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Capítulo 54

—¡Ay, ay, ay, chicas! —Sakura carcajeó tambaleando sin poder ver por donde pisaba— ¡Me van a hacer caer!

—Deja de quejarte que no voy a soltarte —respondió una divertida Shizune.

Ino volteó en ese instante, luego de hacerle señas a Susui para que fuera rápido a hablar con el contacto, que estaría esperándolas a la entrada del bar a esa hora.

—¡Shizune! —le gritó la rubia, ni bien reparó en cómo la sostenía, luchando contra una divertida Sakura que ya se encontraba algo relajada por el alcohol de la cena. Cerraba ambas manos sobre los ojos ahora, apretando para que no se le escabullera— ¡Mira como la tienes! ¡Vas a arruinarle el maquillaje!

—¿Ah? —Shizune también estaba algo picada, y sus dedos se movían pegados al rostro— ¿Y cómo quieres que le haga? ¡Va a ver todo!

—Chicas... chicas —suplicó Sakura, ahora ya no tan divertida— ... cui...cui...

Todas gritaron cuando esta, sin poder ver y con esos altos tacones que le lucían de maravillas, tropezó, y Shizune debió destaparle los ojos para tomarla evitando que llegara al suelo.

—¡No abras los ojos! —acotó Ino sin poder hacer nada de fuerza por su pancita.

Sakura carcajeó junto a Shizune, siendo la risa tal, que les robó fuerza y precisión a los movimientos. Fue la morocha quien acomodara su estado primero, para luego tomarla del brazo levantándola, y luego girarla bruscamente de inmediato impidiéndole descubrir el destino.

Sakura gritó por lo bruto del arrebato, echándose a reír ni bien le viera mirándola a los ojos, con esa expresión de entre desesperada y enojada.

—¡Eres bruta! —replicó al abrazarla, siendo Shizune quien ahora tambaleaba cuando la pelirrosa se le echara encima.

—No estás tan borracha. Esto ... no...¡pesas!

—¿Pesar? Pero si soy más delgada que tú.

—¿¡Qué!?

—Chicas...ya... no griten tanto —las calló Ino, atenta hacia el club, sin poder apreciar nada por el gentío.

—Eres bruta y mandona. Te la aguantas ahora. Vas a tener que llevarme así si no quieres que mire la sorpresa —Sakura le sacó la lengua mientras Shizune apretaba los dientes en furia, sosteniéndola por debajo de los brazos.

—Ya quisieras...

—¡Ahí está! —gritó Ino, ignorando la pelea.

Susui volvía corriendo, dando pequeños pasitos por sus tacones y su corto y ajustado vestido, que se le subía gracias a las pronunciadas curvas de su cuerpo, era pequeña pero muy sensual. Un par de muchachos que se dirigían hacia el bar, pasaron a su lado volteando a verla dedicándole unos silbidos que la chica agradeció coqueta.

—¡Chicas! —suspiró al llegar, apoyándose una mano en el pecho al cambiar la expresión de su rostro a una completamente enamorada.

—¿Y? —apuró Ino, ya estaban tarde al horario que habían pasado en la invitación.

La otra ahora se echaba aire mordiéndose el labio inferior.

—¡Ya mujer! —replicó Shizune haciendo fuerza mientras Sakura carcajeaba intentando ver a su amiga— ¡Ey, quieta! ¡Tú no voltees!

—¡Ay dios... no saben! Les juro que no saben.

—¿Qué?

—No... jamás he visto algo así... ¡por dios! —apenas volteó el rostro constatando que el alto morocho con el que había hablado, permaneciera en la puerta garantizándole el ingreso tal como les prometió. Le saludó con la mano y una enorme sonrisa se le asomó cuando este respondió el contacto con un movimiento de cabeza.

—¿Qué pasa? —era Ino quien se alzaba en puntas de pie para mirar hacia donde la joven estaba coqueteando— ¿Acaso es...?

—¡Shhhhh! —le interrumpió Shizune, quien sabía que de solo nombrarlo, era posible que parte de la sorpresa se cayera.

—¿Qué pasa? ¡Chicas, díganme algo! No veo nada...

—¡Tú no voltees, carajo! —Sakura carcajeó cuando la pelinegra volvió a abrazarla para mantenerla de espaldas al local.

—¡Ay dios! Susui...¡habla de una puta vez! —regañó Ino entre dientes.

La chica chilló emocionada apretando las manos sobre su pecho.

—¡Creo que me enamoré!

—¿Qué? —acotó Sakura sin poder ver.

—Se enamoró —le repitió Shizune—, de nuevo.

—¿De nuevo? ¿Pero si tiene novio?

—¡Cállate frentona! Que si no esta no habla ahora —reprendió Ino,y miró a Susui con molestia en los ojos.

La chica se abanicaba nuevamente, observando de reojo hacia el club.

—¿Y?

—¡Ah, sí!

—¡Al fin caes!

Susui ni se inmutó, seguía sonrojada, suspirando a cada nada.

—Tenemos que ir con él. El chico grandote de la puerta —señaló mordiéndose el labio otra vez—. Ya dejaron todo listo .

Ino sonrió y miró a Shizune quien ahora tomaba de los hombros a Sakura para quitársela de encima.

—¡Tápale los ojos!

—¿Eh, otra vez? —reclamó Sakura.

—¡Sí! —gritaron todas.

—¡Pero cuidado con el maquillaje! —aclaró Ino preocupada.

El atuendo de Sakura esa noche era sensualmente impecable, como cada detalle que lo acompañara. Ino lo había elegido, tomando desde la colección que le regalara Seiyi a su amiga, el vestido más sexi que viera y que la deslumbrara ni bien la pelirrosa se lo probara, uno azul con delicadas líneas blancas y suavemente plateadas, corte strapless que dejaba los trabajados hombros al aire, adherido al cuerpo sin quitarle elegancia. La falda era corta, llegándole apenas arriba de la media pierna, con un pequeño tajo al lado derecho que le facilitaba moverse.

La había peinado con una cola alta, agregándole unas extensiones que le abultaban el largo lacio cayéndole hasta media espalda. Tacos agujas azules y ese delicado maquillaje que le resaltaba los ojos, completaban el atuendo, siendo los pequeños aros plateados colgantes, que apenas le rozaba el cuello, el detalle final. Así debía lucir esa noche, lo supo desde que a la organización de la fiesta se colaran los nombres de los dueños del club que le recomendaron. Recomendación que prácticamente si había caído en la única opción cuando la encargada se presentara ante ella con aquella oferta que, de rechazarla, quedaría como una tonta.

Shizune se puso detrás de Sakura, colocando nuevamente sus manos sobre los ojos para luego girarla despacio y comenzar a empujarla haciéndola avanzar.

La pelirrosa carcajeó nerviosa, estirando los brazos para tantear a alguien en quien sostenerse. El piso era irregular, sabía que estaban en Konoha, pero no exactamente en donde. La mayor parte del recorrido desde que salieran del restaurante, lo hizo con los ojos tapados. Primero abordo de aquel taxi, y luego caminando la última cuadra.

Ino le tomó la mano para guiarla entre la gente que hacía cola de entrada al bar, siendo rechazados los que no respetaban la etiqueta de la noche.

Intentó buscar a Susui, pero esta se le había adelantado con prisa para llegar a su presa. No le resultaba extraño el comportamiento de su colega, tenía una libido difícil de domar, sobre todo cuando había en juego hombres musculosos. Y esa noche, sobraban siendo el morocho de la entrada el más imponente. Aunque debía reconocer que le provocaba algo de pena el pobre novio, no conocía demasiado la historia, sólo que era una shinobi bueno en la cama pero que vivía en misiones y, eso, le pesaba demasiado a la joven.

