Capítulo 29
Kakashi giraba entre sus dedos la invitación a la fiesta en el Lux.
Zulima había ido a visitarlo nuevamente a la oficina esa tarde, mientras él se encontraba cerrando su reunión de planificación de estrategias con Seiyi, coincidiendo los tres unos minutos que les permitieron rememorar viejos tiempos de conversaciones cómplices, chistes subidos de tono y risotadas.
Le gustó la convivencia con sus dos amigos, le hizo olvidar por unos instantes la amenaza de guerra que tenían entre manos, y esa contienda que habían montado con Seiyi por Sakura. Porque el Hyuga no perdió oportunidad en recordarle que el tratamiento que lo ataba ahora a la pelirrosa, no había sido nada más ni nada menos que la herida con el chidori que el mismísimo hokage le provocara cuando se iniciaran como agentes ANBU. Y si bien le molestó, no se permitió caer en esas provocaciones. Sabía lo que tenía con Sakura, sabía lo que ella deseaba y lo que el pelinegro representaba y, si bien aún los celos se le disparaban cada vez que fuera consciente de que compartirían, confiaba en su relación. Y ahora confiaba en él, que no la alejaría, porque más que nunca la quería en su vida. Lo había decidido.
Y si bien estuvieron midiéndose a cada frase dicha en doble sentido, situación que no pasaría inadvertida para la rubia la cual reía al verlos compitiendo por una mujer, no arruinó la improvisada y fortuita reunión.
Quizás su tolerancia se vio favorecida por la noticia del Hyuga, la cual le alivió notablemente los celos. Seiyi estaría de viaje por lo menos hasta mediados de la semana siguiente. Se lo confirmó esa tarde luego de armar las estrategias, y de aclararle que tomaría tratamiento con Sakura al día siguiente, antes de partir.
A la que no le aliviaba era a Zulima quien aun sabiéndolo de ante mano, guardaba la esperanza de que El Conde pudiera estar presente en la fiesta, ya que Lomo Plateado le había dado un no que sería difícil de torcer. Conocía lo cabeza dura que podía llegar a ser el peliplata, nada que ella no pudiera ablandar, pero que demandaría de un esfuerzo al que esperaba no tener que incurrir. Un intento fue caerle con esa tarjeta hecha especialmente para él, con algún soborno de por medio, rogando que tan solo con ello lograra algo. Ya no le quedaban ni ganas de meterle pelea.
Pero, para gratificación de la mujer, Kakashi entendió que la gran sorpresa del evento recaería en sus hombros, o mejor dicho, sobre los hombros de Lomo Plateado, siendo el único fundador del club que estaría presente. Porque Zulima se lo venía exigiendo, en forma de pedidos cuasi órdenes que deslizaba día por medio cuando él requería de información sobre el club.
Sonrió al recordar la forma en que la rubia intentó persuadirlo la vez anterior, si era que a la demanda podía llamársele persuasión; y, la verdad, era que ganas no le faltaban de darse una vuelta, aunque ya no sentía la necesidad de participar como antaño. Al fin y al cabo en su hogar tenía todo lo que quería con Sakura, pero no podía evitar la emoción ante el disfrute que le causaban esos eventos. Y sabía que sería muy instructivo para su niña rosa, podría introducirla más eficazmente en otra clase de juegos, además de que serviría para concluir con la inducción a las prácticas, lo que le permitiría exponerle de lleno la clase de dominante que él era, porque entendía que con ella había sido por demás suave y benevolente.
Suspiró arrojando sobre el escritorio la tarjeta dorada, el pase exclusivo para los invitados VIP como le llamara Zulima, y giró hacia el ventanal. Estaba anocheciendo y Sakura no tardaría en ir a buscarlo. La noche anterior se había quedado trabajando en el Hospital, cubriendo una guardia de último momento y aprovechando ese tiempo extra de obligado desvelo para avanzar en su investigación. Y ya como que las ganas de tenerla cerca le picaban en las manos y los labios.
