Capítulo 4
— Esto es tranquilo. Es...lindo.
Esos ojos jades bien abiertos recorrían todo el lugar, mientras ella tomaba la mano que Kakashi le había extendido para ayudarle a subir a la roca más alta.
— Eso no es nada. Espera a...— la jaló con fuerza subiéndola junto a él en un solo tirón —...ver esto.
— ¡Wow!— fue lo único que pudo decir cuando se desplegó ante ella el paisaje de ese pequeño oasis escondido entre medio de piedras y árboles.
Luego de atravesar un cerrado matorral, y escalar unas cuantas rocas bastantes escarpadas esquivando ramas y maleza, se abría un pequeño camino, apenas evidente para el ojo novato. Y en absoluto atractivo. Todo el recorrido realmente hacían desistir al caminante eventual de la dirección elegida.
Luego del esfuerzo, y no sin soportar algunos rasguños y raspones que ella apenas si lo notaba, se abría un breve claro coronado detrás con una pared de roca. Siendo acogedor y encerrando algo de la belleza que ofrece la calma, no prometía demasiado.
Sólo el breve murmullo de agua, que tranquilamente podían confundirse con una brisa arremolinada entre la arboleda, apenas si servían como un leve indicio de la gracia que se encontraría detrás. Pero era tan leve, que ni con intenciones de buscar algo diferente se seguiría adelante.
Lo verdaderamente maravilloso estaba por encima y detrás de esa falsa colina, si es que se tomaba la decisión de escalar, cosa que Kakashi hizo subiéndola de la mano.
Y el esfuerzo realmente valía la pena.
Escondido detrás de ese tortuoso camino se encontraba un pequeño oasis de pasto tierno de pradera, árboles antiquísimos con frondosa sombra y un arroyo cristalino serpenteante, al que lo coronaba una cascada compuesta por tres hilos de agua que caían de una distancia de no más de veinte metros, pero que llenaban el lugar con sonidos y el aroma a humedad desparramándose sobre las piedras y vegetación, arrastrando los pólenes de las flores circundantes que perfumaban esas minúsculas gotitas flotando en el aire.
Era calmo.
Era reconfortante.
Era bellísimo.
Él la observaba alternando su mirada entre ese delicado rostro sorprendido y el paisaje. Tenía unos días sin poder ir a refugiarse a su santuario y la verdad que lo extrañaba.
Estaba orgulloso de ese lugar. Le brindaba esos instantes de soledad e introspección que tanto buscaba en los momentos abrumadores en su vida, y más en los actuales por sus funciones como hokage.
Ese era su lugar y sólo suyo, para sentarse a leer en total silencio, sin tiempo por delante, sin obligaciones por cumplir. Aunque la paz le durara cuarenta minutos, o veces menos, siempre valía la pena escaparse por más que no se permitía desaparecer más de ese tiempo. Sabía que lo buscarían si se extendía en el descanso, siendo un ANBU bien entrenado, por no mencionar a Seiyi, quien tranquilamente podría dar con él. Y no quería que nadie descubriera ese páramo.
Sólo él conocía el lugar. Bueno, él y el cuarto, quien se lo había enseñado y regalado en ese momento tan turbulento de su vida.
Y ahora lo conocería Sakura.
— Es bellísimo. Tan... tan pacífico — sonrió, una amplia y hermosa sonrisa.
Por primera vez en días sonreía. Y él lo provocaba.
— Me alegra que te guste. Es mi santuario...—respiró hondo absorbiendo los aromas del agua mezclados con la vegetación. —Y ahora también es tuyo.
— ¿Qué?
— Que lo comparto contigo.
—Pero... ¿No es un lugar público?
—Nop.
—¿Nadie más sabe de esto?
—No. — Y le sonrió orgulloso, achicando sus ojos hasta dos finas líneas.
Ella le devolvió el gesto, respirando profundo, imitándolo.
—Y...¿qué haces aquí? ¿Entrenas?
— No, no es un lugar de entrenamiento. Aquí sólo me relajo. Medito, leo...
—¿Meditas?
Asintió.
—Para eso te traje.
Esa tibia sonrisa, se esfumó al acto del rostro de Sakura.
—Umm... no sé Kakashi. — Negó varias veces — Tu idea suena bien pero...nunca me funcionó eso antes. Es como que-
—Nunca meditaste conmigo antes.
Ella lo miró con el ceño contraído, sin ocultar la molestia que la propuesta le había causado. Lo recorrió de arriba a abajo estudiándolo, como si intentara descubrir una broma oculta.
—Ya. Me estás jodiendo, Kakashi.
—No. ¿Por qué lo haría?
—¡Porque me conoces! Sabes que esto no me va a funcionar. ¿Cuándo has visto que me he quedado quieta si hay un-?
—Porque te conozco —la interrumpió y tuvo que silenciar el bufido de protesta levantando su mano antes de seguir hablando. — Porque te conozco, sé que esto va a funcionar.
—No sé...— se frotó el rostro con frustración. — Prefiero entrenar duro. Romper cosas. Eso sí me funciona
— ¿En serio?
—¡Sí!
—Mejor dirás que te funcionaba.
—¿Qué quieres decir?
— Que lo hiciste esta mañana. — Ella lo miró sorprendida, como si le hubiera descubierto una mentira — Y ayer a la mañana y antes de ayer. Y antes de eso-
—Espera un momento... ¿cómo sabes eso? ... ¡Kakashi! ¿¡Me estas siguiendo!?
