Capítulo 9
Kakashi sabía que venía la pregunta.
Detrás de la máscara una sonrisa de anticipación ya se dibujaba aunque la ocultaba reteniéndola lo más sutil que podía.
El entrecejo de Sakura se contraía y relajaba por cada oración de la detallada escena en la que Adam, el personaje masculino dominante, provocaba sutil pero sin descanso a Lula, la virgen y sensible Lula.
El enrojecimiento leve de sus mejillas justo debajo de los ojos, y esa respiración entrecortada que se esforzaba por ocultar, la delataban por completo, por más que ella se moviera en el sillón a su lado en repetidas ocasiones, en un intento en vano por disimularlo. Nada se escapaba de la atenta mirada de Kakashi.
Él sabía que su niña rosa estaba ya casi en el punto exacto de excitación. Solo le faltaba un punto más de curiosidad que le quitara la prudencia.
Un par de oraciones y ya llegaría.
Ni bien Adam mordiera la muñeca de Lula ella saltaría exasperada. Y eso sucedería en tres, dos...
—¡Está exagerando!
Él rio grave.
¡Como disfrutaba de verla así!
—Nadie se calienta de esa forma por unas... ¡unas mordidas!
—Créeme que sí.
—¡No, no y no! ¡Me estás mintiendo! Tú y este autor... libidinoso, cochino. — lo miró duramente al oír una carcajada, sólo para enfurecerse al apreciar la mueca de diversión en el rostro de su ex sensei — ¡Y en sima te burlas! ¡Me mientes y te burlas!
—Entiendes todo mal... ya sabes que no me burlo de ti-
—Sí, sí. Ya sé, ya sé... —rodó los ojos— Te ríes de mis reacciones, no de mí. ¡Pero es prácticamente lo mismo! — bufó entre dientes — Y me mientes.
—Pero, ¿no te he demostrado ya que es real?
Ella infló los cachetes al recordar esa tarde y no pudo menos que ruborizarse. Aún, habiendo pasado tiempo ya, y habiendo logrado ella misma brindarse esa clase de atenciones, nunca dejaba de pensarlo ni de añorarlo. Masturbarse con sus propias manos no había sido lo mismo. Extrañaba los dedos de Kakashi, por más que no fuera admitirlo jamás.
—Sí...pero es distinto... una cosa es que te masturben y otra muy distinta que estés casi al borde del orgasmo por simples caricias.
—Depende.
—¡Kakashi! ¡Es mentira!
—No si eres un receptor sensible. Y más si el dador tiene la justa paciencia y maestría
—¡Ah, claro! Ahora me vas a decir que tus amantes llegaban al orgasmo sólo con tus caricias. ¡Claro!
—Eh... — se rascó el mentón sonriendo — No todas. Pero hubo un par que casi ni tenía que tocarlas y...
—¡Ay, dios mío! ¡Ya basta!
—Bueno. — Dijo tranquilamente desviando la mirada al libro que yacía entre las manos de Sakura —¿Continuamos? Se pone más interesante en lo que sigue.
Ella resopló y se removió en el sillón, acomodándose para poder retomar la lectura, aunque sabía que le sería difícil hacerlo. Estaba demasiado furiosa.
Y Kakashi sólo veía curiosidad.
—Me estás tomando el pelo. — Murmuró luego de unos segundos.
—¿Cómo?
—Nada.
—Dilo.
— ¿Qué? ¡No dije nada!
—Te oí.
— ¿Entonces para que preguntas? —Giró para verlo a los ojos y se encontró con dos líneas casi cerradas, señal de que se estaba riendo. —¡Te estas burlando de mí!
—No, no, no... —y una carcajada escapó ya incontenible.
Ella apretó los labios arrojando el libro sobre el sillón antes de cruzar los brazos en frente y desviar la mirada de Kakashi con evidente enojo. Sus mejillas se inflaron cuando contuvo un insulto el cual quedó solo en sus pensamientos.
—Ey... Porque te enojas así. — dijo, cuando al fin pudo dejar de reír.
—Por qué te ríes de mí. Siempre lo haces.
—Ya te dije que no. Sólo que me dan gracia todos esos gestitos que haces.
Ella frunció la nariz incrédula y molesta.
—¡Eso! — y le señaló riendo nuevamente con seductora suavidad, con esa voz tan grave que le gustara tanto a Sakura.
A Kakashi le fascinaba cuando ella hacía ese gesto, porque junto al arrugue sobre esa pequeña nariz, los labios se contraían levemente hacia el frente formando un corazón que le incitaba a morderlos.
—Eso, justo eso que haces ahora...no sabes cómo me encanta.
Y se acercó a ella inclinándose para picarle la nariz, aunque en realidad moría por comerle la boca.
—¿Ves que no me burlo? — le susurró con ese tono tan bajo que la enloqueciera—Sólo que me divierte cuando te enojas...
Sakura se sonrojó y tuvo que torcer la cara hacia otro lado para alejarse. Era demasiado lo que le hacía sentir.
Y, además, estaba enojada.
—No te va a gustar tanto si te golpeo.
Él carcajeó.
—Me golpeas si me alcanzas. — y volvió a su lugar.
