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Capítulo 16

Los ojos de Sakura se abrían un poco más ante cada párrafo que devoraba. Kakashi la observaba de reojo, simulando que leía su propio libro. Le encantaban todas esas pequeñas expresiones que se formaban en el rostro de su niña rosa a medida que se adentraba en la historia, sobre todo en las escenas sexuales.

Como se le encendían esas mejillas resaltando el jade de sus pupilas, mientras la respiración se le aceleraba. Si él casi podía adivinar el escozor que ya debía sentir en su centro, o esa presión en el abdomen por tan sólo traducir las caricias descritas en sensaciones sobre la piel, sensaciones que bien ella iba conociendo gracias a sus hábiles manos.

No podía más que fascinarlo cuando una temblorosa sonrisilla se asomaba en esa pequeña boca, anticipándose a lo que él gustosamente le haría después, saciando esa curiosidad hambrienta que despertaba en ella y calmando sus propias ansias en el camino. Porque ya no podía conformarse con el simple placer de observarla gozar. No, ella era demasiado apetitosa para sólo verla, debía probarla, necesitaba devorarla cada vez que quedaba entre sus manos.

Y después de que Sakura le expresara tan insistentemente que quería estudiar más sobre la dominación y sumisión, a pesar de que él tenía en mente otras ideas para el día, había decantado por consentirla ofreciéndole uno de sus libros eróticos en donde se daba una relación de dominación muy intensa, con escenas sexuales menos vainillas que lo que le recomendara para iniciarse, pero no tan impersonales como el libro que ella había osado leer sin su dirección.

Era un buen método y no le molestaba en absoluto disfrutarla así alimentando esa inquieta curiosidad de a poco. Que ella se sintiera atraída a experimentar era su principal objetivo. Que abriera primero su mente con la imaginación, quitando con palabras el sesgo del juicio decoroso que habían impuesto en ella, para que fuera con hambre de placer a la práctica. Prefería que cada nuevo paso se diera de forma natural, más espontánea, tal como habían sucedido las cosas entre ellos hasta ese momento.

Era una forma de instruirla, una que se le había ocurrido en medio de esas improvisadas lecciones y que podía considerar como el mejor método como para su niña rosa. Porque además de incluirla de a poco en su mundo, podría disfrutarla plenamente, saboreando cada reacción, degustando esas dulces muecas de placer que se le dibujaban en el rostro cada vez que algo nuevo la hacía temblar en goce. Porque realmente le fascinaba como ella le pedía experimentar, sin decírselo directamente y con esa pena que la caracterizaba y que no hacía más que enloquecerle.

Y así se tomaría todo el tiempo del mundo con ella, porque aun sentía que todo lo que estaban viviendo le sería arrebatado por sus propios principios en cualquier momento, y aun sabiéndolo peligroso e incorrecto, quería vivirlo. Y no quería soltarlo.

La detalló nuevamente ya sin ocultar que sólo se estaba dedicando a observarla, y una dulce sonrisa adornó sus labios. Era hermosa. Toda su presencia le hacía sentir que no importaba su pasado o sus errores. Ella ahí en su cama, leyendo junto a él, hacía que todo lo vivido no hubiera sido en vano.

¿Y que más daba si se permitía tenerla?

Por primera vez en su vida podía estar para ella, dedicarle todo su tiempo y experiencia, y brindarle lo mejor de él. Y hacerla feliz en el camino. ¿Porque no?

¿Acaso él no podía corregir sus defectos por ella? ¿Acaso no podía convertirse en el hombre que ella necesitaba en su vida? Por primera vez en años, consideró que tal vez el destino que había considerado como el único posible para él no era necesariamente así. Que tal vez se había equivocado.

El jadeo que se le escapó a Sakura lo sacó de sus cavilaciones.

—Esto ...¡dios!— se abanicó el rostro —Kakashi... ¿se pueden tener tantos orgasmos seguidos?

—Vamos — carraspeó — No puedes preguntarme eso después de anoche. Y de anteanoche.

—Bueno, sí... ¿pero tan intensos como los describe aquí?

Se acercó releyendo rápidamente uno de los párrafos, como para situarse exactamente en lo que estaba sucediendo en ese capítulo. Bastaron un par de oraciones para recordarlo, y una sonrisa perversa se adueñó de sus labios.

—¡Oh sí! Créeme que sí.

—Kakashi...

—¿Sakura?— le sostuvo la mirada.

—¡Claro! Y ahora me vas a decir que lo sabes porque tú se los provocaste a la mujer de turno.

No debía responder a esa casi pregunta. Hablarle a una mujer de otra mujer, era simplemente una declaración de guerra. Pero lo haría, porque realmente le calentaba cuando ella se molestaba por esas cosas.

—Emm... Sí. — Y le sonrió. Sus ojos se convirtieron en dos finas líneas. Y sabía que a Sakura no le gustaría ni un ápice eso. Había notado lo celosa que era. Hasta de su pasado.

—Ah...bien.

Y cerró lo boca con molestia inflando apenas los mofletes.

Él se carcajeó por lo bajo.

—¿Por qué te enojas?

—No estoy enojada, Kakashi.

—Bueno. Entonces ¿cuál es el problema con-

—¡Ninguno! ¿Por qué debería tener un problema con...eso?

—¿Enserio? Tu cara no dice lo mismo.

Ella giró para mirarlo de frente, tratando en vano de disimular la molestia que le habían causado esas palabras. Él no era suyo, bueno, no de la forma como si fuera su novio. No lo era, estaba lejos de eso. Y no podía reclamarle nada, menos sobre su pasado. ¡Eso estaba fuera de lógica! Pero era inevitable sentir esa punzada en el pecho cada vez que una palabra o un gesto le recordaban que por algo él tenía tanta experiencia, que cada toque que la hiciera gozar lo había aprendido con otra mujer, y se lo había hecho a muchas antes que a ella. ¡Cómo le enfurecía! Hasta el grado de dolerle. ¡Pero no tenía razón de ser!

Y tampoco era de mujer adulta prenderse en esos juegos. Porque sabía que él se estaba divirtiendo a costillas de eso. Y no podía evitarlo. Simplemente era más fuerte que ella.

—Y qué te dice mi cara, ¿eh?

—Ummmm... que estás celosa.

Acababa de cometer suicidio. Los ojos de Sakura se encendieron en furia y apretó los dientes.

