Capítulo 35
—Perfecto Noozomi, mañana sólo me dedicaré a los pacientes, así que hiciste bien en organizarlo así.
La secretaria le sonrió sin poder ocultar la mueca de cansancio en su rostro, y tomó al fin su abrigo para retirarse. El día había sido largo y agitado, sobre todo en la coordinación de la agenda de la doctora Haruno, más allá del resto de sus obligaciones. Y así había sido durante las dos semanas previas. La pelirrosa tenía el tiempo más justo que nunca, dedicándose al proyecto de defensa junto a Shizune y Sasuke, lo que colgaba trabajo de administración y como médico, obligando a Noozomi a hacer malabares para balancear la agenda, con un nivel de estrés que la tenía agotada. Aunque la alegría con que retornaba su jefa de dichas reuniones los últimos días, le hacían saber que pronto pasaría la tormenta.
—Y, un cosa —la detuvo en su preparación— ,te prometo que voy a darte todos tus días de franco juntos.
—No es necesario, doctora.
—Sí, lo es. Y no discutas conmigo. — El dedo intimidante que se alzó acompañando a la frase le hicieron sonreír divertida a la joven.
La chica sabía que esa reprimenda no era tal, y se inclinó en saludo para retirarse antes de colgar la cartera en su hombro.
—Que tenga una buena noche, doctora.
—Tú también —dijo respondiendo al saludo antes de entrar a su oficina.
Era tarde. La última semana siempre salía dos horas después del cierre de la jornada, y no le molestaba, sólo que ya le pesaba tener que arrastrar a su joven secretaria en esa vorágine. El trabajo se había vuelto una locura luego del ataque, corriendo en contratiempo con las investigaciones, más allá de que después de ese suceso todo se hubiera vuelto demasiado calmo, lo que la incitaba a tener mejores resultados y en menos tiempo para estar preparados. Y por suerte, no sólo funcionaba así en ella, ya que Shizune y Sasuke no tenían descanso avanzando con un contraataque sobre las varas. Por fortuna, lo habían logrado comunicándoselo al hokage esa misma tarde para que se instruyera a los grupos de ninjas en el campo.
Y ella logró mejorar el negatiboru para no dañar tan rápido al emisor, aunque sólo pudieran ejecutarlo exitosamente aquellos ninjas con mejor manejo del chakra. Por suerte, su persona había inspirado a muchos centrando su entrenamiento ninja en las virtudes que ella tuviera, lo que resultó en un mayor número de ninjas con esa habilidad, aunque no alcanzarán su resistencia o la de Tsunade, siendo ellas prodigios.
Suspiró encendiendo las luces y cuando alzó la mirada a su escritorio, se encontró con el pequeño ramito de flores de cerezo.
Sonrió y esa sonrisa iluminó todo su rostro.
Arrojó las carpetas que traía sobre la camilla de su despacho, y fue rápidamente a tomarlas.
Nuevamente Kakashi le dejaba un regalo que desbordaba romanticismo por todos lados. Eran las flores que honraba su nombre y no florecían en esa época, lo que volvía al gesto en uno exótico digno de un amante dedicado.
Ni bien respiró su aroma, buscó la tarjeta que cada vez acompañaba a esas flores. Y allí estaba, escondida en medio del ramo, igual que siempre. Pero la diferencia de ese día radicaba en la frase que rezaba: "¿A qué no sabes qué?"
Entrecerró el ceño girándola para revisar sino había una pista al dorso u otro mensaje. Esa pregunta era demasiado amplia y no le decía nada. Le encantaban los juegos que él siempre le planteaba con los regalos, así había sido las últimas semanas. Pero no lo entendía esa vez.
Lo pensó unos instantes, buscando en la conversación durante el desayuno algo que pudiera orientarla. Pero no, excepto de los besos por demás cariñosos, el resto había sido cotidiano.
Y debería quedarse con la duda hasta que pudiera reunirse con él lo que le haría esperar dos horas más, sino tenía suerte. Últimamente ambos estaban muy ocupados, así que el tiempo juntos se limitaba a una rápida cena entrada la noche, cortas conversaciones en la cama y el desayuno, ya que prácticamente si vivían juntos, porque Kakashi fue muy persuasivo cada vez que ella decidiera regresar a dormir a su propio departamento, logrando que noche tras noche la pasara con él, y que cada semana la casa del peliplata se llenara con más cosas de ella.
