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Capítulo 38

Los sonidos encharcados a fuerza de lubricante inundaban la habitación, pero se quedaban opacos detrás de los jadeos masculinos que buscaban desesperados el goce en ese acto feroz. Y la menuda joven, atada de manos y pies sobre la mesa que la dejaba con su trasero expuesto y abierto a él, a una altura cómoda que le brindaba acceso a placer de todos sus orificios, lloriqueaba por la brutal penetración que la profana por detrás. Lloriqueaba por el ardor de esas nalgas y muslos marcados en rojo a fuerza de latigazos, que recibían como feroz caricia las caderas del varón en cada puja, incendiándose más con cada toque. Pero no era un llanto de desesperada agonía, era un reclamo de placer por que no buscaba otra cosa cuando se entregara a un amo como Seiyi, aunque esperara que la intensidad de sus sesiones fuera subiendo gradualmente. Claro que el varón tenía otros planes, necesitaba ahogar sus vacíos en perverso placer, y nada le salía mejor que desfogar las ganas en una tierna esclava que cedía tan animosamente todo el goce que ella demandara a su capricho y antojo.

El corset rosado que le acentuaba la cintura apenas si le dejaba suficiente margen para inhalaciones profundas, más que cortos jadeos que debieran bastar. Y la mordaza de bola en su boca, se humedecía con saliva liviana que a duras penas si escapaba de entre los bordes, haciéndole más difícil el acto de respirar. Y era el desespero de sentir que el aire le faltaba mientras la tomaban con salvaje dolor desde atrás. Y era eso lo que la tenía dolorosamente encendida, eso y los orgasmos negados aún con un estímulo, que en suplicios convertidos en lágrimas, reclamaba por una liberación.

El varón detrás de ella gimió como un animal en celo, hundiendo los dedos en las caderas para afirmarse más en la dulce y enrojecida carne, provocando el grito que disparó nuevas lágrimas desde la fémina. Normalmente no era tan brutal en sus sesiones, pero era tan grande la necesidad que le invadía, y ella se había entregado con tal impaciencia y docilidad, que le era imposible no hacerlo de otra forma. Más teniendo tan fija en sus retinas la sonrisa sonrojada de la pelirrosa cuando aquella tarde lluviosa la llevara hasta la casa del hokage, la entregara de su propia mano una vez más a él. Más teniendo tan presente en sus labios el sabor de esa pequeña boca que se negó a decidirse por él.

Apretó los dientes cerrando los ojos cuando soltó tres feroces estocadas que ahogaron el grito de la joven en la bola en su boca.

Y no pudo más que soltarle la mordaza para oírla claramente, imaginando que era ella la que suplicaba y lloraba bajo su yugo.

—Mi señor... por dios... mi señor... ya... no...

La nalgada que cayó sobre sus enrojecidos glúteos la hizo gritar, brotando nuevas lágrimas que bañaron sus mejillas.

—¿Qué? ¿Tan poco aguantas?

—Señor... por favor... por favor... no más.

Salió de ella en ese instante, oyéndola gemir lastimosamente en alivio y vacuidad, observando ese trasero rojo y ese ano irritado que no dejó de penetrar en ningún instante esa noche. La sesión llevaba más de hora y media y el cansancio ya comenzaba a hacer mella en la chica, entendiendo que su severidad había estado entre los límites esa noche, o quizás los había cruzado, no había palabra de seguridad en sus actos por lo que ella no podría marcárselo y él estuvo más atento a sus necesidades que a las señales de la esclava.

Respiró hondo. Ansiaba otra vez su liberación, ya sería la tercera de la noche y aún no se sentía satisfecho, pero entendía que no había sido el mejor amo para con ella.

Se quitó el preservativo que lo cubría, arrojándolo al cesto junto con los guantes de cuero negro. Pronto forró su miembro con uno nuevo, calzando guantes limpios. Pocas esclavas se merecieron que las tocara directamente con sus yemas y su piel, y esta era aún muy reciente como para siquiera considerarlo. Aun así, la estimularía, la chica ya lo necesitaba y no era tan cruel como para dejarla sin su orgasmo luego de soportarlo tan exquisitamente.

La joven gimió estremeciéndose cuando sintió los dedos enguantados de su amo recorrerle la raja con delicadeza.

—Mi señor... gracias —. Un nuevo gemido la silenció en el instante en que esos dedos apenas si pellizcaron su clítoris para luego masajearlo.

—Así me gusta, agradecida y receptiva —le susurró al aumentar el ímpetu de sus masajes.

Y no pasó demasiado tiempo para que ese centro se humedeciera por completo una vez más, y para que quitara los dedos de la ecuación penetrándola con fuerza, tocando algo en ella en lo profundo que en no más de tres estocadas la tuvo chillando en placer al explotar en un orgasmo avasallador.

Pero él no se detuvo allí. Sus embestidas siguieron, aumentando en velocidad y fuerza, olvidándose de la chica que no dejaba de temblar bajo los resabios extendidos de ese enfermo goce, que no dejaba de llorar en medio de esas sensaciones, con su cuerpo exhausto y adolorido que la llevaban a considerar que había sido demasiado ambiciosa al elegirlo a Seiyi como su amo, aun cuando estuviera completamente loca por él.

El varón gruñó, apretó los dientes en su liberación, una más que le dejó el cuerpo apretado a la chica, y a la vez rendido aunque sea por unos instantes.

Mantuvo sus ojos cerrados todo el rato que su miembro bombeara vaciándose en el preservativo, imaginando que sus manos sostenían a la pelirrosa, imaginando que su semen la llenaba y que cuando la volteara, la vería cubierta con ese sonrojo de placer que la embellecía brutalmente.

Y sonrió, necesitando desesperadamente quitarse los guantes para acariciar esa piel, que no sabría igual pero que así quería creer.

—Mi señor... —le susurró al sentir por primera vez el calor de esas yemas desnudas sobre su piel.

Y fue oír una voz que no pertenecía a ella, para despertar del embrujo.

La soltó de inmediato, saliendo de su interior. No espero a observar reacciones, sólo se quitó todo lo que lo forraba, soportando la desilusión del momento que lo orilló a la insatisfacción una vez más.

Y luego fue hacia la chica desatando primero los tobillos, acariciándoselos al liberar los grilletes que ya habían dejado marcas sin lastimar la piel. Reparó en sus manos sin guantes, buscando unos nuevos que lo cubrieron antes de seguir con las muñecas, aferrándola al liberarla al fin. El cuerpo lánguido de agotamiento cayó sobre él al alzarla hacia su pecho, tomándola entre sus brazos después.

