Capítulo 39
Kakashi apoyó el pergamino en su escritorio, emitiendo un pequeño gruñido al levantar la vista a la nada. Con el ceño contraído, su rostro advertía a cualquiera que se le acercara que, en ese momento, era prudente la distancia.
Suspiró.
Ya el temprano atardecer encendía las primeras luces de la ciudadela abajo, el día no había sido tan frío, estaban a un mes de la primavera y la ilusión por dejar atrás ese duro invierno adelantaban las ganas de temperaturas más cálidas.
—Dime que faltan de llegar datos.
—No —le respondió el Hyuga frente a él, inclinándose hacia la mesa para desarmar los otros tres pequeños pergaminos que traía en su mano—. La información que tienes es el resumen de estos tres. Uno por cada puesto fronterizo. Falta el de Naruto.
La expresión del pelinegro rayaba la furia, porque no quería que la preocupación se le notara, compitiendo en intensidad con su amigo, quien en ese instante le interceptó la mirada.
—Te apuraste en sacar conclusiones, entonces.
—Sabes que no.
Kakashi respiró hondo.
—No me gusta esto —le dijo sin mirarlo.
Seiyi sabía a lo que se refería con esas palabras, era lo mismo que él había pensado ni bien sus emisarios le trajeran las noticias antes que llegaran las de los emisarios oficiales. Le gustaba estar un paso adelante con sus tropas, que la información oficial llegará después siempre le dio ventaja en el armado de tácticas, siendo Kakashi un fiel promotor de esa estrategia.
Endureció su semblante apoyando las palmas en el escritorio al inclinarse hacia él. Si bien los enfrentamientos le preocupaban, sabía que lograrían reducirlos con más hombres. Esos insurgentes no eran mejores que Atkasuki, solo necesitaban algo más de tiempo y mutar a estrategias más ofensivas. Lo que realmente le carcomía era saber que la exigirían a ella y sería difícil evitar que participara en el frente; quizás llegar a retrasarlo, pero no por demasiado tiempo. Y ya no se le ocurrían argumentos válidos para lograr retenerla sin dejarse ambos expuestos.
—Va a ser difícil negarla.
—¡Puta madre, Seiyi! ¡Lo sé! ¡No hace falta que me lo recuerdes a cada rato!
No se lo decía específicamente a él, no le estaba reclamando nada. Sólo buscaban aliviar su temor cuando soltó esas palabras, pero el otro estaba peor y no iba a corregirlo, ni justificar el desacierto de su expresión. Y fue en ese instante que decidió que era mejor callarse sino tenía soluciones para aportar.
La situación no estaba fuera de control, pero si era delicada. Y se tornaría peor cuando el consejo llegara pidiendo explicaciones, porque ya casi que los olía y podía imaginar los reclamos que vendrían cuando insistieran en que sus sugerencias no fueron escuchadas y por ello estaban en ese enclave.
Semana después del despliegue de las fuerzas a la fronteras entre Yu y Oto, de los insurgentes no había señales. Como si se hubieran esfumado. No obstante, Kakashi decidió mantener las fuerzas en ese lugar, en posición y alerta, y aunque el instinto le picaba, confiaba en sus hombres, en las estrategias adoptadas y en Naruto.
Cuando se cumplían los diez días, en la noche más oscura de luna nueva, un ataque por sorpresa convirtió una lucha de defensa en una masacre.
Fue rápido y efectivo, la mayoría no entendió lo que pasaba hasta que vieran a los suyos caer, sobre todo a los médicos, quienes aun siendo defendidos, no pudieron eludir del todo el ataque que los llevó a concentrar el negatiboru más en ellos mismos para mantenerse con vida en el escuadrón, que en curar a los caídos.
Tres de los cuatro frentes habían sido diezmados en número, solicitando refuerzos de inmediato al entender que retroceder no era una opción.
Y si bien el ataque fue efectivo en debilitarlos, no lograron el objetivo de correrlos, cuando el chidori modificado demostró ser más que válido y una sorpresa de temer para el enemigo. Pero el daño ya estaba hecho, y la moral por el piso.
Kakashi solo esperaba que el frente de Naruto no hubiera corrido la misma suerte. El consejo se pondría por demás intenso a la hora de autorizar más unidades para cubrirlos, sino había un mínimo porcentaje de éxito. Respiró hondo una vez más, sin cambiar la dureza de su expresión, y se movió tomando los formularios de directivas desde su cajón
—¿Que vas a hacer? —le increpó Seiyi al verlo escribir, no le había consultado nada y no era que debiera, pero por lo general las estrategias que armaban juntos siempre resultaban más efectivas.
—Voy a comenzar a solicitar el envío de más escuadrones.
—¿Médicos?
—Soldados sobre todo, y algunos médicos más. Sakura me dijo que ayer finalizaron el entrenamiento cinco jóvenes más, y que prometen. Y voy a derivar un par de experimentados.
Seiyi asintió, levantando la vista hacia los ventanales segundos después. Uno de sus agentes se acercaba, ya podía sentirlo.
Abrió una de las ventanas cuando lo vio subir por los techos, dándole espacio a que accediera por la abertura, dando la entrada demasiado torpe para el nivel del ANBU, pero entendible dada a las numerosas vendas que cubrían sus brazos y piernas, como testimonio de la contienda que tuvo que sufrir.
Era uno de los ANBUS designado a las filas de Naruto, lo que le brindó satisfacción y bastante ansiedad.
—Mi general —le saludó inclinándose, para luego voltear hacia Kakashi arrodillándose de inmediato con la cabeza gacha, al respetar el protocolo impuesto para con el máximo superior—, mi hokage.
—Habla —le dijo este sin inmutarse ante el cansancio y las heridas que claramente exponía el ninja.
—Sí, señor —mantuvo su postura luego de suspirar comenzara a hablar—. Provengo desde el frente que lidera Naruto. La ofensiva fue intensa y sorpresiva. Muchos hombres cayeron, incluidos varios médicos, pero la mayoría logró ser salvado. No tenemos muchas bajas, pero si del lado de los insurgentes. Hemos capturados varios con vida y así los mantenemos, ya que intentan suicidarse. Un escuadrón los está trayendo a la aldea para ser interrogados por inteligencia —explicó rápidamente, para detenerse en la última palabra, respirando agitado.
Seiyi miró a Kakashi en ese instante. Las noticias eran buenas y si bien se condecían con los vivido por los otros escuadrones, no le cerraba lo del desempeño médico.
—Dices que la mayoría fue salvado. Cuéntame de eso.