Una sonrisa ladina se dibujó en su rostro al imaginársela en su habitación en el Lux. Allí tenía todo lo necesario para una sesión intensa, instrumentos y artefactos que no podía tener en su hogar por cuestiones de imagen. Por el momento, era un hombre público que no podía permitirse ciertos fetiches. Las señoras de la limpieza y hasta su propia seguridad privada, se escandalizarían de reparar en esos instrumentos que bien podrían considerarse de tortura, dependiendo de su uso.
Y en ese instante consideró que quizás no era tan mala idea llevarla, como lo consideró en un principio. Seiyi no estaría por allí, lo que quitaba la amenza de exponerla como sumisa ante él, y sería bueno marcarla como propia en el ambiente, para evitar cualquier equivocación a futuro. Sakura exudaba esa aura de sumisa que cualquier amo hábil detectaría al instante, y estaba tan hermosa que entendía que la desearían. Y no era ese deseo ajeno lo que le afectaba, sino la intención del otro. Le volvía loco el sólo imaginar que alguien que no conociera siquiera se atreviera a cortejarla, tal como lo hacía Seiyi. Si bien siempre se definió como posesivo, nunca sintió el precio de lo que eso significaba, y ahora lo estaba pagando hasta con meras fantasías. Así que en ese instante tomó la decisión. Iría a la fiesta, con ella como su sumisa, como su obra de arte y le haría saber que esa mujer no estaba ni estaría disponible para nadie, y quien la mirara por más del tiempo aceptable para conocerla, debería soportar la furia de Lomo Plateado.
La ansiedad le mordió las ganas al proyectar en sus pensamientos cómo serían las reacciones de Sakura ante lo que viera, y lo excitante que sería tenerla comportándose como una sumisa metida por completo en su papel. Por completo... De sólo imaginarla así, su miembro palpitó en excitación, aunque entendía que el juego en el que le estaba adiestrado venía lento y suave. Así que tendría que prepararla, y contaba con pocos días por delante aunque serían suficientes.
Sonrió. Dios, no veía la hora de tenerla así y sabía que ella ahora lo disfrutaría.
Asi que no demoraría en comunicarle a Zulima que Lomo Plateado se presentaría a la fiesta, pero con ciertas condiciones, tanto en su habitación como en el palco privado desde el que los dueños y señores del club supervisaban las actividades, honrando con su visible presencia a todos los amos y sumisas que llegaban para participar de las fiestas exclusivas.
El golpe en la puerta llamó su atención, haciéndole guardar la tarjeta rápidamente en uno de los cajones.
—¿Si?
Shikamaru se asomó.
—Hokage, lo buscan. Las doctoras Haruno y Kikazawa. Vienen sin cita en carácter de urgencia.
—Hazlas pasar.
Shikamaru asintió y desapareció tras la puerta. Segundos después, ambas mujeres la cruzaban, cargando entre sus manos varios pergaminos, aunque Kakashi sólo reparara en la pelirrosa y en esas estrechas caderas que se bamboleaban al caminar, provocándolo. La deseaba y se lo hizo saber cuando sus ojos se encontraron.
—Hokage,— Sakura carraspeó aclarando la garganta, hablando primero para romper con la calentura que le provocara ese hombre tan sólo con la mirada. Era abrumador como su cuerpo respondía a él, como si para lo único que existiera fuera para complacerlo — buenas tardes. Venimos con novedades.
Shizune respiró hondo con algo de emoción inclinándose en saludo cuando Sakura terminara el suyo.
—Las escucho, señoritas.
—Estuvimos investigando y haciendo pruebas con el negatiboru, tal como lo mencionan los informes que Shizune le fuera alcanzando cada día.
Él asintió.
—La doctora Haruno — apuró a hablar la mencionada — hizo un descubrimiento que-
—Hicimos un descubrimiento — interrumpió Sakura.
Kakashi carraspeó —Prosigan.