—Lo hiciste bien —le susurró al observar el delgado rostro surcado por numerosas líneas negras de lágrimas mezcladas con rimel.

—Me alegro de haberlo complacido, mi señor.

Él asintió aunque la verdad estuviera lejos de ello, apenas si lo había aliviado físicamente. Pero ella tendría marcas de por días que le recordaran su fiero intento de placer.

—Afírmate de mi cuello —le dijo antes de alzarla más arriba, para encaminarse al baño, en el que una tina de agua tibia y sales relajantes los esperaban.

La joven obedeció con movimientos pesados, pero no pudo evitar sonreír al dejar descansar el rostro en el hueco del cuello de su amo. El acto había sido intenso, por momentos insoportable, pero eran esos instantes cuando él la cargaba hablándole con dulzura, que entendía que había valido la pena la experiencia, aunque ya comenzaba a desesperarle cada atardecer cuando él la llamara para una sesión nocturna.

La posó en las cálidas aguas limpiándole con las manos mojadas el rostro, acomodándole los cabellos detrás de las orejas después.

—Puedes decirme si esto fue demasiado.

Ella asintió aunque no diría nada.

Seiyi suspiró sabiendo de ante mano la respuesta que no obtendría de parte de la fémina. Y sabía que debería dejarla ir, sino la próxima vez sería peor, no porque ella lo mereciera sino porque no le estaba llenando. E iba a mencionarlo insistiendo con que ella hablara, cuando unos golpes en la puerta de la habitación de juegos, le llamara la atención.

Entrecerró los ojos. Sólo Watari tenía acceso a esa ala de la casa, y sabía que no debía interrumpirlo. Que lo hiciera significaba una urgencia.

—Debo atender al llamado. ¿Estarás bien?

Aguardó por el asentimiento que llegó seguro unos segundos después, y se levantó en busca de su albornoz para ir hacia la puerta.

Como bien supuso, era Watari, con esa seriedad que le anunciaban problemas.

—Disculpe que lo moleste, señor —carraspeó acomodando la voz, era de madrugada y lo habían sacado de la cama—, el hokage envía a llamarlo para una reunión de urgencia a primer hora de la mañana. Hubo un nuevo ataque y amenazas de más.



Podía no estar de acuerdo con algunas decisiones de su amigo, o con ese recelo estúpido que siempre esbozaba a la hora de reconocer sus sentimientos; pero si algo admitiría de ese ninja de cabellos plateados, era la cintura y resistencia que tenía para llevar a los miembros más intensos del consejo. Él simplemente los enviaría a la mierda tras cinco minutos de conversación, y Kakashi llevaba algo más de cuarenta minutos, sin considerar que la reunión ya había comenzado antes de que él llegara esa mañana, y había llegado a la hora citada, algo inusual luego de una sesión particularmente intensa como la que había tenido la noche anterior.

Y no era el sexo o los castigos lo que lo había agotado, sino la dedicación que tuvo que invertir en contener a la esclava luego, una dedicación que bien hubiera obviado tras los veinte minutos que invirtiera a aliviar las zonas maltratadas. No contaba con que vendría el llanto después, nunca ella lo había hecho, aunque era de esperarse tras una semana bajo su yugo, uno que estaba particularmente cada vez más insatisfecho e intenso.

Ya no era bueno para la chica, menos para él. Definitivamente, se deshacería de ella esa misma noche.

—Estamos de acuerdo en la asignación de Naruto liderando el frente en la frontera de Yu, aunque lo considero particularmente exagerado —aclaró Homura, anticipando su descontento y la exigencia que vendría después.

—Con todo respeto, señora, es exagerado si se obvian los numerosos informes de nuestros agentes encubiertos que indican un excesivo movimiento de tropas en la frontera —indicó Shikamaru, afianzando la decisión del Hokage, una con la que estaba completamente de acuerdo.

—Excesivo pero bajo en número de hombres.

—¿Y desde cuándo el bajo número significa que la amenaza es más leve? Conoce los informes de túneles subterráneos, y la frontera con Yu es clave para iniciar el reingreso perdido a Konoha.

La mujer suspiró emitiendo un sonido tras un leve duelo de miradas, y dirigió su atención hacia el hokage ahora, quien sería el último en cerrar el tema.

—La decisión no cambia —dijo este luego de carraspear al notar los cansados ojos de la mujer en él.

—¿Y que haremos con el resto de los focos? No queremos volver a tener un altercado tan violento a kilómetros de la ciudadela.

Kakashi respiró hondo, ya lo había explicado en dos oportunidades durante la pasada hora, y si bien entendía que buscaban detectar debilidades en las medidas tomadas, ya comenzaba a molestarle quitándole toda esa paciencia y predisposición con la que arrancó la junta. Desde la madrugada estuvo en esa oficina, diez minutos después de que el ANBU designando a cuidarlo, le despertara para anunciarle las novedades. No le gustó dejar a Sakura y Sarada, dormían otra vez todos juntos en la cama siendo esas noches las más confortables y las que más odiaba que terminaran.

—Permítame, hokage —. Seiyi interrumpió la seca respuesta que emitiría Kakashi, su semblante no anunciaba demasiada paciencia ya —Señora, están cubiertos por los equipos de ninjas y sus soldados, junto al respaldo de ANBUs entrenados en asaltos de velocidad. No habrá problemas en el desarme de ofensivas agresivas, si las hubiera.

—¿Está completamente seguro, general? El último altercado no confirma la seguridad de sus palabras.

—No eran ANBUs de asalto, señora, eran espías. Conoce las diferencias, Danzo las debe haber detallado en sus documentos mientras la división estaba bajo su mando —provocó con voz parsimoniosa pero no menos firme.

La mujer se tragó sus palabras al escuchar ese nombre, siendo consciente de los errores cometidos en el pasado por la excesiva tranquilidad en la confianza hacia el fallecido hombre.

—Esperemos que tenga razón, Hyuga —acotó al fin, para no quedar a menos en la ofensiva.

—Tengo la razón, señora.

En ese instante, la mujer lo ignoró llevando su atención nuevamente al hokage, buscando una vez más la palabra final.

—Así será —apuró a responder para cerrar el tema—, ahora me gustaría que-

—No tan rápido, hokage —Homura le interrumpió—. Entendemos que el negatiboru fue mejorado, pero aún así los ninjas médicos son escasos en las zonas de amenaza. ¿Hay algún problema con el nuevo escuadrón en entrenamiento?

Kakashi respiró hondo nuevamente.

—La doctora Haruno está en camino, y escucharán los detalles de ese operativo nuevamente, pero de su boca.