—Sí, mi señor —. Respiró hondo una vez más, teniendo que apoyar la mano en el suelo por unos instantes para no perder estabilidad—. Iban tras los médicos, pero los soldados con el chidori modificado pudieron hacerles frente de forma efectiva por un tiempo. Eran muchos y resistentes. Los médicos comenzaban a agotarse, y fue Naruto quien ejecutó la transferencia de chakra que le enseñó la doctora Haruno, haciendo la diferencia. Fue... increíble. Nunca ví algo así.
Seiyi y Kakashi cruzaron miradas inquietas en ese instante. Las excelentes noticias traerían reclamos, y el terror del peliplata quien no reparaba que ahora compartía el afán con su amigo.
Fueron unos instantes de silencio en el que se dijeron todo sin palabras, coincidiendo en esa tácita necesidad de protección.
Seiyi carraspeó acercándose al soldado, que ya respiraba pesado con la cabeza gacha en posición de respetuosa sumisión a sus superiores.
—Excelente trabajo, soldado. Ahora ve al hospital, busca a la doctora Shizune y dile que vas de mi parte y del hokage. Que atienda tus heridas y luego tomate el día. Descansa.
—Sí, señor.
Asintió y rápidamente se incorporó, aunque con cierta torpeza en los movimientos producto del dolor. Como llegó se fue por la ventana, que Seiyi cerró instantes después.
Kakashi descansaba las espaldas en el respaldar de su sillón ahora, con el ceño contraído en evidente preocupación. Su amigo se acercó por el frente del escritorio, situándose justo en interferencia en su campo visual. Respiró hondo cruzado los brazos frente al pecho, observándolo por unos instantes antes de llamarle la atención al hablarle.
—Sabes lo que exigirán.
El peliplata no le respondió, ni siquiera cambió la expresión dura de su rostro.
—No irá sola, Kakashi —el aludido alzó la mirada pesada ante esas palabras, posándola en la de su amigo, quien no mediaba con menor intensidad—. Tengo hombres que-
—No irá.
Seiyi sonrió.
—Busquemos un buen argumento entonces.
—Soy el hokage y punto.
Respiró hondo nuevamente. Esas palabras significaban una batalla con el consejo, una a la no tenía problemas en enfrentar. Él haría lo mismo si estuviera en el lugar del peliplata.
—Te respaldo.
El silencio se adueñó de la oficina en ese momento, cada uno meditando lo suyo para la situación que tenían entre manos, entendiendo que mientras más se demoraran en desarmar esa ofensiva más ventaja le daban al enemigo. Los espías que habían logrado infiltrarse, aun no devolvían resultados y no podía estimar hasta donde habían logrado entrar.
Kakashi se removió retomando los formularios de órdenes nuevamente, descartando las directivas que había comenzado a armar, y Seiyi le acompañó tomando asiento frente a él entendiendo que ese era el momento de compartir sus ideas.
—¿Reorganizamos? —el peliplata asintió, lo que le dio paso al despliegue de estrategias que este escucho atentamente.
Sería un trabajo de más de cuarenta minutos y no debía de extenderse más de ese tiempo, los informantes oficiales en breve estarían llegando a la aldea y pronto tendrían al consejo golpeando las puertas.
El silencio de la oficina del hokage era apenas cruzado por el crujir del pergamino que los dos miembros del consejo leían atentamente, repasando una y otra vez, cada uno de los planes de contingencia para hacer frente a la posición débil en la que habían quedado los tres escuadrones enviados a las fronteras entre Yu y Oto.
Kakashi no podía discernir en ese instante si la parsimonia de esos dos ancianos significaba algo bueno. Los estudiaba atentamente, con el ceño contraído y los ánimos dispuestos a batallar si le contradecían.
El Hyuga, de pie a su derecha, se movió suavemente llevando las manos a la espalda para tomársela detrás. Su semblante estoico era ilegible, aunque el movimiento de los dedos detrás de su espalada, eran el único salvoconducto que se dio el lujo de utilizar para diezmar apenas la ansiedad, ya que no se encontraba lejos en ánimos que su amigo. Clavada la atención en esos dos sujetos, no era consciente de la mirada de Shikamaru, quien no sólo lo observabab a él, sino que no dejaba de reparar en el peliplata siendo consciente de lo que ese hombre estaba pensando, y que una parte de sus preocupaciones eran respecto a la pelirrosa. Le había notado en las últimas semanas el gusto cariñoso que le tomara a la chica, suponiendo en algún momento que era una aventura pasajera o un desfogue de tensiones sexual acumuladas en ambos, aunque de esa idea poco ya quedara. Ese hombre estaba loco por Sakura, y el amigo a su lado iba por el mismo camino, lo que le llevaba a preguntarse qué carajos tenía la chica, a la que siempre estimó pero que la considerara una niña mimada y algo histérica. Evidentemente había algo más detrás de esas dos características de las cuales comenzaba a dudar de si acaso quedaba algo.
Y cuando Homura carraspeara apoyando lentamente el pergamino sobre el escritorio, esas miradas posadas en el anciano, se volvieron crudas, como si hubieran leído de antemano sus pensamientos. Shikamaru suspiró disimuladamente, sabía que iba a ponerse feo en breve, pero no estimaba cuánto.
—La estrategia es la adecuada. Estamos de acuerdo en ella —la mujer a su lado asintió en apoyo—. Es importante mantenerse firme en esos puestos fronterizos.
—El número de nuevos ninjas cubrirá las bajas, y no dejará a la ciudadela descubierta —aportó la anciana—. No estoy cómoda con el Uchiha y sus... ninjas renegados aquí, pero están haciendo un buen trabajo sembrando el temor en los posibles enemigos.
Kakashi asintió. Demasiados halagos para su gusto.
—Si bien los médicos —la mujer levantó el pergamino y releyó un párrafo—...si, el número es bajo. Y no está enviado nada al sector de Naruto.
—En ese sector las bajas fueron mínimas, y ninguna de un médico —aclaró Kakashi. Sabía que la mención de Naruto era una trampa, pero debían llegar a ese punto.
—Exacto —dijo la mujer sonriendo.
—El trabajo de Naruto fue impecable, y no hablo de la ofensiva —retomó Homura—. El ejecutar la transferencia de chakra hacia los médicos, tal como le enseñará su compañera, la doctora Haruno; logró que salvaran a la mayoría de los soldados al utilizar el negatiboru sin caer exhaustos.
Kakashi contrajo el ceño. Seiyi a su lado endureció aún más el semblante.
—Entre los médicos enviados hay tres eminencias en el manejo del chakra —continuó la mujer haciendo una pausa para esperar una respuesta de parte del hokage, la cual llegó solo en la mirada que se contrajo más a sabiendas de lo que diría después—, lo que me deja tranquila. Pero creo que es momento de que la doctora Haruno este entre las filas.
