Capítulo 20
—Eso es, muy bien... anímate a un poco más. Bien... vas muy bien... ¿los sientes ahora?
Karin ensanchaba su sonrisa a medida que aumentaba la intensidad de su propio chakra, utilizando el método que le enseñara Sakura para que la ayudara durante la sesión de fortalecimiento para el tercer bebé. Podía sentir a sus bebés, por primera vez era como si los estuviera acariciando con su energía y era grandioso.
Los niños reaccionaron con gusto brindándole unas pequeñas pero abundantes pataditas.
—¡Sí! Los siento... Sasuke, pon tu mano ¡rápido!
El Uchiha llevó su única mano al abultado vientre y no pudo más que sonreír cuando sintió los suaves movimientos.
Sakura observaba con ternura la hermosa imagen familiar, sin quitar su atención de la tarea que hacía su paciente por si acaso algo no resultaba como lo esperado.
—Bueno... ahora suaviza la energía de a poco, como te enseñé. Tenemos que dormirlos.
Sasuke retiró la mano ni bien la escuchó, y volvió su semblante tan serio como antes. Le acarició los cabellos a la mujer cuando ésta se mordió los labios disfrutando un poco más de sus bebés antes de dormirlos.
—Tenemos que concentrarnos en su hermanito pequeño. Así que pórtense bien ¿de acuerdo? —les susurró con dulzura, mirando hacia la barriga antes de comenzar a irradiar el calmo chakra.
En menos de un minuto los bebés dejaron de moverse y ella le asintió a Sakura retirando sus manos.
—Déjalas, no me molesta. Voy a necesitar tu ayuda si despiertan — la mujer la miró con ilusión — Que mejor que la mamá los calme, ¿no? Así yo me concentro en el más pequeño. ¿Estás bien con eso?
La chica asintió varias veces con una gran sonrisa en los labios, y miró a su pareja quien le acarició nuevamente los cabellos ni bien hizo contacto con ella. La seriedad del Uchiha resultaba hasta molesta, sólo la ilusión en sus ojos ablandaban ese semblante que destilaba molestia. Y Sakura sabía el porqué, aunque decidiera ignorarlo estoicamente.
—Bueno, ¿lista? — la mujer le confirmó —Aquí vamos.
Y activó su chakra verde de inspección buscando el pequeño cuerpo del tercer bebé. Tras unos largos segundos de concentración lo encontró detrás del gemelo mayor, el cual se movió apenas perturbado por la energía de inspección, la cual debería haberle brindado unas sutiles cosquillas.
Karin sonrió sintiéndolo también e irradió un poco de su chakra de calma.
—¡Muy bien, Karin! Aprendes rápido, ¿eh? Mira si no terminas siendo una doctora de este hospital.
Esa sonrisa se ensanchó.
—Me encantaría.
Sakura le devolvió el gesto, regresando su atención al pequeño bebé para iniciar la inyección de chakra que acelerara su desarrollo. Debido a que era un embarazo múltiple que inició con riesgo, el parto se adelantaría y necesitaba que los bebés estuvieran lo más desarrollados posible al salir de la matriz. Pero, antes de comenzar con el procedimiento, decidió tomarse unos segundos para inspeccionarlo más profundamente, ahora que lo tenía por completo a su alcance, sin interferencias de los hermanitos que se cruzaran con sus inquietos movimientos. Quería asegurarse de que, aun yendo más lento en su crecimiento, todo estuviera bien y en su lugar.
Los segundos que se tomó para ello, parecieron eternos para la pelirroja que la observaba atentamente, sin poder ocultar la enorme satisfacción que le causó la mirada que le dio Sakura de repente, con esa enorme sonrisa cómplice que se le dibujó en el rostro.
La mujer pareció entenderla de inmediato. Había una pregunta en los ojos de la médico que ella leyó a la perfección. Las mujeres habían compartido tanto ya que se entendían con las miradas.
La pelirroja asintió repetidamente, con sus ojos rojos bien abiertos.
—Está simplemente perfecta.
Karin sonrió aún más, si eso era posible, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
— ¿Que dijiste Sakura?
—Lo que acabas de escuchar, Sasuke.
—¡Es una niña!— chilló con alegría la pelirroja, y miró a su compañero.— Sasuke, tendremos también una niña. ¡Una mini tú! ¡Porque será igual a ti! Las nenas se parecen al papá, siempre.
Él sonrió apenas y se notó como la respiración comenzó a acelerarse.
—Calma, calma, Sasuke. Las niñas son de papá.
—No es por eso...
—Una niña... mi pequeña...—Karin desbordaba de alegría mientras acariciaba con los pulgares su barriga.
Sakura le sonrió. La mujer se veía feliz, acariciando sus hijos a través de la piel estirada de su panza, junto al hombre que amaba y que debería amarla por igual. Porque Sakura ya simplemente estaba dudando de los verdaderos sentimientos de Sasuke hacia la mujer que portaba sus bebés. Empero, si de algo estaba segura, era que por lo menos sí amaba a los niños. Era un profundo cariño lo que se desprendía de esa ilusionada mirada. Amor y terror por partes iguales.
—Bueno, Karin.— suspiró mentalizándose en lo que debía hacer — Ahora sí voy a comenzar. ¿Lista?
La mujer asintió varias veces y ella arrancó con el procedimiento. La energía que brotaba de las manos de Sakura permutó a un color azulado aumentando la intensidad. Karin sintió como una oleada de calor le recorría las entrañas y, si bien era extraña, la sensación no dejaba de ser agradable.
La bebé comenzó a moverse inquieta cuando el chakra la alcanzó, como si le dieran cosquillas y, por primera vez, la madre había podido sentirla plenamente. Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente las cuales rodaron pesadas hasta los dedos de su compañero, quien se las limpió con caricias, para luego girarle suavemente el rostro y depositarle un dulce beso en los labios.
Sasuke seguía serio, pero sus ojos se veían también apenas nublados por esa emoción. Siempre había considerado que al ser el último de su clan, la responsabilidad de reiniciarlo era solo suya, y no la quería. Pero conforme fue madurando, una necesidad abrumadora por descendencia se apoderó de él, la cual la vio concretada con esa intensa e inestable mujer que se encontraba frente a él en ese momento. Una mujer fuerte, proveniente de un clan aún más fuerte pero ya olvidado. Y consideraba que no había podido elegir mejor para cruzar sus genes.
Sakura se concentró en esa bebé, ignorando el beso sin siquiera tener que esforzarse en hacerlo. La dicha por descubrir que el sexo de ese niño era femenino, era abrumadora y no entendía el porqué de la alegría. Tal vez se debía a que por su hallazgo la niña sobreviviría al parto, o tal vez porque reaccionó tan bien a su energía que sentía como si jugara con ella desde el vientre, como si intentara aferrar los hilos de chakra con sus pequeñas manitas. Y no podía evitar más que sonreír mientras observaba esa panza y trataba de visualizar los movimientos de la bebé que percibía con sus jutsus.
En esa breve tarea, en esos simples instantes de intercambio de energía, sintió una enorme conexión con la pequeña en gestación, que si hasta le resultaba imposible. Y era grandioso.
No pudo evitar el jadeo que acompañó a su repentina sonrisa, cuando la bebé se movió una vez más hacia el último racimo de energía que le envió.
—Bien, pequeña, a dormir ahora — le susurró y calmó su charka para arrullarla. En instantes, la bebé quedó quieta recuperándose de la sesión.
Sakura quitó las manos al fin, bajando la camisola de la madre para cubrir esa enorme panza del frío.
—Bueno Karin, ¿cómo te sientes? — la mujer seguía sollozando de felicidad.
—Bien... fue hermoso. ¡Gracias, Sakura! De verdad, muchas gracias.
— Ya te dije que no hay nada que agradecer. — le brindó unas palmaditas en la mano a su alcance — Ahora necesito que descanses. Esta sesión no sólo fue agotadora para la bebé, también para ti. Duerme por un rato así te recuperas, ¿estamos?
Ella asintió mientras Sasuke no dejaba de acariciarla.
La pelirrosa se puso de pie dirigiéndose hacia la pequeña mesa en la habitación, para tomar nota en la historia clínica. Debía registrar el sexo del bebé y la dosis aplicada para hacerle seguimiento.
—Mañana voy a venir más temprano, por la mañana. Así que necesito que estés aquí Sasuke. Debes cuidarla luego, va a ser más intensa la segunda sesión, ¿de acuerdo?
—Está bien— respondió poniéndose de pie para acomodar los cobertores sobre su mujer.
Karin seguía todos los movimientos del hombre mientras este la arropaba.
Sakura bajó las mangas de su bata y tomó la carpeta antes de girarse a saludar a la pareja. Sasuke ya se encontraba de pie al lado de la puerta con un semblante por demás serio, lo que no auguraba nada bueno. Seguramente se vendría otra arremetida por parte del Uchicha. Lo sentía.
Suspiró disimuladamente para ocultar la molestia que le causaron los ojos del pelinegro cuando se posaron intensos sobre ella.
— Hasta mañana. Descansa Karin. — y salió rápidamente de esa habitación antes de que al Uchiha se le ocurriera hacer algo más.
Karin quedo viéndolo cuando salió de repente de la habitación tras una Sakura que parecía molesta, aunque intentara disimularlo detrás de una sonrisa apurada.
—Sakura, espérame. Quiero hablarte un minuto.
—Si necesitas sacarte dudas sobre las sesiones de Ino, — comenzó a hablar rápidamente ni bien se alejaron un par de metros de la puerta, no quería que la mujer dentro escuchara nada que le hiciera sentir mal, y menos darle la oportunidad de que él volviera a molestarla con sus palabras — Desde ya te digo que te remitas a ella. Estará encantada de-
—No es eso.
—Entiendo. ¿Entonces? Ya estás bien, tienes el alta y-
—¡Sakura! — la interrumpió callándola — ¿Me vas a dejar hablar?
