Capítulo 19
—Kakashi...
—¿Mhm?
—N-no me... mmmmm...mires así... yo...mmmmm
Una sonrisa perversa le acompañó la mirada encendida con la cual le recorría el cuerpo desnudo, con la cual le devoraba los pliegues brillosos e hinchados que se abrían bajo el diestro toque de sus dedos.
Sakura temblaba, le era imposible no hacerlo. Se estremecía cada vez que él cambiaba el ángulo o aumentaba la intensidad de los calientes movimientos de los dedos sobre su sensible carne. La sangre le hervía, su libido enloquecía ante ese hombre y lo que le hacía sentir, esa mezcla de goce embriagante con la pena acongojante dada la posición en la que la tenía prácticamente inmovilizada, a merced de cada uno de los caprichos del varón y de su mirada.
Recostada en el sillón frente a la chimenea a leña, iluminada por la cálida luz crepitante de los troncos ardiendo en el hogar, sus pechos se agitaban con la respiración acelerada por la intensa sesión de masturbación que, con maestría, el peliplata arrodillado frente a ella le brindaba, mientras le sostenía la pierna libre alzada sobre el respaldar del mueble para que no pudiera entorpecer su privilegiada vista.
Abierta completamente ante él, atada de manos tras su espalda, el peso de su delgado cuerpo estiraba los hombros obligándole a subir el pecho descubriendo el largo y suave cuello. Sus redondos senos quedaban hacia arriba, con los pezones erectos que cada tanto sucumbían endureciéndose más ante los lametazos y mordidas repentinas que le brindaba Kakashi, robándole gritos de placer.
La otra pierna atada al muslo, gemelos contra isquio juntos, apretados; con tensión en cada soga que marcaba la dulce piel, se rozaba contra los suaves cojines cada vez que la pelirrosa pujaba inconscientemente sus caderas hacia arriba en busca de la penetración, ofreciendo necesitada su lubricada entrada a los largos dedos que se escapaban de ese deseo.
Y Kakashi no hacía más que carcajear gustoso por lo bajo al notar la desesperación de su niña rosa, regodeándose con placer ante la lasciva imagen que ella le brindaba, que se cohíbia ni bien advertía su dura mirada disfrutándola. Tan apocada al mostrarse pero rindiéndose a la lujuria pura que chorreaba en placer bajo la correcta estimulación de su toque. Le fascinaba esa dualidad, ya que sabía que cuando llegaba al punto exacto de placer, las barreras de la decencia simplemente se desvanecían dándole paso a la impaciente exigencia del hambre.
Siempre le pedía más, le pedía que la profanara, que la hiciera gozar llenándola de él. Y no se lo negaba, nunca, pero esa noche el amo tenía el dominio de sus intenciones sin la necesidad de más que el mero control de no ir más allá que lo explorado durante la lectura. Y no se iba a negar a ese placer, al placer de someterla a como le gustaba, al placer de jugar con ella como tantas veces lo había fantaseado.
—Kakashi...mmmm.
—¿Kakashi?
Ella tragó duro.
—Se-sensei... no me m-mires...a-así...
—¿Que no te mire? Tu no das las órdenes aquí, Sakura.
—M-me ...me da ver-
—Shhhh — e intensificó el movimiento de los dedos al notar como los muslos se le tensaron de repente.
El orgasmo estaba cerca.
Se sonrió inclinándose una vez más hacia ella, sin que la joven lo notara al tener los ojos cerrados en placer, y le tomó un pezón con los labios lamiéndolo intensamente. Ella gimió arqueando su espalda, y pujó sus caderas hacia arriba buscando una vez más la penetración que le sería negada nuevamente.
Un gruñido de frustración se escapó, pero poco le duró la queja cuando los labios de su ex sensei se movieron hacia el otro pezón brindándole la misma atención.
