Capítulo 3
Los días pasaron y se transformaron en semanas, dos semanas llenas de trabajo intenso, sin respiro. Datos que analizar, información que verificar, ninjas que reubicar reforzando los distintos puntos de seguridad.
Decisión tras decisión.
Las jornadas se extendieron de las habituales ocho horas diarias a doce, y en ocasiones a más. Para todos, incluido el hokage.
Especialmente el hokage.
Aun así, Kakashi se las arreglaban para escaparse de cuando en cuando y verla.
En algunas oportunidades las circunstancias estaban a su favor, y lograba tener una especie de conversación de un par de minutos con ella. En otras, que para su infortunio habían pasado a ser la mayoría, solo le quedaba observarla desde la distancia o saber de sus movimientos por Seiyi, quien se había ofrecido a ayudarlo cuando lo vio tan angustiado luego de la llegada de Sasuke.
Y si bien todos estaban sobrepasados en sus tareas, Sakura se las había ingeniado para tener ocupado cada minuto de su día, enfocándose más que ninguno en el trabajo y sólo en el trabajo, convirtiendo los escasos momentos de encuentro en casi nulos.
Despertaba admiración entre sus compañeros, y cierta envidia entre los que querían ascender a su puesto, o tan sólo lo pretendían. Y si bien Kakashi estaba orgulloso por su esmero, sabía que esas exigencias autoimpuestas no buscaban un futuro ascenso. Conocía a su pequeña rosada tan profundamente, que estaba al tanto de que toda esa sobrecarga tenía como único objetivo impedirle pensar en lo que se encontraba enfrentando. En mitigar el dolor a fuerza de cansancio, por cada día en que debía revisar y asegurar el bienestar de la mujer y futuro hijo del hombre que amaba, y que le había prometido vagamente amor en algún momento no tan lejano.
A su ya cargada jornada, le había incorporado de todo. Rondas, profundización en sus estudios, nuevas secciones de detalles en los informes, más reuniones con el personal, capacitaciones a los nuevos médicos y la lista seguía. Una lista que en algunas oportunidades Kakashi se había visto obligado a autorizar, sólo al notar el ruego que se colaba de esa mirada enrojecida con la que lo observaba, mientras aguardaba por su firma.
El día de Sakura arrancaba a las cinco de la mañana, con un entrenamiento feroz e innecesario para su capacidad ninja, y terminaba minutos antes de la media noche.
Y él lo sabía porque procuraba estar ahí en cada momento en que su agenda se lo permitía, desde las sombras, ofreciéndole esa compañía a la distancia que era inútil para ella, pero tranquilizaban sus ansias por protegerla.
Aunque observarla, en esta oportunidad, lejos de satisfacerlo lo dejaba profundamente consternado.
El estado general de Sakura había desmejorado notablemente. Cada día que trascurría en esa vorágine de trabajo, sus chispeantes ojos jade se opacaban, se iban apagando junto a ella.
Y era peor cuando salía de la habitación de Karin luego de las revisaciones de rutina, a las que se negó a ceder a otro médico, aun cuando la paciente ya se encontrara fuera del peligro que le llevara a Sasuke a exigir por su atención en exclusiva.
Con la mujer siempre tenía una mirada dulce y calma, trasmitiéndole seguridad en cada palabra, en cada gesto, ignorando con estoicismo la mano con la que Sasuke sostenía a las pálidas de la pelirroja. Ignorando la preocupación con que esos duros ojos negros la miraban en los pasillos, en los momentos en que él demandaba conocer más detalles sobre el estado de salud de su actual compañera.
Como se derrumbaba cuando Sasuke desaparecía al regresar a esa habitación, con esa mujer y su futuro hijo.
Nadie podía llegar a percatarse de cómo sus pasos se arrastraban levemente presurosos e indecisos hasta su consultorio, y como, al cerrar las puertas quedando aislada del mundo, se quitaba el disfraz de profesional impasible y simplemente se desmoronaba. Pedazo a pedazo, su ser se hacía jirones desgarrando su semblante con gruesas lágrimas, que ya ni enrojecían esos hermosos ojos.
