Capítulo 5
Las tardes de meditación en su pequeño oasis, "el santuario del sexto" tal como lo nombrara Sakura, se convirtieron en una cita diaria casi obligatoria para ambos. Situación que no le molestaba en absoluto a Kakashi. Siempre procuraba estar libre para la hora en que Sakura salía del hospital y, sino, sabía que la encontraría en el páramo esperándolo.
Por fortuna, el clima de ese verano los acompañó con tardes cálidas y apacibles, que parecían querer continuar en el caluroso otoño que ya se había asentado, tiñendo de amarillo las hojas de la mayoría de los árboles. Y si por alguna razón se descomponía, las charlas en la casa del té favorita era una opción que ella aceptaba con gusto.
Poco a poco los demonios de Sakura se fueron calmando. El dolor aún seguía ahí, regresando cada vez en que debía controlar el embarazo de Karin, pero ya no la torturaba quitándole la calma.
Ella decía que la meditación le había ayudado mucho, pero que más lo hacía la compañía que él le ofrecía, su paciencia, esos juegos de desafío mutuo que le devolvían las sonrisas cada vez que debía desbaratarlo.
Kakashi no podía sentirse mejor.
Y si bien era desinteresado en sus actos, no podía decir lo mismo de sus intenciones. Tenerla cerca, sin la necesidad de saber de ella por un ANBU y hacerla feliz, es todo lo que siempre había querido. Sin mencionar de cómo disfrutaba de la kunoichi que, día a día, se relajaba más en su presencia, reaccionando a cada uno de los juegos que él proponía con tal picardía que lo retaba a más.
Claro que no le era gratis lo que estaba haciendo. Las noches terminaban siendo un infierno con dolorosas erecciones que apenas si lograba calmar algunas veces a fuerza de pajas. Parecía un adolescente por momentos.
Ya ninguna sumisa estaba a la altura de complacerlo, o al menos aplacar un poco sus ansias. Él quería más, todo el tiempo más. Más intensidad, más sabor, más de todo. Lo peor de ello es que lo conseguía, sus sumisas siempre eran muy serviciales para con él, pero nada le era suficiente porque en realidad lo único que quería era a ella.
Y era lo único que no podía tener.
A pesar de las frustraciones y las noches de insomnio, por primera vez en su vida podía estar con y para su niña rosa, sin necesidad de ejercer como su superior midiendo las formas o de relegarse a observarla desde lejos.
Y si lo ponían a elegir, elegía esto con Sakura una y mil veces. Por más que le costara muy caro.
.
Sakura exhaló lentamente relajando sus hombros para dar por terminada la sesión de meditación de la tarde. Kakashi apenas si alzó la vista de su libro, sólo para girar a la próxima página.
— ¿Kakashi?
— ¿Mhm?
— No meditaste conmigo hoy.
— No necesitabas que te guiara. — respondió sin abandonar su lectura.
— No es eso lo que dije — arremetió utilizando un tono juguetón antes de inclinarse acercándose a él.
Él ni se inmutó, provocando cierta molestia en la pelirosa, la cual no demoró en inclinarse para enganchar el dedo índice en la ceja libro bajándolo, husmeando rápidamente el texto cuando quedara a su alcance, aunque realmente no pudiera apreciar nada desde su posición.
— ¿Es más interesante tu libro que yo?
Él sabía a lo que se refería y no pudo evitar el escozor que lo recorrió al cruzar su mirada con esos traviesos ojos jades.
— ¿Y tú qué crees?
—Ummm...que sí.
— ¿Y qué vas a hacer al respecto?
—Molestarte. — una risilla juguetona cerró la frase.
No eran nuevos esos reclamos. Luego de aquella tarde en que meditaran por primera vez, Sakura se volvía demandante de su atención por momentos, requiriéndola en exclusiva. Lejos de molestarle, a Kakashi le fascinaba. Sin mencionar lo excitado que le ponía si se dejaba enredar por las miles de formas que se le ocurrían de aprovechar a su favor esas exigencias.
— Eh...picarón... ¿qué estás leyendo? — bajó aún más el libro, intentado captar alguna frase. Pero Kakashi se lo impidió.
—Un libro. — y le sonrió.
—No es un libro cualquiera, pervertido. Te conozco.
—Bueno... resulta que Iruka me lo regaló esta mañana y, tú sabes, no podía esperar a leerlo.
— ¿Por eso no meditaste conmigo?
—Emm...verás, en realidad si medité. — y sus ojos se volvieron dos líneas debajo de esa nueva sonrisa.
— ¡No seas tan descaradamente mentiroso! — se movió gateando unos pasos para sentarse a su lado.
Él respiró profundo al verla hacer eso, como su cuerpo se contoneó hasta alcanzar el destino mientras lo miraba con una media sonrisa de bribonería, y tuvo que apretar los dientes para distraerse y mantener en control todo ahí abajo.