De a poco fueron cruzando cada escollo, empujando a veces, pidiendo permisos otras, siguiendo como faro la cabeza de aquel imponente hombre que se alzaba sobre el resto dado su tamaño, y más ahora que se estiraba viéndolas para asegurarse de que no se desviaran del camino.

—Llegamos —suspiró una agitada Ino que ya esbozaban una pequeña pancita de embarazo, la cual apenas si se notaba en sus ropas, pero que la tenía por demás cansada.

—Señoritas —saludó el hombre—, las estábamos esperando.

—Esa voz... esa voz... ¡la conozco! —gritó Sakura, intentando quitarse la mano que la enceguecía.

—¡Mujer!

—¡Arruinaras todo! ¡Basta frentona!

El hombre sonrió reconociendo de inmediato a Sakura, debiendo luego mirar hacia la joven que lo observaba embobada y que ahora le tomaba el bíceps colgándose.

—¿Nos guías? —le dijo dulcemente, batiendo las pestañas.

—Dios... está alzadísima —susurró Shizune.

—¿Quien está alza-?

—¡Cállate, Sakura! —la codeó Ino para luego sonreírle al grandote que la miraba ahora con el ceño contraído. Carraspeó— Veo que nos reconoció.

—Sí, su mesa privada ya está lista.

—¿Mesa privada? —gritó nuevamente Sakura, ahora tomando con ambas manos la de Shizune.

—¡No jales!

—Vas a tener que taparle los oídos también —replicó Ino entre dientes.

—Ya lo creo.

—¡Inopuerca! ¿Qué dices? —intentó zafarse y Shizune la tomó con más fuerza.

—¡El maquillaje frentona!

—Síganme —fijó el hombre, asintiendo a los de seguridad que enseguida abrieron la puerta lateral para que las cuatro mujeres entraran.

La música, que se oía sorda desde afuera, ahora era clara y fuerte, ecualizada correctamente para incitar a la diversión, sin aumentar el esfuerzo para mantener conversaciones. Nada estaba librado al azar en aquél lugar, sorprendiendo a las mujeres sin entender porque nunca se habían animado a ir. Entendía que era algo más exclusivo que el resto, pero eso no quitaba de haberlo intentado.

El murmullo de la gente conversando se colaba entre la música, sobreponiéndose las carcajadas de diversión a medida que avanzaban.

Sakura se sostenía de la mano de Shizune sobre sus ojos, mientras Ino le tomaba el codo guiándola. A Susui simplemente la habían perdido, yendo varios pasos más adelante pegada al grandote que la tenía embelesada, y que poco esfuerzo hacía para quitársela. Era demasiado cortés, o ya le había tomado el gusto a la joven. La noche diría el resto.

—Bien... cuidado frentona, levanta un pie —esta obedeció buscando por soporte con sus manos ahora en el aire—, hay dos escalones.

—Sí... ¡no me sueltes!

—No, no, uno más... y...

—¡Sorpresa!

Gritaron todos los presentes cuando Shizune le quitó la mano de los ojos.

Sakura no entendió nada, sus jades se abrieron enormes recorriendo rápidamente cada una de las personas que estaban felices al verla, aunque no llegaba a apreciarlas a todas antes de que se le abalanzaran a abrazarla.

—Chicas —miró a Ino y Shizune, Susui aplaudía ahora a la par de Ryuk quien comenzaba a hacerle seña a los mozos—...que...¡Dios! ¿Esto es...?

—¡Tu cumpleaños! —vociferó la rubia emocionadisima, abrazándola del cuello antes de que llegaran Tenten y Nozomi a hacer lo mismo.

—Inopuerca, ¿qué hiciste? —le susurró al oído mientras la apretaba en ese abrazo, conmovida al caer en la cuenta de todas la molestias que se había tomado al organizar esa fiesta.

—¡Tu cumpleaños, frentona! Hice tu cumpleaños, eso.

—Gracias, gracias...¡ay, vas a hacer que llore!

Esta se separó lo suficiente para verla a los ojos, sin cortar el abrazo.

—Te lo merecías.

—Gracias ...y.... ¡no sé qué decir! Yo...

—No hace falta que digas nada. Sólo, disfruta.

—Ino...—y puchereó, llenándose los ojos de lágrimas.

—¡No llores! ¡El maquillaje, carajo! Me esforcé mucho...

Ambas carcajearon viéndose obligadas a cortar el íntimo abrazo, cuando las otras dos se les colgaran.

—¡Sakura! ¡Feliz cumpleaños! —Tenten le robó el apretón primero, para luego ser Nozomi quien reclamara su parte.

—¡Qué hermosa que está doctora!

—¡Gracias! —le devolvió el beso que le chantó en la mejilla, antes de alzar la mirada y ver a los demás que se acercaban, algunos ya con una copa en la mano.

—¡Sakura chan!

La inconfundible voz de Naruto ahora le cubría de sorpresa e ilusión los jades, llenándose de lágrimas después cuando lo viera acercándose a ella, con los brazos extendidos, caminando detrás de él, con una media sonrisa de aprobación, Sasuke y más allá a Sai.

—¡Naruto! ¡Viniste!

Este la abrazó apretándola a él. El saludo podía ser escandaloso, pero no lo era en indiscreto. Era un cariño profundo el que los unía, casi de hermanos, ambos habiendo salvado la vida del otro con esa profunda admiración que ahora se tenían, aunque hubiera un amor adolescente irresoluto de parte de él.

—¿Cómo no voy a venir? ¡Es tu cumpleaños!

—¡Gracias! ¡Gracias! Me da tanto gusto verte.

Se separó de ella, para dejarle a Sasuke saludarla ahora. Este simplemente le dio un beso en la mejilla, para recorrerle el cuerpo con la mirada después. Sakura entrecerró apenas el ceño ante el gesto, el cual no ocultó la picardía en los ojos del pelinegro, aunque nadie más que ella lo notara.

—Sakura chan —la suave voz de Hinata ahora se asomaba detrás del escandaloso rubio, quien se corrió ni bien la oyera, dándole paso— ¡Feliz cumpleaños!

—¡Hinata! Qué lindo que hayas venido —le abrazó dándole un beso en la mejilla para luego separarse y observarla. La pelinegra lucía preciosa e impecable, con su cuerpo casi intacto luego de haber parido hacía no más mes y medio— ¡Wow! Luces hermosa.

—¿A qué si? Mi chica es hermosa —acotó Naruto sonriendo ampliamente.

—Tú esposa, dirás.

—¿Y qué dije?

Ambas le sonrieron volviendo la atención a ellas mismas.

—¿Y Boruto?

—Quedó con Hanabi.

—¿Ella está aquí?

—Sí, regresó el lunes.

—¡Qué bueno! Ya hacía tiempo que no venía.

—Sí —suspiró con algo de pena— ... todo ese asunto familiar la tenía... rebelde.

—A todos nos pasa.

—Supongo que sí —se encogió de hombros para luego sonreírle, no quería preocuparla, menos en su noche. Las novedades que llegaron junto a su hermana, fueron difíciles de digerir para la familia, sobre todo para su padre, quien estaba listo en dejarle la cabeza del clan a su hija menor.

—Es nuestra primer salida de novios luego del nacimiento —se acercó Naruto, tomando ahora desde la bandeja de bebidas que los mozos comenzaron a repartir, un jugo de naranja sin alcohol para la Hyuga y una copa de champagne para él.

—Naruto kun... no bebas demasiado.

—Descuida, Hinata. Esta noche es la noche de Sakura, quien debe beber es ella —y le colocó en la mano la copa que había tomado para luego salir tras el mozo a buscar una para él.

—No, no... espera... perdona Sakura.

—Ve, ve. Te entiendo —carcajeó excusándola, para que fuera sin culpas a cuidar a su emocionadísimo esposo.

