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Capítulo 21

Shikamaru suspiró profundo sin levantar la vista de los documentos que se encontraba analizando, sentado en frente a Kakashi.

Esa mañana había arrancado con demasiados reportes tanto de las guardias de la aldea, como de los puestos de control estratégicos en los límites de la ciudadela y del bosque. Era como si todos los ninjas se hubieran puesto de acuerdo para completar los informes y entregarlos al mismo tiempo. Incluida la policía.

Kakashi ni se inmutó cuando lo oyó, ya estaba acostumbrado a las quejas sin palabras del chico. Y no iba a fastidiarlo con algún reclamo o broma como acostumbraba a hacerle, realmente la ayuda analítica del muchacho esa mañana, un hombre a punto de ser padre ya, le estaban aliviando la tarea administrativa del hokage.

Un nuevo suspiro seguido casi al instante de otro más y de un lamento, ya ameritaba una intervención.

—¿Sucede algo, Shikamaru? — le dijo apenas alzando la mirada por un instante, volviendo a los papeles cuando el ninja se removió incómodo.

—Nah...

—¿Problemas en casa?

—Aun no.

Y no dijo nada más.

Cada uno se concentró en lo suyo sin emitir sonido alguno. Solo el crujir de los papeles al girarlos, o el viento helado al azotar la ventana cada tanto, eran los encargados de interrumpir la monotonía de la tarea.

—Bueno, sí. — rompió el silencio el Nara, minutos después — Hay algo de lo que creo que deberíamos hablar.

Ahora fue Kakashi el que suspiró en queja. Dejó los papeles ordenadamente apoyados en el escritorio, algo inusual en él, y alzó la cabeza mirándolo.

—Habla entonces.

Shikamaru respiró hondo. Se autodefinía como un sujeto directo, y en ese momento le estaba dando demasiadas vueltas al asunto para su gusto, porque sabía que podía traerle problemas lo que iba a decir. Y no era un tipo al que le gustaran los problemas. Demandaban demasiado trabajo para resolverlos, aunque fuera hábil para salir siempre airoso. Tal vez, si obviaba la situación se ahorraba un mal momento y no era que no lo considerara, pero admiraba a Kakashi y su honor hacía que se debiera a su hokage. No podía dejarlo pasar.

—Mira Kakashi sama, lo que voy a decirte no es de entrometido. Sabes que busco lo mejor para la aldea. Y ahora para ti... o para ustedes en este caso.

Kakashi endureció la mirada. Algo le decía que todas esas vueltas tenían que ser por Sakura. Ya si lo había notado algo inquieto cuando llegara esa mañana, rehuyendo varias veces de su mirada, aun cuando no le estuviera agregándole trabajo.

—Anoche los escuché.

—¿A quiénes?— se hizo el tonto. Pero la dureza de su voz evidenciaba que estaba entendiendo todo lo que él Nara le decía.

—No me hagas decir los detalles. Eres más inteligente que esto.

Kakashi respiró hondo y fijó su mirada en los ojos de Shikamaru.

—La vida privada se denomina así porque es privada, Shikamaru.

—Comparto. Pero deja de serlo cuando la ejerces en un lugar público. Y la torre del hokage lo es.

Kakashi solo emitió un leve gruñido sin bajar la mirada que el Nara sostenía.

—¿Ya le dijiste al consejo?

El muchacho respiró hondo rodando los ojos en hastío.

—Hablas como si no me conocieras.

—¿Entonces qué quieres?

—Que seas más cuidadoso.

El peliplata suspiró disimuladamente desviando la mirada hacia los papeles para tratar de acomodar sus pensamientos. Le aliviaba lo que le decía, en cierta forma.

—Mira, si fuera cosa de una vez, ni te lo hubiera mencionado. Pero no es cosa de una sola vez.

—No.

—Y recién comienza.

Kakashi alzó la mirada.

—¿Qué te extraña? No eres el único genio deductivo aquí.

—No estoy jugando.

—Lo sé. Tú fijación con ella arrancó desde mucho antes. Estoy al tanto de ello.

Kakashi entrecerró el cejo —No hay nada malo en eso.

—¿Ahora? No, ahora no. No es menor, no es tu alumna y la injerencia del hokage no llega a las decisiones del hospital. Sin considerar que si Tsunade lo supiera, no saldrías entero de la conversación con ella.— respiró hondo relajando sus espaldas en el respaldar duro de la silla mientras metía las manos en los bolsillos de su pantalón, y desvió su mirada al techo por unos segundos — No, no hay nada malo. Ni nada que reportar. Pero si los viera otro...

—Entiendo.

—No todos tendrían el mismo juicio que yo. No mientras te mantengas como hokage. — chasqueó la lengua y lo miró nuevamente — En realidad, nunca lo verán bien, pero puedes ahorrarte los dolores de cabeza de los mojigatos del consejo. ¿Puedes?

Kakashi no respondió.

Shikamaru suspiró largo y profundo. La mirada del hokage le decía que se sentía amenazado y, si bien esa fue su intención al comenzar la conversación, como una especie de llamado de atención, no eran esos sus objetivos. Él quería ayudarle, no enfrentarle.

— Temari me decía que según ella Sakura había encontrado a alguien, porque se veía radiante cuando fue a consulta. — Le sonrió de lado para relajar el ambiente al comentarle esa observación. — Le creí pero no tenía ni una pista de quien pudiera ser.

Kakashi suspiró y por primera vez desde que tocaran el tema, sus facciones se relajaron.

—Le haces bien. Y ella a ti.

El peliplata asintió pasándose una mano por el rostro. Le pesaba que lo hubieran descubierto, y no porque fuera Shikamaru quien lo hiciera, sino por el descuido que había cometido. Era un hombre experimentado para caer en esos errores de lugar y momento.

—Mira Kakashi, no estoy en tu contra.

—Lo sé, lo sé.

—Pero entiende que no podría habértelo dicho de otra forma, si quería que me escucharas.

Kakashi le sonrió de lado. El estratega Nara, su padre fue uno de los mejores consejeros en estrategia y no pudo tener un mejor sensei que lo preparara en la paciencia y resiliencia. Y el resultado era ese hombre joven frente a él, aconsejando en su vida privada.