Por momentos llegaba a considerar seriamente en pedirle que no hiciera ciertas cosas frente a él, aunque rápidamente lo descartaba ya que eso lo dejaría en evidencia. Ella no era consciente del efecto que tenía sobre su cuerpo o de la lucha que se libraba en sus pensamientos cada vez que deliberadamente lo provocaba, y prefería que se mantuviera en la ignorancia. Por lo menos así, podía darse el efímero lujo de disfrutarla.
Lujo que estaba costándole demasiado. Por cada nuevo momento que compartían, las noches se volvían más difíciles. Le era imposible impedir que a sus pensamientos regresaran palabras o gestos de su niña rosa al intentar conciliar el sueño, y el deseo no tardaba en hacerse presente en su cuerpo con una fuerza arrolladora dejándole ver que, de seguir así, sólo sería frustración lo que quedaría para él.
—Leer también es meditar.
—Me lo estás inventando para zafar.
—Me extraña el concepto que tienes de mí, Sakura. ¿Cuándo inventé algo para zafarme?
—Kakashi — siseó en advertencia.
—Bueno. Ahora no estoy inventando nada.
—¡Ja! — Le apuntó con el índice — ¡Lo reconoces!
Él miró ese dedo que lo señalaba muy cerca de su nariz.
— ¿Ah? ¿Qué cosa?
— ¡Que me inventaste cosas antes!
— ¿Yo? — y le tomó el dedo jalando para envolver esa pequeña mano con la suya— ¿Por qué haría algo así?
Sakura se sonrojó en ese momento y no pudo más que bajar la mirada, retirando la mano de su agarre como si le quemara. Él le sonrió, pero no fue una sonrisa dulce.
Tan irreverente y tan sumisa... sentía que lo volvería loco.
— ¿También te lo enseñó el cuarto? — le dijo tímidamente, sin mirarlo, mientras se frotaba la piel que él le había tomado como si le ardiera.
Kakashi suspiró relajando su postura. Era consciente que cada vez le costaba más mantener sus demonios a raya cerca de ella, y más cuando Sakura respondía a sus provocaciones tan exquisitamente.
—Bueno eso... no exactamente.
— ¿Qué te traes Kakashi? Tienes esa mirada...
El rió suavemente.
—Emm... ¿quieres que te cuente un secreto? — la miró de reojo, mientras apoyaba el libro en su regazo colocando el dedo índice entre las páginas que estaba leyendo a modo de señalador, antes de cerrarlo.
— ¡Totalmente!
—El cuarto leía estos libros. — le susurró en secreto.
— ¿Icha?
Asintió.
Ella se tapó la boca incrédula, dejando escapar una risita.
—Y bueno, un día le robé uno y... ¡aquí me ves!
Sakura soltó una carcajada estrepitosa en ese momento.
—Eh...te ríes de mí... ¿no me crees?
— ¡Noooo! — se apretó el estómago riendo — ¡Te creo todo, pervertido!
— ¡Ehhh! ¿Por qué pervertido? Soy un buen chico...
Una nueva carcajada arremetió con fuerza en sus labios.
— ¡Te imagino...! —Apenas podía calmarse para hablar — Es que...ay...me imagino tu versión pequeña...leyendo esos... ¡Tu cara! ¡Tus expresiones...deben... haberse transformado y...! ¡Ay dios!
Él se rascó el mentón divertido.
—No era precisamente mi cara la que se transformaba, Sakura.
Ella comenzó a negar mientras se reía a carcajadas limpias sin poder parar.
—Sabes, fueron muy educativos.
— ¡Seguro!... Ya, Kakashi...— intentaba en vano calmarse.
— ¡En serio te digo!
— ¿Llamas educación a pornografía escrita?
—Tienes un muy mal concepto de la literatura erótica, Sakura.
Ella suspiró tranquilizándose, mientras con el dorso de la mano se secaba las lagrimitas que asomaron por reírse tanto.
—Y tú eres muy pervertido, Kakashi.
—Bueno...—se rascó el mentón una vez más — ¿Sabes? No voy a contradecirte mucho más en eso. Probablemente tengas razón. — y le sonrió acomodándose nuevamente contra el árbol antes de abrir el libro para reanudar su lectura, dando por finalizada la conversación que lo interrumpiera. Necesitaba despabilarse con urgencia.
Ella lo observó unos segundos antes de desviar su atención al paisaje, aprovechando para elongar un poco sus piernas y brazos, antes de apoyar sus espaldas en el árbol, al lado de Kakashi.
Suspiró al frotarse los muslos.
Se sentía relajada pero inquieta a la vez. No entendía por qué le ocasionaba esa molestia el hecho de que su ex sensei prefiriera esa clase de lectura a compartir con ella. Pero tampoco estaba en posición de exigirle nada. Más de una vez, en su época como alumna, se preguntó que tendrían esas historias que lo absorbían por completo. Entendía que leer de sexo era muy atractivo para los chicos, más sino tenían experiencias reales o eran vírgenes. Pero ¿eso era todo? ¿Qué habría entre esas páginas además del sexo que lo volviera atrapante?