Ella lo miró fijando sus duros ojos en los de él. Y Kakashi, lejos de desistir, redoblaría las apuestas simplemente porque disfrutaba demasiado de tenerla en ese estado entre frustrada y excitada.
—Y no te ha ido muy bien con eso en el pasado, ¿no?
—Kakashi... —murmuró entre dientes, tornando su mirada en una retadora, que medía cada segundo para encontrar el momento exacto y abalanzarse sobre él.
Él simplemente la esperaba.
Y cuando esbozó la mera intención de movimiento desarmando el cruce de sus brazos, Kakashi, reaccionando rápidamente, se posicionó frente a ella arrodillado en el piso.
Tomándola con fuerza por las muñecas, se inclinó levemente para aprisionar las piernas de su niña rosa con las caderas, deteniendo cualquier nuevo arrebato que lograra sacarla de esa posición.
Las delicadas muñecas forcejearon repetidamente para librarse, pero el agarre envolvente de sus largos dedos y la ayuda de un poco de chakra focalizado, eran suficientes para impedirle zafarse aunque aplicara fuerza.
Lo miró con sorpresa. Por la velocidad en que todo había sucedido, no entendiendo del todo esa avalancha de sensaciones que la inundaron de repente, y no pudo más que quedar inmóvil fija en esos oscuros ojos, que la detallaban pesado mientras la sostenía. Había tanto en ese simple gesto, una energía que rozaba su piel incendiándola.
Y allí al fin se percató del escozor que le recorría el cuerpo, y que provenía de esos largos dedos que apenas si mimaban su perceptiva piel. Si cuando él aplicara ese hábil toque en una de sus muñecas semanas atrás, la habían dejado excitada al punto de aprender a auto liberarse, ahora en ambas simultáneamente la tenían temblando sin disimulo.
— ¿Qué me decías? — le susurró gravemente, en un tono que no daba lugar a réplicas, mientras que con la mirada sometía el resto de la voluntad que se mantuviera rebelde.
— Que te iba a...
Él, clavado en sus ojos, ya había leído todo y no iba a detenerse. Movió los pulgares acariciando más la sensible piel, observando como contenía un jadeo al morderse los labios.
— Que voy...a...— tragó duro — voy a...
—Shhh...
Y cuando la sintió aflojar esa tensión que aún luchaba contra él, Kakashi soltó su firme agarre comenzando a subir en una caricia lenta por los antebrazos, arrastrando con los dedos la manga suave de la piyamas que le prestara para pasar la noche. Poco a poco iba exponiendo esa blanca piel que se erizaba a su paso.
La miraba. No se perdía detalle del rostro de su niña rosa ni de los cambios que se sucedían tras su estímulo. Tenerla así de receptiva, era más de lo que se hubiere imaginado alguna vez y menos de lo que su propio deseo necesitaba. Pero sería suficiente, por lo menos para la lección que quería impartirle esa noche.
Ella respiró pesado cuando esas grandes manos giraron envolviendo los codos, acariciando con los pulgares la suave piel del interior, mientras los demás dedos hacían lo suyo subiendo aún más.
Él no dejaba de observarla, midiendo cada movimiento, cada exhalación de esa dulce boca que temblaba presa del placer que de a poco le inundaba todos los sentires.
Un toque delicado apenas al inicio de sus biceps, y pudo acercarse lo suficiente como para apreciar el calor de su dulce aliento.
Dos toques osados, y la vio morderse el labio inferior conteniendo el gemido que pujaba por salir, justo en el exacto momento en el que sus dedos comenzaron a bajar pesados por los antebrazos en dirección a las manos. Le fascinaba ese descontrol que se sucedía en ella cuando comenzaba a excitarse.
Tres toques más en las muñecas y ahora Kakashi enganchaba con dos dedos la máscara, bajándola lentamente para dejar expuesto su rostro por primera vez ante ella.
Esos jades iris se oscurecieron en el instante en que el peliplata le sonrió con malicia al quedar completamente descubierto, y le temblaron los párpados cuando él con delicadeza le tomó una de sus manos acercándosela caballerosamente a los labios ahora expuestos.
—Kakashi...—suspiró al sentir la humedad de la lengua rozando apenas el dorso, antes de que la girara y depositara un suave beso en la cara interior de la muñeca.
Sakura se estremeció.
La imagen de esos ojos fijos en ella mientras saboreaba su piel, no se comparaba al placer que se generó en el punto de contacto, pero no por eso dejaba de ser único. Se le erizó cada poro de la piel tras el paso de la ola de calor que anidó punzante en su centro. Poco controlaba su cuerpo, apenas si fue consciente de que apretó las piernas para contener ese estremecimiento.
Él sonrió, a sabiendas de lo que provocaba con cada acción, y alzó la mirada que se tiñó de perversión antes de brindarle un leve mordisco, apenas rozándola con sus dientes.
Ella dio un respingo emitiendo un pequeño grito de placer al sentirlo y él gruñó antes de morderla nuevamente ejerciendo algo más de presión. Definitivamente esa era una de las zonas más sensibles de su niña rosa. Y moría por descubrir las demás...
—¡Oh, dios! Tenías razón...