—La gente y el consejo están acostumbrados a verlos juntos conversando, entrenando. No sospecharían si los ven por la calle o compartiendo. Aprovecha eso. Y follen en tu casa o en la de ella. No jodas con esos descuidos de pendejos hormonales.

El silencio y la mirada calma de Kakashi eran indicios suficientes para saber que había bajado la guardia.

—¿Cuánto viste?

—¿Ver?— rodó los ojos en queja —El pervertido que espía parejas follando eres tú, Kakashi.

El peliplata rio recordando porque lo decía. El episodio de Tsunade y Jiraya no había quedado tan en secreto como él quería. O el Nara era demasiado hábil leyendo a las personas.

—Sí, a veces es mejor no asomarse. Por lo que verás, no soy el primero que profana esta... habitación.

—Tsk... los hokages son todos unos pervertidos o el cargo amerita descargas más fuertes.

Ambos rieron.

–No le digas a Temari.

—¿Estás loco? Ni se me cruzó decirle. Pero en serio... ten más cuidado. Tienes suerte que fui yo el que subió anoche. Agradece que me había olvidado los cigarrillos, sino hubiera sido Shizune. Y no creo que la hubieras sacado tan barata.

Kakashi asintió. – Gracias.

–No me agradezcas. Sólo... no metas la pata de nuevo. ¿Ok?

–Ok.

Shikamaru se estiró en la silla para desperezarse y quitarse definitivamente la tensión por el tema. La noche anterior le había costado dormir pensando en cómo enfrentarlo. No era un tema complicado, pero si delicado, más tratándose de dos personas a las que estimaba mucho.

–Bueno, creo que me merezco un descanso, ¿no?

–Ya estás abusando.

–Solo un cigarrillo. No seas exagerado.

Kakashi rio.

–Ya ve... nos vendría bien un descanso a ambos — soltó la lapicera y se desplomó en el respaldar de su sillón —. Hace tres horas que no paramos.

Shikamaru sonrió y se puso de pie para alcanzarle un pequeño termo lleno de té verde.

–Para que veas que te tengo en cuenta

El hokage le sonrió

–¿Sabías que eres el mejor secretario que me podría haber tocado? – y lo tomo rápidamente sacando del cajón su taza favorita.

–Tsk... síguela con eso. Síguela que me encanta que me llames así.

–No te quejes, te podría nombrar peor. Y ve antes de que llegue alguien y nos rompa la racha de tranquilidad.

–¿Llamas tranquilo a todo este papeleo?

–Llamo tranquilo a sólo este papeleo.

Shikamaru asintió entendiendo y salió de la oficina hacia su escritorio, dejando la puerta abierta.

–¿Será mucho pedir tomarme el almuerzo? – le gritó desde afuera.

–No abuses, secretario.

–¿Qué?

–Que vamos a almorzar aquí así adelantamos todo esta documentación. – se pasó una mano por la cara en frustración. – Así que ya déjate de joder y ve a fumar de una vez.

Shikamaru suspiró asomándose con el saco ya puesto.

–Y así me pagas.

–Estamos a mano, Nara.

El ninja le sonrió. Sí, estaban a mano con esta. No hubiera habido casamiento si Temari se hubiera enterado de la despedida de soltero. Y en eso lo ayudó Kakashi.

La oficina quedó en silencio cuando los pasos del Nara ya se dejaron de oír por la distancia. Kakashi observó su escritorio y luego la taza que sostenía en su otra mano, y no demoró en llenarla del humeante líquido verde espeso.

Aspiro una gran bocanada del aroma que ascendía junto con el vapor caliente. No olía como los tés de su cafetería favorita, pero tenía ese picor fuerte de las hojas tal como se acondicionaran en la Aldea de la Arena. Evidentemente lo había preparado Temari, para su marido, y este se lo había cedido a él. Y no lo despreciaría.

Relajó con un gran suspiro sus espaldas contra el mullido respaldar. Nunca fue tan acertado exigir ese asiento, cuando tomó el puesto y le preguntaron que quería cambiar de la oficina. Era cómodo. Ablandaba los músculos tensos. Aunque, siendo sinceros, reconocía la austeridad de sus condiciones y no pudo estar más arrepentido en ese momento. Quizás un cómodo futón para echarse una siesta cada tanto, o una pequeña biblioteca para sus icha icha no hubieran sido demasiadas exigencias.

Bueno, el icha icha quizás sí.

Respiró hondo lentamente abandonando las tensiones de la mañana. Demasiado con cinco minutos y un té. Mejor aprovechar lo que ya tenía que estar ansiando algo que hubiera podido ser.

Sonrió por lo que esa breve frase significaba para él, por esas ansias que pensó que jamás hubieran podido ser calmadas. Y ahora su niña rosa estaba en su vida y plenamente. Eso sí que había sido una sorpresa ya que no la había pedido, sólo lo deseaba pero nunca lo reclamó para sí mismo por el egoísmo que encerraba esa solicitud. Y sin embargo le fue brindado. Entendía que el destino tenía muchas deudas con él, o le estaba dejando crédito a favor por el futuro que se vendría. Y un escalofrío le recorrió la columna.

Se maldijo en ese instante por auto sabotearse de esa forma una y otra vez. ¿No podía tan sólo disfrutar lo bueno en su vida sin esperar nada malo?

–Mierda– susurró contrayendo el ceño mientras perdía la mirada en la hermosa tasa decorada con un pequeño perrito, el regalo que le diera Sakura para su treinta y cinco cumpleaños.

Ya su momento de descanso se había arruinado porque ahora su ser se había llenado de esa desesperante necesidad por verla, por capturar una vez más esas enormes sonrisas que le iluminaban el día cada vez que se las brindaba. Sabía que más adelante todo iba a doler como el demonio, y solo esos recuerdos le quedarían para volver una y otra vez allí y seguir sobreviviendo. Pero eso sucedería en el futuro. No ahora. No ese día ni en ese preciso instante en el que bebería el té que la esposa de su secretario le hiciera.

—¿Perdido con tus demonios otra vez, big boy?

Kakashi alzó la vista rápidamente. Esa voz tan familiar lo desconcertó. No la esperaba.

La voluptuosa mujer rubia le sonrió apoyada en el marco de la puerta de entrada, mientras se quitaba los guantes de abrigo tirando lentamente de cada uno de los dedos.

—¿Qué haces aquí?