Algún argumento interesante debía de tener. Kakashi no era un jovenzuelo con hormonas alborotadas y, que ella supiera, tenía bastante éxito con las mujeres. Más de una vez había escuchado a otros senseis riendo mientras cuchicheaban acerca de las aventuras amorosas del Hatake. Y no podía negar que le picaba el corazón al oírlas, aunque decidiera ignorarlo.
El crujir del papel al girar de página atrapó su atención nuevamente.
Volvió su rostro para mirarlo por unos segundos. Él seguía tan concentrado en la lectura, sumamente ensimismado, que no la advertiría observándolo tan de cerca.
La pelirosa suspiró cuando notó en cómo esos oscuros ojos parecían meterse en las páginas devorándolas. Y esos leves cambios que esbozaban ante las emociones que le causaban las escenas. Nunca había reparado en ello. Antaño, cuando como sensei lo viera leyendo, le daba la impresión de que lo hacía para despistar a sus alumnos y estudiar sus reacciones más espontáneas, utilizando los libros como un mero truco para hacerlos caer en trampas.
Cuán equivocada había estado.
Él realmente disfrutaba de esas lecturas. Realmente se abstraía y relajaba. Recién en ese momento comprendió lo que tantas veces él le había explicado.
—Realmente te gusta, ¿no?
— ¿Cómo dices?
—Que realmente disfrutas de esa clase de... libros. Veo cómo te relaja y... — calló sus palabras de repente, y un sonrojo floreció en sus mejillas al caer en la cuenta de que para decir eso debía haberlo estado observando detenidamente.
Kakashi le sonrió.
—Sí, es mi forma particular de... podría decir, de meditación.
— ¿Si? ¿Se siente como meditar?
—A ver...Cuando meditas logras aclarar tu mente, enfocándote en una única tarea, ya sea en mantener el cuerpo en una posición o la respiración u otro mantra. La calma se pierde en el agobio y enfocarse en un único pensamiento o tarea brinda claridad y, por consecuente, paz. Eso es para mí esta clase de lectura.
—Oh...wow...Entiendes realmente de esto, de la calma.
—Tuve que. Y fue gracias a mi sensei que descubrí este mundo. Ahora tú puedes decir lo mismo.
—Pero no eres mi sensei — le dijo en un tono juguetón.
Él rio. Una carcajada suave y profunda, muy masculina. Una risa demasiado sensual para Sakura, quien no pudo evitar un nuevo sonrojo.
—Pero lo fui. — Ella asintió. —Así que puede aplicar perfectamente, ¿o no?
—Puede, sí, puede. Así lo nombraré cuando lo recuerde en el futuro ¿te gusta?— y lo miró de costado, abriendo grandes esos ojos jades resaltados por el sonrojo en sus mejillas.
—Mucho.
Era hermosa con las mejillas encendidas. Era hermosa curiosa, irresistible cuando la incitaba. Y si bien tiempo atrás meros accidentes lo llevaba a provocarla, en el último mes lo hacía adrede cada vez que tenía la oportunidad. Grababa las reacciones de su niña rosa como memorias que evocaba en fantasías o cuando necesitara liberarse con la sumisa de turno. Sabía que no era sano lo que hacía, buscarla en otras para poder sentir algo. Ese comportamiento estaba consumiéndolo de a poco, atacándolo con la acidez de la frustración al entender en que jamás sería real con ella. Pero no podía evitarlo. Así era la única forma que le quedaba de tenerla. Y no lo dejaría escapar, si esto era todo con ella, así sería suya.
Le pellizcó una de las mejillas con el dorso de los dedos, en un impulso arrebatado, que logró disimular bajo una mirada de ternura hacia una pupila, aunque ya no lo fuera y no intentara precisamente ser tierno.
—Kakashi, ¿puedo confesarte algo?
—No hace falta que me digas que te gusto.
— ¿Qué? Yo no quer... — Abrió grande los ojos — ¡Tonto! — y le golpeó el hombro. — ¡No es eso!
Él reía.
— ¡Malo!— bufó haciendo una trompita.
Se la hubiera devorado en ese momento.
—No te enojes. También me gustas.
— ¿¡Que!? Ya, cállate, ¿quieres?
No pudo más que reír al verla asustada. —Perdón...me lo pusiste muy fácil. Y no pude evitarlo.
—Eres malo. Te diviertes a costa mía.
— ¿Me perdonas? — juntó las manos en súplica. Ella rodó los ojos. —Dime, sabes que puedes contarme lo que necesites.
—No sé si ahora quiero. — se cruzó de brazos mirando hacia otro lado.