Pero, lo más terrible en toda esa situación, era que Kakashi no podía estar ahí en cada uno de esos momentos, sosteniéndola, tratando de confortarla. Tenía que conformarse con saber de su dolor por medio de los ojos de Seiyi como ANBU espía, o de los propios a la distancia en los escasos momentos en que lograba efectivamente escabullirse de sus obligaciones.
Y lo peor era que ella ya no estaba recurriendo a él.
Ya no había tiempo para tés. Ya no había tiempo para conversaciones después de las reuniones de informes, ni consejos robados en los pasillos o luego de un entrenamiento. Ya no había excusas que lo colocaban en el preciso momento y lugar, para terminar indefectiblemente acompañándola hasta su casa, brindándoles esos momentos de distendida conversación. Y si en alguna oportunidad una de sus maniobras los unía, ella simplemente huía.
Kakashi sentía que la promesa que le hiciera esa noche, la de estar para ella siempre, era una promesa vacía.
Algo debía hacerse.
Algo debía hacer él.
.
— Hokage sama, ¿me envió llamar? — la voz de Sakura la anunció tímidamente, segundos antes de que se asomara por la puerta levemente abierta de la oficina del hokage— Vine ni bien recibí su mensaje...
—Sakura. Sí, sí, puedes pasar — le indicó rápidamente mientras le entregaba los últimos documentos firmados a su ayudante, acelerando las instrucciones para que se retirara lo antes posible.
Una rápida pero no menos profunda mirada hacia la médico ninja le permitió constatar el estado anímico de la chica. Y era el peor. Esperaba verla aunque sea enojada por llamarla a mitad de la tarde en plena labor, o tal vez nerviosa por la urgencia.
Pero no, en su lugar había resignación y dolor, mucho dolor, el que viene con la desolación.
Tuvo que esforzarse por retirar su atención de esa puerta, a comportarse normal, como si hubiera llegado cualquiera de sus ninjas.
Debía reconocer que la ansiedad estaba alborotando sus nervios, desde el preciso instante en que le enviara el mensaje. Llevaba varios días sin cruzar palabra alguna con la pelirosa, por lo que los segundos que transcurrieran hasta quedar a solas atentaban contra su compostura. Y no estaba seguro de que esa actitud pasara desapercibida ante Shizune. Su ayudante le estaba prestando demasiada atención a su comportamiento, para su gusto
—Por favor, Shizune, procura que se ejecuten con urgencia. Necesito esos hombres listos en dos días.
—Entendido. ¿Le ayudo con alg-?
—No. —Le interrumpió — Es todo por hoy.
La mujer lo miró con extrañeza por el cambio repentino en su proceder, más obedeció la orden emprendiendo su retirada y saludando a una Sakura nerviosa que se había quedado parada estática delante la puerta, prácticamente impidiéndole el paso.
—Shizune, que no me molesten en lo que resta del día.
—Pero Hokage, tiene que-
—Cierra al salir. Gracias.
Ella asintió sin reclamar nada, lo que no era de costumbre, lanzándole una mirada de advertencia antes de cerrar la puerta tras de sí.
Cuando quedaron a solas, Kakashi pudo al fin centrar toda su atención en su niña rosa, quien lucía agotada sin moverse del lado de la puerta, como si esperara la primer oportunidad para largarse de allí.
Las ojeras denotaban el escaso sueño que lograba conciliar noche tras noche, y la sobrecarga laboral a la que ella misma se sometía. Pero sus manos, aferradas al frente, se movían frotando los dedos constantemente, fiel reflejo de la agitación que la devoraba por dentro.
La recorrió de pies a cabeza varias veces buscando contactar con ella y, cuando al fin sus miradas se cruzaron, con un ademán la invitó a tomar asiento frente a él, sonriéndole en el instante en que ella se acomodaba más cerca de su alcance.
—¿Que necesitaba hoka- ?