—La puerta estaba abierta. No hice mal en no tocar.

—Zulima.

—La misma que viste y calza— y se abrió el largo tapado negro de piel que le llegaba a los tobillos, dejando al descubierto un escultural y curvilíneo cuerpo enfundado en un vestido negro de cuello alto, que si bien no mostraba piel no dejaba nada a la imaginación. Y en un leve movimiento de piernas, la larga bota de caña alta que le llegaba hasta mitad del muslo se asomó por el profundo tajo del costado.

Kakashi la recorrió de pies a cabeza. No era que lo hubiera hecho adrede, simplemente que la rubia invitaba a mirarla y el jamás podía negarse a hacerlo.

—No te esperaba.

—Tsk, nunca me esperas. Y yo igual regreso a ti, una y otra vez.

Zulima, la dura domina que lo había entrenado junto a Seiyi en las artes de dominación, y la única mujer que había llegado realmente lejos con él cuando lo rescatara de su momento más oscuro en aquellas épocas en que Sakura se entregara a Sasuke.

Una de las pocas que lo llevaron a la cama sabiendo ceder su instinto dominante al convertirse en la mejor sumisa que había probado alguna vez, brindándole todo lo que él esperara y más, subiendo la vara para cualquier otra sumisa que viniera después. Una de las pocas mujeres que le vio el rostro y que llegó a compartir verdadera intimidad con él, logrando hasta besarlo en algunas oportunidades.

Su cuerpo era todo lo opuesto al de su niña rosa. Alta, apenas si él le pasaba en media cabeza, de mirada azul y altiva, pechos de copa D, y unas caderas de más de ciento veinte centímetros, redondas y firmes. Y fue precisamente eso lo que por una vez en su vida lo desenfocó de aquello que le estaba vedado. Y si bien logró cautivarlo, nunca fue suficiente para llegar a su sentir, y ella lo sabía aún sin haberlo hablado jamás. Fue así que un día simplemente lo besó, cuando él apenas si se lo permitía eventualmente, y le dedicó una sonrisa antes de tomar su bolso y largarse a la Aldea de la Nube. Y no la extrañó, aunque anhelara su compañía.

—¿Te gusta lo que ves?

—Imposible no hacerlo.

—Me puse este vestido para ti. Te gustaba así... — y abrió un poco más el tajo enganchando la punta del dedo en el pliegue para evidenciar la profunda entrada a su entrepierna. — De fácil acceso... ¿o me equivoco?

— En absoluto. — Y le sonrió. — Pero no estás aquí para deleitar mi vista.

— No. — depositó el abrigo y la cartera sobre el respaldar de la silla que antes ocupara el Nara, y camino sin prisa contoneando todo el cuerpo hasta posicionarse a su lado. Tomó el extremo del respaldar del sillón del hokage y lo giró dejándolo frente a ella.

—¿La verdad? Quería deleitar la mía cuando te desvistiera al fin.

Kakashi carcajeó.

—Pero sé que estás ocupado y no soy una rompe hogares

—Lo sé.

—No, no lo sabes.

—No te hagas la mala, que te conozco.

—No me hago— y se inclinó más cerca de él, dejando su rostro a centímetros del de Kakashi. — Lo soy.

Y cerró rápidamente el espacio sorprendiendo a Kakashi, para depositar un leve beso sobre los labios cubiertos por la máscara del varón. Sólo un poco de labial rojo manchó la tela, aunque sería imperceptible para cualquiera dado el color de la prenda.

—Zulima...

Ella gruñó.

—Ya sé, ya sé...— Y se incorporó alejándose de él unos pasos.

Kakashi le sonrió. Sus ojos se redujeron a dos finas líneas. Ella siempre había sido así, mujer de no pedir permiso ni disculpas, solo ofrecerse carente de vergüenza y tomar aquello que deseara cuando y cuantas veces lo quisiera. Y él había sido uno de sus deseos.

Ella respiró hondo mientras lo miraba seria. Se mordió la mejilla por dentro rindiéndose a lo que fuera que estuviera pensando, cuando cruzó los brazos y caminó hacia el ventanal dándole la espalda.

Se tomó unos segundos perdida en la vista de la aldea teñida de tonos blanquecinos, que se le ofrecía desde esa oficina. Una vista privilegiada y estratégica, digna de un dirigente de ese nivel.

Suspiró nuevamente antes de hablar.

—No te olvido, Kakashi.

Él contrajo el ceño sin tener palabras con que acotar a esa confesión. Tampoco ella esperaba algo.

—Puedo vivir sin ti. Pero no quiero

—Zulima, te fuiste por una razón.

—Sí. Y también tuve una razón para volver.

—Que no fui yo.

Ella giró su rostro cubierto de una dura seriedad para verlo.

—No lo sabes. Nunca te lo dije. Simplemente vine y me diste el Lux.

—¿Y estás aquí hoy para hablar de eso?

Lo fulminó con la mirada. El práctico, astuto y directo Kakashi. No esperaba menos de él, pero sí que tuviera algo más de tacto y paciencia para con ella.

—No. Estoy aquí por negocios.

El peliplata ni se inmutó. No es que estuviera tenso y, si bien sentía un enorme cariño y gratitud hacia su amiga, no tenía la menor intención de revolver en un pasado que ambos cerraron de común acuerdo.

—Te escucho.

Ella suspiró y se acercó al escritorio apoyando su trasero en el.

Le sonrió al apreciar como él desvió su atención hacia el cruzar de sus piernas al acomodarse.

—Cómo te gustaba este juego, ¿no?

—Me gusta.

—Pero no conmigo.

—Negocios, Zulima, háblame de los negocios.

—Eres muy aburrido, ¿sabes?

—No me consideraba así, pero sí tú lo dices.

—No vas a dejarme ganar y enojarte, ¿no?

—Nunca me ganaste así.

—¡Mentira! No te olvides que fuiste mi sumiso alguna vez.

—No me olvido.

—Haces bien, big boy — y le miró la entrepierna— Que haya sido tu sumisa no me convierte en una. Y me conoces bien.