Ella torció la boca entrecerrando el ceño.
—Mira Sasuke... — suspiró molesta —No. ¿Sabes? No tengo nada que discutir contigo.
Sasuke abrió los ojos en asombro por unos segundos, instante que Sakura aprovechó para girar y largarse de ahí.
—¡Espera! — la tomó del brazo con fuerza, frenándola bruscamente — Lo que te dije ayer, déjame explicarte que-
—¡Está todo claro! Clarísimo. Así que...—miró con furia la mano que la sostenía — No es necesario agregar nada más.
—No entiendes.
—¡Oh, sí! Créeme que sí entiendo. — forcejeó disimuladamente para no llamar la atención de los demás médicos — Sasuke... suéltame— siseó entre dientes acercándose a él para no ser oída.
Sasuke no podía creer la actitud de la pelirrosa. Siempre había sido muy sumisa con él, respondiendo ante cada petición de su parte, estuviera de acuerdo o no. Recordaba que al principio le fascinaba tener ese control sobre ella, con el tiempo se tornó aburrido.
—¡Doctora Haruno! — la voz masculina y profunda que se oyó detrás de ella, los hizo girar a ambos cortando las miradas desafiantes con las que se retaban —¡Qué bueno que la encuentro aquí! Iba para su consultorio.
Seiyi giró con su porte elegante antes de tomar el pasillo hacia las escaleras, y comenzó a caminar al encuentro con una sensual sonrisa en los labios. El porte dominante que irradiaba toda su figura era innegable. Sasuke entrecerró el ceño en disgusto por la interrupción, y tuvo que apretar los dientes cuando comprobó que se trataba del mismo sujeto que se había cruzado el día anterior.
La sorpresa aflojó el agarre de sus dedos, lo que Sakura aprovechó para soltarse y girarse hacia el recién llegado con una sonrisa.
— ¡Señor Hyuga! Estaba justo terminando aquí con... el marido de mi paciente. Perdone si me estaba demorando.
—No, no, no. Soy yo el que está falta — disminuyó la velocidad de su caminar al llegar junto a ellos, con esa mirada altiva e intimidante que hizo que cada una de las personas que se cruzaban con él en el pasillo, cedieron inmediatamente el paso o se voltearan a mirarlo, sobre todo las féminas — Ni bien me desocupé de mis obligaciones, acudí al hospital. No quería retrasar más la cita, demasiado que accedió a posponerla al mediodía. Mis sinceras disculpas por ello.
Reparó en el Uchiha al detenerse, como si recién en ese instante hubiera notado que Sakura no estaba sola. La mirada de Sasuke era todo menos cordial.
—Perdón. No me di cuenta del caballero... ¿interrumpo algo? —y la miró a Sakura al preguntar.
—No, no. Ya term-
—Sí, interrumpe.
Seiyi entrecerró los ojos hacia el Uchiha.
—Sasuke...
—Mis sinceras disculpas — Seiyi se adelantó al enojo de Sakura girando todo su cuerpo hacia el Uchiha, para inclinarse apenas catorce grados, como lo indica el formalismo de cortesía. Le extendió luego la mano en saludo— Me presento, Hyuga Seiyi para servirle, señor...
Sasuke miró unos segundos esa mano extendida, antes de tomarla en un gesto de desganada educación, sin cambiar un ápice el disgusto que le causaba el sujeto. Lo intimidaba, pero no lo admitiría, ni siquiera a sí mismo. Tenía esa forma de mirarlo que hacía que necesitara agachar la mirada, aunque no cedería ni un centímetro.
—Uchiha Sasuke.
— ¿El Uchiha alumno de Hatake?
—Sí... —acotó algo incómoda Sakura—Es mi compañero del equipo siete original.
—El último Uchiha. Entrenado por el más perverso de los sanin legendarios. Portador del sharingan... corríjame si me equivoco.
—No se equivoca en nada. Ahora necesito hablar con mi mu- — carraspeó — la doctora Haruno.
Y giró su atención hacia Sakura dando por terminada la escueta conversación con el recién llegado.
Seiyi miró a Sakura quien había quedado inmóvil ante la escena, terriblemente incómoda, sin saber qué hacer.
Sonrió.
Él sí sabía qué hacer.
—No quiero sonar descortés, pero verá señor Uchicha, mi tiempo es escaso en estos días, y necesito tomar mi tratamiento ahora.
Sasuke lo miró furioso.
Seiyi se adelantó un paso, empujando con su cercanía a Sakura quien se corrió permitiendo que él se ubicara entre ella y el pelinegro.
—Y no soy hombre de ceder mi tiempo. Entiendo que la importancia de su conversación no se reviste de urgencia, por lo que no le traerá inconveniente alguno posponerlo para otro momento. — la sonrisa de Seiyi se esfumó ni bien Sakura quedó completamente detrás de él, volviendo su mirada oscura que del rastro de la familia Hyuga ya no tenía nada — ¿O me equivoco señor...Uchiha?
Sasuke apretó los dientes ante la mención tan amenazante de su apellido, pero cuando intentó siquiera tomar aire para replicarle, vio esos ojos parpadear a un rojo intenso que le hizo estremecer retrocediendo apenas al creer estar frente a ¿un sharingan?
«¿Qué demonios?»
Tuvo que contener la impresión que lo invadió para que no se notara en su semblante, y buscó con disimulada urgencia confirmar lo que por instinto creyó ver. Pero no encontró nada. Sólo la sensación escalofriante, que le erizaba los cabellos de la nuca, del instante previo a caer en los gentjustsus como los que hacía Hitachi.
—Tsk— fue lo que tan solo pudo decir para brindarse algo de importancia, marcando un territorio que ya había perdido por completo.— No se equivoca. Puedo esperar.
La miró a Sakura una vez más, pero ni siquiera intentó despedirse. Simplemente volteó para regresar a la habitación junto a Karin
—Gracias por su comprensión, señor Uchiha. Fue un placer...— pero ya la gente y sus conversaciones opacaban cualquier palabra a la distancia.
Seiyi sonrió victorioso antes de acomodar su semblante a uno apacible para Sakura, y volvió hacia ella.
—¿Siempre es así tan...cortante?
—¿Así? ¡No! Créeme que contigo fue todo un caballero.
Seiyi carcajeó e inmediatamente se acomodó a su lado, ofreciéndole el brazo en jarra para que ella lo tomara y lo acompañara hacia el despacho privado de la pelirrosa.
Ella rio observando ese gesto con el ceño contraído
—¿Y eso?
—¿Esto? — alzó apenas el brazo — La necesidad de ser la envidia de este Hospital.
—¿Porque yo te lo tome?
—Precisamente.
Ella alzó la mano apenas y dudó unos segundos antes de pasarla por debajo del antebrazo, apoyando levemente los dedos en los fuertes músculos del Hyuga.
—Seiyi, ¿me estás coqueteando?
—Mmm... más bien diría que estoy alardeando.
Ella rió con ganas.
—Lo dices por Sasuke.
—Lo digo por Sasuke.
Sakura rio con traviesas diversión ante la descarada provocación que acababa de montar Seiyi, mientras arrancaban la marcha, notando por el rabillo del ojo, que Sasuke no se había ido del todo.
—Nos sigue, ¿no? — preguntó en un susurro disimulado.
—Ajá— se agachó apenas acercándose a la pelirrosa para que sólo ella la escuchara —¿Quieres que lo molestemos más?— y una sonrisa maliciosa adornó la pregunta.
Ella asintió,
— Ok. Voy a acercarme como si fuera a decirte una confidencia al oído coqueteando contigo. Ríete presumiéndome ni bien lo haga. ¿De acuerdo?
Ella lo miró con picardía mordiéndose el labio inferior, lo que para él fue toda la confirmación que necesitaba. E inmediatamente ejecutó el plan, inclinándose sugerentemente hacia su oído con una sonrisa de lado, de esas que paralizan.
Se tomó unos segundos constatando que más de uno los observaba —Y ahora ...ríete.
Sakura apretó el agarre en el brazo y lanzó una carcajada que no sonó estridente, pero que evidenciaba la complicidad entre ambos y podía ser apreciada por quien estuviera cerca. Y Sasuke estaba cerca.
Seiyi miró disimuladamente por sobre su hombro. Su entrenamiento fácilmente le permitiría apreciarlo entre las sombras. Y allí estaba. Inmóvil en el lugar que mejor lo resguardaba aunque fuera consciente de que el hábil Hyuga lo había detectado. Maldijo sabiendo que desde allí ya no podría seguir. El imbécil le había cerrado el terreno y parecía protegerla con celo. ¿A caso se había equivocado con Kakashi?
La pareja siguió caminando divertida, alejándose de un confundido y enojado Sasuke al que no le quedó más remedio que regresar a la habitación con su mujer. Habitación de la que no debería haber salido en un primer lugar, para quedar en ridículo como quedó ante un tipo con esos aires de grandeza. Sakura se había vuelto frustrante.
—No siento su chakra ya.
—Así es. Dejó de seguirnos. Te dije que lo molestaríamos.
Y giraron en el pasillo con paso tranquilo, para tomar la escalera que los llevara al último piso, hacia el consultorio privado de Sakura.
—No te hacía de esa clase de hombre.
—¿De qué clase?
—Umm... ¿travieso?
Él se carcajeó con ganas, pero sin perder la elegancia que tanto lo caracterizara.
—No fue una travesura. Sólo te estaba rescatando.
Sakura se separó apenas de él y, sin soltarlo, lo miró con fingida ofensa.
—¿Rescatarme? — él asintió — ¿Acaso lucía como que necesitaba ser rescatada?
—No. La verdad que no. Pero fue más fuerte mi instinto de macho dominante y protector, que no podía sólo esperar a que la hermosa dama frente a mí se deshiciera de su acosador.
