Capítulo 17
Kakashi observaba a Sasuke mientras este le brindaba el escueto detalle del último encuentro que había tenido con uno de los grupos insurgentes mientras regresaba a la aldea. De cómo fue emboscado, aunque los hubiera anticipado, siendo él el objetivo del ataque de estos tres ninjas, y de cómo había logrado reducirlos, matando a uno al meterlo en un genjutsu que no soportó pero que fue fructífero ya que, con ese método, había logrado quitarle esa especie de arma tecnológica antes de que los otros dos, malheridos, lograran poner a resguardo el objeto.
La seriedad en el rostro de ambos era implacable. Pero el ceño contraído de Kakashi le otorgaba una dureza superior a sus rasgos.
Sasuke apoyó sobre la mesa ratona frente a ellos el envoltorio de tela y lentamente lo desató extendiendo cada extremo para descubrir con cuidado su contenido.
En el centro yacía un pequeño bastón de no más de veinte centímetros de largo y dos de ancho. De color metal oscuro, opaco, con poco trabajo de pulido. Lucía varias marcas de golpes, quizás del enfrentamiento contra la espada de Sasuke.
—Se despliega. Con un movimiento específico de muñeca se estira hasta llegar a medio metro para utilizarlo como defensa y ataque.
Kakashi asintió. —Hay que analizarlo.
—Sí. Sólo puedo decirte que el material no es el mismo de cualquier espada. — Respiró hondo aflojando un poco su semblante. Lucía agotado. Y algo preocupado.— Alargué la pelea con el objetivo de observar como los usaban. Son rápidos pero pude estudiar sus movimientos. Cuando lo necesites, estoy en condiciones de demostrarle como operarlo al equipo que asignes.
—Primero me gustaría estudiar la composición. Por lo que averiguaron los agentes ANBUs, es un objeto de tecnología desconocida. Gracias a ti, lo tenemos.
Sasuke asintió.
Kakashi apretó los labios sin quitar su mirada del objeto frente a él.
La llegada de ese trozo de tecnología lo cambiaba todo. Y si bien era un logro que iba a permitir avanzar mucho más rápido en la investigación, de la forma en que Sasuke se hiciera con el era preocupante.
—Voy a pedirte que se lo alcances a Shizune con órdenes específicas. No confío en nadie más para su análisis. — Sasuke asintió —Y entiendo que, si eras el objetivo de ese ataque, te descubrieron.
—Sí. Ya tomé mis recaudos con los dos agentes que tengo en el campo. Van a ser cuidadosos y regresarán cuanto antes.
—Buena decisión.
Desvío la mirada de su ex alumno meditando el siguiente paso. Seiyi tenía razón sobre la fama del Uchiha y no era que él no compartiera la misma opinión, pero esperaba que ese factor no jugara tan rápido en contra. Sasuke y su equipo ya no servirían para el trabajo de investigación pero serían sumamente efectivos en el frente y coordinando equipos de ataque, si era necesario. Eran muy eficaces y temidos. Pero por el momento les daría descanso.
Respiró hondo tratando de aflojar su semblante que era escrutado por el ninja frente suyo. Pronto llegaría Sakura y no quería que se encontrara en su casa a Sasuke. Era tonto no admitir que esa situación lo inquietaba, y no era que lo considerara una amenaza a lo que fuera que estaban construyendo entre ambos. En realidad, no quería que la pelirosa se viera afectada por la presencia del Uchiha en su propia casa, un ámbito en el que ella debía sentirse segura y en calma.
—Bien. — dijo al fin frotándose los muslos antes de ponerse de pie — Voy a darte un documento con las instrucciones para Shizune. Y otro para Shikamaru, quien la reemplazará en sus funciones administrativas en la torre. Te pido que se las alcances.
Buscó las proformas oficiales desde la cómoda detrás de ellos, escribiendo con premura las indicaciones.
— En el hospital asigné una habitación doble en exclusiva para ti y Karin. Aún ella no tiene el alta y necesito que estés cómodo.— le hablaba de espaldas mientras firmaba los documentos y los cerraba con el sello del hokage. —Descansa. Recupérate. Y espera mi llamado.
Sasuke le asintió en entendimiento, aunque el mayor no pudiera verlo, y comenzó a envolver el objeto para guardarlo, no sin emitir una pequeña mueca de dolor al estirarse. Tenía su costado bastante maltratado por los golpes de los insurgentes. Le habían dado duro, pero por suerte ninguno llegó si quiera a acercarse a asestarle con esa vara. Había visto que su toque era dolorosamente mortal.
Se frotó el rostro luego de enganchar en su cinturón el paquete. Realmente sentía el cansancio y no era sólo físico.
Kakashi lo observó por unos segundos sin que este lo notara. No era el Uchiha de antaño, el Uchiha frío y enojado, obsesionado con su venganza, pupilo de un shinobi poderoso pero que había perdido la senda tras un objetivo perverso.