Seiyi hizo un paso al frente quedando a la misma altura que su amigo.
—Perderemos la estrategia de sorpresa.
—No, sino es necesario. Su presencia reanimará a los soldados y médicos. Tener dos ninjas de elite entre las filas, hasta podría funcionar como persuasión para nuevos ataques, que sabremos que habrá. Los insurgentes lograron casi derrotar tres de cuatro puestos de defensa ¿usted cree que eso no los alentará a recrudecer en sus ofensivas?
—No cuando extraigamos información de los prisioneros.
—Cuando la extraigan, claro. Aun no la tenemos —contradijo Homura y tenía razón en su afirmación—. Siempre y cuando las capturas tengan información importante. Pueden ser meros soldados rasos.
Seiyi apretó la mandíbula sin tener un fundamento superador. Los miembros del consejo no en vano lo eran. En su juventud fueron ninjas de elite altamente eficaces y con mucha experiencia bélica en su haber.
—Aun así, no lo considero prudente.
—No le estamos sugiriendo esta vez, hokage —. Fue Koharu quien habló con tranquilidad pero no menos severidad.
—Mi respuesta es la misma de siempre, señora.
La anciana respiró hondo, las sospechas eran firmes pero confirmarlo le obligaba a un enfrentamiento más directo. Fue Homura quien tomó la palabra en ese instante, bajo la inquieta mirada de Shikamaru quien comenzó a acercarse más a ese escritorio. Estaba de acuerdo con el consejo, la estrategia era la mejor para la aldea, aunque entendiera a Kakashi. Si él tuviera que hacer algo similar con Temari... mejor elegía no pensar un supuesto que no se daría.
—Su negativa de semanas atrás tenía un fundamento válido. Esta también, pero es de índole personal, por lo que nos deja entender.
Kakashi ni se inmutó por la acidez de esas palabras, iniciando el duelo de miradas que calculaba el próximo movimiento, aunque ya salir airoso no le importaba.
—Bien —dijo al fin el anciano luego de unos instantes de silencio, y miró a su compañera buscando la confirmación que llegó en forma de asentimiento—, no nos deja más opciones que pedirle se corra de liderazgo de esta situación, hasta tanto se revise su obrar.
—Entendemos que su criterio personal, por la relación que está manteniendo con la señorita Haruno, se está empañando, lo que no le permite ser objetivo y en su cargo, ese desliz, puede costarle caro a Konoha.
Shikamaru se removió inquieto y cuando intentó hablar, Seiyi se le adelantó, no en afán de interrumpirlo, sino en un arrebato movido por su propio interés y el respeto a su amigo.
—¿Desde cuando una diferencia de criterio con ustedes, por más personal que sea, es un motivo de suspensión?
—No lo estamos suspendiendo.
—No, claro, solo lo corren. Es otra forma de decirlo —. Dio un paso al frente tornando su imagen en una más amenazadora—. Ahora, por favor, limítese a responder a mi pregunta.
La mujer apretó los dientes rumiando bronca. El Hyuga siempre le cayó mal, lo consideraba un arrogante con ínfulas de superioridad, pero no podía dejar de reconocer la habilidad del hombre tanto en combate como en estrategia, estando a la altura del peliplata, considerado un genio.
—Desde que interfiere en las operaciones con garantías de éxito —dijo al fin entre dientes.
—¿Garantías de éxito? Le dimos una operación con esas garantías. La tuvimos, ya que seguimos prevaleciendo en las fronteras. Y le dimos motivos fundamentados de la negativa del hokage, uno que comparto y apoyo. Lo que me lleva a pensar que ustedes están buscando la mota de polvo en el vidrio para usarla en contra de un hombre que, no sólo está a la altura en su cargo, sino que es el mejor de su generación.
Kakashi lo miró con disimulo en ese instante. Ese era Seiyi, siempre había sido así, y si bien entendía que le apoyaba en gran parte por lo que sentía él también por Sakura, esas palabras eran sinceras. La estima mutua siempre fue evidente, y cada día se profundizaba más.
—¿Nos está acusando de algo, General Hyuga? —Homura intervino ácido, defiendo a su compañera.
—¿Y porque estaría acusándolos?
Shikamaru abría sus ojos cada vez más grandes. Seiyi no dejaba de ser agresivo, firme en su postura, sin ser menos educado. Nadie podía reprocharle por respeto, pero aún así no se dejaba amedrentar, consiguiendo cierta victoria ante la dubitación de los ancianos.
—Tiene un buen defensor, hokage.
Kakashi la miró a los ojos, sin cambiar su expresión, dando a entender que le daba igual la opinión fuera cual fuera.
—No me está defendiendo.
—Entonces, entenderá nuestra postura.
—La entiendo. Pero mi respuesta sigue siendo la misma.
—Hokage, le sugiero ser más objetivo —arremetió y el duelo amenazaba iniciar otra vez, sin un callejón de salida a la vista.
Y en ese instante, cuando Shikamaru observó que todos se preparaban para una nueva contienda, suspiró con hastío llamando la atención de los presentes hacia él al decidir que era momento de intervenir, antes de que la impertinencia hiciera su aparición y arruinará todas las estrategias y reputaciones.
—Creo que más de una persona no está siendo objetiva en este momento, señores del consejo. Y no son sólo el General Hyuga y nuestro hokage.
Todos lo miraron, preguntándose con que saldría en ese momento. Los juicios del Nara ya comenzaban a generar respeto.
—La estrategia de mantener al margen a la señorita Haruno, es adecuada. Por el momento, no se necesita un refuerzo de tal tamaño, con el número de soldados que se enviará sumados a los nuevos médicos y Naruto, nuestra posición en la frontera se reforzará. Si con esta configuración logramos mantenernos ante un ataque sorpresa, será mucho mejor ahora que tenemos mayor cantidad de información en las tácticas.
Nadie respondió, ni confirmando ni corrigiendo. Aunque cada persona en esa sala no quisiera dar el brazo a torcer en la postura inicial, las palabras del Nara eran objetivas y concisas. No tenían huecos para refutarlas.
Shikamaru los observó por unos instantes, reparando segundos en cada uno. Nadie replicó, ni siquiera lo intentó.
—Así que, sugiero, se siga adelante con el plan y se dé la aprobación para enviar las tropas esta misma noche.
Los ancianos se miraron entre ellos y coincidieron en pedir un tiempo.
—Necesitamos debatir esto a solas.
—Creo que es adecuado —el Nara miró a Kakashi quien confirmó con un asentimiento, antes de volver a los ancianos—. Les voy a pedir que me acompañen a la sala de reuniones, por favor, el hokage tiene otros asuntos que atender.