—Entonces... — se acercó a su oído — Voy a asumir que estaba en lo correcto — le dijo con voz grave, sin poderse resistir a provocarla una vez más.
Ella le alejó empujándolo del rostro, al posarle la mano abierta asegurándose de cubrir lo más que pudiera.
— ¡Ya! ¡Me tiras aire caliente y hace calor hoy! — bufó y se carcajeó cuando él intentó morderle la palma debajo de la máscara — ¡Ey! ¿Eres perro ahora?
—Ya quisieras.
—Me gustan los gatos.
—Mentirosa. — Ella le sacó la lengua y él respiró hondo para contenerse — Bueno, ¿Qué querías confesarme?
Sakura torció la boca.
—No te hagas la difícil. No puedes conmigo.
—Estúpido.
—Hermosa.
Y le sonrió.
Ella suspiró rindiéndose, tampoco era que podría mantenerse más tiempo batallándolo, él tenía esa habilidad de embrollarlo todo y salir siempre victorioso.
—Bueno, te lo digo pero... ¡no te burles! ¿Eh? — Él asintió — ¡Promételo!
—Prometido.
—Bueno...Resulta que cuando te veía leyendo, ya desde pequeña, ¿recuerdas los entrenamientos del equipo siete? — Le asintió, imposible olvidarlos, esos ojazos jade siempre atentos a sus instrucciones, como lo desconcentraban — Bueno, siempre... me dio un poco de...curiosidad.
— ¿Qué cosa?
— Lo que lees. — acotó con un hilo de voz señalándole el libro que sostenía en frente.
Él la miró sorprendido antes de apoyar el libro en su regazo para concentrar toda su atención en ella. La observó profundamente, afirmando su atención en esos jades ojos que lo miraban con algo de preocupación y muchísima curiosidad.
Esa revelación no la esperaba.
— ¿En serio?
—Sí, en serio... y... ¡no me mires así!
Él rio — ¿Y cómo te miro?
—No sé — se apoyó ambas manos en las mejillas que ahora le ardían de los rojas que se habían puesto de repente — Me haces sentir una...degenerada...
— ¿Que te mire o tener curiosidad por mis libros?
—Los libros.
Él rio nuevamente, una risa grave de las que tanto la incitaran.
—Y que me mires así mientras lo reconozco... ¡ay dios! — y se abanicó la cara.
Kakashi soltó una nueva carcajada y ella no pudo más que suspirar. No entendía porque esas risas calmas y profundas de parte de su ex sensei le provocaban un calor que le recorría todo el cuerpo, y que terminaba indefectiblemente oprimiéndole ahí abajo, latiéndole de forma insoportable por momentos.
—No te burles...
—No me burlo...es que eres tan tierna así de avergonzada. Me encantas...
— ¡Que malo! — y se tapó la cara con ambas manos.
Nuevas carcajadas empujaron por salir, pero las contuvo tras una carraspera. La situación le divertía. Pero más lo intrigaba, porque no se esperaba que ella expresara esa clase de curiosidad. Le fascinaba e intrigaba por partes iguales, acelerándolo a niveles que prefería no racionalizar, pero no podía evitar sentir que esa simple declaración cambiaría todo entre ellos, aunque no se imaginara aún cuánto.
Observó el libro que tenía entre sus manos. Era del género erótico, fiel al estilo de los que elegía, pero la historia era un tanto conservadora para lo que acostumbraba a leer. Iruka no conocía sus gustos, así que el regalo que le hiciera era una novela que podría llamarse romántica, con altos niveles de erotismo y un toque de perversión; que, sin ser melosa, no era nada fuera de lo vainilla. Era una historia de taquilla que tenía ganas de leer, pero no lo hubiera comprado por su cuenta.
Considerando que su primer contacto con esta clase de literatura había sido con una historia de dominación, cosa que le había asombrado en su momento y le ayudara a descubrir sus más profundos gustos más tarde; éste era un libro que tallaba como apto para los iniciados en el género.
Sería perfecto para que ella desfogara su curiosidad sin horrorizarse. Y justo en ese instante advirtió que una nueva necesidad despertó dentro de él. Verla leer sus libros, observar cada una de sus sutiles reacciones, apreciarla encendida, curiosa, confundida... sería exquisito.
Y su perdición.
Ya la imaginaba sonrojada, con los ojos brillosos de excitación, porque sabía que se excitaría; esas pupilas jades temblorosas mientras se mordiera los labios respirando pesado. Sería un manjar y por nada del mundo quería perdérselo.
Así que no dudó al proponérselo.
—Sakura, dime ¿quieres leer?
— ¿Qué? — ella lo miró sorprendida, con los ojos bien abiertos y sonrojándose hasta las orejas. Era eso lo que quería, pero no esperaba que él se lo propusiera. Realmente la avergonzaba muchísimo.
—Que si quieres leer. Así te sacas la duda.