—Bueno...logramos desarrollar el jutsu de negatiboru en un nivel que no agota demasiado al portador y que se enfoca exclusivamente en esas partículas, sin dañar el cuerpo del receptor. Combinado con el chakra de inspección logra desactivar el ataque a los canales en menos de un minuto, luego de que se inicia el tratamiento.
Kakashi abrió los ojos en sorpresa inclinándose hacia delante en su escritorio. Estaba por demás interesado y le pidió a Shizune con un ademán que continuara.
— Ya se lo enseñamos a tres médicos, dos expertos y un estudiante. Todos lograron ejecutarlo con mayor o menor precisión y casi sin consecuencias, lo que garantiza la sencillez del jutsu y su seguridad.
Kakashi asintió sonriendo con orgullo. Miró a Sakura a los ojos por unos instantes cuando Shizune desvió su atención a los pergaminos que portaba. En su gesto silencioso una felicitación transmitía, que ella entendió de inmediato sonriéndole en complicidad.
—En estos pergaminos que le muestro, hemos detallado el jutsu el cual lo llamamos el rairakku jutsu. — le explicaba mientras le alcanzaba el rollo ya destrabado y listo para desplegarlo.
Sakura y Shizune se miraron en el momento en que Kakashi comenzó a leerlos, ansiosas por el veredicto del hokage, quien no era médico pero si un ninja de élite que fue capaz de ejecutar a temprana edad jutsus altamente complejos, que pocos ninjas lo lograron siendo ya adultos experimentados en el arte ninja.
—Interesante.— dijo segundos después, cuando apenas llevaba menos de medio pergamino leído. — Entiendo... sí, no es complejo. — Se detuvo a la mitad y las miró con seriedad — ¿Cuánto entrenamiento demanda una correcta ejecución?
Shizune respiró hondo sin poder ocultar su preocupación y fue Sakura la que tomó la palabra.
—Lo ideal sería al menos una semana de entrenamiento con alguna de nosotras, ya que aún somos las únicas que lo conocemos con precisión, y sería bueno que las pruebas se realizaran sobre cuerpos de animales. Pero, dadas las circunstancias actuales, puedo asegurarle de que con la lectura de estas precisas instrucciones, un médico ninja con experiencia podrá ejecutarlo con un alto porcentaje de éxito.
—Médico con experiencia dijiste — ella asintió — Como los que están acompañando a los equipos en misión.
—Así es, hokage. Las instrucciones en los pergaminos están dirigidos a ellos.— acotó Shizune con nerviosismo.
Kakashi asintió con seriedad en su semblante. Era evidente que estaba meditando cada palabra para entender todo. Bajó la vista al pergamino en ese instante para terminar de leerlo. Venía la sección de las advertencias
—¿Margen de error? — preguntó sin despegar los ojos del documento.
—Bajo. El daño en el médico sería mínimo, solo algo cansancio que recuperaría con un par de horas de descanso. Lo peor lo llevaría el soldado atacado que no lograría la curación completa, sólo demoraría el momento de su muerte.— Sakura explicó detalladamente, y aunque no le gustara admitirlo, las pruebas habían arrojado esos resultados.
—Bien, es mejor que solo verlo morir.
—Así es, hokage sama. — Kakashi la miró en ese momento, ni bien la escuchó tratarlo con ese respeto y seriedad, y le sonrió.
—Tenemos que mejorarlo y vamos a hacerlo, mientras entrenamos a los médicos que están en la aldea, Kakashi sama. Si usted nos autoriza, queremos comenzar cuanto antes a prepararlos. — apuró a explicar Shizune, nerviosa por el veredicto de Kakashi que no levantaba la vista de su lectura mientras ella le hablaba.
— Pero, aun así— acotó Sakura logrando que él la mirara — por más que el jutsu esté en fase de prueba, estamos convencidas de que en un principio no deberíamos demorar en compartir lo descubierto, por más que haya riesgo.
Kakashi asintió antes de retornar a su lectura, soltando un enorme suspiro al terminar. Apoyó el pergamino en el escritorio y las miró con seriedad por unos segundos.