Ella entrecerró el ceño y se echó a reír sonrojándose por completo.
—¡Las cosas que dices! Por dios... eres tan ocurrente. Pero, no vino mal la ayuda, debo reconocerlo. — lo miró desde abajo con una advertencia, realmente Seiyi era alto — Aunque no lo necesitaba, te lo aclaro. Pero estuvo bien, aunque no es necesario que exageres tanto.
—¿Exagerar? No, de verdad, yo soy muy protector.
—¡Me voy dando cuenta! — y carcajeó. — Pero no lo decía por eso.
—¿Y entonces por?
—Por nada — agitó su mano restándole importancia a la protesta — Me ahorraste una discusión algo peliaguda, sí que te debo una. Gracias, Seiyi.
— De nada, hermosa.
Ella se echó a reír nuevamente, aunque sus mejillas ya ardieran y comenzara a sentir calor.
—Y así sonrojada, más hermosa aun.
—¡Ya! ¡Deja de decirlo!
—¿Qué cosa? ¿Hermosa? ¿Eso? — ella asintió sonrojándose más —¿Y porque lo haría? Es lo que creo y confío en lo que creo. — le sonrió de lado ignorando por completo a la enfermera que lo recorrió de arriba abajo con ojos lascivos, desvistiéndolo por completo, mientras un interrogante se clavaba en su mirada al percatarse de la pelirrosa a su lado. — Y soy hombre de aferrarse a lo que piensa.
Ella lo miró tímidamente, sin poder evitar morderse el labio inferior al cruzarse con esos profundos ojos negros.
—¡Tú sí que sabes hacer sentir bien a una mujer!
El hombre a su lado sonrió lobunamente, acercándose más a ella.
—Doctora Haruno, no se da una idea aun de cuan bien pueda hacerla sentir.
La mirada que le brindó luego de eso, la hizo estremecer y soltarlo repentinamente para cortar todo contacto que parecía quemarle. Afortunadamente no fue necesario excusarse por su descortés reacción, ya que estaban frente al consultorio.
Sakura carraspeó antes de abrir la puerta y darle acceso.
—Primero las damas.
Ella sonrió y entró rápidamente para luego sostener abierta la puerta esperando a que él ingresara. Cerró con traba tras de sí. Se sentía particularmente nerviosa luego de esa última mirada, y sabía que la consulta se le haría particularmente difícil, más cuando él se quitó el sobretodo que lo abrigaba para dejar ver el traje oscuro que vestía ese día. Sus anchas espaldas destacaron cuando el cabello negro cayó pesado sobre esos hombros marcados que el saco resaltaba espléndidamente. Se vio obligada a respirar hondo para calamar su agite, yendo rápidamente hacia la pequeña biblioteca al lado del escritorio para ubicar la carpeta con la historia clínica de su apuesto paciente.
No era que la necesitara para atenderlo ese día, tenía muy presente los detalles del caso, pero no podría verlo a los ojos en ese preciso momento. Menos que él apreciara sus mejillas casi incendiándose.
—¿Me quito todo?
Ella apretó los labios haciéndose la sorda, mientras abría la carpeta apoyada entre sus brazos, ignorándolo por completo. La imagen que se dibujó en sus pensamientos con esas tres palabras, no le ayudaban en nada.
Seiyi sonrió. Sabía lo que estaba haciendo y lo que ella estaba sintiendo desde el momento en que le apretara el brazo durante la pantomima a Sasuke. Y esperaba ponerla así de nerviosa, no podía resistirse a sentirla agitada cerca, notando la incomodidad arremolinada por el decoro. Le excitaba saberla luchando contra esa libido que se encendía tan densa alrededor de él. Lo que hubiera dado para en ese momento arrinconarla contra el escritorio, taparle la boca y follarla hasta oírla gritar su nombre ahogado entre sus dedos.
Lo que no se esperó fue lo que vio sobre el escritorio, asomándose de entre medio de unos papeles de trabajo. Allí estaba, ingenuamente arrojado, uno de los cuentos de castigos de Kakashi. Los reconocía porque él mismo se los había regalado para un cumpleaños. Al fin y al cabo, él había entrenado al peliplata en el arte de la dominación cuando descubrió que, su serio y enojado amigo, tenía real madera de dominante y no conseguía consuelo con su promiscua sexualidad vainilla.
Con sigilo corrió apenas la hoja que lo cubría y terminó de confirmarlo. Era el cuento que trataba de shibari, y no pudo más que mirarla inmediatamente sus pensamientos se inundaron con imágenes de la pelirrosa desnuda, con sus manos atadas a la espalda, colgada y abierta para él, ofreciéndose indecorosa para que castigara su sexo a placer antes de devorarla con locura. Si ya apreciaba su sabor en la boca, si hasta podía sentir su aroma y los gemidos sufrientes de placer irresoluto en sus oídos.
Las pupilas se le oscurecieron mientras le detallaba la silueta de espaldas, y se advirtió de repente acercándose a ella en acecho mientras se desprendía los gemelos de la camisa arremangándosela, preparándose instintivamente para someterla.
—¿Sakura?
La voz oscura se oyó a sus espaldas muy cerca de ella, demasiado, haciéndole saber que ya no podría ignorarlo. Se agitó sin quererlo y sus ojos recorrieron inquietos toda la estantería buscando la forma de calmarse. No entendía que había en ese hombre ese día, pero no quería reconocer que desde que lo oyera en el pasillo, la sangre parecía burbujearle ante cada palabra que salía de su boca.
Respiró hondo y giró lentamente, encontrándose con la profunda mirada reparando en ella, con una seriedad que le hizo tomar consciencia de todo lo que antes se forzara a ignorar.
—So-solo el saco... que...que ya te s-sacaste... — le recorrió con la mirada deteniéndose, sin medirlo, en la ajustada camisa oscura que le demarcaba con precisión la exquisitamente trabajada anatomía debajo, y tuvo que tragar duro para humedecerse la garganta — Y...y suelta... la camisa.
Él no se movió inmediatamente y ella sintió que sus dedos le picaban por ser ella misma la que ejecutara la tarea. Y fueron sus ojos lo que la delataron cuando siguió lentamente el movimiento de los largos dedos del varón soltando uno a uno los botones que dejaban a la tela ceder abriéndose lentamente.
Sakura suspiró con el último botón desprendido, y siguió a la mano que apenas se hundía en el pantalón para jalar de la camisa sacándola fuera. No fue consciente que su propia mano se estiraba lentamente acercándose al abdomen desnudo del hombre frente a ella, bajo la atenta mirada del varón quien estudiaba cada movimiento, cada exhalación buscando la veta para colarse al fin. Porque en ese momento moría de tan sólo probarla aunque sea efímeramente.
El golpeteo rápido en la puerta la sobresaltó, haciéndola retroceder el paso que quedaba hacia la biblioteca.
Seiyi maldijo por lo bajo buscando en vano su mirada. La oportunidad se le había escapado de las manos y ahora ella estaría más alerta, hacer algo más sólo sería forzar la situación y no se brindaría ni el mínimo margen de error, no con ella. Era hombre paciente. O eso quería serlo en ese momento, pero le apremiaba el saber que Kakashi se estaba moviendo rápido con la joven. Había iniciado el entrenamiento que él creyó que no se atrevería, y si ya estaban en los castigos eso significaba que la joven venía respondiendo y muy bien. ¡Dios, era perfecta!
Una nueva seguidilla de golpes la hizo reaccionar al fin. Ella carraspeó golpeándose la espalda con biblioteca.
— ¿S-si? ¿Quién es?
— Noozomi, doctora. Le traigo lo que me encargara esta mañana.
Seiyi se alejó de ella dándole espacio, y tomó el saco que yacía sobre el respaldo de la silla colocándoselo para cubrir su camisa abierta. Sakura le sonrió nerviosamente en agradecimiento y se acercó a la puerta abriéndole solo lo suficiente como para atender a su secretaria sin que ella pudiera apreciar el interior.
—Noozomi, dime.
La chispeante joven abrió inmensos los ojos al ver la expresión acalorada de su superior.
—Doctora, ¿se encuentra bien?
—¿Bien? Eh... sí, sí... ¿por?
—Luce acalorada, como si tuviera fiebre y-
—¡Ah! Eso...n-no pasa nada... s-solo estaba aplicando una s-sesión, sí, sesión de chakra intensa— le sonrió nerviosamente —No te preocupes.
Noozomi entrecerró los ojos incrédula e intentó colocarse en puntas de pie para espiar dentro por sobre la cabeza de la pelirrosa.
Sakura carraspeó alzándose por encima de la pequeña joven, obteniendo una sonrisa de disculpa como respuesta.
—Entonces, me quedo tranquila. Le creo, le creo. — Sakura la reprendió con la mirada —Bueno, aquí tiene la rotación de turnos lista y el pedido de suministros esenciales con el agregado de unos reactivos que solicitara Shizune desde el laboratorio. Está investigando algo que... me explicó pero habla con tantos términos raros que ya ni le entiendo. Pero está todo bien detalladito en el pedido. Si me deja entrar, lo revisamos juntas para que quede-
Intentó avanzar, pero Sakura apretó más la puerta a su cuerpo cerrándole por completo el paso. No quería que se encontrara con Seiyi dentro, no menos después de verla tan alterada. Noozomi era por demás fabulera y armaría toda una historia a su alrededor y los rumores volarían. Ya demasiado tenía con las miradas de lástima que recibía cada vez que caminaba por los pasillos cerca de la habitación de Karin, como para tener que soportar también las de furia o picardía si creían que se enredaba con un agente por demás apuesto.
—¡No! No, en serio que no es necesario. Confío en tu trabajo.
La joven secretaria suspiró torciendo la boca. Pero no le quedaba más que obedecer.
— Entonces ... puedo decir que mi labor por hoy esta lista. Completa y terminada. Si me firma las planillas ahora, paso por la oficina del hokage y las dejo, así se queda tranquila.