La mezcla de sensaciones era fuerte, pero fue explosiva en el instante en que uno de los dedos que atendía su clítoris se deslizó jugando con su entrada, amenazando con complacerla. El deseo era tan elevado que exacerbó toda la sensibilidad de la zona, llevándola a un orgasmo explosivo.
Y en ese instante, Kakashi se incorporó sin dejar de estimularla prologándole los espasmos, y la observó. Estaba hermosa con su cuerpo estirado, con la espalda arqueada y el pecho enrojecido en goce. Se tomó unos segundos para disfrutarla así y cuando ella abrió los ojos buscando por los suyos, le sonrió perversamente antes de agacharse y hundir el rostro entre las piernas de la joven.
Ella gimió impúdicamente al sentir la lengua de su ex sensei arrastrarle todos los jugos que la bañaban luego del climax, y su cuerpo tembló ante las insoportables sensaciones que ese simple toque le provocó. Aún sensible, aún con los resabios de su final cerca, él osaba a someterla a ese goce nuevamente.
—Se-sensei... es muy fuer... ahhhh— no pudo decir más, las palabras se anudaron en sus labios cuando esa lengua comenzó a azotarle sin piedad el hinchado clítoris. Y no pudo más que incorporar el rostro para verlo sumergido entre sus piernas, mirándola con perversión mientras la boca le tomaba todo su sexo.
Era obsceno, era insoportablemente caliente, era tan fuerte que la vista se le nublaba. Y casi inconscientemente se vio abriendo aún más sus piernas para darle un más cómodo acceso, tal como él se lo exigiera desde que cruzaron la puerta al llegar.
El segundo orgasmo llegó rápido y arrasador, haciéndole gritar y estremecerse aún más que antes. Apretó los dientes cuando él no dejó de estimularla ni bien su cuerpo se relajó tras los fuertes espasmos.
Una lágrima se deslizó desde sus ojos cerrados, y fue ese agudo quejido que se coló entre las carnes tensas, el que le indicó a Kakashi que ella estaba llegando a un límite.
Salió de su centro, subiendo por su cuerpo con suaves besos, mientras dejaba trazos de la propia humedad de la chica sobre la piel a medida que avanzaba. Hasta que llegó a su boca la cual tomó hundiéndole la lengua para llenarla de su sabor.
Sakura contrajo el ceño al degustar esa humedad picante y salada que se mezclaba con la saliva de su sensei, pero poco le importaría, su atención rápidamente se centró entre sus piernas cuando la dureza del varón la rozó a través del pantalón que aún vestía. Alzó las caderas buscando más de ese contacto, deseosa de lo que su cuerpo exigiera durante toda la faena y que le fuera negado.
—Fóllame— le dijo en su boca.
Y él sonrió deteniendo el beso, posando por un segundo sus caderas para brindarle escuetamente la sensación que ella buscaba.
—Kakashi... — y cuando ella demandó por un nuevo beso él pujó frotándose, robándole un gemido. Y tras ello se incorporó dejándola con el frío de la lejanía de su cuerpo.
En un simple tirón desató la pierna fijada al muslo. Ella la estiró suspirando de alivio, ya le estaban picando los músculos alrededor de las ataduras, sensación que le resultara excitante mientras él la estimulaba, pero que ahora estaba entumeciéndola.
La giró apenas y desató uno de los nudos de la soga que sostenía las manos juntas, permitiendo que ella pudiera separarlas dejando las sogas colgando de cada muñequera.
Ella lo observaba sin emitir sonido alguno mientras él la liberaba, sin lograr nunca que reparara en sus ojos. El peliplata tenía una expresión indescifrable en el rostro, tan fría que la desconocía más luego de las caricias que le brindara tras su segundo orgasmo. Todo le decía que aún nada había acabado, pero nada le indicaba que seguiría después.
Respiró hondo agotada, sin incorporarse de ese sillón, cuando él se alejó.