—Señoritas, excelente trabajo
Ambas mujeres relajaron sus cuerpos y sonrieron antes de volver a hablar.
—Somos conscientes que no es definitivo ni lo mejor que podemos ofrecerles, pero es algo, una primer línea de defensa, desarrollada lo más rápido posible...sabemos que nuestros compañeros cubriendo esta misión están en peligro sin nada para tratar a los heridos.
Sakura asintió respaldándola y habló después.
—Trabajaremos intensamente en el refinamiento. Pero necesitamos de su aprobación para comenzar a entrenar, no sólo a los médicos calificados, sino a los estudiantes también. Si la situación se complica, necesitamos a la mayor cantidad de profesionales preparados. Además, estos ejercicios nos facilitarán la evolución del jutsu.
—Coincido.
—Y estaremos trabajando junto a Sasuke en una contraofensiva contra el arma. Él tiene varias ideas. — Shizune, ya más confiada, se animó a mencionarlo. El Uchiha no estaba de acuerdo en comentarle tan rápido al hokage y se lo hizo saber esa tarde cuando ella le indicara su intención. No quería hacerlo hasta que se decidiera por una estrategia en concreto, pero la mujer ignoró esa advertencia. Mientras más supiera Kakashi, mejor sería aún cuando fracasaran en el intento.
—Sigan adelante con sus investigaciones. Sakura, — la miró — llama a Shikamaru.
Ella asintió y fue corriendo a buscarlo. Instantes después ambos ninjas estaban frente al hokage.
—Shikamaru, necesito que envíes esta misma noche y en carácter de urgencia, copia de este pergamino a todos los equipos en misión. Va dirigido a los ninjas médicos
—Entendido.
—Y mañana a primer hora extiende estos permisos a la academia y a los destacamentos médicos de la aldea. Todos los médicos deberán presentarse al medio día sin falta para instrucciones.
Y dichas esas palabras, selló el permiso en blanco que Shikamaru debería completar con las instrucciones para que se presentara el personal.
Asintió y se retiró a ejecutar la orden. Se estaba haciendo tarde y llevar a cabo esa tarea demandaría al menos hora y media, y quería hacerlo cuanto antes. Odiaba quedarse fuera de hora en la oficina. Era por demás fastidioso.
—Nuevamente, muy buen trabajo. Se merecen un descanso.
Shizune respiró hondo y comenzó a tomar sus cosas para retirarse mirando a Sakura quien se mantenía quieta.
—Shizune, me quedo. Debo hablar unos temas con el hokage.
La mujer detuvo lo que hacía y reparó en ella entrecerrando el ceño. Luego miró a Kakashi quien no le estaba prestando atención, pero que por dentro reía. Sabía que la mujer no era idiota y que en algún momento lo descubriría, y le daba gracia la reacción de su niña que siempre tan medida, esa tarde no pudo contenerse y le demostró que estaba tan desesperada como él.
—Ok. — suspiró — Nos vemos mañana Sakura. Descansa que hay mucho que hacer, más si van a venir todos los médicos de la aldea
—Primero vendrán aquí, Shizune. Tranquila. —acotó Kakashi con ese tono calmo y burlón que sabía que le molestaba a su anterior ayudante.
Esta le echó una mirada fulminante que, del respeto que le demostrara minutos atrás no le quedaba nada, y decantó en encogerse de hombros para restarle importancia a la provocación. Estaba cansada, esa misión era más estresante que el trabajo de oficina, aunque definitivamente mucho más desafiante. Suspiró antes de inclinarse en saludo primero ante el hokage, quien le sonrió, y luego ante Sakura que hacía lo mismo en retribución, y se retiró
Cuando la puerta quedara cerrada al fin, Sakura contó hasta tres antes de cercar rápidamente el escritorio y, de un salto, sentarse a horcajadas en la falda del Kakashi rodeándole el cuello con los brazos.
—¡Epa!
—Hola, sensei— le dijo con una mirada apenas sonrojada, y una sonrisa juguetona, mientras se mordía apenas el labio inferior al ser consciente del atrevimiento y picardía de su acto.