Él que lo conocía y, en cierta medida, se esforzó en tratar de enderezarle el rumbo, había presenciado el compromiso de su ex alumno para con su redención, y podía notar los pequeños cambios. Tal vez se debiera al arduo servicio que dedicó a su causa luego de cuarta guerra shinobi. O quizás fuera por esos niños que nacerían en poco más de cuatro meses.
Respiró hondo llamando su atención, y se acercó para alcanzarle los permisos cuando escuchó que llamaban a la puerta.
Contrajo el ceño en una mueca apretada.
Unos nuevos y rápidos golpes le sirvieron para constatar que era Sakura. Así golpeaba siempre, al anunciarse en su oficina. Miró una vez más a Sasuke en el instante en que este le tomó los documentos y se dirigió a la puerta sin más.
¿Tanto la esperó y tenía que llegar justamente en ese momento?
Ni bien abrió su niña rosa entró en medio de un vendaval de aire frío, copos de nieve y risas juguetonas. Se notaba feliz y eso lo hacía sentirse el mejor hombre del mundo.
—¡Por favor, que frío que está! Nunca un invierno fue tan duro ¡se puso helado! Y eso que aún no anochece. — Se bajó la bufanda ni bien Kakashi cerró tras ayudarle con la última bolsa de mercaderías — Y no me venías a atender. ¿Qué estabas haciendo, sensei?
—Sakura est-
— Sí, ya sé, ya sé... — revoleó los ojos en queja — Fueron más que un par de horitas. Me demoré, se largó a nevar y se está haciendo tarde. Peeeero... ¡aquí estoy! ¡Sana y salva! ¿Ves?— Le dijo brindándole una enorme sonrisa antes de abalanzarse a él y chantarle un beso en los labios sobre la máscara.
—E-es... pera...
—No me niegues... esto, malo— y quiso bajarle la máscara cuando él la detuvo tomándole la muñeca.
—Pero... ¡qué arisco! Acaso...¿sigues enojado conmigo? — le hizo un enorme puchero con ojitos de cachorro —Bueno, no importa. Pasé por mi departamento a buscar unas... cositas...— le sonrió picarona quiñándole un ojo — y además, hice unas compras para prepararte el postre de chocolate que tanto te gusta.
Sakura tomó dos de las bolsas del piso y antes de que Kakashi si quiera reaccionara, cruzó el breve pasillo del descanso, y entró rápidamente dirigiéndose a la cocina.
El peliplata pestañeó repetidas veces, y prácticamente corrió siguiéndola. Sabía lo que iba a suceder ni bien ella girara en el umbral y quería estar ahí cuando lo viera.
—Y, Kakashi, no vuelvas a recibirme con la másc- — Enmudeció cuando vio al hombre sentado en uno de los sillones.
Sus ojos se abrieron en sorpresa.
—¿Sa-sasuke?
El aludido asintió en forma de saludo, tan sorprendido como ella aunque no se notara en ese impávido rostro, y desvió su mirada directamente al hombre que venía detrás.
—Sakura — Kakashi carraspeó posicionándose a su lado — No me diste tiempo a decirte que tenía visitas.
El semblante de Sakura se volvió serio de repente sin poder dejar de ver a su compañero de equipo, aunque éste no reparara en ella más de los dos segundos que utilizó simplemente para saludarla.
—Eh...no, no, entiendo es... perdón. ¿Interrumpo? Yo creo que mejor.... ¿Necesitas que me vay-
—No es necesario. —Sasuke la cortó en su mejor estilo, seco y frío, poniéndose de pie — ya terminábamos.
Sakura asintió y se giró hacia Kakashi con una mueca indescifrable.
Él la miraba sosteniendo el resto de las bolsas entre sus manos.
Ella se acercó y se las tomó sumándolas a las que ya cargaba, y se dirigió detrás del desayunador sin acotar nada más. Comenzó diligentemente a acomodar los alimentos comprados en la alacena o refrigerador según correspondiera.
Kakashi la miró por unos instantes tratando de entender lo que la chica pudiera estar sintiendo. Justamente eso era lo que no quería que sucediera. Ella se movía serena pero sin demorar entre una tarea y otra, conociendo el exacto lugar en donde dejar cada cosa, como si fuera una habitué de la casa. Suspiró y metió las manos en los bolsillos de su pantalón antes de girarse de nuevo hacia Sasuke. Este quitó su atención de la chica para dirigirla completamente a él cuando notó que el peliplata se acercaba.
—Sasuke, te pido ese último favor. Si Shikamaru te exige detalles, sólo dile que lo hable conmigo el miércoles. Y Shizune-
—He trabajado con ella antes, sé qué decirle para que no cuestione nada.
—Bien.
Se hizo un silencio entre ambos hasta que Sasuke jaló de su capa para que cayera del hombro cerrándose al frente.
—Sasuke...— este lo miró — buen trabajo.