Kakashi sabía que debería haberse detenido en ese preciso momento. La lección de sensaciones ya había sido hábilmente impartida, pero el sabor que esa pálida piel había dejado en sus labios, ese aroma dulce y tibio que lo inundara ya sin máscara, tornaban imposible acatar esa decisión. Su voluntad forcejeó contra todos sus demonios, tan fijos en ella, pero fue oírla gemir una vez más para que toda la resistencia se quebrara al fin.
La mordió nuevamente, casi en una caricia, succionando su piel en el proceso, y tuvo que contener él mismo un jadeo. Definitivamente debía haberse detenido en la primer mordida, pero era tarde ya. Su autocontrol estaba concentrado en lograr no hacerla suya en ese preciso momento. Sólo en eso. Para el resto, el límite lo impondría ella.
Y no lo estaba haciendo.
Se separó apenas de esa dulce muñeca, observándola atento, intentando calmarse para medir su próximo movimiento, porque se le ocurrían tantos, y rogaba que ella en algún momento exclamara por su descaro, o le pidiera detenerse en pena. Cualquier cosa serviría para abandonar sus deseos más perversos.
Pero ella no lo hacía.
Sakura, aún sin entender todo lo que sentía, no quería que nada de lo que sucedía parara y entreabrió los labios deseosa de esa boca que vislumbraba por primera vez. Y no pudo más que temblar cuando sintió las manos de Kakashi tomar el control nuevamente subiendo con caricias pesadas, casi rasguños, por sus brazos.
Más no dejó de desearle la boca, hasta que sintió el profundo aliento a menta de su ex sensei muy, demasiado cerca de la suya.
Ella jadeó y sus respiraciones se mezclaron por primera vez. Era dulce, era inocente, pero sin la máscara que atenuara esa cercanía, el aroma de su niña rosa lo golpeó con mayor incitación esta vez. Y sin medirlo, sus dedos llegaron ansiosos a ese rostro, delineándolo suavemente mientras su otra mano se perdía por debajo del piyama rozándole apenas el abdomen.
Sakura gimió.
Y él enloqueció.
Las calculadas caricias se convirtieron en prisa en ese instante, y sus largos dedos abandonaron la piel de las mejillas para enredarse en los rosados cabellos de su ex alumna, jalándole con medida demanda la cabeza, lo suficiente para dejar el blanco cuello a su merced.
Ella gritó en un gemido y él se abalanzó sobre esa piel.
Sus labios la acariciaron, su lengua apenas posándose dejó un leve rastro húmedo desde la tráquea al inicio de la mandíbula, llenándose con el sabor dulce de su niña, que sólo lo incitaban a ir por más.
La mano en el abdomen rodeó con premura esa pequeña cintura apretándola y aferrándola allí, dejando el delgado cuerpo de Sakura en esa precisa posición cuando sus caderas empujaron para acercarse más.
Y ella reaccionó juntando las rodillas, más por confusión ante la horda de estímulos que asolaban su inexperta libido, que por restringirlo. Y todos los demonios en él gruñeron tomando el control.
—Abre tus piernas, Sakura. — Demandó en tono firme y con limitada paciencia.
Ella inmóvil respiró entrecortado ante esa grave voz que llegaba por primera vez clara y gustosa a sus oídos.
—Ahora.
Se abrió de repente como si la orden dominara su cuerpo, y él rápidamente tomó el lugar, rozándola con la erección que ya ni le importaba ocultar.
Y cuando su boca se deslizó hacia la yugular para finalizar ese recorrido en un mordisco, ella arqueó la espalda empujando su sexo contra el prominente bulto de su ex sensei. El roce fue evidente, ambos cuerpos experimentaron el placer que recibieron mutuamente debajo de la liviana tela de sus piyamas.
Kakashi gruñó mordiendo con renovadas fuerzas, conteniendo apenas sus ansias ante el roce y ella gimió aferrándose a los anchos hombros del hombre.
—Dios...esto es...entiendo...es-
—Aun no.
No quería parar, no ahora.
Y aumentó la fuerza de su agarre, de sus bruscos besos que ya imprudentes no se limitaban a ese enrojecido cuello. Ahora iban por más. Por la delgada quijada, el mentón, deteniéndose a milímetros de esa boca en la que tuvo que esforzarse a ignorar.
La miró a los ojos jadeantes, manteniendo ese rostro fijo a su alcance con el puño que se cerraba en los cabellos de la nuca, absorto en esa belleza que por años sólo imaginó hasta el cansancio de la forma en que en ese momento la tenía, tan entregada, respirando rápido y pesado.
Tan suya... si tan solo su prudencia fuera más fuerte que sus perversiones. Pero no lo era, no en ese momento, y no entendía que demonios estaba haciendo, ni porque ella no lo detenía. Había subido, sin medirlo, el nivel de esas improvisadas lecciones y ella le permitía todo, como si lo deseara...
Su ceño se contrajo en duda mientras la veía detallarlo con la mirada vidriosa, la respiración acelerada, sin reclamar nada, sólo cediendo la propia voluntad a sus caprichos. Y él enloquecía. Cada segundo que pasaba, su autocontrol se iba al carajo y sabía que no podía darse ese lujo, no con ella. Pero olía tan bien, tan dulce, esa piel era tan caliente y receptiva que moría por recorrerla con la lengua, con los dientes, marcándola como suya, escuchándola gritar, mientras la penetrara sin respiro, profundo, salvaje como a él le gustaba.