—Sakura, no me llames así...
—Ok —suspiró agotada sin regañarle por nada, agachando la mirada a las manos que rascaban inconscientemente su regazo.
Un hilo de dolor atravesó el corazón de Kakashi. Ese era su particular juego de palabras, uno que siempre utilizaba para terminar molestándola o para divertirla. Y ella siempre caía en el ya sea intencionalmente o no.
Que no se revelara sólo denotaba el aturdimiento que la afectaba, uno que lentamente estaba consumiendo a su chispeante niña rosa. Necesitaba con desesperación hacerle reaccionar, hacerle hablar, que se desahogara con él...
—Te envié a llamar porque ayer no trajiste tu informe.
—Sí... me disculpo. No había novedades y-
—¿Y?
— Y...consideré que era mejor no llenarte de pap-
—Mmmm...eso me suena a excusa.
—Lo lamento. No es una excusa. Y-
—Y sabes lo que pienso de las excusas. — Volvió a cortarla una vez más. Él sabía lo que le molestaba que la interrumpieran.
—Sinceramente creí que era lo mejor.
Ella continuaba con su balbuceo. No reaccionaba. La mueca demacrada de su rostro no se modificaba.
—Los protocolos son protocolos, Sakura. Y hay que respetarlos. ¿Entiendes eso, no?
Asintió derrotada, agachando la mirada sin emitir réplica alguna. Lo que no era en absoluto su estilo, y menos sabiendo que quien le reclamara adherirse a un reglamento, era el primero en hacer caso omiso de el.
Kakashi se mantuvo en silencio unos segundos tras esa respuesta, con la mirada fija en ella y el ceño levemente contraído. Creía que con eso iba a ser suficiente para provocar su enojo, pero se había equivocado. Y le desesperaba porque nunca la había visto así de deshecha.
Debía subir el nivel.
Suspiró exageradamente para llamar su atención, echándole una mirada de hastío cuando ella alzó la vista. Tamborileó los dedos sobre el escritorio denotando impaciencia, una que no sentía en absoluto pero que en ella provocó un dejo de desespero.
—Si me das quince minutos – reaccionó nerviosamente —, te lo alcanzo.
—Pero me dijiste que no había novedades.
—Sí, pero me lo-
—¿El de hoy está listo?
Ella resopló con molestia en sus ojos ante la última intermisión.
—No, aun no, Kakashi. Pero lo termino y te alcanzo los d-
—¿Me quieres decir que no terminaste uno ayer y ahora en quince minutos vas a preparar dos?
Respiró hondo antes de hablar.
«Estás cayendo...»
—Sí, sabes que pue-
—No me interesa el informe. — espetó duramente, interrumpiéndola una vez más.
—¿Cómo?
—Ya me estoy cansando de esto. No te llamé para que me dieras explicaciones sobre el informe.
—¿Entonces para qué carajos me llamaste? — contestó entre dientes, forzando la compostura que comenzaba a abandonarla.
—Emmm... Verás... — Kakashi se acarició el mentón dándose pequeños golpecitos con su dedo índice —Resulta que quería verte.
Y fijó sus ojos tranquilos pero no menos profundos en ella. Quería leer cada mínima reacción.
Sakura resopló endureciendo la mirada, sin apartarse de la de él. Y en el preciso instante en que Kakashi intentó esbozar una sonrisa, la irritación fue la emoción predominante en esas hermosas pupilas.
—Kakashi...— gruñó.
—¿Sakura...?
Su mandíbula se tensó y ya sus dedos no se movían inquietos, simplemente se cerraban en puños sobre su regazo.
—¿¡Para eso me haces interrumpir mi trabajo!? — esa jade mirada intentaba atravesarlo y , por más que fuera terrorífica enojada, la prefería así mil veces — Para... ¿verme? ¿¡Porque querías verme!?
Él sonrió. Era mejor enojada que deprimida.
—Sí.