— ¿Yo?
—Emmm... sí, tú.
—Pero... ¿y si alguien me ve?
—Nadie te va a ver aquí. Sólo yo.
— ¿Aquí? Tú vas a... ¿vamos a leer ...juntos? — había algo de horror en esos ojos.
—Bueno... te iba a proponer prestártelo para que lo leyeras en tu casa o el hospital, digo, es un buen entretenimiento durante las guardias, ¿no?
— ¡No, no, no!
—Eso me supuse— sonrió victorioso — Que no ibas a querer llevártelo.
—Supones bien.
—Pero si quieres que leamos juntos, no me molestaría — en realidad, siempre quiso eso. Pero el diablo siembra ideas, no propone nada. Y sin ser el diablo, se consideraba a sí mismo como una clase de demonio enviciado.
—Ummm... no sé... ¿no será...?
— ¿Ser qué? —rio nuevamente, le divertía y enternecía en partes iguales verla dudar y sentirse tan curiosa al mismo tiempo — Eres una mujer adulta y este — alzó el libro para que lo apreciara bien — Es uno suave. Te va a gustar.
— ¿Suave?
—Bueno...sabrás que a mí me gustan más-
—Pervertidos.
—Iba a decir intensos, pero sí, el término aplica.
Se quedaron mirándose a los ojos por unos segundos, midiéndose. Él sonriendo dulcemente, estudiando cada una de las pequeñas reacciones de su niña rosa mientras esperaba la respuesta que ya conocía que vendría. Ella, agitada, sorprendida y demasiado tentada por centrar su atención en ese libro ni bien Kakashi lo abrió, colocando una hojita como marcador en la página hasta la que había llegado, y luego volviendo a la primera para reiniciar su lectura junto a ella.
—Vas a tener que acercarte para estar más cómoda.
Ella no se movió. Y él tomó esa dubitación adueñándose del mando.
—Ven aquí a leer Sakura.
—No sé si deba...
— ¿Me vas a hacer repetirlo?
Suspiró agitada.
—Vas a burlarte si me... da vergüenza.
—No podría — le sonrió —Si me rio es de ternura. —y le picó la nariz.
Ella lo miró incrédula.
— ¿Acaso no confías en tu viejo sensei?
—Ex sensei.
—Pero no menos viejo.
— ¡No eres viejo! Tienes esa fijación con la edad que ya me fastidia. Y no te das cuenta de que estás mejor que nun-
Se tapó la boca con ambas manos en ese instante, para evitar que nuevas palabras se le escaparan.
Él rio y le acarició el cabello cuando ella volvió a teñir sus mejillas.
—Gracias por el casi cumplido...ahora, ¿leemos?
Sakura asintió con los ojos bien abiertos, haciéndose viento en la cara mientras se acomodaba más cerca para al fin iniciar la lectura. Estaba nerviosa, curiosa y aterrada. En su estómago miles de mariposas revoloteaban y, si bien cierta vergüenza se colaba entre medio de todas esas emociones, en ningún momento se sintió incómoda.
Confiaba en Kakashi, siempre lo hizo y estaba segura de que siempre lo haría. Junto a él todo estaba bien, se sentía segura, podía ser ella misma sin fingir ni ocultar nada porque sabía que él la aceptaba y no la juzgaría, nunca.
—Es...muy dulce.
Tras veinte minutos de lectura, habían finalizado el segundo capítulo comenzando los primeros párrafos del tercero. Hasta allí, la historia no era más que una serie de casualidades que llevaron a los protagonistas a conocerse y a activar todos sus mecanismos de conquista.
El rostro de Sakura pasaba de sonrisas melosas a ojos bien abiertos en sorpresa. Tan tierna en sus reacciones... aunque no era eso lo que estaba esperando. Más adelante en la historia la cosa iba a ponerse interesante, para ella con el libro y para él deleitándose con las reacciones que ansiaba encontrar.
—Dulce...curiosa definición.
— ¿Por qué lo dices? Hasta ahora es... —releyó el último párrafo. —Sí, romántico. Daiki es muy dulce. Me está gustando.
Kakashi le sonrió con anticipada picardía.
—Excelente. Continuemos...
Ella entrecerró los ojos. La sonrisa que tenía su ex sensei en el rostro le daba desconfianza.
—Eso sí, ni bien esto se vuelva degenerado lo cortamos.
Él soltó unas carcajadas. Estaba esperando justamente esas palabras desde que iniciaran el tercer capítulo, el que más tensión sexual tendría ya que se daría el primer encuentro físico entre los protagonistas.
Y ver esos jades ojos tan abiertos, tan expectantes, sabiendo que esa cabecita estaba sumamente intrigada por lo que vendría, lo incitaban.
— ¿Para ti es degenerado que un hombre y una mujer disfruten de sus cuerpos mutuamente?
— ¡Dicho así, sí! ¡Kakashi!