—Mira Kakashi... que tú hay-

No pudo seguir hablando. Kakashi la tomó del brazo para acercarla rápidamente a él y fundirle la boca en un beso. No podía resistirse, menos al tenerla en ese estado. Si antes, cuando sólo conversaban manteniendo las formas como amigos, le costaba horrores controlar su deseo al enojarla; ahora que disponía de ellos a gusto no iba a contenerse más.

—¡Kak...mmmfjmjmf— ella se quejó replicándole sin poder ni querer soltar el beso.

Hasta que se rindió aflojando la tensión de su cuerpo, rodeándole el cuello con los brazos. Sentir esos labios acariciarla con vehemencia, succionándola, llenándola del sabor de su ex sensei, derrotaban cualquier barrera que se impusiera con él. Iba notando que ese hombre la enloquecía, más que lo que sintiera alguna vez por Sasuke.

Y Kakashi no tardó en tomarla de la cintura alzándola para subirla a horcajadas sobre sus piernas, empujando ese delgado cuerpo para que sus caderas desnudas se juntaran. Más rápidas fueron sus manos al colarse por debajo de la amplia remera del pijama que a duras penas le había prestado para pasar la noche.

—Kakashi... — susurró —¿Q-que... haces? — y tuvo que contener el gemido que provocó la suave mordida propinada en su cuello.

A Sakura le encantaba cuando él hacía eso. No entendía que había en ese acto tan primitivo que la encendía tanto. Ella nunca había sido así, tan sexual.

—¿Yo? Tocarte.

—P-pero estoy ...e-enojada cont-

Y le pellizcó uno de los pezones mientras le mordía los labios callándola. Sakura jadeó sin poder controlar el estremecimiento de placer en su cuerpo.

—¿Quieres que te lo explique mejor?

—N-no deber-

—Ahora, lamerte.

Con una mano le quitó la remera para luego jalar de los cabellos llevándole la cabeza hacia atrás, lamiéndole descaradamente el cuello, para luego hacer lo mismo en sus pezones.

—¡Kakashi! Mmmm... E-espera, esp-... ¡Oh, por dios!

Un nuevo gemido la silenció cerrándole los ojos cuando dos dedos del peliplata frotaron su clítoris estimulándolo, acelerando su preparación.

—Follarte.

Levanto las caderas empujando su erección contra el centro de la chica que ya estaba lubricado. Se sonrió al sentir la humedad abajo. Que sensible que era a su toque y lo rápido que ese cuerpo le respondía. Le fascinaba.

—No voy a dejar...que te....mmm ¡dios! — jadeó de nuevo cuando ahora era el suave glande el que se dedicaba a estimularle masturbándola — Yo...mmmmm... estoy enoj-

—¿En serio?

—S-sí...— Ella apoyó las manos en los hombros del varón con la intención de detenerlo, aunque su cuerpo en realidad quisiera otra cosa ya.

Y fue en vano su resistencia. Más rápido fue el peliplata que con una mano se acomodó en la entrada y en un único y lento empuje la llenó por completo.

Ella gimió mordiéndose los labios durante todo el recorrido, clavando las uñas en la piel del varón.

Él gruñó.

Y se miraron. Sosteniendo esa profunda penetración, quietos, apretados en el agarre de Kakashi mientras respiraban pesado, manteniendo esas sensaciones de llenar y ser llenada por unos segundos. Y con un nuevo gruñido él comenzó a moverse saliendo casi por completo y llenándola en una estocada firme y profunda.

—Kakashi...mmmm...debemos...mmmmm...debemos d-detenernos...

—¿De verdad quieres eso?— y comenzó con el vaivén en movimientos más rápidos, pero no menos profundos.

Ella gimió en respuesta y él no pudo más que sonreír.

—E-en serio...debemos...v-voy a... mmmmh...llegar tarde.

Él gruñó contrayendo el ceño. Pero no detuvo sus movimientos.

—¿Tarde?

—Tengo que... pacientes...

«¿Pacientes?»

La mención de esa simple palabra sólo significaba que ella tendría que irse de su departamento, y se suponía que la tendría sólo para él durante ese largo fin de semana.

Todo el tiempo para él, en exclusiva, hasta el miércoles. Y no era miércoles.

— No tienes que ver a nadie. — Y le tomó de las muñecas llevándole los brazos tras la espalda, aferrándoselas fuertemente allí con una sola mano. Le encantaba esa diferencia de tamaños entre ellos, que le permitía maniobrar a su gusto y capricho el cuerpo de su niña rosa. — Órdenes del hokage.

Ella gimió al sentirse inmovilizada. Y jadeó cuando la otra mano del peliplata aferró dolorosamente sus caderas y las estocadas aumentaron su ritmo.

—S-sabías esto... lo autori...zaste...

Kakashi gruñó molesto. Era consciente de que lo que ella le decía era cierto, por más que no lo recordara. El calor de ese fin de semana le hizo perder la noción de las responsabilidades de la chica. Pero aun reparando en ello, no hizo que el disgusto fuera menor.

Se detuvo de repente tomándola de la cintura para levantarla y salir de ella sin soltarle las manos en la espalda. Y la giró poniéndola en cuatro rápidamente, manteniendo su cuerpo semi erguido con el fuerte agarre en las muñecas de la chica. Sabía que eso infringiría algo de dolor en la zona de sujeción, pero el gemido cargado de lujuria que ella le diera al aferrarla, le aseguró que todo iba bien.

La penetró salvajemente cuando terminó de acomodarla. Y ella gritó de placer.

—El hokage no va a... — comenzó a arremeter, entrando en ella una y otra vez sin descanso — llamarte la atención... por el retraso.

—Kakashi-sensei ...yo...no pued-

Una mano cayó pesada sobre su glúteo derecho haciéndola gritar, callando cualquier palabra. Lo miró como pudo sobre su hombro en ese momento, con calor en la mirada y no pudo más que temblar al encontrarse con esos duros ojos que parecían devorarla mientras que la empalaba sin descanso.

Había enojo en la mirada del varón, había protesta y un deseo enfermo y posesivo que la reclamaba aun cuando la tenía completamente a su merced.

Y cuando Sakura abrió a boca para replicarle por la nalgada, un nuevo azote le castigó en el mismo lugar.

Gritó otra vez.

Picaba, ardía y se sentía condenadamente genial. No entendía por qué él poseyéndola de esa forma, la encendía de un modo que no sabía que era posible. Las sensaciones en su bajo vientre la estremecían, eran abrumadoras, y el placer que el pene de su ex sensei le provocaba rozando con vehemencia sus paredes, era indescriptible.