—Lamentablemente no pude llegar a mi objetivo. Pero sé que tienes otros equipos en eso. — Kakashi asintió. —ANBUs.
—Sí. Comandos especiales de inteligencia.
—Bien pensado. Van a pasar desapercibidos.
—No quedas fuera de la operación por este incidente.
—Como dispongas.
Kakashi respiró hondo apretando los labios. —Ahora descansa. Comparte con-
—¿Sasuke? — La voz suave de Sakura los hizo girar hacia ella. —¿Vas... vas a reunirte con Karin?
—Luego de cumplir con unos encargos, sí.
Ella frotó sus manos algo incómoda, acercándose unos pasos a ellos.
—Necesito hablar algo contigo sobre ella. ¿Puedes...?
Él asintió.
—Creí que... que ibas a llegar el miércoles para tener esta conversación. Ya iba a contar con las ecografías para-
— ¿Sucede algo?— la interrumpió encarándola rápidamente.
—No... bueno, sí...— hubo una mueca de dolor en esos duros ojos negros por un instante, que supo acomodarla bien, pero no lo suficientemente rápido como para que ella no lo notara — No es algo malo, tranquilo.
Él quedó inmóvil mirándola y Kakashi carraspeó excusándose. —Los dejo — y se retiró de la habitación, aunque estaría muy atento a su niña rosa. Si notaba que la situación se volvía tensa para ella, no dudaría ni un segundo y sacaría a su ex alumno de la casa inmediatamente, sin guardar formas.
—En la última revisión que le hice hace un par de días, detecté algo más creciendo junto a los gemelos. Y me tomé la libertad de hacer unos estudios con chakra.
—¿Karin está al tanto?
—No. Ella no sabe nada. No quise preocuparla. Está siempre muy nerviosa por ti y quería confirmar con qué estaríamos lidiando antes de decírselo.
—Y...¿lo confirmaste?
Ella asintió —Hay otro bebé.
Los ojos de Sasuke se abrieron inmensos, sin poder contener la sorpresa y alivio que lo invadió.
—Es más pequeño, y tiene su propia bolsa. No es un gemelo más. Creo que fue concebido días después de-
—¿Cómo?
—Es una condición rara, pero a veces sucede si se da múltiple ovulación. Normalmente es indetectable y pasa como un parto de mellizos, pero dado al seguimiento con chakra que le hice a la paciente durante la evolución del embarazo, pude verlo.
—¿Y está todo bien?
— Sí, creo que sí. Es más pequeño y su crecimiento es más lento. Por eso voy a hacerle unas ecografías el miércoles.
Sasuke asintió entendiendo y aceptando las palabras de Sakura. Después de todo había confiado la vida de Karin y sus hijos solamente a ella ya que conocía la capacidad y el compromiso de su compañera.
La sintió suspirar a su lado y cuando la miró a los ojos la notó nerviosa, mordiéndose las mejillas por dentro mientras apretaba sus dedos entrelazados al frente. Casi se le escapa una sonrisita. Eran los mismos gestos que hacía de niña cuando una inquietud rondaba por su mente y no se atrevía a expresarla.
—¿Tienes que decirme algo más?
—No.
Él asintió y comenzó a preparar su abrigo.
—Sasuke, yo entiendo... — lo detuvo tomando la punta de la capa— Mira, el tiempo que estés en Konoha, por favor, dedícaselo a ella. Entiendo que la cosa... amorosa no se te dá, pero te necesita. Realmente ella te ama y te necesita.
Sasuke contrajo el ceño ante el pedido.
—Y veo que tú también la... bueno, sientes algo por ella, ¿no?
—Sí.
Sakura suspiró. Esa confirmación la golpeó, pero esperaba que fuera así.
—Vas a ser padre y ella mamá... —una sonrisita temblorosa se asomó entre sus labios — y tiene mucho miedo. De estar sola. Mi consejo es que le des todo el apoyo que puedas. Ella tiene que estar tranquila, lo más que se pueda. Y este nuevo bebé... bueno, debo decírselo pero me gustaría que se sintiera calma, con tu apoyo, para ese momento. ¿Puedes-
—Lo haré.
Ella asintió.
—El miércoles, luego de la ecografía, voy a hablar con ella. Tengo que comenzar a aplicar un tratamiento, para el nuevo bebé.
—Dijiste que estaba todo bien.
—Y lo está. Pero es pequeño y los tres van a competir por recursos. Y temo que resulte absorbido.
—¿Que dices?
—Medicamente, a veces sucede. Y Karin está débil y emocionalmente... bueno, algo inestable. Si bien fortalecemos su cuerpo con medicamentos y chakra, la parte emocional nos retrasa un poco. — respiró hondo mirándolo a los ojos —Ella... te necesita, Sasuke. Debes pens-
—Voy a quedarme en Konoha por un tiempo. Despreocúpate.
—Vas a quedarte hasta que nazcan. — interrumpió Kakashi.