—Las llevo yo. Tengo que reunirme con el hokage al terminar esta consulta.
Noozomi sonrió con malicia a lo que Sakura respondió rodando los ojos. Esa mujercita quería emparejarla con cuanto hombre se le cruzaba.
—Bueno, doctora. Entonces... ¿puedo retirarme ya, ya? Porque me invitaron a tomar algo, es uno de los chicos nuevos de seguridad. Y es tan dulce, y se le hacen unos hoyuelos cuando sonríe ... — se mordió el labio inferior — Me derrite.
Sakura tomó las carpetas sonriéndole, realmente era única. Respiró hondo de alivio al saber que su secretaria no vio al paciente que estaba con ella
—Está bien, está bien. Puedes retirarte si quieres.
— ¡Claro que quiero! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!
—No me agradezcas. Mañana tienes que contarme como te fue.
—¡Obvio! Sabe que no me guardo secretos con usted, doctora. — y se carcajeó. — Nos vemos mañana. ¡La espero con el café!
La joven le brindó una gran sonrisa inclinándose apenas en saludo y se retiró rápidamente, toda emocionada, para prepararse para su cita.
Sakura cerró la puerta apoyándose en el marco antes de trabarla. Suspiró lo más silenciosamente posible para luego girarse con una sonrisa de fingida calma en los labios. Agradecía que su secretaria hubiera llegado en ese momento, sino entendía que hubiera metido la pata y de lo grande. Si Seiyi no le llamaba la atención por acoso, hubiera sido suerte. ¿Qué mierda le hacía ese hombre?
—¿Todo está bien, doctora?
Alzó la mirada encontrándose con un Seiyi que le sonreía con sensual malicia.
—S-sí... ¿porque no debería estarlo?
—Por qué luce acalorada.
—Es que hace calor aquí. La oficina es pequeña y la calefacción llega con fuerza al último piso. Es solo eso. ¿No lo sientes?
—No.
Y se puso de pie quitándose el saco para luego sentarse en la camilla con la camisa colgando abierta sobre su pecho.
—¿Comenzamos?
—Sí. Sólo dame unos segundos — y cuando fue a dejar las carpetas que le diera Noozomi sobre el escritorio, reparó en el libro que allí había dejado al mediodía cuando se tomó un descanso ya que la reunión con el hokage se había suspendido. Si bien no le gustó tener que cancelar su cita de almuerzo con el peliplata, aprovechó para terminar de leer el cuento de castigos que más le había gustado. Sin dudas ese sería el que eligiera. Leer esas prácticas la llenaba de sensaciones que moría en experimentar sobre su cuerpo, por lo que no entendía el porqué de llamarlo castigo.
Miró a Seiyi que la observaba atentamente sentado en la camilla, y acomodó rápido todos los papeles ocultando con las carpetas el libro. Esperaba que él no lo hubiera visto, sería muy vergonzoso si así lo hubiera hecho.
— Recuéstate por favor. Voy a revisarte primero, para asegurarme de que por dentro se haya cicatrizado.
Seiyi no dijo nada, obedeció descubriéndose el hombro afectado ni bien ella llegó a su lado. Intentó en vano no mirarla, pero cuando sintió la suave energía inspeccionándolo no hizo más que reparar en ella, detallar cada línea de su rostro reconfirmando una vez más aquello que le dijera Kakashi tantas veces.
«Su belleza está escondida detrás de la simpleza de sus facciones, pero no la podrás encontrar hasta que te mire, realmente te mire, con esos curiosos ojos jade. Y en el preciso instante en que se sonroje, entenderás todo.»
Siempre consideró que Kakashi exageraba, que lo único que tenía con ella era una fantasía irresoluta de someter a la joven y virginal alumna. Al fin y al cabo, muchos senseis lo había padecido. Él no sería la excepción.
Tardó en comprobarlo. Pero ahora entendía lo que mantenía a su amigo tan prendado de la joven.
—Sí. Como lo dije. Ya no hay rastro de la lesión. Tu chakra fluye con bastante normalidad, los tejidos internos cicatrizaron muy bien. — cortó el chakra para tomar la camisa abriéndole un poco más dándose espacio para palpar la zona directamente con las yemas — Bueno, sólo queda esta cicatriz externa en forma de estrella. Lamento decirte que no se irá con el tiempo pero, si quieres, puedo borrarla ahora.
Él negó —Déjala.
—¿En serio? No tienes muchas marcas en tu piel. ¿Por qué quieres dejarla?
—Mmm...Tomémosla como un recuerdo.
— Entiendo, un trofeo de batalla.
—No, de cuando me conociste.
No pudo evitar mirarlo en ese instante, y todo se detuvo al cruzar con esos ojos negros fijos en ella. Había algo más en esa mirada, había una necesidad que no había visto antes. Pero tal vez eran sus ideas, la sesión con el bebé de Sasuke la había dejado especialmente sensible, y ya comenzaba a considerar que hormonalmente alterada también, porque Seiyi estaba provocándole cosas que no debía sentir.
—Entonces, Sakura, ¿terminamos?
Ella pestañeó varias veces antes de respirar hondo.
—La lesión ya está curada, así que podría decir que sí. Sólo faltan los resultados de las muestras del material que extraje para terminar de cerrar el caso. Estimo que la semana que viene me las entregan.
—Entonces, será hasta que tengas los resultados.
Ella quitó las manos de él asintiendo y alejándose para darle espacio a que se incorporara.
—¿Y después? — no debería haber preguntado eso. ¿Qué mierda hacía?
—¿Cómo?
—Luego de los resultados...digo, qué que harás después.
—Con el alta vendrán las misiones. El hokage me necesita. Y luego me iré hacia la aldea oculta en las nubes.
Asintió y lo observó acomodarse la ropa, abrochado cada botón sin repararla ahora.
No entendía porque, aun sabiendo que no tenía nada más que hacer allí con ese hombre, la forma en que él pronunció esas últimas palabras le sonaban a despedida y una rotunda. Y no le gustó, porque se sentía tan intrigada por él que su capricho comenzó a reclamarle retenerlo aunque sea un tiempo más.
No podía negar ese irresistible atractivo, ni la sofisticación que lo convertían en un espécimen único, pero no era simple atracción la que sentía. Eso podía manejarlo. Había algo más allí, algo denso y profundo, peligroso, algo familiar y a la vez desconocido que la tenía pensando en él tratando de averiguarlo. Y, sin medirlo, se vio buscando una excusa que le diera un par de citas más para descubrirlo.
—Aunque...no voy a darte el alta aun. — él la miró — Te había mencionado en citas anteriores que observé una lesión antigua. Y hoy la confirmé. Creo que ya te acostumbraste a ella por eso no la notas, pero está limitando la velocidad del movimiento del brazo. Y luego de esa extraña lesión que complicó la zona... no recomiendo que la dejes más tiempo.
Él sonrió, y hubo un brillo extraño en sus ojos.
Así que Kakashi jugaba a su favor en ese momento. Las vueltas del destino eran perversas a veces. Recordaba con detalle la pelea en la que Kakahsi lo hiriera justamente en ese lugar con un ataque con el chidori, en aquella batalla en la que demostraron las habilidades para entrar a los equipos de élite de la fuerza ANBU. Y quizás fue esa lesión la que le permitió a los rebeldes asestarle con la varas. Lo que lo llevó a ella y a su oportunidad.
—¿Que recomiendas?
—Tratarla. Puedo curarla. Vas a notar la diferencia en tus entrenamientos luego de un par de sesiones.
Seiyi le dedicó una amplia sonrisa, una que le provocó un sonrojo a Sakura, haciéndola retroceder disimuladamente un par de pasos cuando él se acercó.
—D-deberías quedarte un par de semanas más. ¿Puedes?
—Claro que puedo. — la miró unos instantes reparando en la agitación que ella se esforzaba por ocultar, y se inclinó acercándose peligrosamente a su rostro, para desviarse a último momento al tomar el saco desde la silla. — Hablaré con el hokage para coordinar las misiones sin mi presencia, y soy tuyo el tiempo que quieras.
—Que haga falta, dirás.
—Que te haga falta, Sakura.
Ella asintió tragando duro, y rápidamente se desvió buscando sobre el escritorio la agenda. — La semana que viene, el jueves a esta hora, ¿lo tienes libre?
—Sí.
—Perfecto. — registró la cita y luego tomó un recetario para escribirle la fecha y hora de su próximo encuentro.
Seiyi la tomó para guardarla en el bolsillo frontal del saco y la observó una vez más. Realmente no quería irse de allí tan rápido. No quería dejarla, más sabiendo que luego de él iría con Kakashi y descargaría toda la libido que él había encendido en su amigo. Y por primera vez, ese detalle le molestaba. Nunca fue posesivo del tipo que exigía exclusividad. Pero con ella, esas libertades quedaban totalmente descartadas.
La detalló sentarse en su escritorio, revisando rápidamente su historia clínica, en la cual asentó los últimos detalles del tratamiento y los hallazgos, mientras él se acomodaba la ropa.
—¿Estás entrenando? —preguntó sin alzar la vista de sus notas.
—No. Me pediste reposo.
—¡Pero que obediente! Todo lo que no fuiste la primera vez que te lo dije.
Chasqueó la lengua recordando esa noche en la ventana de su amigo.
—Verás... fue complicado ese fin de semana. Soy un hombre muy sexual.
—¡No sigas! ¡Menos detalles es mejor! ¡No quiero saber!
—Quieres, te lo aseguro, pero mejor no. Ahora no.
Ella se carcajeó acalorada.
—Bueno... puedes comenzar a entrenar. Pero tranquilo. Nada raro, movimientos normales, sin forzar. Y el lunes me cuentas, sólo para asegurarme de que va bien.
—¿Sólo paso y te cuento?
