Capítulo 13
Kakashi no podía dormir.
Bueno, había dormido apenas una hora o eso suponía. La escasa luz que provenía desde afuera le indicaba que era entrada la madrugada o tal vez demasiado temprano en la mañana, no llegaba a distinguirlo. Las pesadas nubes de invierno ocultaban la luz del sol.
Pero si de algo estaba seguro era que la temperatura afuera había descendido considerablemente, dado el empañe de los vidrios del amplio ventanal. Tendría que haber corrido las cortinas la noche anterior, pero qué más daba, ni aun proponiéndoselo lo hubiera tenido en cuenta en ese momento.
Respiró hondo sonriendo. La noche había sido increíble.
La calidez de ese delgado cuerpo abrazado al suyo, utilizando su bíceps de almohada, le recordaban fragmentos de lo sucedido. Las caricias, el placer, los besos. La forma en que se retorcía debajo de su agarre, y esa dulce voz gimiendo sin vergüenza, exigiendo lo que era de ella. ¡Por dios que lo había gozado!
Fue el mejor sexo que podría haber tenido en su vida. Tan fuerte, tan excitante. Tan único. Porque fue con ella, con su niña rosa, con la mujer de su vida.
La pelirosa se removió frotando la mejilla en su hombro, acercándose a él. Kakashi aprovechó para acomodarse ahuecando más el brazo y brindarse así mayor acceso a observarla con mejor comodidad.
Estaba hermosa.
Le delineó el rostro delicadamente con las yemas de los dedos, cuidando de no despertarla.
Aún dormida conservaba esas mejillas apenas coloreadas cerca de los ojos. Y los labios juntos, pequeños, apenas curvados en un corazón. Ella respiraba pesado, tranquila entre sus brazos. Desnuda, apoyada en su cuerpo. Esa piel caliente, tan suave, lo enloquecía pero a la vez le brindaban una paz que jamás había experimentado. Ella a su lado, en su cama, pudiéndola amar en toda la expresión de la palabra, se sentía demasiado correcto.
Respiró hondo antes de depositarle un suave beso en la frente. Podría quedarse allí el día entero si ella se lo permitiera, pero la sombra que se movió rápido fuera de la ventana le llamó la atención de repente, interrumpiendo su momento.
Entrecerró el ceño concentrándose para determinar la amenaza. ¿Quién demonios podía estar en el balcón? Y lo mejor, o peor, ¿quién fue lo suficientemente hábil para pasar la seguridad del hokage?
Chasqueó la lengua cuando logró al fin hallar rastro del chakra que intentaron ocultar. Y era inconfundible.
Giró el rostro y vio el cigarrillo que apenas sobresalía de la boca, dejando un rastro pesado de humo que apenas si ascendía por el frío. Una mueca de molestia se expresó en sus ojos. No podía ser otro.
Suavemente corrió la cabeza de Sakura hacia la almohada. Tuvo que contener el aliento ante la queja de la joven por perturbar su sueño, pero pronto se calmó frotando la cabeza en la mullida tela impregnada del masculino aroma y siguió durmiendo.
Realmente se veía hermosa.
La tapó saliendo despacio de la cama y, con cuidado, tomó los primeros pantalones que encontró, se calzó torpemente los borcegos, y buscó la camiseta con cuello alto que estaba en el suelo, al lado de la cama. Envolviéndose en el abrigo que yacía colgado del respaldar, se dirigió hacia la puerta ventana de su balcón destrabándola suavemente para no emitir sonidos, y la abrió lo suficiente sólo para pasar su cuerpo de costado.
El sujeto no lo miraba pero le sonrió de lado al notar su presencia, soltando una nueva bocanada de humo.
—Ya deberías dejar el vicio — Kakashi replicó tras cerrar lentamente la abertura evitando que el frío se colara hacia el interior — Hace un frío de cagarse. ¿No podías esperar hasta que amaneciera? — Y se frotó las manos antes de meterlas en los bolsillos encogiendo los hombros para cubrirse más el cuello.
— Ya amaneció.
Kakashi alzó la mirada hacia el cielo, a esas pesadas nubes que le distorsionaban los horarios.
Respiró hondo antes de echarle a Seiyi una mirada molesta.
—¿Interrumpo algo, amigo?
—Sabes que sí.
Seiyi se carcajeó.
—No me jodas. No dormías.
—Interrumpes igual. Pudiste venir después.
Se llevó el cigarrillo a los labios aspirando profundamente.
—Agradece... — soltó el humo, hablando entre dientes — que decidí no importunarte antes.