—Es una pena. — provocó.
— ¡Ahí estás! ¡Si ya lo sabía yo! ¡Te estás burlando!
—No lo hago.
— ¡Sí! ¡Mírate! No puedes aguantarte la risa.
—Que no. Sabes que me das mucha... no tiene importancia. Sigamos que ahora viene lo mejor. Vas a ver que te va a gustar.
—Si se pone cochino, no me va a gustar. — y contrajo los labios en una trompita, mientras fruncía el ceño.
Se la comería. Y con que ganas.
—Mmm...Lo dudo.
— ¿Me tomas por una pervertida?
— ¿Quién? ¿Yo?
—Sí, tú.
—No, en absoluto. Eres una mujer muy inteligente y curiosa. — Le sonrió. —Ahora, sigamos.
Ella suspiró bajando la mirada a las páginas pero no comenzó a leer. Él la observaba en cada uno de sus movimientos, atento a cada minúscula reacción, con una sonrisa casi boba en su rostro. Afortunadamente ella no lo notaría por la máscara.
—Digas lo que digas, no me va a gustar.
Kakashi soltó una suave carcajada, de las que estremecían a Sakura.
—Sí, te va a gustar.
— ¿Y por qué estás tan seguro?
—Por lo que dije: eres curiosa.
— ¡Te apuesto lo que quieras que eso no va a suceder si se vuelve pervertido!—espetó rápidamente.
Tan simple reacción enloqueció a Kakashi. Su mirada se volvió cruda en ese momento, y esa boba sonrisa permutó a una más perversa.
Como siempre decía, tan irreverente...
—Sakura, ¿estás retándome?
—S-sí. — dudó, sus mejillas se encendieron al responderle y fue muy evidente que tuvo que esforzarse por no demostrar lo que le intimidaba que él la viera de esa forma.
Tan preciosa.
—Interesante. Apuestas... me gusta tu idea. A ver... ¿qué propones?
—Ummm... — lo meditó unos segundos — ¡Tu mano derecha a que me gusta!— y una sonrisa socarrona le adornó los labios.
—Ey...esa es una apuesta muy extrema ¿no te parece? Además, nunca juego la mano derecha. — la levantó simulado que aferraba un tubo — Es la me ayuda cuando el icha icha se vuelv-
— ¡Aggghh! ¡Demasiada información!
—Eres médico, sabes que es algo natural y sa-
— ¡Eres mi sensei!
—Ex sensei.
— ¡Y uno bien degenerado! — él se carcajeó — Como sea... Así que si no la quieres apostar es porque sabes que voy a ganar. —y sonrió victoriosa con una evidente expresión de satisfacción al haber aventajado a su indescifrable ex maestro.
—Todo es posible en los juegos, Sakura.
— ¡Ja! ¡Ni tú te la crees! Admite que no vas a ganar...
—No estaría tan seguro de ser tú compitiendo contra mí. Además, apostaste algo mío a tu victoria. Así no se juega, Sakura.
—Así no lo juegas tú. — bufó.
—Exacto. — le sonrió tomando el control y ella contrajo el ceño con enojo, al verse perdiendo toda la ventaja — Así que vamos a modificar las apuestas, a ver si nos motivamos.
Ella lo observó indecisa, pero no se opuso. Silencio era todo lo que podía brindar. Algo en la forma en que la miraba no le permitía resistirse a la sugerencia, y a la vez la recorría como electricidad revoloteándole en el bajo vientre.
Amaba y odiaba en partes iguales cuando le sucedía eso. Pero últimamente, la frustraba hasta el punto de enfurecerla. Nunca le había sucedido algo así con nadie, menos con Sasuke y eso que de él estuvo enamorada toda su vida.
—Te apuesto a que si te gusta lo que vas a leer, te permito ver mi rostro.
– ¿¡Qué!? — abrió grande los ojos.
—Lo que oíste.
—Eso... ¡Ey! — Le gritó — ¡Eso es injusto!
El carcajeó por lo bajo — En absoluto. Es un buen premio si gano yo.
— ¿Y si pierdes qué? Ya me imagino que me vas a dar un horroroso premio...
—Sino te gusta, me debes una cena.
– ¿En Ichiriaku?
–No, casera. — y le extendió la mano para cerrar el trato.
—Eres tonto, no sabes cómo cocino.
—Oh...créeme que lo sé.
Ella miró esa mano que aguardaba por la suya unos segundos, y luego reparó en la sonrisa con la cual la vigilaba expectante. Sabía que algo se traía, siempre había algo detrás de cada acción de Kakashi, pero aún con los años que llevaba a su lado, le resultaba difícil leerlo.
Intuyendo que había un truco en todo ese juego, no podía retractarse, fue ella quien lo propuso inicialmente y no se acobardaría. En absoluto. Ella era una mujer valiente, a pesar de que su contrincante fuera un vil, astuto y jodidamente apuesto sensei. ¡Ex sensei, maldita sea!