—No. —Bueno, sí. Pero no iba a reconocérselo.— Yo también entreno.
—Kakashi...
—Y se te olvida que a esos lugares a los que vas a romper cosas te los mostré yo. — Ella resopló fastidiada. — Eran "mis" lugares de entrenamiento. Y están siempre ocupados cuando voy. Y destruidos...
Ella respiró hondo.
—Y veo que es al vicio lo que haces, porque no estás mejor.
Sakura le sostuvo la mirada retadora unos segundos pero, al caer en la cuenta de la falta de argumentos para continuar esa discusión sin sentido, maldijo por lo bajo cediendo.
Kakashi no le dio mucha más importancia al enojo. Sabía lidiar con frustraciones, y más si eran de su niña rosa. A ella sabía manejarla mejor que a nadie porque, aunque nunca le hubiera dedicado real tiempo de calidad como sensei, si lo hizo como hombre, por más que fuera desde las sombras.
Se quitó el chaleco ninja y luego la camisa azul oscuro del uniforme arrojándolos al pie del árbol frente a ellos, quedando solo con la ajustada camisa negra sin mangas, que le ofrecía la máscara para su rostro.
Sakura no pudo evitar observarlo. Como esas vestimentas ajustadas marcaban ese firme cuerpo que, en más de una oportunidad, había podido apreciar semidesnudo durante alguna cirugía o curación con chakra. Y lo mejor era que conocía como se sentía esa piel, como se tensaban esos músculos debajo de sus dedos. Observarlo acomodarse, hinchando los bíceps desnudos en el proceso, realzando los trabajados hombros, movilizó todo en ella.
Un sonrojo cubrió sus mejillas en el momento en que advirtió que su ex sensei la miró sonriente, quitándose el calzado y sentándose en el suelo, en la posición de medio loto al frente a ella.
—Esta posición es la del loto...aunque en una versión relajada — se rascó la mejilla — Es un medio loto. Más cómoda si quie-
—Lo sé Kakashi. He meditado también.
—Oh...¿de verdad?
Ella asintió rodando los ojos con hastío.
—Me daba la impresión de que no la conocías. Digo... por la forma en que me estudiabas recién.
Esas mejillas rosadas se volvieron rojas de repente y él no pudo más que reír por lo bajo. Una risa suave y profunda que contrajo sus ojos a dos finas líneas.
—¿De qué te burlas?
Él agitó su mano en el aire en señal de tregua. Aunque le divertía muchísimo tener ese poder sobre las reacciones de Sakura.
—Ya...déjate de chiquilinadas y siéntate frente a mí ¿quieres?
Ella obedeció con algo de reticencia pero sin demora, ubicándose en el lugar que él le señalara e intentando copiar la pose sin demasiado éxito.
—Mmm...¿por qué no solo cruzas las piernas?
Lo miró con fastidio manteniendo el silencio, aunque por dentro le dedicaba alguno que otro insulto.
—Bueno, ahora que te sentaste... ¿cómoda ya? —asintió molesta aún, acostumbrando las nalgas a la posición con un leve balanceo— Bien. Manos sobre las rodillas, palmas hacia arriba. Espalda recta.
Resopló mientras obedecía.
—Espalada recta, Sakura.
— Ya te digo que todo esto no va a funcionar. — protestó enderezándose y llevando el mentón levemente hacia arriba.
—No levantes tanto el mentón. Forzarás las cervicales y no querem-
—¡Kakashi!— le regañó entre dientes.
—¿Si Sakura? —respondió con tranquilidad, demasiada tranquilidad, sólo para molestarla un poco más y desenfocarla de esa rebeldía sin causas, esa rebeldía que provenía del enojo que engendró el dolor de las heridas.
Él conocía ese sufrimiento. Esa sensación de heridas abiertas que supuraban constantemente impidiendo la cicatrización, que hora tras hora afirmaban en tu ser la desesperación de no encontrarle un final a esa angustia. Ese veneno que poco a poco comenzaba a fluir hacia tus venas, pudriéndose por dentro, destrozando todo a su paso, convirtiéndote en una sombra de ti mismo, una versión irreconocible de lo que solías ser.
Y no iba a permitir que eso le sucediera a ella. No por más tiempo.
Ella era su niña rosa, su sumisa, su mujer. Era lo mejor que el destino puso en su camino. Era todo y a la vez nada. Pero eso todo y esa nada, aun sin pertenecerle expresamente, eran y serían suyos.
— ¿Estás lista?
—No.
—Bueno... cierra los ojos. Vamos a comenzar relajándote un poco, ¿sí?
Ella ni respondió. Solo obedeció. Él la miraba de reojo, regocijándose por dentro.
—Ahora inhala inflando el estómago. Distiéndelo bien. Inhala en dos. Retiene...en uno...dos y exhala suavemente.
Le siguió cada paso.
—Repite. Inhala...en uno...dos...
Ella lo copiaba sin demasiado entusiasmo. Sólo por la inercia de esa obediencia casi inconsciente que tenía hacia él, y sólo con él.
—Ahora exhala...un poco más...
—Kakashi...
—Respira Sakura...vamos de nuevo. Inhala en...
—No...Kakashi. — negó —Esto no funciona y-
— Ni empezamos Sakura.