Cada nueva follada todo se hacía más fuerte con él. El goce, el dolor, la sensación de posesión. La forma en que la miraba la hacían sentirse única, especial y sumamente deseada. Y cuando la tocaba, su piel se encendía debajo de esas yemas. Jamás había vivido una lujuria como esa.

Un nuevo azote la castigó y ya no pudo mantener más los ojos abiertos.

—Arde...— susurró entre jadeos.

Y él sonrió soltándole las muñecas en ese momento. Sakura cayó sobre el colchón y segundos después llegó él posando su cuerpo sobre esas pequeñas espaldas, arrancando con sus arremetidas ni bien se acomodó y entró en ella nuevamente.

Sakura se mordió los labios al sentir el peso de su ex sensei moviéndose dentro de ella tan duramente, pero no pudo evitar gemir con fuerza cuando las yemas del varón le acariciaron con dulzura la nalga maltratada.

Las sensaciones que provocaba ese simple gesto mientras entraba en ella sin descanso, eran increíbles. Sus gemidos se hicieron descarados al perder por completo el control, arrojándose a ese disfrute sin condicionamientos.

No entendía qué demonios pasaba, sólo que todo era fuerte, arrollador y extremadamente caliente. Y cuando quiso siquiera moverse, la boca de Kakashi se posicionó en su cuello descubierto y la mordió mientras que, la mano que la acariciaba, se hundía debajo de sus caderas para azotarle el hinchado clítoris estimulándola insoportablemente.

El orgasmo que desencadenó esas acciones segundos después, fue violento. Sakura gritó el nombre de su ex sensei aferrando con fuerza las sábanas a su alcance, mientras los espasmos de su cuerpo e interior lo arrastraban a Kakashi a su propia liberación dentro de ella, con la misma impetuosidad.

Le fascinaba correrse en el interior de su niña rosa. Su posesividad con ella lo demandaba. Y sabía que a partir de ahora no estaría bajo discusión la necesidad de llenarla de él, porque simplemente ya no concebía tocarla sin besarla, someterla sin follarla y estar dentro de ella sin marcarla de todas las formas que sus demonios lo demandaban. Nunca lo había necesitado con otra sumisa anteriormente. Sentía que ninguna estaba a la altura de merecer algo así de él. Pero ahora, no sólo ella lo merecía sino que él lo necesitaba desesperadamente.

—Eso fue...fuerte, Kakashi — le dijo al fin cuando logró normalizar su respiración bajo el peso de ese firme cuerpo.

Él le besó la mordida que ya comenzaba a enrojecer.

—Muy delicioso y...tan salvaje...¿Qué...que fue eso?

Se incorporó apenas liberándola solo un poco de su peso. La verdad era que entendía que no la había preparado para lo que le hizo y no se enorgullecía de eso, pero su cuerpo sólo había reaccionado a la violenta necesidad de retenerla de esa forma.

Le acarició quitándole del rostro los revueltos cabellos mientras ella luchaba por calmar su respiración.

—¿Esto? — empujó penetrándola aún sin haber salido de su interior, y ella gimió — Mis ganas de que te quedes.

—Mmmm... —le sonrió de lado — Pero sabes que no puedo...

—Sí, tú sí puedes.

—Es mi deber, Kakashi. Y me conoces.

Él respiró hondo.

—Sí. — susurró en su nuca, deteniendo cualquiera de sus caricias, y salió lentamente de ella levantándose de la cama para alcanzarle una toalla de mano. La nueva realidad de no cuidarse con algún método de barrera era algo más improlija con la higiene, pero la prefería.

—Kakashi, sólo serán un par de horas. — lo buscó con la mirada, pero él no permitió que lo encontrara.

—Lo sé.

Giró sin decir más dirigiéndose al baño en suite de su dormitorio, para higienizarse.

Ella lo miró extrañada por el repentino cambio de actitud. Lo conocía lo suficiente como para saber que esa súbita distancia era por preocupación o enojo, siguiéndolo luego de descartar la toalla en el cesto de ropa sucia.

Lo encontró lavándose frente al amplio espejo de la bacha. Y lo abrazó por la espalda rodeándolo con los brazos, depositándole un beso entre los omóplatos.

—Y voy a estar contando los minutos para volver a ti.

Él suspiró. No era lógica la molestia que sentía pero no podía evitarla. Aun así, estaba más enfadado por el hecho de caer en esas emociones tan infantiles que por la responsabilidad de la chica hacia sus funciones y pacientes. Su sentir era incorrecto, pero inevitable.

Respiró hondo buscando la mejor sonrisa y giró para quedar frente a ella.

—Lo sé, linda. Lo sé. — le tomó el rostro con ambas manos perdiéndose en esos jades ojos que lo detallaban ansiosos —Sólo que... nada. No me hagas caso — la besó. — Promete que vas a cuidarte, afuera está helado y hay nieve y... ¿quieres que te lleve?

Ella rió.

—He estado en misiones más peligrosas que estas, sensei.

—Sí, pero en todas esas misiones yo estaba cerca.

Y era cierto.

—Pero esta misión sólo implica caminar hasta el hospital, un lugar seguro, ver a tres pacientes y volver caminando aquí.

Kakashi le sonrió respirando hondo con un dejo de preocupación en los ojos, y le acarició la mejilla con los pulgares.

—Mmmm, sensei, ¿desde cuando eres tan ... protector?

—Desde... ¿siempre?

Ella lo miró y no pudo contradecirle. No mentía. Siempre había estado ahí para ella en los momentos en que más lo necesitó. Si lo pensaba bien, nunca llegó a pasarle algo verdaderamente grave porque él intercedía. Sólo la dejó sola cuando enfrentó a Sasori, y no estaba sola. Estaba con un shinobi realmente competente y fuerte.

Le sonrió.

—Es cierto. Pero hasta ahora no te quejas.

—Hasta ahora no había estado tan cerca tuyo.

Lo besó suavemente. Y se tomó unos segundos para saborearlo. Esa calidez que él le hacía sentir con sus palabras, con sus actos, nunca las había experimentado con Sasuke. Y supuestamente el Uchiha sentía algo por ella, según le decía.

Lo que significaba que...

La lengua de Kakashi se coló dentro de su boca demandante de contacto. Eran suaves las caricias, pero ya comenzaba a elevar la temperatura. Y ella aún mojada por sus propios fluidos y por los de Kakashi, no tardaría en prenderse a otra ronda. Ese hombre era incansable. Y le encantaba.

—Creo que...— se separó apenas — Tenemos...que... cortar...

Le dio un rápido beso antes de soltarla.