Y si bien en cierto punto, esperaba perder y verle el rostro al fin, no forzaría esa victoria para él. ¿Quién en su sano juicio querría perder? Nadie, menos Kakashi. Aunque muy dentro suyo consideraba que no existía derrota para él en ninguna de las dos opciones, que todo ese juego estaba completamente bajo su control, lo que le enfurecía de sobremanera, llenándola de esas sensaciones que la recorrían tan placenteramente y que le...excitaban.
Sí, era excitación lo que sentía. Y se maldecía por eso.
¿Por qué la provocaba tanto que él dominara todo? A Naruto no se lo permitía, Sai directamente ni se animaba a hacerle frente y Sasuke...bueno, él era oscuro y directamente ni reparaba en ella reduciéndola a menos que un perrito faldero. Pero Kakashi... a él le accedía en todo, retándolo y sometiéndose de inmediato, y le molestaba admitir que lo disfrutaba.
Suspiró y le tomó la mano con una seguridad desmedida, apretándola dolorosamente para ocultarse detrás de esa postura.
—Hecho.
La sonrisa de Kakashi se ensanchó. Sabía que ella no admitiría que le gustaba lo que iba a leer, y la cena sería un excelente premio. Hacía tiempo que la idea de invitarla a cenar rondaba por sus pensamientos, pero no sabía si ella se sentiría cómoda, temía que interpretara esa invitación como algo que no era. Aunque realmente sí lo sería, pero sólo para él.
—Sé que me estás haciendo trampa, pero no puedo demostrarlo. Verás lo valiente que soy metiéndome en un juego en el que no voy a ganar.
— ¿Valiente? — no pudo evitar reír y reparar en cómo ella se estremecía cada vez que lo hacía — No eres valiente Sakura. Como dije... curiosa.
Ella apretó los labios.
— ¿Seguimos? Estoy ansioso por oírte reconocer que tengo razón.
—Voy a golpearte si sigues provocándome. — advirtió ya furiosa.
—Para golpearme vas a tener que alcanzarme primero.
–Kakashi...
–Sigamos ley...digo, meditando. ¿Si?
–Dilo.
Veinte minutos después, y luego de observarla devorar el capítulo tres con desespero, llegaba el momento de la victoria.
Ella apretó los labios hinchando las mejillas en evidente molestia.
—Eso que dice... ahí... en ese libro— señaló el supuesto párrafo de la discordia —...es mentira.
—Por supuesto, es una ficción. Y creo que te gustó.
— ¿Qué parte de mi cara te dice eso?
Él le sonrió. —La que está enojada en admitir que gané yo.
– ¡No! No ganaste. — y le sacó la lengua.
— ¿Y por qué estás tan enojada entonces? No te entiendo a veces Sakura— provocó.
Él ya sabía lo que le sucedía. Ese hermoso rostro era un poema cuando comenzó a leer la intensa escena de sexo oral en la que el protagonista masculino le provocaba una serie de orgasmos a su conquista, dejándola por las nubes.
—No lo entenderías...
— ¿Qué? ¿Qué gane? ¿Es eso? Dime, me gustar-
— ¡Lo que él le hacía! — Interrumpió explotando en gritos — ¡Es muy mentiroso ese libro!
Kakashi tuvo que contener una risita. Era hermosa así de frustrada.
— ¿Eso? No es mentira eso. Se llama sexo oral y es muy efec-
—¡Kakashi! ¡Claro que sé lo que es el sexo oral, idiota! No soy tan...inocente.
—Ah bueno, qué bien— se rascó el mentón — ¿Y entonces que te pas-
—Pero... ¡es asqueroso! ¿Cómo va a decir que... que... lame los jugos? Aggg... eso es exageración y asqueroso.
—Bueno...Si ella es higiénica, no lo es.
—Kakashi... no me digas que... ¿lo hiciste alguna vez?
—Por supuesto. A mí me gusta lam-
Ella se alejó de un salto. — ¡No sigas por favor! ¡No quiero saberlo!
—Bueno, si así lo pides — y se encogió de hombros. —Entonces, ¿lo admites?
— ¿Qué? ¿Admitir yo que tú perdiste?
—No perdí.
— ¡Sí! ¡Perdiste!
—Vamos... No puedes mentirme Sakura. Vi tus reacciones al leerlo y te gustó...
Ella negó.
— ¿Y por qué estás tan... agitada?
—Porque eso fue... lo que pasaba... no sé... ¿qué insinúas mirándome así?
— ¿Yo? Nada.
— ¡No te hagas el otro! Te conozco y estás queriendo decirme que me viste ¿excitada? ¿Qué esa escena me provocó ganas de experimentarlo?