Lo vio buscar una silla y situarla frente al mueble en el que reposaba, a escasos dos metros de ella. La detalló al tomar asiento, recorriéndole el cuerpo de pies a cabeza sin prestar atención a esos jades iris que interrogantes no dejaban de seguir los suyos.
—Tócate. — fue la orden que con voz dura le diera cuando al fin hizo contacto.
Ella jadeó, indecisa, y no se movió.
—¿Me escuchaste?
Su voz era dura. Era fría. Pero esa mirada oscura le transmitía otra cosa. Había lujuria pura empañándola.
Asintió obedeciendo, recostándose sobre sus espaldas para llevar lentamente una mano hacia su húmedo centro y brindarle el espectáculo que le exigiera.
—Ábrete.
Ella separó apenas las rodillas.
—Ábrete más.
Sakura tragó duro extendiendo sus piernas de la misma forma en que él la tuvo instantes atrás, comprendiendo que eso era lo que demandaba. La confirmación llegó segundos después cuando el varón asintió indicándole con un ademán que continuara.
Comenzó a estimularse, tal como lo hiciera en las noches en solitario luego de las primeras lecciones, mordiéndose el labio inferior al recordar esos castos primeros toques, y pronto necesitó sumar la otra mano a la ecuación para penetrarse con uno de sus dedos.
—No, Sakura. Sólo tócate.
Gruñó dibujando una queja en sus labios, mientras retiraba esa mano llevándosela a su seno, entendiendo que eso lo complacía cuando lo vio desabotonarse el pantalón.
¿Acaso se tocaría frente a ella?
La simple idea la excitó de forma increíble. Él nunca había hecho algo parecido frente a ella y conocía lo atractivo que el rostro de su ex sensei se tornaba cuando sucumbía al placer. Tener el privilegio de observarlo auto estimularse y gozar, sería increíble.
Y sin medirlo, se encontró aumentando el movimiento de sus caricias, volviendo lascivamente explícito el recorrido de los dedos sobre su raja, mientras la otra mano apretaba el seno que sostenía.
No pudo evitar jadear cuando el varón frente a ella liberó completamente su dura erección. Toda la longitud quedó expuesta ante su hambrienta mirada, sensibilizando nuevamente su desatendida entrada que no hacía más que anhelar ese duro miembro maltratándola.
La espalda se le arqueó acentuando las curvas que la feminizaban, mientras se mordía los labios sin despegar su mirada de ese enrojecido y palpitante miembro. Y cuando los largos dedos que minutos atrás la masturbaban, aun impregnados con su esencia, lo envolvieron comenzando un jaleo de masturbación, gimió descontrolada.
Necesitó tragar varias veces cuando su boca se llenó repentinamente de saliva, liviana y abundante. No entendía qué pasaba, pero por un segundo por sus pensamientos cruzó la pregunta de cómo sabría esa larga polla. Y no era que no conociera como hacerlo, Sasuke siempre le pedía que le brindara sexo oral y ella accedía sólo por complacerlo, aunque no le gustara ni sintiera nada en el acto.
Pero ahora, no sólo quería saborearlo sino que sentía sus labios picarle ante la necesidad de recorrer esa piel caliente y suave rozándolos al engullirla. ¿Qué le sucedía? Por momentos se desconocía y la culpa la tenía ese hombre caliente frente a ella.
Y fue en medio de la confusión de sus pensamientos, que el cuerpo la traicionó delatándola. Se relamió hambrienta mientras detallaba el lento recorrido de esa mano que cubría el objeto de su deseo, lo que no pasó desapercibido para Kakashi, quien jugaba sus cartas de provocación justamente intentando despertar ese instinto en su sumisa.
No era exagerado decir que moría por sentir esa boquita en su polla desde el preciso instante en que la observara jugar con la paleta, al buscarla en su consultorio. Pero no sabía si ella reaccionaría tan bien como lo estaba haciendo.
Su niña rosa era simplemente perfecta y deseaba con ansias llevar sus límites al extremo.