Sakura sonrió mirando a Hinata dar con el rubio, agradeciendo que su amigo al fin notara una mujer que le amaría y cuidaría con la intensidad que él siempre brindaba, pero con la tranquilidad y delicadeza que ese muchacho necesitaba para equilibrarse. Adoraba a Naruto, y admiraba, en cierta medida a la pelinegra, por el hogar que habían logrado construir, uno que ella siempre ansió tener con Sasuke.

Suspiró sonriendo luego al recibir al resto que se acercaba a saludarla, todos emocionados por el reencuentro, agradeciendo que fuera su cumpleaños el evento que al fin lograra tal empresa. La mayoría era shinobis en ejercicio, más de uno con doble trabajo respetando su profesión y algún negocio familiar que heredaron, otros iniciando una familia, pero todos muy ocupados lo que les dejaba poco tiempo libre para los reencuentros.

Ella reía, recibiendo a cada uno, sus abrazos, las conversaciones, los halagos que cada tanto le daban por lo bien que se la veía, radiante como nunca, feliz y hermosa, reparando varias en cómo había conjugado el atuendo con el maquillaje, lo que le llevaba a guiñarle un ojo a Ino en cada oportunidad en que lo mencionaran las mujeres, con esa sonrisa picarona los hombres.

Fueron momentos emotivos cada saludo, todos tenían una historia compartida que era especial, llegando por último Shikamaru con Temari, quienes también disfrutaban de su primera salida en pareja luego de convertirse en padres.

Y cuando al fin quedara unos instantes tranquila, pudiendo tomar algún bocadillo desde las bandejas que pasaban, logró al fin tener el espacio para observar el lugar.

Estaba en el Lux, en un salón conectado al resto pero que ofrecía cierta privacidad, sin dejarse de mezclar con el ambiente y la música del local. Y que, observando mejor, recordaba que a ese privado los había invitado aquel imponente hombre que se hacía llamar el Lev.

El bar lucía ameno, el ambiente y la gente estaban muy lejos del aura dura sexual que los rodeaba en la oportunidad que estuviera allí por primera vez, aunque no podía negar que algunos rostros que comenzó a cruzar a medida que observaba más detenidamente, le resultaran familiares. Sobre todo cuando los acompañaba aquella mirada y saludo cortés que le brindaban cuando parecían reconocerla a ella al hacer contacto visual. Lejos de disgustarle, le causaba una electrificante gratificación ser parte de esa especie de secreto, conocía que aquellas prácticas se consideraban un tabú y si bien las mentes de su época estaban más abiertas, aún no se salvaba del juicio. Poco le importaba aquello, menos cuando a la distancia se encontrara con ese par de ojos oscuros que destellaban a perla, y que fijos la detallaban desde el borde del palco privado en donde lo descubriera como el Conde.

Le sonrió, este hizo lo mismo asomando la sonrisa detrás de la copa de vino que bebía.

Lucía espectacular esa noche, vistiendo aquel oscuro traje, tanto en camisa como saco, sin corbata, ceñido a su cuerpo. No le extrañó su presencia, ya iba dándose cuenta lo protector y posesivo que era el Hyuga para con ella, una posesividad que lejos de preocuparle le halagaba. Como tampoco le extrañó que la fiesta cayera en aquél club, ni los lujos del privado en donde se encontraran, atendido por tres mozos dedicados a ellos en exclusiva y que no dejaban de ofrecer bebidas y delicados bocadillos.

Era obvio que él estaba detrás de eso, que Ino lo organizara no impedía que él fuera quien ofreciera las únicas opciones que la chica pudo tomar, y sabía que no había sido obligada a elegir aquello, era que las propuestas del Hyuga eran muy difíciles de rechazar. Y no entendió del todo el porqué, tampoco lo analizaría esa noche; pero le encantó que él mantuviera el secreto de esa sorpresa encargándose de todo. Esa clase de mimo la complacían, y nunca se detuvo a pensar en cuanto disfrutaba de aquello, sintiéndose el centro de las atenciones del hombre que no hacía más que volverla una reina entre sus manos.

La mirada se le tornó oscura, los jades se pusieron pesados y aquella sonrisa coqueta que mostró los dientes al morderse apenas el labio inferior de lado, lo tuvo a Seiyi fijo en esa menuda joven que lucía uno de los más distinguidos diseños de su colección, uno que por lejos le quedaba mejor que a la modelo que lo presentara, y que no hacía más que clavarle la pregunta en la cabeza de si acaso vestiría las bragas. Esperaba que no, los celos lo matarían al saberla disponible y lejos de él, aunque sólo estuviera a metros.

—Hermosa fiesta —la voz de Sasuke hablándole a sus espaldas cortó aquella burbuja, llevándola a sonrojarse casi por completo.

—Eh... ¿c-cómo dices?

—¿Interrumpo algo? —preguntó desviando la mirada hacia arriba, donde la joven la tenía puesta segundos atrás, encontrándose con el Hyuga que ahora ya no sonreía, reemplazando la lujuria en esos ojos por la advertencia quien tuvo al Uchiha sonriendo de lado después.

—No... no... sólo —se peinó sin necesidad la coleta, volteando a verlo para esconder en vano lo que hacía instantes atrás— ...observaba el lugar. Realmente Ino se esforzó mucho.

—Sí, Ino —bebió de su copa.

—¿Qué...qué dices? Ino hizo esto.

—Nada, que sí, hizo un buen trabajo —observó apenas el lugar para luego recorrerla nuevamente con la mirada—, no sólo con la fiesta.

Ella entrecerró el ceño, incómoda ahora.

—No es un secreto de que estás hermosa esta noche, Sakura.

No fueron las palabras en sí las que la pusieron tan nerviosa. Fueron esos oscuros ojos que fríos se clavaron en ella con la mueca que no pudo resultarle más que familiar, estremeciéndola por el parecido que advirtió a cómo el Hyuga la mirara. Y no fue más que por un segundo que se cruzó con aquel gesto, era evidente que el Uchicha no buscaba nada en eso, ya que su semblante se relajó de inmediato, pero sucedió por el tiempo suficiente para que ella quedara pensando en aquella similitud tan exacta que observara. O que creyó observar.

—¿S-sasuke que ...?

—Tranquila. Es sólo un cumplido.

—Ah...ok —suspiró— ...Es que contigo... nunca sé en lo que piensas.

Sasuke sonrió mirando por unos segundos hacia arriba para luego volver a la chica, cuando confirmara que el otro seguía allí.

—Lo tienes loco.

Sakura abrió más grandes los ojos, sonrojándose nuevamente.

—¿A...a quién?

—Sabes de quien hablo —bebió un sorbo del vaso y luego le sonrió—. Él no lo oculta.

Sakura suspiró nuevamente, ya sentía calor con aquella conversación, pero tampoco podía negarlo. Asintió copiándole el gesto antes de girar el rostro para buscarlo. El Hyuga mantenía la atención fija en ella aunque ahora un hombre joven, de cabello plateado y largo, le hablaba intentando acapararlo.

—Él es... es muy especial para mí.

—Ya lo creo.

—Veo que lo conoces.

—Lo suficiente —exhaló—. No es un secreto que está ayudándome con el clan y mis hijos.

—Sí, cierto —Sakura asintió al mozo que se detuvo a su lado para reemplazarle la copa vacía por una nueva de champagne rosado—. Por cierto... ¿los gemelos están mejor? Me contó su pediatra que se habían resfriado.

—Sí, ellos están mejor —sonrió mirando el vaso, una sonrisa de padre orgulloso que lo volvió cálido, mostrándole un Sasuke diferente al que todos acostumbraban—. Ahora comenzó Sarada.

—¿¡Cómo!? ¿Ella está enferma?

—Estaba molesta hoy, por eso Karin decidió que viniera yo. No quería dejarlos solos pero tampoco faltar a tu fiesta.

—Mañana voy a verla. ¡Tienes que avisarme de estas cosas!

—Tranquila, fue la pediatra esta tarde. Está todo bien.

—Voy igual.