—¿Estamos atrevidas hoy, no? — el tono grave con el que le replicara, le hizo vibrar el bajo vientre, mojándola ni bien sintió esas enormes manos abrirse sobre ambas nalgas apretándolas.
—Le extrañé anoche. — y le hizo un puchero.
Kakashi carcajeó, adoraba cuando jugaba así.
—¿Le?
—Sí, sensei. Yo lo respeto mucho.
Los iris del peliplata se oscurecieron en ese instante. Tantas cosas se le ocurrieron, más de las que meditara esa tarde luego de que observando esa invitación, ya hubiera aceptado asistir aun cuando no se lo dijera al organizador.
—Mejor. Así debe ser.
Sintió unos delgados dedos escabullirse sobre su rostro, tomándole los bordes de la máscara para bajarla, aunque se detuvieran antes de jalar.
—¿Puedo, sensei?
Él carcajeó —¿Y ahora preguntas?
Ella le sonrió y apuró el trámite para besarlo, tomándole la boca ni bien quedó libre. El beso inició suave pero no tardó en cargarse de ganas. Solo una noche habían estado separados, pero la necesidad del otro la vivió como si hubieran sido días.
Las manos de Kakashi le recorrieron los muslos, perdiéndose indiscretos dos dedos al recorrerle la raja del culo por sobre el apretado pantalón de licra, haciendo presión en su ano luego de pasar varias veces sobre el. La mujer gimió carcajeando apenas, sin cortar el beso que los unía hasta que un golpe en la puerta los interrumpió.
Sakura dio un salto levantándose de la falda de su ex sensei; y, yendo rápidamente hacia el otro lado del escritorio, se acomodó las ropas e innecesariamente el cabello, mientras Kakashi subía la máscara y pegaba más el asiento al mueble para que quedara oculta la gran erección que se le había formado.
Carraspeó. —Pase.
Shikamaru entró a paso apurado.
—Ya está todo en marcha. En media hora comienzo a enviar los pergaminos. Son veinte, ya que varios equipos regresaron al acabar sus misiones.—la miró a Sakura quien estaba casi a espaldas suyas, simulando leer un documento. Lucía acalorada. E inmediatamente volvió su mirada a Kakashi con una pregunta y reprimenda en los ojos.
—¿Me decías?— provocó ignorándolo.
—Que ya está todo organizado. — Suspiró, podría irse antes a su casa. — ¿Se les ofrece algo?
—No.
—¿Sakura?
—¿C-cómo?— lo observó bajando el documento. Sentía la mirada del Nara sobre sus mejillas y estas se incendiaron aún más. Sabía lo astuto que era el compañero de equipo de Ino, y no necesitaba que se enterara de lo que tenía con su ex sensei, podría meterlos en problemas.
—Si se te ofrece algo, ¿un vaso con agua quizás?
Kakashi lo miró entrecerrando el ceño.
—N-no, no...nada. Estoy bien. — y le sonrió nerviosamente.
Shikamaru no aportó más nada, sólo una mirada de advertencia a su superior, la que sabía que le importaría un comino al peliplata. Y ya, ¿que podía decir? Parecían dos adolescentes hormonados.
Saludó con la mano y se retiró tan rápido como vino.
Sakura suspiró y se apoyó en el escritorio segundos después.
—Casi — dijo con sus mejillas aún coloreadas.
—Sí. Casi. Menos mal que golpeó.
—¡Ay, sí! No quiero imaginármelo si hubiera... —se tapó la cara con ambas manos, sumamente apenada —¡Perdón! No vuelvo a hacer algo como eso.
Él carcajeó. —Me encantó lo que hiciste. No sabes cómo me pusiste.
Ella abrió los dedos de ambas manos sobre su rostro, para darle lugar a mirarlo bajando sus ojos como si le observara la entrepierna. —¿Si? Cómo.
—¿No lo sabes?