—¿En serio Kakashi? ¡Soy el médico en jefe! ¡Estoy a cargo de todo el puto hospital y tu... me interrumpes sólo...! — jadeó — ¿En serio?
—Eh...sí.
—Bueno...— resopló molesta poniéndose de pie de repente — ¡Ya me ves! ¿Eh? ¡Mira! ¡Mira bien! De pies a cabeza... — pasó sus manos en el aire presentando su cuerpo —¡Aquí estoy! ¿Conforme?
Le sonrió nuevamente debajo de la máscara, más su mirada no se movió de esos ojos jade.
—No.
—¡Kakashi! —Le reprochó elevando el tono de voz — Pospuse una ronda de chequeo por esta urgencia y resulta que...¿¡es un capricho tuyo!? Hay pacientes que no serán aten-
—Ese trabajo no te corresponde como médico en jefe.
—¡Eso no tiene nada que ver!
—Sí, lo tiene. De ahora en más las rondas ya no las haces más tú. Esta mañana designé a dos nuevos médicos interinos para que hagan ese trabajo y reporten directamente a ti.
—¿¡Qué hiciste que!? — su rostro era un poema en ese momento, uno que alternaba entre expresiones de cansancio, furia y desconcierto. Apoyó con fuerza las manos sobre el escritorio inclinándose hacia él cuando terminó de comprender lo que su ex sensei acababa de transmitirle —¡No puedes...! Eso que hiciste...¡no puedes!
—Resulta que sí puedo.
Resopló maldiciéndolo con palabras incomprensibles apretadas entre los dientes
—Y... ¿¡Y no se te ocurrió consultarme!? ¡Esa clase de decisiones debes tomarlas conmigo!
—Tienes razón, pero fue mejor así. Ibas a negarte si te consultaba.
Ella jadeó furiosa. Tuvo que respirar profundo un par de veces recuperando la compostura frente al que era su superior, al cual le debía respeto y obediencia aunque le pesara en ese momento.
Pero no por eso iba a dejar pasar esa orden, a la cual consideraba un atropello a sus competencias. Lo respetaba, le obedecía, pero no compartía ni un ápice su decisión.
—Kakashi, llama a esos médicos ahora mismo y diles que no-
—Verás, lo que pides no es posible. Están trabajando ahora, no puedo interrumpirlos.
—¡Yo estaba trabajando cuando tuve que venir aquí! ¿Qué te pasa? ¡Maldita seas Kakashi!
La furia la dominaba por completo. Las mejillas enrojecidas de impotencia, esos ojos totalmente encendidos, respirando agitada. Totalmente sacada.
Al fin tenía frente a él a su Sakura, a su niña rosa.
Bueno, una parte de ella. Pero ya era un avance.
—Sakura...— pronunció su nombre en un todo dulce y sereno, volviendo su mirada igual de calma, restándole intencionalmente importancia al arrebato de su ex alumna—Necesitas calmarte.
—¿¡Calmarme!? Acabas de abusar de tu autoridad, acabas de sobrepasar mis medidas. ¡Soy el médico en jefe! ¡Soy quien sabe cómo mejor hacer ese trabajo! Y...— se inclinó aún más sobre el escritorio acercándose amenazante a él — ¿¡Me estás pidiendo que me calme ante tu ridícula y caprichosa decisión!?
— Sí. — y fijó su mirada en la de ella, de una forma no tan dulce, de la forma en que lo envolvían en esa aura de autoridad irrevocable — Y fui claro. — Su tono acababa de oscurecerse, desplegando en simples palabras la firme intención de no permitir oposición alguna.
Algo dentro de Sakura se estremeció en ese momento.
Cuando Kakashi la miraba así, sentía un respingo de electricidad descender por su columna, anidando como un nudo de presión en el bajo vientre. Una sensación extraña pero placentera que, cuando iniciara como su alumna, escasamente si la interpretaba como mera ansiedad al sentirse evaluada por un sensei al que le tenía una alta estima.