— Da igual. No puedo. No, no puedo. — Negó agachando la cabeza — Es en serio...no puedo. Es un lío y...— sus dedos se cerraron en apretados puños sobre las rodillas.
—Hey...
— En serio Kakashi, no pierdas el tiempo conmigo...no...esto no va a funcionar — intentó ponerse de pie para huir otra vez, pero él la tomó por la muñeca cortando el arrebato.
—Espera. No te descontroles.
Ella lo miró clavando sus jades y suplicantes pupilas en él. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Su rostro estaba ahora nublado de dolor nuevamente. Ya el enojo era un mero recuerdo y esa imagen caló profundo en Kakashi. Él la prefería furiosa a sufriendo. El enojo, sin ser bueno, moviliza. En cambio el sufrimiento...ese te consume.
—Sakura, no llores — se inclinó para acercarse a ella tomándole el rostro entre las manos.
—De verdad te digo...deja que me vaya...no me veas así. Deja de perder el tiempo conmigo.
—Nunca pierdo el tiempo contigo. No digas eso. Y no, no voy a dejar que te vayas.
Ella sollozó ya sin poder impedir que las lágrimas brotaran.
—No puedo más...yo siento que me...pierdo... Kakashi— su nombre se sintió como una súplica.
— Sí, sí puedes. Sólo que ahora no estás logrando pensar claramente. — Suspiró — Sólo déjame ayudarte.
Ella lo miró unos segundos, inmovilizada. En su consternada mirada había un ruego silencioso por piedad. Por algo que le brindara aunque sea unos minutos de paz.
Se veía tan indefensa en ese momento, completamente derrotada. Y él sentía que lo único que quería hacer era abrazarla. Apretarla contra su cuerpo acurrucándola en su pecho, arrullándole al oído palabras de confort. Sentía esas ansias desesperadas de llevársela lejos, fuera de Konoha, lejos de Karin, de Sasuke, de todo lo que le recordara esos tortuosos momentos.
Pero esa no era una solución.
Lo que verdaderamente ella necesitaba era calmar la tormenta en su mente. Ordenar todos esos pensamientos que le decían que hacer, ya que todos tenían una parte de razón para remediar su angustia, pero enredados sólo la atormentaban. Tenía que brindarle la serenidad que requería su ser para ordenarlos, escucharlos uno a uno y encontrar al fin el camino.
Sabía cómo lograrlo. Para ello estaban en ese lugar. Gracias a su tormentoso pasado, había adquirido varias técnicas que le sirvieron en muchas oportunidades durante su vida, y que ahora le serían de utilidad a ella para alcanzar la tranquilidad mental, y lograr salir de ese pozo.
Pero la meditación tradicional no funcionaría. Esperaba a que sí, pero ya era evidente que no era el método correcto. El desequilibrio y ruido interno habían alcanzado tal magnitud que no le estaban brindando tregua, y concentrarse en la respiración o el ambiente, no le serían suficientes para calmar esos demonios.
Lejos de preocuparse, sabía a qué otro arte echar mano. Sólo que había esperado no tener que hacerlo por lo que ello implicaría para él.
Siendo adolescente, cuando el nivel de sofocamiento y descontrol habían llegado demasiado lejos al perder a Obito, la mediación física fue la que le ayudó a encontrar paz. Era una meditación que él consideraba algo más extrema, ya que demandaba de una guía con un ejercicio del dominio intenso sobre el cuerpo del discípulo, logrando un sometimiento completo a las demandas del maestro que llevara a cabo el proceso.
Y él podía brindárselo. Conocía la técnica. Conocía a su pequeña. Y lo mejor, la joven confiaba en él, algo fundamental para tener éxito ya que sólo con ello lograría verdadera entrega.
Pero no estaba confiando en sí mismo al impartir este procedimiento. Sabía que no podría ni querría llevarlo a cabo de forma objetiva. Ella no era una simple alumna, ella despertaba de todo en él.
Y tendría que acercarse.
Físicamente.
Y mucho.
Debía guiarla, dominarla... debía someterla en pensamiento, y en cuerpo de ser necesario. Debía relajarla y mantenerla consciente sintiendo todo, a él, a sus palabras, a su entorno. Debía tocarla, estar en contacto por bastante tiempo, viéndola lentamente subyugándose a él.
Y no iba a aguantarse sólo a su lado. Él querría envolverla, realmente querrían sentirla, su respiración, sus latidos, ese delicioso calor.
Y si bien esa clase de contacto físico no era algo nuevo entre ellos, las circunstancias si serían diferentes. El ambiente que los rodeaba, la forma en que le hablaría, el estado vulnerable de ella...todo eso confabularía en contra del esfuerzo que hacía día a día para mantener su naturaleza contenida cerca de la joven. Y si lograba mantener esa oscuridad bajo raya... ¿podría contra las reacciones que ella causaba en su cuerpo?
Sería difícil.
Sería una tarde interesante, pero la noche tortuosa.
La resistencia a su voluntad sería puesta a una real prueba por primera vez.
Suspiró.
Sería mejor no hacerlo. Definitivamente. Buscaría otra forma de quitarle ese pesar. Era lo mejor, para él, para ella.
—Kakashi... — le susurró mirándolo a los ojos.
Y no hizo más que perderse en esa súplica. Tomarla, desearla, calmarla... ¿cómo resistirse? ¿Qué clase de sensei, qué clase de hombre sería si al menos no lo intentaba? Si se jactaba de estar bajo control todo el tiempo aunque la presión y la tentación fueran grandes, ahora no podía ser menos.