—Sí, no hace falta cita. Ven a esta hora aquí que me encuentras seguro. ¿Te queda bien?
—Claro. Y de paso conversamos.
Ella sonrió cerrando la carpeta con la historia clínica.
—Y de paso conversamos.
Seiyi la observó por unos segundos sin intenciones de moverse de esa silla. No quería irse y se le estaban acabando las excusas para demorar su partida.
—¿Estás libre ahora?
—¿C-cómo?
—Escuché que más tarde tenías una reunión con el hokage. ¿Es ahora o estás libre?
Ella se sonrojó apenas y dudó unos segundos en que responderle. Él era tan directo que la tenía titubeando a nada.
—Depende. ¿Tienes hora?
—Diecinueve y diez.
—Entonces tengo casi hora y media libre.
Seiyi le sonrió.
—Conozco un lugar que tiene una selección de hojas única de gyokuro — él sabía que esa era la variedad de té verde que a la chica más le gustaba, sólo que lo tomaba como un lujo por el precio, teniendo que prescindir la mayoría de las veces — Y me gustaría que me acompañaras. Así de paso festejamos el final de un tratamiento que sólo tú pudiste hacer.
Sakura se mordió apenas el borde del labio dirigiendo sin querer la mirada de Seiyi a su boca. Y cuando él volvió a sus ojos, segundos después, le exigía una respuesta.
—No es necesario que me retribuyas con-
—No te confundas, Sakura. Mis fines son más bien egoístas. No estoy retribuyendo nada, te invito solo porque quiero saciar mis ganas de consentirte de alguna forma. Y esta es la única en la que creo que me lo permitirás.
Ella carcajeó. Sólo Seiyi podía ser descaradamente frontal sin sonar menos elegante y agradable.
—Está bien. Te lo permito. Pero con una condición. A las veinte y treinta tengo que estar en las oficinas del hokage y no quiero-
—Llegar tarde. Lo sé, lo sé. Y me ocuparé de que se cumpla. Toma tus cosas y no nos demoremos más.
Sakura asintió quitándose rápidamente la bata y buscando su abrigo. Seiyi la imitó colocándose el suyo y esperándola junto a la puerta.
Lucía hermosa. Radiante.
Y sabía que en ese momento él poco tenía que ver con la alegría de la chica, aunque pretendía que en el futuro solo él la hiciera brillar así.
Y lo que él se proponía, lo conseguía. Solo debía ser paciente esta vez.
Nunca Sakura se imaginó que estaría en aquel salón de té. Era el más exclusivo de la aldea, situado en el extremo superior luego de la reconstrucción, brindándole una vista casi única de los bosques por encima de Konoha y toda la amplitud de la ciudadela, dejando preciar nítidamente el monte con los rostros de todos los brillantes hokages que tuvo Konoha, siendo el último Kakashi.
—Este lugar es precioso.
Seiyi la observaba quitarse el abrigo mientras uno de los mozos esperaba impaciente para tomárselo y llevarlo al guardarropa. Evidentemente ella no estaba acostumbrada a esas atenciones ya que cuando quiso colgarlo en el respaldar del sillón de su mesa, ignoró completamente al muchacho que intentó torpemente tomarlo de sus manos. Lo miró a Seiyi nervioso. Temía por lo que opinaría uno de los clientes más respetados y asiduos al local. Al fin y al cabo no estaba sirviendo como se debía a la dama que lo acompañaba en esa oportunidad, y era sabido de lo exigente que podía llegar a ser el Hyuga.
—Sakura— Seiyi se inclinó acercándose a la chica para que sólo ella lo oyera— Debes darle tus abrigos al muchacho.
—Eh, yo... ¡perdón! —miró al nervioso muchacho por unos segundos, entregándole rápidamente todo.
—El bolso también. Descuida, estará en buenas manos.
Ella asintió sonrojada y obedeció pidiendo disculpas con la mirada al mozo, mientras Seiyi le indicaba que podía retirarse.
—Perdón... no estoy acostumbrada a esto... — carraspeó— Pensarás que soy un desastre.
—Pienso que eres hermosa — le susurró mientras corría el asiento de la pelirrosa frente a la mesa baja situada en el extremo más exclusivo y con mejor vista del local. Su lugar.
Con la cabeza le indicó que se sentara, a lo que ella respondió acomodándose con timidez, sin despegar la vista de ese amplio ventanal.
Ni bien terminó de acomodarla, se situó frente a ella, desprendiéndose el saco antes de tomar asiento. Relajó sus espaldas apoyándolas en el mullido respaldar mientras cruzaba las piernas, y se dedicó a observarla.
Detalló cada centímetro de la mujer frente a él. Su cabello, lo sedoso que lucía acariciándole sobre los hombros la camisa entallada que vestía, la cual acentuaba su pequeño pero bien formado busto. Como la curva de la estrecha cintura que se ensanchaba en unas caderas que, lejos de ser prominentes, finalizaban en un trabajado y firme trasero que demarcaba unas aún mejores piernas.
Ella estaba deslumbrada, sumida en la vista que se desplegaba a todo lo ancho del local. Sus ojos inquietos demostraban que detrás de ellos había un millar de pensamientos que pasaban a toda velocidad. Pensamientos, emociones, recuerdos. De todo.
Era realmente única, nunca había estado con una mujer con tal intensidad y belleza. Quería conocer todo de ella, cada tristeza, cada lágrima, cada sonrisa, todo lo que no llegara a ver durante el tiempo que la siguiera espiándola mientras la cuidaba.
Quería degustar cada caricia que la retorciera en placer, cada súplica, cada estremecimiento por climax negados. Nunca una mujer antes había despertado en él esas ansias, y saberla prohibida la convertía en la necesidad que se pervertía en obsesión. Era consciente de que no sería el mejor hombre al desear la mujer de su amigo, pero eran más fuertes sus ansias y su necesidad de victoria que, aun sabiéndolo imperdonable, haría lo posible por tenerla. Sólo ella podría detenerlo. Sólo ella.
—Y pensar que toda esta belleza resurgió de un terrible ataque.
—Tú estuviste ahí, Sakura.
—Sí. Pero no hice mucho durante la lucha.
—Pero curaste a los caídos.
—Sí.
—Salvaste a los moribundos
—Sí... fue así.
—Hiciste mucho. No como soldado. Pero si como médico. Y te admiro por eso.
—¿Tu luchaste en esa batalla?
Él asintió. — Éramos uno de los escuadrones que estaba repeliendo los ataques a las afueras. No fue directo. Pero logramos que Naruto pudiera dar con Pain sin que nadie lo detuviera.
—No lo sabía.
—Nadie lo sabe. Solo la hokage de ese momento, y el hokage ahora. Él me ayudó a coordinar esa operación.
— ¿Kakashi?
—Sí, tu ex sensei.
Ella carcajeó.
—Es todo un misterio mi ex sensei, ¿no? — y no pudo evitar morderse apenas el labio inferior sonriendo orgullosa — Cada día que pasa descubro algo nuevo de él.
Seiyi se tomó el mentón con el pulgar acariciándose los labios con el índice. No podía negar que lo que le decía Sakura le enojaba en algún punto. Pero no podía hacer nada contra eso, la historia entre ambos era larga e intensa, y él recién llegaba. No le quedaba otra que comerse la molestia.
— ¿Son muy unidos, no?
—¿Kakashi y yo? Bueno... ahora sí. Él me ayudó mucho a superar un mal momento de mi vida. — meditó unos segundos sus palabras, sonriendo al recordar la mirada dulce de Kakashi cada vez que ella se echaba a llorar a sus brazos — Sí, me ayudó mucho. A pesar de que ahora está más ocupado que nunca, encontró el tiempo para estar conmigo. Y eso lo valoro mucho.
Seiyi asintió estando de acuerdo antes de hacerle un ademán al mozo para que acercara el pedido, el que había ordenado por medio de un mensajero antes de retirarse del hospital junto a la pelirrosa.
Sakura se sobresaltó cuando escuchó el tintineo de las tazas ni bien los mozos llegaron a su mesa.
Lo miró a Seiyi interrogativa, mientras los servidores acomodaban frente a ellos los distintos delicatessen de dulces de limón y cereza, y las tazas sirviendo el té a la temperatura justa.
Cuando los jóvenes se alejaron luego de inclinarse en saludo, ella lo encaró riendo molesta.
—¿Cuándo ordenamos?
— Cuando salíamos de tu consultorio.
—O sea, tú ordenaste.
Él le asintió.
—No me preguntaste que iba a querer.
—Te dije que te invitaba a tomar té gyokuro.
—Pero aquí hay más que té.
—Pruébalos. Los dulces que hacen en este local son sublimes.
—Y asumiste que me gustaban los dulces. — le provocó. Había ordenado por ella y ni siquiera la conocía.
—Sakura, te gustan los dulces sólo si son de limón. Y mejor aún si tienen un toque de cereza. Pruébalos. Son tus favoritos.
Entrecerró el ceño sonriéndole. Ese hombre frente a ella era arrogante, y ni se preocupaba por disimularlo.
Cedió tomando uno de los pequeños bocados de limón. Al fin y al cabo, había aceptado la invitación y lucían realmente hermosos presentados en la bandeja reluciente de cerámica blanca. Se notaba el esmero y habilidad del pastelero, no sólo en el postre en sí, sino también en los adornos que lo embellecían, compuestos de pequeñas hojitas de la misma planta, con azúcar rubia espolvoreada dándole un aspecto más invernal. ¿Para qué resistirse? Ya le cobraría después.
Cuando el postre tocó su lengua, una explosión de sabores la invadió. Tenía la combinación exacta de acidez y dulzura, sin que el dulce opacara el sabor de la fruta, sólo realzándola. Y había un dejo picante al final de... ¡jengibre! ¡Por dios! Era exactamente la combinación que le gustaba.