Pero ahora, en sus veinte, ya sabía que no se trataba de ansiedad. Era algo más, algo más fuerte, que la inundaba, que le tornaba la mirada pesada quitándole el aire y dejándola con deseos que convertían ese escozor en imágenes. Imágenes que la cohibían, y le obligaban a desviar la mirada de él en cada oportunidad.
Si alguna vez lo experimentara con Sasuke, sólo le había servido para entender que lo que le provocara su ex sensei era por lejos más profundo.
Pero en ese instante, estaba extremadamente enojada. ¡Al diablo con esas sensaciones! Tendría que arrojarle algo más que esas miradas para calmarla. Se resistía a obedecerle aunque cada fibra de su cuerpo ya se encontrara rendida a ese pedido.
— Interrumpes mi trabajo, cambias mi agenda y encima tienes el descaro de... ¿¡llamarme loca!? —golpeó con las palmas el escritorio ante sus arrebatadas palabras.
— No dije eso.
— ¡Lo insinúas!— y lo miró demandando una contraofensiva
Más él no respondió.
El semblante de Kakashi se transformó en ese momento, volviéndose frío e indescifrable. No podía negar que no le enloquecía verla así, debatiéndose entre rendirse a él y continuar dándole pelea.
La duda en ella se hizo más evidente cuando la mirada de Kakashi se volvió oscura, haciéndole retroceder apenas. Nadie notaría esa leve reacción, pero él sí. Él la leía a la perfección desde que cumpliera dieciocho años y toda la verdad de ella, de ellos, se le revelara.
Él sostuvo esa mirada retándola unos segundos, presionándola. Necesitaba provocarla para que ella explotara de una vez y sacara todo ese dolor de su sistema. Aunque, conociendo a su niña rosa como él lo hacía, sabía que, si bien la estrategia era peligrosa para su persona, sería la más efectiva.
Sakura era una mujer terca y tratándose de Sasuke siempre se cerraba ante todos, tragándose todo el dolor el cual le pasaba factura cada vez, y esta no era la excepción. Esta, era la peor de todas.
En el pasado lo toleró porque consideró que Sasuke entraría en razones eventualmente y sería para ella lo que siempre vieron en él.
Pero ahora era evidente que Sasuke no cambiaría, y ella se estaba aferrando a esos sentimientos como esperanzas de una promesa vacía, lo que para él, verla así, era simplemente una tortura.
Ya no toleraría que saliera lastimada una vez más. Nunca más.
– Bueno... — suspiró relajándose hacia atrás en su mullido sillón —Al menos lo intenté. — y cortó la conexión desviando su mirada hacia los papeles que yacían sobre su escritorio.
Ella resopló agitada.
—Intentar que.
Y eso era lo que esperaba. Estaba casi en el punto justo para soltar la artillería pesada. Aunque no quisiera, sabía que ese era el último detonante, y no se sentía un mejor hombre por lo que iba a hacer.
Él se inclinó hacia el frente, haciendo como que no le había escuchado, comenzando a acomodar el lío de documentación que tenía esparcido.
—Kakashi.
—Olvídalo. — agitó la mano en el aire, sin mirarla. —Cuando puedas, tráeme los informes y estamos bien.
—¡Intentar que! ¡Kakashi!
Él apenas si alzó la vista. Era el momento.
— Bueno, ya que insistes...— suspiró alargando el tiempo de respuesta, mientras ella, alterada ya, lo asesinaba con la mirada —Verás, yo quería interrumpir tu ronda para alejarte de Karin y-
—¿¡Que!? — espetó prácticamente gritándole — ¡Ella es mi paciente!
—Sí, pero Sasuke no. — Y fijó sus ojos en los de ella al pronunciar esas palabras, quería estar en contacto en el preciso momento en que ella escuchara el nombre del Uchiha.
Ella jadeo en ese instante, indignada.
— Y resulta que él no la deja sola. Nunca.— Arremetió hablando lento, hurgueteando en la herida sangrante, presionándola aún más.
El dolor mezclado con una agria furia subió por su garganta ahogándola en amargura, quemándole la voz.