Fueron los dedos de Sakura los que le devolvieron a la realidad y a lo cerca que se encontraba de arrojar todo al demonio; cuando indecisos se posaron sobre sus labios tocándolo con celo, como si temiera comprobar que no era real.
Iba a detenerla, pero esos ojos brillaron mientras lentamente delineaban con las yemas cada una de las facciones del masculino rostro de su ex sensei, que la máscara con tal eficiencia mantuviera siempre en misterio.
—Eres muy apuesto...muy...
Kakashi le sonrió. Y los labios de su niña rosa temblaron al devolverle el gesto.
—Me gustan tus labios...tan delicados...— le dijo tras acariciarlo una vez más fijando su mirada allí.
Y como si ese fuera el preludio a la locura, por una breve fracción de segundo, él dudó y permitió que se acercara peligrosamente a su boca. No podía negar que anhelaba degustarla al fin, pero no debía hacerlo, no podía, era incorrecto.
La detuvo en el último instante, jalando de su cabello para alejarla de él.
—No.
—Kakashi...déjame besar-
—¿Qué te deje? — su voz se volvió oscura, como sus ojos, como su mirada que dura se posó en la de ella — Tu no pones las reglas aquí, Sakura.
Ella jadeó quejumbrosa.
«¡¿Pero qué mierda acabo de hacer?! ¿Qué carajos dije? »
Su ser tembló. Entendía que sus instintos acababan de arruinarlo todo, y no pudo más que abofetearse mentalmente tras dejar escapar esas palabras.
¿Cómo pudo perder el control así? La miró una vez más esperando por el insulto que diera por finalizada esa clase de lección, pero grande fue su sorpresa cuando los hinchados labios de su niña rosa se abrieron para respirar agitada, cuando esos hermosos ojos se oscurecieron presos de una lujuria que apenas si su inexperiencia podía permitirle comprender. Menos, intentar manejar.
Sakura no entendía que demonios sucedía. Porque él le ordenaba de esa forma tan firme, tan dura, alejarse cuando instantes antes le devoraba la piel mordiéndola, lamiéndola. Porque le impedía besarlo cuando cualquier hombre en su lugar no le daría tiempo ni de respirar.
Le confundía. Y no entendía porque se sometía tan dócilmente cediendo sus urgencias sobre las de él. Lo que sentía le enojaba.
Pero lo que menos entendía era porque no reaccionaba a ese comportamiento enviando todo a la mierda, en lugar de permitir que su cuerpo temblara de esa forma, que su clítoris se hinchara palpitándole abajo, mojándola de una forma que jamás había experimentado antes.
¿Qué había mal en ella? Y, como si se desconociera a sí misma, se encontró pidiendo mentalmente por más, sin saber exactamente a qué... pero necesitaba más de todo lo que Kakashi le hacía.
Y él lo leyó. A la perfección. Su respiración se tornó descontrolada luchando con su más profundo deseo y con las ansias de arrancarle todo.
—Kakashi quiero-
—Quítate la remera. — demandó.
Y esa fue una prueba. No sabía que esperar, pero sabía que todo cambiaría de acuerdo a lo que ella hiciera.
—¿Qué...?
—No quieres que lo repita.
La mirada era oscura. La dureza de ese rostro impregnado de lujuria la tenían temblando, obligándole a bajar la mirada.
Ella dudó. No sabía si era correcto responderle. Sólo sentía que su cuerpo se derretía cada vez que observaba esos labios moverse, con cada palabra que de ellos salían. Y le obedeció. Con duda, con algo de pena. Pero sumamente excitada.
Kakashi la soltó dándole espacio, y ella lentamente se deshizo de la prenda que le cubría la mitad de su cuerpo, dejando expuesta por completo su blanca piel, excepto las zonas en las que el diminuto brasier de encaje blanco llegara tímidamente a ocultar.
Cuando el pijamas tocó el suelo, la realidad de su estado le golpeó la consciencia y ella suspiró notando el calor del sonrojo en las mejillas hasta las orejas. Se sentía desnuda. Apenada bajó aún más el rostro huyendo de esa densa mirada que le recorría cada centímetro de piel, con una oscuridad que no llegaba a entender si debía temerle o abrazarla, pero que le era imposible evitar que la encendiera de esa forma tan desesperante.
Él no podía dejar de detallarla, luchando contra su propia respiración para mantenerla estoica ante la delicada ninfa que se descubría delante suyo. Tantas veces la había imaginado de esa forma y aún más arrojada, que se sorprendió prefiriéndola así, cándida, temblando por simples caricias, sensible a su toque...
Y preso de ese embrujo, con los dedos comenzó a seguir el mismo camino que sus ojos, dejando como huella de su calor una piel erizada que se encendía ante cada roce.
Ella gimió cuando los dedos llegaron al borde de ese pequeño brasier, que poco se esforzaba por cubrir su contenido, y la vio temblar cuando apenas enganchó el suave encaje de la copa amenazando escurrirse hacia el pequeño pezón que ahora se alzaba erecto.
Allí se detuvo, pero no se retiró.
Sonrió perverso al observarla sumisa, excitada. Vio el temor en esos ojos por las sensaciones que la abrumaban y que deseosa reclamaba por más. Y no pudo más que inclinarse para transitar con su boca lentamente el mismo camino que sus dedos.