Él se carcajeó. Le fascinaba cuando sacaba ese lado. Como esa mirada azul se volvía fría y dura que ponía de rodillas hasta al más duro de los ninjas. Era una domina implacable. Incansable en sus rutinas y sumamente agotadora para el sumiso que osara a desobedecerla hasta en una mínima orden. Nunca toleró nada, con ella solo había una forma de hacer las cosas, su forma. Y eran extremadamente placenteras, aunque esos días estuvieran lejos ya y Kakashi no tuviera la mínima intención de volver allí. No era que la hubiera pasado mal, todo lo contrario, era que ahora estaba en el lugar que siempre deseó.

—No me amenaces. Y ya déjate de juegos que en cualquier momento vuelve Shikamaru.

—¿Tu secretario? — sonrió — ¿El Nara?

—Así es.

–Ummm...interesante... Luce como un hueso duro de roer, ideal para quebrarlo.

—No puedes decir eso, no lo conoces.

—¿Es parecido a su padre?

—Calcado.

—Entonces lo conozco. — una sonrisa perversa dejó ver como recorría sus dientes con la punta de la lengua.

Kakashi entrecerró los ojos tratando de imaginarse cómo conocía al padre de Shikamaru, pero desistió de preguntar. Había cosas que era mejor no saber.

—Ni se te ocurra, Zulima.

Ella lo miró con una mueca de asco en los labios. —Aburrido.

El peliplata respiró hondo. El carácter de la chica era exactamente que el de antaño, y por eso la estimaba.

—En fin. Bien, Kakashi. Recibiste mis números, ¿no?

Él asintió.

–Desde que tomé el control del club subieron las ventas un ocho por ciento. Así que vamos bien considerando que son sólo tres meses y que este puto temporal me está retrasando las fiestas.

Él se carcajeó.

—¿El hokage no puede hacer nada con eso?

—¿Con el clima? No soy dios, Zulima.

—No, pero tienes la autoridad para levantar las restricciones que pusiste.

—La semana que viene cesan las alertas. Los meteorólogos la extendieron un par de días más por precaución. Fue un fenómeno inusual, lo sabes.

—Y si sólo es precaución, ¿no puedes adelantar el cese a este sábado?

—No, Zulima.

—Sabes que eso nos hará perder un dos por ciento de ingresos.

Él encogió los hombros aceptando la pérdida.

Zulima gruñó.

—Tú y Seiyi no cuidan el dinero.

—Si te comes una demanda por un accidente que surja debido al clima, vas a perder más que el dos porciento, Zulima. Entiendes eso. — la rubia lo fulminó con la mirada. — No me mires así, que lo sabes.

—No sé ni para que vengo a hablarte si ya sabía que no ibas a ceder en nada. Pierdo mi tiempo contigo, nada más.

Se levantó desde el escritorio furiosa y caminó rápidamente hasta la silla en la que descansaba su bolso, clavando los tacos en el suelo a cada paso. — No cambias en nada, Kakashi. — tomó un cigarrillo mentolado y lo encendió.

—Tú tampoco. Sabes que no se puede fumar aquí.

Ella lo ignoró arrojando el humo hacia el costado.

—Zulima— le reprendió con voz autoritaria.

No lo miró por unos segundos haciendo caso omiso al reclamo, antes de darle una última seca a su cigarrillo para luego hundirlo en la tierra de la maceta en la oficina apagándolo.

Arrojó el humo al aire antes de mirarlo con una sonrisa furiosa en el rostro.

—¿Contento?

—Mi planta no tiene la culpa de tu enojo.

—No le hice nada a la planta, Kakashi. Además tu eres de los perros, ¿desde cuándo te preocupas por una ... planta?

Kakashi rio. Zulima era imposible.

—Bueno, entonces ¿cuándo piensas levantar el alerta? Dame fechas.

—El lunes.

—Bien. Entonces la primer fiesta será el próximo fin de semana.

— ¿Qué temática vas a usar?

—Nada en específico. La gente está ya por demás entusiasmada sólo por la fiesta, ni se darán cuenta de que no hay temática. Además, me gasté todo el presupuesto de refacciones en acondicionar las habitaciones. Las habían descuidado bastante ustedes dos.

—No nos retes. Demasiado que lo teníamos funcionado. Somos hombres ocupados.

—Tsk. No me des excusas. Se merecen una buena tunda.

—Ya te gustaría.— le sonrió provocándola adrede.

—Para ti, me encantaría. Para Seiyi... bueno, le hacemos al dos por uno.

Kakashi rio y ella no tardó en sumarse.

—Por cierto, a sus habitaciones en el bar las dejé impecables.

—¿No sacaste nada, no?

—Nada. Pero me tomé la libertad de acondicionar dos más... — frunció la nariz — Estilo clásico, lo básico. Para los que inician... hay muchos nuvi.

—¿Si? ¿Gente que se suma?

—Las novelas de Jiraya que trataban del tema se vendieron como pan caliente tras su muerte, y muchos quieren experimentar.

—Eso es un problema.

—Lo tengo a Ryuk en eso.

—¿Ryuk?

—El grandote delgado y musculoso, el oscuro — Kakashi negó al no darse cuenta sobre quien hablaba. —¡Vamos! Lo viste cuando fuiste a saludarme.

El peliplata abrió grande los ojos al recordarlo. Ese grandote oscuro era Ryuk. Se veía intimidante, además de bastante apuesto. Tenía una cicatriz en el rostro que cruzaba toda su mejilla y le conferían un aura de matón.

—¿Es tu...?

—¡Sí!— una gran sonrisa perversa se dibujó en el rostro de la rubia. — Solo mío. 24/7.

—¡Lo conseguiste!

—Obvio. Que tú no quisieras no significaba que nadie iba a querer.

—Eres única.

—Y me dejaste ir. Si serás...

Kakashi rodó los ojos riendo. No le dejaba pasar una. Pero no la prefería de otra forma.

—Recuerda, tu habitación está disponible y cuidada por si quieres usarla ahora que tienes a tu chiquita. Puedes aprovechar la fiesta para presentarla. ¿Ya la iniciaste?

—Algo así.

—¿Algo así? Ummm... ¿Cuánto hace que empezaste?

— Poco más de una semana.

—¿Y todavía no la iniciaste? ¿Desde cuando eres tan paciente?

—Siempre fui paciente.

—No con tus sumisas.

—Bueno... la gente cambia.

Ella sonrió. —Claro... la gente, pero tú eres un perro viejo.

—¡Eh! Más respeto para con el hokage.