Ya llevaban más de un mes conviviendo de esa forma, sintiéndose cotidianos y cercanos como si fueran una pareja, aunque mantenían la reserva hacia los demás. No se dejaban ver salir ni entrar juntos, no habitualmente, y el duro invierno que quitaba la gente en la calle se lo estaba haciendo fácil. Pero pronto acabaría y deberían saltar a otras estrategias.
O sentarse hablar de lo que estaban haciendo y como seguirlo.
Suspiró.
Ya calaba duro en ella la necesidad de ponerle un nombre a lo que estaban viviendo. Sobre todo, luego de que él le mostrara por completo su lado perverso, el del amo conocido como Lomo Plateado. A partir de ese momento, el comportamiento de Kakashi se volvió aún más protector y romántico, agasajándola con detalles sorpresivos, demostrándole su cariño aunque jamás se lo mencionara.
Porque nunca se dijeron en palabras lo que sentían. Por lo menos no ella, aunque entendía que a veces se le escapaba durante las fuertes sesiones, disimulándolo rápidamente al atribuírselo a los actos placenteros y no a la persona que los provocaba.
Pero a él jamás se le escapaba nada. No lo sentía distante, pero tampoco totalmente presente. Como si su conexión aún fuera en cierta medida incompleta.
O temporal.
Y allí, en esos momentos, cuando esa idea volvía a plantarse entre sus dudas con la fuerza del primer día, las palabras de Seiyi se colaban: "¿Él está contigo?". Y la molestia que ya existía antes de que el varón si quiera lo mencionara, cobraba fuerza otra vez entre sus pensamientos.
Si bien entendía que era el Seiyi rechazado quien la hostigara con esa intriga, tan lejos de la verdad no estaba, porque Kakashi siempre huía echando a mano las responsabilidades del hokage o iniciando una nueva sesión de placeres imposibles de rechazar, cuando las conversaciones se teñían de sincera profundidad, y amenazaban con confesiones necesarias.
No le enojaba realmente esa actitud, aunque ya lentamente se filtraba un dolor picoso de la finitud que siempre percibiera, aunque decidiera ignorarla al principio argumentando que era simple experimentación con un hombre caliente y de suma confianza, o que pronto todo se aclararía. Pero ahora... ahora sentía que ya no podía colocarse excusas a lo que le estaba sucediendo en su interior y seguir adelante como si nada. Ya le pesaba.
La carraspera detrás de su espalada le llamó la atención, haciéndole voltear de inmediato mientras mantenía entre sus manos, apretado, el pequeño ramito rosado.
El rostro se le iluminó con la amplia sonrisa que se dibujó al ver a la persona que se encontraba de pie, con el abrigo entre sus brazos, esperando a que la atendieran.
—¡Hokage! —acotó con emoción conteniendo las ganas de ir a abrazarlo, y carraspeó para acomodar la voz a un tono más profesional—. No le esperaba a estas horas. ¿Se siente usted bien? —disimuló sonriendo cómplice, ya que había gente en los pasillos que perdieran oírlos.
—Doctora Haruno, emmm... Sí, tengo un terrible dolor de cabeza y no estaba su secretaria así que me tomé el atrevimiento de golpear.
Ella le indicó que pasara con un movimiento de mano, a lo que él respondió de inmediato, cerrando la puerta al entrar y colocando llave, como hacía cada vez que iba a buscarla.
Y cuando se adentrara lo suficiente para que ya nadie desde afuera pudiera llegar a apreciar nada, Sakura se abalanzó hacia él, rodeándole el cuello con ambos brazos, mientras él se bajaba la máscara para recibir ese beso que venía cargado de ganas.
—Me sorprendiste con el ramito —le susurró cuando se separaron apenas.
—Me alegro.
—¿Cómo las consigues?
—Ummm... es más romántico si es secreto.
Ella carcajeo y buscó sus labios otra vez por unos instantes en los que los saboreó a gusto, mientras él se dejaba hacer apretándola contra su cuerpo.