— ¿Quieres experimentarlo? Yo encantado te lo ha-
— ¡Kakashi! —Le gritó — ¡Ya basta! ¿Ves? Por eso no quería leer esto contigo. Te pones así... tan... ¡Ay, dios! Me dan ganas de golpearte...
Él se rio por lo bajo en ese momento. Cómo se deleitaba de verla furiosa, pero con esa clase de enojo que provocaba la frustración por el sexo insatisfecho. Ella sería placer puro entre sus dedos, gozaría cada toque, cumpliría cada fantasía, saborearía cada milímetro de su piel haciéndola suya mientras la escuchara gemir al correrse...
Sabía que ella tenía algo de experiencia en el sexo, pero desconocía hasta donde había llegado. Y, sobre todo, cuáles eran sus límites. Aunque, siendo una mujer de ciencia, curiosa y osada, el límite lo pondría tranquilamente el amante de turno. Y hubiera pagado lo que fuera para convertirse en ese amante que forzara los límites hasta extremos que ella ni se imaginaba.
Era una excelente idea, y sería tan fácil hacerla real...si tan solo él no fuera su roto ex sensei catorce años mayor.
Suspiró. Era mejor dejarlo todo ahí. En esas pequeñas tardes de simples placeres y en noches de fantasías retorcidas.
No lo forzaría más. Al menos así compartiría tiempo con ella, un casto y hermoso tiempo de conversaciones, imaginándola deshaciéndose entre sus brazos.
—Bueno... parece ser que la cena será. —Admitió al final, relajando los ánimos.
—Ese libro es una estafa...No puede ser cierto.
La miró sorprendido, parecía que no lo había escuchado aceptar su rendición.
— Eh, bueno, sí...ya te dije, es ficción. Pero ¿me escuchaste que-
— ¡No es posible! Eso no puede ser real...
—Eh...Sakura... ¿en qué te quedaste?
Lo miró en ese momento. Furiosa. Frustrada. Estaba tan cerrada que dijera lo que dijera no iba a escucharlo a menos que le respondiera lo que ella buscaba en ese momento.
— ¡Lo que ella sentía! — respondió como si fuera lo más obvio — Eso no es posible...¡No se puede gozar así!
«¡Eso era!»
— ¿Cómo qué no?
—¡Por qué no! Estaba exagerando. Es un libro y debe ser exagerado para que atrape al lector. ¿Por qué nos mienten así?
—Mmm, déjame contradecirte. Su reacción fue apenas encima de la normal.
—¡Me estás cargando!
—En absoluto.
Ella desvió la mirada, aún más molesta que antes, y completamente descolocada.
—Bueno, entonces... ¿quedamos que es la cena o...?
—¡Es muy degenerado y mentiroso ese libro! Gano yo. Es la cena.
Él sonrió.
Definitivamente la experiencia sexual de su ex alumna era escaza y no podía evitar preguntarse qué mierda había hecho el idiota Sasuke con ella durante todo un año para que la joven ni supiera lo que era gozar del placer de un buen oral. Era como tener en frente a una virgen...
La miró con otros ojos en ese instante.
Era hermosa.
Era perfecta.
Siempre fue suya...
«Dios... »
Tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para evitar tocarla.
—Bueno, parece ser que me equivoqué esta vez, ¿no? — Ella asintió sin salir de ese estado entre frustrado, furioso y confundido — ¡Ganaste Sakura!
—Sí... — pero no lo sentía como una victoria.
El sabor era amargo y no entendía bien el porqué de esa sensación tan agobiante. Se sentía como una tonta, como si todo lo que supiera y hubiera experimentado se redujera a nada. Pero más le molestaba que lo descubriera por un libro de ficción frente a su ex sensei pervertido que parecía disfrutar de su angustia.
— ¿Te parece bien esta noche si...?
—Sí Kakashi, esta noche está bien. —le respondió de mala gana poniéndose de pie y retirándose rápidamente del santuario sin siquiera saludar.
Él la observó alejarse mientras se perdía entre las piedras que ocultaban su lugar. Una sonrisa de satisfacción se dibujó entre sus labios. No podía negar que verla así de confundida le provocaba un inmenso placer, porque conocía muy en detalle esa clase de emociones en las mujeres y eso sólo significaba una cosa: quería más.
Y él tenía todo lo que ella necesitaba.
.
.
¡Hola! ¡Regresé! ¿Recuerdan cuando les dije una semana? Pues, esta vez la cumplí. Wiii! Bien por mí jajajajaja
Y la tenemos curiosa a Sakura. Curiosa y, me atrevería a decir, caliente... Creo que Kakashi encontró la punta del ovillo para tentar a Sakura. ¿Ustedes que opinan?
Espero que les haya gustado porque yo disfruté mucho de este capítulo, sinceramente. Digo, de escribirlo, claro.
Aprovecho para dejarles muchos besos y abrazos y muchas muchas gracias por su apoyo y sus comentarios.
Nos vemos en una semana... más o menos.
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