Sonrió quitándose las manos, para negar luego buscando la explicación obvia como si fuera una niña caprichosa.
—Duro, preciosa.
Ella carcajeó, gustosa de saberlo excitado por lo que le hiciera. También estaba excitada, desde que entrara a la oficina y esos oscuros ojos la recorrieran con disimulado deseo.
—No sabes cómo me pusiste tú, cuando entré.
—¿Cuándo estaba Shizune?
—Ajá — le respondió ella juguetona.
—¡Pero qué lujuriosa!
—Es tu culpa.
Él carcajeó.
—Sensei...— se apoyó en el escritorio nuevamente, balancéandose hacia delante. Moría por besarlo otra vez, pero temía que los interrumpieran nuevamente. No podría soportar la vergüenza si volvía a pasar, demasiado si ya tenía con haber visto en los ojos de Shikamaru esa advertencia sobre lo obvio.— Quiero irme a su casa. Ya.
Algo gruñó dentro de Kakashi. Sabía que era lo que ella quería, y ya no aguantaba las ganas de dárselo.
—Emmm... en un rato. No quiero ser tan evidente.
Sakura lanzó una risotada en ese instante y de inmediato se tapó la boca para callarse. Ella estaba siendo demasiado descuidada esa tarde, a sabiendas de los problemas que podrían tener si esa relación se supiera. Y si bien ya eran adultos y sus cargos no los colocaban en una relación de poder que diera a sospechas de acoso, tampoco habían definido lo que hacían, y no era conveniente que demasiadas personas lo supieran. Bastaba con que el hábil de Sasuke estuviera al tanto, más personas ya era complicar las cosas. Y temía por Shikamaru.
Y en ese instante un dejo de tristeza cruzó por sus pensamientos al saberse en una relación que bien podría tacharse de clandestina. Realmente le gustaba lo que hacían, se sentía cómoda con él, y era imposible negar que le hacía ilusión un futuro juntos, aunque era inevitable presentir ese vacío de un vencimiento que se acercaba lentamente, pero que no dejaba de seguirla.
Y en ese instante en que en sus ojos casi se refleja el dilema que la asolaba en los pensamientos, Kakashi colocó frente a ella en el escritorio la tarjeta dorada.
—¿Y eso?
—¿Recuerdas a Zulima?
Ella tomó la tarjeta inspeccionándola, sin responderle. La mujer le molestaba, aún le picaban los celos al recordar como acechaba al peliplata y la historia que averiguó habían tenido. Con una pregunta en la mirada lo increpó una vez que le diera vuelta al duro y brillante papel.
—Es...¿es la fiesta BDSM?
—Así es.
—¿Y...?— no entendía porque, pero se sentía nerviosa. La mención de Zulima le había hincado en la inseguridad y no entendía del todo que se traía Kakashi con esa tarjeta.
—Estamos oficialmente invitados. Ese es el pase VIP
—¿VIP?— la leyó nuevamente notando ahora que tenía un nombre. "Lomo Plateado" rezaba en el dorso.
—¿Lomo plateado? ¿Así se llama la fiesta?
Kakashi carcajeó.
—No. Ese soy yo en el ambiente. Para las fiestas.
—¿C-cómo?
—Es una costumbre utilizar seudónimos para ocultar la identidad. Ya no es tan necesario como antes que se consideraba un tabú aberrante, pero se mantiene. El morbo de una doble vida hace más excitante esos encuentros.
Ella asintió seria para mirarlo luego, con algo de temor en sus ojos. El temor que provocan los celos.
— Es una invitación personal. Para ti...vas... ¿Vas a ir?
Le sonrió. Había notado la inseguridad en la chica, esa dubitación en esos hermosos iris que comenzaban a enojarse. Y no podía excitarle más.
—Vamos a ir.