—Creí que hoy... —un corto beso la silenció— saldrías... tarde... ¿No tenías una...reunión por... lo de... Sasuke?
La besó él antes de responderle, empujándolo contra su escritorio para subirla luego y colarse entre sus piernas al alzarle la falda. Agradecía que la chica siempre eligiera esas prendas para vestir a diario.
—Resulta que, gracias a una doctora que me gusta mucho, se pudo coordinar antes estrategias de defensa con el mando de las fuerzas especiales.
No lo nombró directamente, pero Sakura igual se tensó apenas ante la mención del cargo de la línea de soldados que aún lideraba Seiyi, lo que lo llevaba a él. Kakashi estuvo reunido con él antes de ir a buscarla.
Desde esa tarde en la que el Hyuga se sincerara brutalmente, no lo había cruzado más. Abandonó el tratamiento, pagándole aun por las consultas no tomadas, y no se apareció más por lugares comunes en donde antes lo topaba, creyendo en ese entonces que era mera casualidad encontrarse así, aunque ahora caía en la cuenta de que estaba equivocada, él buscaba esas coincidencias.
Tres semanas ya habían pasado desde aquel beso, tres semanas en las que los nervios se le arremolinaban en el estómago cada vez que creía verlo en otra persona, aliviándola con la amarga decepción cuando no se cumplía la ilusión, y que, sin entender el porqué de esas sensaciones que antes no le ocasionaba, el Conde y la precisa provocación que desplegara esa noche en que cambió todo entre ellos, y ese beso robado que tan minuciosamente saboreó por su propia mano, la asaltaban si premeditaciones cuando algún detalle lo recordaba. Pero elegía no pensarlo. Elegía dejarlo en el pasado como tal vez una rica aventura con la que había tropezado sin más, o esos sucesos sin explicaciones que simplemente sucedían en la vida.
Así que espabiló y se prendió al juego de celos que desplegaba su ex sensei, porque sabía que la estaba provocando y ella no podía resistirse. Imaginarlo en los brazos de otra mujer, le mordía el malestar más profundo que yacía en su interior.
—¿Así que tienes una doctora que te gusta?
—Sí —la besó— ,no sólo me gusta, me la tiro todas las noches.
—¿Ah, sí? —sonrió pícara para después llevar una de sus manos rápidamente hacia el abdomen del varón clavándole un pellizco.
Este se quejó entre carcajadas.
—¡Te voy a dar tirarte a doctoras!
—¿Si? —carcajeó una vez más, sobre sus labios ahora mientras las manos que yacían en las caderas de la joven se cerraban masajeándolas con evidentes ganas— ¿Qué me vas a dar?
—¡Nada! ¡No te voy a dar más nada!
—Oh. ¿Nada de nada? ¿Ni siquiera un beso?
Ella sonrió mordiéndose el labio inferior, la expresión del varón mientras se acercaba más a ella discutiendo, mirándola a los ojos con hambre, le encantaba. Y cuando los dedos se cerraron exigentes sobre su cintura, ella fue la que se abalanzó a esa boca para devorarla una vez más, gimiendo en el preciso instante que la lengua del peliplata acarició la suya. Le fascinaba el sabor de ese hombre, el calor, la vehemente demanda. Y en ese instante decidió que lo quería a él, todo él, que siempre lo quiso y que lo que le sucediera con Seiyi, no fuera más que el morbo de ser observada y deseada por alguien más, alguien tan apuesto y dominante como su ex sensei.
—Y ahora... —dijo al separarse con pocas ganas de esa boca— ¿Me explicas esto? —Y lo soltó para tomar desde el escritorio la pequeña tarjeta que venía con las flores.
Kakashi carcajeó grave. No le hizo falta leerla para recordar las palabras, en definitiva las había escrito de su propio puño.
—Raro— le dijo riendo.
—¿Raro? ¡Sí! Es rara la frase. Explícame, nunca fuiste tan misterioso.
—Es raro que no te hayas dado cuenta.