— No puedes...— retrucó en un susurro, palabras quebradas — Lo que hiciste...porque me...
Los ojos se le llenaron de lágrimas en ese momento. Esnifó fuerte conteniéndolas mientras cruzaba los brazos al frente en un gesto de autoprotección. Cuando una nueva ola de dolor subió, se alejó del escritorio caminando rápido hasta la ventana, perdiendo su mirada afuera entre los árboles que se mecían al son de la brisa de finales de verano. Aunque ni siquiera reparara en ellos, sólo quería alejarse de Kakashi y ocultar su dolor que tanto le avergonzaba.
Él suspiro antes de ponerse de pie acercándose a ella.
–Sácalo...— le susurró.
Ella negó mientras tapaba su boca con un puño y giraba su rostro para quedar fuera de su alcance.
—Vamos, sabes que puedes ha-
—¡No quiero hablar!
–Bueno...si así lo prefieres, nos quedaremos en silencio— le dijo dulcemente, casi en un murmullo, acomodándose a su lado muy cerca de ella, casi rosándola con su hombro.
Y así quedaron un buen rato, sin intercambiar palabra alguna. Los únicos sonidos que cortaban la monotonía del silencio eran los esnifos ocasionales de Sakura o el trinar de algún pájaro que pasaba volando muy cerca de los ventanales.
Kakashi la observaba de reojo discretamente. Tampoco quería quedar en evidencia, porque sabía que su mirada estaba empañada por dolor también. Ella sufriendo por Sasuke, y él tomando ese dolor como propio, sumándolo a las ansias que le provocaba tenerla tan cerca y a la vez tan fuera de su alcance.
– No... no lo entenderías...— dijo al fin con voz quebrada.
—Bueno...puede que sí, puede que no. — suspiró — Intenta contándomelo y vemos que pasa.
—¿De ... de verdad quieres escucharme? — lo observó por el rabillo del ojo, sin cambiar su posición.
—¿Te hubiera enviado a llamar y estaría a tu lado soportando tus mocos sino fuera así?
Lo miró asintiendo y respiró hondo relajándose, acomodándose frente a él aunque aún la vergüenza jalara por ocultar su rostro enrojecido por el llanto.
—Es que...soy patética. Me pasé toda la vida enamorada de él... esperándolo, luchando por él...alejando gente valiosa de mi vida por serle fiel y... ¿que conseguí? Sólo unos momentos y luego...se fue, se fue tras su "camino de redención"... — imitó la voz de Sasuke en tono de burla — Sé que uno debe dar sin esperar a recibir pero... él...
Se detuvo cuando nuevas lágrimas cargaron sus ojos antes de caer deslizándose abajo en sus mejillas.
Kakashi la observaba atentamente, desmenuzaba cada una de sus palabras.
—Le entendí, de verdad. Entendí su... necesidad. Él me demostró que quería mejorar para mí... para todos. Y le esperé porque... nunca me dijo que yo... él me besó de esa forma antes de...
Quebró a llorar nuevamente agachando su cabeza, ocultando su rostro entre las manos.
Kakashi le acarició un hombro en señal de apoyo, aunque todo en él sólo quería abrazarla.
—Y no...no... yo no significaba nada para él.
—No creo que fuera así.
—Hice todo mal, todo mal....todo...desperdicié mi vida...Ya tengo veinticuatro años y todos mis amigos tienen a alguien en su vida...amor, un proyecto, una familia y yo...¿tan loca estoy? — lo miró en ese momento, con desesperación en sus ojos — ¿Tan obsesionada estuve con una persona que... a la que le importé tan poco que ni siquiera se preocupó por decirme que no me quería en su vida?
–No fue así...
Ella se tapó la cara con ambas manos en un arrebato.
—¡¿Y tú qué sabes?!¡No estuviste ahí!
Apretó los labios ante ese reclamo. Tenía razón. Esa era otra espina que dolía, otra falta hacia ella, hacia su niña rosa.