Seiyi lo miró en ese instante con algo de desesperación en los ojos. No esperaba verla. No luego de anoche, sentía que tenía la guardia baja con toda esa necesidad de ella tan a flor de piel.

—Esperaremos, entonces.

Shikamaru se adelantó, ocupando el silencio que se abrió en la oficina luego de esas palabras. —Entonces, pasamos al siguiente tema en la agenda de defensa—. Esperó unos segundos sin recibir confirmación de nadie, nada más del hokage quien asintió, para luego reparar en la lista entre sus manos. Carraspeó ni bien leyó lo que continuaba, ya le olía a tema complejo la autorización del libre pase extendido para el cargamento proveniente desde Suna por el cruce de Takumi, aun cuando el kasekage había accedido fácilmente a la circulación. El ingreso a Konoha debía ser tratado por el consejo—. La autorización del pase extendido desde Suna por Takumi.

Homura y Koharu miraron duramente a Shikamaru, para luego centrarse en el hokage. Seiyi simplemente sonrió, sabía que el Lev estaba metido en eso, lo que aseguraba ganancias para la aldea. E indirectamente, para él también.

—¿Qué pretende con esto Hatake? No son épocas de tener gente circulando.

—Gente altamente preparada en seguridad, respaldo asegurado y convenido para nuestras fuerzas, si los necesitamos.

—Y dinero para las arcas de la aldea —aclaró Seiyi sonriendo provocador—. Mucho dinero.

—No estamos de acuerdo —dijo el anciano ganándose una dura mirada de parte de su compañera en el consejo. La miró ni bien reparó en la expresión de ella—. Lo hablamos, Koharu.

La anciana suspiró y luego lo meditó unos segundos. Su compañero se enojaría con ella.

—Lo autorizo, hokage.

—¿Cómo? — Homura le reclamó.

—Los números son claros, Homura. Y no podemos descartar fuerza de ataque extra ante la amenaza. Aún está muy reciente la cuarta guerra en la memoria de la gente, sabes que civiles asustados son más difíciles de liderar, y la población ha aumentado considerablemente los últimos cinco años. Lo más que podamos mantener este conflicto alejado de las ciudadelas, es mejor. Y para ello, será necesario dinero.

El hombre apretó los labios en furia e iba a replicar, cuando los golpes en la puerta le interrumpieron. Shikamaru se excusó dirigiéndose a la entrada, momento que Kakashi aprovechó para presionar.

—¿Asumo su autorización, Homura?

—No estoy seguro.

—No me gustaría encarar esta empresa si todo el consejo no está de acuerdo. Pero lo haré si no cede, necesitamos esos hombres y usted es consciente de ello—. Profundizó su mirada aumentando la presión—. Entonces, ¿cuento con su consentimiento?

El hombre gruñó rumiando el fracaso entre sus dientes, había razón en ese trato aunque no lo dejara tranquilo. Al final asintió sin cambiar la expresión de disgusto, mientras la pelirrosa entraba saludando en inclinación con respeto al situarse a su lado.

—Miembros del consejo, hokage —repitió el saludo, para luego reparar en el Hyuga, quien no dejaba de mirarla con ese estoicismo que provocaba en ella sensaciones que prefería ignorar—, general.

Mantuvo la mirada por unos segundos, hasta que al fin apenas inclinó la cabeza en saludo—Doctora Haruno.

La chica le sonrió levemente, manteniendo la expresión de seria profesionalidad antes de dirigirse hacia Kakashi, su superior.

—Hokage, me envió a llamar.

El peliplata le devolvió una mirada calma, una que intentaba ocultar la verdadera reacción de su ser al tenerla allí, en la oficina, la que no pasaría desapercibido por Homura quien entrecerró los ojos al percatarse de la expresión en el hokage, para luego observar a la chica y a ese leve sonrojo que la cubría.

—Así es, doctora. El consejo está cerrando las dudas sobre los movimientos de tropas hacia las zonas de amenaza, y quiere conocer el estado de los ninjas médicos.

Sakura asintió y luego giró hacia los dos ancianos para verlos de frente durante su exposición.

—Consejo, la nueva variante de negatiboru, si bien es más eficiente para quien lo administra, exige contar con experiencia avanzada en el manejo del chakra y recuperación rápida de reserva. Es sabido que si bien en la aldea aumentaron los especialistas médicos, son pocos los que cubren esas condiciones. Decidimos enviar solo el cincuenta por ciento con las tropas, asignándole dos ninjas médicos de menor rango a cada uno, lo que cubre un ninja médico por cada seis ninjas de asalto.

—No es un buen número, señorita. Considerando el último ataque brutal en el que fallecieron tres buenos soldados, incluido un médico experimentado.

La chica asintió pestañeando rápido. La mención de esos fallecimientos, que no dejaban de resonar en sus pensamientos como un fracaso personal, fue un golpe bajo para ella, y tuvo que suspirar para continuar, sin ser consciente de la mirada que Kakashi y Seiyi depositaban sobre el anciano, una que advertía y era imposible de ignorar.

—Entiendo, pero debo aclarar que mi decisión sobre-

—¿Realmente entiende el riesgo de su resolución, señorita? —Koharu la interrumpió duramente.

La mirada de Seiyi sobre la anciana se recrudeció, y lo llevó a dar un paso hacia la pelirrosa en una actitud protectora, cuando Kakashi al fin habló.

—¿Es usted especialista en medicina?

La anciana lo miró contrayendo el ceño ante la impertinencia. Esas palabras más que una reprimenda le sonaron a un acto de defensa, uno que dada la relación que lo unía a la ninja médico, podía tomarse como normal; pero que en su experiencia logró identificar coraje en el tono que no era movido por simple respeto maestro alumno.

—No, hokage.

—Entonces deje que hable la persona que sí lo es.

La mujer respiró hondo y la miró nuevamente indicando que continuara.

—Como le decía, el número de médicos es menor temporalmente, pero antes no contábamos con la contraofensiva desarrollada por Sasuke Uchiha en la que utiliza el ataque de chidori para la desactivación de las barras.

—Que solo pueden ejecutarlo los ninjas con la naturaleza tipo rayo. Otra vez el número no está a nuestro favor.

—Con el chidori tenemos una relación tres uno, señor.

—¿Y por qué no envía el resto de los médicos? —acotó Koharu.

—Entrenamiento, señora. Reservamos médicos experimentados entrenando a los nuevos reclutas, sobre todo a los de mayor potencial en recuperación rápida de reserva. Un sensei cada diez alumnos.

—No es muy alentador ese número.

—La doctora Kikawaza y yo también estamos abocadas al entrenamiento. En dos días se liberan doce ninjas médicos altamente preparados, dos de ellos que además cuentan con la naturaleza de rayo, así que podrán ejecutar el chidori.