Ella entrecerró los ojos con un dejo de molestia, observándolo sonreír divertido por unos segundos, para luego leer nuevamente la tarjeta, reparando ahora que tenía escrita una fecha. No le había llamado la atención antes, Kakashi tenía esa extraña costumbre de fechar sus notas. Ya como ayudante del hokage lo había notado, lo que para ella ese detalle ni resultaba ajeno a las acciones del hombre.
Pero ahora...
—Kakashi...fechaste mal la tarjeta.
La sonrisa del varón se ensanchó.
—¿Mal?
—Sí. Es hoy pero de hace seis años atrás y-
—¿No te dice nada eso?
Sakura la observó nuevamente, mientras sentía como el peliplata le acariciaba la cintura, buscando en sus recuerdos algo de seis años atrás
—Me gradué ese año y...
—¿Y?
Apretó los labios, torció la boca, leyó nuevamente la tarjeta y lo miró.
—Hice unas prácticas ese día... pero no-
—¿Y con quien practicaste?
—Umm... nadie en particular y...¡espera!
Lo miró abriendo grandes los ojos.
—Ese día caíste con una herida en el brazo, que Guy sensei no se cansaba en repetir que no entendía cómo un ninja de tu nivel se la había hecho y.... ¡practiqué contigo!
Kakashi asintió carcajeando antes de besarla una vez más.
—Es...pera... —alejó su rostro para que no pudiera interrumpirla— , no me dirás que hoy... ¿hoy fue?
—Así es.
—¿Y cómo lo recuerdas?
—Bueno, soy memorioso.
Una sonrisa ilusionadas se asomó entre sus labios por unos segundos. Esas eran las clases de actitudes que le confundían. El buen sexo era engañoso para el corazón, pero ella ya lo sabía y creía que podía manejarlo, pero esos detalles tan precisos, tan únicos entre ellos, le hacían pensar que el hombre estaba realmente atento, que elegía lo que sucedía y que quería que continuara. Y aunque buscara ponerle un freno a ese corazón que comenzó a desbocarse, no podía. Como tampoco podía detener el incipiente temor que comenzó a invadirla.
—Para un tipo tan distraído como tú, esto es mentira o un enorme esfuerzo.
Él se encogió de hombros.
—Me acuerdo bien de lo importante. Sólo eso.
—Kakashi, no me mientas —advirtió.
—No te miento —. Y le tomó el rostro con ambas manos para besarla sin que ella pudiera detenerlo.— Estaba muy orgulloso de ti ese día.
Ella torció los labios incrédula.
—Y, además, no quería que tocaras a nadie más que no fuera yo.
—¡Kakashi! ¡Deja de exagerar!
—No exagero. Había una cola de ninjas esperando que los atendieras tú y sólo tú. —lo miró incrédula.— Yo la desarmé.
—Hiriéndote.
—¡Eso fue real!
—Guy-sensei dijo que-
—¡Pft! Guy dice muchas cosas.
—Pero no miente.
—Yo tampoco.
—No te creo.
—No me creas —y la besó nuevamente— ,pero cree que tenemos una reserva en el Karu-Rausi para dentro de una hora y-
—¿¡Que!? —La expresión de la chica era un poema, y no pudo evitar reírse. Adoraba cuando reaccionaba así—. ¿Cómo hiciste para-
—Emmm...Resulta que soy el hokage y-
Ella lo empujó para bajarse de la mesa. Lucía tan bajita y pequeña ahora, que le encendió aún más las ganas que ya lo torturaba desde que golpeara la puerta. Por las obligaciones de ambos respecto al ataque, ya llevaban casi una semana sin poder tener una follada que no fuera una rápida y vainilla. Ya la necesitaba sometida, gritando su nombre, rogando por más. Y las pupilas dilatas de la chica le decían que sus ganas no estaban muy lejos de ese sentir.
—Tengo que ducharme, y ...¡cambiarme de ropa! Debería maquillarme algo —rápidamente fue hacia su sillón para tomar el abrigo buscando con la mirada inquieta la ubicación de su bolso y bufanda—. ¿No se te ocurrió decírmelo antes?
—¿Estabas libre antes?
—¡No! —le echo una mirada asesina, antes de seguir con su búsqueda.
Él carcajeó, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.
—Pero hubiera apurado mis reuniones y... —Kakashi seguía carcajeando bajo—. ¿De qué demonios te ríes?