Sasuke sonrió nuevamente.

—No voy a poder hacerte desistir, ¿no?

—Nope.

—¡Dobe! ¡Ey, Dobe!

Todos voltearon hacia el escandaloso llamado. La voz de Naruto nunca pasó desapercibida, menos en un lugar como aquel donde la música se imponía, y él de todas formas lograba hacerse oír claramente.

La sonrisa de Sasuke desapareció junto a la sorpresa en los ojos de Sakura al voltear.

—¡Sakura chan! —y ahora le levantaba una mano a lo lejos llamando su atención, mientras avanzaba entre la gente, arrastrando detrás al recién llegado.

—Naruto —susurró entre dientes el Uchiha.

Sakura había quedado inmóvil.

—¡Miren quien vino! —la alegría del rubio se expresaba desorbitante en la sonrisa que le mostraba los dientes y achicaba los ojos volviéndolo dos finas líneas, al señalar indiscreto al objeto de su entusiasmo.

Tras él, tomándolo del antebrazo, traía a las rastras al sujeto, quien no hacía más que reparar en la sorprendida pelirrosa saludando al que lograba interponerse en la ruta, pero siempre fijo en ella, en esos jades que sólo le miraban buscando calmarse.

—¡El original equipo siete otra vez reunido! —vitoreó— ¡Mira Sakura chan, Kakashi sensei vino!

—Hola —dijo este, sonriéndoles casual como cada vez que llegaba a las citas de entrenamiento, habiéndolos hecho esperar más de la cuenta.

—Kakashi, llegas tarde —acotó Sasuke, molesto, serio como siempre. Aunque en esta oportunidad, la molestia no fuera por la impuntualidad.

—Se-sensei... qué bueno que...

—Ey, Sakura chan —Naruto le abrazó cruzando pesado un brazo por sobre sus hombros— ¿A que no lo esperabas?

Sonrió nerviosa pero disimulando, sin quitárselo de encima, sólo fija en ese hombre que no había dejado de mirarla ni un minuto.

—Eh... no, no. Todo esto es una sorpresa... para mí.

—Feliz cumpleaños, Sakura —dijo este, acertando en no atinar a nada más que el saludo.

—Gr-gracias.

—Mpf —se quejó Sasuke, midiendo al peliplata con recelo— ¿Acaso no estabas ocupado hoy?

—Sí, pero resulta que ...decidí hacerme tiempo para agasajar a mi alumna favorita —sonrió casualmente, aunque el Uchiha sabía que de casual no había nada en ese gesto.

—¡Ey! —se quejó Naruto, soltando a Sakura quien ahora se acomodaba el cabello— ¡Creí que yo era tu alumno favorito!

—Eh... no —le sonrió rascándose la barbilla.

—Naruto, idiota, yo lo era.

—¿Tú, Sasuke? —el otro ni lo miró, solo bebió de su vaso— ¿En serio Kakashi sensei? ¡No puede ser! —protestó como un niño.

Sakura los observaba, casi si parecían como antaño, cuando eran demasiado jóvenes y Kakashi sólo su sensei, un hombre al que admiraba. Un hombre que cuando ahora posaba sus ojos sobre ella, el estómago se le contraía porque no era una mirada casual la que le dirigía, ni menos inocente.

Naruto carcajeó de repente, era obvio que el alcohol había hecho mella en él, exacerbando esa alegría tan llena de energía que le mantenía la sonrisa radiante.

—Bueno, no importa. Estoy tan feliz de que esté aquí, de veras —giró el rostro de repente hacia donde un grupo más allá del reservado se tomaba fotografías— ¡Ya sé! ¡Hay que inmortalizar este momento! Todos juntos así. Es difícil reunirnos.

Nadie le respondió, solo Sakura sonrió bajo la atenta mirada del peliplata.

—¡Ey! Vamos... ¿no van a decir nada?

Sakura torció la boca indecisa, no le gustaban mucho las fotografías, pero su amigo estaba tan emocionado con aquello que le hizo dudar.

—Puede ser una buena-

—No importa. Yo quiero la foto —volteó de nuevo ubicando al fotógrafo— ¡Ey, tú! ¡El chico de las fotos! —alzó una mano por sobre la gente, moviéndola enérgicamente— ¡Sí, tú!

Y se lanzó a buscarlo como si diera caza a un ladrón.

—Emmm... se va a asustar ese chico —observó Kakashi, mirando ahora al pelinegro.

Este respiró hondo, entendiendo de inmediato lo que ese gesto significaba, pero sin dejarle demasiadas opciones. Y ahora miró a la chica. Se veía bien, estaría bien.

—Sí. Toma Sakura —Sasuke le entregó su bebida—. Mejor voy tras él.

—O-ok —suspiró sin atreverse a hacer nada más cuando los dejaran a solas.

Los nervios hicieron mella en su estómago extendiéndose a las extremidades. Odiaba sentirse así. Y en ese instante, sintió la necesidad de mirar hacia arriba, buscando a Seiyi, pero entendió que no soportaría su mirada estando cerca de Kakashi.

Decantó por sonreír manteniendo la fachada casual. La mayoría ignoraba lo que hubo entre ellos, verlos juntos conversando era normal por la relación que tenían.

—Estás muy hermosa esta noche.

Fue el peliplata quien inició, provocando que lo mirara sorprendida por unos segundos, esforzándola a mantener la sonrisa aunque ahora no fuera más que nerviosa. Los dedos se le cerraron apretados en el vaso de vidrio entre sus manos, y quizás fue aquello lo que le permitiera mantener la compostura, aunque le jugara en contra después cuando los ojos del varón se posaran allí.

—Gracias —balbuceó antes de dar un pequeño respingo cuando sintió los dedos de Kakashi rozar los suyos, al quitarle la bebida de la mano.

—Ibas a lastimarte. No mides tu fuerza cuando estás así de nerviosa.

—¡No estoy nerviosa!

—Sí, lo estás —respiró hondo antes de dejar la bebida en la bandeja del mozo que pasaba, quitándole luego la copa que tenía en la otra mano—. Y lamento mucho ser yo el causante de eso.

—No lo eres.

—Sakura, te conozco —suspiró—...y demasiado. Perdona esto.

—No hace falta que te discul-

—Sí, hace falta —metió las manos en los bolsillos de su pantalón gris oscuro de vestir, ya le picaban las yemas por sentirla y no quería que su cuerpo respondiera a las ganas por él esa noche—. Siento mucho lo que te hice la última vez que nos vimos.

Ella asintió, debiendo desviar la mirada a otro lado.

El silencio entre ellos los dejó pensativos. Ella nerviosa, él contemplándola. Estaba preciosa.

—Pero no me arrepiento.

Los jades se alzaron sorprendidos, encontrándose con esos ojos determinados, tranquilos, que ahora se cargaban de aquello que le contraía más el estómago.

—No me arrepiento de nada que tenga que ver contigo, Sakura.

—Kakashi yo...

—Sólo de dejar —carraspeó suspirando luego—... de haberte lastimado así.

Ella jadeó en ese momento. No pudo evitar que las lágrimas se le agolparan en los ojos y tuvo que respirar hondo para lograr retenerlas y que no arruinaran su maquillaje. Otra vez Kakashi se comportaba así, de esa forma que la confundía por momentos. Y ya comenzaba a odiar eso.

—Espero que me perdones algún día. Por eso...por todo.

—Yo... no...no sé qué decir...ahora.

Le sonrió debajo de la máscara, y necesitó apretar el puño de la mano que se escapó de la cárcel de su bolsillo buscándole el rostro.

—No debes decirme nada.

Conformándose sólo con mirarla, fue contemplar ese rostro que ahora se sonrojaba por la cercanía que sin notarlo había cerrado, para ya extrañarla aun cuando la tuviera en frente. Porque siendo suya ya no lo era, y sentía que esa noche sería la última vez que tendría la oportunidad de corregir errores, entendiendo que el no dejarla ir sería el más grande.