—Tienes razón, no estuve ahí. Pero no creo que-
—¡Fui su perra de consuelo, Kakashi! Ya que estaba en su camino, tan enamorada, tan ....¡regalada! ¡Eso, regalada! ¿¡Por qué no aprovechar con la estúpida que no le diría que no a nada!? Entiendes que no... yo hice...¡Dios! — alzó la mirada en ese momento, una sonrisa de doloroso sarcasmo mordió sus amargos labios.— Cuando se fue... la encontró a ella y no dudó, la conocía menos que a mí y la amó y... ¿Y yo? No era nada...
El dolor, la vergüenza le ganó a las palabras y simplemente decidió callarse, mientras nuevas lágrimas brotaban una tras otra, interrumpiendo su andar en la palma que bruscamente frotaba esas mejillas tiñéndolas en rojo sangre.
Él la entendía completamente. Y sufría más que ella.
—¡Que idiota que fui! ¡Estúpida! ¡Estúpida! ¡Estúpida! ¡Cómo no lo vi!
—Estabas enamorada. Eso pasa cuando-
–¡Estaba obsesionada, Kakashi! ¡Una completa imbécil! Siempre entregada, como un perrito faldero... ¡Dios! ¡Era menos que una prostituta! Por lo menos ellas reciben dinero...
—No te trates así.
— ¿¡Y cómo quieres que me trate!? ¡Ni siquiera tuve el valor de pedirle una explicación cuando al fin lo tuve al frente! Y el muy imbécil acariciándole frente a mí... ¡Sin descaro! ¡Sin siquiera presentármela!
No tenía palabras que decirle para consolarla. Y tampoco podía contradecirle.
—¡Me lo merezco! ¿Sabes? No se puede ser tan imbécil, tan poca cosa... él vio eso y...
—Él no vio eso. No te desmerezcas así. Que no funcionara, no significa que tú no valgas.
— Yo... ya no puedo más...
La tomó por los hombros girándola para dejarla frente a sí y buscó esos hermosos y enrojecidos ojos jades.
—Mírame Sakura...Piensas así porque estás agotada. Estos días fueron muy intensos. Pero no eres ni lejos eso que dices. Solo te enamoraste y el sujeto se comportó como un completo imbécil contigo. No eres la única a la que le pasó eso ni serás la última.
Ella jadeó quebrándose en llanto otra vez, queriendo soltarse de su agarre.
—Escúchame...quiero que te tomes la tarde y vayas a tu casa. Te des una ducha caliente y duermas.
—No...no...
—Sí, necesitas dormir.
Ella negó huyendo de su contacto visual.
—Eres médico, sabes que en estas situaciones es lo mej-
— ¡No puedo dormir! —le gritó —¡Hace días que no puedo! Todas esas...palabras, recuerdos...me vuelven loca cuando estoy sola.
Conocía esa posición. Y demasiado bien. Conocía en detalle el despojo en el que te convertías cuando los demonios interiores disfrazados en sentimientos de culpa, impotencia, miedo comenzaban a azotarte sin piedad uno tras otro, agotándote de dolor, nublando el sentido y la razón.
Lo conocía. Y era horrible.
La abrazó en ese momento hundiéndola en su pecho.
—Está bien...
—No...no está bien. — esnifó —Yo no... no estoy bien.
Le acarició los cabellos cuando ella dejo de forcejear, si podía llamarse forcejeo a ese intento apenas notable por alejarse de él.
Y cuando sus gemidos de dolor cesaron, cuando la respiración se volvió más calma, y su pecho dejó de humedecerse tras esas pesadas lágrimas; se atrevió a separarla levemente para verla a los ojos, acunando ese sufriente rostro entre sus manos.
—Pequeña...—le susurró — No elijas sufrir...
—Yo no...no quiero esto, Kakashi...pero no se va...
Estaba tan indefensa.
Le miró la boca en ese instante.
Moría por besarla.
Pero él no besaba.