—De nada —le dijo encogiéndose de hombros, mientras ella se detenía en frente colocándose bruscamente la bufanda mientras la furia se colaba en ese delicado rostro, que se encendía ante el sonrojo que comenzaba a florecer—. Bonita —le susurró cuando ella se le acercó amenazante, debiendo elevar el rostro para verlo.
—Sensei —le dijo entre dientes, con ese tono regañón que a Kakashi sólo le enervaran las ganas de follarla.
—¿Si?
—Sabes que una mujer va a necesitar arreglarse para ir a un lugar así.
—Entonces ¿qué haces perdiendo tiempo en pelearme?
Los cachetes se le inflaron en reclamo.
Kakashi carcajeó una vez más, teniendo que contener las ganas cuando se le acercó, sabiendo que sería muy difícil llegar a esa cena.
Pero tampoco le importaba demasiado, era el hokage, la reserva aplicaría para la noche siguiente.
—Mírame — demandó entró jadeos sin detener las embestidas que tenían a la pelirrosa gimiendo sin control.
La chica abrió los ojos como pudo, con la mirada vidriosa y esa lágrima que le rodaba por el rabillo debido al orgasmo que el hombre sobre ella alargaba insoportablemente, estimulándola para el segundo que no tardaría en llegar, si él lo permitía.
Con las manos atadas al respaldar, las piernas separadas, cada una amarrada a cada lado de la cama, totalmente abierta y desnuda para el capricho del peliplata, quien no perdía oportunidad de propinarle algún mordisco, o acelerarle el placer al devorar con ímpetu los sensibles pezones, hinchados a punta de pinzas y pellizcos.
—No...dejes...de mirarme.
Porque fue verla desnuda en su ducha, para no poder ya más contener el deseo de tomarla como más le gustaba. Y fue entrar con ella, aun cuando Sakura lo regañara por lo tarde que iban a llegar, para agasajar sus ansias con los gemidos tímidos que instantes después ella lanzara, en el momento en que le tomara el centro con su boca. La locura no tardó en apoderarse de la joven y las ganas de sumirse en nuevo juego perverso, de esos que llevaban días sin poder degustar, la dejó a merced de sus órdenes.
—Sensei... —susurró con la boca llena de saliva liviana, concentrada en soportar el placer que él le brindaba, exigiendo la obediencia de un nuevo final retrasado— ,ya no...
Y gritó cuando salió de ella repentinamente, remplazando su pene por dos dedos, que alargaron el goce para que no perdiera la sensibilidad en el clítoris, el cual pellizcó segundos después.
Ella arqueó la espalda, agitando la cabeza de un lado al otro al apretar los ojos por la electricidad que la recorría desde su centro hacia el resto del cuerpo, una sensación cargada de goce y de dolor, que erizó cada poro enervando la sensación.
—¡Mírame! —demandó impaciente al acomodarse entre sus piernas para embestirla otra vez.
—¡Senseni, por dios! ¡Oh, por dios! —gritó enloqueciendo, demorando en cumplir la orden, que llegó nuevamente a ella, esta vez en forma de bofetón.
Y gritó gimiendo desvergonzadamente, para abrir los ojos segundos después.
Las lágrimas se soltaron pero no de dolor. El goce era extremo. La mirada afiebrada y perversa del varón, insoportable, acrecentando cualquier sensación previa.
—Kakashi... —susurró al prenderse de esos oscuros ojos, sintiendo un calor diferente encenderse en su cuerpo—. Como amo...esto...
Él la observaba, con la mirada furiosa, embistiéndola sin descanso, gozándola en ese acto de tan primitiva entrega, que si apenas era consciente de la expresión en la mujer debajo, en como esos ojos se llenaban de lágrimas producto de su goce y de ese sentir que él quería ignorar, pero que estaba allí desde el primer día.
—Preciosa... —le dijo al observar una lágrima rodar sin detenerse, entregándose al disfrute del orgasmo que explotó en la pelirrosa instantes después.
Y allí se dejó ir él, en medio de un gruñido, sin dejar de mirarla a los ojos atándola a su placer, sintiendo dentro un goce superior distinto a cualquier otro que experimentara antes.