La anciana asintió meditando las palabras durante unos segundos.

—¿Cuándo saldrán esas tropas de respaldo?

—En dos días, señora.

Lo miró al hokage ahora —¿Y a cuáles zonas estarán asignadas?

—Un equipo de cuatro médicos se destinó a las tropas de Naruto —apuró a responder Shikamaru por el hokage—, el resto se repartirá en la frontera noroeste de Yu, pasando por Oto hasta Getsu, en donde también se registraron los movimientos de insurgentes.

—Mucha área, hokage.

El peliplata no le respondió. Entendía que la reunión ya estaba acabando, hubieran evacuado todas las dudas o no. La decisión final era la suya, y él, no sólo ya la había tomado sino que la mayoría de instrucciones y órdenes para los movimientos fueron impartidas esa misma madrugada. Confiaba en las estrategias ideadas.

El anciano miró a su compañera inclinándose hacia ella para susurrarle al oído. No era un gesto adecuado, resultando molesto para los que estaban fuera del secretismo, pero no caía en la novedad para el hokage ni su general.

La mujer asintió confirmando la sugerencia del Mitokado antes de separarse alzando la mirada al hokage.

—No estamos cómodos con la distribución de los médicos.

—Si un ataque similar al que se dio cerca de Konoha acontece, no estamos seguros de la respuesta de los nuevos médicos —afianzó Homura en apoyó a su compañera.

La mirada de Kakashi ya era pesada y no se esforzaba en ocultar el hastío que lo invadía. Siempre fue un hombre respetuoso de la función del consejo, considerando que era necesaria, y aun siendo testigo de todos los dolores de cabeza que le causaban a Tsunade, respetaba el rol que cumplían por más en desacuerdo que se encontrara ante las sugerencias. Pero esa mañana, ya se estaban convirtiendo en un grano en el culo ante la constante negativa sobre las decisiones tomadas con su personal de confianza, que, además, resultaban altamente competentes en sus funciones.

—¿A qué quieren llegar?

—En Konoha quedará la mitad de los ninjas médicos más fuertes, sin nombrar que el prodigio —la miró a Sakura provocando un respingo en la joven, por la forma en que la nombró—, también estará entrenando las nuevas fuerzas.

Kakashi entrecerró el ceño. No le gustaba por donde iba la conversación, y no se tranquilizó cuando advirtió a Seiyi moviéndose a su posición de apoyo, siempre a su derecha, con esa mirada de empalagosa furia centellando en los ojos.

—Repito, ¿a qué quieren llegar?

La anciana respiró pesado, sin cambiar el rostro duro que la acompañara.

—Solicitamos que envíe a la doctora Haruno en conjunto con las fuerzas que custodiarán las fronteras del norte.

—Los ánimos serán mejores entre los ninjas si saben que una ninja de elite está allí para curarlos —acotó Homura.

Kakashi no movió un ápice su expresión. Seiyi se acercó más. El duelo de miradas entre el hokage y el consejo se intensificó, uno que ya entendía no buscaba prevalecer en la razón del pedido, sino que lo estaban midiendo.

«Viejos de mierda».

Pero poco le importaba lo que pensaran.

—No.

—No es prudente su negativa, hokage —retrucó la anciana, firme en su postura—. La doctora es la única que podría hacerle frente a una nueva ofensiva agresiva.

Kakashi ni se inmutó pero igual debía responder.

—No voy a aceptar la sugerencia.

—No entendemos el porqué de su negativa —arremetió la mujer—. Sabe que nuestras razones son correctas, usted mismo lo vivió durante la última guerra.

El anciano a su lado carraspeó dirigiendo toda la atención del peliplata hacia él —Explique su negativa.

—No es necesario. Debatimos casi dos horas mis decisiones y no lograron cambiar ninguna.

—Esta fue una sugerencia.

—Me da igual.

—Su negativa me ofende, hokage —arremetió nuevamente la anciana, respaldando a su compañero.

—¿Y ese sería mi problema por?

Las palabras fueron ofensivas y Sakura sintió que Kakashi ya se estaba exponiendo. Nada justificaba la postura, ella era un buen apoyo logístico y moral, más allá de sus virtudes como soldado. El nerviosismo la invadió, y el temor al juicio que caería sobre él por la relación que mantenían si fuera descubierta, la impulsó a reaccionar sin prudencia.

—Hokage, creo que debería detenerse y meditar la sugerencia del consejo—. Kakashi posó esa dura mirada en ella ahora, la interferencia no era oportuna y menos contradiciendo su palabra—. A mi criterio no es-

—En este asunto, su criterio no es necesario, doctora Haruno.

—¡Pero entiende que podría ser mi ayuda vital en el campo de batalla! —no midió al responderle y se ganó la atención del consejo al hablarle de una forma que no la investía en el respeto que le debía como su hokage, superior y maestro—. Puedo acomodar mis funciones en-

—Doctora Haruno —la interrumpió Seiyi—, las estrategias de defensa y ataque son de mi competencia y especialidad, no la suya. Y estoy de acuerdo con la decisión del hokage de no tomar la sugerencia —la voz fue firme, la mirada con la que la interceptó no daban lugar a réplica, y fue verla abrir los ojos en sorpresa para luego florecer ese sonrojo de furia que le fascinaba para prepararse a una réplica que llegara en forma de silencio y obediencia; y cuando confirmara que esos preciosos labios quedaron sellados al fin, se fijó en los ancianos—. No es prudente exponerla.

—¿No es prudente? Es estratégico, general.

—Con mis respeto, señor —arremetió Seiyi— , no lo es.

—¡No sea irreverente!

—Me definiría más como consecuente de su comportamiento, pero acepto el cumplido.

Seiyi le sonrió retador, y el hombre apretó el puño en furia clavándose en esos duros ojos que destelleaban a perla, para luego observar a la joven quien no salía de su sorpresa.

—¿Qué sucede aquí? —reaccionó al fin la anciana y en ese instante Shikamaru advirtió que era momento de enfriar las cosas. Esperaba que los argumentos de Kakashi y su general fueran suficientes para cerrar la conversación, pero en medio de la batalla advirtió que los ancianos terminaron yendo también tras otra cosa que podían utilizar para desacreditar al hokage. Se habían dado cuenta de que la relación que sucedía entre alumno y maestro no era tal como parecía, y no dejaría lugar a que en ese día lo confirmaran. La batalla de prejuicios en la que entrarían, no sería oportuna en esos momentos en que la verdadera guerra podía estar tocando las puertas de la aldea y del país.

Respiró hondo y carraspeó luego llamando la atención.