—¿E-en... en serio? — balbuceó nerviosa. El temor y la expectativa por algo que no conocía ahora le ganaba terreno a los celos. No era que no se acordaba de cuando la mujer se lo mencionara aquella tarde que la devoraba con la mirada, pero en ese entonces Kakashi no estaba dispuesto a asistir, o por lo menos eso entendió. Ahora, la cosa era distinta y le avergonzó verse expuesta aún sin saber lo que conllevaba una fiesta de ese estilo. —No conozco nada de esto Kakashi. ¿Crees que deba ir?
—Voy a presentarte.
—¡¿Qué?!
Él carcajeó notando el nerviosismo de su niña.
—Tranquila. Tu identidad estará oculta. Vamos a vestir antifaces y ropas que no usaríamos en la diaria.
—¿Un disfraz?
—Algo así.
—Y... ¿y cómo me llamarías? ¿Sakura?
—Ummm... me gusta Cerise para ti.
—¿Cerise? Eso es...
—Cereza en francés.
Lo meditó por unos segundos y luego sonrió algo tímida.
—¿Nadie va a reconocerme?
—No. Sólo yo y obviamente Zulima que sabrá que eres mi acompañante. Pero quédate tranquila por ella... conoce la reserva y lo importante que es para disfrutar de este mundo.
Sakura aún dudaba. Sus dedos jugaron nerviosos con el borde duro de la cara tarjeta mientras se mordía el labio inferior por dentro. Kakashi la observó unos segundos hasta que al fin le interrumpió sus cavilaciones.
—¿Qué te preocupa?
—No, no es eso... sólo que... No sé nada de esto, de las fiestas.
—No te preocupes por eso. Verás que te gustará.
Asintió varias veces, bajando la mirada nuevamente a la tarjeta, la cual contempló por unos segundos.
—Creo que sería mejor si leo algo sobre el tema, ¿no? ¿Tienes algún libro que-
—No, nada de libros. Quiero mantener la sorpresa.
—Pero-
—Deberás confiar en mí. — la miró duramente, aunque había paciencia en esa mirada — ¿Lo haces?
Ella quedó inmóvil. No era la primer vez que él le daba una orden, pero se sintió más firme esta vez. Había un pedido de confirmación y sabía que si lo daba, el nivel subiría. Y no pudo evitar sentir temor, y el temor pronto anidó en su bajo vientre.
—Sí, sensei. — respondió al fin, agachando la mirada.
Él sonrió satisfecho.
—¿Pero?
—Nada, sensei.
—Vamos, Sakura. Dime.
Respiró hondo algo indecisa de hablar. Temía ofenderle, pero peor sería quedarse con la duda. Él insistirá y sabía lo persuasivo que podía ser. Mejor decírselo mientras no estuviera enojada.
—Y como sabes que... Zulima no lo...digo, ¿ella no va a decir nada, no? Digo... eres el hokage y temo traerte problemas.
Kakashi sonrió entendiendo todo. Y no le molestaba sincerarse algo más con ella, aunque sea solo un poco.
—Zulima no puede decir nada. Sino, la despido.
—¿Cómo? No entiendo.
—El Lux es mío y Zulima trabaja para mí.
—¡¿Qué?!
—Hace un tiempo atrás, con un socio del ambiente abrimos ese club. Funciona como un bar BDSM encubierto, para que la gente de Konoha tuviera un lugar donde encontrar gente con gustos similares, sin tener que meterse en antros. Damos un marco de... seguridad.
—¿De verdad? Es un club muy famoso, todo el mundo va.
—Sí, es para todos. Pero tiene una sección exclusiva.
—¿Y el sábado será para todos?
—No, el sábado es una fiesta privada ofrecida por sus dueños para los amigos de la casa. Sólo habrá gente del ambiente.
—¿De Konoha?
—Sobre todo de Konoha. Pero vienen de muchos lugares, Sakura. Es un ambiente muy cuidado y agradable. Ya lo verás.
Ella asintió, pero no pudo evitar sonrojarse al imaginarse ella misma en ese lugar. De su experiencia con Zulima, la forma en que una domina la miraba y lo que sintió, se imaginaba a ella misma como un pequeño conejito entre medio de lobos en ese lugar, y Kakashi le entendió de inmediato carcajeando con ternura.