Kakashi chasqueó la lengua sin ocultar la molestia que le causaron esas palabras por lo que implicaban. Tenía que admitir que había sentido el chakra del ANBU mientras disfrutaba de la segunda ronda que Sakura le pidiera. Pero decidió ignorarlo. En ese momento estaba realmente metido en otros asuntos, y esa energía fue tan incipiente que lo desestimó, lo tomó más como un celo propio que como una amenaza. Seguramente el chakra pertenecía al soldado designado para proteger al hokage y nada más.
Pero no, se había equivocado. Fue Seiyi quien había estado ahí husmeando y sabía lo que eso significaba.
—¿Qué, ahora se te da bien el morbo de espiar a gente follando?
— Sabes que sí, querido amigo. — exhalando la última bocanada de humo, arrojó la colilla apenas encendida al suelo cubierto de nieve para pisarla apagándola.
—¡No me jodas, Seiyi! Sabes que no me gusta si no estoy en el juego.
El Hyuga se carcajeó por lo bajo.
—¿Qué no te gusta? Vamos Kakashi, eso sería nuevo. Me parece que lo que no te gusta es que te vean desnuda a la hermosura pelirrosa que te tirabas sin descanso, ¿o no?
—Cuida tus palabras — lo miró con advertencia.
Seiyi se carcajeó nuevamente y tuvo que contener la mueca de dolor que se le formó por el movimiento brusco de su pecho. Si bien Sakura había aliviado la herida del hombro, debía hacer un tratamiento para recuperarlo por completo. No fue tan simple lo que le sucediera durante la misión y aún molestaba doliendo como el demonio.
— Está bien, está bien... tranquilo. No la vi, si eso te preocupa, sólo los escuché. Y además... —enderezó la espalda tratando de aliviar la tensión en el hombro —tampoco tengo estado para enfrentarte posesivo.
—Yo no soy pos-
—Sí, lo eres. Con ella. — Kakashi giró en advertencia — ¡Hey!¡Hey!... tranquilo. Me alegro que al final dieras el paso. En serio. Fui bueno al provocarte.
—No tienes nada que ver en esto.
—¿Seguro? Bueno, está bien. Digamos que no.
Kakashi se mordió la lengua para no seguirle replicando. No ganaba nada entrando a los juegos de tira y afloje de su amigo. Lo conocía y sabía que se harían largos. Y la verdad, quería volver a esa cama con su niña rosa lo antes posible. Y escapar del frío de mierda.
—Tsk...deberías hacerte ver esa herida.
Seiyi asintió. — Estoy en eso. Pero no es... tan simple.
—Algo me dice que eso, — le señaló el lugar adolorido — tiene que ver con tu visita.
El Hyuga respiró hondo apoyándose en la pared y su rostro se ensombreció tiñéndose de seriedad antes de hablar.
— La última misión falló. Nos emboscaron.
El ceño de Kakashi se contrajo en preocupación.
— Estábamos con un grupo de la aldea de la arena. Ambos tras la misma pista. Ellos seguían la huella del ataque sucedido en las puertas de la ciudad. Creían que fue un ataque, digamos como que... de presentación. Pero no la contaron.
—¿Hablas de los grupos subversivos?
— Eso creíamos. Pero no. A esos que te refieres, eran meros fanáticos, pobre gente algo alterados por algún psicotrópico. Ten. — y le arrojó un pequeño rollo — Me lo confirmaron los laboratorios.
Kakashi desplegó el rollo y leyó rápidamente. Efectivamente, esos hombres estaban drogados. Hicieron y dijeron lo que les indujeron bajo ese estado. Por eso era sencillo ubicarlos y reducirlos.
— Estos últimos estaban entrenados muy bien, con técnicas ninja avanzadas. Pero eso no fue lo grave. Tenían tecnología, Kakashi.
—¿Cómo?
Seiyi lo miró.
—Unas varas. Parecían simples bastones extensibles de ataque, hechos de metal. Pero lo extraño fue que cortaban el flujo del chakra en los puntos en los que hacía contacto. Y los sujetos eran hábiles para detectarlos, como si utilizaran una clase de byakugan. Pero no lo usaban, parecía que las varas les indicaran en donde atacar con precisión.
—¿Te dieron?
— Sí. Apenas tocaron mi hombro. El hombro malo. — y lo miró al mencionarlo. Kakshi asintió, él era el responsable de la debilidad en ese punto. — En fin... gracias al byakugan pude evitar que lograran realmente dañarme. Digamos que lo esquivé a tiempo. Pero los de la arena no la contaron.
Kakashi asintió.
—¿Traes cadáveres para la autopsia?
—El Kazekage los reclamó y se los entregué. Sabes lo sensibles que son con su gente y no nos conviene generar tensiones por algo tan simple. Menos ahora con estas amenazas tan cerca.