Ella se lanzó a reír mientras se sentaba nuevamente en el escritorio muy cerca de él.

—Bueno, sexi Hokage, me confirmas que el lunes levantas todas las prohibiciones.

—Así es.

—Mira que tengo que imprimir las invitaciones y no quiero contratiempos. Los hoteles me van a querer colgar si me cambias la fecha. Y si pasa eso, yo vengo y te cuelgo de las pelotas primero. Y sabes que lo hago.

Kakashi se llevó la mano al pecho simulando ofensa.

—¡Que agresividad!

—No es agresivo, es advertencia.

Kakashi carcajeó.

—Sí... ríete.

—Tranquila. El fin de semana que viene tienes tu fiesta

—Nuestra fiesta. Eres el dueño.

—Nuestra fiesta. ¿Mejor?

Ella suspiró rodando los ojos y luego le sonrió mirándolo con ojos pesados.

—¿Vas a ir?

—Mmm...no sé. Ya estoy algo grande para eso. Dile a Seiyi. Él va a estar encantado de pavonearse con su nueva esclava.

—¿Otra más?

—Dice que va por el harem.

Ambos se miraron y se echaron a reír.

—Seiyi me comentó que se va de viaje. Algo de la madre y una fusión de empresas.

—¿Cuándo te dijo eso?

—Ayer. Él también revisó los números y me felicitó.

—Mira que bien — le dijo con sorna ante la provocación. —Bueno... te queda toda a ti y a Ryuk. Lúcete "rusa".

—Me queda a mí, a Ryuk y a ti. Porque vas a ir.

—No te hace falta que yo vaya.

—Tu no. Lomo plateado sí. Me lo piden a él.

—¡No me vengas con esas!

—No te vengo con nada. Tú y Seiyi fueron los primeros en abrir un bar BDSM en Konoha y en la región. Son leyenda. Y le haría muy bien al negocio que han descuidado, aparecerse como los legendarios dominantes que son.

—No lo descuidamos, para eso estás tú.

—¡Ja! No me adules el ego. Sabes que prefiero que me beses el trasero antes de los halagos. Y lo digo literal.

Kakashi rio.

—No pierdes oportunidad, ¿no?

—Contigo, nunca big boy. — y su mirada recayó de nuevo en la entrepierna del peliplata.

—¡Deja de mirarme ahí! ¿Quieres? Me vas a poner tímido.

Zulima rompió a reír con ganas tras esas palabras.

—Esa... esa sí que no te la creo... — suspiró calmándose — En serio Kakashi, te necesito en esa fiesta.

Kakashi respiró hondo. No era que no le gustaran. La verdad, antes de Sakura ansiaba esos eventos. Podía desfogar todas sus perversiones para calmarse por un tiempo y conseguir alguna sumisa a la altura de satisfacerlo. Pero ahora, la verdad prefería pasar tiempo a solas con su niña rosa.

—No sé...

—Llévala. Muéstrale opciones. Eres exigente y que mejor que vea lo que puedes llegar a querer hacerle.

Y en eso tenía razón. Si bien los libros funcionaban bien para instruir, dejaban demasiado a la imaginación y pronto querría ir con Sakura por caminos más específicos. Que viera a otros hacerlo y la dinámica que se generaba junto al placer, sería más explicativo para ella. Y luego estaría él para calmar sus dudas y gozar de su libido encendida.

—No sé si estaría cómodo.

—¿Celoso?

No respondió.

—¡Viejo y celoso! ¡Mírate! — carcajeó provocativa. — Déjate de boludeses. Eres muy respetado. No la van ni a mirar si así lo pides. Mira... te preparo la habitación con un toque de romanticismo si quieres. Es aislada así que podrás quedarte allí toda la noche sino quieres sacarla al frío y a los ojos indiscretos una vez que te la hayas devorado.

—Zulima...— le dijo en una advertencia que no sonó como tal tras la sonrisa que la acompañó.

— ¿Eso es un sí?

—¿Que más ofreces?

Ella lo miró y le atinó un puntapié a la pantorrilla.

—¡Deja de hacerte rogar!

Kakashi frunció la nariz por el dolor pero no le dio el gusto de mostrar más. La rubia golpeaba fuerte, no más que Sakura, pero dolía.

—Estás agresiva hoy.

—Tácticas de negocios. — Y le sonrió con suficiencia.

—No sé, tantas tácticas. Ya tengo mis dudas. Voy a buscar a ese tal Ryuk y tener una seria conversación con él. No todo es dar azote Zulima, necesitas una descarga.

Ella lo miró y una sonrisa perversa adornó las duras facciones. Kakashi tragó duro entendiendo de inmediato el error que había cometido

En dos movimientos ella se bajó del escritorio y lo acorraló en su propio sillón, apoyando ambos brazos en el respaldar a cada lado de la cabeza del peliplata.

—Qué bueno que te diste cuenta...— le susurró con voz insinuante y bajó su mirada a la entrepierna una vez más – Big boy.

Sus ojos se encontraron cuando la lengua afiló los dientes detrás de esa sonrisa perversa.

—Si voy, la cortas. Esto ya es acoso.

Zulima rio acechándolo con la mirada, una que no intimidaba al peliplata pero si lo incomodaba dado el lugar en el que se encontraban.

Una carraspera lo salvó de tomar medidas más extremas. Aunque no lo salvaría de la dureza de esos ojos jades que le exigían explicaciones detalladas.

De pie junto a la puerta, una furiosa pero disimulada Sakura daba su entrada triunfal, una que tal vez debería haber dejado pasar pero que no pudo. Sus pies se negaron a moverse cuando se desplegó ante ella la dudosa escena en la que se encontraba envuelto Kakashi, y su ímpetu hizo el resto.

Zulima alzó una ceja ampliando la sonrisa que le confería ese aura de perversión. Lentamente incorporó su cuerpo alejándose de la presa que no hacía más que reparar en la pelirrosa tratando de mantener la calma. Aunque por dentro un dejo de diversión se arremolinara entre el nerviosismo. No podía negar que le encantaba verla celosa. Porque esa era la emoción que se colaba en esos chispeantes ojos.

—Creo que no interrumpo, ¿es así hokage? La puerta estaba abierta.

—Así es Sakura. No interrumpes.