—Tranquila. Estarás conmigo y nadie toca a mis sumisas. A menos que ellas quieran, claro, y sólo cuando yo las suelto.
—¿Qué? Como...
—Soy conocido y respetado, Sakura.
—Pero... ¿saben que eres Kakashi?
—Algunos pocos. Todos me conocen con el seudónimo que ves en la tarjeta. Es parte del juego.
Abrió grandes los ojos comprendiendo al fin, aunque le quedaran muchas dudas. Pero no pudo evitar que ese temor fuera eclipsado por la intriga que se abrió paso en su interior. Y entendía que aunque tuviera reservas, la asistencia a esa fiesta era una decisión tomada y algo en esa imposición le hacía sentir frustrada pero terriblemente excitada.
Lo miró. Y esos ojos oscuros la esperaban, escrutándola sin reparos.
—Creo... creo que va a gustarme.
Kakashi sonrió para luego dejar escapar una carcajada grave, demasiado sensual, excitado en anticipación. No veía la hora de observarla moverse dentro del ambiente, los sonrojos que la invadirían por las prácticas más subidas de tono, el caliente temor ante aquellas más extremas, y la excitación por observar en otros lo que a ella le gustaba; porque la iba conociendo y el morbo de su niña rosa era tan desmedido como su inocencia. Era una joya en bruto, como siempre la vio, y él la puliría, la gozaría y la luciría todos los días. Porque le pertenecía a él y a nadie más. Seiyi debería quedarse con las ganas esta vez.
—Mañana voy a elegir tu atuendo.
—Dirás, vamos.
—No, Sakura. Voy. Eres mi sumisa y vistes lo que yo elija.
—¿En serio?
—¿Es esa forma de hablarme?
Ella cerró la boca en ese instante, con asombro. No entendía nada, pero su excitación aumentaba cada vez que él le hablaba así, sin darle opciones, sin dulzura aunque con paciencia.
—Vamos a tener que repasar un par de reglas en casa.
Le sonrió con nerviosismo.
La mirada del varón era oscura. Su semblante se había tornado serio e indescifrable, cubierto de un deseo denso que le anticipaba que subiría el nivel, pero no sabía hacia dónde ni cuánto él querría subir. Las novelas que leyera, todas sugeridas por Kakashi, eran duras. Los amos de esas historias eran implacables, pero sumamente cuidadosos de sus sumisas. Y su ex sensei no había sido tan "malo" como ella siempre llamara a esos personajes que castigaban tan severamente a sus lujuriosas mujeres, pero no por ello no comenzaba a desearlo.
—No veo la hora de llegar a casa.— le dijo al fin.
—Yo también.
Y en ese instante Shikamaru llamó nuevamente a la puerta. Sakura respiró hondo para calmar ese nerviosismo, ocultando de inmediato la tarjeta en uno de los bolsillos de su casaca, mientras Kakashi le respondía a su secretario para que ingresaran. Ambos se miraron cómplices, con una media sonrisa él y ojos ansiosos ella.
Y no dejaría de reparar en ella mientras su ayudante le diera las últimas novedades antes de informarle que se retiraría a su casa. Ni un segundo dejó de observarla, recordando que hasta ese momento él había sido muy paciente con ella, y que ya era momento de introducirla definitivamente en su mundo. Ya era momento de que se convirtiera por completo en su sumisa.
Miren, voy a ser sincera. Sí, totalmente sincera.
El capítulo 29, el que acaban de leer, no es el más entusiasmaste que haya escrito en mi vida. Es tranquilito y no tiene muchas cosas. Hasta se podría considerar de relleno, pero ni en esa categoría entra.
Porque es...Sólo es un...un... un nexo.
Sí, eso. Algo necesario para sentar las bases de lo que vendrá.
Sino lo hacía, y juro que estuve por no hacerlo, mi cerebro iba a volverme loca jajajajaja
Así que no me castiguen tanto. Prometo que el próximo les va a gustar jajajajaj
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