Cerró los ojos en placer mientras se brindaba unos segundos para disfrutar de ese postre. Y él no hacía más que disfrutarla a ella.
— ¿Me equivoqué acaso?
Sakura se chupó delicadamente las puntas de los dedos para quitarse lo pegajoso mientras le negaba masticando. Se limpió los labios con la servilleta antes de hablar.
— ¿Cómo lo supiste? ¿Noozomi te dijo? Los vi cuchicheando el otro día.
Él negó riendo.
—Ummm... ¡ya sé! Una de las enfermeras. Vi cómo te miraba Lina y...
Negó nuevamente y se inclinó para tomar la taza y beber un sorbo de su té.
— No tienes madera de acosador. No creo que te haga falta.
Seiyi se carcajeó por lo bajo por la obstinación.
—Sakura, se dice el pecado pero no el pecador. No insistas. Así que ¿por qué no simplemente disfrutas de mi atención? Te estoy, digamos como que... mimando. Bríndame por un rato la breve licencia del gusto de consentirte.
Sakura suspiró, era en vano discutir con ese hombre, lo iba aprendiendo, y tomó uno de los dulces de cereza. Era mejor que el anterior. Y mientras lo degustaba, intentaba descubrir por qué carajos él la miraba así.
Entendía su atención, no sería la primera vez que un paciente le hiciera un regalo por haberlos ayudado con su dolencia. Pero no era la invitación, o los atrevimientos que se había tomado con los dulces. No, no era eso. Lo que le inquietaba de Seiyi en ese instante era más bien lo que había sucedido en el consultorio. Por primera vez lo sintió cerca, demasiado cerca. Y ella demasiado a gusto, tentada por el encanto del varón.
Y cuando llevaba devorado el tercer dulce, reparó en que él no los comía. Simplemente la observaba.
—¿Tú no comes?
Él negó — No soy muy adepto a los dulces.
—¡Vamos! ¿A quién no le gusta un postre? Y estos están geniales. Prueba uno.
—Son tu regalo. No te preocupes.
—No me preocupo, sólo quiero que pruebes uno.
Él volvió a negar sonriéndole.
—Seiyi... — una sonrisa pícara se dibujó en sus labios, y no pudo evitar provocarlo, a ver qué tan duro era ante su insistencia. — Si es tan cierto que me estás mimando, prueba uno. Yo quiero que lo comas. — él volvió a negar riendo, comenzaba a adorar la tenacidad de la chica — ¿Acaso no querías consentirme esta tarde? Bueno, compláceme en este capricho.
La provocación fue precisa. Para alguien que poco conocía sobre él supo encontrar la justa actitud y palabras a la que no podría resistirse, lo que lo removió en gusto. Estaba frente a una mujer única, y sus ansias por probarla enloquecieron.
—Nunca podría dejarte con las ganas de nada, hermosa.
Y desarmó el cruce de piernas para inclinarse, y robarle el dulce de cereza que ella estaba por llevarse a la boca.
— ¡Ey! ¡Eso no se hace! Tienes más en la mesa y ¿tenías que quitarme el mío?
Seiyi carcajeó masticando el bocado robado. Sabía que iba a molestarla si hacía eso, no en vano la había custodiado desde las sombras durante años, a pedido de Kakashi. Claro que después comenzó a seguirla también en su tiempo libre, movido por la simple curiosidad que terminó transformándose en gusto.
Le encantaba como esos ojos chispeaban cuando se molestaba, y conocía lo aterradores que podían llegar a ser si se desataba su furia, pero estaban lejos de eso en ese instante.
—¿Conforme ahora?
Torció la boca. —Más o menos.
—¿Más o menos? ¿Qué más tengo que hacer para dejarte contenta?
—Tks.
Seiyi le dedicó una divertida advertencia con la mirada. Ella estaba hermosa toda enojada, con los mofletes inflados en disgusto.
—¿Me vas a hacer adivinar? Mira que puedo llegar a ser muy persuasivo.
—¿Persuasivo? ¡Dañino dirás! Porque ya me voy dando cuenta que lo que tienes de elegante, lo tienes también de dañino.
—¿Dañino? — y rió con ganas —Nunca me habían definido así.
Tomó la taza de té que le correspondía entre sus manos y bebió un sorbo para ajustar el dulce de sus labios, antes de relajarse nuevamente en el sillón.
—A ver, cuéntame porque según tú soy dañino.
Sakura lo miró mientras se limpiaba una vez más la boca. Él le sonreía de esa forma tan seductora que lo volvía un hombre irresistible. Varias mujeres del local, algunas realmente hermosas, no hacían más que repararlo desde que habían llegado. Pero no sólo eso había advertido, sino también la actitud del Hyuga quien parecía jugar con las bellezas haciéndoles saber con las miradas que les echaba, que les interesaban, para luego ignorarlas estoicamente dejándolas más prendadas de su persona. Sabía, porque era más que obvio en ellas, que las féminas quedaban llenas de preguntas buscando la forma de recuperar la atención del varón, reparando en su propia persona cuando el hombre no las retribuía. Parecía que casi podía escucharles los pensamientos, cuestionando que qué hacía un tipo como él con una joven tan simple como ella. Y le divertía, en esos momentos poco le importaba lo que pensaran de ella.
—Porque tienes a la mitad de las mujeres más hermosas en todo este local, enloquecidas por ti. Y no haces más que coquetearles ignorándolas por completo después.
Él contrajo apenas el ceño. ¿Cómo advirtió eso? Era un tipo muy cuidadoso con sus movidas de conquista, y ella las había leído a la perfección. Y no pudo más que fascinarle la percepción de la joven frente a él.
—¿Coqueteando con otras? Estoy contigo Sakura, eso sería de mal gusto.
—Seiyi, yo soy tu doctora y estamos aquí para mimarme por cómo te curé, ¿o no? No estás en plan de conquista conmigo.
—¿Eso piensas? ¿Y qué pasaría si estuviera en plan de conquista contigo?
—No te creería. Así de simple.
Seiyi alzó una ceja sorprendido por la respuesta. Ninguna mujer antes le había planteado algo así. Todas tomaban sin protesta lo poco o mucho que él decidiera darles, sólo por el simple hecho de pasar por su cama o extender un poco más el tiempo compartido.
—Continua.
—No hay más que decir. Eres un seductor nato y lo entiendo. Tienes con qué, y con creces, no voy a negártelo. ¿Por qué no aprovecharlo? — se encogió de hombros — Creo que yo también lo haría.
Sonrió despreocupada y arremetió contra el último dulce de cereza. Esos estaban fantásticos.
—Así que simplemente no me creerías... Entonces, si fuera así, que estoy intentando conquistarte y no te fías de mí, ¿Por qué aceptaste mi invitación?
—¿Y por qué no? Eres un tipo elegante, muy apuesto, instruido. Me resultas sumamente interesante. Conversar contigo, permitirte brindarme esta clase de atenciones, obvio que las aceptaría. Me dejaría halagar un rato para inflar mi autoestima y luego simplemente me iría.
—Nos iríamos.
—No. Me iría.
—¿Sola?
—Obvio. Yo no sería una de tantas, Seiyi. No, no. El orgullo primero.— y se echó a reír por su osadía, tapándose la boca con el dorso de la mano.
Seiyi acarició sus labios con el índice mientras la observaba con fascinación.
Ella le sonrió una vez más esperando una arremetida de parte de él, pero cuando no vino miró su té. Era la variante que le gustaba, sólo que la consideraba demasiada cara para consumirla con frecuencia. Por lo que, debió reconocer que el gesto de Seiyi de averiguar sus gustos para atenderla de esa forma, le encantó y si bien sentía que había un coqueteo intencional, decidió no ahondar en esa intuición. Ella estaba bien con Kakashi, aunque no fuera una relación ni pudiera decirlo o reclamarle definiciones aun. Y ni por casualidad se le ocurría que Seiyi podría ser un buen candidato. Él era alguien demasiado peligroso para siquiera considerar en iniciar algo, si estuviera sola. Así que simplemente se dejaría consentir, disfrutando de la compañía de un apuesto e interesante paciente que le coqueteaba. Era como medicina para su ego, mientras se sacaba las intrigas sobre el sujeto averiguando más de él, en un simple plan de chusma.
Tomó la taza entre sus manos e inició inconscientemente el ritual de enfriar el líquido a beber.
Seiyi sonrió al observarla. Desde la primera vez que advirtió ese ritual, le llamó la atención. Le encantaba lo que hacía, como soplaba levemente el borde, inhalaba un poco el calor para chequear la temperatura, y volvía a soplar. Tres veces lo repetía, lo que obviamente no modificaba en nada la calentura del té. Y luego, brindaba un pequeño toque con los labios, para beber el primer trago segundos después.
Sakura cerró los ojos tras el primer sorbo. Adoraba esa variante, pero Seiyi no se equivocaba cuando aseguró que en ese local conseguían las mejores hojas. El sabor era inigualable.
Y cuando los abrió se encontró con una mirada que la devoraba.
—¿Qué? ¿M-me ensucié la cara?
—No. ¿Por?
—Por... ¿porque me miras así?
—Así cómo.
—¡Seiyi! No te hagas el que no sabes lo que haces.
Él se carcajeó.
—Me encanta cuando haces tu ritual.
—¿Mi ritual? — Sakura entrecerró los ojos —¿Cuál ritual?
—El de soplar el té tres veces antes de beber.
—Ah... sí, es para no quemarme. Pero no sabía que lo repetía tres veces. ¿En serio se ve como un ritual? — él asintió — Pensarás que estoy loca.
—No, pienso que te ves adorable. Nunca me lo pierdo.
Sakura contrajo el ceño incrédula de lo que le decía. ¿Qué nunca se lo perdía? Él jamás había bebido té con ella. Ni menos compartido nada más que sus atenciones médicas y...