Sakura se estremeció sin control, y cuando sintió los labios de su ex sensei surcar el inicio del valle entre sus pechos, no pudo más que arquear la espalda brindándole acceso y dirigiéndolo inconscientemente a sus senos, ignorando que él desecharía tan indecente ofrecimiento en su afán de quitarle definitivamente la prudencia.
Se ofrecía gustosa sin saberlo y él no podía más que disfrutarla. Y cuando impaciente por sentirlo, quiso tomarlo por los cabellos para guiarlo definitivamente a los pezones que furiosos se marcaba contra el encaje, él tomó con fiereza esa mano llevándola sobre la cabeza de la joven mientras la empujaba hacia atrás en el sillón.
Ella jadeó sonoramente en el instante que su espalda y nuca rebotaron sobre el mullido respaldar.
—¿Que intentabas?
—Kakashi...— gimió cuando le alzó más el brazo que sostenía forzándola a estirarse, exponiéndola más de lo que estaba. — Yo... quer-
—Shhhh... No te di permiso a hablarme.
Se mordió los labios callándose y él sonrió perverso ante esa obediencia atrayendo toda la atención de los verdes ojos de la ninja a su boca. El deseo por besarlo recrudeció en ella y no midió el movimiento reflejo que la llevó a querer tocarle el rostro con su mano libre. Pero no llegó ni a acercarse cuando sintió los fuertes dedos de Kakashi tomándola por la muñeca, jalándole rápidamente el brazo para posarlo junto al que ya tenía sujeto con su otra mano. Forcejeó apenas por instinto, pero el fuerte amarre con chakra que él aplicó, sostuvo inmóviles ambos brazos arriba.
Lo miró excitada, mojándose los labios que su agitada respiración secaba.
La mirada de su ex sensei era fuego que la devoraba, envuelto en una rudeza estoica y calculadora que la hacían estremecer de una forma que nunca antes había experimentado, sin distinguir si era temor o la desesperante anticipación a lo desconocido.
Quiso reclamarle. Pero no pudo. Las palabras que contradijeran esa orden de silencio no le saldrían, no mientras él la mirara así.
Y sin darse cuenta, se encontró alzando las caderas para frotar su centro contra la dura erección del peliplata, retándolo a más.
Él gruño sonriéndole y la dejó hacer por unos segundos para luego tomar una de las caderas con fuerza impidiéndole cualquier movimiento. Le fascinaba la lascivia que ella ostentaba con la justa medida de provocación.
—Quieta.
Ella cedió más por la orden que por la fuerza de ese agarre. Respiraba pesado, jadeante. Sus mejillas encendidas y sus ojos vidriosos delataban el estado febril de celo que comenzaba a nublarle el juicio. Y él no podía más que pensar que si esas reacciones eran fiel reflejo de lo que sentía, lo mojado que debía estar su coño.
Kakashi jaló la pierna que sostenía abriéndola más, para darle libre acceso a ese centro cubierto por el pijamas, y se humedeció los labios imaginando lo bien que sabría, cómo ella temblaría mientras él la degustara lenta, profunda y tortuosamente.
Sus imprudentes pensamientos le quitaron por un instante el control, y no notó el momento en que la mano que la tomaba, comenzó a recorrer pesado el corto camino al objeto de su deseo.
Ella jadeó ruidosamente cuando sintió el pulgar de su ex sensei jugar con su clítoris por sobre la tela, presionando, trazando círculos que la tuvieron arqueando la espalda mientras se abría más para él, dejándolo hacer cuanto quisiera. Gritó su nombre cuando Kakashí giró la mano y fueron sus otros dedos los que la recorrieron, de arriba abajo sin piedad.
—Quieres esto, ¿no?
Ella asintió desesperada con los ojos cerrados.
Y él rió, una carcajada sensual y profunda que la hizo gemir aún más, cuando se acomodó brindándose espacio para colar su mano dentro del pantalón. Era osado su movimiento, pero necesitaba con urgencia tocarla y toda la ropa le estorbaba, hasta esa pequeña braga la cual hizo a un lado dejando a merced de sus dedos la tierna carne de su niña rosa.
—¡Oh-por-dios! —ella gritó cuando sintió el fuego de esos dedos recorrerle los pliegues.— Quemas...tus dedos queman... ¡Oh dios! Te extrañé tanto...
—¿A dios o a mí?— le susurró con su voz más grave degustando la confesión.
—¡A ti! A ti...Kakashi...¡Oh por dios!— su voz se ahogó en un gemido en el preciso instante en que esos mismos dedos se deslizaron hacia abajo entrando inadvertida y enérgicamente en ella.
Y él gruñó cuando sus yemas se empaparon por completo hundiéndose con increíble facilidad en esa estrecha entrada, que lo succionó con fuerza.
—Tan mojada... tan... ¡mierda Sakura!
Ella temblaba. Se retorcía en la medida que el fuerte agarre del peliplata le permitía. No dejaba de jadear murmurando su nombre una y otra vez mientras él la masturbaba con el pulgar a la vez que la penetraba con dos de sus dedos intensamente.