«¡Mierda!»
Lo haría.
Si dudó en tomar esa invitación a la mascada a la que Seiyi le comentó durante la mañana, en ese preciso instante ya no lo estaba haciendo. Aunque algo muy dentro de él le decía que ni allí encontraría alivio luego de lo que iba a hacer.
—Si me lo permites...— carraspeó acomodando su voz —Podemos intentar algo más extremo que creo que...va a funcionar contigo. — Suspiró calmándose. — Pero necesito de tu permiso.
Se profundizó en sus ojos en ese momento, acariciándole el rostro.
— ¿Me lo darías?
Sin saber exactamente a qué se refería su ex sensei, Sakura asintió mentalmente. No tenía idea a qué cedería, pero sabía en lo profundo que él solo la haría sentir mejor. Siempre eran así las cosas a su lado. Siempre él sacaba la mejor versión de ella. Y lo adoraba por eso.
Kakashi dudó unos instantes mientras ella lo estudiaba con la mirada. Ignorante de que ya había aceptado, consideró esa demora como una señal para retirar su oferta. Temía exponerse, temía de la templanza de su autocontrol, hasta que la oyó reconfirmarlo y el temor se fue al carajo.
— Sí, hazlo.
Tuvo que respirar hondo para calmar las ansias que lo estremecieron en ese preciso instante.
—Bien... — le susurró mientras le soltaba el rostro sin quitar su mirada de ella.
Tragó duro intentando disimularlo, antes de cachetearse mentalmente para salir del estado en que Sakura lo había dejado maltratado con dos simples palabras.
Lentamente se movió para ubicarse detrás de ella, quedando sentado y rodeándola con sus piernas por la espalda. Sería mejor de pie, para evitar tanta cercanía, pero realmente quería relajarla, aunque la posición fuera a pasarle factura más adelante.
Con un pequeño movimiento terminó de acomodarse cerca de ella, deteniéndose cuando su pelvis chocó contra las nalgas de Sakura, provocándole un respingo.
—Perdón, de verdad no quise pero-
—Está bien— susurró apenas, volteado levemente su rostro hacia el lado por dónde provenía la voz.
Sintió los brazos de Kakashi entrar por el espacio entre su cintura y sus codos. Intentó alzar los brazos para darle espacio, más él no se lo permitió al tomarle las manos cerradas en puños, acariciándole los dedos para que los abriera.
Ella asintió quedándose quieta, dejándolo hacer. No había un pedido expreso, no había una orden, eran las acciones del cuerpo de su ex sensei las que demandaban una respuesta. Y ella no se negaba, cedía ante cada toque, sintiendo que eso era lo correcto aunque se avergonzara del revuelo en el vientre que le provocaba, como si ese fuera un sentir incorrecto para con él.
Sintió el calor que emanaba del rostro de su compañero muy cerca del oído derecho y se tensó ante la proximidad, quedando inmóvil para evitar que accidentalmente terminara tocándolo. Tenía el pulso acelerado, y si por error llegaba a acercarse más, entendía que quedaría en evidencia como su cuerpo enloquecía ante él, y moriría de pena, no podría verlo a los ojos otra vez.
Lo que ignoraba por completo es que él leía cada una de sus reacciones a la perfección. Nada de ella quedaba oculto a sus ojos.
—Tranquila. Relájate. ¿Confías en mí?
—Sí...—susurró y terminó de extender sus dedos, permitiendo que las manos de él cubrieran las suyas por completo. Se sentía tan pequeña debajo de ese toque... pero era excelente.
—Entonces sabes que esto que hago no guarda ninguna intención oculta.
Ella no dijo nada. Sólo su respiración agitada obró como respuesta.
Él sonrió. Le encantaba provocar esa clase de reacciones con su cercanía. Pero en ese momento se estaba esforzando en no entrar en esos juegos.
— ¿Segura que lo sabes?
Ella respiró hondo, casi en un jadeo. — Yo...confío en ti Kakashi...sólo me tomaste por...—tragó duro —...por sorpresa.
—Perdón, mi error. — Carraspeó suavemente — Entonces voy a decirte que haré antes de hacerlo, de ahora en más. ¿Estás de acuerdo?
Asintió.
Él respiró profundo inhalando su aroma inconscientemente. Un aroma que lo enloquecía y que no hizo más que turbarlo. El dulce perfume que emanaba de ella, mezclado con el calor de esa piel de porcelana, tan cerca de él, tan a su merced y capricho; eran un cóctel peligroso en sus venas.
Volvió a respirar para calmarse. No podía dejarse llevar.
—Voy a acomodar tus manos ahora—y las giró posándolas palma arriba sobre las rodillas.
—Ahora... permiso. Voy a acercarme. — Y se inclinó apoyando levemente su pecho en la pequeña espalda de la chica, acercando su rostro al hueco de cuello, quedando sus labios a centímetros del oído de Sakura.
—Voy a quedarme aquí un largo rato, hablándote suave. ¿Te sientes cómoda con la cercanía?
—Sí.
—Bien.
Humedeció sus labios tratando de controlar la respiración que sentía se le entrecortaría en cualquier momento. Él no estaba en absoluto relajado y no debía distraerse si no quería arruinar todo el procedimiento. Porque era consciente de que rodearla así no era realmente parte de la técnica. Pero no quería hacerlo de otra forma.