Meneó su miembro que goteaba, tomándolo de la base, exhibiéndolo como el trofeo que obtendría si era obediente.
—¿Te gusta?
Ella pestañeó asintiendo al escucharlo. Y ya no pudo seguir con la tarea que se le ordenara.
Rápidamente se sentó en el sillón sin quitar su mirada de ese falo, que era acariciado nuevamente por lentos movimientos que sólo buscaban provocarla más, dejándola ansiosa por la orden que le permitiera satisfacer su nueva necesidad.
Kakashi la observó altivo por unos segundos, con una mirada dura y lujuriosa, antes de que la comisura de los labios apenas se estirara en una sonrisa perversa.
—Sakura, ven.
No fueron necesarias aclaraciones. Su cuerpo se movió solo ante la palabra, pero cuando intentó ponerse de pie él negó con la cabeza devolviéndola al sillón.
—Gateando.
Ella jadeó clavándose en esos oscuros ojos que la detallaban atentos, recordando en ese preciso instante la perversa escena en la que Jean hiciera lo mismo con Kimikura, pidiéndole que se comportara como una gata si quería su recompensa.
La respiración de Sakura se agitó y se mordió el labio inferior excitada, mientras se deslizaba lentamente por el borde del sofá arrodillándose en el suelo. No perdió contacto con esos ojos que la seguían mientras se posicionaba en cuatro patas, quebrando la cintura para contonear su cuerpo.
Y así, comenzó a dar pequeños pasos acercándose lentamente a él, sin dejar de mirarlo. Las formas de ese delicado cuerpo se acentuaban a medida que avanzaba, brindándole al peliplata una imagen insoportablemente sensual.
Y cuando llegó ante él, lo miró desde abajo una vez más antes de desviar su atención a ese miembro que se encontraba a escasos centímetros de su alcance. Dudó unos instantes, relamiéndose los labios, pero decantó en acercarse a la pierna de su ex sensei frotando la cabeza tal gata marcando lo suyo.
Así lo hacía Kimikura volviendo loco a Jean y pretendía provocar lo mismo. Lo que no midió fue lo que provocaría en ella la mirada con la que se encontró al abrir nuevamente los ojos cuando apoyó la mejilla en la rodilla.
La perversión de esa mirada era tan profunda, que le estremeció el cuerpo incendiando su centro. Pero poco tiempo pudo permanecer mirándolo, su atención pronto se desvió al miembro frente a ella y esta vez no dudó incorporándose completamente quedando arrodillada frente a él.
Temblorosa llevó una de sus manos y con una leve caricia sobre los dedos del varón que aún lo envolvía, pidió el permiso para reemplazarlo, permiso que inmediatamente le fue concedido.
Kakashi gimió cuando esa pequeña mano se cerró trémula sobre el cuerpo de su polla. Sentir la suavidad de esa piel en su zona más sensible era más que excitante, era cumplir una de sus fantasías, y gruñó cuando comenzara a masturbarlo, lento, apretado, tal como él hacía instantes atrás.
Sakura lo miró a los ojos una vez más, con las mejillas encendidas y el jugueteo de su lengua con los labios le pedía permiso por más.
—Chúpalo.
Y ella no dudó. Se acercó abriendo la boca, y cuando la mano llegó a la base en su último movimiento, con la lengua recorrió toda la longitud recogiendo las gotas de líquido pre seminal, que goteaban profusamente ante la dolorosa excitación que lo tenía embelesado por esa pequeña joven dueña de sus más profundos deseos.
Ella sabía qué hacer. No iba a ciegas con ese miembro entre sus manos. En el pasado ejecutaba en orden casi matemática cada una de las caricias que había aprendido y que complacieran a Sasuke. Pero ahora sentía que sus deseos la guiaban, que su hambre y la necesidad de sentirlo y oírlo gozar por su mano, por su boca, eran toda la guía que necesitaba. Porque el placer no sólo era provocado, era recibido. Cada lamida, cada beso con el que rodeaba el cuerpo de ese pene entre sus manos, calmaban el picor que sentía en su boca. Porque lo gozaba, porque le encantaba lo que estaba haciendo.