—Ok, ok. — y se alejó lo suficiente para darle espacio a que ella pudiera entrar a la ducha.

Y cuando ella le dio la espalda, pudo apreciar sus marcas. Además de tener una nalga enrojecida por sus azotes y algunos chupetones de las rondas anteriores distribuidos por el cuerpo, se había asegurado que en el cuello, en una zona difícil de ocultar, quedara la marca de su última mordida. Cualquier hombre que se acercara sabría que ella estaba con alguien. Y cualquier otro dominante en Konoha que siquiera la viera, sabría que ella estaba ocupada y por él. Esa era su marca.

Se apoyó contra el marco de la puerta cruzándose de brazos para observarla ducharse.

Cuando Sakura advirtió esos ojos grises sobre su cuerpo húmedo, le sonrió sonrojándose y se estiró para cerrar la mampara que no taparía mucho, pero al menos impediría que la apreciara tan directamente.

—No, Sakura. — ordenó con voz oscura al percatarse de las intenciones de la chica.

Fue todo lo que ella necesitó para soltar la manija y devolver la puerta a su lugar.

—Sabes que me gusta verte desnuda.

Ella asintió completamente sonrojada. Tanto había hecho ya con él pero la pesada mirada de su ex sensei sobre su cuerpo desnudo aún seguía cohibiéndola. No pudo más que girar dándole la espalda para que únicamente pudiera apreciar su trasero.

La mirada de Kakashi fue directamente a ese lugar, a la marca de su mano precisamente.

—¿Te arde aun?

Ella lo miró sobre el hombro y le sonrió.

—Mucho. — le hizo un pequeño puchero con los labios — Me mimaste poquito.

Kakashi se mordió el labio inferior riendo por lo bajo. Su niña rosa era única pasando de ese estado de completa pena e inocencia a provocarlo descaradamente. Le encantaba como se encendía y lo bien que respondía a él.

Se acercó luego de pensárselo unos segundos, metiéndose a la ducha con ella.

—¿Qué haces...? — lo miró girando en el instante en que sintió las manos de su ex sensei envolver las suyas desde atrás para robarle espuma del jabón que frotaba.

—Te quejaste. Y no me gusta dejarte con las ganas de nada.

Sakura gimió con una risilla cuando esas manos resbalosas le acariciaron la nalga adolorida. Y apenas giró su rostro nuevamente para besarlo con el agua cayendo sobre sus rostros.

Definitivamente sus pacientes se quejarían. Pero por suerte, el hokage no le llamaría la atención por ello esta vez.



— Disculpe la demora Señor Hyuga— Sakura hablaba a toda velocidad mientras caminaba rápidamente hacia su consultorio privado de la última planta, con Seiyi siguiéndole el paso respetuosamente detrás de ella.

—Y la informalidad de mi recibimiento, pero estamos trabajando con el... perdón — sonrió nerviosa cuando llegó a la puerta, chocándose apenas con la misma cuando no cedió al giro del picaporte.

Carraspeó empujando nuevamente, echando una maldición mental al recordar que siempre mantenía bajo llave su pequeño refugio en el hospital. Luego de hurguetear por unos segundos dentro de la cartera y tras varias sonrisas temblorosas de apuro, logró dar con la preciada llave y abrir al fin la bendita puerta.

—Pase por favor.

Él asintió y entró con paso tranquilo inclinándose levemente al pasar a su lado — No es necesario tanto formalismos entre nosotros, doctora Haruno.

Sakura se sonrojó por completo al oírlo cerca y con esa voz tan grave.

Giró el rostro repentinamente para que él no lo notara. Todo en ese sujeto era endemoniadamente caliente y tan, tan...dominante, que le era imposible no reaccionar así. Y le resultaba extraño no haber reparado en él antes. Terrible espécimen masculino no le hubiera pasado desapercibido de haberlo cruzado alguna vez, y no entendía cómo ese momento nunca se había dado hasta ahora, más él siendo un ninja al igual que ella. Pero, la verdad, lo que más le extrañaba era lo familiar que le resultaba el hombre, como si él hubiera estado cerca siempre.

—Eh...sí... lo recuerdo — cerró la puerta tras el paso del caballero, empujándola levemente para trabarla, y cuando llegó hasta su escritorio respondió al fin — Pero guardo las formas en público, ya sabe... ¡sabes! Sí, sabes... por el profesionalismo...¿ no?

Él se carcajeó mientras se retiraba el abrigo, sin poder ocultar la mueca de dolor que se le escapó cuando movió el brazo afectado.

— Te entiendo, Sakura.

—Puedes tomar asiento. — carraspeó — Y disculpe...digo, disculpa... — suspiró — Perdón, la costumbre del respeto.

Él asintió entornando los párpados, en un movimiento tan elegante que ella no pudo más que acalorarse. ¡Qué estúpida! No era una niña para reaccionar así ante un paciente demasiado apuesto. Y lo de apuesto no debería afectarle, era su paciente ante todo.

—Te decía, perdón por la demora. E-estaba ocupada con otras... nada, no hay excusas para mi retraso. Mi pedido es sincero y-

–Entiendo. El temporal nos afecta a todos.

—Bueno sí... claro... sí, sí, el temporal... —carcajeó nerviosa, tomando esa excusa como verdadera.

El hombre delante de ella le sonrió, una sonrisa que transformó ese distinguido rostro en uno aún más atractivo. Sakura no pudo evitar sonrojarse otra vez. Seiyi era esa clase de hombre que volvía tontas a las mujeres a su alrededor, con el increíble atractivo y ese aristocrático y dominante que lo tornaba aún más excéntrico, y ella no era la excepción, pero tendría que aprender a manejar mejor sus reacciones sino quería quedar como una idiota. El hombre sería un paciente recurrente un tiempo, dada la clase de heridas que sufría, y no podía volverse una niñata nerviosa cada vez que él se apareciera por su tratamiento.

Carraspeó pestañeando varias veces para salir de esas cavilaciones que no le ayudaban ni le servían de nada para lo que debía hacer. Y tomando la historia clínica desde el escritorio, comenzó con las preguntas de rutina.

—Veo que no usaste más el cabestrillo.

—Te advertí que no lo usaría.

—Sí, pero me prometiste que lo mantendrías quieto. Y veo que no lo hiciste.

Él sonrió con picardía al sentirse descubierto.

—Lo intenté.

—Y no sirvió intentarlo, ¿no? — clavó sus hermosos ojos en los del paciente frente a ella, con una mueca de regaño en sus labios.