— Voy a apoyar mi mano derecha sobre tu estómago. ¿De acuerdo?
Ella asintió enderezando levemente su espalda para darle lugar, movimiento que sólo la acercó más a él, quedando completamente apoyada en el torso de su ex sensei. Lejos de incomodarla, esta vez se sintió cálido. Y cuando los latidos fuertes de ese corazón apenas retumbaron entre sus omóplatos, la tibieza se convirtió en calor ruborizándole las mejillas. Suspiró dejándose llevar, sin reprimendas por lo indebido del disfrute. De una vez por todas quería bienestar, y él se lo estaba brindando. Y, sinceramente, podría quedarse allí el resto del día.
La mano abierta de Kakashi se posó lentamente sobre su tripa a la altura del ombligo.
— Cierra tus ojos. — le susurró con voz grave, acariciando con su aliento la piel del cuello.
Ella obedeció conteniendo un jadeo.
—Vas a sentir que te abrazo por los hombros. ¿Vas a estar bien con eso?— advirtió mientras retiraba lentamente la mano izquierda de los dedos de Sakura.
—Sí...— su voz se reducía a un hilo apenas audible.
Cuando el brazo libre de Kakashi la rodeó por los hombros, una calidez la bañó por completo. Si ignoraba la excitación que comenzaba a invadirla, podía admitir que por primera vez en días se sentía a gusto, que no era imposible lograr traer paz a su vida otra vez.
—Ahora necesito que sigas mi voz atentamente — le dijo suavemente al oído, en un tono leve pero más grave, en un tono que hacía que esas palabras vibraran por su cuerpo de una forma que aceleraban todo en ella.
—Vas a respirar como le hicimos hace un rato. Vas a seguir el movimiento de mi mano en tu abdomen. Cuando la distienda... — ahuecó la mano separándola levemente — vas a tomar aire lentamente, inflando tu estómago hasta tocar la palma. ¿Entendido?
Ella asintió y procedió a inhalar obedeciendo las instrucciones.
—Mientras yo no presione, mantienes el aire. Uno...dos...tres...ahora exhala— demandó comenzando a empujar hacia adentro — Exhala...así. Más, un poco más.
Presionó el diafragma con el dorso para expulsar el remanente del oxígeno en sus pulmones.
—Bien. Lo hiciste muy bien. Ahora inhala nuevamente...— y ahuecó la mano otra vez guiándola. —Vas a respirar siguiendo las indicaciones de mi mano de ahora en más. No abras los ojos...
Involuntariamente ella giró el rostro intentando pestañear.
—No los abras. No te lo pedí, Sakura. —ordenó con voz oscura.
Ella asintió sonriendo levemente sin detener el ejercicio. Sus mejillas se tiñeron, y él simplemente tuvo que contener con esfuerzo esas ganas incontrolables de abalanzarse sobre ella y devorarla.
— Ahora, voy a guiar tus pensamientos. Sigue respirando, así, bien. — Suspiró para calmarse —Vas a escuchar mi voz y vas a tratar de imaginarte lo que te voy describiendo. Lugares, acciones, sonidos. ¿Estás bien con eso?
—Mhm. — apenas pudo decirlo.
Kakashi se humedeció los labios acercando aún más su rostro al oído de Sakura, quedando su boca peligrosamente a escaso centímetro de ese cuello. El aroma de la chica lo golpeó una vez más, provocando ese lado más dominante, más bestial, que mantenía contenido a fuerza de cadenas mentales.
—Vas a obedecerme en cada cosa que te demande.
Ella no respondió.
—No te oí, Sakura.
—Sí...
—Sí ¿Qué?
La respiración de ella se aceleró en ese momento. La suya simplemente estaba descontrolada.
—Sí...sensei.
Y al oírla responder como lo necesitaba, cayó en la cuenta de que se había dejado llevar. Su naturaleza afloraba embravecida por ese calor, por ese aroma, y no podía permitírselo. No con ella.
Respiró hondo un par de veces repitiendo el ejercicio en sí mismo unos segundos, intentando tranquilizar sus ansias aunque le estuviera costando horrores hacerlo.
La clase de dominación que hacía con ella estaba lejos de las prácticas que tanto lo confortaran, y aun así se sentía más encendido que nunca llegando al punto de casi exponerse sin medirlo. Nunca le había sucedido eso. Él era un hombre bajo control todo el tiempo, hábil y con maestría en el manejo de técnicas de sometimiento que lo convertían en un amo codiciado.
Pero ese día, en ese momento, intentando un ejercicio de meditación física con su ex alumna, con su niña rosa, esos títulos eran efímeras palabras.
«Concéntrate, Kakashi... Vamos...»
—Bien. Vamos bien. — Humedeció sus labios una vez más — Ahora quiero que recuerdes la cascada que te impresionó cuando llegaste aquí. En esos hilos de agua que fluían siguiendo su propio peso para golpear sobre las piedras. Toma el sonido... ¿lo tienes? Bien. Es un arrullo para el paisaje, visualiza esas minúsculas gotitas acariciando la roca...
Ella respiraba mientras la voz grave, calma en su percepción, se metía por sus oídos transportándola a esas imágenes, a esas situaciones. Pero no solo hacían eso. Allí iniciaban su camino, porque luego abandonaban su mente para recorrerle la piel erizándola levemente a su paso. Y se sentía tan bien...