Y fue en esa última lamida, que llevó sus labios y envolvió el glande succionándolo para hundir lo que más pudiera de esa polla en su boca, mientras que con la mano, que apretada rodeaba el resto que quedaba fuera, acompañaba el movimiento de su boca.
Kakashí gruñó, y su cuerpo tembló al sentirla.
El goce que recibiera con esas caricias, con esa preciosa vista del delgado cuerpo de su niña rosa entre sus piernas, de esa cabeza que subía y bajaba devorándolo, era más fuerte que cualquiera de los orales que experimentara en el pasado.
Sin medirlo, llevó una mano tomando los cabellos de su niña rosa para guiarla en la velocidad, y no pudo más que echar la cabeza hacia atrás cuando ella respondió instantáneamente a sus demandas.
La saliva desbordaba por los labios, goteaba sobre el pantalón y la camisa ninja que aún vistiera el varón. No importaba, el placer estaba primero.
—Dios... Sakura...
Y fue en vano intentar mencionar otra vez su nombre. El orgasmo lo avasalló como un iniciado cuando explotó en la boca de su niña rosa casi sin darle tiempo de avisarle. Pero a ella no le molestó, se mantuvo engullendo esa enorme polla mientras esperaba que los espasmos cesaran de arrojar semilla en su boca. Y cuando lo oyó suspirar previo a relajarse, tragó todo el semen que no entrara a la garganta luego de las primeras eyaculaciones.
Lentamente fue deslizando su boca para sacarlo. Kakashi se estremeció por el lento movimiento, gruñendo en respuesta a ese placer, pero no esperó que la lengua de Sakura volviera a recorrerlo limpiándole los restos de su éxtasis que le goteaban por la piel de su polla.
La miró con el ceño contraído, inmerso en el desbordante placer que ese mero acto y lo que significaba le causaron, y cuando ella alzó la mirada aun con la polla entre sus labios, lo que vio le enloqueció.
Estaba excitada, tanto o más que él. Una perversión inusual habitaba esas jades pupilas nubladas por la fiebre del placer insatisfecho. Y cuando quiso acariciarla al soltarle los cabellos, ella se alzó de improviso acomodándose a horcajadas en su regazo.
—Sensei, quiero follarlo.
—¿Te lo pedí acaso?
—No. — y le sonrió descaradamente ignorando por completo esa orden disfrazada de pregunta, cuando tomó la polla y la acomodó en su húmeda entrada que rebosaba de lubricación.
No fue suave, no fue lenta. Contoneando sus caderas se auto penetró en un único movimiento, jadeando gustosa cuando lo sintió llenarla por completo.
Iba a detenerla. Lo que estaba haciendo era una descarada desobediencia que ameritaba un castigo acorde, pero la sonrisa perversa que adornaba ese delicado rostro lo cautivó. Ella gemía, cabalgándolo con los ojos cerrados, gozando de su polla como nunca antes había visto a otra sumisa hacerlo. Y era que nunca antes se había dejado montar por una sumisa, él siempre tenía el control, era su primera vez dejándose hacer y se sentía bien.
—Me gusta esto. Me gustas mucho, Kakashi. — le susurró al oído.
Y él no pudo más que gruñir tomándole las caderas para ayudarla con el movimiento.
Todo se volvió fuerte. Sus dedos se hundieron quizás lastimando la suave piel al apretarla a él, pero nadie lo notaría, no en ese momento.
Sakura se había vuelto salvaje. Movía las caderas profundo y violento. Jadeaba mientras buscaba con la boca los labios de su ex sensei. Y él se los negaba como un sutil castigo a esa repentina rebeldía.
