquí!
Nota de autora: ignoremos que había dicho que comenzaría a publicar esto cuando tuviera más de 10 capítulos; digo, ya estoy de vacaciones y tengo que aprovecharlo.
La novela se publicará cada lunes, aunque sé qué aún nadie estará leyendo esto, si alguien lo llega a hacer, denle mucho amor. Si ven algún error, pueden escribirme y decirme, acepto críticas constructivas, pero por favor, sean suaves, su autora todavía es una masita
Por cierto, ¿les ha gustado Sálum? Es un desafío para mí escribir este tipo de personaje TT trataré de hacerlo lo más humano posible y..., respecto a esta chica que ha aparecido en este episodio, ¿creen que sea alguien importante más adelante? Yo diría que..., ¡esperen mis actualizaciones, denle estrellita y comenten, y el misterio será desvelado!
XOXO y nos vemos (leemos) el próximo lunes.
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