—Hiciste bien.— pero chasqueó la lengua sabiendo lo útil que hubiera sido que Shizune los analizara.
—Entiendo tu molestia, créeme que pensé lo mismo que tú. Pero sabes que están en buenas manos con el Kazekage. A su personal médico los entrenó Tsunade y tu preciosura rosa.
Kakashi respiró hondo ante la mención de Sakura, pero decidió ignorarlo. No podía controlar la forma en que le enervaba la sangre que Seiyi la mencionara cada vez que podía. Si no hubiera declarado sus intenciones aquella tarde, lo tomaría como meras provocaciones que sólo buscaban el propio entretenimiento a costillas de él. Pero sabía que ahora había algo más cada vez que la referenciaba.
—¿Te dijeron cuando enviaban los resultados?
—Asumieron el compromiso de comunicarnos avances cada semana, o cada vez que descubrieran algo. No iban a esperar a tener una conclusión. Las heridas eran demasiado...peculiares.
Kakashi asintió apretando los dientes.
Seiyi se movió con molestia acomodando una vez más el hombro. El frío no le estaba ayudando en nada y más al haberse negado a seguir utilizando cabestrillo para inmovilizarlo, a lo que Sakura accedió sólo si se mantenía en reposo por tres semanas. Para Seiyi el reposo significaba no salir de misión. Y sin haber pasado más de un día desde que recibiera la orden, la sola idea del tiempo que estaría en esa aldea, ya le hacía picar los pies.
—¿Te jode no?
—Nah... — el Hyuga acomodó el hombro restándole importancia a su herida — Capaz que me esté poniendo viejo.
—En eso, no voy a contradecirte.
—No te hagas el pendejo Kakashi, ¿quieres?
El peliplata rió. En realidad, era dos años menor que su amigo así que sí, podía hacerse el pendejo como él le decía.
—Mira, estoy preparando un-
—¡Ni lo pienses! Te quedas hasta que te recuperes.
— ¿Me vas a dejar hablar?
Kakashi miró hacia otro lado.
—Te decía. Estoy preparando un grupo de espías. No de choque. Esta gente busca la confrontación. Me he dado cuenta de que quieren generar rumores, revuelo. Hacerse conocer. Así que lo mejor es sólo mirar, estudiarlos. Y si podemos, infiltrar a alguien.
—Está Sasuke en eso.
—Sí, y sé que es muy capaz, pero el Uchiha ya se ha vuelto algo así como una leyenda. Demasiada fama te quita el elemento sorpresa.
—¿Qué sugieres?
—Estoy armando un plan, en la semana te lo explico bien. Por el momento me enfoqué en hacer regresar a la mayoría de mis hombres. Sólo dejo en el campo un agente de investigación y un guardaespaldas.
—¿Temes bajas?
Seiyi se volvió serio.
—Si hubieras visto lo mismo que yo, no me lo estarías preguntando.
La mirada de Kakashi se endureció. La paz había durado mucho y pretendía que así se mantuviera. No le gustaba esto y debía moverse muy rápido.
Respiró hondo.
—Confío en tu criterio.
—Tenemos tiempo, Kakashi. Pero no debemos relajarnos.
—Arma el plan.
Seiyi respiró hondo asintiendo en respuesta y subiéndose el cuello del abrigo. Realmente estaba frío, pero no pudo esperar hasta el lunes, tenía que hablar cuanto antes con Kakashi. Sabía que el peliplata era un excelente estratega y se pondría a maquinar sobre el asunto ni bien lo supiera. Aunque, no le vino mal la excusa y aprovechó a molestarlo luego de comprobar de quien era ese dulce chakra que se agitaba en la cama de su amigo.
No pudo ignorar el hecho de que no le gustó saber que el Hatake había hecho su movimiento con la doctora ninja al fin. Fue más rápido que él. Pero no por eso no se alegraba por su amigo. Esa joven era todo lo que necesitaba su sempai para al fin salir del pozo solitario autoimpuesto.
Sólo esperaba que no la cagara con sus miedos. En el pasado, cuando lo advertía saboteando una relación que daba para más, poco le importaba. Entendía que quizás su amigo amaba la soltería tal como lo hacía él. Con el tiempo descubrió que en realidad la amaba a ella. Y ahora al fin la tenía, o eso parecía, por lo que si el peliplata se permitía quedarse con lo que estaba construyendo, él no intervendría por más que le molestara esta vez mantenerse al margen.
Pero, si acaso se atrevía, si acaso el Hatake volvía a escuchar a esos estúpidos temores y estropeaba todo, no haría nada para evitarlo. Sin consejos, sin palabras de reproche. Nada. Definitivamente no tendría contemplaciones e iría por ella.