Debería haber sido más suave, ella aún era demasiado inexperta. Pero bastante ya si controlaba su temperamento como para ir con delicadeza en ese toque. Sería a su estilo, rudo, urgente, sin compasión.
Y ella lo disfrutaba. Sin entenderlo, sintiendo que todo era por demás salvaje pero prefiriéndolo aún sin conocer otra forma. Se encontró gozando todo lo que él le daba sin pena, entregada por completo y deseando más de ese hombre que hasta unas semanas atrás merecía únicamente su respeto.
Lo miró por unos segundos cuando pudo a duras penas abrir los ojos, antes de que el cuerpo se le tensara, preludio al orgasmo que sabría que pronto vendría.
—Sigue... así... así...
Tendría que haberla detenido, podría haberla disfrutado de tantas formas al frustrarle el placer, pero lucía tan hermosa con su cuerpo estirado y semi desnudo en sima del sofá, temblando con las manos inmovilizadas y cerradas en puño por ese goce, que continuó con todo lo que estaba haciendo.
Y sin darse cuenta, sus jadeos se acompasaron a los de su niña rosa.
La sintió estremecerse violentamente entre sus manos, apretándolo con los muslos mientras lo llenaba más de ella cuando el orgasmo la golpeó intensamente. Y él no pudo más que disfrutarla intentando no pensar en esa dolorosa erección que apretaba contra su propia ropa interior.
No dejó de estimularla, lento y suave alargándole el goce. Y cuando los espasmos de placer poco a poco comenzaron a diluirse, retiró su mano deslizándola dulcemente fuera del pantalón, limpiando los dedos contra la piel de su hermosa niña rosa en el camino.
Sakura abrió los ojos aún jadeante en el instante en que el calor de ese toque la abandonó, para encontrarse con la oscura mirada de él atenta a su rostro.
—Estás...excitado— le susurró al sentir la dureza de su ex sensei maltratándole la cadera.
Él no respondió. Sólo se limitó a observarla a los ojos con un semblante imperturbable.
La pelirosa tragó duro al mirarle la boca, deseándola una vez más. Y no pudo evitar morderse el labio inferior cuando imaginó la dureza que la rozaba penetrándola.
Y fue en ese intercambio de miradas que se extendió en el tiempo, en el que ella le hiciera el pedido casi en un ruego sofocado, que él no esperaba pero que derrumbaría cualquier vestigio de auto control.
—Fóllame.
Kakashi jadeó. Y dudó unos segundos antes de soltarle las manos para posicionarse rápidamente entre los muslos de su niña rosa. Fueron las piernas y brazos de Sakura las que marcaron el camino a seguir, cuando rodearon en un impulso sus caderas y cuello y lo empujaron más cerca de ella.
Su deseo se hizo instinto puro impulsando su erección en una puja frenética al aferrarle el trasero con ambas manos, y un nuevo gemido inundó sus oídos en el momento que el roce estimuló sus sexos otra vez.
Ella buscó besarlo pero él fue rápido hundiéndose en ese cuello que ya lucía enrojecido. Y la mordió. Nuevamente la mordió. La joven gritó de placer clavando las uñas en su cuero cabelludo y él la envolvió con los brazos, empujando con más violencia, apretándola a su cuerpo.
—Házmelo... —la escuchó susurrar con voz cortada.
Él se sonrió satisfecho por el deseo apremiante que ella demostraba. Era fuego puro debajo de esa capa de ingenuidad. Y aun sabiendo lo incorrecto de sus acciones, moría por ceder a ese pedido. Se maldijo cuando la prudencia logró anteponerse a su hambre, gruñendo al separar sus manos de ese cuerpo en un intento por detenerse.
Pero cuando ella le mordiera el lóbulo de la oreja mientras luchaba por deslizar esas pequeñas manos debajo de su remera, poco le costó enviar todo al carajo.
La haría suya.
Sería suya a como diera.
Sólo intentaría amansar su naturaleza lo suficiente para que no se expresara tan crudamente. Pero sólo eso y después... no sabía qué demonios pasaría después. No podía pensar en ese momento.
Gruñendo le mordió el hombro mientras la tomaba por las caderas levantándola del sofá y llevándola a la tupida alfombra que se extendía al lado del hogar.
La recostó suavemente separándose de ese cuerpo sin dejar de mirarla a los ojos a medida que se alejaba.
Ella respiraba agitada, con los brazos apoyados a cada lado de su cabeza. Ese pecho subía y bajaba pesadamente ostentando el enrojecimiento que sus demandantes besos y dientes dejaran a su paso, evidenciando ya alguna que otra marca más oscura cerca del cuello. Le reprendería mañana por eso.
Lo observaba sin perder los detalles que la escaza iluminación frente a ese crepitante hogar le permitían, mientras él se quitaba rápidamente la remera y la máscara que lucía arrugada sobre el cuello. Sus pupilas se dilataron y no pudo evitar morderse los labios ante la imagen semi desnuda de su ex sensei. Kakashi realmente era caliente.
Gritó cuando sintió que con ambas manos él tomaba con prisa la pretina de su pantalón. Estaba sucediendo. Y, aunque temerosa, no dudó elevando las caderas para facilitarle el trabajo, gimiendo cuando sintió que prácticamente se lo arrancaba de sus piernas. Sólo las bragas se resistieron a tal ímpetu, quedando ajustadas en su lugar, como si se negaran a revelar lo que protegían.