—Seiyi... ¿cómo que no...? No entiendo... — sus ojos se abrieron cuando de repente consideró la razón por la que él conociera ese detalle de ella — ¿Acaso me...me estás siguiendo?
—No— se acomodó en el sillón irguiendo la espalda, adoptando una posición aún más dominante que la relajada y altiva que ya tenía. — Ahora, no.
Sakura no salía de su asombro. Lo observó unos segundo buscando entender lo que ya estaba claro, pero fue reparar en esos oscuros ojos que destellaban a perla cuando se movían, que lo entendió. Su semblante se volvió serio mientras devolvía la taza, hermosamente decorada, a su plato.
—Me seguiste.
Él asintió con la mirada, en ese gesto tan de realeza que la estremecía.
Y fue en ese instante, o tal vez la perspicacia de la chica lo orilló a ello, en que Seiyi tomó la decisión de su próxima jugada. Una que nunca había utilizado y a la que consideraba arriesgada. No sabía exactamente qué esperar, pero estaba seguro de que sus dotes de conquistas y las técnicas que le funcionaran siempre con todas, hasta con sus más preciadas esclavas; no funcionarían con ella.
Sakura requería de otro método. Esa mujer demandaba más. Más compromiso, más sinceridad, más de todo, y el esfuerzo lo valía. Porque no quería que se fuera de su vida.
—Creo que conoces lo suficiente de mí para saber las razones. No hay necesidad de que te preocupes. No soy un acosador, como bien dijiste.
—Entiendo. — ella respiró hondo —La seguridad del hokage.
—Así es.
Y eso era cierto, sólo en parte. El resto habían sido pedidos de Kakashi y su afán por entenderla. Luego surgió el gusto por estar cerca.
—Tenía entendido que esas investigaciones sólo se limitaban a las actividades y contactos de las personas cercanas al hokage.
—Exacto.— una sonrisa provocativa adornó esos labios. Estaba esperando que ella lo dedujera por sí misma. Y ya se sentía ansioso por ver como reaccionaba.
El silencio se adueñó de ambos. Sólo la suave música del local y los murmullos de las conversaciones ajenas se oían en su mesa. Ella lo medía. Él la esperaba.
—Los postres, el detalle de mi manía.... todo eso no fue parte de la investigación para el hokage.
—No.
—¿Y... que...?
— Vas a tener que disculparme, pero mi manía es saber todo de la gente que me interesa. Y tú, me interesas.
Ella respiró hondo abriendo los ojos para luego contraer el ceño. En el escaso tiempo que llevaba conociéndolo, Seiyi siempre fue directo, y hasta poco sutil por momentos, pero nunca invasivo. Ahora simplemente la dejaba sin palabras, y no podía reprocharle nada.
Bajó la mirada intentando acomodar los pensamientos. Entendía lo que él le decía, y las razones por las que investigara su vida. Y sabía que no significaba nada en especial. Pero esos detalles, esos pequeños detalles, le demostraban que el interés por su persona iba más allá del formalismo del deber. Pero no alcanzaba a determinar hasta donde. O temía averiguarlo.
Seiyi respiró hondo detallándola. Se sentía nervioso, era arriesgado lo que estaba haciendo, era una medida algo arrebatada, pero necesitaba atarla a su vida de alguna forma; llamarle la atención, sembrarle la inquietud por él. Podía haber mantenido la farsa de que sólo la conoció como su médico o que su interés lo movía a averiguar cosas de ella para conquistarla, pero sabía que eso lo dejaría totalmente fuera de su vida. Ella ya se lo había reconocido. Y no dejaría que se le escapara. No tan fácilmente.
—Entonces...conocías a Sasuke más que por ser el último Uchiha. Lo de hoy... ¡cómo no me di cuenta! Por eso quisiste rescatarme, porque lo conocías.
—En realidad, no te ayudaba hoy. No lo necesitabas. Simplemente no lo soporto cerca tuyo.
Ella respiró hondo. —¿Qué?
— No sólo Kakashi fue testigo de lo que te hizo. Y créeme cuando te digo que sé más que tu ex sesei lo profundo que te lastimó. Así que, si está en mis manos evitar que te moleste, voy a intervenir. Te dije, soy muy protector.
La respiración de Sakura se aceleró en ese momento.
—Seiyi, ¿porque me dices todo esto? No iba a darme cuenta sino lo mencionabas. Y eres demasiado astuto como para que hayas cometido un simple error.
Él le sonrió con un dejo de perversión. Su instinto demandaba someterla y ya.
—Estás en lo correcto. Te lo hice saber porque necesitaba que lo supieras.
—¿Lo... necesitabas? Seiyi... no te entiendo, podría haber reaccionado mal, ¿no lo consideraste?
—Sí.
Ella respiró hondo desviando su atención hacia otro lado que no fuera el Hyuga. Se sentía abrumada, pero a la vez... ¿complacida?
Lo miró nuevamente, con seriedad.
—Fue un riesgo. ¡Es un riesgo! ¡Es! Estás subestimando mi reacción con lo que me dijiste, Seiyi.
—Fue un riesgo, Sakura. — le sonrió acomodándose la solapa del saco para abrirla más, en un gesto de tranquilidad, aunque por dentro fuera un demonio —Ya no. No te veo disgustada con el hecho de que te haya estado investigando a fondo. ¿O me equivoco, Sakura?
Su tono fue oscuro. Y ella necesitó respirar hondo varias veces para calmarse.
—Por un segundo consideré levantarme e irme.
La sonrisa apacible de Seiyi se volvió descarada. Acababa de provocarlo. La pequeña rosa lo estaba provocando.
—Sí, seguro.— y se inclinó a tomar su taza de té ignorando la rabieta de la joven. Porque esa era una rabieta.
—¿No me crees?
—¿Dije que no te creía?
Ella chasqueó la lengua.
—Asumiste demasiado. — apretó los labios — Y no entiendo el porqué. Seguiría siendo tu médico más allá de los tratamientos, y, si me lo pedías, sería tú médico personal. No ent-
—Precisamente por eso. — la interrumpió — No quiero que seas solo mi médico.
Ella contrajo el ceño.
—Seiyi, yo...
—Sakura, no soy hombre al que le guste rodearse de cualquier clase de persona. Quien comparta conmigo, debe primero llamar mi atención de alguna forma. Y tú eres simplemente excepcional. Me cautivas y te quiero en mi vida.
Bebió un sorbo de té brindándose una pausa que le permitiera observar, sin ser notado, la reacción de la chica. Y lo que vio en los escasos primeros segundos, le encantó. Ella se acababa de sonrojar sin darse cuenta. Cada vez que ella notaba su sonrojo, lo ocultaba de alguna forma. Pero ahora no lo hacía, lo que significaba que estaba más atenta a él que a las reacciones de su propio cuerpo. Y, si bien había preocupación en su mirada, las pupilas dilatadas y ese chakra levemente alterado fluyendo sobre todo a su parte baja, le decían que se sentía halagada, por no decir excitada.
Sonrió ni bien apoyó la taza en el plato. Iba bien.
—Pero me gusta que mis relaciones comiencen en base a la confianza. Y la confianza amerita sinceridad. Eres muy tenaz e inteligente y no quiero dañar tu confianza hacia mí. Es por eso que aproveché este momento que se dio de forma espontánea para decírtelo. Es mejor que dudes de mí ahora y decidas conocerme para comprobar que soy más que esto, a que en unos meses dudes de si todo lo que te deslumbró en un principio era real y decidas alejarte.
Sakura jadeó ocultándolo detrás de una carraspera. Esas palabras se sintieron como una declaración. Sinceras en extremo. Sólo que no quería o no podía dimensionar el tamaño.
— Entiendo. — agachó la mirada algo inquieta.
—No creas que no consideré varias veces si decírtelo.
— Decidiste rápido — sonrió por lo bajo intentando relajarse.
Seiyi se permitió soltar un insonoro suspiro sin dejar de detallarla. Moría por saber lo que pensaba pero le daría su espacio. Y si todo se rompía allí, ya vería qué hacer.
Ella alzó tímida la mirada hacia él luego de unos instantes. Había cierto brillo en sus pupilas resaltadas por el sonrojo que le embellecía. Lo miró fijo a los ojos negros que, pesados, mantenían estoicamente el contacto estudiándola.
—Hasta... ¿hasta dónde sabes de mi...?
—Todo.
Toda la atención del varón estaba sobre ella.
—¿Hasta lo que ...?
Sabía a lo que ella se refería. Y sabía que temía por ello, por todo lo que implicaba tanto para Kakashi como para ella, si se supiera la clase de relación que estaban manteniendo. Aunque los juicios más duros caerían sobre él, sin dudas. Así que se permitiría un margen de maniobra, aunque eso contradijera su proclamación de sinceridad.
—Hace meses que ya no te investigo.
Ella respiró hondo en alivio, disimulándolo sin saber que era en vano ocultar algo frente a él.
—Yo no sé... entiendo lo que tuviste que hacer. Tsunade me preparó en esto también, y fue insistente. En su momento no comprendía el por qué, pero ahora sí. Y no me sorprende aunque... nunca creí que...no me hagas caso.
—Te incomoda.
Ella asintió.
—¿Cuántos agentes enviaste a seguirme?
—Nadie más que yo.
—¿Solo tú? Pero eres de alto rango y no te correspondía ese trabajo.
—Sakura, ya te dije. Soy muy protector. — sin contar con que Kakashi no hubiera permitido a nadie más.
—Seiyi, yo... no sé cómo procesar todo esto. Cuando me lo explicaron no parecía tanto. Y ahora siento...me siento...no sé...— miró su taza, los sabrosos dulces que aún quedaban y luego se perdió en el paisaje que se iluminaba por los cientos de las lámparas de la calle. Era precioso. Konoha era preciosa.
Fueron unos largos segundos para Seiyi, pero era un hombre paciente. Debía serlo.