Seiyi carcajeó negando. Ahora entendía cuando Kakashi le decía que no dejaba escapar una. Y se veía adorable reprendiéndolo. Si hasta le daban ganas de provocarla en enojo para su propio disfrute.

Sakura enarcó una ceja ante la sonrisa como respuesta, cortando el tema para registrar un par de notas antes de ponerse de pie yendo hacia él.

— A ver... permítete tu mano.

Le tomó de la muñeca levantándole el brazo lastimado, para evaluar la reacción a los movimientos, notando al instante que había inflamación en los tendones circundantes. Inflamación que no debería existir luego de la primer aplicación de chakra que le realizara y si él se hubiera quedado quieto.

—¿Anduvimos de fiesta Señor Hyuga?

—Seiyi.

Ella lo miró con una advertencia haciéndole sonreír al acto.

—Digamos que...un poco.

Le movió el brazo forzando apenas el hombro a lo que él se quejó.

—Esa no es una reacción de "un poco". ¿Qué estuviste haciendo? ¿Flexiones?

La media sonrisa perversa que se le esbozó daban a entender todo. Pero Sakura prefirió ignorarlo.

—Algo así.

El fin de semana había sido intenso. Un par de orales de Umi no lo calmaron en absoluto, y eso que ella estaba finamente entrenada en esas prácticas, con énfasis preciso en lo que especialmente a él le gustara. Las imágenes de esa dulzura rosa que tenía como doctora, desnuda, atada, con su cuerpo estirado mientras gritaba de placer, no lo soltaron hasta luego de varias sesiones de sexo con sus dos esclavas. Horas en las que el hombro le advirtió con punzadas de dolor que era mejor detenerse, pero prefería esa molestia a soportarse a sí mismo excitado y recordándola así, a sabiendas que no iba a poder probarla. ¡Cómo le enfurecía lo que quedaba fuera de su alcance! Lo que por fortuna en su vida fueron pocas cosas, y quizás por eso estaba mal acostumbrado.

Sakura suspiró alejándose para dirigirse a la camilla y retirar un par de libros que había sobre ella. Ese consultorio era su lugar de estudio, su refugio. No acostumbraba a recibir pacientes allí, por ende no estaba del todo preparado.

—Ven. Voy a revisarte. — le dijo utilizando un tono de voz que no permitía réplicas.

—¿Vas a reprenderme?

—Debería, ¿no? Pero primero déjame ver cómo está. Tengo que determinar si puedo seguir con el tratamiento o comenzar todo desde cero.

—Vas a regañarme entonces.

— Ay, ay, ay, Seiyi.

Él le sonrió recostándose, esperando el veredicto de la pelirosa quien comenzó a pasar sus manos con chakra en inspección de los tejidos y el flujo de energía del propio Hyuga.

La seriedad que cubrió su rostro en ese momento de concentración le quitó la dulzura pero no la belleza. Seiyi la observaba sin ocultar en absoluto lo que hacía, él jamás se excusaba por sus acciones siendo descarado en oportunidades, y ella aun así no reparaba en él. Ninguna mujer antes había estado ajena a sus miradas, más cuando sólo se concentraba en ellas, encontrando fascinante la reacción de la joven hacia él. Minutos atrás parecía derretirse con apenas una sonrisa suya y ahora lo ignoraba por completo.

Y en ese instante, un dolor punzante y caliente le tomó repentinamente el hombro desplazándose hacia el brazo. Seiyi gimió de dolor, soportándolo estoicamente pero sin poder ocultar el frunce en su ceño.

—Perdón — Sakura detuvo el procedimiento concentrándose en Seiyi. — ¿Cuán de fuerte fue el dolor? De uno a diez, diez como insoportable.

—¿Nueve?

—Bien. — se mordió los labios pensativa, centrando la atención en el hombro —Sí. Fue como un fogonazo ¿no? — él asintió — Yo también lo sentí.-

Comenzó a palpar la zona con los dedos, por sobre la tela de la camisa, sin aplicar chakra — ¿Cómo te sientes ahora? ¿Va calmando?

—Sí. De a poco.

— Hay algo... siento algo que antes no noté. — susurró buscando con los dedos — Voy a necesitar quitarte la camisa. Tengo que ver la zona afectada.

Él asintió y atinó a moverse aún con el dolor quemando sus músculos. Había sufrido heridas peores que esa, podía soportarlo sin problemas, pero Sakura lo detuvo.

—No te muevas. Déjame a mí.

Y comenzó a desprenderle cada uno de los botones, arrancando por el pecho para llegar al abdomen. Seiyi clavó la mirada en ese rostro que ni lo reparaba, resultándole el leve roce de las puntas de los dedos al soltar cada botón, en una caricia que podía llegar a agradarle demasiado si se dejaba llevar.

— Algo cambió desde el sábado, luego de que te apliqué la primer sesión. ¿No sentiste nada...raro?

—¿Lo dices porque no me cuidé?

—Ummm... creo que te salvas del regaño esta vez. Hay... algo — y cuando llegó al abdomen no dudó en jalar para sacar la prenda del pantalón, logrando abrir la camisa por completo descubriendo parte del torso y el hombro del varón.

El cuerpo de Seiyi era una escultura. Piel suave, firme, adherida a cada músculo cincelado por el arduo trabajo. Sakura no pudo evitar detallarlo mientras preparaba la zona para trabajar cómodamente. Y Seiyi la observó en cada movimiento, hasta cuando casi imperceptiblemente ella se mordió apenas el labio inferior en gusto por lo que veía.

—Definitivamente eso no estaba el sábado — dijo al descubrir una apenas enrojecida cicatriz en forma de estrella sobre el hombro.

Inmediatamente llevo sus dedos para palpar la zona notando una leve protuberancia con filo debajo de la marca.

—¿Con que me dijiste que te dieron?

—No llegaron a darme.

—Evidentemente sí. Lo que siento es un fragmento de ...—palpó concentrada en una reducida zona — ¿Metal?

—Nos atacaban con varas de metal. Pero no llegaron a tocarme.

—O fue tan débil que no te diste cuenta.

—No voy a contradecirte pero... — contrajo los ojos en una nueva mueca de dolor.

—Sigue el chakra.

La seriedad de Sakura era escalofriante. Lo miró a los ojos tras unos segundos de meditarlo.

— Hay algo que no me estás diciendo.

Seiyi respiró hondo sin inmutarse.

—¿Puedes tratarlo?

Sakura apretó los dientes, evidentemente él no iba a decirle nada. Asintió y alejó sus manos de la piel del Hyuga fijándose en sus ojos.