—¿Sakura?— Zulima miró a Kakashi con sorpresa. — ¿Ella es ...? — y volvió su atención a la joven reparándola de pies a cabeza varias veces. —Preciosa.

Inmediatamente rodeó el escritorio y, a paso firme que contoneaba sus caderas con cada tacón que resonaba en el suelo, se acercó a Sakura intimidándola con la mirada que se fijaba en sus ojos y esa sonrisa felina con la que la depredaba. Claro que ella ni se movería. Había enfrentado peligros de muerte como para dejarse atemorizar por una gata sofisticada.

—Mira, mira, mira quien llegó...— susurró al detenerse frente a la chica observando detalladamente cada rasgo de ese delicado rostro.

Sakura mantuvo su mirada en los azules ojos de la rubia, aun cuando se veía obligada a mantener el mentón arriba. La mujer le llevaba una cabeza y esos altos tacones la alejaban aún más. Y no iba a mostrarse débil, pero no pudo evitar el sonrojo que le invadió las mejillas cuando esos ojos se oscurecieron tras la sonrisa que los pervirtió. Era muy fuerte la mirada de la rubia, si hasta sus párpados temblaron en necesidad de someterse.

—Y ahora entiendo todo al fin. Te tiene loco, amigo.

—Zulima... ya déjala. — la interrumpió Kakashi. — Sakura, ¿me buscabas?

—Eh... sí, sí. Tengo unos ... la obra. Necesito que autorice unos materiales que cambiaron y...

Estaba nerviosa. Su niña rosa estaba nerviosa por la domina frente a ella. Nerviosa y celosa. Y si bien lo segundo le hinchaba el ego, lo primero no le gustó para nada. Otro dominante rondando a su sumisa, él no era hombre de compartir, no en ese terreno. Ni si quiera de permitir que la observaran de más.

—Ven.

Sakura reaccionó de inmediato esquivando a la rubia sin dejar de mirarla, yendo hacia Kakashi a paso ligero. Si bien entendía que las formas demandaban que se detuviera a un metro frente al escritorio, no pudo evitar ir hasta el lado de su ex sensei. Esa mujer le ponía ansiosa.

Zulima siguió el recorrido de la joven sin perder detalle de nada. Y cuando vio la manera en que se comportaba con él, entendió que estaba de más en esa habitación. El brillo en los ojos de ese hombre que había sido suyo por casi un año, jamás lo había observado cuando la miraba a ella. Y ahí supo que siempre habría una única mujer en la vida del Hatake y era esa menuda y delicada joven de cabellos rosas. Y por un segundo, hubiera dado todo por cambiar de lugar.

Suspiró disimuladamente, con un dejo de tristeza en esa sonrisa tenue que no pudo evitar.

—Bueno Kakashi, entiendo entonces que mis negocios están tranquilos.

Se acercó hasta la silla y tomó el abrigo colocándoselo.

—Ah, por cierto... —metió la mano en el bolsillo derecho para extraer el modelo de la invitación a la fiesta. – Aquí dejo la invitación. Las fechas no son esas, ya las conoces Kakashi. Trata de llegar a horario. — la miró a Sakura ahora — Y tú hermosa, también estás invitada. Me encantaría verte por allí. Lúcete.

Le sonrió guiñándole un ojo antes de colgarse la cartera en el hombro.

—Gracias por su tiempo Hokage. Sakura, un placer al fin conocerte.

Y giró retirándose de la oficina a paso calmo pero sin dejar de contonear el escultural cuerpo que la naturaleza y el entrenamiento ninja le habían dado.

Sakura quedó con su mirada fija en la puerta hasta que el retumbar de los tacones dejó de oírse. Y recién allí soltó el aire que contenía. Kakashi no dejaba de detallarla.

—Kakashi... ¿Quién es ella?

—Zulima Vásiliev. — respondió sin demora.

—¿Rusa?

—Así es. Pero nació en la Aldea de la Nube. Es una shinobi retirada. La conociste en la cuarta guerra.

Sakura entrecerró los ojos tratando de recordar.

—Ella... ¿era uno de los general de ...? Oh, lo recuerdo. Es de temer.

Él asintió.

La pelirrosa quedó en silencio sin saber qué hacer. La escena que observara al llegar a la oficina le sugería que entre ellos había una cercanía más allá de la profesión y Kakashi no estaba soltando nada, fiel a su estilo. Si quería saber algo debería sacárselo pero se sentía incómoda con el hecho, por no decidirse si era correcto cuestionarle eso y menos estar sintiendo esa punzada de dolor que le molestaba.

—¿Me decías de la obra?

Sakura dio un respingo y bajó la mirada a los papeles entre sus brazos.

—Sí, cambiaron unos materiales y... ¿des-desde cuanto hace que la conoces?

Kakashi tuvo que contener una risa. Sabía exactamente lo que le estaba pasando y no podía resistirse a jugar. Era malvado, lo sabía, pero le era imposible no hacerlo. Solo debería mantener oculto el empalme que se le había despertado cuando la reparó disimulando los celos que desfiguraban su rostro al llegar a la oficina.

—De hace años. Fui a entrenar a dicha aldea luego de que se desarmó mi equipo.

Asintió. Y Kakashi extendió la mano para tomarle los papeles, pero ella no los soltó.

—Son muy cercanos.

—Sí. Bastante. Es una gran amiga. — y le sonrió.

Esos jades ojos que brillaban con los celos contenidos, se clavaron en los de él.

—Gran amiga. — respiró hondo — Que ... ¿Qué tan grande?

Kakashi sonrió girándose por completo hacia ella. La observó unos segundos.

—Sakura... ¿qué quieres saber?

—Yo... no, nada... es que...no debería inmiscuirme, pero ella... ¿estaba haciéndote algo que...? — suspiró tomando coraje — Kakashi ¿fue algo tuyo además de una amiga?

—Sí, Sakura. Ella es una domina que me enseñó mucho de lo que soy hoy.

—¿Domina?

—Sí.

Sakura torció la boca. No estaba convencida. No sabía demasiado aún de ese mundo, pero lo que hacían no parecía nada de dominantes, eso que pasaba era una mujer seduciendo a un hombre. Seduciendo a Kakashi, al hombre que la noche anterior la follaba sobre ese mismo escritorio. Y ahora, horas después, se atrevía a permitir que otra mujer coqueteara con él a centímetros de ese lugar. Y le enfurecía. Él era... no era nada de ella pero estaba con ella en esos momentos. Y no le gustaba otra más rondando.