Las imágenes y sonidos que él evocaba con sus palabras, se figuraban en su mente tan nítidamente que dudaba de si lo estaba observando realmente o si simplemente lo imaginaba. Era tan calmo todo, se sentía grandioso y estaba relajando cada fibra de su cuerpo. Por primera vez en días estaba completamente invadida por esa tranquilidad tan anhelada, que la hacía sentir liviana, tan relajada que le sería tan fácil sólo dejarse caer a los brazos de su sensei y acurrucarse en su calor para al fin dormir. Sí, con que ganas tomaría esa sensación de somnolencia que comenzaba a invadirla.
Y cuando su cuerpo empezaba a ablandarse bajo espasmos de inconciencia, los dedos de la mano libre de Kakashi se escurrieron desde sus hombros bajando por su brazo izquierdo en una firme pero dulce caricia, que la recorrió hasta llegar a la palma en donde se posó apretándola.
La electricidad que provocó ese movimiento sobre su piel, despertó cada uno de los sentidos adormilados. Su respiración se detuvo en ese momento, regresándola a la conciencia. Regresándola al entrono y a lo que hacía, a las palabras, a esa mano en el abdomen.
— No abras los ojos, Sakura. Sigue mi voz. Sólo soy yo. Yo te toqué para devolver al aquí y ahora. Disculpa si te incomodé.
Ella apenas si negó, inmersa en esas placenteras sensaciones.
Tomar conciencia completa de lo que sucedía luego de haberse dejado llevar de esa forma, le brindó mayor nitidez a lo que sentía. El vaivén de la respiración bajo su toque, esa presión que hundía su abdomen, el aliento sobre su cuello tan cerca... todo era tan condenadamente caliente.
Ahora cada uno de esos toques, profundos o sutiles, comenzaban a quemarle sobre su piel. Pero no era esa sensación la que la tenía expectante, era lo bien que eso se sentía y en la presión placentera que provocaban en su bajo vientre, una presión que en otras oportunidades se obligaba a hacer desaparecer a fuerza de vergüenza y respeto, pero que en ese preciso instante no quería que se fueran por nada del mundo.
Esa voz que no se detenía, que se oscurecía y se volvía más dominante a cada palabra; los dedos de Kakashi rosándola en distintas partes del cuerpo en intervalos de tiempo imposibles de medir, estaban enloqueciéndola, llevándola a un punto de estimulación que nunca había experimentado. Por primea vez en minutos fue tan consciente de su cercanía que hasta podía apreciar el perfume que vistiera esa mañana. Y era embriagante, tan masculino, tan penetrante...
Pronto las palabras de guía ya dejaron de evocar imágenes. Ya ni siquiera las procesaba como palabras, solo eran sonidos que tomaban vida por la vibración de las cuerdas vocales de ese hombre con el cual había fantaseado más de una vez, castigándose luego de hacerlo por el respeto que le debía.
Y esa tarde, envuelta en su calor, arrollada por su presencia, las imágenes de calma que el evocaba bajo su tutela comenzaron a ser reemplazadas casi inconscientemente por otras. Otras imágenes que despertaban suspiros, piel empapada rozándose apretadas una contra otra, labios húmedos recorriendo cada zona que esos dedos se atrevían a tocar. Y pronto su pulso se aceleró y su respiración se reveló ante un ritmo que ya no la demarcaba. Tan presa de esos anhelos, no podía entender por qué demonios sentía que debía voltear su rostro para simplemente comer esos labios que se movían tan cerca de su oreja.
Kakashi apenas si lo advirtió. Tan sumido en mantener sus impulsos contenidos lejos de la conciencia, luchaba contra su propia excitación. Sakura, su niña rosa, era como una droga para su sistema. Y esa cercanía, ese toque, no hacía más que convertir todo su ser en un demonio hambriento de lujuria.
Cuando su voz tembló casi trastabillando en una orden que no tenía nada que ver con la tarea que los convocaba, cayó en la cuenta de todo lo que estaba sucediendo. Y allí advirtió que su mano en el abdomen ya no guiaba nada. Solo apretaba acercándola, oprimiéndola al suyo. Que sus labios aún debajo de la máscara, estaban peligrosamente rosando el lóbulo de esa pequeña oreja, y que Sakura ya no seguía ningún ritmo en la respiración, más que los jadeos que demandaba ese cuerpo encendido.
Ella estaba excitada. Y era por él.
Él simplemente estaba enloqueciendo a cada segundo.
Alejó de inmediato su rostro, a la distancia prudente que marcaba la guía y la mano en su obligo retomó la tarea que le había encomendado al iniciar el ejercicio.
Respiró hondo para calmarse, para que su voz regresara al tono calmo y no al hambriento en el que había permutado.
—Respira, Sakura. Tranquila, respira. — Le susurró antes de apretarle el hombro para devolverla a la completa conciencia.
—Y ahora quiero que abras lentamente los ojos...lento...acostúmbrate a la luz.
Debía terminar el procedimiento de inmediato. Sentía una media erección creciendo en su entrepierna, alimentada por la nula resistencia de Sakura a esas desprevenidas demandas que su cuerpo se cobró sobre ella. Se maldecía mentalmente por perder el control por unos instantes. Pero ¡mierda que había sabroso!