Era mejor así.

No debía dudar de sus instintos.

Respiró hondo dando un paso atrás, devolviendo ambas manos a los bolsillos ahora.

—¿Te gusta la fiesta?

—Eh...sí —balbuceó nerviosa— ...mucho.

—Me alegro.

Le sonrió nuevamente, una sonrisa que ocultaba dolor y ella pudo notarlo aunque no quiso hacerse cargo de aquello, porque si tan solo bajaba apenas la barrera que levantó ni bien lo viera detrás de la cabellera de Naruto, sabía que iba a darle el lugar que él tomaría sin pensarlo y la dejaría hecho trizas, regresando al principio, porque esa escueta conversación que estaban manteniendo le supo más sincera que el beso que le robara días atrás.

Fue ese nuevo instante de silencio que se hizo entre ambos, o tal vez aquella mirada de Ino a la distancia que se clavó en ella a la espera de actuar brindándole la excusa para huir, lo que la tuvo maldiciendo al desviar su atención al hombre frente a ella. Sabía que debió tomar la oportunidad cuando pudo, disculpándose por tener que dejarlo solo, pero fue quizás aquel dolor que le pinchaba el corazón al solo verle, o tal vez su libido que molestaba al observarlo con otras ansias, tan apuesto, tan entero, al verlo nuevamente como el hombre que la había enamorado luego de ya no creer en nada; que le despertó la necesidad de confirmar aquella duda que se instalara ni bien le viera en la fiesta. Porque necesitaba un cierre, o una señal que le confirmara que lo que comenzaba a sentir era lo correcto.

—Kakashi... esta noche —respiró hondo humedeciéndose los labios luego—... No entiendo porque...

—¿Por qué estoy aquí?

Asintió mirando al piso ahora.

—No te gustan esta clase de cosas. No estabas obligado a venir. No por mí, al menos.

—No.

—¿Entonces? —le miró ahora, la mueca en los ojos del peliplata se relajó apenas en dolor, aunque lo disimulara rápidamente.

—Quería venir.

Sakura dudó unos instantes, algo en aquello no le cerraba, no si sólo se tratara de ella, pero fue ver a Zulima pasar entre la gente para hablarle a Ryuk y luego saludar insinuante al hombre que le acompañaba, para terminar de entender todo.

Sonrió mirándolo, él devolvía el gesto a la despampanante rubia. Hubo dolor al reparar en la cruda verdad, no pudo evitarlo, porque por más que dudara, por un instante creyó que quizás ella había significado más que una aventura o un desfogue de ganas, y que ese Kakashi se estaba disculpando por algo más que simple amistad. Pero no.

—Ahora entiendo.

Kakashi la miró sabiendo lo que la chica estaba pensando.

—No es lo que crees.

—No importa lo que yo crea —suspiró, le dolía aquello. No, no le dolía realmente, le desilusionaba, y quizás eso era lo mejor que podía pasarle en ese momento—. Es... las cosas son como son.

—Sakura, pero no son así.

—No voy a —negó cerrando por un segundo los ojos, y luego le sonrió molesta—...mira Kakashi, entiendo. Entiendo lo que pasó, y lo que fue para tí. No te reclamo nada... sólo... sólo no me mientas más.

—¿Cuándo te he mentido?

Ella negó, miró hacia arriba en en un impulso. No había nadie asomado, y agradeció aquello, aunque hubiera sido de ayuda verle.

Kakashi volteó siguiendo la mirada de la chica, apretando los dientes al reparar en el palco, el lugar en que la presentara como su sumisa por primera vez. En el que el Hyuga la reconociera como la joya que era.

Le buscaba, ella estaba con él y buscaba a su amigo. Fue quizás la bronca la que lo obligó a quedarse viendo, pero fue demorar en correr la mirada para terminar indefectiblemente viendo a su amigo, quien ahora de espaldas conversaba con otras personas ignorante lo que sucedía abajo; para admitir al fin que estaba allí sólo por aquella orden que le diera.

«Decide bien».

Fue el amedrentamiento que entendía debía hacerlo desistir, cuando en realidad lo tuvieron pensando en ella casi obsesivamente. El que lo movió a última hora a tomar la decisión de asistir, aun sabiendo lo que le provocaría a la joven.

Volvió a ella. El coraje hacía mella en su ser, y era saber que tenía el tiempo contado a solas, en ese ambiente que los había unido en algo que debía ser sólo de ellos, para ya no querer disimular nada.

—Necesitaba verte —dijo secamente.

—¿Qué?

—La verdad —la mirada era dura, a Sakura ahora se le llenaban los ojos de lágrimas—, me pediste eso, ¿no?

—No...no entiendo —ahora debió respirar hondo para no llorar— ¿V-verme? Todo esto... sabes lo que me afectaría verte luego de... ¿y elegiste esta noche para... porque lo necesitabas?¿No pensaste en mí?

—Quería verte bien.

—Bien... ¿y me ves bien?

Respiró hondo.

—Quiero verte bien.

Ella sonrió con algo de enojo en aquello, y luego esnifó cuando nuevas lágrimas quisieron asomar.

—Sakura...

—Kakashi sólo —se tomó unos segundos para meditar sus palabras— ...eres alguien que siempre admiré. Sabes que aun... que aun te —apretó los labios suspirando por la nariz—... Mira, dejemos esto aquí, hagamos de cuenta que nada pasó y sigamos-

—Qué nada pasó —le interrumpió— ¿Eso quieres?

—No... no sé. Pero necesito que esto se termine. Yo... yo no te quiero fuera de mi vida como... como mi sensei, mi hokage o mi... amigo —continuó luego de tragar pesado—. Pero sí necesito que dejes de comportarte como... como el hombre del que me...enamoré. Deja de hacerme sentir que ... nada. Ya es suficiente.

Él la miraba serio, contrayendo el ceño ahora.

—Kakashi... ya está. Se acabó. Tú me lo dijiste, ahora...déjalo así.

El peliplata respiró hondo. Las manos en los bolsillos se apretaron en puños. Moría por abrazarla en ese momento, su cuerpo, su ser, le gritaban que abandonara aquella determinación que no era más que una cruenta fantasía, pero era tal el terror que le invadía al sólo recordar que casi la perdió, que se vio asintiendo al pedido.

—Entiendo —y ahora su vista se desvió hacia arriba.

No había nadie en la baranda, la fiesta estaba hacia adentro, y agradeció en ese instante no cruzarse con Seiyi, sino la reacción de su cuerpo hubiera confirmado el veredicto que le escupiera en la cara aquella visita al amanecer, porque no se hubiera resignado a dejarla ir y la hubiera besado lastimándola de nuevo.

Porque moría de ganas de repetir el impulso que le llevara a besarla en su oficina, más ahora al mirarla de nuevo y perderse en esos jades bien abiertos que lo observaban demandantes, preciosos, sonrojándose al necesitar huir de la intensidad de sus ojos. Era bellísima, estaba particularmente hermosa esa noche, una joya que al fin relucía y se le iba de las manos, y todo por su cobardía.

Fue dudar en los dedos que se apretaron, pero fue su cuerpo el que tomó las riendas soltando la caricia que le perdió las yemas en aquel rostro, impulsando con el pulgar el mentón que la llevó a mirarlo con doloroso desconcierto, a la espera de un movimiento del que sabía iba a arrepentirse pero que no podía evitar.

Separó los labios, él se acercaba. Estaba mal aquello, pero la piel le picaba en donde él la tocaba. Los labios sintieron la mirada hambrienta que se posó en ellos, y le odió, por ser perverso en ese juego.

Y se odió, por dudar en detenerlo.

—Sensei...