Y cuando se pusieron de pie, con Koharu tomada del brazo del joven ninja, una de las jounin que oficiaba cadete del Nara, abrió la puerta luego de golpear con desesperación.
Se inclinó rápidamente en saludo, sin soltar el picaporte, cuando vio a los miembros del consejo y la dura mirada del hokage sobre ella.
—¡Mis disculpas, hokage sama! ¡Mis disculpas honorables miembros del consejo! —repetía mientras se inclinaba una y otra vez en ambas direcciones.
—Ya, Youmi —le interrumpió el Nara— ¿Que sucede?
—¡Noticias urgentes del frente en Oto!
—Habla.
La chica dio un respingo al escuchar a la mujer, sin si quiera intentar mirarlos. Temblaba de temor, pálida por donde se la viera.
—¡S-sí, señora! —carraspeó—. Hubo un nuevo ataque. Fue devastador. Asesinaron a los pocos médicos que quedaban y a la mayoría de los ninjas portadores del chidori, e iban a ganar hasta que llegó Naruto en apoyo y combatió compartiendo también su chakra.
Homura giró de repente hacia el hokage.
—Creo que con esto nuestra sugerencia no puede ser ignorada, ¿no, hokage?
La mirada de Kakashi se recrudeció.
—Shikamaru, que Youmi lleve a los miembros del consejo a la sala de conferencia. Y que nadie nos interrumpa hasta que salgas.
—Kakashi, creo que lo sabes mejor que yo— dijo al fin Shikamaru luego de meditar por minutos todas las estrategias, y suspiró. Un suspiro pesado que lo llevó a acariciarse la pequeña chiva que tenía como barba huyendo del contacto visual.
Llevaban hora y media discutiendo y planificando la participación de Sakura, siendo el Nara el único que expresaba en palabras que ella ahora ya era necesaria en esa misión, aunque todos entendieran ese punto por más que la emoción se negara a soltarla.
Ambos hombres frente a él tenían un humor de perros y lo hubieran golpeado si carecieran de la inteligencia que los destacaba, porque sabían aún antes que él, que la sugerencia del consejo no sólo era acertada sino que la única.
Kakashi respiró ruidosamente dando señales de comprensión al fin, apoyando las espaldas en el respaldar antes de frotarse la cara con ambas manos.
—¡Mierda!
Shikamaru suspiró nuevamente, alzando la mirada cuando vio al Hyuga encender un cigarrillo.
—Ey, no se puede hacer eso-
—Toma —dijo este extendiendo otro hacia él, y no tuvo que esperar demasiado para que el primero se lo arrebatará de las manos, pidiendo prestado un cerillo antes de ir hacia la ventana y abrirla.
—No me gusta esto Kakashi —dijo luego de la primer calada, una apretada, profunda y nerviosa—, por donde lo mires huele a trampa. La buscan a ella.
Kakashi gruñó. Lo presentía desde el primer momento, cuando viera que la estrategia del primer ataque fue ir contra los médicos. Los ninjas que cayeron simplemente los defendían. Y en el momento en que llegaron nuevos reportes que confirmaran su pálpito, hasta si dudó del consejo al insistir tanto por ella.
—No, no me gusta.
—¡Lo sé, carajo! ¡Ya deja de repetirlo!
Shikamaru los observaba desde la ventana, buscando una forma. Él había notado lo mismo, pero no enviarla dejaría los puestos al descubierto ya que por más chakra que tuviera Naruto gracias al Kurama, no podía estar en cuatro lugares al mismo tiempo. Sasuke sería una buena opción, pero no podían moverlo de la custodia de las fronteras de Konoha, sabía que sería el próximo punto de ataque ni bien se supieran que habían movido al temido ninja de su puesto.
—Voy a tener que enviarla, no queda alternativa.
Seiyi dio una nueva calada y lo miró a Shikamaru.
—Es la única opción —dijo este llevándose el cigarrillo a la boca una vez más. Odiaba el vicio, y Temari también, pero cada vez que sus pulmones se llenaban con el humo y nicotina, era alivio lo que sentía y no el quemazón del tabaco encendido.
Al Hyuga no le quedó más opción que callarse, volver a calar rumiando ese temor que ya le anudaba el estómago. Sabía que ni bien Sakura se revelara en el puesto de Oto, el enemigo estaría dispuesto a no demorar la estrategia, aunque no supieran como ni cuando la desplegarían. Sólo el donde, y sería donde ella estuviera.
Miró a Kakashi una vez más cuando solo la colilla apenas quedaba encendida, y buscó el cenicero en la mesa ratona apagándola antes de volver al escritorio.
—No puedes enviarla, irán contra ella.
—Debo enviarla. Sino seguirán avanzando sobre civiles hasta llegar aquí.
—Irán sólo por ella. ¡Lo sabes, maldita sea! Vas a dejar que-
—¡No voy a dejar ni una mierda, Seiyi! —miró a Shikamaru una vez más, lo que iba a decir no le gustaría al joven ayudante, hasta centrarse en Seiyi— Yo iré con ella.
—¡¿Que?! —replicó el Nara ahogándose con el humo de la última calada.
—El chidori.
—Exacto. Soy el más fuerte en la ejecución. No podrán contra mí.
—¡No! ¡Kakashi, no puedes ir tu! ¡No te puedes mover de tu puesto!
—Sí puedo, Shikamaru.
—¡No debes! —apagó la colilla en el cenicero planteándose en frente— ¡Carajos Kakashi! ¡Pareces un niñato encaprichado!
—Más respeto a tu superior.
—¡Tu cállate! —Seiyi carcajeó—. El hokage solo abandona su puesto de mandó en la última instancia. Lo sabes. Lo sabes bien. Si haces eso, no sería el consejo quien te aparte, sino los feudales. ¡¿Entiendes eso?! ¡Serías el primer hokage expulsado! ¡Toda tu carr-
—No me importa —le interrumpió poniéndose de pie para quitarse la casaca de hokage, la cual vestía desde que llegara el consejo, bajo la atenta mirada de Seiyi quien aprobaba la decisión aunque supiera lo incorrecto de ella—. La decisión está tomada, comunícala al consejo
—¡No, Kakashi! ¡No! Esto no va a suceder —el nerviosismo de Shikamaru ya le perlaba la frente de sudor—. Esto es peor que no enviarla. Piensa, ¡carajo, piensa de una puta vez! — Lo miró a Seiyi ahora, buscando un aliado— ¡Tú lo sabes, también! ¡Explícaselo! Es tu amigo, te escucha.
—No te creas.