Esa mujercita tenía algo, algo único y especial que lo había cautivado desde aquella tarde en que cruzó palabra con él por primera vez, luego de meses de espiarla a pedido del hokage. La forma en que le sonrió, el sonido de la voz mientras lo veía a los ojos a través de la máscara de ANBU... nadie le había causado tanto con tan poco. Y no sabía si había sido la sorpresa de ese simple acto lo que le prendó de ella, o esa belleza inusual que se agitaba con la timidez que provocaba su aura de dominación. O tal vez las culpables fueron las horas de observación cuidándola en nombre de otro y estudiándola para su entendimiento. Ya no importaba.
Definitivamente la regla de la mujer barbuda del mejor amigo no aplicaría en esa ocasión. Que Kakashi lo perdonara.
Con un suave movimiento que le causó dolor, sacó otro cigarrillo del bolsillo interno del abrigo, y lo encendió aspirando una gran bocanada.
Kakashi a su lado gruñó.
—Zulima está al frente del bar, ¿no?
—Sí. — el peliplata respondió de mala gana — Seguí tu consejo. Le acertaste.
Seiyi sonrió. —Es buena administrando.
—E implacable.
Ambos la conocían. Y en más de un sentido. Se miraron cómplices y rieron.
—Me la encontré esta tarde en el mercado. Me dijo que le están reclamando fiesta.
—Sí, pero tuvo que posponerla. El temporal.
—Entiendo. — Sorbió apretando el filtro entre sus labios — Pero, mierda...me vendría bien una fiesta.
Kakashi se carcajeó.
En ese momento Seiyi giró el rostro hacia la ventana, sonriendo de lado. Kakashi cortó cualquier mueca de diversión poniéndose alerta. Fijó su mirada helada en él. Realmente no le gustaba para nada que su amigo estuviera cerca de su niña rosa.
Seiyi chasqueó la lengua luego de activar por unos segundos el byakugan.
—Es hermosa, ¿no?
—Sí. — le respondió fríamente midiendo cada reacción del Hyuga. Le picaban los puños.
—¿La vas a reclamar?
Kakashi no respondió.
Seiyi respiró hondo girando el rostro para verlo a los ojos. Y le sonrió al encontrarse con esa mirada retadora.
— Tienes suerte hijo de puta. Aprovéchala.
—¿Cuánto viste?
—¿Recién?
—No.
Seiyi se carcajeó por lo bajo alejándose. Era un hombre sincero con los amigos por lo que sabía que lo que iba a decir, no le gustaría en absoluto al peliplata.
—Lo suficiente para decirte que es lo mejor que te comiste en tu vida, y eso que comes bien desgraciado.
Kakashi apretó los dientes y en ese momento su amigo desapareció tras una nube de humo al invocar su jutsu de transportación.
Podría seguirlo pero no tenía sentido. Ya llegaría su revancha durante la semana ya que más allá de reprenderlo y colocarle una clara advertencia, necesitaba reunirse con él por asuntos de la aldea.
Lo buscó con la mirada a través del amplio ventanal hacia el balcón, una vez que entró nuevamente. No lo encontró. Seiyi se había esfumado, pero lo conocía y sabía que lo estaría espiando sólo para molestarlo. Así que, en precaución, corrió las pesadas cortinas tapando las ventanas. No frenaría el byakugan, pero no podría verlos, sobre todo a ella. Y se ocuparía de cubrirla no sólo con su cuerpo.
Activó algo de chakra para calentar la piel fría por el clima y se desvistió lo más rápido y silenciosamente que pudo para regresar a la cama junto a Sakura.
Ella se movió ni bien percibió el peso de un cuerpo a su lado, robándole una sonrisa cuando lo rodeó con el brazo pegándose nuevamente a él. Ese era el mejor lugar del mundo en ese momento. En su cálida cama, abrazado a ese delgado cuerpo, a su niña rosa que ahora refregaba adormilada el rostro en su hombro, buscando la posición más cómoda y que estuviera más cerca de él.
Sí, podría fácilmente acostumbrarse a esto.
Miró una vez más hacia las ventanas ocultas tras la tela. Si Seiyi quería verlos solo podría apreciar su propio chakra, pero nada más. Al resto tendría que imaginárselo.
Y aun así, le molestaba.
Seiyi dio la última calada al cigarrillo antes de arrojarlo a la nieve.
Sonrió con molestia sin despegar los ojos con el byakugan activo de ese balcón.