Sakura se sobresaltó al oírlo a sus espaldas. Sasuke sólo lo miró sin cambiar la expresión de su rostro. Aunque quien lo conociera, podría apreciar el leve alivio en la mirada.
—Ahora ve, y sigue los consejos del médico de tu mujer. ¿Puedo llamarla así?— Kakashi preguntó depositando su mirada en Sakura. Era mejor comenzar a llamar las cosas por su nombre, para cerrar etapas.
—Sí. —respondió Sasuke.
Sakura sonrió tímidamente. Pero nada más. Como si el término no le afectara en lo más mínimo, pero no le fuera del todo indiferente.
—Ahora ve con ella luego de mis recados. Dile que el hokage te asignó otras tareas que te mantendrán en la aldea.
Sasuke asintió y luego terminó de acomodar la capa cerrándola en el pecho.
Kakashi lo acompañó a la entrada y cuando el aire frío los golpeó al abrir, Sasuke giró buscando con la mirada a la pelirosa.
Ella abrazaba su cuerpo con ambos brazos a unos metros detrás del peliplata.
El Uchiha le sonrió apenas. —Gracias, Sakura.
Esas palabras se oyeron sinceras, cálidas. Proviniendo de un hombre duro y orgulloso como su compañero, tenían más peso que cualquier otro agradecimiento recibido antes.
Ella asintió sonrojándose y le levantó tímidamente la mano para saludarlo.
Y luego de volver hacia su ex sensei, quien lo reparara con el cejo contraído y una dureza en la mirada que parecía como si delimitara un territorio, lo saludó con un leve gesto de cabeza y se retiró.
Kakashi respiró hondo al cerrar con llave la puerta. Y giró buscándola, sin encontrarla al final del pasillo de la entrada.
Entendía que ella comprendería la situación. Al fin y al cabo, era el hokage y primero debían estar sus obligaciones para con la aldea. Y Sasuke era un agente de Konoha cumpliendo misiones de seguridad, trabajando directamente con y para él, esa clase de reuniones improvisadas estaban dentro de las posibilidades.
Pero, aunque esas razones eran bien comprendidas por ambos y justificaba toda la situación vivida, primero estaba ella. Siempre primero estaba ella en sus pensamientos, en su sentir.
La encontró sentada en el desayunador, con la taza de té verde que él se preparara antes de la llegada de Sasuke, entre sus manos. Le acariciaba el frío borde con los pulgares, mientas que su mirada se perdía en el verde oscuro del líquido, o tal vez en la nada.
—¿Estás bien?
Ella levantó apenas la mirada, sonriéndole tranquilamente cuando se encontró con la de él. Contrajo los hombros como respuesta, y luego se sumió nuevamente en sus cavilaciones.
Kakashi se bajó el cubre bocas y se acercó a ella desde atrás, envolviéndola con los brazos por la cintura. Ella se carcajeó apenas cuando sintió los labios del peliplata morderle suavemente el lóbulo de la oreja antes de apoyarle el mentón en la curva del cuello. Le encantaba ese gesto.
—¿Y por qué estás tan seria?
—No estoy seria.
La apretó a él brindándole un cálido beso en la mejilla.
—No esperaba su visita. — le susurró.
—N-no tienes que explicarme... nada. Eres el hokage.
—Soy primero Kakashi. Tu Kakashi.
Ella sonrió y soltó la tasa para girar levemente y verlo a los ojos.
—¿Mi Kakashi?
—¿Acaso no me llamas así? — ella asintió — Y a mí me gusta ser tuyo así que... soy tuyo.
Le sonrió y luego le besó los labios. Un beso dulce, tranquilo pero no menos profundo. Un beso que le dijo todo lo que sus palabras no podían.
—Sé que aún sientes cosas por él. Y que no debe ser fácil verlo.
—No tengo problemas encontrándomelo. ¿Crees que estaba seria por eso?
Él asintió.
—No es eso...yo entiendo tu posición. Y es mi compañero de equipo siete. Lo será toda la vida, ¿no?
Kakashi asintió sin entender a donde iba con dichas palabras.
—Y voy a seguir viéndolo. Las misiones, sus bebés, las reuniones... en fin — respiró hondo contrayendo el ceño — Sólo que creo que hoy, al fin, me di cuenta.
Él la giró completamente en la banqueta para dejarla frente suyo, posicionándose entre sus piernas para encerrarla entre su cuerpo y la mesada del desayunador.
—Te escucho.
Sakura suspiró observándolo por unos segundos, y luego le acarició las mejillas. Su ex sensei era tan lindo, que la palabra le quedaba corta. Era realmente apuesto. Y la miraba con esos oscuros ojos de forma tan dulce, que le provocaban mariposas en el estómago.
—Ahora me doy cuenta que...nunca me quiso. Al menos no de la forma en que yo lo necesitaba... y lo entiendo, de verdad. Hay veces que... hay cosas que no deben ser, ¿no?
Le sonrió y él asintió devolviéndole el gesto. —Sabias palabras.