—Lo que sea que tienes ahí dentro, hay que sacarlo. Ya. No voy a esperar a tener un quirófano para hacer una cirugía convencional.

—¿Y me lo dices por...?

—Va a doler.

—No es un problema eso.

—Va a ser un procedimiento improlijo. No quiero reclamos.

—No los tendrás.

—Lo que extraiga, voy a analizarlo aunque no me digas que pasa.

—Entiendo.

—Y es algo que voy a hablar con el hokage.

Seiyi sonrió chasqueando la lengua con algo de molestia. Respiró hondo volviendo su semblante en uno frío y serio antes de hablar.

—Cuando tengas los resultados, primero lo hablas conmigo — y la miró a los ojos midiendo la reacción de la chica.

Ella apretó los labios sosteniendo el contacto. No iba a dejar que se le notara, pero esos oscuros ojos que destellaban a perla, hacían temblar a su voluntad. Ese hombre realmente era severo más cuando su mirada se tornaba dura y pesada, pero ella también tenía lo suyo. Y no cedería tan fácilmente.

Carraspeó entendiendo la situación del sujeto, seguramente ese agente de alto rango estaba en misión secreta y por supuesto que no la compartiría con ella. Y lo que le tranquilizaba era que un sujeto de su nivel trabaja por y para el hokage, no había nada incorrecto en su pedido. Pero él también tendría que entender en la posición que la dejaba.

—No voy a ocultar esto.

—No te pido eso.

Lo miró por unos segundos.

— Está bien. Te daré una hora luego de los resultados. Después, lo hablo con el hokage.

Él sonrió.

—Una hora, Seiyi. Sólo porque sé que estás trabajando para él.

—Procede entonces — y acomodó la cabeza mirando hacia el techo, relajando el torso. No diría más.

Ella giró rápidamente, para buscar guantes de látex, un barbijo quirúrgico, gasas y alcohol. Luego de proteger sus manos y rostro por procedimiento, esterilizó la zona del hombro colocando gasas alrededor, preparándolo. Sabía que habría un desgarro.

—Bueno Seiyi. — respiró hondo— Aquí vamos.

Posicionó una de sus manos sobre la leve cicatriz y comenzó a irradiar chakra suavemente. Ni bien la energía color verde tomó contacto con la piel, una mueca dolor apenas tensó el entrecejo del sujeto.

Sakura lo había sentido. Ese objeto comenzaba a moverse abriéndose espacio entre las fibras musculares del hombro. Buscaba su energía.

Unos largos segundos mantuvo la operación hasta que sintió que se fragmentaba. Y la mueca de dolor se intensificó.

—No... pares— Seiyi alcanzó a decir entre dientes.

Y Sakura aumentó la energía que irradiaba para terminar el procedimiento cuanto antes. Sentía que el objeto estaba cerca pero que se dividía. Y de repente la zona afectada se hinchó y todo se detuvo.

Seiyi gimió de dolor y ella cortó el proceso de inmediato.

—N-no entiendo.— y cuando quitó la mano pudo verlo.

La cicatriz se había extendido como finos hilos que querían envolver el hombro, siguiendo las líneas invisibles de chakra, esos delicados caminos que ella conocía a la perfección y que Seiyi podía apreciar con claridad por su byakugan.

—No está buscando mi chakra. Busca el tuyo. Y... ¡es lógico! Tu chakra es más intenso y yo apliqué una energía suave.

Torció la boca pensativa mientras Seiyi la observaba respirando algo más agitado por el dolor.

—Voy a aumentar la dosis. ¿Estás de acuerdo? — él asintió sabiendo lo que iba a pasar.

Y comenzó a realizar la nueva aplicación con mayor intensidad. Pero, para su infortunio, el objeto se desmembró aún más como si explotara, reaccionando primero a su energía pero cambiando rápidamente la dirección ni bien Seiyi se estremeció. Y allí Sakura pudo entenderlo.

Cuando las esquirlas se movían hacia afuera, el chakra de Seiyi intentaba retomar el fluir natural que esos objetos obstruían y, al hacerlo, los reactivaba para retomar su destructiva labor.

—¡No! Regresaron. Quieren bloquear tu chakra.

Rápidamente quitó la mano del cuerpo del agente y se alejó un paso para evitar cualquier energía residual que siguiera provocando daño.

Observó la enrojecida zona por unos segundos buscando una alternativa a la opción quirúrgica. Sentía que esos fragmentos eran demasiados pequeños como para ameritar una intervención tradicional, la cual no podría realizarla ese mismo día. La sola idea de que ese objeto desconocido estuviera dentro del cuerpo de su paciente por más tiempo, era inconcebible. Debía sacarlos de inmediato porque intuía que ahora activos causarían más daño que antes, y no le gustaba para nada.

—Seiyi, necesito hablar contigo.

El Hyuga asintió y torpe, pero rápidamente, se incorporó quedando sentado frente a ella. La camisa abierta terminó por caer de su torso sin que él se preocupara siquiera por sostenerla, como si la desnudez ante extraños fuera cosa de todos los días. Y Sakura no pudo evitar reparar en ese esbelto y escultural cuerpo por unos segundos. Era su paciente, sí, pero uno condenadamente apuesto.

—Te escucho.

—Bien. — ella carraspeó para acomodar la voz antes de mirarlo a los ojos, y dudó unos segundos al comenzar a hablar —Dime algo, ¿tú sabes lo que tienes dentro, no?

—Sí.

—¿Puedes darme información que me ayude?

—No.

—Bien. — chasqueó la lengua disgustada — No me dejas mucho margen de maniobra así.

Seiyi mantenía su mirada estoica en ella siendo consciente de lo que provocaba en la chica.

—¿Puedes con esto?

Ella respiró hondo, frustrada.

—Sí, puedo. Sólo no quería volver la experiencia peor para ti.

—Ya te dije que no te preocupes por mí. Concéntrate en demostrarme que no me equivoqué cuando vine a ti buscando a la mejor.

Las palabras sonaron rudas. Y no pretendían ser menos. Él era un hombre exigente e implacable.

Sakura lo miró entrecerrando los ojos, con una mezcla de enojo y gratificación. Sinceramente, sentía que debía ceder ese paciente a otro profesional comentándole de inmediato a Kakashi lo que había encontrado. Ya demasiado nerviosa la ponía con esas miradas para soportar sus exigencias. Pero por otro lado, entendía la situación del agente y el reto que le presentaba, y le fascinaban los retos.