—¡Vas a arruinar toda tu carrera! ¿¡Que quieres, quedar como un renegado!? Tantos años labrándote un mejor nombre, superando a tu padre y lo-
El movimiento de Kakashi fue violento pero rápido, hasta sorprendió a Seiyi cuando en un arrebato rodeó el escritorio tomando a Shikamaru de las solapas del chaleco con una mano, mientras que elevaba la otra en un puño.
Pero también fue rápido el Nara, quien invocara el jutsu estrangulante sólo segundos después, reteniendo ese puño a centímetros de su rostro
—No metas a mi padre-
—¡Y tu deja de pensar con la pija, carajo! —Kakashi gruñó, su ceño se cerró aún más en una mueca de furia, jalando de esa sombra que lo sostenía—. ¡Vas a perderlo todo! ¡Incluido a ella! ¿No lo pensaste? ¿No consideraste que le harán cuando sepan que vas con y por ella?
Kakashi abrió los ojos sin aflojar la tensión. No había tenido en cuenta el rol que jugaría Sakura, y cómo se la juzgaría.
—¡Eres más que esto! ¡Tranquilízate!
—Tiene razón, ya déjate de pendejadas, Kakashi —acotó finalmente el Hyuga, mientras encendía otros cigarro. No podía negar que no le divertían los arrebatos de furia de su amigo, eran raros pero intensos en él, y le hubiera dejado ver como lo resolvía el Nara, ese chico le llamaba mucho la atención; pero el destino de Sakura estaba en juego, y entendía que también el de su amigo y no iba a dejarlo solo en esto. Menos perderla a ella—. Iré yo.
Ahora la atención del peliplata caía sobre el Hyuga, quien se dirigía hacia la ventana para soltar el humo de la primera calada, mientras el Nara jalaba bruscamente de la mano en su pecho para quitársela y desarmar el jutsu ni bien el hokage se relajara.
—No puedes fumar aquí —le dijo alejándose de Kakashi.
—Saca uno —le señaló la cajetilla sobre el escritorio—, y deja de romperme las pelotas.
—No tienes el chidri —habló al fin el peliplata.
—Tengo dos hombres que se entrenaron en el chidori simplificado. Y dos más que son unas bestias peleando con ataques de distancia.
—Creí que irías solo.
—No. Quiero estar seguro de que nadie llegará a ella si yo fallo.
—Ustedes están locos —dijo el Nara aspirando la primer bocanada antes de señalar al general a su lado en la ventana— No creas que zafarse del consejo si se ente-
—¿Son ANBUs? —preguntó Kakashi ignorando a Shikamaru, quien rodó los ojos antes de calar de nuevo. Estaba nervioso.
—No. Llámalos... guardia personal.
—Son del Lev.
—Dos.
Kakashi respiró hondo meditando unos segundos la opción de su amigo.
—No me gusta esa alternativa. No. Iré yo.
—Déjate de boludeces, Kakashi. Yo estuve a tu lado cuando la luchaste para salir a flote, limpiar tu apellido. No te conviertas en un renegado teniendo opciones.
El peliplata gruñó agachando la mirada, se sentía impotente y no podía pensar claramente. No sabía que le sucedía pero todas las ideas parecían haberse esfumado de su mente, dejando solo esa profunda angustia en el pecho. La mano en el hombro le llamó la atención.
—Sabes que la cuidaré con mi vida —le susurró.
Kakashi le miró por unos segundos
—Que sien-
—Lo sabes —suspiró—, lo sabes bien.
—Vas a perder tu cargo al mando de las fuerzas ANBU —le recordó el Nara desde la ventana.
Seiyi rodó los ojos.
—Sólo si alguien se entera.
—¿Y qué te hace pensar que no se van a enterar?
—¿Se lo dirás tu, Kakashi?
—No.
El Nara sonrió.
—Puta madre.
—La tuya, Nara.
Respiró hondo antes de dar una nueva calada apretando los puños luego. Cerró los ojos unos instantes mientras liberaba lentamente el humo, sintiendo cada hebra deslizarse entre sus dientes al abrirse paso hacia fuera de la boca. En su mente todas las combinaciones de diferentes escenarios se plantearon midiendo la propuesta del Hyuga, siendo esa la mejor opción para que Kakashi se quedara relativamente tranquilo enviando a Sakura al frente. El consejo estaría en relativa calma al cumplir sus deseos, los rumores sobre una escandalosa relación se aplacarían, y ella tendría protección, aunque a su criterio no la necesitara.
Respiró hondo nuevamente antes de girar hacia ellos.
—No lo diré, pero tampoco lo negaré si se complica y me interrogan —aclaró mirando a los ojos a Seiyi.
—No contaba con menos de tu parte, muchacho —le sonrió.
—¡Muchacho, tus pelotas! Sigue así y perderás tu cargo.
—Es temporal. Solo estoy aquí comandando la rama de los ANBUs para ayudar a Kakashi.
Giró hacia el peliplata, quien ahora relajaba la furia para dar paso a la angustia.
—Da la orden. No demores más esto. Tengo los hombres preparados desde que enviaste al primer grupo.
El peliplata sonrió.
—¿Siempre dos pasos delante, no?
—Obvio. Solo así te ganaba —le devolvió el gesto.
Kakashi respiró hondo y miró al Nara.
—Termina tu cigarrillo y ve con el consejo. Anúnciales que llegamos a una resolución.
Este asintió.
—¿Los traigo aquí?
—No. Iremos para allá.
Shikamaru tomó lo que quedaba del cigarro y lo apagó en el cenicero desperdiciando una gran parte. Y luego sacó el spray bucal desde su bolsillo arrojándose dos lluvias en la boca para luego hacer lo mismo en la ropa, y salió de la oficina.
Seiyi lo observó cerrar la puerta y volvió la atención a su amigo, quien ahora se colocaba nuevamente la casaca de su cargo.
—Cuídala, por favor, cuídala.
—Dije que lo haría.
—No la dejes sola nunca.
—No lo haré.
—Sabes que.... nada.
Seiyi sonrió.
—¿Le dijiste lo que sientes?
—No.
—Entonces, se lo dirás cuando regrese —sentenció con la mirada dura—. No la dejes escapar, ¿me oíste?
Kakashi no dijo nada, sabiendo que debería acopiarse de todo el valor del mundo para resistir los días que ella estuviera fuera, en peligro y lejos de su cuidado por primera vez. Que su amigo cubriera ese deber le aliviaba, pero no le dejaba del todo tranquilo, y no porque no fuera capaz en la tarea, sino porque por primera vez le veía ese brillo en los ojos cada vez que la observaba o ella le hablaba, el mismo brillo que tenía Naruto de joven, el mismo que él debía disimular cada día.