Ella le sonrió. — Porque vinieron de un hombre aún más sabio. ¿Sabías?
—¿Ah, sí? ¿Un hombre sabio?
—Ajá.
— Ummm... suena a que era uno viejo y feo.
—Pues nope — le envolvió el cuello con ambos brazos pegándose completamente al cuerpo del varón — Era joven... bueno no más joven que yo, pero aun joven...y uno muy, muy, muy apuesto.
—¿Así que mantienes conversaciones de la vida con hombres apuestos? — ella asintió mordiéndose el labio inferior sonriente, con picardía en los ojos. Adoraba esos juegos. — Mira que bien.
—Re bien.
Kakashi bajó las manos para tomarla de los muslos, subiendo en una pesada caricia hasta las nalgas.
—Aja... Así que te los eliges apuestos. E inteligentes
—Obvio.
— ¿Y te gusta?
—¿Qué? ¿Las conversaciones?
—Sí, ¿qué más podría gustarte de ese hombre?
Ella se contrajo de hombros torciendo la boca, para seguirle el juego — No sé, a lo mejor preguntabas por él. Digo, por lo lindo e inteligente.
—Nope, por las conversaciones. No seas pervertida.
Ella se carcajeó.
—Pues...¡me encantan! Mucho, mucho, mucho. — Le sonrió dejándole un corto beso sobre los labios.
—Y ya que lo mencionaste, sobre ese hombre sabio y apuesto que tanto te aconseja... ¿debería sentirme celoso?
—No... mmmm, bueno, si no fueras tú...Sí, deberías. Y mucho.
—¿Ah, sí? ¿Tanto te gustaba?
—Corrección. Me gusta. Mucho. — elevó la mirada hacia la nada, como si recordara algo — Pensándolo bien...creo que siempre me gustó.
Kakashi alzó las cejas sorprendido.
—¿Si?
—Pero era un secreto. — le dijo susurrando.
—¿Secreto? ¿Por?
Ella sonrió con una risita juguetona.
—Porque era mi sensei.
El corazón de Kakahi se desaforó en ese momento. Las palabras que acababa de pronunciar habían sonado como una confesión.
—¿Y ahora puedes decírselo?
Ella asintió.
—Ahora ya no es mi sensei. Bueno... no uno ante la aldea. Ahora me está enseñando... otras cosas.
La besó tomándola de sorpresa. Un beso profundo y para nada dulce.
Ella gimió entre sus labios cuando sintió la lengua entrar, arqueando la espalda para frotar su cuerpo y centro contra él, disfrutando de como los dedos fuertes y largos del peliplata le rodeaban ahora la cintura por debajo de la camisa, apretando su piel.
—Kakashi... — le susurró apenas separándose de su boca — Me encantas. — y se la tomó nuevamente.
El que gimió ahora fue él, profundizando el beso cuando ella se frotó otra vez.
—Nena... tú me encantas.
—Eres... no dejes de besarme... nunca...
Una mano del peliplata soltó la cintura para rodearle la nuca soportándola al recibir el nuevo beso, que en poco tiempo se volvió feroz. Y tras varios segundos sin aire, sus bocas se separaron jadeantes y le dieron tregua a sus ojos que comenzaron a devorarse.
—Kakashi... quiero pedirte... algo...
—Lo que quieras.
—Hazme el amor. Ahora.
Él ni respondió. La miró a los ojos por unos segundos, y simplemente la tomó de los muslos indicándole que le rodeara las caderas en un impulso, y cuando la chica le obedeció, la aferró a su cuerpo y la llevó encima suyo por las escaleras, hacia su dormitorio, sin dejar de reparar en esa mirada jade que no hacía más que perderse en la suya.
—Kakashi...mmmm — su nombre se deshacía entre los gemidos de la pelirosa.
Él se movía sobre ella, suave y lentamente, deslizándose afuera y dentro en un firme vaivén con el suficiente recorrido como para convertirlo en una caricia profunda.
Desnudos sobre su cama, sin haber siquiera quitado el cobertor, ella lo envolvía con las piernas enredadas entre las suyas, marcando leves surcos con el transitar de sus dedos en la piel de la espalda. Se miraban, la miraba, sólo preocupado en hacerle sentir, en tocarla; concentrado en brindarle lo que ella le pidiera y más.
Era el sexo más vainilla que podría haber hecho en su vida. Y se sentía sensacional. Por qué no era simplemente sexo.
La acariciaba con sus manos, con la mirada sin perder detalle de ese rostro, con sus labios cada vez que besaba cualquier sección de piel que quedaba a su alcance. La acariciaba con su aliento, en lo profundo con cada estocada rosando firme pero con calma cada porción del interior de su niña rosa. Le mimaba la piel con su pecho al frotarse sobre ella, el abdomen con el suyo. La confortaba con su calor, con su voz cada vez que pronunciaba su nombre fundido en un halago.
Esto era brindarle el amor en forma física, de la forma que ella le estaba pidiendo.