Pero osado fue el descaro de la joven, cuando con frustración tomó los cabellos de Kakashi acomodando el rostro a su alcance. La mirada que él le brindó le advertía que detuviera su transgresión, pero ella no lo notaría o tal vez decidiera obviar el aviso, fue difícil determinarlo más cuando le tomó con desesperación la boca iniciando un beso caliente y demandante, mientras su centro continuaba engullendo la polla del varón.
Kakashi gruñó. No podía decir que no disfrutara de la insolencia de su sumisa, le encantaba como se descontrolaba cuando entraba a ese estado de lujuriosa intemperancia, pero no era el juego que había planteado para la noche ni mucho menos esas eran formas de tratar a un dominante.
Le permitió que lo devorara el tiempo que ella necesitara, y cuando se separó por aire, hizo su movimiento tomándola por ambas manos, llevándoselas detrás de la espalda. Las aferró con fuerza allí, atándolas con las sogas que colgaban de sus muñequeras, y ni bien ella intentó protestar, la aferró por los cabellos de la nuca, elevando su cadera para impedirle moverse
—Se-sensi... ¿qué-
—Sensei nada. ¿Qué crees que estás haciendo?
Ella tragó duro. El rostro de Kakashi se contrajo en una mueca de perverso enojo y no entendía que podía llegar a significar. Era la primera vez que le veía esa expresión para con ella, y si bien la intranquilizó, hubo algo en esos ojos que la hicieron jadear estremeciéndola.
—Follarte... quería f-follarte...
—Me doy cuenta. ¿Pero yo te lo permití?
No dijo nada.
—¿Sakura?
—N-no.
La contempló en silencio unos segundos, escuchando la pesada respiración de la joven tan cerca de su rostro, soportando su polla palpitar exigiendo más de esas carnes calientes que la rodeaban y la apretaban gustosas.
—Eres muy, muy desobediente. — Ella asintió tímidamente admitiendo su culpabilidad — ¿Sabes lo que eso significa?
Lo miró abriendo grandes los ojos. Lo sabía. Recordó el libro, recordó a ese Jean malo que ella le describiera. Iba a castigarla.
Asintió respirando acelerado.
Él le sonrió y con un dedo le delineó los labios.
—Buena chica.
Relajó sus caderas permitiendo que ella se acomodara y de repente, sin previo aviso, empujó violentamente penetrándola por completo.
Ella gritó de placer mirándolo a los ojos.
Kakashi se mordió el labio inferior antes de juntar las frentes, sosteniéndola dolorosamente de los cabellos, y con la otra mano aferró de un lado la pequeña cadera para que soportarla lo que vendría.
—Ahora voy a follarte.
El jadeo que se escapó de sus labios se vio interrumpido por los gemidos que brotaron cuando él comenzó a moverse brutalmente, penetrándola fuerte como le gustaba. Su polla se deslizaba con gusto dentro de su niña rosa, resbalando por la lubricación que goteaba por los muslos. Así de caliente era ella, así de excitada él la ponía y su orgullo de amo no podía sentirse mejor.
Sus alientos se mezclaban, sus cuerpos chocaban. Sakura apretaba sus puños inmovilizados detrás de su espalda, ansiosa por el placer que él le estaba brindado. Y poco tardó en sucumbir al orgasmo que ese miembro le provocó al golpear dentro de ella un lugar que no sabía que tenía, pero que la estremeció en medio de espasmos de placer y dolor.
Y poco después llegó él, vaciándose en un gruñido en su interior.
Sus cuerpos apretados, sudados, se tomaron unos segundos tensos para sentir los últimos resabios de un retorcido orgasmo que los dejó agotados. Cuando la cabeza de Sakura se deslizó libre al fin hacia el hombro del varón, este le soltó el amarre de las muñecas acariciándoselas cuando la soga cayó al fin.