Y por primera vez supo que ese hombre iba en serio con una mujer, su mujer. Y él estaba cada día más asustado, no por la amenaza que el Hyuga representaba, sino por sus fantasmas, que en ese día estuvieron tan presentes recordándole el dolor del pasado, en esos instantes le estaban ganando a todo.
—Aquí estoy, hokage —Sakura se anunció en la oficina, abriendo tímidamente la puerta.
Había recibido instrucciones de Kakashi entrada la noche, mientras le daba el biberón a Sarada para llevarla a dormir. Fue Sasuke quien se lo comunicara, aprovechando para terminar él la labor de la joven y estar tiempo con su hija.
Debía alistarse para partir en misión, dejándole la bebé a la pareja Nara, y presentarse a las cuatro de la mañana en la oficina. Ese simple mensaje le dejó saber que la situación venía complicada y que Kakashi no regresaría a dormir, rompiendo la rutina que había adoptado cada noche desde que Sarada se mudara temporalmente con ellos. Fue Sasuke quien con su escueta explicación, terminó cerrándole los detalles, preparándola para lo que debería enfrentar.
Y allí estaba, minutos antes de la hora acordada.
—Pasa, Sakura, estaba esperándote —le dijo brindándole una sonrisa nerviosa—. Cierra al entrar.
Ella asintió, tomando la capa de ninja entre sus manos y obedeció.
Ni bien llegó frente al escritorio, el hombre firmó los últimos papeles y se levantó yendo a su lado, respirando lento mientras la miraba a los ojos para impregnarse de esos preciosos jade como si quisiera guardarlos en sus retinas.
—Esta será tu primer misión sin mí.
Sakura sonrió.
—Hice varias sin ti.
—Peligrosas, no.
Le asintió sin estar completamente segura, pero conociéndolo, aun cuando no fuera asignado a esas misiones, se las hubiera arreglado para estar aunque sea de incógnito.
—Cuídate muchísimo.
—Sabes que sí.
—En serio, Sakura. No te las des de héroe.
—¡Kakashi! Tu eres igual.
—No me importa. Tu no lo hagas y punto.
Ella entrecerró el ceño, pero decidió no contestarle cuando vio la preocupación que destilaban esos ojos oscuros que tanto adoraba.
—Entiendo —le dijo—, no lo haré. ¿Más tranquilo?
Él suspiró y le tomó el rostro con ambas manos fijándose una vez más en esos abiertos y hermosos ojos verdes. Le acarició el rostro por unos segundos sin dejar de mirarla.
La adoraba. Era su mundo. Le hacía un mejor hombre y sabía que la vida al lado de esa menuda mujer, sería excelente si se lo permitiera. Y se aterrorizaba. Por lo que le hacía sentir. Por lo que sufriría el tiempo que estuviera fuera. Y porque moriría otra vez si algo le sucedía.
La amaba.
Y a la vez se odiaba.
—Sakura... —susurró y dudo unos segundos en que decir, o si decirle lo que pensaba.
Fueron los golpes en la puerta los que cortaron su dubitación.
—Kakashi, soy yo —dijo el Nara, sonando su voz opaca detrás de la puerta cerrada. No quiso entrar como lo hacía cada vez, sabía que allí dentro estaba Sakura y no tenía intenciones de ver nada que no debiera.
El peliplata suspiró y desarmó su posición. Ella se alejó unos pasos, ubicándose a una distancia prudente.
—Pasa.
—Están aquí —dijo solo asomándose—, buenos días, Sakura.
Ella le sonrió levántandole la mano, mientras Kakashi asentía confirmando que los dejara pasar. Era el escuadrón de protección, tal como lo llamara Seiyi.
—Que pase solo.
Sakura lo miró sin entender demasiado, añorando un tiempo más a solas.
El ANBU de máscara de gato, la máscara de Kakashi, entró a la oficina segundos después.
—Cierra.
Obedeció y cuando se ubicó al lado de los presentes, se quitó la máscara que dejaba su rostro en incógnita.
Sakura abrió los ojos en sorpresa al constatar la identidad del ninja, mirado a Kakashi inmediatamente, quien ahora se relajaba apoyando el trasero al borde del escritorio. No entendía que hacia Seiyi allí, y menos vestido como un agente ANBU más. Su cargo no ameritaba ese uniforme.
—Los hombres están listos y esperando, camuflados como ninjas de los escuadrones ANBU. Tus permisos fueron efectivos.
—Perfecto.
—Sakura, ¿estás lista? —preguntó Seiyi girando el rostro a ella, sin haberla saludado primero. Su voz sonaba autoritaria, fría y distante.
Ella lo miró extrañada y asintió sin poder emitir una palabra, ni siquiera preguntar qué hacía el ahí.
—Sakura —le llamo la atención Kakashi—, Seiyi y un escuadrón especializado te acompañarán en la misión.
—¿Acompañar? Pero... no entiendo.
—Te vamos a custodiar.
—¿Custodiar? ¿Qué? —miró a Kakashi ahora— Es una misión de respaldo médico, no necesito protección.
—Sí, Sakura, la necesitas —Seiyi respondió por el peliplata—. Descubrimos que los insurgentes van por los médicos y que ya saben de ti y tu extraordinaria habilidad para combatir sus armas.
—¿Van por mí? —preguntó asombrada, abriendo grandes los ojos antes de mirar a Kakashi— ¿Cuándo pensabas decírmelo?
—Ahora. Quería que descansaras esta noche, mientras considerabas que era una misión más como médico.
—Es una misión más.
—Vas a una trampa, Sakura.
Ella abrió la boca para replicar, pero la cerró rápidamente acomodando su semblante. Si bien le hubiera gustado que su ex sensei le explicara más, sabía que de solo mediar su antigua relación alumno maestro, así habría sido las cosas, ningún detalle antes de tiempo. Y así era ahora.
Kakashi respiró hondo y miró a Seiyi para detenerlo. Él quería explicárselo y su amigo lucía impaciente marcando esa distancia con la pelirrosa, una que sólo él advertía. Nunca lo había visto así de ansioso con una mujer.
—No quería que fueras a esta misión. Pero no quedó otra alternativa —. Hizo una pausa y no pudo evitar la mano que se le estiró para tomar la de la chica—. El equipo de encubierto que armó Seiyi es para protegerte, porque tenemos fuertes sospechas de que ni bien el enemigo sepa que estás allí, te buscarán. Y no escatimarán en esfuerzo.
—Sé defenderme, Kakashi.
Él sonrió acariciándole la mano.
—Lo sé —miró a Seiyi—. Ambos lo sabemos. Pero no voy a arriesgarme.
Ella asintió mirando hacia esa caricia.
—Voy a tener mucho cuidado, Kakashi.
Jaló de ella ahora, acercándola más, bajo la intensa mirada de Seiyi quien no dudaría en hacer lo mismo si pudiera.