El idiota había cerrado las cortinas, como si eso pudiera detenerlo. Bueno, algo sí había logrado entorpecerle, debía admitirlo, y allí radicaba el centro de su molestia, porque un fortuito accidente le brindó la mejor y más erótica imagen que en su vida había apreciado, y él no era hombre fácil de impresionar.
Ver a Kakashi entrar con una mujer a su departamento, no le llamó la atención. E iba a retirarse para dejarlo disfrutar antes de darle sus novedades. Pero algo en el chakra de la fémina lo cautivó. Conocía esa dulce y embriagante energía que llegó hasta él. Era similar a la de Sakura y la verdad no le sorprendía si Kakashi buscaba a alguien parecido a la dulzura rosa. Ya lo había hecho antes.
Pero cuando, minutos después, constató finalmente a quien correspondía, ya no pudo irse, no por un largo rato. Que fuera ella, que ese hijo de puta lo hubiera conseguido finalmente... apretó los dientes frustrado, le molestaba y alegraba en partes iguales.
¿Pero justo ahora tenía que decidirse? Bastó la mera mención de sus intenciones para que el peliplata dejara de a lado todos sus reparos. Le daba gracia. ¡Y todavía tenía el coraje de reprocharle que él no influyó en absoluto en esa decisión! Sí, claro.
Aun le picaba la piel en su hombro, aun sentía esas delicadas yemas apenas rozándolo, mientras le transfería el cálido chakra como parte inicial de su tratamiento. Sólo saber que lo tocaría de nuevo en un par de días, lo ponía duro. Más con las imágenes tan claras en su memoria de ese delgado cuerpo estirado, siendo penetrado salvajemente, y del goce casi enfermo que distorsionaba el delicado rostro tornándolo irresistiblemente hermoso.
—Lo hiciste hijo de puta...— susurró antes de subir más las solapas de su abrigo y dar la media vuelta para retirarse caminando hacia su casa.
Nunca antes le había molestado que le ganaran una mujer. Tal vez fuera porque nunca antes se las habían ganado, simplemente él las cedía cuando implicaban demasiado esfuerzo. Ninguna mujer valía trabajar tan duro sólo por algo de sexo, más considerando la amplia oferta que siempre tenía a disposición. Pero ahora... esa pequeña pelirrosa le había cambiado todo, arruinando todas sus reglas, despertando ese espíritu competitivo que hacía años que tenía olvidado, teniéndolo duro sólo con la mera fantasía de lo que podía llegar a conseguir.
«¡Carajo!»
Si tenía suerte, una de sus esclavas estaría despierta para desahogarse. Necesitaba una buena mamada porque en el estado en que se encontraba su cuerpo, otra cosa no podría hacer. Y se maldecía por ello, porque realmente necesitaba sexo y del bueno.
Sólo esperaba que Umi lo oyera llegar. Era la que mejores orales le daba.
¡Qué mierda! La despertaría sino.
No podría pegar un maldito ojo en lo que restaba del día sino lograba liberar esa bendita erección y no era hombre de guardarse las ganas.
En nada.
—Hola, hermosa.
La voz dulce y áspera de Kakashi logró que abriera lentamente sus ojos y sonriera sin poder evitarlo. Alejándose un poco del hueco del cuello de su ex sensei, Sakura se incorporó como pudo para poder observarlo.
Lo miró desde su posición, enredada en las colchas y brazos del peliplata, con todos sus cabellos revueltos cayéndole en la cara.
—Hola. — le susurró con voz ronca.
Kakashi pasó el dedo por la nariz en una suave caricia, retirándole los mechones que la ocultaban.
—Es temprano aun. Y es domingo. ¿Qué haces despierta?
—Mmmm...— se removió remoloneándose, apenas estirando los músculos de las piernas — Mi cuerpo tiene memoria... rutinaria.
Él rio y la acarició.
—¿Y cómo te sientes?
Ella suspiró haciendo una mueca de dolor, mientras se acomodaba entre los brazos de él.
—Como si me hubieran devorado — Kakashi carcajeó con ganas — De verdad te digo... me duelen músculos que no sabía que tenía...
La abrazó empujándola de espaldas a la cama, para subirse sobre ella antes de besarla profundamente por unos segundos.
— Te dije que esa segunda ronda era de golosa.
—Pero...— la besó nuevamente interrumpiéndola — Es que me gus...— otro beso la silenció— ¡Kakashi!
—¿Mhm?
—Ya...— giró su rostro ante el nuevo beso, y no pudo más que gemir cuando esos labios le succionaron suavemente la yugular — Es por... cosas como estas... ¡ay, dios! Q-que quería más...— el varón subió con su lengua por el cuello, provocándola más, para morderle suavemente la quijada — ¿E-está mal...q-que me guste...tanto?