—¡Volvimos! —se anunció Naruto carcajeando estrepitosamente mientras tomaba de los hombros al peliplata casi echándosele encima, quien alejó la mano de ese rostro inmediatamente, guardando las formas— ¡Ey, amigo fotógrafo...ven, ven! El hokage, ¿ves? —le señaló con la mano que sostenía la lata de cerveza— Cumplo mis promesas, ¿ves?

Kakashi gruñó por la interrupción, sin ocultar lo que le molestó aquello, mientras la miraba fijo tratando de decir lo que sus palabras no podían.

—Todo en orden, ¿sensei? —fue la voz fría de Sasuke quien le hiciera reaccionar.

Apretó los dientes, el Uchiha sabía leer las situaciones mejor que el rubio, no podría engañarlo fácilmente sino disimulaba mejor. Y le sonrió tomando la mano de Naruto quien no dejaba de gritar al lado de su oído apurando al joven fotógrafo.

—Eh, sí... ¿porque no debería estarlo?

—Sakura —ahora la miró a ella.

Esta se abrazaba a sí misma, sonriéndole nerviosamente ni bien la mencionara.

—¿Qué? —disimuló.

—Si estás bien, pregunté.

Se encogió de hombros.

—Por supuesto. Los esperábamos.

—Sí, claro —asintió clavándole la mirada a Kakashi ahora, sin creer en la escena casual que le habían montado.

—¡Y aquí está nuestro nuevo amigo! ¡Takumo! —soltó al peliplata quien acomodó las solapas de su saco ahora, mientras el rubio se abocaba a abrazar al fotógrafo— Vas a retratar un momento épico —carcajeó— ¡La reunión del legendario equipo siete!

—¡Ok, ok, señor! —le respondía el otro asintiendo repetidas veces, emocionado al haberlo reconocido como el héroe de Konoha, mientras protegía nervioso la costosa cámara de los movimientos torpes del demasiado alegre shinobi.

—Tranquilo, Naruto, ya déjalo.

—¡Vamos, viejo! —miró al chico quien sudaba ahora— Oh, perdona... ¿no rompí nada, no? —le palmeó la espalda— Es que estoy un poco .. tocado, datebayo.

Carcajeó ruidoso.

—No es problema, señor.

—¿Vas a tomarnos la foto o qué? —intervino Sasuke con su seriedad, la que tornaba la pregunta en una orden.

—Sí, sí, acomódense como gusten... pero por ahí, por las luces.

—¡Si! ¡Al fin! —espabiló Naruto— Vamos chicos, vamos.

Fue el primero en llegar al lugar indicado, seguido de Kakashi. Detrás venían Sakura y Sasuke, quien no dejaba de reparar en la nerviosa chica.

—¿Seguro que todo está bien, Sakura?

—Sí, Sasuke. No te preocupes.

—¿Te hizo algo?

—Nada.

Sonrió cuando Naruto le tomó de la mano arrastrándola más rápido.

—Ven Sakura chan, tú al frente de Kakashi. Vamos a tomarnos la foto como la primer vez, ¿si?

—¿Cómo?

—Hazle caso, así termina con esto —le susurró el Uchiha al pasar a su lado, tomando el lugar a la derecha de Kakashi, como la primera vez.

Sakura asintió, encogiendo las rodillas para lucir más baja al peliplata.

Naruto reía inclinándose para tomar la mano de Kakashi y colocarla en su cabeza.

—¡Ya estamos listos, Takumo!

—Ok, a la cuenta de tres.

Todos atentos siguieron el conteo, sonriendo cuando el tres se mencionó al aire. El flash disparó, inmortalizando el momento, y cuando todos comenzaban a relajarse, nuevos disparos de luces captaron un equipo siete que no posaba, pero que lucía alegre reunido luego de tanto tiempo. Aunque algunos solo lo aparentaran.

—¡Ey! ¿Más fotos? —carcajeó Naruto.

Y se abalanzó sobre Sakura abrazándola.

—¡Tomános esta! ¡Con la cumpleañera!

El joven asintió haciendo lo pedido, para luego ver a todos los presentes en ese reservado acercarse para hacer lo mismo.

Sakura sonrió en cada una, viendo de reojo cada tanto a Kakashi quien no se alejaba ni dejaba de detallarla, sin entender del todo aquella necesidad; para luego hacer lo mismo hacia el palco buscando a Seiyi a la distancia.

Era tanto lo que sentía en ese instante, una mezcla de deseo, enojo y falta. Era encontrar a uno para que su cuerpo se encendiera, era ver al otro para no hacer más que desear que la tocara. Una mezcla de gratificación e impotencia, de ese temor que comenzaba a asomar al entender lo que ambos le provocaban.

Y aun siendo consciente de aquello, no podía evitar que el corazón se le acelerara al encontrar a cada uno. Ambos le miraban cada vez. Y debió preocuparse por ello, pero decidió que no, que no lo haría. Era la alegría de sus amigos divirtiéndose con ella tan contagiosa, que determinó que ya no importaba. Lo vivido con Kakashi ya era pasado, uno que le dejaba el buen sabor de haberse sentido cuidada, amada a su forma, pero que le habían devuelto el valor que ella misma no se daba y que ahora le permitía vivir nuevas experiencias. La Sakura de antes hubiera estado simplemente aterrada de iniciar algo con un hombre tan avasallador como Seiyi, y aún estaría llorando encerrada en su casa por un nuevo rechazo. Y por ello, le estaba agradecida.

Y esa noche, su noche, una que sus amigas idearon, que Seiyi organizó con tanto esmero, una en la que ella era el centro, pensaba aprovecharla al máximo.

Fue así que cuando Ino propuso el brindis, no dudó en tomar la copa de champagne que le ofrecieron. No tenía demasiada tolerancia al alcohol, pero tampoco era que había bebido tanto, y si así fuera, era su noche.

Y cuando la vació luego del brindis, tomó una más, riendo y bailando con sus amigas, sabiéndose observada por Kakashi, sabiéndose cuidada por Seiyi.

El reservado se llenó de fiesta cuando las luces comenzaron a bajar y la música a elevar los ritmos y el volumen. Fue Susui quien de repente sacó de algún escondite montones de pulseras luminosas, barritas y collares, la que levantaran la fiesta; repartiéndolos entre todos al sumar a los chicos al baile alrededor de las mesitas repletas de vasos y copas vacías, y a medio tomar.

Fue Naruto que ya alegre, comenzó a bailar tomándole de las manos, mientras Hinata hacia lo mismo con Ino y Sai. Tenten reía y Susui ahora se abalanzaba sobre Ryuk, quien llegaba a decirles algo que no logró realizar por el momento.

Y ella reía, divertida, desviando su mirada hacia arriba para sonreír más cuando le veía observándola, para luego hacer lo mismo hacia donde el peliplata se encontraba, apoyado de lado en una de las columnas que los rodeaban, con su bebida en mano, atento a ella.

Los dos atentos a ella, aprobando su diversión y a la vez cuidándola, porque sabía que ambos hacían eso a pesar de cualquier pasado o de cualquier presente. Y sonrió, sonrió satisfecha y halagada, sintiéndose por primera vez plena, hermosa, deseada. Pero más que nada, sintiéndose querida, porque por más que las palabras de uno decían otra cosa, eran sus actos los que comenzaban a delatarlo.

Y cuando las luces bajaron del todo, anunciando una noche diferente, cuando la música cambió y el griterío femenino llenó el ambiente en la pista principal, fue Ino la que la tomó de la mano jalándola con ella.

—¡No vas a creerlo, Sakura!

—¿Qué sucede?

—¡Prof, el Dj, toca esta noche!

No entendía demasiado de artistas, sólo algo de música electrónica, de la que siempre su rubia amiga le hablara y le hubiera hecho gustar a fuerza de escucharla y vivirla a través de ella. Y no iba a negarse a esa experiencia, más cuando veía a Hinata, que de tímida poco le quedó en ese instante, arrastrando a un demasiado alegre Naruto hacia la pista.