—Sen...sensei...me haces... tan....bien.
La besó, deslizando con cuidado su lengua para saborearle por milésima vez la boca.
—Me sanas... Kakashi...
Se separó apenas de ella y detuvo todos sus movimientos para tomarse unos segundos y simplemente observarla. Para devorar esas mejillas enrojecidas, esos labios hinchados por la demanda de sus besos. Y esos ojos jades afiebrados que lo detallaban profundamente, demandándole más placer.
Le tomó el rostro entre sus manos para fijarlo en ese preciso lugar cuando pujó de repente y profundo robándole un húmedo gemido, embriagándose con esa expresión que lo volvía loco.
—Tu eres ...lo mejor... que me pasó en la vida, Sakura — le susurró, hablando grueso, entre cada una de sus pujas.
Y ella le sonrió abriendo sus ojos, mirándolo como podía.
—No pares...
—Nunca.
—No pares de quererme...
—Es imposible ya.
Las estocadas se volvieron más feroces. El placer le robó parte de la cordura.
—No quiero que pares... n-no me dej-
—Soy tuyo.
Y la besó.
Y ya no fue dulce.
La besó con demanda, con locura.
Lo que hacían, esas palabras que se escapaban desnudas de prudencia, albergando en la simpleza de su expresión la cruda verdad que aún tímida se colaba entre medio del éxtasis prematuro, era peligroso. Lo que él estaba permitiendo que sucediera, era condenadamente peligroso.
Pero lo hacía sentir vivo, por primera vez en su vida completamente vivo. Y ya no podía detenerlo. Si alguna vez creyó tener la impresión de que algo de lo que podía o no suceder dependía de su decisión, ya lo había abandonado. Porque era su ser el que la reclamaba, hambriento, deseoso... enloquecido.
Todo su cuerpo se encendió y sus movimientos se volvieron demandantes. El agarre en su rostro, las uñas de Sakura en su espalda, sus gritos de placer. Ya no eran caricias. Eran sus cuerpos salvajes los que ahora se expresaban. Y decían lo mismo que la dulzura de sus palabras instantes atrás, solo que con la crudeza del sentir lujurioso que los ataba en ese momento, escribiendo un destino que sería duro contradecir.
Recostada sobre el pecho de Kakashi con la mitad de cuerpo abrigado por el cobertor, Sakura oía los latidos tranquilos del corazón del peliplata, observando el lento vaivén de su mano al ser impulsada hacia arriba y de vuelta abajo por la respiración profunda del sueño.
Pero su atención estaba lejos de la apreciación de esos simples hechos. Su atención estaba sumida en los pensamientos que la torturaban por las palabras que escaparon de su boca mientras Kakashi le hacía el amor.
«Hacer el amor... hicimos el amor»
Una pequeña sonrisa curvó sus labios. Ella se lo había mencionado y es lo que había obtenido. No fue sólo sexo, se sintió más intenso, había algo más detrás de cada caricia mientras la penetraba, la besaba, la miraba de esa forma tan única. Todo se había sentido tan profundo y genuino, tan confortante, que la orilló al pedido de amor. Y no era ese el problema. El problema fue que se lo dijo.
Le pidió que no dejara de quererla.
Si lo meditaba, no eran tan graves esas palabras en sí mismas, o así quería creerlo. Pero... ¿cómo lo había tomado él? No era hombre de atarse a una mujer. Menos a una relación. Jamás se le había conocido una novia o alguna amante oficial. Y él mismo le había confesado que se aburría de ellas luego de un tiempo.
¿Sería acaso porque era un dominante? No conocía tanto de ese mundo, pero no sonaba lógico que ese fuera un impedimento para formar una pareja.
¿Y si Kakashi simplemente no quería comprometerse con alguien? No le gustaba esa idea aplicada en ella. Y no era que estaba buscando una relación en ese momento de su vida, pero lo que hacían, todo lo que compartían; se sentía tan bien, tan correcto, que tranquilamente esos derechos que se habían brindado podían decantar en sentimientos. Por lo menos para ella.
Y le aterraba que en ese desliz emocional hubiera forzado las cosas adelantando el final de lo que sea que estuvieran haciendo. Y no le gustaba sentirse así.
Toda su relación con Sasuke había sido una montaña rusa emocional, obteniendo migajas de buenos momentos y el resto le seguía inundado de incertidumbres y soledad, con ella forzando cada encuentro y demandando, casi mendigando, las caricias, cada sonrisa de cariño. Y llegó a creer que así debía ser una relación. Poca experiencia tenía en ese entonces.
Pero esos últimos meses en los que Kakashi encontrara el tiempo entre sus deberes para compartir más actividades con ella, sobre todo en los últimos días en los que habían conectado tan íntimamente, le hicieron ver que había otra realidad. Que cuando las personas se llevaban bien, se gustaban mutuamente, todo simplemente fluía. Que el ser mimada, que alguien la pusiera en el centro, brindándole afecto en más de una forma, era posible y no se obtenían rogando. Y era hermoso.