Carcajeó por lo bajo contra la piel dulce de la joven, una carcajada profunda y tan sensual que le robó un gemido a la pelirosa.
—Eres muy, muy golosa— le dijo al oído con voz grave y ella se removió inquieta por lo que le hacía sentir. — Pero aún no me respondiste de cómo te sientes tú, no tu cuerpo.
Se separó apenas de ella observándola a los ojos, a esos hermosos ojos jade adornados con una sonrisa picarona , que brillaban al mirarlo.
—Bien. Me siento bien.
—¿Bien? ¿Sólo bien?
Ella rio juguetonamente, mientras se mordía el labio inferior.
—¿Bien no te sirve?
Él negó.
—Pues... como decirte... ¡La mejor noche en toda mi vida!
—Tampoco es para que exageres...— le sonrió.
—¿No te gusta lo que dije?
—Sí, pero con un simple "Kakashi me siento muy bien porque estuviste excelente" me conformaba.
Ella rio con ganas.
—¡Sí serás engreído! — y la besó interrumpiéndola una vez más, sabía que estaba perdido cada vez que saboreaba esos labios, pero ya no podía dejar de hacerlo —Bueno...confórmate con lo que te dije porque es así.
Y la contempló por unos segundos. Lucía apacible, feliz, su rostro tenía una luz que hacía tiempo no veía en ella, y él la había provocado lo que inflaba su ego de una forma que pocas veces lo había sentido.
Estaba hermosa con sus cabellos revueltos y los ojos hinchados de poco dormir. Y esa boquita enrojecida por sus besos, le enloquecía. Le acarició los labios en un impulso, tan suavemente que ella lanzó una pequeña risita por las cosquillas que le causó.
—Dime una cosa.
—¿Qué cosa?
—¿Te sentiste incómoda en algún momento?
—¿Incómoda? — frunció los ojos extrañada —¿Por qué me...? Ou...lo dices por lo de atarme, ¿no?
—Bueno...parte por eso.
—Pues...no me hiciste sentir incómoda. Fue extraño, pero muy... no sé cómo decirlo. Pero tranquilo, yo te lo pedí, ¿no?
—Sí, pero yo lo hice.
Ella asintió.
—Kakashi fue...tan...tan...no sé cómo explicarlo...
—Explícame lo que sentiste.
—No sé... me sentía tan bien... tan, tan caliente — se mordió el labio inferior recordando el momento en que apreció sus manos completamente inmovilizadas — Fue como sentirme indefensa pero a la vez saber que todo iba a estar bien, que podía confiar plenamente en ti.
Él le sonrió ampliamente suspirando pesado en ese momento, como si un alivio lo recorriera.
—Bueno... no puedes hacerme nada que no quiera...digo físicamente.
Kakashi asintió. Era una mujer extremadamente fuerte por ello entendía que esa entrega significaba mucho más que sólo inmovilidad física. Ella estaba abriendo no sólo su cuerpo a él, sino su alma y esa era muchísimo más delicada.
—Pero ¿sabes qué es lo más importante? Sabía que no ibas a hacerme daño...aquí — y apoyó una mano en su corazón.
Él le sonrió en ese momento, depositando la suya encima.
—Jamás.
Quedaron mirándose a los ojos en ese instante, en mutua contemplación, conectándose en un nivel que ninguno de los dos era consciente de lo que estaba causando en lo profundo.
—Me sentí muy bien— le susurró y su semblante se volvió más serio.
—¿Y qué más?
—N-no dije nada más.
—Con palabras. Algo pasa aquí. — y le señaló la frente con los ojos.
Ella sonrió sonrojándose apenas. Realmente le encantaba que él fuera así de perceptivo, que la conociera tanto. ¿Siempre había sido así, o sólo en los últimos tiempos? No era momento para indagarlo, pero él había estado siempre ahí, siempre a su lado en cada momento a lo largo de su vida, desde que se convirtiera en la primer alumna mujer del peliplata. ¿Y si su presencia nunca fue por mero profesionalismo? ¿Y si él siempre estuvo atento por... algo más?
—Bueno...ya que lo dices así... ¿puedo preguntarte algo?
—Lo que quieras.
Ella se removió y él la liberó un poco de su peso al transferirlo a los codos que descansaban al costado del cuerpo de la pelirosa. Y se acomodó elevándose apenas, para observarla mejor. Estaba tan hermosa, tan dulce, y la deseaba tanto.
—Lo que sucedió anoche...en realidad, la forma en que me hablabas, en cómo me mirabas cuando... me decías ... cosas — suspiró nerviosa — Eres... eres... no sé...
—Tranquila, sólo dime lo que quieres saber. Con tus palabras.