—Bien. Cuento con ello —y no pudo evitar tomarla en un abrazo cuando hizo contacto con esos ojos que lo observaban pidiendo por su contacto.
Seiyi suspiró ante la imagen, teniendo que bajar la mirada cuando extrañamente una situación tan inocente, le puso incómodo picándole la furia.
—Ya es hora —dijo luego de unos segundos, provocando ese lento desarme de abrazos, que lo llevó a acercarse a la pareja como si su presencia cerca evitara que lo hiciera otra vez.
Sakura lo miró ni bien se separó de su ex sensei, tomando aire para calmarse. Sentía los ojos cargados y no entendía bien el porque, estaba acostumbrada a salir de misión pero la angustia que leyó en la mirada del peliplata le abrumó.
—Tranquila —le dijo Seiyi en un tono dulce, demasiado dulce para su estilo—. No voy a dejarte sola en ningún momento
Ella asintió.
—Estoy tranquila solo que... nada —sacudió la cabeza— ¿Cómo reconoceré a tu equipo?
—Ellos te reconocerán a ti. No es bueno que te vean interactuando. No son oficiales.
—¿Cómo? —miró a Kakashi en ese instante.
—No está autorizada su misión —dijo este—, Seiyi la armó en común acuerdo conmigo. Sólo él estará en contacto contigo, siempre con la máscara ANBU.
—Entiendo.
Shikamaru se asomó en ese instante —Es hora, caballeros.
Los hombres dentro de la oficina se miraron tensos, siendo Kakashi quien al fin asintió confirmando que se retirara, y tomó la mano de Sakura cuando está comenzó a seguir los pasos del general.
Y ni bien Seiyi jaló del picaporte para salir, Kakashi la rodeó entre sus brazos una vez más, bajándose la máscara ni bien ella lo miró, para fundirle los labios en un demandante beso que la llevó a entregarse sin miramientos, rodeándolo el cuello con esas pequeñas manos al abrir su boca dejando que la tomara como él quisiera.
Seiyi los observó en ese instante, y no pudo evitar la punzada de celos que le llevó a carraspear casi inmediatamente para interrumpirlos.
Sakura dio un respingo al oírlo, cortando el beso para apartarse de Kakashi completamente sonrojada. No fue consciente de que aún el Hyuga se encontraba en la habitación cuando su ex sensei le besara, pero no pudo evitarlo. Y en ese instante cayó en la cuenta de que alguien más podría haberlos observado, dando gracias a que fuera solo él.
Y respiró hondo alejándose un paso, levantando la mirada al fin para apreciar como el peliplata se subía el cubre bocas otra vez, con esa mirada que mezclaba angustia, impotencia y furia.
—Nos vamos, hokage —dijo firme Seiyi esperando evitar cualquier nuevo contacto.
—Ok —miró a Sakura—. Cuídate —le susurró.
Ella asintió y respiró hondo antes de colocarse la capa blanca sobre sus hombros. Le sonrió y luego giró hacia la puerta en donde Seiyi la esperaba, colocándose la máscara ni bien ella lo alcanzara.
Saludó a su amigo con un asentimiento y cerró la puerta cuando Sakura la cruzara, borrándola de su campo visual. Llevándosela, porque por más que esa no fuera la intención, así lo sentía Kakashi. Porque sería él quien la acompañaría esos días, sería él quien velara cada minuto en que durara esa misión, que dormiría a su lado, y encendería la fogata con las ramas más secas que ella tan bien sabía elegir. Iba a ser él quien conversara durante las noches hasta que se durmiera, porque bien sabía que siempre se ponía nerviosa a cielo abierto, aunque no se lo reconociera a nadie nunca, y que le gustaba hablar o simplemente escuchar a alguien más hacerlo, como si fuera un arrullo que le hacía olvidar del entorno.
Iba a ser él, su amigo, quien tuviera de ella durante esa misión, lo que él tuvo desde el primer día en que se convirtiera en su sensei.
Y le dolió. Y le abrumó.
Pero no podía ser de otra forma.
Se quedó así, quieto, observando por unos segundos la madera de esa puerta cerrada, y se frotó el rostro con ambas manos conteniendo el gruñido de frustración que se oyó opaco.
Se había ido. Se habían ido.
No había podido detener esa maldita misión.
Ni detenerla a ella.
Eso no estaba bien. Era el hombre con más poder en la aldea, de él dependían miles de personas que no discutirían sus órdenes por más en desacuerdo que estuvieran y ...¿no pudo frenar una sugerencia?
Caminó de un lado al otro en esa oficina, sintiendo como le picaban las manos y el pecho se le contraía en desesperación. Se bajó la máscara cuando se detuvo unos segundos, aspirando grandes bocanadas para calmarse, pero ni con todo ese esfuerzo lograba llenar los pulmones.
Se sentía nervioso, inquieto.
Desesperado.
En ese instante, los sonidos de tropas marchando comenzaron a llegar desde la calle. Las primeras pinceladas de un amanecer temprano iniciaban el juego de escazas luces en el cielo, iluminando apenas a los ninjas, siendo el alumbrado público la mayor fuente de luz en ese instante.
Y allí estaría ella. Cubrió su rostro y se acercó del todo a las ventanas. Observó cada persona, cada soldado ataviado en su abrigo blanco o gris, dependiendo del cargo. Eran cientos, ninjas jóvenes, hombres y mujeres entrenados, capaces, intrépidos. Médicos, soldados, estrategas, armeros. Y allí venía ella. Atrás pero sin ser de los últimos.
Su cabellera rosa aún no se la cubría con la capucha y era inconfundible. Marchaba seria, concentrada, como cada vez que salía de misión junto a él.
Y ahora no lo haría.
Apretó los puños al apoyarlos en los vidrios y lo buscó. Ahí estaba él, su amigo, a apenas unos pasos de distancia, casi hombro contra hombro con la joven. Era alto, mucho más que ella. Era fuerte, rápido e inteligente. Podría protegerla, debía hacerlo. Y siendo uno de los ANBUs de mayor capacidad, a quien le confiara misiones altamente peligrosas en el pasado; no lo sentía del todo suficiente. Porque nadie la cuidaría cómo él lo hizo y haría. Nadie dejaría una misión de a lado para sólo velar por ella, o rescatarla. No cómo él lo haría
—¡Mierda!
La frustración era insoportable y ya el cuerpo le sabía ajeno ignorando todas las señales que le decían que tomara la máscara de Seiyi que yacía en su cajón, un par de sus armas y un abrigo, y saliera tras ellos.
El consejo y el cargo podrían irse bien al carajo. Si algo le pasaba a ella, ya nada tendría sentido.