—Disculpe hokage, la sugerencia del consejo no es desacertada en motivos —. Kakashi quería simplemente matarlo con la mirada que le echó, Seiyi no se quedaba atrás—. Pero creo que el consejo, con su vasta experiencia, entiende que sí inoportuna.

Los ancianos lo miraron contrayendo el ceño. Conocían la astucia del Nara, y respetaban la inteligencia que el joven demostraba a su corta edad.

—Explíquese.

—Las investigaciones de inteligencia realizadas a raíz del último ataque, nos permitieron saber que los insurgentes ya conocen del negatiboru. Y lograron identificar los ninjas que lo saben ejecutar. En conclusión, van tras los médicos.

Esperó una protesta pero fue silencio lo que recibió, uno que le supo a victoria.

—El hokage y su general están al tanto de esta situación, y tomaron la determinación de resguardar a los médicos enviando sólo los más fuertes, siempre y cuando cada uno contara con un ninja capaz de ejecutar el chidori, por protección— suspiró—. Si bien el negatiboru se optimizó permitiendo a un ninja normal ejecutarlo varias veces sin sucumbir, no superarán ni llegarán a los niveles de Sakura en mucho tiempo. Si realmente se da una ofensiva de las características de la cuarta guerra, ella sería nuestro respaldo final.

Los ancianos asintieron, cuchicheando algo entre ellos.

—Si esos son los únicos argumentos para desestimar nuestra sugerencia, entiende que no son suficientes, jovencito.

El Nara sonrió.

—No, señor, no son los únicos. Uno de los espías de la división del general Hyuga, logró infiltrarse y descubrió que todos los ataques pequeños de guerrilla se hicieron con un único plan: estudiar nuestros movimientos. Nuestro enemigo cuenta con la ventaja de la persuasión por el monento, aun no damos con sus bases, y está aprendiendo de nosotros a una mayor velocidad de la que nosotros lo hacemos sobre ellos.

Los miró humedeciendo los labios, ya le picaban por las ganas de un cigarrillo.

—La sorpresa —dijo al fin el anciano.

—Yo no podría haberlo dicho mejor.

El hombre respiró hondo para luego mirar a su compañera quien asintió entendiendo la pregunta en esa mirada.

—Hokage, ¿no era más fácil explicarlo de esa forma?

Kakashi no movió ni un ápice la molestia en su semblante.

—Era más sencillo confiar en mi criterio. Para eso me pusieron aquí.

El hombre no dijo nada, pero al ponerse de pie instantes después, se entendía que apoyaba la estrategia adoptada.

—Buen trabajo, caballeros —dijo la mujer al imitar a su compañero luego de tomar la mano que la ayudó en la tarea—. La próxima vez, esperamos que las explicaciones sean más claras.

—Lo serán —apuró a acotar el Nara, para evitar que Kakashi o Seiyi iniciaran otra contienda. En sus miradas no había más que furia.

—Señorita Haruno —la nombraron esperando el saludo que esta les dio de inmediato inclinándose en respeto.

Y se retiraron siguiendo al Nara quien les abrió la puerta para facilitarles la tarea, indicando a dos cadetes para que los acompañaran a sus vehículos, antes de correrse del medio y dejarlos pasar. Cerró las puertas de la oficina, esperando unos instantes para asegurar que la distancia de los ancianos en el pasillo, fuera la suficiente para volver y hablar son interrupciones.

Seiyi encendía ahora un cigarrillo, mientras que Kakashi observaba con reprimenda en la mirada , a una apenada pero no menos firme Sakura.

—No se puede fumar aquí —le dijo al Hyuga, quien ni siquiera reparó en el pedido—, está prohibido, general.

—Abre la ventana —dijo luego de la primer calada.

Kakashi le indicó con un ademán que le obedeciera, recibiendo una queja de parte de este antes de realizar lo pedido.

—Kakashi, tenemos muchos documentos que enviar. Y cuanto antes. No me fio de la tranquilidad del consejo al tomar tan rápido mi explicación.

—Yo tampoco.

—Fuiste convincente, Nara —acotó Seiyi sonriéndole al tomar la segunda calada—. Eres astuto, muy astuto.

Sakura los observaba hablar, mientras se abrazaba a sí misma. La mirada fría de Kakashi le indicaba lo que le esperaba, lo había contradicho aunque tuviera sus razones, y si bien se plantaría disculpándose sólo por ser su superior, no por ello no sentía la molestia de una futura discusión. Pero lo que realmente le erizó los vellos, fue la mirada que le echó el Hyuga al soltar el humo luego de hablar con Shikamaru. Esa mirada... la había observado por primera vez hacia ella aquella tarde luego del beso, y le estremeció lo que significara.

—Enviemos las formas ya, antes de que siembren dudas. Quien pega primero en las cuestiones de guerra, pega dos veces.

—¿Qué necesitas para proceder, Shikamaru?

—Tengo cuatro formas pendientes que revisar y dos más en camino. Necesito tu supervisión y firma. Pero, además... hay un asunto —se frotó los ojos con los dedos conteniendo la ansiedad—, tengo un comisionado de Takumi, por el tema del pase fronterizo.

—¿Está aquí?

—Llegó antes que los ancianos, lo tengo esperando.

—¡Mierda! —Kakashi apretó el puño, los asuntos de guerra eran más urgentes pero no podía desatender al Lev, sabía que sus hombres le serían útiles en las batallas venideras, si se daban. Miró a la pelirrosa que esperaba ansiosa en su lugar antes de volver al Nara— Atendamos primero al comisionado. Ese tema hay que cerrarlo ahora, vamos.

Este le asintió y cuando Kakashi se puso de pie, Sakura se acercó.

—Hokage, me gustaría hablar con usted por lo que-

—A mí también, Sakura.

—Si está ocupado, regreso más tarde.

No quería dejar pasar tiempo para hablar con ella de lo sucedido, menos hacerlo en casa. Su hogar, con ella y Sarada, era un refugio, las discusiones del trabajo quedaban en el trabajo ni bien cruzaban las puertas de salida. Y si la dejaba ir, sabía que no la vería hasta la noche. Observó a Seiyi en ese instante, quien ahora se dirigía a paso calmo hacia el sillón. No se iría de su oficina tampoco, y no esperaba que lo hiciera. Tenían que cerrar estrategias que prometieron al consejo. Una vez más, se quedaría sólo con ella y no le gustaba.

Apretó los dientes cuando el Nara lo llamó ya al lado de la puerta.

—Espérame aquí, Sakura.

Ella quiso replicar pero la mirada que le echó no le dio lugar.