Aun así sentía el cosquilleo en sus labios y tuvo que morderlos para no ceder al impulso, en el preciso instante en que ella se humedeció los suyos.
—Tranquila. — acomodó su voz como pudo — Ya va a pasar.
Ella negó.
—He probado de todo y no se va...ya no sé qué hacer...y... siento que no puedo más...
La jaló nuevamente contra su pecho, rodeándola con sus brazos, acariciándole el cabello antes de apoyar la nariz en la coronilla, absorbiendo su aroma.
La silenció cuando ella intentó maldecirse otra vez. Y cuando la sintió queriendo llorar nuevamente, se acercó a su oído para susúrrale como una dulce orden un "No lo hagas" que fue obedecido casi sin demora.
Y la abrazó. La acunó en su pecho, le ofreció su calor y su compresión por medio de ese acto que era de todo menos inocente. Y cuando su respiración se volvió calma debajo de su agarre, al fin le habló.
—Una vez estuve en tu lugar ¿sabes? — a duras penas ella elevó el rostro entre los brazos de su sensei —Fue por amor — él la miró a los ojos mientras retiraba mechones de ese rostro que lo enloquecía — Otra clase de amor, pero amor en fin... Si me dejas, puedo ayudarte.
— ¿Cómo? — le dijo esnifando.
—Tengo un lugar... un lugar que sana el alma.
—¿De ...verdad?
—Sí, ¿alguna vez te mentí?
Ella torció la boca incrédula, arrugando la nariz.
—Nunca te mentí.
—Más o menos.
—Bueno, ahora no te miento ¿mejor?
Asintió.
Él desarmó el abrazo alejándose un paso de ella, suspirando ni bien sintió el frío de la distancia. Aún el aroma de su niña rosa le impregnaba las fosas nasales, todo su ser.
—Bueno...entonces ¿me acompañas? — y comenzó a quitarse la capa de hokage.
—¿Qué?¿Ahora?
—Sí, ahora mismo. ¿Nos vamos? — le dijo extendiéndole la mano.
Ella miró esa mano y luego volvió a los ojos serios pero dulces de su ex sensei, esos ojos que siempre la embelesaban y la tenían temblando cada vez que la miraba de esa forma, como lo hacía en ese momento
Con timidez, suavemente apoyó sus dedos sobre la palma abierta en invitación para ella.
El simple roce de sus yemas sobre la piel curtida de su ex sensei, la estremeció transportándola a esas fantasías repentinas que siempre le inundaban los pensamientos, cuando él se comportaba de esa forma.
Y en ese momento supo que al lado de Kakashi todo estaría bien. Confiaba en él plenamente, en su persona y en sus intenciones. Y si había dudas en ella, eran sólo de sí misma, por todas esas sensaciones que le recorrían el cuerpo al tenerlo así, distorsionando sus pensamientos y haciéndole desear algo que era imposible.
Asintió envuelta en esa calidez que él le transmitía, calidez que era fuego en sus venas, agachando la mirada ya sin poder sostenerse en esos profundos ojos que demandaban todo de ella.
—Sí. Vamos.— le respondió al fin en un susurro y él simplemente le sonrió debajo de la máscara.
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Buenas!! Volví!!! Y mucho antes de lo pensado jajajajaj
Sé que me adelanté, pasaron... ¿cuántos? ¿dos días desde de la última publicación?, pero es que el Capítulo 2 fue tan cortito (lo que no es para nada mi estilo), que decidí hacer así como una clase de doble publicación y sacar a luz este otro antes de la semana.
Aprovecho para agradecer todo el apoyo recibido a esta historia. De verdad, lo valoro muchísimo y disfruto cada comentario que dejan. Como ven, trato de responder a cada uno pero a veces alguno se me pasa porque, por suerte para mi gusto, ¡¡son muchos!! De verdad, gracias gracias gracias de corazón.
Y espero que el rumbo de la historia les siga gustando y la sigan eligiendo.
Un beso enorme y, ahora sí, nos vemos en una semana. Más o menos jajajajaj
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