Pequeños besos le mimaron los hombros llamándole su atención. Y cuando Sakura alzó el rostro para mirarlo, la tomó por las mejillas y la llevó a sus labios para besarla, para al fin cumplirle otro de los anhelos que le demandara desde que lo viera entrar a su oficina.
Ella sonrió en medio del beso.
—¿Qué te pasó? — le susurró Kakashi separándose apenas. — Estabas como loca.
Ella alzó los hombros.
—Será que... ¿me gustas mucho? — Él rio, una carcajada grave y sensual. — Y me hiciste renegar mucho esta noche — un puchero adornó la frase.
—¿Yo? ¿Yo te hice renegar?
Asintió varias veces.
—No me besaste nunca. Y no me follabas y yo-
—Desobedeciste todo.
Ella puchereó bajando la mirada, y jugó con la tela arrugada de la máscara que no vistiera, antes de hablar.
—¿Vas... vas a castigarme?
—¿Y tú que crees?
Lo miró. Parecía una cachorra regañada. La polla dentro de ella palpitó en ese momento. ¡Cómo le excitaba cuando se comportaba así!
—¿Qué sí?
El rio y la besó nuevamente. Un suave beso que pronto se descontrolaría preso de la aviesa lujuria que lo invadiera al imaginarla sometida a una de sus sesiones de castigo. Y ella no tardaría en encenderse tras el ímpetu del hombre entre sus piernas, porque le gustaba, porque ese hombre la enloquecía y porque aún no había terminado con él y apenas habían dado las ocho. Aún la noche era joven.
Le encantaba observarla leer. No perdía detalle de cada facción del rostro de su niña rosa, mientras le acariciaba el cabello acomodando cada tanto detrás de la oreja algún mechón que se deslizaba debido a su toque.
Esos ojos bien abiertos devoraban cada párrafo mientras que con la boca engullía trozo a trozo el chocolate que le diera luego de la segunda ronda de sexo.
La luz del hogar teñía en ocres la blanca piel de su niña, brindándole calidez a la imagen sin opacar el brillo de satisfacción que emanaba de ella por los placeres resueltos. Y era que le gustaba complacerla, era todo lo que buscaba cada noche que la llevaba hacia su casa, porque luego de ese primer encuentro ya no la dejaría volver a su departamento, más que para buscar ropas o regar las plantas.
—Wow... eso fue...fue fuerte.
Él sonrió. Se acercó apenas para recordar el título del cuento erótico que le diera, uno de los cuentos de castigo y sumisión de su colección de relatos cortos. Había seleccionado varios en un acuerdo en donde ella elegiría cual era la sesión que más le llamaba la atención o le gustaría experimentar como castigo.
Era mejor así. Ella se encendía con las imágenes que su inexperto cerebro armaba al leer y su curiosidad se disparaba. Allí estaba él para saciarla. Y disfrutarla en el proceso calmando sus propias ansias sin enfriar nada con explicaciones en medio del acto. Era un método impecable para iniciarla.
—Sí, recuerdo ese. Perverso, ¿no?
—¿Perverso? ¡Y es poco! Este tal... — releyó rápidamente buscando el nombre del personaje — Kazuma, es más malo que Jean.
Kakashi carcajeó recostándose a su lado. La mullida alfombra frente al hogar era cómoda y cálida, aunque poco hiciera para disimular la dureza del piso debajo.
—Bueno, tienes otros amos en el resto de los cuentos que te di, si ese no te gusta.
—¿Y a ti te gusta lo que hace?
La miró.
—¿Te gusta a ti? Eso es lo que importa.
Ella torció la boca y negó frunciendo la nariz.
—Entonces... — tomó el delgado libro por la pestaña y se lo sacó de las manos para arrojarlo a alguna parte de la habitación — Descartado.
Ella se le abalanzó en un arrebato en ese instante, arrojándose sobre él para besarlo. Si bien Kakashi se sorprendió por la salida, no se negó a la caricia. Le encantaba saborearla y más cuando era ella la que lo hacía.