Respiró hondo cuando cerraron la puerta al salir, forzándose a mirar hacia otro lado que no fuera el sillón con el Hyuga sentado en medio, cruzado de piernas a su mejor estilo de superioridad, mirándola con esa dureza que provocaban en ella de todo menos lo que debiera.

Carraspeó volteando para ir hacia los ventanales. Si le tocaba esperar en la misma habitación que él, lo haría de la mejor forma y los grandes ventanales hacia Konoha le relajaban.

Seiyi la observó caminar alejándose de su ubicación. No pudo evitar sonreír ante el nerviosismo que emanaba, la sabía incómoda a solas con él, más bajo su mirada y eso no podía complacerle más. No se perdió detalle de cada centímetro de ese delgado cuerpo que se contoneaba apenas en cada paso, con las precisas curvas marcadas a fuerza de entrenamiento. Disfrutaba de sólo observarla, tan opuesta a sus gustos en el pasado y tan adecuada en ese preciso instante. La resistencia de la pelirrosa unida a esa ingenua lascivia que derrochó delante de él en la fiesta, lo tenían encendido aun sabiendo que nada podía suceder. Lo tenían insatisfecho esclava tras esclava, de tal forma que si hasta debiera estar enojado con ella, y en su lugar solo quería devorarla.

Por primera vez en su vida entendía lo que le sucedía a Kakashi con ella, si hasta llegó a creer que él estaba peor. El momento en que el consejo sugiriera enviarla a combate, movilizó todo él, haciéndole caer en la cuenta que separarse de esa joven le sería doloroso, pero perderla por otros, simplemente insoportable. Y no fueron las palabras de esos viejos lo que más le enfurecieron, fue el espíritu de Sakura, ese combativo y altruista que la llevaba a meterse en el ojo de la tormenta. Lo fue con Naruto, también con Sasuke, hasta con él que apenas lo conocía, y los soldados del ataque. Ella daría su vida por otros, pero él no estaba dispuesto a cederla por nadie.

—Sakura —le llamó al fin.

Ella dio un respingo girando apenas el rostro, sólo lo suficiente para verle unos segundos de reojo, pero no le respondió. No se sentía cómoda. Sin Sarada en medio, la mirada del varón no se teñía con esa dulzura que observara días atrás. Y temía. Aunque no sabía a qué.

—Mírame.

La observó respirar hondo tras la orden, demorándose unos instantes antes de girar lentamente, tomando las manos al frente al mirarlo con algo de preocupación y las mejillas encendidas.

Seiyi no le sonrió aunque ganas no le faltaran. La imagen que la joven le devolvió en ese momento era simplemente exquisita. Tantas cosas le haría, de tantas formas la tendría... que tuvo que pensar en otra cosa para calmar las ganas manteniendo ese semblante imperturbable e indescifrable que tanto caracterizaban a su persona.

Tomó una nueva calada, observándola estoico antes de hablar nuevamente.

—Ven aquí —y le señaló el exacto lugar en el que debía detenerse, uno que la dejaba a escasos cincuenta centímetros delante de él.

La vio respirar hondo dudando en obedecer.

Pero fue esa nueva calada que tiñó la mirada de dureza y no necesitó que le repitiera nada.

Caminó lentamente hacia él, sin entender porqué lo hacía, conservando algo más de la distancia demarcada, aunque poco le serviría cuando el Hyuga le hablara nuevamente.

—¿Dije acaso que te detuvieras?

Dio los tres pasos que le restaban, quedando vacilante casi sin querer cruzar miradas. Aunque poco le duró, cuando se topó con esos oscuros ojos que destelleaban a perla, que la escrutaban profundamente, haciéndole sentir tan indefensa, casi desnuda, que necesitó pestañear para soportarlo.

—Quiero que me cuentes que hiciste mal hoy.

Ella supo de inmediato a qué se refería, pero entendía que no lo había hecho con malas intenciones y se sentía demasiado frustrada como para ceder, entrando en el conflicto de la necesidad de responder ante el hombre y de su propia intención.

Respiró hondo, inflando las mejillas después. No quería hablar y Seiyi notó esa resistencia. Sonrió antes de dar una nueva calada sin quitarle los ojos de encima. Le encantaba que la chica no dudara en su obstinación ante él, nadie lo fue antes.

—¿Y? —soltó el humo hacia un lado—. Estoy esperando.

Las mejillas de Sakura se encendieron pero no en pena, fijando esas preciosas pupilas jade en las perlas de él. Estaba molesta.

—Intenté ayudar al hokage —balbuceó.

—¿Y cómo lo ...intentaste?

—No estuvo mal lo que hice, Seiyi.

El varón tomó una nueva calada, mientras extendía el brazo libre sobre el amplio respaldar, acomodándose mejor. Nunca dejó de mirarla a los ojos mientras soltaba el humo otra vez, percatándose de lo nerviosa que la estaba poniendo.

—¿Segura?

—¡Sí! El consejo lo estaba presionando y él queriendo protegerme... iba a... sabes que son muy conservadores y-

—¿Y?

Ella lo miró entrecerrando el ceño, extrañada y ya más molesta que antes.

—¿Qué cómo y? ¡Seiyi! Sabes que pueden usar eso en-

—Dime una cosa —la interrumpió observando su cigarrillo, como si poco importara lo que ella intentaba explicarle—, ¿alguna vez contradijiste las decisiones de Tsunade?

—No entiendo a que-

—Responde lo que te pregunté —y tomó la última calada decente.

Ella resopló endureciendo los ojos. Su rostro era un poema, uno que Seiyi disfrutaba de sobremanera.

—No.

—¿Por qué no?

—Porque era la hokage —dijo entre dientes.

—O sea que sólo obedeces porque es tu superior y ¿nada más? No te creía una mujer tan básica.

—No lo soy, Seiyi.

—Entonces, ¿por qué no le contradecías a Tsunade? —. Con la mano le indicó que le alcanzara el cenicero que posaba en la otra punta de la mesa ratona, fuera de su cómodo alcance—. Claro, además de porque era tu superior.

Ella se lo entregó disimulando la mala gana, sin recibir ni siquiera un gracias a cambio. Y cuando hundió la colilla apretándola para apagar las cenizas que quedaban, la miró alzando una ceja en reclamo.

—Porque tenía experiencia, tomaba buenas decisiones.

—Eso me gusta —y le sonrió, apoyándose nuevamente en el respaldar del sillón luego de dejar el cenicero sobre la mesa ratona cerca de él—. Dime, ¿Kakashi toma buenas decisiones?

—Sí. Es un excelente estratega y calcula cada movimiento. Siempre lo admiré, aunque a veces lo considerara algo flojo y-

—Entonces toma buenas decisiones...