Y fue sentirla sollozar cuando los espasmos que la contraían al fin cesaran, para besarla mientras le soltaba la cuerda de las manos liberándola para que lo abrazara.
Así fueron los próximos segundos, un beso tras otro interrumpidos solo por la necesidad de respirar. Un beso sobre otro, mezclando sus salivas con el salado de las lágrimas que encontraban otro camino al caer desde los ojos de Sakura.
Kakashi le acarició secándole el rostro con las manos al separarse de ella. Aún estaba agitado, aun sus ojos se mantenía afiebrados reclamando por la mirada jade de esa pequeña mujer. Y fue allí en que se volvieron a perder el uno en el otro, el instante en que ella al fin lo dijo, sin disimularlo esta vez.
—Kakashi, te amo.
Y la miró por unos segundos, entrecerrando el ceño, maldiciendo por dentro al percatarse de lo lento que fue en soltar la historia entre ambos, antes de que ella desarrollara esos sentimientos. ¿Cuándo se le cruzó pensar que no pasaría? ¿En qué momento se le ocurrió considerar que se merecía ese amor?
Ella leyó la dubitación en el varón, y fue el dolor el que azuzó su corazón en ese instante. Nuevas lágrimas se agolparon esta vez libre de goce, y no tardaron en caer.
—No llores... preciosa, no llores por mí...
Ella negó, y no pudo más que desviar su mirada hacia otro lado. Ya no podía verlo. Fue tal su expresión de angustia que Kakashi quedó inmóvil como el idiota que huía de los compromisos. Y fue ahí que cayó en la cuenta de que no quería lastimarla, pero de que se sentía tan aterrado que le era imposible reaccionar de otra forma. Reconocerle lo mismo era quizás aquello que más deseaba, pero si lo hacía convertía lo que tenían en una historia que se extendería en el tiempo, y él bien sabía lo que pasaba con la gente que dejaba entrar tanto a su vida como a su alma. Ya el vacío en su pecho se sentía con anticipación a algo que no necesariamente sucedería, calando tanto en sus miedos que lo mejor que se le ocurrió fue salir de encima de ella sin decirle nada, soltándole los tobillos cuando lo mirara buscando una explicación.
Se sentó en la cama dándole la espalda luego, y allí la oyó llorar.
—Sakura —volteó a verla, era ahora ella quien le daba la espalda. Le acarició haciéndole estremecer, buscando llamar su atención—. Sólo... sólo dame tiempo —buscó girarla y ella se lo permitió— ,yo... no soy un hombre fácil. Me conoces... —respiró hondo cuando la chica echó a llorar otra vez— ,sólo dame tiempo.
Sakura quiso sonreírle al mirarlo, pero no pudo. Aunque su corazón ahora se desbocaba en esperanza ante esa sutil promesa, que no buscaba ilusionarla, sólo calmar ese malestar.
Y fue en ese instante en el que el silencio que se generó entre ambos, fuera cruzado por apurados golpes en la puerta de entrada.
Sakura dio un respingo al asustarse, Kakashi simplemente suspiró bajando la cabeza pero sin soltarle.
Nuevos golpes insistieron.
—Debes...atender. Estamos...complicados —susurró apenas Sakura, asintiendo en confirmación él.
Se puso de pie sin ganas, y buscó la bata y cubre bocas bajando lento pero firme por las escaleras mientras se vestía con las escasas prendas.
No había llegado a la puerta, cuando nuevos golpes, más nerviosos ahora, azotaron la entrada molestándolo aún más esta vez. Abrió violentamente encontrándose con un ANBU que dio un leve respingo hacia atrás al percatarse la mirada de su hokage.
—¡Hokage-sama! —se arrodilló en respetuoso saludo—. Mis disculpas por interrumpirlo en su hogar, pero hay una urgencia.
—Habla —fue todo lo que dijo, cerrando las solapas por el frío que se coló. Era de noche, no demasiado tarde, pero había viento que levantaba el helado de la nieve congelada.
—Busco a la doctora Haruno. Y sé que ella está con usted.
Kakashi gruñó. Era imposible que no lo supiera, el muchacho esa noche era su guardia personal, aunque no lo necesitara realmente.