—Y... ¿y qué más?

El peliplata carcajeó.—¿No me crees?

—Sí... pero no me dices todo. Y... y no me gu-

—Te pone celosa.

Ella se sonrojó por completo en ese instante.

—¿Celosa? ¿P-por? ¡No! Te estás confundiendo...yo no... no debería-

—Cierto. No deberías. Pero lo estás.

Ella negó y depositó bruscamente los papeles sobre el escritorio cambiando totalmente el tema. Ya se había enojado lo suficiente como para soportarlo provocándola.

—Te traía esto para que lo autorices. Te lo dejo para que lo analices. Si te quedan dudas antes de firmarlo, me llamas.

Y se giró rápido para emprender la retirada pero él la detuvo al tomarle de la muñeca.

—Espera. — se carcajeó — ¿Porque te enojas así?

—¡No estoy enojada!

—No, para nada. Estás furiosa.

Forcejeó apenas y no pudo evitar rodar los ojos cuando él no cedió y no dejaba de reírse.

—En serio, Kakashi. Tengo trabajo.

—Pero el hokage te pide que te quedes unos minutos más. ¿Vas a negarte a esa orden?

Ella respiró hondo sin mirarlo, dejando de forcejear, pero igual de furiosa.

—Ok. ¿Que necesita el hokage? — le respondió alzando la voz para luego balbucear en protesta —Además de seducir mujeres.

Kakashi rio.

—¿Que dices?

—¡Qué que necesita el hokage! Sordo.

Pero él había escuchado todo. No pudo evitar morderse el labio inferior mientras sostenía fuerte esa muñeca y la imaginaba desnuda, enojada, y luchando contra el placer que él le brindaba mientras la embestía. Ya su erección le dolía dentro del pantalón. Le encantaba en ese estado, porque sabía que podría calmarla deliciosamente después. Esa chiquilla lo volvía loco.

—Me encantas celosa, ¿sabías?

—A mí no. ¡Y no estoy celosa!

Él rio con ganas.

—Ok, ok... No me rio más.

Ella se cruzó de brazos cuando él la soltó, echándole una mirada furiosa por unos segundos. La oscuridad en esos ojos le decían que estaba excitado y no podía encantarle más esas reacciones, pero estaba enojada ahora.

—Mira, lo que te dije es cierto. Pero es cierto también que tuvimos una historia, ya hace un tiempo.

—¿Historia? — y eso fue peor, pero era sincero y era lo que le reclamaba. No pudo evitar relajar su mirada. — Estuvieron juntos como ... ¿pareja?

—Sí. Algo así.— suspiró recordando por qué cedió a ese impulso en aquellos tiempos, y ella tenía que ver en eso.

—¿Y... y ahora?

—Terminó hace tiempo. Es sólo una amiga. En realidad, siempre lo fue.

—¿Ella te terminó o tú?

Kakashi entrecerró los ojos, esa pregunta se le hacía capciosa.

—¿Hay alguna diferencia acaso?

—¡Claro!

Respiró hondo meditando las palabras a pronunciar. Sabía que estaba en un camino de cáscaras de huevos, así que diría lo menos posible.

—Ambos. Fue una decisión mutua. Bueno... en realidad ella lo terminó. Digamos que supo darse cuenta a tiempo de que no le ofrecería más de lo que ya le daba.

Sakura bajó la mirada en ese momento. Nunca pensó que iba a sentirse tan insegura con alguien del pasado de su ex sensei. Era un hombre con mucho pasado y ellos no eran nada. Y esa mujer que se acababa de ir, lucía como la mujer fuerte que él necesitara.

—Lo que vi recién...

—No fue nada eso, Sakura. Ella es así con todos, ya la conocerás. Y no significa nada. Menos para mí.

La pelirrosa se fijó en sus ojos en ese momento y Kakashi no pudo más que perderse en esa mirada que suplicaba por él. Era una mirada insegura, asustada, de no conocer su lugar, de reclamar algo que no sabía si podía pero que necesitaba. Porque esa mirada le reclamaba como suyo, le deseaba. Y no pudo más que volverle loco lo que encontró allí, y simplemente reaccionó aun cuando tuviera tan presente las advertencias de Shikamaru. Ella lo valía, valía cada puto riesgo que asumiera.

—Ven, hermosa.

Se puso de pie y la tomó de la mano para llevarla rápidamente al pequeño archivo a un costado de la oficina del hokage. Ella no entendía nada pero lo dejaba hacer. Cuando entraron la llevó contra los estantes, y trabó la puerta tras de sí antes de bajarse la máscara tomándola del rostro con ambas manos.

—Eres la única para mí. Única ¿entiendes eso?

Ella asintió tímidamente y la besó.

La besó con hambre pero sin prisa para decirle más que sólo la confirmación de esas palabras. Para decirle que jamás habría alguien como ella, que era su universo, que era todo, que con ella en su vida se sentía pleno y feliz por primera vez, pero terriblemente aterrado.

—Recuérdalo siempre — le susurró sobre los labios al separarse por aire. — Puedo tener pasado, pero nada ni nadie se compara a ti en mi presente. Porque eres todo lo que quiero, Sakura.

Y la besó nuevamente con ímpetu, con el desespero de sellar esas palabras que, una vez más, no debería haber dicho pero que simplemente necesitó hacerlo.

Y ella se dejó hacer. Sólo gimiendo en respuesta cuando esos labios hincharon los suyos a fuerza de caricias, robándole una breve lágrima ante las abrumadoras sensaciones que la inundaban.

Ese hombre le hacía sentir lo que nadie nunca pudo. Y no sabía si eso era bueno, o si duraría en el tiempo. Y aun así, aterrada, no dejaría de vivirlo el tiempo que el destino se lo permitiera. Y si era para siempre, para siempre sería. Sino, que dios la ayudara. Pero aun así, cada minuto con él valía cada maldita lágrima que tuviera que derramar después.

Y así fue que pesado un nuevo sollozo se escapó de sus ojos cerrados, y rodó por sus mejillas hasta los largos dedos con los que el peliplata le aferraba el rostro.

—Sakura...— susurró contra sus labios y se separó de ella apenas para contemplarla con consternación —No llores. No, linda, no lo merezco...