Ella asintió torciendo los labios, mientras su mirada caía en la boca de su ex sensei. Le encantaba esa boca, le provocaba a morderla cada vez que la observaba moverse ante una sonrisa o al articular palabras.
—Lo que quiero decir...la forma en que te comportas conmigo, se siente... fuerte. Me... no sé...— se mordió el labio inferior arrugando la nariz, en una mueca de provocación —¿Me entiendes?
—Nope.
Ella sonrió nerviosa, callándose por unos segundos, buscando las palabras que mejor pudieran explicarla.
—¿Kakashi, recuerdas el libro que te regalé?
—Completamente.
—Bueno...resulta que no lo hojeé como te había dicho. Yo en realidad, l-lo leí hasta la mitad.
Allí Kakashi comprendió todo. El personaje masculino principal era un dominante de su estilo.
—¿Tú ya llegaste a leerlo, no? — él asintió sonriéndole, sabiendo hacia donde iba con ese balbuceo— ¿Y llegaste a la parte en donde Jean se presenta?
—Sí.
—Él...bueno...él se comporta con Kimikura de la forma en que tú...te comportaste conmigo anoche.
—¿Ajá...?
—Bueno... ¡tú no eres tan malo conmigo!
Una carcajada se le escapó ante esa afirmación. Ella lo miraba entre sorprendida y divertida, pero sumamente nerviosa.
«"Malo"... así que consideró a Jean malo. »
—Y ¿te gustaría que fuera más...malo?
Sabía que iba a decirle que no. La autora había creado un dominante sumamente caliente pero exigente, que llevaba a su sumisa siempre al límite del placer a punto de sacarle la palabra de seguridad en varias oportunidades, pero deteniéndose en el exacto momento para suavizarse dejándola deseosa de más y a la vez pidiendo clemencia. Y él era así, aunque con ella estaba lejos de demostrarlo. Aun así, debía reconocer que sin haber sido una iniciación, en la noche anterior la intensidad de sus actos bien podían ser un esbozo de lo que quedaba por descubrir.
—Bueno...Jean comenzó siendo suave y luego... ya no tanto — carcajeó nerviosa, —Y ahora sé lo que se siente y...— clavó esos hermosos ojos jade en los de él de forma tan seductora que prácticamente lo tenía rogando para que no dijera lo que él creía que iba a decir — ¿Sabes? ...me gusta lo que Jean le hace.
Kakashi respiró pesado en ese momento para contener la excitación que le provocaron esas palabras, y no pudo más que acariciarle el rostro en un impulso.
—Entonces... ¿exactamente qué quieres saber?
Ella suspiró entrecortado, nerviosa. Aunque había más excitación que nerviosismo.
—¿Eres... — Se humedeció los labios, con la respiración entrecortada en anticipación a la pregunta.— ...eres como Jean?
No le mentiría. Tampoco lo explicaría demasiado.
—Sí.
Ella jadeó y alzó la mirada a esos ojos oscuros que ahora se habían vuelto duros.
—Y...¿quieres hacerme todo lo que él ...?
—No te das una idea de cuánto.
La respiración de Sakura se agitó en ese momento. Miles de palabras y pensamientos se le atoraron en la garganta. No entendía realmente que significaba todo aquello, pero sí que le gustaba. Le encantaba lo que ese hombre frente a ella, su ex sensei, le hacía, lo que podría hacerle y como la tenían estremeciéndose a cada toque. Le encantaba como le hablaba, le encantaba él, todo él. Y ahora, la promesa de un placer prohibido su sumaba llevando todo su deseo a un extremo que apenas si podía comprender.
Contrajo en ceño un par de veces, dudando de que decir. Quería besarlo, o tal vez tocarlo, o decirle ... no sabía que decirle. Y él lo notó.
—Hermosa, dime, ¿quieres probar lo que leíste en el libro? Jean es un dominante muy exigente y deb-
—¿Tú eres exactamente así?
—Sí, Sakura. Exactamente.
Clavó sus hermosos ojos bien abiertos en él, estudiándolo, recorriendo cada facción como si quisiera encontrar algo más o tratando de entender lo que él estaba sintiendo en ese instante.
Kakashi se perdió en esa mirada que lo repasaban una y otra vez, creyendo leer duda, temor. Sabía que en cualquier momento llegaría la negativa, lo que él era no sería simple de procesar, menos para una joven tan tradicional. La primera noche juntos había sido espectacular, esa mañana, única; y estaba preparado para dejarlo ir, pero no por eso podía evitar el dolor que le causaba. Más saber que la había... asustado.
—Ey, linda... ¿qué estás pensando? — y le acarició la mejilla, ansioso por confirmar lo que lo torturaba.