—Quiero sentirte...ahora.
Kakashi alucinó con la prisa de su niña rosa. Sabía que estaba lista, él la había preparado aun cuando no hubiera buscado esto al masturbarla. Pero lo que más lo ponía a mil, era el hecho de que acababa de liberarla con un orgasmo arrollador y ella, aun en éxtasis, reclamaba por más.
Era perfecta. Las cosas que podría hacer con ella...
En ese instante no entendía por qué se la había vedado tanto tiempo. Y no pudo contener la necesidad que tomó el mando de sus actos con abrumadora violencia, enredando los dedos en la fina tira de esas diminutas bragas para arrancarlas de un tirón.
Sakura gritó retorciéndose gustosa, abriéndose más, cuando él se posicionó entre sus piernas luchando bruscamente con los pantalones que lo vestían. Y aun habiéndolos bajado apenas si para liberarse, tomo su miembro y lo dirigió hacia la húmeda entrada de su niña rosa.
—¡Sí! —gimió tomándole los hombros a la espera de la embestida inicial.
Sintió como los fluidos de la joven bañaron su glande al rosarla y creyó enloquecer en ese momento. Estaba sucediendo lo que siempre circunscribió a su imaginación. La haría suya. Y a punto de pujar para entrar en ella, sus principios lo golpearon con la fuerza de la realidad que cargaban en su seno.
Ella no era un desfogue de una noche como las de antaño, ni de cerca. Ni si quiera, una de las sumisas que se ofrecían ansiosas de su dominio conociendo los límites, conociendo la dinámica de sus juegos.
No, ella era tan inocente a su mundo, a sus anhelos, ignorante de la clase de hombre que él era. No podía permitirse tomarla con la fuerza de su ímpetu, porque sabía que no querría contenerse una vez que la saboreara. Y la haría suya de incontables formas, con ese hambre que lo mantenía alerta cada vez que la tenía cerca y que por tanto tiempo decidiera ignorar.
Y no querría soltarla después. Aún sin prometerle un futuro, aún si todo se planteara como simples experiencias... ¿cuánto tiempo pasaría hasta que su naturaleza pujara por revelarse? Y allí lo perdería todo.
Sakura movió sus caderas para apurarlo y él se maldijo. Se sentía tan bien...
—Kakashi...— gimió reclamándolo.
La miró, con ganas, con hambre. Ella lo deseaba, él también. Pero no, no podía hacer eso.
«Aún no... »
Sabía que se arrepentiría después de la decisión que había tomado, pero sería peor la tortura a la que se sometería si cedía a ese deseo.
Y fue así que con un gran esfuerzo, apoyó su miembro acomodándose entre esos hinchados labios, apretando el clítoris suave que aun palpitaba, y empujó frotando su longitud.
La humedad de la chica era suficiente para los dos, en un único deslizamiento lo cubrió lubricándolos y se sintió espectacular. Dios... ¿cuánto hacia que no se masturbaba de esa forma, contra el sexo de una muchacha? ¿Veinte años? Si... veinte. La última vez que lo hizo así apenas si tenía dieciséis y se podía decir que era virgen.
Ella jadeó, gimiendo con fuerza al hundirle las uñas en la piel de su espalda. La caricia era fuerte y caliente. Le quemaba. Le enloquecía... Pero no le entendía. Sasuke nunca demoró tanto en entrar en ella como lo estaba haciendo Kakashi, y quiso creer que este era otro de sus juegos. Y se sentía bien, muy bien...
Apoyado en sus codos, tenía una espectacular vista de esas mejillas enrojecidas, del cabello rosado adhiriendo a la frente. Los ojos cerrados, totalmente entregada a él y a sus caprichos que en ese momento lo despreciaban por el rumbo de los acontecimientos.
Ella gemía, respiraba agitada, se sentía sobre estimulada. Pidiendo más entre susurros y a la vez reclamando clemencia por la potencia de ese placer que la ahogaba.
Él no se detendría. Demasiado había logrado contener. Entendía que ese casto placer sobre sí mismo ya se lo merecía.
—Kakashi...esto es... es demasiado... no voy-
—Si vas a poder. — le susurró al oído.
Y comenzó a frotarse con mayor ímpetu, apretándose más en ella, hundiendo su dura longitud entre los pliegues de la chica, tomando de ella lo que más podía.
—¡Dios! Es... por favor...
Las sensaciones se incrementaron en él al escucharla ansiosa por su liberación. El placer era profundo, Sakura jamás había experimentado algo así y no lo entendía, pero no le importaba. Aún así, su cuerpo ansiaba sentirlo dentro, en lo profundo y fue así que quiso envolverlo con las piernas elevando su sexo para facilitar la penetración. Y lo hubiera logrado si él no se lo hubiera impedido.
—No, Sakura. Déjalas abajo.
Y le sostuvo el muslo con una mano mientras se hundía en el cuello intentado hacer más sencilla la tarea de resistirse a ese pedido que deseaba con desesperación.
—No... no, no me detengas...házmelo... por favor...
Rogó.
Y se sentían tan bien esas palabras. Era perfecta. Tuvo que apretar la mandíbula cuando sus ansias por una fracción de segundo casi lo controlan.