—¿Qué fue eso? — le susurró cuando al fin lo soltó.
—¡Estas preguntón esta noche! ¿Eh?
—Y tu muy cariñosa...
—Es que soy cariñosa, sólo que me estaba conteniendo.
—¿Ah, sí? ¿Y se puede saber por qué?
—Porque no sabía si te gustaba. — la mirada se le ensombreció en ese instante recordando la cantidad de veces que en el pasado Sasuke le reprendiera por sus demostraciones de afecto.
Él le acarició la mejilla al notarlo, buscándole los ojos.
—Pero a ti te gusta.
Kakashi asintió y le tomó los labios besándola nuevamente. Fue un beso dulce que no buscaba más que transmitirle lo que sentía, aunque intentaría ser sutil, conteniéndose porque lo que en ese momento lo llenaba era un sentimiento que no podría decirle jamás.
La miró cuando se separaron, sin poder ocultar del todo lo que pasaba por su corazón en ese instante. Y ella lo notó.
Contrajo el ceño dudosa de lo que leyera en esos ojos y decidió ignorar la sospecha, porque sentía que le sería muy fácil enamorarse del hombre que la acariciaba, si es que ya no lo estaba. Y sabía que ella no era una mujer a su altura. Él era un hombre grande, fuerte, un genio de su época y requería de una compañera a la par, alguien inteligente, con una templanza de carácter que ella no poseía. Él necesitaba a una mujer, y ella era una niña, una joven jugando a ser la sumisa de su ex sensei.
Entendía que lo que los unía en ese momento iba más allá del sexo o de la experimentación. Entendía que existía un sincero cariño y respeto, que la quería y ella igual. Pero de ahí no debía pasar.
Un nuevo beso la distrajo de sus pensamientos. Un beso que la recostó en sus espaldas y la acomodó para que él se posicionara encima después. Un beso que la llevó a rodearle las caderas con las piernas y a aferrarle la nuca para que no la soltara. Un beso que no sólo la encendería dejándola lista para recibirlo, sino que también lo hincharía a él empujándolo a entrar lentamente en ella. Sin soltarse, sin cortar la caricia que los unía por los labios.
Un beso que iniciaría el lento vaivén que les permitiera acariciarse también en lo profundo y que, disfrazado de un mero acto carnal, encerrara mucho más que sólo cuerpos friccionándose en placer.
Porque ya no eran las pieles que se rozaban. Ya no eran los labios que se succionaban jadeantes, mezclando saliva. No, ya no. En ese simple acto eran las almas las que se amaban, las que se fusionaban, ignorante de las intenciones que sus portadores tuvieran o las decisiones que tomaran.
Y cuando el orgasmo los avasalló casi al mismo tiempo, una lágrima se deslizó desde el rabillo del ojo de la pelirrosa.
Una lágrima que él recogiera con el pulgar y lo llevara a besarla con entrega una vez más, sufriendo por el error que cometiera, porque acababa de decirle con su cuerpo lo que su boca quería callar.
Notas
¡Hola! ¿A que volví con todo, eh? Habíamos dejado las cosas medio calentitas el capítulo anterior, había que enfriarlas de alguna forma.
La verdad, me gustó mucho este Kakashi dominante. Mucho, mucho. Juro que me lo llevaría para mí casa un ratito ajajajajaa... Pero quedense tranquila, lo veremos más dominante aún. Más "malo", como le dice Sakura.
Ahora, entre nosotros, está perdido Kakashi. ¿Podrá respetar su promesa de no atarla a él? ¿Ustedes que piensan?
Bueno, hasta aquí estamos por hoy. Espero que lo hayan pasado lindo y que se guarden ganitas de más para el próximo miércoles, porque les espera un capítulo que ¡madre mía!
Besos, besos, besos.
Gracias por todos sus comentarios y por todo el apoyo brindado a esta historia. ¡Nos vemos!
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