Ella obedeció. Estaba agitada, con la respiración entrecortada esforzándose por seguir el ritmo de esa mano que le quemaba sobre su estómago. Y cuando los primeros rayos de luz volvieron a encontrarse con sus retinas, cobró plena conciencia de lo que sentía. Y pudo darle un nombre.
«Kakashi...» fue lo primero que susurró en su mente.
Y si bien aún su cuerpo temblaba cada vez que la mano apretaba su diafragma, no podía decir que en sus pensamientos no había calma. Se sentía tan liviana... sentía como si le hubieran quitado una enorme pata de elefante desde su pecho.
Pero sus labios todavía le cosquilleaban...
— Voy a retirar mi mano Sakura. Poco a poco regresa tu respiración a un ritmo normal... poco a poco.
Agradeció al cielo que ese toque hubiera cesado. Necesitaba calmarse, devolver al plano de la fantasía todas esas sensaciones extra que la habían invadido.
Kakashi alejó su pecho de la espalda. Había advertido que la tenía presionada contra él. Y no pudo más que maldecir dentro suyo por el frío de la distancia.
—Voy a alejarme lentamente de ti aho-
— No te vayas... —demandó en un susurro.
Él sonrió.
—No voy a irme, solo a sentarme frente a ti.
—No lo hagas...solo quédate así... abrazándome.
Dudó por un instante. Eso contradecía todo los principios que le advertían que por hoy ya era suficiente. Más los ignoraría. Se sentía tan bien tenerla en sus brazos...que poco le importaba el precio que su cuerpo fuera a pasarle más tarde.
Y no sólo se quedó. Lentamente la rodeó con sus brazos trayéndola nuevamente contra él y ella se relajó apoyando su cabeza en el hombro de Kakashi.
— Sí...esto es lo que quería.
—¿Si? Qué bueno que ya no estés huyendo...
Ella sonrió. Él rio por lo bajo.
—¿Cómo te sientes?
—Tan ...liviana...— suspiró largamente— Esto fue asombroso Kakashi.
— Y me protestabas al principio.
Rieron.
— Ummm...que te juego a que no ibas a hacer esto al principio
—Nada. Porque tienes razón, no iba hacerlo. No quería usar este método.
— ¿No? ¿Por? Tengo que reconocer que es muy efectivo.
—Sí, pero verás... es un tanto, como decirlo... peligroso.
— ¿Peligroso? ¿Por? Yo no veo en que.
—Tú no, yo sí.
—¿Tú qué? ¡No te hagas el misterioso Kakashi! No entiendo que quieres decir.
Respiró hondo.
—Que eres hermosa, Sakura. — Ella volteó el rostro para verlo en ese momento y no pudo más que sonrojarse al encontrarse con esos oscuros ojos —Creo que vas dándote cuenta...
—Emmm...
Se giró de repente. No quería que la viera así, tan profundamente. Algo se retorcía dentro de ella cuando eso pasaba y no se encontraba con las fuerzas para contener nada en ese instante.
Y aún le cosquilleaban los labios por el deseo de sentirlos sobre los de él, de probar su sabor.
Aferró con sus brazos los de Kakashi, y él apretó el abrazo suspirando. Tampoco le había salido barato ese movimiento, aunque ella ni lo sospechara.
— Y tú eres...ummmm... mejor no te lo digo.
—¿Eh? Qué mala. Yo te doy los cumplidos.
Ella rio suavemente, juguetona. Una pequeña risita traviesas que le supo a gloria tras tantos días de verla destruida.
— ¿Quieres cumplidos?
—Me los merezco, ¿o no? Vinimos aquí contigo hecha un demonio y te convertí prácticamente en un hada.
—No sabía que tu ayuda tenía un precio.
—Nada es gratis en esta vida, Sakura.
Ella rio nuevamente revolviéndose en su agarre.
Y él no podía más que disfrutarla, así, feliz, relajada, juguetona...de incontables formas.
Definitivamente iría a esa mascada.
—No te corresponde reclamarme nada...tú me diste un cumplido porque eres un pervertido y esto te calentó, ¿o no?— una risita juguetona se le escapó coronando la frase.
— ¡Pero mira que atrevida! Más respeto por tu sensei ...
—Ex sensei
—Sigo siendo tu superior.
— ¡No te vengas con ese cuento! Aquí eres, Kakashi, "mi" Kakashi. — y rio traviesa.
— ¿Tú Kakashi? — le sonrió de lado, realmente le había encantado que lo llamara así — ¿Soy tuyo ahora?
—Sí.
— ¿Y eso porque?
—Porque no creo que hagas esto con nadie más.
Él suspiró.
—Estás en lo cierto en ese punto. — Y le acarició los hombros con los pulgares.
Sí, nadie tendría la atención que le daba a ella. Y si tan sólo se animara y ella le respondiera, tendría todo de él.
— ¿Y mi cumplido? ¿No vas a dármelo?
— Si insistes... aunque, que conste, que te lo doy por que realmente me hiciste sentir muy bien.
— ¿Sólo por eso?
—Sí, sólo por eso.
—Está bien — carcajeó por lo bajo, estaba tan hermosa...— Te escucho.
—A ver... tu cumplido esssss... ¡Que me haces sentir muy muy bien! Nadie logra eso. ¿Funciona como cumplido para ti?
La verdad que si funcionaba.
—Más o menos...
— ¡Ehh! ¡Qué exigente! — Ella giró el rostro para verlo. — ¿Quieres que te halague como niña?