—Kakashi...por favor...
—Shhh... tranquila.
Y empujó. Una vez tras otra, ignorando las súplicas, cerrando los ojos como si la oscuridad le ayudara a centrarse sólo en terminar lo que hacía sin cometer un error más. Se frotó sobre ella, resbalando sobre esa humedad caliente y suave duramente que, poco a poco, lo llevaba camino a un clímax el cual imaginó que sería lo suficiente como para calmarlo por esa noche.
Lo que nunca llegó a considerar fue que ese inocente orgasmo lo golpearía con fuerza haciéndole derramarse profusamente sobre el abdomen de su niña rosa. Que llegaría en medio del de ella, provocado por la mordida que le propinó en la curva del cuello para someterla en esa posición, cuando la joven buscó la penetración una vez más. Y ella respondió tan efectivamente, como una verdadera sumisa, su sumisa, enloqueciéndolo hasta tal punto que lo hizo temblar como un iniciado bajo los espasmos de cada bombeo de su miembro al liberarse.
Solo las respiraciones jadeantes de ambos se oían en la habitación, una vez que sus cuerpos pudieron detenerse de responder a los temblores residuales del orgasmo.
—Eso fue... muy fuerte... —le susurró al oído.
Él apenas salía de su propio éxtasis cuando la escuchó. Y le sonrió.
— Kakashi, estuvo genial. Definitivamente esto supera cualquier paja.
Él rio. Con una risa grave, seductora que la estremeció.
Se incorporó desde el hueco del cuello que le había dado soporte, apoyándose en los codos para quedar frente a ella, y le acarició con los pulgares las mejillas, enmarcando ese dulce rostro fijo en su mirada. Estaba simplemente hermosa.
—Me alegro...
—¿Que fue ...esto?
—¿Esto? —Respondió separándose apenas de ella, sintiendo como sus pieles crujían bajo el pegajoso líquido entre ambos.
—Bueno... fue una lección, digamos como que...anticipada. — mintió. Definitivamente no podrían seguir leyendo ese libro, por lo menos no hasta el final.
—¿Sigue eso en el libro?
—Mmmm... Algo así...más adelante.
Sakura le sonrió ampliamente cerrando los ojos con disfrute.
—Dios, me gustó mucho.
Él le acarició el rostro devolviéndole la sonrisa, sin separarse ni un centímetro de ese cuerpo.
—Kakashi, somos un lío ¿no?
—Ehhh... sí. Y me disculpo.
Rieron.
Y quedaron mirándose uno sobre el otro mientras sus carcajadas se callaban.
—En serio... — ella se mordió los labios —Fue grandioso. Nunca había sentido algo así.
—Tú estuviste grandiosa.
—¿Yo? ¡Pero si hiciste todo el trabajo!
Él rio mordiéndose el labio inferior. Ella no sabía nada, no conocía ni por asomo sus gustos y era mejor así. No sabía que se había comportado como una perfecta sumisa en iniciación, una sumisa única, una joya que sólo él podría lucir. Por eso no le diría que lo que acaban de hacer fue el mejor sexo que tuvo en meses, aun superando la última sesión que había sido intensa.
Ella era perfecta. Era todo lo que había buscado siempre. Y por una fracción de segundo, luego de observar una vez más esa sonrisa satisfecha, aun siendo consciente de que parte de su naturaleza se le había filtrado en más de una ocasión durante la noche; consideró que tal vez ella lo aceptaría. Y que quizás, sería posible aquello que siempre había anhelado.
Pero sólo un efímero instante se permitió considerarlo. Porque eso que pretendía, no debía darse. Él no era el hombre que ella necesitaba en su vida.
Sintió las pequeñas manos de Sakura deslizarse por su espalda y la miró nuevamente, encontrando en la mirada jade y tierna esa sensación de bienestar que sólo ella podía brindarle. La joven entre sus brazos le sonrió sonrojándose y con ese gesto arrojó al demonio todos sus planteos.
Sabía que mañana volverían y tendría que lidiar con ellos. Ahora tenía debajo de su cuerpo a la mujer que había esperado toda su vida. Se permitiría disfrutar de ese momento, porque sabía en lo profundo que tenía que ser el último. Y le dolía terriblemente considerarlo.
La acarició una vez más. Ella estaba tan hermosa...
Mañana ya vería como lidiaba con él mismo, ahora simplemente tomaría de ella lo que pudiera.
.
A que casi, casi, casi se va todo al carajo, ¿no? Bueno, se puede decir que quedaron en un punto algo... complicado jajajajaja A ver como la reman de aquí en adelante.
Debo admitir que este capítulo me costó muchísimo. Lo escribí de a partes y algunas las reescribí como cinco veces ya que como que mis deditos se querían ir para un lado, pero mis intenciones eran otras (si lo sabrá @MilleHatake) . Porque quería prolongar la agonía muajajaja... No, en serio, no es de mala. Es que saben que Kakashi tiene unos gustos algo específicos y, pues, es mejor ir de a poco. Ya se darán cuenta de lo que estoy diciendo más adelante. ¡Tenganme paciencia! jajajajaja
Bueno, espero que lo hayan disfrutado y que no se enojen conmigo jajajajaja
Un beso enorme. Nos vemos el próximo jueves
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