—Hay una urgencia en el hospital que la sol-
—Hay médicos de guardia, no es necesario que la molestes —interrumpió.
—Disculpe hokage, tiene razón. Pero es por la señora Uchiha. Entró en labor y Sasuke mandó a llamar por la doctora precisamente. Sólo ella.
El peliplata respiró hondo. No era el mejor momento para que ella se fuera, pero era necesario.
—En breve estará allí.
El ANBU asintió sin levantarse y como vino desapareció en la noche.
Cuando regresó a la habitación, Sakura se encontraba terminando su ducha. La observó apoyándose en el marco de la puerta al baño, sin lograr nada. Ella le daba las espaldas sin buscar verlo, siendo consciente de que él estaba allí.
—Te buscaban a ti —dijo al fin—. Karin entró en labor.
—¿¡Como!? —ella volteó mientras se enjabonaba los cabellos—. La revisé esta mañana, faltaban dos semanas.
—Es lo que sucede.
—Tengo que irme —dijo apurando el enjuagado hasta que lo sintió acariciarle la espalda antes de abrazarla por detrás—. Kakashi, no puedo, ya... es mejor que lo dejes así y-
—Sólo voy a bañarme también. Iré contigo.
Ella respiró hondo, dejando que las gotas de agua caliente surcaran por su rostro, y se quedó quieta recibiendo ese mimo que el varón detrás de ella no soltaba.
—Perdón —le susurró al oído instantes después.
—No tienes que pedirme disculpas si no sientes lo-
—No es eso —le interrumpió, pero no le explicó nada más. Sólo le depositó un beso en la piel libre y mojada de cuello, recibiendo los labios de ella cuando giró para besarlo.
Y tenía razón. Ella ya lo conocía cuando inició este juego sexual, sabía lo complejo y reservado que él siempre había sido. Que se abriera con ella de esa forma tan cariñosa, mostrando todas sus facetas, mostrando su rostro, ya era demasiado. Y era precisamente eso que la confundía.
Pero toleró más en el pasado por menos, amando sin reclamos mientras todo lo que recibía era desprecio y malos tratos. Podía esperar al hombre entre sus brazos sin reclamarle nada, porque él la había sanado, la estaba convirtiendo en una mejor mujer. Y aunque al final no se decidiera por ella, entendía que no se habría equivocado al entregarle su tiempo, porque por más que doliera sabía que saldría de esa relación siendo una persona mejor, una mujer más íntegra.
—Te esperaré. Pero no pidas que no... sienta.
Él no dijo nada, la besó una vez más antes de soltarla para que terminaran la ducha y pudieran salir a cumplir el llamado de su ex alumno. Algo le decía que su presencia iba a ser necesaria, aunque no lo hacía por eso. En realidad no quería dejarla sola, porque sentía que las cosas se le habían salido deliciosamente fuera de control y estaba aterrado.
Por primera vez desde que iniciara esa historia con Sakura, no quería que se terminara pero le asustaba sentir que esa vida no estaba destinada a ser suya.
Ella le sonrió antes de salir de la ducha y en ese instante decidió que si el final estaba cerca, no sería esa noche. Ni la siguiente.
Aún no.
Lo sé, que lo sé. ¡Que lo sé, digo!
Capítulo corto.
Sí, sí, sí. Para lo que los tengo acostumbrados últimamente, es corto.
Y nada dulce, ¿o no?
Pero no menos intenso, ¿no?
Pobre Sakura, se le avecinan épocas complejas. Otra vez.
¡Y ni hablar de Kakashi! ¿Qué creen que hará con esa confesión? ¿Dejará los miedos de lado?
Y Sakura, ¿creen que realmente ya se olvidó de Seiyi?
A ver... quiero sus opiniones jajajaja
No me odien las que esperaban más Seiyi. Tampoco las que esperaban el Kakasaku caliente y dulce. Todo lo que sucede es necesario y... ¡así es la historia! jajajajajaa... No todo es dar como cajón que no cierra (jajajajaja... amo esa frase, de verdad jajajajajaja).
Ahora sí, beso, las quiero un montón, ¡Hasta el próximo miércoles!
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