—Pues... dicen que es bueno para la autoestima.
—Bien...— apretó los labios profundizando su mirada en los ojos de su ex sensei — Tienes lindos ojos. Me gustan mucho, siempre te lo digo.
— ¿Mis ojos grises?
—Sí. Me encanta cuando me miras.
—¿Sí?
Ella asintió y él sonrió. —Vas mejorando. Sigue.
—Y la forma de tu rostro...— delineó su mentón con el dedo índice — Promete. Si tan sólo me permitieras... — tomó uno de los extremos de la máscara con dos dedos, pellizcando apenas la tela — bajar aunque se aun poquito la máscara, quizás...
Él envolvió esa pequeña mano retirándola suavemente de su rostro.
— Buen intento...
Rieron.
Y tal vez hubieran reído más sino se hubieran quedado prendado el uno del otro, perdidos entre sus miradas.
Las sonrisas poco a poco comenzaron a destensarse desdibujándose en sus rostros. Y los ojos ya no sólo reparaban en la mirada del otro, ahora lentamente se deslizaban a sus bocas y la respiración pronto demarcaría una nueva intención.
— Que bien que haya dado resultado esto.— Cortó rápida y oportunamente Kakashi— Digo, que estés mejor.
Ella suspiró
—Mucho.
Le sonrió y luego la aferró con sus brazos para correrla junto a él unos centímetros hacia atrás, acomodándose cómodamente sobre el tronco del árbol que los había cobijado con su sombra.
Ella se movió hasta quedar completamente sobre él, sus espaldas en el pecho, rodeada por esos brazos que la aferraban entre las fuertes piernas de Kakashi, hundiendo la cabeza en el hueco del cuello cuando al fin encontró la posición más cómoda.
—Por favor, déjame así...sólo un rato.
Él suspiró.
—Todo lo que quieras...
Y aflojó su cuerpo recostando la cabeza contra el tronco, inclinándola apenas para sentir los cabellos de su niña rosa contra la máscara, inhalando ese perfume que lo enloqueciera.
Entornó sus párpados para disfrutar más del momento y lograr la calma que necesitara para el autocontrol, cuando la oyó llamarlo.
—Kakashi...
— ¿Mhm?
— ¿Mañana volvemos a hacer esto?
Sonrió. Realmente le encantaría. Pero le sería muy difícil una segunda vez. Y no se refería a la parte de la meditación.
— Bueno...esto es un método un tanto...físico. No se utiliza siempre.
—Mmmm... Que mal...
—Pero podemos meditar de forma tradicional. Te guío si quieres, hasta que lo puedas manejar sola.
—Ummm...— suspiró — Bueno, está bien...creo que ahora podría funcionar — y sonrió dulcemente acomodándose de lado sobre él, hundiendo sin querer la nariz en el hueco del cuello de su ex sensei que, por fortuna para él, estaba cubierto por su máscara. Ese roce directo sobre la piel, hubiera sido un detonante y sin retardo.
Kakashi tuvo que respirar hondo en ese momento.
Dudó antes de envolverla nuevamente con sus brazos. En esa posición quedaba por completo acurrucada contra él, tan entregada, tan sumisa...Era hermosa.
Lo que daría por tenerla así luego de una... mejor ni considerarlo. Eso era un imposible que sólo debía vivir en sus fantasías, y con ella tan a su merced, las fantasías podrían frustrarlo al mostrarle tan crudamente que no se harían realidad nunca.
Respiró hondo un par de veces y luego la observó relajada sobre él.
Le acarició el rostro en un impulso y ella le sonrió dulcemente, sin abrir los ojos. Él le respondió en el gesto, antes de dejar caer esa mano en el abrazo con el que la aferraba, dirigiendo la mirada hacia la cascada para despabilar los demonios que comenzaban a alborotarlo.
Definitivamente esa noche sería un infierno para él.
Aún tenía el aroma de su niña rosa impregnado muy dentro de sus fosas nasales, el tacto de esa suave piel en las yemas de sus dedos escociendo y esa sensación tan latente de la entrega que ella esbozaba con cada gesto, cada exhalación, cada estremecimiento; que debía aferrarse a cualquier pensamiento que lo distrajera sino quería terminar con una erección que chocara contra el costado de una Sakura descansando en su regazo.
Bendita la hora que se decidió por ese método... iba a salirle muy caro.
Que Seiyi se preparara esa noche, porque no le dejaría ni una de las sumisas de las que siempre pregonaba. Necesitaría mucho más que un par de juegos para calmarse.
Si es que acaso lo lograba...
.
.
Casi, casi se cumple la semana... estamos a un días ¿o dos? Bueno, no importa. Lo importante es que volví con un nuevo capítulo de mi Kakasaku, mi caliente Kakasaku que aún anda medio tibiesón pero a no desesperarse... pronto arderá. Conmigo siempre arden... no se olviden de eso.
Las cosas comienzan a acercarse para estos dos. Y me guuuuustaaaa... ¿a ustedes?
Veremos que pasará de ahora en más, porque, según dicen las viejas "juegos de manos, juegos de villanos". jajajajajaja
Gracias por todo el apoyo recibido y por sus hermosos comentarios. Los adoro.
No voy a dejar de mencionar y de enviarle un beso enooorme a mi adorada @MilleHatake. Sabes que sin ti esto no sería lo mismo.
Nos vemos en la próxima entrega que será más o menos dentro de una semana.
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