—Eso dije.

Seiyi torció la boca sin dejar de mirarla. Ella movía impacientemente los dedos de la mano derecha, que pronto ocultó al cruzar los brazos sobre su pecho. No le entendía.

—Entonces, ¿porque lo contradijiste frente al consejo?

Abrió los ojos grandes en ese momento, comenzando a comprender a dónde quería llegar Seiyi con todo eso. Y no pudo avergonzarla más, el saber que más allá de las buenas razones que ella tuviera, le había complicado a Kakashi más de lo que lograra ayudarle, le golpeó el ego con fuerza. Y que fuera Seiyi quien la estuviera reprendido antes que el peliplata, se sentía peor.

—Yo...

—Yo nada, Sakura —la seriedad cubrió el semblante de Seiyi y en ese instante la chica borró cualquier atisbo de furia. Lo había entendido, su intento de ayuda había sido una reacción poco inteligente—. Nunca se contradice al superior, más si es uno tan idóneo como Kakashi. Si su estrategia no era enviarte al frente, no lo discutes.

—Pero...

—Nada, Sakura. Si tienes algo que decir, pides una audiencia privada. Frente a otros congéneres o al consejo, aceptas la disposición del hokage, a menos que tengas una oferta mejor. Y no la tenías.

—Pero...el consejo estaba entendiendo que me protegía y-

—¿Y qué si te protegía?

Ella quiso replicar pero la mirada que le echó el varón la detuvo. Apretó los labios para contenerse y sus mejillas se colorearon nuevamente, aunque no había nada tierno en ello. Su mirada volvió a endurecerse tras segundos de medirse, teniendo que finalmente ceder, el Hyuga estaba siendo más fuerte y se encontraba perversamente disfrutando del momento.

—No deberías ser tú quien me dice esto.

Seiyi carcajeó ante la ocurrencia.

—¿No?

—No. No tienes autoridad formal sobre mí.

Los puños en ese cruce de brazos que la protegía vanamente, se apretaron cuando esos oscuros y exóticos ojos se cruzaron desafiantes con los de ella una vez más. Y no debería haberlo hecho, porque la emoción que brillaba en ellos ahora, era otra y no pudo evitar contener la sorpresa que le causó cuando al fin la entendió.

—Me desafías, Sakura.

—N-no, no lo hago...pero piensa lo que quieras.

Le sonrió. Una sonrisa de perverso encanto que le hizo florecer en ella las mejillas en la justa provocación. La respiración se le aceleró, siendo el Hyuga consciente de cada reacción que producía, entendiendo que las ansias por tenerla no se irían jamás. Y le picaron las ganas en ese momento, unas que difícilmente podría dejar pasar pero mantenía a raya, hasta que la observó humedecerse los labios.

Se puso de pie en ese instante, motivando el paso atrás que se vio obligada a tomar cuando se acercó demasiado.

—Estás desafiándome, preciosa.

—Seiyi, n-no es así —huyó de esa mirada.

La mano que antes tomaba el cigarro ahora lo hacía con su mentón alzándole el rostro hacia él. No era el movimiento más estratégico que podría haber hecho con ella, pero entendía era solo la punta del iceberg de lo que quería hacerle en ese preciso instante, y se estaba conteniendo muy bien.

Le sonrió al inclinarse, posando la mirada en esos labios rosados que temblaban, aunque esos hermosos ojos jade lucharan por mantenerse dura. Y él simplemente adoró el intento. Era perfecta.

—Me encanta que me desafíes.

—No es...n-no es e-eso...Seiyi.

Y ahora era ella la que posaba su atención en la boca ajena, sabiendo que debía soltarse de ese débil amarre para alejarse al fin, pero su cuerpo obraba bajo instintos propios que no obedecían a lo correcto.

Se acercó lentamente, notando que ella no hacía ni haría nada por detenerlo. Igual que aquella vez en su casa, tan reticente y entregada a la vez. Y cuando escasos centímetros lo separaban de esa boca, se detuvo sonriendo victorioso y la soltó alejándose al fin, dejándola confundida y deseosa.

Sakura pestañeó varias veces, primero sin mirarlo, luego reparando en él, que ahora se acercaba a las ventanas dándole la espalda, prácticamente ignorándola. Respiró hondo, pero no para aliviarse. Se humedeció los labios después. Y apretó las manos en puños nuevamente.

¿Otra vez había querido besarla? Pero no era tan grave eso sino la traición de su cuerpo al no haberse resistido en nada, y al dejar en evidencia la poca voluntad que tenía frente a él. Ya era la segunda vez que le sucedía y no iba a pasar desapercibido el hecho para alguien tan experimentado como Seiyi. Y le enfureció.

Le enfureció saberlo tan arrogante y seguro de ella, saberlo tan en control. Le enfureció que se hubiera fijado en ella y que la provocara, y que su cuerpo no pudiera resistirse. Lo odiaba y a la vez... le excitaba todo lo que le hacía.

—Seiyi —le llamo al fin sin que este se inmutara— ¿Qué crees que haces?

Seiyi sonrió, pero no volteó a verla.

—Te recuerdo el respeto.

—No me refiero a eso, lo sabes.

Estaba preciosa, reclamándole así, dándole pelea. Había picado tal como él lo deseaba, aunque no lo esperaba. Así que acomodó su sonrisa a una más calma y giró hacia ella con las manos en los bolsillos de su pantalón, con una tranquilidad que enervó aún más la furia de esa joven.

—No, no lo sé.

—¡Seiyi! —la furia tiñó nuevamente sus mejillas, y si bien no le faltaba ganas de ir hacia ese hombre a plantarle unas cuantas en la cara, no lo haría porque aun molesta, la imagen del varón mirándola de esa forma, con la ajustada camisa oscura que tan bien lo demacarba y ese cabello pesado adornando exquisitamente los anchos hombros, iban siendo suficiente motivo para que su cuerpo hiciera lo que le viniera en gana, y no lo que ella quería—. Casi me ... ¿entiendes que casi... me...

Un nuevo sonrojo la invadió ante su incapacidad por siquiera mencionar la palabra que describía lo que quiso hacerle.

Y lo que le haría.

Y fue verla suspirar, mordiéndose el labio inferior luego, para tomar al fin la desición por ella, cuando solo unos pasos lo tuvieron en frente, cerca, muy cerca.

—Casi qué.

—¡No te hagas el tonto! ¡Lo sabes! —le reclamó aumentando esa sonrisa de victoria en él, mientras se inclinaba apenas hacia atrás para conservar la distancia que sus pasos no reclamarían.

—Si te pregunto es porque no lo sé.