Ella negó, sonriéndole ligeramente, una sonrisa que tembló en sus labios antes de intentar bajar la mirada.

—Está bien... no pasa nada...

—Hey, no, no dejes de mirarme. — intentó levantarle el rostro y ella no se lo permitió —Mírame, mírame pequeña.

Buscó una vez más sus labios y cuando los rozó, hundió sus dedos en los rosados cabellos para con el pulgar impulsar el mentón hacia arriba. Sus ojos llorosos fue lo primero que vio al separarse y no pudo evitar que su pecho se llenara de dicha. Así de perverso era su sentir, aunque no buscara hacerle sufrir.

—Esto — secó las nuevas lágrimas que bajaban por una de las mejillas — No es un nada. Háblame.

Ella negó.

—Sakura...

Esnifó apenas puchereando. Negó una vez más, aunque sabía que no podría resistirse a sus pedidos. Nunca podía.

—No me gustó.

—¿Qué?

—Esa mujer... no me gustó imaginarte con... con...

Él le sonrió.

—¿Es por ella esto?

Asintió varias veces e intentó huir de su mirada.

—Soy una tonta...— balbuceó.

—Mírame, mírame... — esas jades pupilas, preocupadas, dolidas, se fijaron en él y no pudo más que sonreír ante ellas porque era dicha lo que le provocaban esas palabras — Eres hermosa, perfecta. No una tonta.

—Ella también es... es hermosa...

Él se carcajeó sin dejar de detallar cada movimiento en sus ojos, cada pequeña expresión de ansiedad en su rostro, en sus hinchados labios. Y no pudo más que morderse los suyos por la imagen de su niña rosa asustada, celosa, reclamante. Estaba preciosa en ese momento. Desde que atravesara la puerta de su oficina instantes atrás, todo su ser no hacía más que desearla.

Su excitación apenas se mantenía a raya por el leve recuerdo de las palabras de Shikamaru, pero fue oírla una vez más y la locura envió cualquier advertencia al diablo.

—Kakashi... ¿ahora e-eres mío?

«Siempre lo fui. Ahora y siempre.»

—Me vuelves loco, pequeña.

Y se abalanzó hacia esos labios, con desespero, con hambre. Fue escucharla gemir en medio de su frenesí para que sus manos hicieran el resto quitándole el abrigo con torpeza. Ni si quiera midió sus dedos cuando le desprendieron la camisa y abrieron el sostén para darse acceso a los pechos. La ninja simplemente gemía, mordiéndose los labios para mantenerse en silencio, mientras él devoraba sus pezones a la vez que luchaba con el cierre de la pollera. Y cuando logró retirarla, no pudo hacer lo mismo con sus bragas. Simplemente las corrió exponiendo la dulce carne al tiempo que ella le rodeaba la cintura con las piernas.

No supo en qué momento liberó su erección, sólo fue consciente de cuando se hundió brutalmente en ella, por ese gritillo sorpresivo desde joven que acompañó al placer que lo invadió.

—Perdón...— le susurró al devorarle la boca ahogando los ya descontrolados gemidos de la chica. Y comenzó a pujar frenéticamente. Como si no hubiera tiempo para ellos, olvidándose del acuerdo que fijara esa mañana al iniciar con justas advertencias.

Su locura lo dominaba. No medía la presión de sus dedos sobre la dulce piel, no medía el ímpetu de sus besos ni la fuerza de sus dientes al clavarse en el cuello o en los hombros de su niña rosa. No podía. No podía ni controlar su cadera que golpeaba furiosamente ese centro, buscando sólo hundirse en ella una y otra vez reclamándola, mostrándole lo que ella despertaba en él.

Y fue un instante, pero fue suficiente, para olvidarse en donde estaban y el porqué del desespero que los invadía. Pero fue el orgasmo y la calma al que los arrastró, que sus ojos apenas abiertos y embriagados por el éxtasis se encontraron una vez más. Y no fue simplemente mirarse, fue zambullirse en el otro respirando sus descontroladas exhalaciones.

Y allí con sus cuerpos aprisionados por el otro, no hubo existencia nada más que para ellos y las sensaciones que nacían en la fusión. Fue esa sonrisa, o esa lágrima de dicha perdida, fue ese último beso que selló las inseguridades lejos de lo que fuera que allí se estaba construyendo.

—Tuyo...— susurró con voz ronca sobre la boca de su niña rosa, aun cuando no debiera. Nada de lo que había hecho era correcto, pero era lo que sentía.

Ella le sonrió antes de morderle suavemente el labio inferior.

—Tuya...— le besó hundiendo su lengua para saborearlo, y él gruñó.

—Siempre, pequeña.

—Siempre, sensei.



¡Jelou, jelou! ¿Cómo están? ¿Bien? Yo con un miércoles que va a ser algo... agitado.

Así que les dejo desde tempranito este nuevo capítulo, que va dedicado a @ YulySurezVaca por que acertó en todos los cameos del capítulo anterior. Bueno, en todos no, faltó un personaje por el cual terminó leyendo las novelas de Eva Muñóz y... jajajajaja... nena, con eso te la doy como adivinada jajajajaja. Me vas a odiar dentro de un tiempo jajajaja.

Mi segunda dedicatoria va para @luzbell72, que acertó dos de tres y creo que se va animar a Eva jajajaja. Un beso gatito hermoso.

Y mi tercer dedicatoria es para @dashjessy que le dijo hola a nuestro diablito favorito jajajaja

¡Gracias chicas! Gracias por prenderse a ese mini jueguito que se me ocurrió al publicar.

Ahora, sí. Vamos a este cap, del que no diré mucho sólo... ¿Qué les pareció Zulima? ¿Intensa, no? Je je je Aún no sé como la jugará en el futuro, ¿ustedes que creen?

Bueno, antes de despedirme les dejo una advertencia para el próximo capítulo, porque se viene el momento, el "gran momento" de Sakura y Kakashi. El famoso "castigo".

Próximo capítulo, escena BDSM. Así que a quienes no le interese mucho ese tema... va a tener que saltárselo.

Pero para quienes sí le guste, prepárense. Actualización doble dedicada a estos dos, para disfrutar de sus otras versiones.

Ahora sí. Les saludo, y hasta el próximo miércoles.

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