Ella era una profesional y él su paciente, quien la había elegido por sobre otros médicos con mayor experiencia y calificación. No debía olvidar eso. Pero tuvo que mirar hacia otro lado cuando esos duros ojos se le hicieron insoportables.

Se mordió las mejillas por dentro, meditando su próximo paso, concentrando toda su atención en la tarea a realizar. Pero tener a ese hombre semidesnudo en frente, la inquietaban más de lo que quería reconocer.

— Bien, Seiyi— dijo al fin respirando hondo mientras se cruzaba de brazos — Tengo una idea, un método que he utilizado sólo una vez en mi vida y fue para tratar un parásito. Va a funcionar. Lo sé. Pero no prometo que no haya daño.

—Me recupero rápido— le sonrió de lado sin cambiar la dureza de sus ojos.

Sakura tuvo que carraspear para contener un jadeo. Esa sonrisa fue endemoniadamente sensual.

— Necesito que... siéntate en esa silla. Eres muy alto, y te necesito a mi altura para trabajar cómoda.

Seiyi bajó de la camilla sin dejar de detallarla, y se dirigió hacia donde su doctora señalaba.

— Soy todo tuyo.— le dijo ni bien se sentó, mirándola con un dejo de provocación.

«Mierda»

Ella respiró hondo y se acercó a él, dudando en cómo abordarlo. Para aplicar el método que sabía que funcionaría, debía acercarse mucho al paciente ya que necesitaba colocar una mano por la espalda para irradiar una gran dosis de chakra negativo que dispersara por unos segundos el normal flujo de energía del Hyuga. Y las esquirlas reaccionarían al violento golpe de chakra que le brindaría con la palma de la otra mano abordando el hombro desde el frente. Para un sujeto que podía regular a antojo los canales de chakra sería terrible. Sentiría cada hilo de energía derretirse, sumado al dolor de esos objetos desgarrando la carne al salir. Pero no había otra forma.

—Bien — suspiró acercándose— Emm...necesito que ...a-abras las piernas.

Él lo hizo sin demora mirándola desde abajo a los ojos. ¿Por qué carajos tenía que verla todo el tiempo así? Le daban ganas de tirarle una toalla en la cara.

Seiyi era consciente todo el tiempo de lo que le causaba en la chica su forma de detallarla, y aun considerando que tenía que dejarla trabajar tranquila, le fascinaban tanto esas sutiles reacciones que ella se esforzaba en ocultar, que se negaba a detenerse. Nunca una mujer se había resistido tanto tiempo a los juegos sutiles con los que comenzaba a provocarlas. Era única.

Sakura dudó unos segundos antes de meter una pierna entre las de él para terminar de acomodarse en la posición que mejor acceso le daba para el procedimiento. La pose en la que había quedado cerraba cualquier distancia entre su cuerpo y el del Hyuga. Tan sólo unos pocos centímetros de aire los separaban. Pero era la única forma, por más que pusiera todos su nervios de punta.

—Vas a sentir que el flujo de chakra de tu hombro se detiene. Por favor, no hagas nada. Solo sopórtalo. ¿Entendido?

—Sí.

—Bien.— posicionó las palmas en su lugar y esperó unos segundos — Voy a comenzar. ¿Listo?

Él asintió apretando los dientes. No sabía exactamente que esperar pero intuía que no iba a ser placentero.

Sakura tomó una gran bocanada de aire y ejecutó ambos jutsus de forma impecable, comenzando a irradiar sendas energías inmediatamente.

Seiyi jadeó apretando los puños ni bien el chakra negativo frenó sus canales sobre el hombro. La sensación no era dolorosa pero horriblemente desagradable. Y cuando, segundos después, el chakra verde de la palma por el frente llegó, las esquirlas dentro de él parecieron encenderse vibrando, enloqueciendo en la búsqueda de una salida.

Gruñó. El dolor fue intenso ni bien se movieron hacia afuera.

Y cuando Sakura diera un golpe de energía para el remate final, Seiyi se estremeció cayendo hacia delante, aferrándose con una mano a la cadera de la chica para evitar desplomar todo su peso sobre ella.

Sakura soportó el arrebato estoicamente, sin interrumpir el proceso. Sonrió en el instante en que sintió que las esquirlas golpearon el guante a la altura de su palma.

—¡Los tengo! — exclamó victoriosa y se alejó rápidamente del hombre dejando un Seiyi agitado y tambaleante cuando dio un paso hacia atrás.

—¿Estás bien? — indagó cerrando la mano por si acaso esos trozos pequeños rodeados de sangre y tejido pudieran hacer algún daño más.

Él asintió jadeante apoyando sus espaldas en el respaldo de la silla y sonrió para tranquilizarla. Sakura lo observó por unos segundos antes de alejarse para depositar rápidamente en una placa el material retirado, aislándolo para su posterior análisis.

Tomó una gasa con desinfectante y una venda, y se acercó para limpiar la herida de la cual brotaban unos hilos de sangre. Y cuando se inclinó para desinfectar la zona, un mareo la invadió haciéndola tambalear.

Seiyi reaccionó rápidamente poniéndose de pie para tomarla entre sus brazos, antes de que la chica cayera al suelo.

—Sakura...¿Qué...?

—E-estoy ... bien... — balbuceó y con la mirada perdida le señaló la camilla.

Él comprendió de inmediato y la recostó en la misma, acariciándole el rostro en un impulso cuando terminó de acomodarla.

—¿Necesitas algo?

—Algo...dulce... en el cajón.

Rápidamente Seiyi se dirigió al escritorio abriendo uno a uno los cajones hasta encontrar en uno de ellos unas chupaletas cilíndricas de colores. Tomó una ignorando el hombro que había comenzado a sangrar profusamente, y quitándole el celofán que la cubría la colocó rápidamente en la boca de Sakura, sosteniendo el dulce mientras ella sorbía diluyéndolo con su saliva.

El espectáculo era inocente, pero verla así, con las mejillas sonrojadas por el mareo, los ojos entrecerrados por la debilidad y comiendo de su mano, aleteó sus fantasías con ella.

Seiyi respiró hondo desviando la mirada hacia otro lugar.

—Perdón, Seiyi... esto...

—No hay problema.

—Tu eres el paciente y heme aquí siendo... — se incorporó levemente, ya más recuperada, tomando el dulce por sus propios medios —...cuidada por ti.

La miró.

—¿Qué te sucedió?

— El jutsu para el chakra negativo que utilicé, demanda mucha energía y me-

—Y veo que no soy el único que no descansó el fin de semana.— le interrumpió con una sonrisa de lado, fijando sus ojos en el cuello en donde la marca de pasión se asomaba de entre sus ropas revueltas.