—¡No me tomes de idiota!

Carcajeó acercando el rostro hacia ella, al cerrar espacio.

—No lo hago.

Estaba preciosa. Con esa mirada encendida de frustración, las mejillas sonrojadas y esa escasa resistencia a él, que aún sabiendo que nada de lo que haría sería correcto, no se contendría más. La suerte estaba echada y no de su lado, por lo que robaría para él lo poco que acaso estaría a su alcance.

Y fue en el instante en que la chica abrió la boca para replicarle, que le tomó el rostro con ambas manos y le cerró los labios en un nuevo beso.

Ella se estremeció ante el contacto, luchando al principio aunque su cuerpo ya había cedido instintivamente a la caricia que le tornó los párpados pesados dando paso al gemido ahogado que se le escapó después. Uno que lo tuvo a él empujando la lengua en esa boca, solo para sentir su sabor una vez más. Que lo tuvo gruñendo, contrayendo el ceño por el placer que un acto tan casto para su persona, le provocaba jalándole las ganas por más y a la vez solo por sentirla así.

El beso se profundizó, a cada segundo se tiñó de fiereza, una que la tuvo a ella inadvertidamente cerrando las manos en la cintura del varón, sosteniéndose de su camisa para recibirlo mejor, porque si a algo temía de ese hombre era a su sabor, a ese embriagante calor que tomaba todo de ella en un acto tan puro.

Y fue un instante en que abrió los ojos otra vez, constatando el lugar en el que estaban para odiar su reacción.

Se separó de golpe, empujándolo apenas, tocándose la boca al dar un paso atrás. Y lo miró. Con reclamo y con preguntas, con miedo y excitación.

Él no esperaba nada más, y tampoco la persuadiría a hacerlo. Sólo la seriedad era la que bañaba su semblante porque ahora la tortura de las noches con su esclava ya ni siquiera osarían a calmarle la carne. Ya no servirían de nada.

—¿Qué hiciste? —le reclamó con temor en la mirada.

—Qué hicimos, dirás.

La furia le apretó los dientes a Sakura, y fue un bofetón con ganas el que desfogó esa frustrada excitación en la mejilla del hombre, girándole apenas en rostro

—¡Basta! ¡Ya deja de jugar conmigo!

—No estoy jugando —le dijo cuando volvió a ella.

—¡Sí! ¡Sí, lo haces! ¡Cada vez que me provocas, que me buscas! —una lágrima intentó brotar de sus ojos, pero la contuvo a fuerza de ardor en su garganta— Esto, Seiyi... ¡esto no es real!

—Lo es, Sakura.

—¡No! ¡No lo es! ¡Esto es solo un capricho tuyo porque te dije que no y buscas-

—¿Estás segura de que me dijiste que no? —le interrumpió, ahora la furia hacía apenas mella en él.

Lo miró. Y se quedó sin palabras.

Intentó replicar algo, pero esa pregunta la había descolocado y tal vez, solo tal vez, por un segundo sintió que esa era la verdad, que ella le deseaba tanto como él, pero decidió que no quería ni iba a reconocer la respuesta.

Ella estaba con Kakashi y él era su amigo, uno que no entendía que no era la mujer que debía provocar. Y quizás eso lo tenía prendado de ella, quizás por eso osaba a confundirla, aunque en ese punto no tenía culpa alguna, ya que ella no debía sentirse así. Que la confundiera significaba más de que lo que estaba dispuesta a admitir, elegir enojarse con él era quizás la mejor respuesta que encontraría en ese momento. Cerrar esa puerta, arrancarlo de una vez, porque él allí, con ella, sobraba.

—Eres... cómo me confundí contigo...—esnifó disimuladamente —Eres un idiota, Seiyi — le dijo al fin para luego voltear dirigiéndose a la salida—. Esperaré a Kakashi afuera.

Seiyi la observó caminar hacia la puerta sin hacer nada, aunque las ganas de tomarla y arrastrarla a él no le faltaban. Respiró hondo cuando la puerta se cerró violentamente tras ella, llevándolo al bolsillo de su saco para extraer un nuevo cigarrillo.

Sabía que con lo que hiciera la alejaría de él, y mentiría sino reconociera que le molestaba. Pero no pudo contener el impulso al tenerla tan cerca, y ni siquiera lo consideraba incorrecto, porque si bien estaba jugando al tercero en esa especie de relación, ese número sería imposible sin la duda de ella.

Sonrió molesto, aunque era más el dolor el que calaba en su semblante, antes de encender el cigarro, y se dirigió hacia la ventana abierta para soltar la primera calada.

Esa chica era única.

Y si bien le pesaba la incertidumbre del asunto, algo en él no la soltaba, porque por más que su razón le insistiera con el exilio, su instinto le decía que ni siquiera con eso alcanzaría para olvidarla.

Caló de nuevo de su cigarrillo, mirando a la nada.

Aun le picaban los labios y saberla detrás de la puerta no ayudaba en nada. Y fue peor al mirar hacia el sillón donde esa noche la había contenido durmiendo juntos por más de dos horas.

Y se maldijo.

Maldijo la hora en que ella le intrigara.

Maldijo el momento en que consideró siquiera conocerla.

Y maldijo a su amigo por meterlo en esto.


Holiiiiiisssss.... ¿cómo están?

Antes que nada....¡Feliz año nuevo!

¿Que tal arrancaron el 2022? Yo, medio herida y en falta con ustedes jajajajaja... perdón, perdón. Pero es que anduve de vacaciones y de fiesta, de todo un poco, y no llegué a terminar a tiempo el cap.

Pero... ¡aquí está! Y si bien sé que a algunas les gustó muchísimo, sé que otras se pueden haber quedado con algunas ganitas. Pero bueno, así es la historia. Yo les digo que la disfruten así como viene. 

Mientras puedan je je je 

Bueno, nada. Espero que hayan terminado bien el 2021, de fiesta, tranquilas, en familia o amigos, o solos ¡como más le guste! Y que hayan arrancado el 2022 con ganas. Sé que del 31 al 1 no cambia nada, sigue siendo un día más, pero creo que la excusa esta de dar un cierre nos brinda la posibilidad de un balance que quizás ayuda a ordenar un pocos las cosas, claro a quien le guste así. 

En fin, me embrollé. jajajaja

Ahora, digname ¿que tal les pareció el cap? A que Seiyi no es tan malo je je je

Ahora sí, las dejo. Nos vemos en una semanita, más o menos.

PD: Dedicado a mi loca adorada de  @KinoeSenju ¡pa que te mejores de la gripa!

PD2: @luzbell72, bonita ¡¡acá ta!! 



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