Si bien Sakura se preocupó en un principio, los argumentos del Hyuga carecían de insustancialidad. Era verdad lo que le decía y entendía, o creía ya entender, los principios que lo movieron a sincerarse con ella. Sólo que no podía dejar de sentir los nervios que le causaban que un hombre de esa clase reparara en ella de tal forma. No se consideraba tan hermosa ni tan especial como él le decía. Lo que la llevaba a pensar que había otras intenciones detrás de tanto esmero, aunque no tuviera ni una pista que le permitiera encontrarlas.
Giró su atención a él que no dejaba de observarla. Su mirada era tan intensa, tan dominante y tan sensual que no podía no caer en su embrujo cada vez que lo reparaba viéndola de esa forma.
—Seiyi... — un leve sonrojo la invadió nuevamente y esta vez fue consciente de ello, huyendo de la mirada del varón en vano — Por favor... no me mires así.
—¿Y por qué no?
—Porque... no sé... me pones nerviosa. No eres un tipo... común. Y yo sí.
—No eres común, Sakura.
Ella asintió un par de veces, sin darle la razón. Simplemente aceptando lo que él decía como meras palabras. Respiró hondo buscando el aire necesario que le brindara el coraje para hablar, pero las palabras no le salían
—Yo... qué... no entiendo...
—Es simple, Sakura.
Negó apretando los ojos.
—¿Qué... qué clase de relación quieres conmigo? — escupió en un arrebato de coraje y luego de ello necesito abanicarse la cara con una mano.
—La que tú quieras.
No era la verdad. Pero era lo que podía.
—¿Médico-paciente?
—¿En serio, Sakura? ¿Acaso escuchaste algo de lo que dije?
Ella se carcajeó algo nerviosa, pero juguetona, como si hubiera cometido una pequeña travesura.
—Eres única, mujer — se contagió de esa risilla relajándose también al verla divertida, y comenzando a reír. —¡Me frustras!
—¡Y tú me enloqueces!¡Das miedo!
Las risas aumentaron.
—¿Yo te doy miedo? ¡Vamos, Sakura! ¡Mírate al espejo enojada!
La chica se desparramó hacia atrás en el sillón, tomándose la panza con una mano y con la otra tapándose la boca para que sus risas no se escucharan tanto.
—¡No! ¡Qué malo eres! ¡Deja de espiarme, acosador!
Seiyi asintió calmándose él primero. Ni bien vio que la chica quería dejar de reír, llamó al mozo solicitando un par de vasos con agua.
—¡Ay! En serio, en serio que eres malo.
—No, no lo soy. Y lo sabes. — y le indicó con la mano que bebiera ni bien posaron el pedido frente a ella.
Sakura obedeció, más porque lo necesitaba que por complacerlo. Lo observó y sus miradas se cruzaron en ese instante. Ella le sonrió mientras bebía, cómplice de esa sonrisa que él también le brindaba y no pudo más que sonrojarse con el guiño de ojo que él le dedicó al notarlo.
—¿Quieres la verdad? — dijo al fin aferrando el vaso entre ambas manos.
—Claro.
—Me resultas muy interesante, Seiyi. Era sincera cuando te lo dije antes. Y me intrigas. — se humedeció los labios desviando su atención por unos segundos al vaso casi vacío — Y algo me dice que vamos a compartir mucho de aquí en adelante.
Él le sonrió.
—¿Entonces? ¿Qué quieres tener conmigo, Sakura?
Ella se sonrojó nuevamente pero no lo ocultó. Y entendía que esa pregunta tenía doble sentido, pero lo dejaría pasar. No sabía con exactitud qué buscaba ese hombre en ella, o si simplemente era sincero y jugaba con lo que la naturaleza tan bien lo había dotado seduciéndola por mero deporte. Tal vez así era su personalidad. Un seductor nato. Un casanova. Tampoco era que a ella le fuera afectar de alguna forma eso, en definitiva era y sería su paciente. Uno muy interesante y jodidamente apuesto que coqueteaba con ella. ¿Qué había de malo en eso?
Había iniciado amistades más complejas durante su carrera, con mucho menos que lo que veía allí. ¿Por qué no?
—¿Amigos?
Él sonrió con un dejo de molestia, pero sonrisa al fin. Parecía como que la respuesta no era de su total agrado, pero funcionaba.
Seiyi le extendió la mano para cerrar el trato y cuando ella se la tomó, rápidamente se la giró y la llevó a sus labios depositándole un casto beso sobre los nudillos sin separarse de sus ojos.
—Amigos será.
—¿Nos vamos, señor?
—Aún no, Watari.
Ya Sakura había entrado a la torre. Seiyi se aseguró de salir a tiempo de la casa de té para dejarla diez minutos antes de que iniciara su reunión, aunque sabía que el término era el formalismo social que le daba a esos encuentros con el hokage fuera de hora.
Ella se veía tan bien, tan relajada al fin, durante la conversación que mantuvieron luego de la declaración de intenciones, que no podía negar lo que le costó cumplir con el pedido de puntualidad. Hubiera soportado el enojo de su amigo sólo por media hora más con ella. Pero hubiera sido imposible dormir con simplemente una mirada de desilusión de parte de la joven.
Y sabía que ella había creído en él, en sus argumentos, aunque con ciertas reservas. Se notaba el recelo en sus ojos al no entender del todo el interés que él tenía sobre ella. Hecho que le robaba una sonrisa cada vez que recordaba esa mirada chispeante indagando por debajo de las palabras que él le decía, tomando como un reto ese juego de seducción que le desplegaba sin reparos.
Era una mujer inteligente. Más que cualquier otra que conociera.
Y entendía que fue hábil en plantar la duda por su persona en ella. Sabía que en sus pensamientos se estaría debatiendo, en más de una oportunidad, que tenía él que le llamara tanto la atención. Era consciente de sus atributos físicos y de lo que causaba en las mujeres. Ella no sería la excepción, aunque veía que la chica iba más allá de esas superficiales impresiones. Y entendía que la reticencia que ella demostraba radicaba en el aura promiscua que él proyectaba, aunque poco le importaba si contribuía a las inseguridades de la chica. Sabía que ese detalle sólo demandaría un poco más de mérito durante la conquista, lo que no hacía más que encenderlo por el reto que le planteaba.
Miró hacia arriba cuando apreció el leve temblar de las luces anunciando que las personas en esa oficina se movían.
Y no pudo más que activar el byakugan para saber más de lo que sucedía, con el debido resguardo de ocultar su propio chakara. Los ninjas a los que espiaba eran muy sensitivos.
Él la besaba. Ella se encendía aún más bajo el toque de su amigo.
Respiró hondo.
Ya tendría su oportunidad. Aunque no por eso podía evitar que le molestara lo que veía.
Cerró los ojos, apagando el jutsu natural de la familia sin poder borrar de sus pensamientos las imágenes que evocaba el tan simple acto que acababa de vislumbrar.
—Watari, vamos.
El hombre, entrado en edad, asintió escuetamente, arrancando el vehículo que los transportaba en dirección a la mansión Hyuga, la que Seiyi se había construido para sí mismo años atrás, separada del resto de la familia a la que poco respeto le debía.
Rumiaba su propia molestia por tener que ir tan lento con alguien que le gustaba tanto. Nunca había sido así. Y la ansiedad lo removió en su asiento cuando recordó el cuento sobre el escritorio de la pelirrosa.
El castigo. El condenado castigo. Casi que le picaban los dedos por ser él quien jalara de esas sogas marcando la dulce carne.
Apretó los dedos del puño cerrado sobre sus labios.
Necesitaba acercarse más. Y más rápido. Sabía que no le era indiferente a la joven, pero eso no sería suficiente. No para ella. Necesitaba un gancho que la atrajera a él con la fuerza adecuada para que no pensara en otro cuando Kakashi la alejara. Porque sabía que lo haría. El Hatake no tardaría en caer en sus rollos de miedos y estúpidos principios, y la lastimaría. Lo conocía en detalle como para considerarlo una certeza.
Debía hacer algo, debía ocurrírsele algo, sino esa noche no dormiría.
—Watari.
—¿Sí, señor?
—Llévame al bar.
—¿A cuál , señor?
—Al Lux. Necesito hablar con Zulima.
.
.
Ay, Seiyi, Seiyi... ¿a qué estás jugando? ¡Es el demonio que tienta pero no obliga!
Y Sakura que se siente tentada y como que se anima a probar sólo en plan "amigos". ¿Ustedes qué harían con alguien como Seiyi? ¿Amigos? Ummmm... digan la verdad, ¿eh? Las estoy viendo jajajajajaja
Aunque, vamos a aclarar, ella tiene lo mejor en casa, esperándola para comerla, su propio lobo feroz. Pero que no se descuide, ¿eh? Que Kakashi se porte bien, si no me parece que... mejor no nos adelantemos.
Bueno, esta vez lo hice bieeeeeeen largo. Para que no digan que se van rápido. Con-de-to-do.
¿Cómo lo ven a Sasuke ahora con ese Seiyi amenazando? ¿Se quedará quieto? A ver, a ver, que hace el perro loco Uchiha. ¿O se concentarará en sus bebitos?
Awwww... y va a tener una niña, una pequeña niña. Se me hizo taaaaaan tierna esa escena. Disfruté mucho de escribirla, no sé porque.
Bueno, ahora para ir cerrando este monólogo, les propongo un pequeño juego. En este capítulo hubo tres cameos a otras series, libros o manga/anime. ¿Se dieron cuenta? A ver, a ver... los pongo a buscarlos. A ver si los encuentran. ¿Los vieron? A ver, a ver...
Quien me acierte los tres cameos...¡tiene el próximo capítulo dedicado! Así que ¡a buscarlos! Jjajajajaja
Y ahora sí, me despido, que ando sumamente concentrada en el capítulo "caliente" de esta primer parte. Sumamente concentrada. La/os dejo. ¡Hasta el próximo miércoles!
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