Se dejó llevar, desviando su mirada hacia arriba una vez más, constatando los ojos de Seiyi sobre ella y ahora una mujer de largos cabello negros que le hablaba con la misma emoción que el grupo que la rodeaba. No sabía quién era, tampoco era que debía preocuparse, pero no pudo evitar el picor de celos que le frunció el ceño por unos segundos.

La pista explotaba en saltos y baile cuando llegaron. El Dj había arrancado con todo alentando a su público con las manos, mientras configuraba la consola para lanzar tema tras otro. Buscaron con dificultad su lugar entre la gente, hasta que los mismos mozos que los atendían, llegaron guiándolos hacia una sección de la pista a la que pocos accedían.

—¡Tu novio es lo más! —gritó Susui dejándose llevar.

—¿Cómo? ¡No te escucho!

—Sección Vip, Sakura —explicó Ino al oído—. Vamos a la cabina.

—¿Y eso es bueno?

—¿Bueno? ¡Nena, eso es lo mejor! No accedes sin dinero ni contactos.

Sakura sonrió, sabiendo que en aquello estaba Seiyi, y no pudo evitar mirar hacia arriba, buscándolo. En el palco no quedaba nadie, las luces tenues y las escazas sombras de movimiento se lo confirmaban.

Subieron unas escaleras, pasando a través de la gente. Dos corpulentos hombres que custodiaban la entrada, les dieron paso sonriéndole y colocándoles unas pulseras fluorescentes a cada uno, para luego indicarles cual sería la mesa que les correspondía, aunque nadie fuera hacia allí. Todos rodearon el Dj de inmediato, al que ahora tenían a escasos metros de espaldas a ellos, pero cerca, viviendo la fiesta como público pero desde el ángulo del músico.

Todos estaban agitados, felices, y fue mirar hacia atrás buscando inconscientemente al peliplata, para encontrarlo a metros, de pie sobre un alto, observándola serio, como lo hizo segundos antes, hablabando con Ryuk, quien le escuchaba con el ceño contraído, como si estuviera molesto, y que ahora la miraba a ella en el instante en que los mozos se acercaban a ofrecerles tragos; mientras la rubia rusa, quien ahora llegaba altiva y despampanante como siempre, vestida de blanco, le rodeaba el cuello con las manos bajo la sonrisa aprobatoria del varón.

No le gustó aquello, sin entender el porqué de esa molestia. Kakashi ya no le pertenencia, la había dejado por esa mujer. Ahora ya no era su problema.

Volteó molesta a tomar una copa como lo hacían sus amigas, excepto Ino por razones obvias.

—Señorita.

La voz oscura de un hombre a sus espaldas, le hizo girar.

Era Ryuk quien ahora le quitaba amablemente el trago que ni había probado.

—¿Que sucede Ryuk? Que...

—Ya ha bebido demasiado —le susurró para que nadie más oyera.

—¿Qué?

—Estos son sus tragos —y colocó dos nuevos vasos largos, con unas bebidas casi celestes fosforescentes, en las manos de ella y de una sorprendida Ino que sonrió agradeciendo cuando notó el gesto.

—¡Qué bueno! ¡Eres un dios Ryuk! —y bebió poniendo en blanco los ojos— ¿Esperma de pitufo sin alcohol? Esto es... sublime.

—¿Esperma de pitufo?

—Mi bebida favorita, frentona. ¡Pero sin alcohol! Este hombre me cuida —le arrojó un beso al aire— ¡Gracias!

Ryuk sonrió.

—Pero... ¿y yo porque sin alcohol?

El morocho cambió el gesto a uno serio para mirar hacia el lado del peliplata, quien ahora bebía su trago observándola atentamente, con la rusa bailando colgada desde atrás a su cuello, refregándole los enormes pechos en la espalda.

—¿Él?

No dijo más. Como vino se fue, siendo interceptado por una alocada Susui que ahora se le colgaba del cuello para besarlo.

—¡Wow! —gritó Tenten de repente— ¡Miren ese tipo, por dios!

Todas las que estaban cerca, incluida Sakura, miraron hacia más allá del Dj, a la derecha de este, donde la chica señalaba con toda la atención puesta.

—¿Quién?

—¡Y mira esos dos que están con él! ¡Por favor! ¡Qué buena carne!

Ino se paraba en puntas de pie constatando y ahora reía abrazando a Sakura quien todavía no entendía nada.

—Tu novio, frentona.

—¿Qué?

—Tenten habla de Seiyi —le dijo al oído jalándola hacia un claro que se generó entre la gente para que ella pudiera verlo.

—¡El novio de Sakura! —gritó hacia atrás, hacia las demás.

—¿¡Qué!? ¿En serio? —y ahora Tenten y Nozomi se metían en donde ellas estaban para tener mejor visual.

—Doctora... ¿de verdad? —Sakura se sonrojó sin entender demasiado, asintiendo después al imitar a Ino— ¡Que se la tenía bien guardada, mujer picarona! —la sonrisa era enorme— ¡Al final se lo folló! ¡Esa, ídola!

—¿Cómo dices?

—Sí, se lo folló, se lo folla y va a follárselo mucho más ¿no es así frentona? —esta asintió sin saber bien a qué, aquel ambiente definitivamente no era el suyo, pero estaba disfrutándolo— Esta fiesta, se la regalo él. El Dj fue mi sugerencia —se atribuyó Ino, guiñando un ojo.

Todas gritaron emocionadas contagiando a la pelirrosa, quien ahora sonreía habiendo cruzado miradas con el Hyuga.

Este, de pie al lado de su mesa, se aflojaba los gemelos para arremangar la camisa, mientras la observaba con esa endemoniada media sonrisa que lo volvía más atractivo de lo que ya era, hasta que la morocha a su lado, jalara del antebrazo para sentarlo con ella.

No le gustó aquello. ¿Porque le tocaba? ¿Quién demonios era?

Ino dio un grito de repente, ante la canción que ahora lanzaba el Dj, tomándola de las manos para moverla a su ritmo de baile mientas cantaba la simple letra mirándola emocionada.

Sakura sonrió dejándose llevar, era su noche y se divertiría, pero sus ansias no le brindaron tregua al tenerla, minutos después, buscando con la mirada la mesa en la que Seiyi se encontraba. Allí estaba, conversando con esos dos hombres de cabellera larga y plateada, apuestos también pero no más que él, mientras la mujer ahora se apoyaba en el hombro del brazo que él tenía extendido sobre el respaldo. No reparaba en ella, solo bebía riendo con los otros dos, dejándola hacer a antojo, relajado tanto que apenas si notaba que le acariciaba el pecho en donde dos botones estaban desprendidos.

No le gustó.

Para nada.

Y fueron quizás sus celos, o su posesividad reclamando a ese hombre como suyo, quien la llevó a tomar la mano de Ino para jalarla hacia la sección que se encontraba del otro lado, del lado de Seiyi.

—¿Qué pasa?

—Vamos hacia allá. Está mejor esa parte.

—Ok... ¡chicas! —gritó buscando al resto que bailaba o conversaba— ¡Vamos hacia allá!

—¡Sí! —exclamó Tenten, aprobando el cambio ya que la dejarían más cerca de esa bellezas, tal como les llamó. El resto no dijo mucho más, prendiéndose a la propuesta, excepto Susui quien ahora estaba muy entretenida besándose con el morocho alto en uno de los sillones de su mesa.

Fue llegar al nuevo lugar, luego de pasar torpemente entre la gente, subiendo a la pequeña pista que se abría a la derecha del Dj, para ocupar el centro por completo gracias a la ayuda de sus amigas quienes estaban más preocupadas porque las viera el artista. Excepto Sakura, que ahora comenzaba a bailar al son de la música, fija su atención en Seiyi.