Y no quería que se terminara tan rápido. Menos por un error de su necesidad.
Kakashi respiró profundo en ese momento cortando la regularidad de sus inhalaciones. Ella alzó apenas el rostro para observarlo y se encontró con esos pesados ojos grises que la detallaban pestañeando lento, recién despertando.
—¿Me dormí?
—Sí... un ratito— le sonrió.
—¿Y tú?
—Yo no, sólo descansé sobre tu pecho.
Kakashi bostezó desperezando un poco su espalda al estirarse apenas y miró hacia la ventana. Ya era de noche.
—No dormí un poquito. Ya es de noche.
—Ummm... ¿importa?
Esas palabras le sonaron algo frías. La miró. Y no le gustó lo que encontró. El semblante de la joven era otra vez el serio con el que se encontró luego de despedir a Sasuke. Y no pudo impedir pensar que tal vez la presencia del Uchiha le había afectado más de lo que pareciera, y que quizás esas palabras de superación que le dijera eran meramente eso, palabras.
Y se maldijo al permitir que esa situación, la cual supo desde un principio que no sería buena, se diera. Sabía que iba a afectarle, que la haría sufrir. Y le enfurecía terriblemente.
—¿Pasa algo, Sakura?
Ella suspiró y negó sin alzar la mirada.
—¿Segura?
Asintió sin moverse.
Kakashi suspiró. No le gustaba esa situación.
—Sakura, mírame.— le dijo con voz dura.
Ella se tensó y segundos después obedeció levantando lentamente la mirada al salir del hueco del hombro.
—¿Que sucede?
—Nada. Ya te dije.
—Sakura — su mirada se endureció más que su tono de voz. No iba a permitir que ese pendejo arruinara más la vida de su niña rosa y que ella se lo aguantara sola.
La joven suspiró y una mueca de preocupación modificó su semblante. Los labios se contrajeron en una pequeña trompita de protesta, gimiendo dolorosamente antes de hablar.
—Es que yo... yo no...no quise p-presionarte...
—¿Presionarme?
Ella ni lo oyó. —No te estoy pidiendo nada por...esto que hacemos, tú y yo. Y no quiero que pienses que me debes am... ¡nada! No me debes nada. Quiero que sig-
—Espera. Detente. — se acomodó bajándola de su cuerpo para poder sentarse en la cama, utilizando la almohada para mullirse más el respaldo. La observó a los ojos ni bien se incorporó. Ella simplemente se acostó de lado, aferrando el cobertor aún más frente a ella, en un reflejo de autoprotección. Esa mirada de Kakashi le hacía temblar, tanto de temor porque sabía que la haría hablar, como de gusto, si hasta sintió una presión en el bajo vientre.
—Dices que me estás presionando. — ella asintió tímida— ¿A qué?
—Ya sabes...
—No. No sé.
Lo miró apretando los labios para no soltar nada más. Le daba apuro volverlo a decir.
—No me hagas repetirlo, por favor Kakashi.
Los ojos del varón no le daban tregua. Esa mirada profunda y pesada la forzaban más que cualquier orden o acción.
—¡Vamos! ¡Me oíste! Si hasta... me respondiste...
—Te oí decir qué. — la impaciencia ya se colaba en su tono. Porque al enfado por lo que le hiciera ese idiota lo mantenía aún a raya.
—Que... que te pedí...— la voz le salía en un hilo. Carraspeó. — Te pedí que me quieras.
Kakashi frunció el entrecejo. ¿Eso era? La vio ruborizarse y bajar la mirada con pena. ¡Eso era!
¡Y por supuesto que lo había oído! Enloqueció cuando ella se lo pidió, porque significaba que su sentir iba en la misma dirección que el propio.
Tantas veces había observado el mismo comportamiento con mujeres, más en las sumisas, con las que había estado, que debería haberlo siquiera intuido cuando su niña rosa entró en ese estado emocional sensible. Y sabía cómo cortarlo arrancando cualquier esperanza de cuajo. Pero con ella, ¿cortarlo? No era una opción aunque sabía que tenía que serlo. Era con la única mujer que no debía avanzar, pero que no deseaba soltarla ni en mil años. Maldito destino.
¡Y él pensando que todo eso era por Sasuke!
Era por él, sólo por él. Y le fascinó. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro y su lado más juguetón se hizo presente cuando el alivio exorcizó las otras nefastas emociones.
—¿Y no quieres que te quiera?
—No.
—Bueno. No te quiero entonces.
Ella pestañeó.
—¿Eso era lo que te tenía intranquila recién?
—¿No...no me quieres?
—Yo sí te quiero. Pero me gusta complacerte. Así que si no quieres... pues... — alzó los hombros mientras torcía la boca.
—Kakashi... no es eso...los hombres huyen de los sentimientos.