Ella se sonrojó mordiéndose el labio inferior, nerviosa.
Negó huyendo la mirada.
—Sakura, entiendo si esto que soy te atemoriza o no te gusta, pero dej-
—¡No te tengo miedo! —lo miró con sus ojazos fijos bien abiertos, el ceño levemente contraído— ¿Eso crees que es lo que siento?
—No lo sé...— se encogió apenas de hombros sonriéndole con dulzura, ocultando el dolor ante lo inevitable que ahora lo invadía— Dímelo tú.
Ella respiró hondo sin dejar de detallarlo.
—Yo iba a decirte que... no encuentro bien las palabras pero... la verdad es que no sé bien cómo es todo esto... ese mundo, tu mundo. Y que debo aprender mucho de...de esto, de mí, de ti; pero lo que me haces, lo que eres... — respiró hondo nuevamente, fijándose en esos oscuros ojos que parecían intentar meterse en sus pensamientos — La forma en cómo eres conmigo... me gusta Kakashi — exhaló con alivio, como si al fin hubiera encontrado las palabras justas — Esto, tú... me gusta. Me gustas. Mucho.
La respiración de Kakashi se agitó. Toda su vida había soñado con este momento, inconscientemente siempre lo había esperado aunque estaba convencido que era en vano. Y ahora estaba allí, ella frente suyo admitiendo que le gustaba él y por completo, no sólo la versión que siempre le mostró al mundo. Le gustaba su propia versión, él, todo él.
—Sakura... no te das una idea de lo que tú me gustas.
Ella sonrió y se sonrojó hasta las orejas.
—Entonces... ¿nos gustamos?
Él le devolvió la sonrisa, acariciándole con ternura el rostro.
—Así parece, hermosa.
Y quedaron contemplándose, perdido el uno en el otro. Acariciando con los ojos cada porción de piel del rostro del otro, como si en ese instante se vieran por primera vez.
Sólo el leve temblor en los párpados de la pelirrosa, y un suspiro imprevisto de ansiedad cortaron el embrujo.
—Kakashi... ¿puedo... yo puedo...? — negó al instante, bajando la mirada, al percatarse de lo descabellada que se oiría la pregunta que acababa de formarse en sus pensamientos — No, mejor no.
Él le tomó el mentó y lo alzó hacia él. —¿Puedes qué?
—Yo... yo... Nada... Nada Kakashi... locuras mías — y sonrió.
—Sakura...Dime.
Ella respiró hondo, nerviosa. Sus mejillas ardían una vez más. Quería olvidar aquella ocurrencia pero sabía que no iba a poder negarse, menos cual él la miraba de esa forma y le hablaba así, tan duro, tan directo.
Asintió nerviosa tragando duro
—Yo...¿puedo...puedo ser tu... Kimikura?
La mirada del peliplata se volvió feroz en ese momento. Y no pudo evitar que la excitación que lo recorría, anidara en su entrepierna endureciéndolo.
Ella le estaba pidiendo ser su sumisa. Suya.
Lo que siempre había deseado se estaba volviendo realidad entre sus brazos.
—¿Quieres ser mi sumisa?
Ella asintió tímidamente.
Lo volvía loco esa timidez, esa ingenuidad que se transformaba en fuego bajo sus hábiles manos.
Tan suya...
—¿Me enseñarías lo q-?
No la dejó continuar.
Kakashi la tomó por la nuca fijándola en ese lugar para que soportara el beso voraz que llegó segundos después fundiendo su boca en esos rosados labios, besándola con hambre, contradiciendo nuevamente su más brutal regla.
Ella sería su perdición.
Y cuando a duras penas se separó siquiera unos escasos centímetros de su boca demandante de aire, susurró —Siempre lo fuiste...mía.
¡Hola!
Llegué en miércoles esta vez.¡Menos se pueden quejar! Les dí publicación doble la última vez y ¡que publicación! ¿No? ¡Nos prendimos fuego jajajajaja!
Pero...entiendo si se me ponen inquietos esta vez, de verdad lo digo, por que este capítulo fue algo más ¿tranquilo? Sí, tranquilo. Lo sé , lo sé, pero lo necesitaba. En serio. Como que tenía que darles un respiro a estos dos cachondos jajajajaja... Aunque estuvo Seiyi por ahí, haciendo de las suyas.
Siento que Seiyi se me va a descontrolar, no sé por que jajajaja... es esa visita que llega de improviso para devolverte una cuchara que le prestaste y se queda en tu casa por varios días jajajaja... Aunque creo que no les molesta. ¿O no?
Bueno, ahora, sí. La/os dejo.
¡Hasta el miércoles o jueves que viene!
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