Así que giró decidido, yendo a pasos furiosos hacia su escritorio, y abrió el cajón con prisa cuando escuchó golpes en la puerta. Los ignoraría, nadie lo detendría esta vez.
—Disculpe hokage, ¿puedo pasar? —la voz de Temari lo detuvo, cuando se oyó apenas por la hendija que llegó a abrir luego de llamar.
—Estoy ...ocupado.
—Entiendo, pero sólo será un minuto —un pequeño quejido se dejó oír y en ese instante entendió que Sarada estaba con ella—. La niña está inquieta y Sakura me dijo que usted tenía el don de calmarla. Creo que le dieron algunos cólicos y me pareció bueno venir ahora que estaría más...tranquilo.
Kakashi miraba a esa hendija respirando rápido. La decisión tomada segundos atrás ahora se cargaba de todos los detalles que estaban incorrectos en ese movimiento. Y fue oír una vez más a la bebé, para entender al fin que su lugar estaba primero con la aldea y que Sakura pensaría lo mismo. No en vano habían elegido esas profesiones, redoblando ella la apuesta al formarse como médico también.
Respiró hondo. Una y dos veces.
«¡Carajo!»
—Pasa, pasa —y cerró el cajón para rodear el escritorio, mientras una embarazadísima Temari empujaba la puerta con una mano, mientras en el otro brazo sostenía envuelta en mantas blancas a la bebé.
—¿Así que Sarada está inquieta?
La pequeña estiró las manitos al oírlo y él no pudo más que sonreír, aunque su gesto aún se opacaba en angustia.
—Sí, muy. Comió bien pero durmió poco y, disculpe hokage, pero estaba ayudando a mi esposo y me tomé el atrevimiento de venir.
—No hay problema —dijo mientras tomaba esa bebé entre sus brazos, acomodando la mantita luego para descubrirle más el regordete rostro.
—No estaba tan fría la madrugada así que... bueno, realmente tiene el toque —dijo al observar como la niña ahora sonreía y se frotaba la carita en el pecho del hombre, quien no dejaba de reparar en ella.
—Hiciste bien —le sonrió a la mujer antes de volver a la niña—, llevaba varias noches sin poder dormirla y ya la extrañaba.
La rubia suspiró de alivio. Y en ese instante se volteó hacia la puerta al oír unos pasos. Era su marido.
—Kakashi, ya las tropas salieron de la aldea. En poco más de dos horas se separarán los grupos a sus destinos. El último reporte nos informó que Naruto espera al grupo de Sakura en el límite con Oto, el que fue atacado dos veces.
—Ok —le respondió sin levantar la mirada de esa beba, meciéndola con cuidado para dormirla.
Shikamaru miró a su mujer en ese instante, tocándole la mano disimuladamente por lo bajo para llamar su atención. Ella le miró de reojo y ese momento el Nara le susurró un agradecimiento. Su mujer era implacable en esos detalles, y sumamente oportuna. Sería una gran líder si lo quisiera.
Le sonrió. Sabía que Kakashi se desesperaría por salir detrás de Sakura. Le había visto lo protector que era mientras fuera su sensei, y ya cuando como semejantes cubrieran misiones juntos, el hábito se intensificó. Que el último tiempo los cruzara juntos cada vez que salía a la calle, no era casualidad. Allí había algo más aunque su marido no soltara prenda.
—Bueno, hokage, ¿quiere que la lleve así lo deja trabajar?
Él negó sin hablar. No quera despertarla, y en ese momento Shikamaru se acercó para indicarle que se fueran.
Kakashi ni reparó en ellos cuando al fin se retiraron. Estaba concentrado en esa niña que ahora respiraba lento en señal de que dormía. Pero sus pensamientos estaban en la mujer que se fuera junto a su amigo a una misión peligrosa.
Respiró hondo mirando hacia los ventanales y no pudo evitar acercarse a ellos, asomando la vista hacia el lugar en que la viera pasar minutos atrás. Y fue en ese instante en que un sonido debajo asustó a la niña, haciéndole dar un pequeño respingo entre sus brazos antes de soltar un llantitito de queja.
—No pasa nada, bonita. Sólo es un desubicado que hizo ruido mientras dormías —le susurró meciéndola suavemente. La niña se removió como si le respondiera—. Está misma tarde lo castigo, ¿quieres?
Y comenzó a caminar nuevamente por la oficina, paseándola mientras la meneaba y miraba. Ese humano pequeñito le llenaba de una paz y calidez que nunca creyó que podía experimentar por un ser tan frágil. No era que los niños no le gustaran, solo que no le provocaban esa ternura y ganas desesperadas por tocarlos o cargarlos como al resto. Siempre se dijo que sus instintos definitivamente no eran paternos, y si bien sonaban como un chiste cuando la frase se colaba en alguna conversación, la verdad era que no creía que pudiera llegar a ser un padre ni menos uno bueno, con el terrible ejemplo que había tenido. Y si bien Jiraya y el cuarto había logrado limpiar en algo la memoria de su familia, las inseguridades y miedos de la infancia ya había calado profundo en él.
Fue el llegar de Sakura a su vida que todo ese futuro que se había auto escrito a fuego, comenzara a tambalear. Y fue dejarle entrar en el cómo se lo permitió en los últimos meses, para querer convertir esas vacaciones en la cotidianeidad en su vida.
La bebé emitió un sonido agudo, como un pequeño llanto para que él reaccionara meciéndola sólo un poco más rápido. Tal como a ella le gustaba. Tan pocos días en este mundo y él ya dándole mañas.
Y ni siquiera quiso dejarse llevar por esos pensamientos que comenzaban a exigirle que querían eso en su vida, un bebé, o una bebé. Un pequeño de ojos jades o cabello rosado. Alguien pequeñito que oliera a ella.
Sonrió aunque hubiera un dejo de preocupación en ese gesto. Y caminó hacia el gran ventanal una vez más, viendo hacia las puertas de entrada de Konoha ahora.
Ya era de día y los escuadrones debían estar lejos para ese momento. Pero no inalcanzables si se apuraba...
—Sakura... —suspiró angustiado, cortando la cadena de pensamientos que lo devolvían a la desesperación—. Regresa. Por favor, regresa.
Porque sino... no quería ni pensarlo.
No lo soportaría.
Bueno... ¡¡legué!! ¡A que no me tenían fe!
Sé que es jueves hoy pero para mí sigue siendo miércoles porque todavía no me fui a dormir je je je
No diré mucho, sólo que el Kakashi que vieron aquí es uno que inició su descenso. ¿Hasta donde bajará? Ummmm... no lo diré.
Leo sus comentarios. Los espero ansiosa.
Besossssss!
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