—¿Qué?— se sentó en la camilla, acariciando la zona en donde los ojos del Hyuga se depositaban.

Su ceño se contrajo al sentir un leve ardor en el cuello cuando pasó sus dedos.

«Kakashi...»

—Bueno... — su rostro se sonrojó hasta las orejas —Yo... no puedo decir...

Él rio. Cómo no hacerlo. El hijo de puta de su amigo la había marcado. Hacía mucho que no lo veía repitiendo ese ritual, lo que evidenciaba que la chica era lo suficientemente importante como para que cualquier otro supiera a quien pertenecía y el oponente al que se enfrentaría si decidía ir a por ella.

Por suerte a él no le preocupaba la furia de su amigo, por más que la conociera y muy bien.

—No te preocupes. Entiendo las noches de descontrol.

—Bueno... sí, pero...— se tapó la cara con ambas manos, sosteniendo el dulce entre sus dedos— No me hagas caso...Sólo discúlpame ... ¡qué vergüenza!

—No te hagas drama— y se arrojó en la silla sosteniéndose el hombro.

Sakura dió un respingo al alzar la mirada y ver el hilo de sangre que corría por los abdominales, proveniente desde la herida. Sabía que no era grave, pero era evidente que el material que había estado ahí evitaba que la sangre coagulara. Y dado su casi desmayo, no había podido atenderlo debidamente.

Rápidamente se incorporó tomando más gasas y se arrodillo frente a él para limpiarlo. Seiyi la miró entrecerrando el ceño cuando ella comenzó a pasar la suave tela por su piel, recogiendo la sangre para luego limpiarla.

—Realmente pido disculpas por lo de recién. — Chasqueó la lengua en molestia —Esto no tendría que haber pasado.

Él asintió quedando anonadado mientras la observaba curar sus heridas con dedicación. No era que nunca lo hubieran atendido así, pero nunca había sido ella, esa mujercita rosa que tantas veces ocupara sus fantasías y no precisamente las más vainillas. Si su sola presencia ya le resultaba estimulante, la forma en que sus dedos enguantados le recorrían la piel, lo tenían embelesado.

Y la observó, era lo único que quería hacer.

—Ya está. Ahora apóyate— con una leve presión en el hombro lo recostó sobre el respaldar para luego quitarse el guante y acercar la palma sobre la herida que quería comenzar a sangrar nuevamente.

Aplicó un poco de energía y cuando la cicatrización acelerada hizo lo suyo, intensificó el chakra para analizar la zona.

— No hay rastro de ... de lo que fuera que tenías. Ese objeto era agresivo y... — lo miró — ¿No vas a decirme nada, no?

Él negó.

—Entiendo. — apretó los labios con algo de frustración, comprendiendo la negativa aunque no la compartiera — Sólo queda recuperar los tejidos, fueron muy maltratados. El flujo normal de chakra ya está restablecido. ¿Lo sientes?

—Sí.

— El miércoles vienes por revisión. El daño no fue mucho, pero sí terriblemente focalizado y quiero asegurarme de que vaya a seguir todo bien.

Él asintió en el momento en que ella retiró la mano de su piel, maldiciendo internamente por la lejanía de ese contacto que estaba disfrutando.

—Bueno, Seiyi— dijo al fin mientras se quitaba el barbijo que colgaba de su cuello —Ahora sí voy a pedirte reposo.

Él tomó aire para hablar.

—¡Y no admito que lo intentes!— le interrumpió reprendiéndolo con la mirada.

Y a él no pudo resultarle más encantadora la forma en que le hablaba. Nadie hacía eso con él nunca. Menos una mujer.

Le sonrió y ella bajó la mirada de inmediato.

Carraspeó nerviosa recogiendo del suelo la camisa y se la extendió sin mirarlo cuando al fin la encontró. Dudó unos segundos y luego se alejó buscando el dulce, el cual mordió varias veces ni bien lo llevó a su boca.

Seiyi la observaba. Ni había intentado vestirse cuando ella giró para hablarle.

—Vamos a tener que... estoy pensando en aplicarte un tratamiento para sanar bien... la zona —señaló su hombro —Además noté que hay una lesión más antigua que quiero seguir y...¿Por qué no te v-vistes?

Seiyi sonrió de lado sin moverse.

—En serio, hace frío. Vas a resfriarte.

Asintió riendo y comenzó a colocarse la prenda tomando precaución por la herida ahora cubierta.

—¿Nos vemos el miércoles, doctora?

—Así es —se dirigió al escritorio para registrar la cita y preparar la muestra para el laboratorio. — A esta misma hora.

Él la miró una vez más. Era única. ¿Cómo no había reparado en ella antes? No dejaría de preguntárselo. Kakashi había visto desde hacía años lo que él acababa de descubrir. ¿Por qué el idiota no la reclamó antes?

La oyó suspirar pesado, como si aliviará alguna clase de tensión, mientras movía la chupaleta entre sus labios.

La joven era de su amigo. Acababa de apreciar su marca. Los había visto la noche anterior. Y ella adoraba a ese idiota. Pero aun así, sabía que él no le era del todo indiferente. Si tan solo el Hatake dudara en el algún momento, o diera un ínfimo paso en falso, no titubearía. Y haría su movida definitiva.

Ella le sonrió cuando le extendió la nota con la cita y la receta de unos antibióticos por precaución.

Y fue cruzar esos chispeantes ojos jade una vez más para decidirse.

Definitivamente sería suya. No sabía cómo, ni tenía idea de cuándo. Pero sucedería.

Que su amigo lo perdonara.



Hoy llegué temprano, como buena madrugadora que soy.... ¡ay, no! Esa es una mentira jajajaja.. no soy madrugadora, sólo que hoy tuve que levantarme temprano y, pues, decidí que publicaría tempranito también. Por que soy buena, y esa sí es una verdad.

Seiyi volvió a la carga. Y me parece con todo, aunque era cierto que estaba mal. Y mirá el divo que será, que mal y todo, se puso a coquetearle jajajaja... ¿Qué piensan  de este Seiyi? ¿Sabrá medirse con Sakura?

Y Kakashi va soltándose de a poco, mostrando realmente quien es en la cama. ¿Que les parece? Y a Sakura le gusta, ¿eh? Es una pervie.

Bueno gente, me despido por hoy. Será hasta el próximo miércoles.

Un beso enorme y gracias por elegir esta historia y por todos su comentarios y estrellitas. ¡¡Los adoro!!


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