— No todos. Pero como digas. No te quiero y listo. — suspiró corriendo el cobertor que caía sobre sus piernas y cadera —Ahora, córrete que tengo hambre.
Ella giró hacia el otro lado para darle espacio, mirándolo totalmente descolocada.
—Kakashi...
Él se sentó en el borde moviendo la cabeza para aflojar sus hombros, sin escucharla, y respiró hondo estirando los brazos como si estuviera solo.
Sakura lo observó en cada movimiento, estupefacta. Sólo su cejo se contrajo y no pudo evitar la furia que anidó en su pecho. ¿La estaba ignorando?
—Eres un idiota, ¿sabes?
Y cuando ella jaló el cobertor para moverse hacia al otro extremo alejándose, Kakashi no pudo más que soltar una carcajada.
El rostro de Sakura su puso rojo de enojo y gruñó. — ¡Eres igual que todos!
Kakashi se giró sin dejar de reírse, abalanzándose sobre ella.
—¡No! ¡Suéltame! — forcejeó en vano intentando evitar que le quitara la manta — ¡Y encima te ríes!
Le tomó el rostro y la besó.
—Mfgmfmgmgmm... ¡Idiota! Mfmgmdmf....¡Que folles bien... nfnmfnmgdfr... no te da dere-
—Ya cállate, ¿quieres?— y le tomó la boca con un beso profundo sellándola a cualquier nueva réplica, soltándola cuando la sintió respirar algo más tranquila.
—Eres tan linda cuando te enojas así.
—Idiota.
Él se carcajeó mordiéndose el labio inferior sin alejarse. Era hermosa. Perfecta.
— No puedes pedirme que no te quiera. Yo ya lo hago, y lo hago no porque me lo hayas pedido.
Ella suspiró con preocupación en los ojos.
—Sakura, ¿acaso crees que es posible que entre nosotros no haya sentimientos?
—N-no sé.
Respiró hondo y su sonrisa se tranquilizó. La miró a los ojos deteniéndose unos segundos allí antes de posarse en sus labios.
—Eres especial, pequeña.
Ella gimió con preocupación.
—¿E-estamos bien entonces?
Le acarició el rostro antes de besarla nuevamente. Se sentía tan cálido ella de esa forma que hasta lo hacía dudar de que hacer, como si fuera un niñato. Necesitaba colocarle nombre a lo que estaba pasando, sus deseos lo anhelaban, pero su razón le advertían que dejara todo así. Sin definiciones a veces era más fácil cerrar un capítulo antes de tiempo. Y sabía que lo iba a tener que cerrar.
La miró con seriedad cuando se separó lentamente de sus labios. Observó cada movimiento de esas pupilas, cada pequeña reacción en ese rostro.
Y suspiró.
Estaba condenado.
«Te amo»
Iba a doler como el demonio.
—Te quiero, pequeña.
Ella abrió los ojos enormes, con un brillo en ese intenso jade, y sonrió tímidamente segundos después, dudando de si esa era la reacción indicada.
—No dudes, solo disfruta de esto. Vívelo.
Esas palabras... él siempre se las susurraba durante las noches de misión cuando advertía que ella no podía dormir ansiosa de los peligros del día siguiente.
Que disfrutara del momento, de la fogata, de los compañeros, de esa noche de sueño. Nunca le decía claramente el por qué, pero ella lo intuía por el tono de su voz. Disfrutar el momento porque no se sabría si mañana habría otro. Era eso. Sus profesiones estaban teñidas más crudamente por esa realidad que otras.
Y al oírlo decirle esas palabras... fue como ponerle fecha de caducidad a lo que vivían. Pero él no se comportaba como si quisiera que aquello terminara.
—¿No vas a dejar de quererme?
Esa pregunta simplemente se le escapó. Como si necesitara de una promesa para poder seguir. Y era así. Por primera vez la necesitaba porque lo que estaba viviendo con él se sentía tan correcto que quería pensar que tal vez sería para siempre, aunque no lo fuera.
—Nunca lo hice y nunca lo haré.
Y la besó sellando una promesa que se cumpliría pero no de la forma en que ella lo esperara.
La miró luego del beso. La acarició. No pudo evitar que un dejo de tristeza lo invadiera pero decidió seguir su propio consejo. Vivirlo. Disfrutarlo. Sin dudas, sin miedo.
Ella era suya. Por el tiempo que el destino le permitiera, lo sería.
Porque él simplemente le pertenecía, desde ese primer día de clases en que iniciara como su maestro hasta el día en que abandonara esta vida.
Suyo para siempre.
¡Hola!
Cómo les dije anoche, salió tempranito para el café con medialunas jajajajaajaa
¿Y? ¿Qué les pareció la "visita inesperada"? En algún momento tenía que aparecer de nuevo, ¿o no?
Y Kakashi todo enamorado... me encanta Kakashi enamorado. Lo llenaría de besos.
Bueno gente, les dejo un besote enormeeeee... y me despido hasta el próximo miércoles.
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