Este sonrió ni bien vio hacia la pista, tornando esa mirada en ladina cuando ella reemplazara los movimientos por otros más sensuales, comenzando a contonear delicadamente el cuerpo al saberse observada.

Fue la chica en su pecho quien le habló preguntando a quien veía, siendo ignorado por completo por el varón, que ahora bebía de su copa sin perderse detalle, sin ser el único que hacía eso, pero sintiéndose sí el afortunado homenajeado con tal espectáculo.

La música aumentó sus ritmos para luego entrar en una cadencia voladora, las luces cálidas se apagaron dejando el ambiente apenas azul. El público cantaba la letra lentamente, tal como sonaba, y ella cerraba ahora los ojos elevando los brazos dejándose llevar por el ritmo.

Seiyi la observaba. Ya no sonreía, no del todo, y la morocha se levantaba de su lado siendo llamada por uno de los varones de blanca cabellera, quien ahora la sentaba en su regazo.

La cadencia demoró más tiempo esta vez, o tal vez le pareció eso, pero no perdió ni un segundo en bailarle, acariciándose ahora el cuello, pasando los dedos por el valle de los pechos para bajar al abdomen y volver a subir, imitando el toque que siempre le diera el varón al recorrerle el cuerpo desnudo con los dedos, tal como ya lo hacía con esa mirada.

No fue consciente del momento en que se puso de pie, ni cuando llegó al borde de la pequeña pista, mirándola desde allí, oscuro, sonriendo ladino, con ese ceño apenas contraído en la seductora furia que ostentaba cada vez que se excitaba.

Seiyi era apuesto, demasiado, era caliente y pecaminosamente atractivo. No pudo evitar jadear cuando lo vio esperándola, sonriendo al negarse avanzar para continuar con su baile sensual cuando en realidad la música ya no lo proponía.

"Ven" fue la palabra que articuló en silencio para que ella le viera y obedeciera. Y así hizo. Acercándose lento, clavada en sus ojos, acentuando la ondulación de las caderas en cada paso.

Le sonrió ni bien quedó en frente, agachando apenas la cabeza para verle a los ojos desde arriba al reanudar el lento baile que le ofrecía en exclusiva, aunque no fuera sólo él quien la disfrutaba.

—Estás preciosa —le dijo, aunque no le oyera, pero supo que le había entendido cuando le sonrió y se acercó más a él, rodeándole el cuello con los brazos ahora.

—¿Te gusta?

—Sí.

Ella sonrió mordiéndose el labio inferior mientras continuaba bailando suavemente, rosándose contra el cuerpo del varón.

—Qué bueno, porque era para ti.

—¿Sólo para mí?

—Sólo para ti —se humedeció los labios—. Te lo mereces.

Seiyi carcajeó grave mirándole la boca ahora.

—Así que me lo merezco. ¿Y porque sería eso?

—La fiesta —miró hacia los lados encontrándose sin querer con los ojos de Kakashi clavados en ella, lo que no le sorprendió pero tampoco se permitió darle importancia, volviendo a su hombre segundos después—. Por la forma en que me miras aunque esté lejos, por cómo me cuidas a cada instante.

Seiyi respiró hondo ahora, los detalles que ella siempre resaltaba le sorprendían volviéndolo loco, y fue esa mano que se posó en la cintura cerrando los dedos después en una dura caricia, la que la tuvo gimiendo buscando los labio del varón por lo que ese simple toque prometía.

—Por como me...besas.

Fue un beso lento, pero no menos apasionado. Nadie observaría en aquello más que dos amantes en la noche, los conocidos repararían en la nueva pareja que se estaba formando, pero era Kakashi quien sólo se detendría en los detalles, en aquella entrega que en la chica florecía, una que le había pertenecido en exclusiva hasta hacía poco. En esa sonrisa satisfecha que se le estiraba en los labios cuando cerraba el beso pero no el contacto... a él le huyó la última vez, cuando a su amigo lo buscaba.

—Puedo ayudarte con eso —le susurró Zulima al oído abrazándole por detrás.

Kakashi gruñó sin responderle. El ceño lo tenía contraído, la furia y los celos mezclándose en partes iguales.

—Voy a dejar que me montes como quieras si me dices que sí.

—No hablas como una domina esta noche.

Zulima carcajeó sensualmente mordiéndole el lóbulo de la oreja después.

—No creo que necesites una.

Tenía razón. Pero no la necesitaba a ella, su cuerpo reclamaba por Sakura.

Ahora los labios de la mujer le mordisqueaban el cuello por sobre la máscara.

—Seré la sumisa más dócil que quieras.

No le dijo nada. Apretó los dientes dejándose hacer, debiendo cerrar los ojos cuando una mano indiscreta le acaricio los abdominales jugando con bajar.

No podía decir que no necesitaba aquello, pero no lo deseaba así. Aunque la decisión no sería suya sino de ese veneno que ahora le desgarraba el corazón al verla partir de la mano del Hyuga en dirección a las escaleras.

La llevaba a las habitaciones, a la del Conde, lo sabía. No era necesario ver mucho más para comprobarlo, pero aun así se mantuvo atento a cada paso que esta daba hasta que se perdiera detrás de las puertas hacia los palcos.

Zulima bailaba acariciándole los hombros ahora. Notó la tensión en el varón cuando la pareja desapareció de su vista. Ella también estaba atenta, aunque poco le importara. Su atención estaba en el hombre entre sus manos, y en su sumiso que se dejaba manosear por una cualquiera en los sillones de la mesa que preparara para la cumpleañera y sus invitados.

No era que realmente le provocara algo, pero quien era de ella el tiempo que durara el contrato, era sólo de ella.

Le miró fijamente por unos instantes hasta que el otro sintiera el rigor de esos ojos a la distancia, y cuando al fin hiciera contacto con los azules, fue esa furiosa perversión la que los cubrió brindando el claro mensaje.

Tragó duro. Sabía qué significaba aquella expresión severa, perversa y seria. Sabía que vendría un castigo cruel, o ser expulsado del acuerdo. Pero no le importaba, o tal vez sí, pero estaba enojado. Él le había pedido desde su posición de sumiso, que le dolía verla con otros, que dejara de hacer eso, y ella simplemente le ignoró haciendo lo que le viniera en ganas. Debió escucharlo, era su sumiso. Suyo, siempre suyo y no le cuidaba.

Fue sentir a la chica abriéndose de piernas sobre él, para que los ojos de la rubia ardieran en furia. Debía detener aquello, y lo haría, pero fue ver al peliplata voltear para tomarla de las caderas, y su ama responderle con la lujuriosa sonrisa de satisfacción mientras otro la tocaba, para morir de celos y de dolor, necesitando él ahora castigarla a ella.

Besó a Susui con ganas, apretando las caderas con sus grandes manos para frotar la erección que se marcaba dura contra los pantalones. Era un tipo grande, en todo sentido, lo que impresionó a la chica que se relamió gustosa los labios al sentirlo en su centro.

—¿Tienes algún lugar?

—¿Aquí?

—Donde sea.

—Sí, tengo —pujó de nuevo provocándola— ¿Quieres conocerlo?

La chica sonrió, moviendo ahora ella las caderas para aumentar la fricción, sin medir siquiera si alguien lo notaba.

—¿Ahora, ahora?

—Sí.

—Mmmm... obvio que quiero. Pero, ¿no estás trabajando?

Miró hacia Zulima, la mujer ahora se perdía en el cuello del peliplata besándolo mientras él le masajeaba los glúteos.

—Ya no.

La chica sonrió mordiéndose el labio inferior.

—Vamos entonces.


¡Acá está! ¡No me la aguanté hasta el miércoles! jajajajajaja

Bueno, ya lo leyeron y, como verán, este cap fue algo que normalmente no escribo: ¡muchos personajes! jajajajaa... Espero que se haya entendido todo y, sino, me dicen, ¿eh?

Ahora sí, me centro en leerlos a ustedes.

Besosssss

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